Cartas 161 a 209. Años 1812 1813

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161. A la señorita Sorita Poitevin - TONNEINS
"No se puede servir a dos señores..." En esta carta a Sorita Poitevin, se vuelven a encontrar las mismas
exhortaciones que Adela envía habitualmente a Águeda.
+ J.M.J.T.
13 de Marzo de 1812
¡Dios mío, tú no desprecias un corazón contrito y humillado!
2
Mi querida amiga, tus cartas son siempre para mí un gran gozo, porque veo en ellas los buenos
sentimientos que el Señor te inspira.
3
Sigue colocando, mi querida Sorita, tu única dicha en servir a ese buenísimo Señor que es tan
generoso con nosotras, que tiene en cuenta el más mínimo buen pensamiento, que se preocupa hasta de la
preparación de nuestros corazones.
4
¡Qué diferencia con el mundo, que no tiene más que ingratitud con los que le sirven! Ofrece
falsas dulzuras primero, que se cambian en seguida en amarguras. Mientras que incluso los rigores de
nuestro Dios están siempre acompañados de algunos consuelos.
5
Aborrezcamos pues a este mundo despreciable, rompamos con él para siempre, marquemos bien
la distancia entre él y nosotras. Acordémonos de que no se puede servir a dos señores: a Dios y al mundo.
¿Podríamos vacilar?
6
Que se note en nosotras, querida amiga, ese alejamiento del mundo, sea en nuestra manera de
vestir, que debe ser siempre sencilla, sea en nuestro lenguaje, que debe ser humilde, sea en nuestro aire y
en nuestros modales, que deben ser modestos.
7
Estamos en un tiempo muy adecuado para tomar resoluciones santas. Tratemos de sacar frutos de
renovación del recuerdo de los misterios de la pasión de nuestro divino Salvador. Muramos al pecado, al
mundo y a nosotras mismas, para volver a emprender una vida nueva con Jesucristo, y merecer una
resurrección espiritual.
8
Estoy impaciente por saber noticias de tu viaje a Marmande. ¡Ojalá haya servido para la gloria de
Dios y la santificación de las almas!
9
Adiós, queridísima amiga, te abrazo en los Sagrados Corazones de Jesús y de María.
Adela
10
Mil saludos a nuestras queridas hermanas y afiliadas.
162. A la señorita Sorita Poitevin - TONNEINS
Adela acaba de pasar dos meses con sus tías en Condom. Comunica sus impresiones a su amiga.
+ J.M.J.T.
22 de Mayo de 1812
¡Ven, Espíritu Santo, instrúyenos con tus luces divinas!
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2
Te envío, mi queridísima amiga, la carta de nuestra respetable madre1 que recibí, como la tuya,
en Condom, y la de nuestro digno padre.
3
Mi querida amiga, humillémonos al ver que estamos tan lejos de imitar el fervor de nuestras
queridas compañeras. Estimulémonos por su ejemplo, y tratemos de seguirlas, aunque sea de lejos.
4
Nuestras amigas de Condom son estupendas. Hemos conquistado allí dos nuevas. Una de ellas,
mi prima hermana, la señorita Carolina de Batz; y la otra, la señorita Constanza Vigier.
5
Nuestras nuevas amigas de Figeac reclutaron también una: la señorita Franzoneta Lacaze. Estoy
impaciente por saber el resultado de tu viaje a Marmande. Pórtate, sin embargo, con la mayor prudencia
en todas tus gestiones. El que quiere correr demasiado, pierde muchas veces más que gana.
6
Se aproxima una hermosa octava, y muy apropiada para avivar nuestro fervor y todo nuestro
amor al adorable Salvador, que se prodiga él mismo en el divino Sacramento. ¿Podríamos seguir viviendo
en la indiferencia, viendo amor tan grande? ¿Podríamos no desear unirnos a El, después de todo lo que ha
hecho para unirse a nosotras?
7
Tratemos, querida amiga, de ponernos en las disposiciones necesarias para ir a comulgar a
menudo. De la frecuentación de este adorable misterio, sacaremos las gracias que nos son tan necesarias,
y la fuerza para luchar con ventaja contra nuestros enemigos. Corramos pues hacia esta hoguera del amor
de nuestro Dios, y ardamos en un amor que llegue a consumir todos nuestros afectos terrenos.
8
Siento en el alma la enfermedad que tiene nuestra querida Descomps; espero que no tenga
consecuencias enojosas. Recomiendo a tus oraciones a uno de mis tíos2, y a algunas amigas que tienen
una necesidad particular. Pide al Señor su verdadero cambio.
9
Adiós, mi queridísima amiga, no me olvides ante ninguna de nuestras hermanas y afiliadas; tened
todas la seguridad de mi entrañable afecto en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
**************
Al reanudarse la correspondencia de Adela con Águeda Diché, vemos que la estancia de las tías de
Condom en casa de su hermano toca a su fin y que la señora Belloc tiene un aposento en Saint-Avit, en
casa de la señora Galibert, en las proximidades de Port-Sainte-Marie.
***************
163. A la señorita Águeda Diché - AGEN
En la fiesta de Santa Teresa de Ávila, Adela acaba de meditar sobre el pecado.
+ J.M.J.T.
15 de Octubre de 1812
¡De qué me serviría haber ganado el universo entero, Dios mío, si llegara a perderte!
2
¡Qué pavorosa resulta la pérdida de mi Dios! Querida amiga, huyamos con el mayor empeño de
este maldito pecado que puede ocasionárnosla. Cueste lo que cueste, hay que evitarlo.
1
Madre: la señorita Lacombe, corresponsal elegida por el P. Chaminade para ocuparse de la
pequeña Asociación.
2
El padre de Carolina de Batz, Francisco de Batz de Trenquelléon, antiguo oficial de Marina.
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3
La santa, cuya fiesta celebramos hoy, concibió una generosa resolución ante la visión del lugar
que Dios le destinaba en el infierno. También nosotras podemos verlo con los ojos de la fe, ese lugar al
que estamos destinadas, si continuamos ofendiendo a Dios. ¿Podría algo parecernos demasiado para
evitar una eternidad de desdichas? Nada de eso. No prestemos más oídos a nuestra ruin naturaleza, que no
cesa de seducirnos y cegarnos. Hagámosla morir en la hoguera del amor a Dios.
