Documento_0137268PB01A01.pdf

Anuncio
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
Página 7
ÍNDICE
Prólogo . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
9
INTRODUCCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
13
I. LAS DECLARACIONES DE DERECHOS AMERICANA Y FRANCESA:
LA CUESTIÓN DE LAS INFLUENCIAS RECÍPROCAS . . . . . . . . . . . . . . . .
21
II. SEPARACIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA EN LA DECLARACIÓN
AMERICANA Y EN LA DECLARACIÓN FRANCESA . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Textos americanos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Textos franceses . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
25
25
26
III. GÉNESIS DEL TEXTO DEL ARTÍCULO 10 DE LA DECLARACIÓN
DE DERECHOS DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. La oportunidad de una Declaración de Derechos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) El «mito de los derechos del hombre». . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
b) Celeridad y abundancia de material . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
c) Eficacia jurídica . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
d) Éxito universal y falta de estima de los autores . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. ¿Declaración o Constitución? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. La libertad de opinión y de religión . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
a) Integración de la libertad de religión, libertad de pensamiento y expresión .
b) La cuestión de los límites. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
c) Omisión de la libertad religiosa . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
4. La persecución de los delitos secretos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
5. La religión como deber . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
29
29
29
29
30
30
31
37
37
40
42
44
45
utilizado:utilizado
8
5/3/15
13:50
Página 8
LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA
6. La propuesta de Marat: libertad religiosa y religión oficial . . . . . . . . . . . . . .
IV. LOS PROYECTOS DE LA COMISIÓN. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. El Proyecto de 11 de agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. El Proyecto de 17 de agosto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. La Declaración de Derechos de 1789 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
47
49
49
50
51
V. LA CONSTITUCIÓN CIVIL DEL CLERO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
1. Regulación de la Iglesia Católica en Francia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
2. Interpretación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
3. La condena pontificia y el cisma religioso . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
55
55
56
57
ANEXO: DOCUMENTOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo 1: Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de 1789 . . .
Anexo 2: Constitución Civil del Clero de 1790 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
Anexo 3: Constitución Francesa de 1791 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
59
59
62
70
BIBLIOGRAFÍA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
83
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
Página 29
III
GÉNESIS DEL TEXTO DEL ARTÍCULO 10
DE LA DECLARACIÓN DE DERECHOS
DEL HOMBRE Y DEL CIUDADANO
1. LA OPORTUNIDAD DE UNA DECLARACIÓN DE DERECHOS
a) El «mito de los derechos del hombre»
El estudio que vamos a abordar es posible gracias a la recopilación de documentos realizada por Christine Fauré, y publicada en 198811. Conviene advertir,
antes de nada, que este material había sido olvidado y, a pesar de su decisiva
importancia para conocer el estado de opinión de los miembros de la Asamblea,
han sido relegados al silencio, como si se pretendiera –como ha dicho Tavernier–
consagrar «el mito de los derechos del hombre», haciendo del texto: «algo no
engendrado, que salió ya armado del cerebro de Dios. Borrar todas las huellas de
su contingencia y negar el ambiente en que se originó son algunas de las técnicas que tienden a mantener la distancia sagrada respecto al texto»12.
b) Celeridad y abundancia de material
En cualquier caso sorprende la rapidez con la que se realizó el texto, al que
se dedicaron tan solo las sesiones de los días 20, 21, 22, 23, 24 y 26 de agosto y
el 1 de octubre de 1789, siendo aprobado por el Rey el 5 de octubre.
11
Existe Versión española, editada por el Fondo de Cultura Económica, bajo el título: Las
Declaraciones de los derechos del hombre de 1789, México, 1995.
12
Ibídem, pág. 17.
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
30
Página 30
LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA
Sorprende, también, la profusión de materiales presentados por los miembros
de la Asamblea y la depuración realizada por la Ponencia, todo ello en un margen de tiempo realmente escaso.
c) Eficacia jurídica
Otra singularidad de esta Declaración se encuentra en su eficacia jurídica.
Los asambleístas estuvieron de acuerdo en elaborar una Declaración de Derechos
que precediera a la Constitución; de tal manera que no forma parte de la
Constitución y ha carecido de eficacia jurídico-constitucional hasta fechas
recientes, en que el Consejo de Estado reconoció eficacia vinculante a dicha
Declaración13.
