Mensaje de la Directora Ejecutiva en ocasión del Día Mundial del Hábitat El tema del Día Mundial del Hábitat de este año -6 de octubre-, impulsado por la ciudad de Río de Janeiro en Brasil, es el agua y el saneamiento. Es la primera vez que la comunidad internacional coincide tan unánimemente en que el desarrollo sostenible comienza con la salud y la dignidad. Estas condiciones fundamentales del desarrollo humano no se podrán lograr sin una inversión continua en el agua potable y el saneamiento básico. Según cálculos de ONU-Hábitat, el 60% de la población del mundo vivirá en zonas urbanas en 2015, año que los líderes del mundo fijaron como meta para lograr los objetivos de desarrollo del milenio relacionados con el agua y el saneamiento. También se estima que entre el año en curso y el 2015 el 90% del aumento demográfico tendrá lugar en las zonas urbanas y que una gran parte de ese aumento se dará en los asentamientos ilegales y barrios de tugurios de las zonas céntricas deterioradas de las ciudades de los países en desarrollo. Para los barrios de tugurios de Nairobi, los bustees de Kolkata o las favelas de Río de Janeiro la difícil y crítica tarea que debe encarar el mundo ahora es suministrar agua potable y servicios básicos de saneamiento a los pobres de las zonas urbanas. El Consejo de Administración de ONU-Hábitat reconoció la dificultad de esta tarea e hizo un llamamiento a la comunidad internacional para que mancomunara sus esfuerzos y ayudara a los países en desarrollo a lograr los objetivos de desarrollo del milenio relacionados con el agua y el saneamiento. La Comisión sobre el Desarrollo Sostenible también centrará su primer ciclo de debates (2004-2005) en el agua, el saneamiento y los asentamientos humanos. Para lograr resultados reales será fundamental contar con un firme compromiso político tanto a nivel nacional como local. Esta fue una de las cuestiones que se pusieron de relieve en la reunión cumbre del Grupo de los Ocho de este 2 año, en la que se adoptó un Plan de Acción para el Agua por el cual los dirigentes de los países más ricos y poderosos del mundo se comprometen a prestar asistencia prioritaria a las naciones más pobres que demuestran a su vez un compromiso político para que el agua potable y el saneamiento básico pasen a ser dos de los elementos principales de sus planes de erradicación de la pobreza y desarrollo sostenible. A la crisis del agua en las zonas urbanas hay que nombrarla por su verdadero nombre: una crisis de gobernanza -por políticas inadecuadas y una gestión desacertada-, y no una crisis debida a la escasez. Las ciudades precisan políticas idóneas y voluntad política para respaldarlas; instituciones fuertes y administradores capacitados para dirigirlas; un sector privado responsable y un sector público informado que colaboren entre sí; y, por último, una opinión pública con conocimiento de causa y la participación activa de las comunidades para aprovechar los enormes recursos de la sociedad civil. En breve, las ciudades precisan un entorno conducente en el que todas las partes interesadas puedan aunar sus recursos y satisfacer así sus necesidades. La promoción del saneamiento y la higiene debería considerarse una prioridad en sí misma. Sin ir más lejos, el hecho de que en el pasado la comunidad internacional se haya centrado principalmente en el tema del agua con frecuencia hizo pasar a un segundo plano el problema cada vez mayor del saneamiento inadecuado. Éste es el aspecto más vejatorio de la lucha que libran diariamente por la supervivencia los pobres de las zonas urbanas. En países del mundo entero se hace esperar desde hace mucho el anuncio público de políticas de saneamiento e higiene. En las ciudades de la mayor parte de los países en desarrollo está disminuyendo a un ritmo alarmante la inversión per cápita en el agua y el saneamiento. Para poder lograr el objetivo de desarrollo del milenio relacionado con el agua y el saneamiento deberá aumentar en forma global la corriente anual de recursos destinada a ese sector. De hecho, como mínimo habrá que duplicarlos. No menos importante será la vigilancia y examen sistemáticos de los adelantos logrados para cumplir las metas del agua y el saneamiento. Las actividades de supervisión y apreciación también serán de ayuda para dirigir con más eficacia y precisión la cooperación internacional destinada a los pobres. El Día Mundial del Hábitat de este año brinda la oportunidad de aprovechar el consenso mundial y hacer frente a este crucial desafío.