4
Por desdicha, querida amiga, soy siempre la misma, a pesar de todos los cariñosos reproches y de
los santos consejos que recibo. ¡Qué cuenta voy a tener que dar a Dios del abuso de tantas gracias que me
ha concedido y que no concede a tantos otros!
5
Estoy impaciente de veros reunidas, entrañable amiga; mi fervor tiene gran necesidad de
reavivarse por el ejemplo, te lo aseguro. Mi mal carácter no se doma nunca. Me da miedo el esfuerzo que
tengo que hacer para vencerlo.
6
El mal tiempo que está haciendo continuamente impidió venir a la señora Belloc, y también me
está impidiendo a mí ir a verla. Puedes suponer la gran alegría que hubiera tenido si nos hubiéramos
visto.
7
Mis tías se han marchado hoy. Tatan Saint-Julien tiene un profundo pesar: a su confesor lo han
nombrado párroco de Casteljaloux; reza por ella. Está muy conturbada. En este mundo, cada uno tiene su
cruz.
8
Adiós, querida amiga, te abrazo con todo mi corazón en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
164. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Imploremos con confianza la intercesión de los santos...". Adela vuelve su mirada hacia los ejemplos
de los santos e implora con confianza su intercesión al acercarse la fiesta de Todos los Santos.
+ J.M.J.T.
21 de Octubre de 1812
¡Líbrame, Salvador mío, de todas estas pasiones que me tiranizan!
2
¿Hasta cuándo, querida amiga, estaremos apegadas a estas pasiones miserables que nos
mantienen en la desgracia de Dios? Después de tanto tiempo que hicimos profesión de servir a Dios,
¿cuál de ellas hemos llegado a extirpar? ¿No estamos todavía gimiendo bajo su yugo? Y ¿no nos hacen
caer varias veces cada día?
3
De una vez, vamos a trabajar en vencernos, con ardor y con la ayuda de la gracia de Dios que
nunca nos rehúsa.
4
San Francisco de Sales que fue extraordinariamente vivo e impulsivo, llegó a ser un modelo
perfecto de mansedumbre; y era de carne y hueso, como nosotras. ¿Por qué no vamos a poder nosotras lo
que él pudo? Pero lo que pasa es que nosotras no estamos decididamente resueltas a hacernos toda clase
de violencias. ¿Qué puede importar que la naturaleza se revuelva? Es una miserable que es preciso
mantener a raya para que pueda reinar, como Rey y Soberano, nuestro divino Señor.
5
¡Animo, mi querida Águeda, se acerca el día de Todos los Santos! Imploremos con confianza la
intercesión de los santos de toda edad, de toda condición, de todo estado, que vencieron su naturaleza y
que se hicieron santos a pesar de los obstáculos, que nos están deteniendo sin cesar. Desde esta fiesta a la
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del nacimiento del Salvador, tratemos de haber merecido algo ante Dios. A El solo será la gloria, porque
por nosotras mismas, ¿qué podemos sino el pecado? ¿Qué tenemos sino la mayor miseria?
6
Adiós, mi querida amiga, estoy impaciente por verte y poder reiterarte mi entrañable afecto.
Adela
7
Hemos tenido tan mal tiempo este mes que es preciso esperar que en noviembre hará bueno.
165. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela está en Saint-Avit con la señora Belloc; espera hacer conquistas para la Congregación de las
jóvenes y de las Damas del Retiro.
+ J.M.J.T.
Saint-Avit, 27 de Octubre de 1812
¡Dios mío, los santos nos están esperando, apresurémonos!
2
¡Qué contenta estoy, querida amiga! He venido a pasar unos días con la querida señora Belloc.
¡Es el colmo de la alegría...!
3
Hay aquí almas selectas, voy a hacer algunas conquistas para nosotras y para las Damas. Espero
pasar aquí Todos los Santos. Tendré que confesarme; no sé todavía a quién acudiré.
4
Estoy avergonzada, querida amiga, al verme entre tales almas: ¡cuántos ejemplos! ¡Gran Dios,
qué culpable voy a ser, si no me hago mejor, y si me quedo siempre con esta tibieza que acompaña todas
mis obras!
5
Marchemos, querida Águeda, los santos, nuestros hermanos mayores, nos están esperando:
apresurémonos a reunirnos con ellos. Y para lograrlo, imitemos sus virtudes, hagámonos violencia;
crucifiquemos la naturaleza. Y ¡viva Jesús!
6
En Él, te abrazo siempre.
Adela
7
No te olvides del "querido proyecto" de Trenquelléon.
8
La señora Belloc te envía un abrazo.
9
Reza por mi pobre papá que sigue siempre en un estado muy débil.
166. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela volvió a Trenquelléon el 4 de Noviembre. Poco después, le llegaron noticias muy poco
tranquilizadoras sobre la salud del señor Belloc.
+ J.M.J.T.
11 de Noviembre de 1812
¡Dios mío, hágase tu voluntad!
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2
No me atrevo a escribir a nuestra pobre amiga, querida Águeda, y es a ti a quien lo hago, para
manifestarte mi inquietud con respecto al estado del querido señor Belloc. Pero ¡qué edificantes son los
detalles religiosos que nos da su digna mujer! Sí; sólo la religión puede consolar en ciertas circunstancias;
sólo ella puede llevar algún consuelo a los corazones afligidos. Lo experimentamos cada día: es el único
recurso de los que están desconsolados.
4
Abraza de mi parte a la querida Dicherette. Dile que no le escribo por discreción; siento que todo
puede resultarle penoso en ciertos momentos.
5
Te envío una carta para Amelia (de Rissan).
6
Me olvidé de traer de la Iglesia los libros de la señora Belloc. Te los enviaré en la primera
ocasión.
7
Adiós, querida amiga, te abrazo de todo corazón.
Adela
167. A la señorita Águeda Diché - AGEN
El señor Belloc murió el 14 de noviembre, víctima de su abnegación en la atención a los enfermos,
durante una epidemia.
+ J.M.J.T.
