CRISTINA ANTONIO HERRERA

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CRISTINA ANTONIO HERRERA
Escrito por Guillermo
Domingo, 01 de Octubre de 2006 13:00 - Actualizado Miércoles, 06 de Agosto de 2014 21:32
Nací en la ciudad de Oaxaca, pero me casé con mi marido que es de Arrazola y vivimos aquí,
tengo tres hijos y toda la familia nos dedicamos a la artesanía. Mi esposo y mi hijo tallan la
madera, le dan la forma a los alebríjes y a los animalitos que ellos se imaginan, ya después
nosotras los decoramos.
Nosotros comenzamos con la artesanía después de que vimos que todo el pueblo la
trabajaba, por eso nos nació el hacer figuras de madera y luego decorarlas.
Yo no tomé ningún curso, como todos acá trabajan la madera desde hace varios años, un día
nos pusimos a experimentar y como tenemos tíos, primos que empezaron antes que nosotros,
pues fuimos a ver cómo lo hacían y así empezamos. Todo es perderle el miedo y dejar salir lo
de adentro, primero los marcaba con un lápiz, pero pasando el tiempo, ya no fue necesario.
Primero empezamos haciendo puras iguanas, pero luego la gente que nos compraba, nos
decía, ¿por qué no hacen otras figuras? y mi esposo dijo, ¡pues vamos a intentarle! De esta
manera todos nos empezamos a meter en esto de las diferentes figuras y empezamos a
pensar en los diferentes colores.
Para no repetirnos, pensamos en nuevas ideas, en nuevos diseños. Las figuras se sueñan,
vienen en los sueños, porque allí se ve más claro. Porque por el día uno está viendo la pieza y
no sabe uno por donde entrarle, cómo hacerla o que posición, pero en el sueño, ahí ya es otra
cosa.
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Pero para pintarla, los colores los tengo que pensar mucho. Sí no, uno ve el campo, no sé sí
se ha fijado, pero a veces el pasto tiene un colorcito amarillito, verdecito y entonces me digo
"ese color le quiero dar a mi figura", yo mucho me fijo entre las cosas que tiene el campo, los
árboles, los troncos, en los pajaritos, en las mariposas, existen unos pajaritos que tienen unos
colores muy bonitos y de eso me ha nacido sacar las combinaciones de los colores.
Nosotros aquí en Arrazola usamos el árbol del Copal. Primero pensamos en la figura y luego
vamos devastando hasta llegar a su forma, en algunas ocasiones necesitamos empatar la
madera.
Después la ponemos a secar una semana o 15 días tal vez, después hay que lijarla y ponerle
líquido para que no se pique la madera, ya después resanarla para pulirla bien, dejarla
preparada para la pintura.
Para pintarla, le tenemos que dar entre dos y tres manos, hay pinturas que no cubren bien.
Para mi el artesano y el artista son lo mismo. Lo que pasa es que al artesano lo hacen menos
que a un artista.
Ya sabemos que las personas que aprecian este trabajo nos lo dicen y es ahí donde siente
uno que si es uno artista.
La creatividad es crear obras nuevas, la inspiración que le nace a uno por hacer cosas y que
uno lo puede expresar a través de la madera y la pintura. Para mí en la pintura todo es
importante, hasta la última rayita, el último detalle como un ojito, en una uñita, para mí todo es
importante en la pintura.
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Una vez, cuando estuvimos en San Antonio, Texas, estuvimos entre muchos artesanos de
allá y nosotros representando Arrazola y a Oaxaca, muchos de nuestros compañeros
artesanos de allá, veían nuestras piezas, por más chiquitas que fueran, siempre admiraban la
pintura y la hechura.
Por eso, para mí, hasta el último detalle es muy importante. Por eso siempre estoy pensando
en sacar nuevos modelos, nuevas ideas, nuevas combinaciones de colores, para que no caiga
uno en lo mismo.
Mi esposo y mis hijos platicamos seguido sobre nuestro trabajo, sabemos que las piezas
deben de ser diferentes, pues día con día nos copian el trabajo y a nosotros no nos gusta hacer
igual las piezas como todo el mundo.
En diciembre los clientes nos buscaban y nos decían, es que ya fuí a buscar y no encuentro
las piezas como las suyas.
El problema que tenemos es que ha dejado de venir el turismo a Oaxaca y el poco que llega,
el guía de turistas se lleva sin hacer nada el 20 % de lo que vende uno y sobre todo, el
problema de la madera.
Se está escaseando el árbol del Copal y nadie ha hecho una verdadera campaña para
reforestar.
Todo mundo le roba al monte y nadie le repone. El problema del artesano es que o produce o
vende, entonces alguien de la familia tiene que vender. Sí yo me voy 20 días a una exposición,
la casa y el taller tienen que seguir viviendo y trabajando, por eso la vida familiar del artesano
es muy difícil, muy sacrificada.
La persona que inició esta artesanía en Arrazola es el señor Manuel Jiménez, él es un
hombre grande, ahora debe tener como 70 años o un poco más.
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Él organizaba las comparzas aquí en las fiestas de todos los Santos y él hacia las máscaras
para que se las pusieran en las comparzas. De ahí salió la idea de reproducir las figuras, él fue
el que inventó los alebrijes en madera y sus figuras de animales. Don Manuel hacía los
"nahuales" que son figuras con cuerpo de animal y cara de diablo y también hacía vírgenes.
En todo el pueblo se trabaja esta artesanía, la hace toda la familia, los esposos, los niños,
desde la edad de 7 años empiezan a ayudar lijando piezas y a los 12, comienzan a hacer sus
propias piezas. El problema es que se usan herramientas muy afiladas y es muy peligroso este
trabajo, tantito se distrae uno, tantita mala suerte y se pude uno cortar. Mi hijo ya ganó un
primer premio a nivel nacional, él participó con figuras miniaturas y fue a México a recibir su
premio y el Gobernador le dió una beca.
El trabajo que hacemos en Arrazola es más que un oficio, es una forma de vida. Nosotros
parecemos disco rayado con nuestros hijos, "vamos a echarle más ganas, hay que hacer las
cosas bien, tenemos que hacer modelos diferentes, porque con esto se pueden abrir las
puertas. En estados Unidos nos decían que trabajando como artesano allá, es mejor que lavar
platos o estar en el campo. Por eso nosotros queremos que nuestros hijos sigan estudiando,
pero que no dejen la artesanía, porque no debemos dejar que se acabe, seguramente los hijos
de mis hijos serán artesanos y deberán ser mucho mejores que nosotros.
A mi me gustaría que me recordaran los hijos de mis hijos, que dijeran, "mira, gracias a mi
tatarabuelita tenemos esta tradición oaxaqueña".
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