Se trata, pues, de otra diferencia importante respecto al derecho de libertad
religiosa en el ordenamiento norteamericano, pues, si en un principio, los derechos y libertades fueron enunciados en Declaraciones independientes, pronto
fueron incluidos, a través de Enmiendas, en la propia Constitución.
El texto resultante no agradó a la mayoría de los miembros de la Asamblea,
pero, como advirtió en su día el diputado Gaultier de Biazaut:
«Estábamos convencidos de que a la redacción le faltaba energía. Pero
este vicio era bastante menos peligroso que los errores que creíamos percibir en algunos de los demás proyectos.»14
d) Éxito universal y falta de estima de los autores
Contrasta, así, el éxito universal de la Declaración y la escasa estima que los
propios autores manifestaron acerca del mismo. Así, el diputado Adrien
Duquesnoy, no dudó en afirmar que:
« Es de maravillarse: a no dudar que el proyecto que se adoptó es posiblemente el peor...»15.
13
El Consejo de Estado mantuvo una doctrina constante, contraria al reconocimiento del valor jurídico de la Declaración de Derecho, tanto en el siglo XIX como respecto al Preámbulo de la
Constitución de 1946. La situación ha cambiado con la promulgación de la Constitución de 1958,
al reconocer en su Preámbulo el reconocimiento de los derechos del hombre, de acuerdo con la
Declaración de 1789, confirmados y completados por el Preámbulo de la Constitución de 1946 y
al incluir el Preámbulo en el Control de Constuticionalidad (V. ROBERT,T Droits de L´Homme et
libertés fóndamentales, 6ª edition, París, 1996, págs 101 y ss.).
14
Ibídem, pág. 16.
15
Ibídem, pág. 17.
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
Página 31
GÉNESIS DEL TEXTO DEL ARTÍCULO 10 DE LA DECLARACIÓN…
31
2. ¿DECLARACIÓN O CONSTITUCIÓN?
El Comité de Constitución formuló el 9 de julio de 1789 los principios que
deberían presidir la nueva Constitución; entre ellos se propuso que una
Declaración de Derechos precediera a la Constitución. La propuesta, en nombre
del Comité, fue realizada por Mounier, que expuso los siguientes argumentos:
«Para que una Constitución sea buena, es preciso que se funde en los
derechos del hombre y que los proteja; hay que conocer los derechos de
la justicia natural concedida a todos los individuos, y hay que recordar
todos los principios que deben formar la base de cualquier clase de sociedad política y que cada artículo de la Constitución puede ser la consecuencia de un principio... Esta Constitución habrá de ser corta, simple y
precisa.»
Con estas palabras se abrió el debate acerca de la oportunidad de elaborar una
Declaración de Derechos que, lejos de encontrar una acogida unánime, suscitó
recelos y adhesiones. En el debate estuvo presente el propio concepto de
Constitución que, a juicio de algunos, viene a coincidir con el contenido propio
de la Declaración.
Así, el diputado Crénière16, sostendría que:
«Al establecimiento de estos derechos naturales e imprescriptibles, anteriores a las leyes, que sólo establecen derechos positivos o relativos, yo
Jean-Baptiste Crénière nación en Vendôme, diputado del Tercer Estado por el bailiazgo de
Vandôme en los Estados generales y Constituyente. El 31 de julio de 1789 pronuncia sus
«Observaciones sobre la Constitución de un pueblo». El 18 de agosto propone de nuevo su proyecto, esta vez como la Declaración. Se pronuncia contra el veto del Rey y lo escolta a París. Es
elegido el 13 vendimiario del año IV 15 de octubre de 1795) por el departamento de Loir-et-Cher
en el Consejo de Ancianos, del que forma parte hasta el año VIII.
La posición de Crénière frente a la cuestión de los derechos del hombre fue ambigua, lo que hizo
decir injustamente a sus comentaristas que se oponía a una proclamación de ellos. De hecho
Crénière presentaba en su intervención de julio de 1789 sobre la Constitución una lista de derechos
que debían incluirse en el acta constitutiva. El 18 de agosto rechazaba en términos categóricos la
idea de una Declaración al estilo estadounidense y de nuevo proponía como Declaración su proyecto. Demeunier ilustra perfectamente su pensamiento en la sesión del 18 de agosto: «no crea que
la Asamblea pueda adoptar el sistema del señor Crénière: este sistema tiende a confundir la
Declaración de los derechos y los principios fundamentales de la Constitución; es el sistema de
Hobbes, rechazado en toda Europa». Aunque dejándole al orador toda la responsabilidad de su conclusión acerca del destino de la obra de Hobbes, coincidimos con él en que Créniére se negaba a
separar la idea de Declaración de la de Constitución. (Fauré C. «Las Declaraciones de los derechos
del hombre de 1789).