19 de Noviembre de 1812
¡Dios mío, me someto a tu santa voluntad!
2
Conozco demasiado, querida Águeda, tu cariño a la señora Belloc y a su digno esposo, para
darme cuenta de lo que te ha debido afectar la pérdida de este último. ¡Vaya golpe, gran Dios! Tus
designios son impenetrables, pero siempre adorables.
3
Ahora ya no pensemos más que en resignarnos a la voluntad de Dios, en unir este penoso cáliz al
de Jesucristo, en ofrecer este sacrificio junto con el que nuestra Madre, la Santísima Virgen, ofrecía el de
su querido Hijo. No nos abandonemos, como los paganos, a una tristeza desmedida; que la esperanza de
la felicidad, de la cual está gozando tu querido difunto, te consuele. Te aseguro que él ya no quiere volver
a este bajo mundo, ahora que se ha dado cuenta del vacío y de la nada que es.
4
Ánimo, querida amiga, preparémonos también nosotras a recorrer nuestra ruta, porque la
recorreremos tarde o temprano. No apreciemos este mundo que pasa tan deprisa y que nos hace falta dejar
en el momento en que menos lo pensemos. Ricos o pobres, desgraciados o dichosos, todos somos iguales
en la hora de la muerte.
5
Quisiera, querida Águeda, que, cuando estés un poco más serena, me dieras los detalles
edificantes de este pobre difunto y de su querida esposa.
6
Adiós, querida amiga, en espíritu estoy totalmente contigo en Agen. ¡Que Dios os consuele a
todos!
Adela
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168. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Muramos a nosotras mismas y a todos nuestros defectos...". Adela exhorta al desprendimiento y a la
vigilancia.
+ J.M.J.T.
26 de Noviembre de 1812
¡Rompe, Dios mío, en mí, las cadenas del respeto humano!
2
No tengo más que un momento, querida Águeda; vamos a ir a comer. ¿Qué te voy a decir? Que
todo lo que estamos viendo debe desprendernos de este mundo y hacernos pensar más seriamente en
nuestra salvación, y en lograrla al precio que sea.
3
Muramos a nosotras mismas, a todos nuestros defectos; unámonos al Señor con mayor fidelidad
que en el pasado; tengamos siempre nuestras lámparas bien abastecidas para estar dispuestas a seguir al
Esposo: pues no da a todos el mismo tiempo para prepararse.
4
Adiós, te abrazo en Jesucristo
Adela
169. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Se ha decidido hacer una visita a Agen para dar el pésame. La fiesta de la Inmaculada Concepción
inspira algunas reflexiones a Adela.
+ J.M.J.T.
2 de Diciembre de 1812
¡Ven, Señor, haznos ver los efectos de tu misericordia!
2
Espero, queridísima Águeda, que sea la última carta que te escribo antes de tener la satisfacción
de vernos y de decirnos de viva voz lo sólida que es nuestra amistad.
3
Preparémonos, querida amiga, lo mejor posible, a celebrar la gran fiesta de nuestra Asociación
"la Inmaculada Concepción". ¿Qué mejor celebración para esta fiesta que una total pureza de corazón, de
cuerpo y de espíritu? Lavemos bien pues nuestras almas en las aguas saludables de la penitencia; tratemos
de tener en nuestros corazones una contrición perfecta; pidámosela sobre todo a Aquél que puede
concedérnosla, y ganemos con todo fervor la indulgencia plenaria que la Iglesia quiere concedernos ese
gran día. Si tuviéramos la felicidad de ganarla totalmente, nuestra alma estaría blanca como la de un niño.
4
¡Qué hermosa y consoladora es nuestra religión! Compadezcamos a los que tienen la desgracia
de no conocerla o de no practicarla. Agradezcamos sin cesar al Señor esta inestimable gracia de habernos
hecho nacer en ella y de habernos concedido tantos medios para practicarla. Por eso, seremos juzgadas
mucho más rigurosamente que el común (de los cristianos)
5
Estoy inquieta por Amelia (de Rissan); hace siglos que no tengo noticias de ella. ¿Sabes tú algo?
6
Que llegan mis escolares, te tengo que dejar. Pero no será, querida amiga, sin haberte reiterado
toda mi más sincera amistad en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
7
Tratemos de llegar a ser mejores en este adviento que tantas almas van a vivir tan santamente.
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170. A la señorita Águeda Diché - AGEN
El año nuevo es para Adela la ocasión de renovar su resolución de desprendimiento.
+ J.M.J.T.
30 de Diciembre de 1812
¡Revisaré mis años en la amargura de mi corazón, al ver el mal uso que hice de ellos!
2
Permíteme, mi muy querida amiga, que te exprese los más entrañables deseos que formulo para ti
en este paso a un nuevo año. Que sea, querida amiga, un año santo, un año lleno, un año fructuoso para el
cielo, en el que podamos recoger una abundante cosecha de buenas obras.
3
Circuncidemos y cercenemos de nuestros corazones el amor propio, que es la primera causa de
todas nuestras caídas. ¡Si lográramos de una vez ser humildes, muy pequeñas y bajas ante nuestros
propios ojos, dejarnos pisotear...! Pero, ¡ay, qué diferentes somos! Este miserable amor propio echa a
perder todo, envenena todo. Es un veneno mortal que se infiltra en nuestras acciones más santas.
4
Llegar a extirparlo es tarea de toda una vida: esforcémonos en ello sin descanso, y volvamos a
empezar siempre con renovado empuje. El cielo, la eternidad bienaventurada, merecen lograrse a ese
precio. En la hora de la muerte, estaremos muy contentas de no haber seguido nuestras perniciosas
inclinaciones y lamentaremos no haber hecho mucho más por el Esposo divino de nuestras almas.
5
Pensemos, querida amiga, que este año va a ser el último de nuestra vida. Esto nos ayudará a
practicar el desprendimiento de este mundo, que propongo como virtud del año a toda nuestra
Asociación.
6
El año pasado, el pobre señor Belloc no pensaba que sería el último primero de año que veía en la
tierra. Lo mismo puede sucedernos. Mantengámonos así, siempre preparadas, porque no sabemos ni el
día ni la hora. Y el Hijo del Hombre vendrá como un ladrón, en el momento en que menos lo pensemos.
Tengamos pues siempre nuestras lámparas bien abastecidas para seguir al Esposo divino en el mismo
momento en que llame a la puerta.
7
Mamá te pide, querida amiga, que, si por casualidad no se ha vendido todavía el vestido en la
tienda del judío, tengas la bondad de comprarlo y enviárnoslo3. Si ya se ha vendido, no queremos otra.
Perdón por la molestia.
8
Adiós, querida Águeda, te abrazo y te quiero muy entrañablemente en la gruta de Belén.
Adela
9
Mira si encuentras en un tendero de ropa usada una vieja camiseta de lana y cuánto costaría para
una joven de mi talla. Perdón por tanta molestia.
3
Una gran miseria hizo estragos en el país durante los años 1811-1812. Adela y su madre
multiplicaban sus esfuerzos para proveer a los más desheredados de víveres y vestidos (H. Rousseau,
o. c., Cap. XIII, p. 219 a 223)
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171. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Vayamos a llevar a Jesús nuestros regalos con los Magos...". La fiesta de la Epifanía evoca
naturalmente en Adela el recuerdo del Niño-Dios y la llamada que dirigió a los gentiles en la persona
de los magos.
+ J.M.J.T.
5 de Enero de 1813
¡Dios mío, te consagro este año, para reparar las faltas de los anteriores!
2
Volvamos al Nacimiento, mi queridísima amiga; vayamos a llevar a Jesús nuestros regalos con
los magos. Vayamos a ofrecerle de nuevo nuestros corazones fervorosos, ardientes y mortificados,
representados por el incienso, el oro y la mirra. Que esta fiesta nos llene de una santa alegría, porque es el
día en que los Gentiles, cuyos descendientes somos, fueron llamados al seno de la Iglesia.
3
Expresemos a Dios nuestra gratitud por habernos escogido, entre tantos otros que no han tenido
la misma dicha, para hacernos nacer en la verdadera Iglesia, fuera de la cual no hay salvación.
4
¡Qué agradecimiento tiene derecho a esperar de nosotras! ¡Y qué correspondencia no exige
gracia tan grande! Querida amiga, sigamos las normas y el espíritu de la santa religión que tenemos la
inmensa felicidad de profesar. No nos contentemos de ser cristianas de nombre, seámoslo de verdad.
5
¿Qué enseña la religión? Bienaventurados los que lloran...¡Ay de vosotros, los ricos...! Amad a
vuestros enemigos, haced el bien a los que os persiguen... Odiad vuestra propia vida, tomad vuestra
cruz...Renunciaos a vosotros mismos...
6
He ahí una serie de máximas muy opuestas a la naturaleza, pero que, sin embargo, forjan al
verdadero cristiano. Es preciso echar el Evangelio al fuego o creer y practicar esta sublime moral. Ya ese
carácter sublime muestra su origen divino, pues, nunca hombre alguno hubiera podido inventar cosas tan
contrarias a la naturaleza. Querida amiga, un verdadero cristiano es un héroe más digno de admiración
que todos los más grandes conquistadores.
7
Pero, ¡qué lejos estamos de esa virtud, a la cual, sin embargo, hemos sido llamadas por nuestro
bautismo! Vayamos a pedir la fortaleza a los pies del pesebre del divino Jesús, por la intercesión de los
santos magos que superaron todos los obstáculos que les impedían venir a adorar al nuevo Mesías.
8
Adiós, queridísima Águeda, te abrazo y te quiero mucho en nuestro amable Jesús.
Adela
172. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Puesto que debemos ser pequeños apóstoles...". Adela preconiza el apostolado del ejemplo.
+ J.M.J.T.
21 de Enero de 1813
¡Qué bueno eres, Dios mío, con todos los que te sirven!
2
hoy.
Tengo poco tiempo para hablar contigo, queridísima amiga; ésta es la tercera carta que escribo
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3
Reavivemos más y más nuestro fervor puesto que debemos ser pequeños apóstoles, pero
comencemos por nosotras sobre todo: el ejemplo es el mejor predicador.
4
Seamos de una gran mansedumbre y caridad con nuestro prójimo; hagámonos todo a todos para
ganar a todos a Jesucristo. La idea y la esperanza de ganar un alma es muy apropiada para estimularnos a
vencer nuestro humor y nuestro carácter y para doblegarlos. Nuestro prójimo y nosotras nos
encontraremos mejor.
5
Seamos moderadas pues, querida amiga; sólo por la violencia consigo misma se arrebata el cielo
: merece bien la pena lograrlo. Amemos a Dios y nada ya nos costará; el amor vuelve todo fácil.
6
He leído con gusto la carta de Elisa. Escríbela de vez en cuando y cuéntale todos los detalles de
nuestros pequeños asuntos. Es preciso conservarla. Invítala, si puede, a entregarse a obras de apostolado.
Vive en el campo, ¿podrá serle fácil? Coméntale que nuestra Asociación debe dedicarse a la mayor gloria
de Dios y tiene por divisa: amar a Dios y hacerlo amar; odiar el pecado y hacerlo odiar.
7
Adiós, querida amiga, te abrazo y te quiero en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
173. A la señorita Águeda Diché - AGEN
La Purificación de María nos invita a "sacrificar al Señor al primogénito de nuestro corazón, es decir,
a nuestra pasión dominante".
+ J.M.J.T.
27 de Enero de 1813
¡Desde este momento, Dios mío, me doy toda a Ti!
2
Estamos muy atareadas, querida amiga, esta semana con un ornamento que estamos haciendo.
Por eso, no puedo conversar con mis queridas amigas más que brevemente, aunque mi corazón esté
siempre unido a ellas en espíritu y afecto.
3
Vamos a celebrar el martes la fiesta de la Purificación. Preparemos nuestros corazones a albergar
ese día al divino Jesús, y a ofrecernos con todo lo que tenemos y con todo lo que somos. Sacrifiquemos al
Señor al primogénito de nuestro corazón; quiero decir nuestra pasión dominante, ese amor propio tan
vivo en nosotras y que constituye tan gran obstáculo para nuestra salvación.