16
utilizado:utilizado
32
5/3/15
13:50
Página 32
LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA
lo llamo la Constitución del Pueblo, y no creo que el Acta de esta
Constitución deba enunciar otros»17.
Por este motivo, el diputado adopta una actitud indiferente en cuanto a la denominación –Constitución o Declaración–, porque:
«una Declaración de derechos bien concebida no es otra cosa sino el acto
de la Constitución del pueblo» y «como no estoy ligado a las palabras,
sino a las cosas, propongo el proyecto que acaba de leerse, como el acta
de la Constitución del Pueblo francés, o como una Declaración de
Derechos, o, finalmente, como preliminar de la Constitución del gobierno del pueblo»18.
La oposición a la promulgación de una Declaración de Derechos nace, en
gran parte, de la inseguridad y los desórdenes populares que se están produciendo en las mismas fechas en que tiene lugar el debate sobre la Declaración. Al
margen de la terminología adecuada, como le ocurrió al diputado Crenière, existe también oposición a los derechos propuestos e, incluso, a la necesidad de
acompañar el catálogo de derechos con una lista de deberes.
La primera opción fue defendida por el Marqués de Sillery, al rechazar el
contenido de los Proyectos de Declaración presentados. Su argumento toma
como punto de partida el principio de que:
«la moral de la mayoría de los hombres no es sino el feliz resultado de
los principios que la religión grabó en su alma, en los primeros años de
su vida»19.
A partir de esta máxima, razona de la siguiente manera:
«No es una obra filosófica lo que tenemos proyectado hacer que adopten
los pueblos. Debemos conducirlos por el camino de la felicidad, queremos ilustrarlos sobre sus derechos y hacer que consideren las desgracias
que los amenazarían si llegaran a desconocerlos. Es igualmente necesario recordarles las relaciones exactas que existen entre los principios del
derecho natural y los que la religión les impone. Cuando estén convenciLectura hecha en la sesión de 31 de julio de 1789 (Ibídem, p. 109).
Ibídem, pág.111.
19
Opinión del Marqués de Sillery relativa a la Declaración de los Derechos del hombre de 4 de
agosto de 1789, (Ibídem, pág. 165).
17
18
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
Página 33
GÉNESIS DEL TEXTO DEL ARTÍCULO 10 DE LA DECLARACIÓN…
33
dos de que ésta no hace sino confirmar lo que la ley natural prescribe,
captarán con entusiasmo los sensatos reglamentos que hacéis»20.
Este razonamiento justifica su oposición a los proyectos de Declaración presentados y resume el pensamiento de un ministro francés, al que admira, aunque
no identifica, que resume en esta frase:
«uno se entregaría a una gran ilusión si espera poder fundar la moral
sobre la relación del interés particular con el interés público, y si uno imagina que el imperio de las leyes sociales puede prescindir del apoyo de la
religión».
Desde otra opción, se pretende reconsiderar el contenido de la Declaración de
derechos, que debe ser completada con una declaración de deberes, pues «si el
hombre tiene derechos, también tiene deberes; y es en la relación exacta de unos
y otros en lo que consiste la creencia de una Constitución perfecta»21.
Esta manifestación encubre, sin embargo, una cierta oposición a la
Declaración de Derechos. Así lo hace notar el diputado Sinety, al advertir que:
«...no es sin fundamento que muchos honorables miembros hayan hecho
observar que el hombre, abandonado únicamente a su impulso natural,
podría, al interpretar según su conveniencia todos los artículos aislados
de la Declaración de los derechos naturales del hombre, darles una extensión perjudicial para sus conciudadanos; y que, profundamente convencido de sus derechos personales, desconocería los de la sociedad, y perturbaría la tranquilidad».
Aunque esto no debe ser motivo para impedir la aprobación de una
Declaración,
«sin embargo, sería una gran imprudencia y una gran ligereza no buscar los medios para evitar los peligros que puede ofrecer esta
Declaración aislada... Existe un medio, creo, para alcanzar la meta saludable que nos proponemos lograr: consiste en eliminar los peligros, al
adoptar esta Declaración, mediante la exposición de los deberes de los
ciudadanos»22.