4
Aceptemos con María, en espíritu de sumisión, la espada de las aflicciones que penetra en nuestra
alma. Unamos nuestras penas a las de esta Virgen Santísima que se puede llamar con toda realidad la
Madre de los afligidos, pues ¿quién lo ha sido más que Ella?
5
Digamos después de la sagrada comunión, con todo el fervor posible, el "Nunc dimittis", en
unión con el venerable Simeón. Estrechemos con él a nuestro Jesús en nuestro corazón, porque lo
poseeremos tan verdadera y tan realmente como él. Reanimemos, a su ejemplo, nuestra fe y nuestro amor
al divino Salvador, y tomemos la firme resolución de servirle mejor que nunca.
6
Adiós, mi queridísima Águeda, te abrazo y te quiero mucho en Jesucristo.
Adela
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174. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Después de unas consideraciones sobre la brevedad de la vida y la incertidumbre de la muerte, Adela
expresa a su amiga el consuelo que le ha dado su respuesta y la invita a cultivar la nueva gracia
recibida.
+ J.M.J.T.
1 de Febrero de 1813
¡Dios mío, hazme presentes la brevedad de mi vida y la incertidumbre de mi muerte!
2
Querida amiga, ¡qué gran verdad es esta frase, y los ejemplos diarios que tenemos de ello,
todavía nos convencen más!
3
Tengamos siempre presente en nuestro espíritu la brevedad de esta vida. Esto nos servirá para
desprendernos más de ella y también para llevar adelante todas las cosas penosas que Dios pueda exigir
de nosotras. ¿Valdría la pena andar escatimando esfuerzos y perder la felicidad eterna? ¿Qué puede
importarnos pasar esta vida tan breve en medio de delicias o en medio de mortificaciones? Va a acabar
muy pronto dando paso a una eternidad.
4
Querida amiga, no más mundo para nosotras. ¡Lo hemos dicho tantas veces y sin resultado! Pero
hoy, que sea desde lo más profundo del corazón y una resolución muy entera, desconfiando de nuestra
flaqueza y no esperando más que en la gracia de Dios que, sólo ella, puede darnos la fortaleza.
5
Querida amiga, ¡qué a menudo estamos haciendo la experiencia de lo que somos! ¿Cómo
podríamos contar con nuestras solas fuerzas? Últimamente todavía he tenido la triste prueba. ¡Dios mío!
¿Cómo me puedes colmar de gracias, a pesar de mis grandes e innumerables infidelidades? ¿Qué
deberíamos haber llegado a ser, querida Águeda, después de las gracias que hemos recibido? Y ¿qué
somos?...
6
Veo con gran consuelo, mi querida amiga, que Dios te está inspirando buenos sentimientos para
servirle mejor que nunca. Cultiva esa nueva gracia, hazla valer con una santa correspondencia, y te
merecerá muchas otras, como la negociación de los diez talentos valió el gobierno de diez ciudades al
servidor fiel.
7
Adiós, queridísima amiga, ¡por qué no estaré en medio de vosotras para reanimarme un poco! Te
abrazo con toda mi alma en Jesucristo Nuestro Señor.
Adela
175. A la señorita Águeda Diché - AGEN
En las dos cartas siguientes, los festejos mundanos del martes de carnaval inspiran a Adela
pensamientos de reparación y de fervor apostólico.
+ J.M.J.T.
16 de Febrero de 1813
¡Oh soberano Bien, te amo sobre todos los bienes!
2
Me sustraigo un instante, mi queridísima amiga, a mis pequeñas ocupaciones, para venir a
conversar contigo.
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3
Fijémonos, mi buena amiga, en este desdichado tiempo, los excesos que se cometen. Tratemos,
por medio de un fervor renovado y por una huida más intensa del pecado, de desagraviar a nuestro
amable Señor de los ultrajes que se le hacen. Mortifiquémonos, hagamos penitencia; preparémonos así a
la gran penitencia de la cuaresma.
4
Sí, querida amiga, tenemos gran necesidad de penitencia. Aunque no hubiéramos cometido más
que un solo pecado mortal, deberíamos estar llorando toda nuestra vida por haber dado la muerte a
nuestro Dios que dio su vida por nosotras. Si Dios no hubiera tenido una gran misericordia con nosotras,
estaríamos quemándonos en el infierno desde hace varios años. Por muy grande penitencia que
pudiéramos hacer, ¿se podría comparar con la que hemos merecido tan a menudo?
5
Pensemos en esto, cuando sintamos una gran repugnancia para vencernos o para mortificarnos.
6
Me alegra mucho que escribas a la querida Elisa. Invítala a buscar gente para nosotras, si
encuentra ocasión.
7
Propaguemos la familia de la purísima María. Reunamos el mayor número posible de jóvenes
corazones bajo su protección y para gloria de nuestro divino Señor.
8
Adiós, queridísima Águeda, no olvides ante Dios a la que tan gran necesidad tiene y te asegura su
eterna amistad.
Adela
176. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Desagraviemos a Dios con un fervor renovado...
+ J.M.J.T.
23 de Febrero de 1813
¡Oh mundo, renuncio a ti, para no amar ya más que a Jesús!
2
Pienso que habrás visto, mi queridísima amiga, a nuestra querida Alejandrina Duffau cuando
recibas mi carta. Es una amiga muy fervorosa, que querrás mucho, en cuanto la conozcas. Es un poco
tímida; intenta que se sienta a gusto.
3
Reparemos, querida amiga, en estos días desdichados, los ultrajes que recibe nuestro Dios.
Desagraviémosle con un fervor renovado: seamos más generosas en su servicio, más atentas en nuestras
oraciones, más vigilantes para evitar el pecado. En fin, querida amiga, imitemos a tantas almas buenas
que van a hacer tantas obras buenas. Las carmelitas se disciplinan estos tres días. ¡Qué diferencia entre el
espíritu del mundo y el espíritu cristiano!
4
Humillémonos, querida amiga, por hacer tan poco por Dios, nosotras que somos tan culpables y
que le hemos ofendido tanto. Una vida cristiana es una vida crucificada, una vida mortificada, no lo
olvidemos nunca. Convenzámonos de que, si no amamos la cruz, tenemos que renunciar a la fe.
5
Aquí llega mi escuelita. Te tengo que dejar. Pide a Dios por los alumnos y la maestra. ¡Que Dios
nos dé a todos su santo amor y nos haga dignos de poseerlo un día en el cielo! Pero hace falta ganarlo, ese
cielo, y sólo lo lograremos con una continua violencia con nosotras mismas.
6
Te abrazo en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
162
7
Te ruego, querida Águeda, que me compres un chal de seda y algodón de un color resistente, a tu
gusto, de seis cuartos, en una tienda que los vende a 11 francos, según me ha dicho mamá. Perdona la
molestia.
177. A la señorita Águeda Diché - AGEN
El miércoles de ceniza, Adela empieza el tiempo de cuaresma con una nueva resolución de mortificarse
para ser toda de Dios.
+ J.M.J.T.
3 de Marzo de 1813
¡Acuérdate, hombre, de que eres polvo y de que en polvo te convertirás!
2
No olvidemos nunca, querida amiga, que este miserable cuerpo no es más que polvo y que se
convertirá en polvo. ¿Vale la pena que perdamos nuestra alma inmortal por procurar una satisfacción a
este cuerpo, y por no hacerle sufrir la menor violencia?
3
Reduzcámosle a servidumbre, tratémosle como un esclavo rebelde. Seamos muy mortificadas
esta cuaresma y no solamente por el ayuno corporal, sino todavía más por el ayuno espiritual. Que
nuestra mente, nuestra lengua, nuestras pasiones ayunen.
4
Sirvamos y amemos a Dios más que nunca. Seamos suyas sin división y sin retorno.
Preparémonos a ser criaturas completamente nuevas el gran día de su resurrección. En la espera,
dispongámonos a ello, mucho mejor de lo que lo hemos hecho hasta ahora.
5
Esta semana, he cometido mil pecados a pesar de las promesas que había hecho el domingo en la
sagrada comunión. Desgraciadamente, este adorable Jesús, en sus frecuentes visitas, nos encuentra
siempre las mismas. Cambiemos de una vez para siempre y no aflijamos más su corazón adorable.
6
La pobre Eufrosina (Gabel) va a morir. Está siendo edificante para nuestras amigas de allí
(Lompian). ¡Digna joven! ¡Que sea feliz, pero yo la echo de menos!
7
Adiós, mi querida amiga, imitemos los buenos modelos que tenemos ante nuestra vista, y que
Dios ha unido a nosotras a fin de estimularnos a seguirlos. Miremos al cielo y despreciemos esta tierra de
exilio.
8
Te abrazo en los sagrados Corazones de Jesús, María y José.
Adela
178. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"No cesemos de pedir la ayuda del Señor". Adela comenta la jaculatoria de la semana que le inspira la
convicción de nuestra impotencia y de la omnipotencia de la gracia.
+ J.M.J.T.
8 de Marzo de 1813
¡Sálvame, Señor, que sin Ti perezco!
2
Hemos hecho muy a menudo la experiencia, mi querida amiga, de que, sin la ayuda del Señor,
perecemos. Convencidas pues de nuestra impotencia, no cesemos de pedir esa poderosa ayuda con la que
163
todo lo podemos. El Señor se ha comprometido a no rehusárnosla.
3
Mi buena amiga, tengo un ejemplo ante mis ojos, que me hace temblar. Una joven, el fervor
mismo, y ha caído en la relajación. Pero, sin embargo, está empezando a volver. Yo que la conozco, no
puedo dar crédito a mis ojos. Realicemos pues nuestra salvación con temor y temblor, pero también con
total confianza en Jesús que se muestra tan generoso de gracias con nosotras y que nos ha privilegiado
con tanto amor.
4
Mi querida Águeda, correspondamos a tantos beneficios. Seamos muy fervorosas para el divino
Salvador de nuestras almas, despreciemos un mundo que pasa tan deprisa, no apeguemos a él nuestro
corazón ni nuestras esperanzas, y amemos más que nunca a nuestro divino Señor a imitación de tantas
amigas que corren tan deprisa por el camino de la salvación.
5
Supongo que has escrito a la querida Elisa. Me parece muy bien que esté en correspondencia
contigo.
6
No formemos, entre todas, más que un solo corazón y una sola alma que sea únicamente de Dios,
a ejemplo de los primeros cristianos.
7
Adiós, mi querida Águeda, te cito en el desierto en compañía de nuestro divino Salvador.
Adela
179. A la señorita Águeda Diché - AGEN
¿Somos más fervorosas?
+ J.M.J.T.
16 de Marzo de 1813
¡Dios mío, cuándo te poseeré para no perderte más!
2
Estamos avanzando en la santa cuarentena, mi queridísima amiga, ¿somos más fervorosas, más
mortificadas? Mucho me temo, al menos en lo que a mí toca, que esta cuaresma me deje, como todas las
demás, con unas resoluciones estériles.
3
Avanzamos todos los días hacia la eternidad: muy pronto, habremos transcurrido ya la tercera
parte de nuestra juventud. ¿Qué nos va a quedar? ¡Cuánto pesar de haberla empleado tan mal! No
esperemos a la vejez, esa triste estación. Demos al Señor las primicias de nuestra edad floreciente.
Estemos totalmente consagradas a la gloria de Dios y llenas de santas iniciativas para procurarla.
4
Pero sobre todo, glorifiquemos al Señor en nosotras mismas mediante una entera sumisión a su
voluntad adorable, soportando con resignación y confianza las diversas aflicciones que le plazca a su
Providencia enviarnos y que deben embellecer nuestra corona, si las aprovechamos como él espera.
5
Querida amiga, carguemos con nuestra cruz en nuestros hombros, por pesada que pueda
parecernos. El Señor la suavizará con la unción de su gracia; nos ayudará a llevarla. Será la escala
preciosa que nos hará conquistar el cielo.
6
¡Dios mío, lo reconocemos, tú nos castigas siempre como Padre entrañable y lleno de ternura por
tus hijos culpables! Hemos merecido mil veces el infierno, y tú te contentas con algunas aflicciones
pasajeras. ¿Y nosotras no las vamos a soportar con paciencia? Es verdad que nuestra naturaleza se
subleva, pero dominémosla; que expire bajo la gracia de Jesucristo.