Ibídem, págs.166-67.
Ideas elementales sobre la Constitución del Sr. Jallet, diputado de Poitou, cap. IV (Ibídem, pág.
134).
20
21
utilizado:utilizado
34
5/3/15
13:50
Página 34
LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA
No cabe la menor duda, sin embargo, que la mayoría de las opiniones vertidas en la Asamblea resultaron favorables a la aprobación de una Declaración de
Derechos. Entre otros, el Conde de Castellane, expresa su postura en los siguientes términos:
«He contestado, me parece, a los que piensan que una Declaración de los
Derechos de los hombres es inútil. Hay también quienes llegan más lejos
y que la creen peligrosa en este momento, cuando, al estar agotadas
todas las instancias del gobierno, la multitud se abandona a excesos que
les hacen temer excesos mayores. Pero, señores, estoy seguro de que la
mayoría de los que me escuchan pensará como yo, que el verdadero
medio de detener la licencia es establecer los fundamentos de la libertad;
cuanto más conozcan los hombres sus derechos, tanto más desearán
leyes que los protejan; cuanto más amen a su patria, tanto más temerán
el desorden; y si gente inconstante compromete de nuevo la seguridad
pública, todos los ciudadanos que tengan algo que perder se unirán en
contra de ellos. Creo, pues, señores, que debemos colocar una
Declaración de los derechos de los hombres a la cabeza de nuestra
Constitución; aunque elegida entre las que han sido propuestas, pienso
que la que adoptemos debe ser discutida cuidadosamente, y que quizás
no podemos rechazar, en su totalidad, ninguna de a que nos han sido propuestas; creo que esta misma Declaración debe ser admitida antes que
las leyes, de las que es fuente, y de las que corregirá en lo sucesivo
imperfecciones u omisiones» (suma y compendio de las opiniones sobre
Exposición de los motivos que parece deben determinar que se una a la Declaración de los derechos del hombre la Declaración de los deberes del ciudadano, por el Diputado Sr. Sinety, 4 de agosto de 1789 (Ibidem, pág 157).
Se suma a esta postura el Diputado Avaray al decir que «la Asamblea Nacional, al proscribir la
enmienda que había sido propuesta por uno de sus miembros respecto de añadir la palabra deberes
luego de la expresión de la Declaración de derechos, no parece haber pretendido prohibir a ninguno de sus miembros la facultad de proponer que se hiciera seguir la Declaración de los derechos,
de una Declaración de los principales deberes de un ciudadano francés, que sumaría a la ventaja de
compendiarla en pocas palabras, la de poder comprenderla y retenerla fácilmente como la de los
derechos». A continuación añade una relación una relación de cinco deberes, bajo el título
«Principales deberes de un ciudadano francés». (Proyecto de Constitución de los derechos de un
ciudadano francés, 4 de agosto, 1789) Ibídem, pág170. Igual postura adoptaría el diputado Bouche
en su Carta que sostiene la Constitución francesa en sus objetivos fundamentales, del 12 de agosto de 1789 que, sin ninguna justificación previa, declara que: «Los deberes que nos gobiernan a
nosotros mismos nos ayudan a gobernarnos también en relación con los otros hombres» (Ibídem,
pág 180).
El mismo procedimiento será seguido por el diputado Ladebat que, en su Declaración de Derechos
del hombre, propuesta el 13 de agosto de 1789, hace un elenco conjunto de derechos y deberes
(Ibídem, 251).
22
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
Página 35
GÉNESIS DEL TEXTO DEL ARTÍCULO 10 DE LA DECLARACIÓN…
35
la declaración de los derechos escrito de memoria luego de la sesión de
1 de agosto de 1789)23.
Es significativo, sin embargo, analizar la distinta argumentación que se utiliza para fundamentar la conveniencia y oportunidad de una Declaración de derechos. Si, para el Conde de Castellane, «el verdadero medio de detener la licencia
es establecer el fundamento de la libertad», para el Conde d´Antraignes ese fundamento se encuentra en la religión, mientras que para Rabant-Saint Etiénne
debe basarse en los principios de la razón que consagran que «cualquier hombre
tiene derecho a existir, a conservar su existencia y a hacerla tan feliz como le sea
posible. Este derecho es inalienable e imprescriptible. Los hombres aportaron
este derecho a la sociedad y su fin, al reunirse, fue conservarlo»24.