164
7
Reza mucho por mi pobre papá, que está en un estado verdaderamente lastimoso.
8
Adiós, querida Águeda, no dudes un instante de mi entrañable amistad en Nuestro Señor
Jesucristo.
Adela
***********
En 1811, el señor de Trenquelléon, que había gozado siempre de excelente salud, había llegado
enfermo a París, adonde iba a ver a su hijo - carta de Adela a Águeda Diché, el 14 de Octubre de 1811
-. De vuelta en Trenquelléon, se fue quedando poco a poco inmovilizado por una parálisis lenta y sin
esperanza de mejoría. A partir del año siguiente - carta del 27 de octubre de 1812 -, la parálisis fue
atacando a sus miembros sin disminuir sus facultades mentales. Mientras que la señora de
Trenquelléon remplazaba al enfermo a la cabeza de su hacienda, Adela se convertía en su enfermera. El
barón no quería más cuidados que los que le prodigaba su hija.
***********
180. A la señorita Águeda Diché - AGEN
+ J.M.J.T.
29 de Marzo de 1813
¡Dios mío, no despreciarás un corazón contrito y humillado!
2
Tengo gran necesidad de que no lo desprecie, querida amiga, porque soy muy miserable, y sin su
gran misericordia, estoy perdida.
3
¡Dulce Jesús, después de tantas gracias recibidas de tu infinita bondad, cómo he podido serte tan
infiel! No, se acabó, quiero ser tuya por siempre.
4
Un solo pecado mortal debería hacernos llorar eternamente, y ¡cuántos no hemos cometido!
Gritemos pues: "¡Dios mío, no despreciarás un corazón contrito y humillado!" Pero esforcémonos por
formar en nosotras ese corazón, por medio de una idea muy viva de la malicia del pecado, de lo que nos
hace perder y de lo que nos hace merecer. Pero sobre todo, como la contrición es un don de Dios,
pidámosla con fervor al Autor de todas las gracias, y que sea acompañada de una firme resolución de
corregirnos, cueste lo que cueste.
5
San Francisco de Sales, que era de un natural vivo e impulsivo, llegó a ser el más manso de los
hombres. Ahí lo tenemos para reanimar nuestra confianza. ¡Pongámonos a ello, por completo! Ya están
encima las grandes fiestas que se aproximan, ¿no se va a notar algún cambio en nosotras?
6
Adiós, querida amiga, te dejo para ir a misa.
7
Te abrazo en nuestro Jesús.
Adela
165
181. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela desea a su amiga volver a nacer a una vida nueva, la de nuestro divino Redentor..."cueste lo que
nos cueste"...
+ J.M.J.T.
21 de Abril de 1813
¡Que yo viva de tu vida, divino Redentor mío!
2
Volvamos a nacer a una nueva vida en este santo tiempo, mi queridísima amiga. Vivamos de la
vida de nuestro divino Redentor; que se pueda reconocer su espíritu en nosotras, y sus criterios y sus
acciones.
3
Por desgracia he vuelto a caer en mis hábitos de siempre después de la gran fiesta. ¡Cuántos
motivos tengo para pensar que mi resurrección no ha sido perfecta!
4
Jesús resucitado ya no muere más y debe ser el modelo de nuestra resurrección. Su cuerpo se
transformó en cuerpo ágil, sutil, impasible. De la misma manera, nuestra alma debe ser insensible a los
atractivos del mundo, dispuesta para seguir la voluntad de Dios y liberada de los sentidos y de las
criaturas.
5
Seamos de Dios para siempre, sin reservas y sin retorno. ¡Por tantos motivos se lo debemos!
Somos hijas privilegiadas de su gracia; siempre ha mostrado con nosotras un amor preferencial.
Devolvámosle amor por amor, si no podemos devolverle vida por vida.
6
Que el mundo ya no sea nada para nosotras. Amemos a Dios sobre todas las cosas, y todas las
cosas en El y en relación con El. Que este adorable esposo de nuestras almas colme todos nuestros
deseos, todos nuestros afectos.
7
Pide a Dios, querida amiga, que yo logre apaciguar mis impulsos, que me hacen cometer tantas
faltas, y que, a mi parecer, están aumentando cada día. Trabajemos a porfía por moderarlos, cueste lo que
nos cueste. A ejemplo de san Francisco de Sales, firmemos un pacto con nuestra lengua, a fin de que no
hable cuando nuestro corazón se sienta alterado; y seamos fieles a él.
8
Adiós, queridísima amiga, te abrazo y soy toda tuya en Nuestro Señor.
Adela
182. A la señorita Águeda Diché - AGEN
+ J.M.J.T.
27 de Abril de 1813
¡Dios mío, dame esa paz que el mundo no puede dar!
2
Sí, querida amiga, sólo en el servicio de nuestro buenísimo Señor, encontraremos esa paz tan
deseable, que es uno de los mayores bienes de esta vida. No se la puede encontrar en medio de los
mayores placeres del mundo, mientras que se la encuentra en las mayores aflicciones.
3
Esta paz brota en un corazón puro, liberado y resignado. Esforcémonos, con la ayuda de la
gracia, en lograrlo, y poseeremos esa paz deliciosa, que, según el apóstol, sobrepasa todo sentimiento.
166
4
Esforcémonos en corregirnos más y más. Te lanzo, de ahora a Pentecostés, el piadoso reto de
moderar nuestro carácter. ¡Qué dicha, si esta ligera victoria nos mereciera recibir la efusión del Espíritu
Santo! ¡Qué abundancia de gracias nos daría para seguir venciéndonos más perfectamente después!
5
Nuestro Dios no se deja vencer nunca en generosidad: la menor cosa que hagamos por Él, nos la
pagará con el céntuplo. ¡Señor bueno! ¡Qué dulce es servirle! Apliquémonos a ello cada día más, y
agradezcamos al Señor por habernos llamado de una manera tan gratuita. Deploremos de haberle correspondido tan mal hasta ahora.