Su argumentación recuerda los fundamentos de los derechos y libertades
invocados en las Declaraciones Americanas; sin embargo, Rabant las critica:
«Me pareció que las diversas Declaraciones de derechos que nos fueron
presentadas, no respondían a la idea que me había hecho del dispositivo
vasto, completo y ordenado de una gran legislación; que de ser calcadas
de las de los estadounidenses, tendrían los mismos defectos; que carecían de ese orden que nace de la filiación de las ideas que se desprenden
sucesivamente de un principio único y generador; que presentaban ideas
aisladas; que los principios, los derechos, las precauciones se confundían
y estaban colocados indiferentemente, sin que haya habido otras razones
para haber incluido todo, excepto que todo había parecido necesario»25.
Esta actitud evoca la cuestión de la influencia de las declaraciones americanas sobre la francesa y, en consecuencia, la propia naturaleza de los derechos y
libertades. Lafayette expresa claramente este último punto, cuando afirma que:
23
Ibídem, pág 114. En la misma línea se manifestará el diputado Durand de Maillane del senescaldo de Arles, que expuso el mandato de un senecaldo... en los siguientes términos: «Los diputados mandatarios de este senescaldo están encargados de proponer a la Asamblea Nacional, como
objetivo realmente preliminar, el examen y la Declaración de todos los derechos naturales e imprescriptibles del hombre y del ciudadano: declaración que servirá de base a todas las leyes, y a políticas, y a civiles, que pudieran emanar, tanto en el presente como en el futuro, de todas las Asambleas
Nacionales» (Opinión sobre los diferentes proyectos de la Constitución, y sobre la Declaración de
los derechos del hombre y del ciudadano, pronunciada en la sesión de la Asamblea Nacional de 1
de agosto de 1789, Ibidem, pág. 115.
24
Proyecto para el preliminar de la Constitución francesa, de 18 de agosto de 1789 (Ibídem, pág.
259).
25
Ibídem, pág. 260.
utilizado:utilizado
36
5/3/15
13:50
Página 36
LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA
«Cualquier hombre nace con derechos inalienables e imprescriptibles;
tales son la libertad en todas sus opiniones, el cuidado de su honor y de
su vida, el derecho de propiedad, la completa disposición de su persona,
de su industria, de todas sus facultades, la comunicación de todos los
medios posibles, la búsqueda del bienestar la resistencia a la opinión»26.
Esta moción iba precedida de un preámbulo muy breve, en el que destacaba una
frase que causó gran impresión entre los diputados:
«Para que los pueblos amen la libertad, basta que la conozcan, y para que
sean libres, basta que quieran serlo».
El debate de su moción, sin embargo, hizo surgir no pocas suspicacias. La
presencia de La Fayette en el proceso revolucionario americano y la influencia
que sobre él ejerció el proceso constituyente americano fue advertido durante el
debate en la asamblea. Lally-Tollendal destacó las diferencias que existen entre
«un pueblo naciente que se anuncia, un pueblo colonial que rompe los lazos de
un gobierno distante», en clara alusión a la Declaración de Independencia de los
Estados Unidos y «un pueblo antiguo que desde hace catorce siglos pone una
forma de gobierno», es decir, la Monarquía francesa.
La postura de La Fayette era inequívoca, llegando a afirmar lo siguiente:
«Sigamos el ejemplo de los Estados Unidos». Ello provocó una reacción negativa en algunos diputados –muchos de ellos pertenecientes al estado del clero– lo
que dio lugar a una airada reacción del diputado Montmorency:
«Los derechos del hombre son muy claros, están grabados en todos los
corazones, pero uno no sabe qué decir cuando se escucha a un tal señor
Crénière afirmar audazmente que la Declaración de los derechos hechos
por los estadounidenses es la obra más inepta que se pueda presentar a los
hombres; ¡con qué irreverencia habla de los dioses este canalla! »27.
La influencia de la revolución americana y, en especial, de su Declaración de
Derechos sobre la francesa, resucitada, posteriormente, por Jellinek y Boutmy, ya
estuvo presente en el propio debate parlamentario que procedió a su elaboración.
Con anterioridad ya había escrito Condorcet su obra «Sobre la influencia de la
Revolución estadounidense en Europa, por un oscuro habitante del antiguo
26
Moción relativas a la Declaración de los derechos del hombre, 11 de julio de 1789 (Ibídem,
pág.77).
27
Ibídem, pág. 312.
utilizado:utilizado
5/3/15
13:50
Página 37
GÉNESIS DEL TEXTO DEL ARTÍCULO 10 DE LA DECLARACIÓN…
37
hemisferio», dedicada a La Fayette en 1786. Y, más tarde, en su escrito sobre
Ideas sobre el despotismo, reconocía ya la condición de pionera de la
Declaración de Virginia.
En su Declaración de Derechos, en la que resulta evidente la influencia americana, manifiesta que «es necesario que una Declaración de derechos de los
hombres contenga las consecuencias más inmediatas y evidentes de estos derechos; sobre todo es necesario que incluya a aquellos contra los que más a menudo han atentado las leyes conocidas de las naciones ilustradas»28.
3. LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y DE RELIGIÓN
a) Integración de la libertad de religión, libertad de pensamiento y expresión.
Por la naturaleza del presente estudio, no vamos a mencionar las diferentes
libertades reconocidas por los autores de los diversos Proyectos presentados a la
Asamblea. Nos limitaremos a mencionar la libertad de conciencia, culto o religión y la conexión con la libertad de pensamiento y de expresión que pueda
advertirse en dichos proyectos.
Entre los autores que mencionan conjuntamente estas libertades, citaremos,
en primer lugar a Condorcet:
«El derecho de ejercer libremente cualquier clase de culto, de profesar
todas las opiniones que uno crea verdaderas, de escribir sin que las cartas o papeles puedan ser sometidos a ninguna inspección, y, por último,
la libertad de prensa, es decir, el derecho a imprimir sin estar sujeto a ningún reglamento, siempre y cuando no se trate de libelos contra los particulares y contra la conducta privada de los hombres encargados de las
funciones públicas, o de invitaciones a perturbar por la fuerza la paz de
la sociedad, y el cumplimiento de las leyes, únicos delitos que podían
cometerse mediante la imprenta, y que se castigarán de acuerdo con la
ley.»29
En una línea semejante se expresará el Diputado Sallé de Chou, en su
Proyecto de los derechos del hombre en sociedad:
28
29
Declaración de los derechos (Ibidem, pág. 37).
Ibidem, pág. 39.
utilizado:utilizado
5/3/15
38
13:50
Página 38
LA LIBERTAD DE OPINIÓN Y LIBERTAD RELIGIOSA
«La libertad del hombre en sociedad consiste en no estar sometido más
que a la ley; en poder pensar, decir y escribir en materia civil, política y
religiosa...»30
Esta libertad, sin embargo, está limitada por un principio, que veremos repetido en otros proyectos y que se refiere a la religión. Las leyes, dice este diputado, existen para fijar los derechos y deberes de todos los asociados y para poner
freno a los que pretendan rehusarlos; sin embargo, «entre los diversos delitos que
manchan a la sociedad, los hay secretos y que, por consecuencia, se encuentran
fuera del alcance de las leyes: una Religión es entonces necesaria; sólo ella; en
efecto, al mandar sobre las almas, puede reprimirlas»31.
La conexión entre libertad de pensamiento, de expresión y de religión vuelve a aparecer en el diputado Rabant al manifestar:
«Cada hombre es libre de pensar, de decir, de escribir y de hacer todo
aquello que no perjudique a otros; así, ni la sociedad, ni ninguno de sus
miembros puede prohibírselo...Fuera de aquello en lo que pudiera perjudicar a otros, la sociedad no puede constreñir a ningún hombre por lo que
piensa, por sus opiniones, por su religión, por sus discursos, sus escritos...»32
De esta manera, en su articulado, bajo el rótulo: «Sobre la libertad de pensamiento y de opinión», establece los siguientes derechos:
«Que ningún hombre es responsable de su pensamiento y de sus sentimientos, y que nadie puede pedirle cuenta de ello; Que las conciencias
son perfectamente libres; que nadie tiene derecho de molestarnos, y que
cada uno tiene derecho de profesar libremente la religión que crea
mejor.»33
Basándose en los mismos principios, el diputado Boislandry, redactó los
siguientes artículos:
«15. Nadie es responsable de su pensamiento, de sus sentimientos ni de
sus opiniones, incluso en materia de religión.»
30
31
32
33
Ibídem, pág. 236.
Ibídem.
Ibídem, pág. 259.
Ibídem, pág. 265.
Descargar