6
Cuando escribas a Elisa, dale la noticia de la muerte de la pobre Eufrosina. Comunícaselo al P.
Malroux para que se acuerde de ella en el altar.
7
Adiós, mi queridísima Águeda, te doy cita el sábado a mediodía, en la Iglesia de Feugarolles,
para adorar en ella a Jesucristo abandonado y solo. Te abrazo en El, con todo mi corazón.
Adela
183. A la señorita Águeda Diché - AGEN
El evangelio del Buen Pastor sugiere a Adela santas reflexiones sobre la comunión que acaba de
recibir.
+ J.M.J.T.
3 de Mayo de 1813
¡Condúceme hacia tus pastos celestiales, divino Pastor mío!
2
Me condujo ayer, querida amiga, a sus pastos celestiales. Tuve la felicidad de comer esa carne
celestial. Hubiera debido cambiarme en una criatura nueva y, ¡ay!, soy la misma de siempre. ¿Hasta
cuándo causaremos al Salvador el dolor de ver cuán inútiles son esos viajes? Dios mío, haz que yo
aprecie, todo lo que debo, la inmensa gracia que es poseerte realmente y en persona, y participar de la
felicidad de la Santísima Virgen.
3
Amemos a Dios tanto como lo exige un amor tan grande de su parte. Vivamos de la vida de Dios,
ya que vivimos de la carne de un Dios. ¡Qué desorden sería recibir tan a menudo este delicioso alimento y
no llevar una vida más cristiana que aquellos que lo reciben raras veces!
4
Que una comunión nos prepare para la siguiente. Tengamos siempre nuestro corazón vuelto
hacia este sacramento celestial; que sea todas nuestras delicias, todos nuestros deseos. Este santo
sacramento debe ser nuestro paraíso en la tierra, porque en él poseemos, bajo este velo, esa misma
divinidad que poseeremos sin velo en el cielo.
5
Adiós, mi muy querida amiga, te abrazo y te quiero en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
184. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Que nuestro corazón no esté dividido para poder ser enteramente del Señor.
+ J.M.J.T.
11 de Mayo de 1813
¡Dios mío, llena mi corazón con una santa alegría!
167
2
Para tener, queridísima amiga, esa santa alegría que proviene de la paz de la conciencia, es
preciso no tener un corazón dividido, y ser enteramente del Señor con todo nuestro afecto. Porque esas
reservas que tenemos a menudo con El nos impiden experimentar la dulzura de su yugo, que no pueden
experimentar más que los que han renunciado completamente a todas las falsas alegrías de la tierra.
3
Querida amiga, ¿podríamos estar vacilantes? ¿Qué comparación puede haber entre la alegría del
servicio de Dios y la amarga alegría del servicio del mundo? Abandonémosle sin reservas ni retorno, este
mundo perverso. Los hijos de María deben despreciarlo y huir de él, a ejemplo de su santa Madre, que, a
pesar de que no tuviera nada que temer de su contagio, se separó siempre de corazón y de afecto. Y
nosotras, querida amiga, que la menor ocasión hace caer, que no somos de fiar más que cuando estamos
lejos de los peligros, ¿podríamos exponernos sin temor?
4
Las vírgenes cristianas, las esposas de Jesucristo, deben complacerse en la soledad. Sólo allí
pueden oír la voz del Amado y estar al abrigo de la voz seductora de las sirenas. ¡Qué feliz es nuestra
querida Eufrosina de haber sentido la nada y haber huido de ella! No cambiaría su suerte con ninguna de
las más dichosas mundanas.
5
A propósito: ¿le has comunicado su muerte a la señorita Elisa?
6
Adiós, mi buena y querida amiga, no dudes de mi entrañable afecto en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
185. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela se acusa de haberse "esforzado mal en nuestro reto",...pero, "no nos desanimemos".
+ J.M.J.T.
19 de Mayo de 1813
¡Oh hermosura siempre antigua y siempre nueva, qué tarde te he amado!
2
Preparémonos, queridísima amiga, a la gran fiesta de la Ascensión. Desprendamos nuestros
corazones de esta miserable tierra. Sigamos en espíritu a nuestro divino Salvador hasta el cielo, esperando
tener un día la felicidad de tomar posesión del lugar que allí nos va a preparar, por un puro efecto de su
misericordia.
3
Vayamos acompañándole con los discípulos a la montaña santa; veámosle subir al cielo;
supliquémosle que nos lance el manto de sus virtudes, como el profeta Elías lo hizo con Eliseo. Miremos
esta tierra de destierro con ojos de desprecio a la vista del cielo que debe ser nuestra morada eterna. No lo
perdamos, ese cielo. Al contrario, realicemos todos los esfuerzos necesarios para alcanzarlo. Que nada
nos cueste a la vista de una recompensa tan grande como la posesión de la felicidad del mismo Dios.
4
¿Cuándo nos veremos libres de los lazos de esta vida mortal, de este cuerpo de muerte y del
pecado que nos arrastra siempre hacia abajo?
5
¡Ay!, querida amiga, ¡qué mal me he esforzado en nuestro reto, no podrías creerlo! Pese a mis
resoluciones, no me he hecho ninguna violencia. No nos desanimemos. Nos quedan pocos días, pero son
muy adecuados para reavivar nuestra valentía, y para hacernos emprender de una vez este cruel combate.
6
Adiós, mi querida Águeda, no me olvides ante el Señor. La más pobre y la más débil de las
criaturas.
Adela
168
186. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela quisiera no abandonar el cenáculo para prepararse a la gran fiesta de Pentecostés... Escribe que
tiene mucha necesidad del Espíritu de fortaleza para desprenderse de la disipación de espíritu que le
procuran los preparativos del próximo matrimonio de su hermano Carlos con la señorita Adela de
Sevin.
+ J.M.J.T.
23 de Mayo de 1813
¡Dios mío, atráeme a Ti!
2
El Señor te ha visitado una vez más con su cruz, mi buenísima amiga. Pero, por esta vez, se ha
contentado - así lo espero - con el sacrificio de la voluntad. Esta nueva aflicción te habrá preparado
todavía mejor a las grandes fiestas que se avecinan. No abandonemos el cenáculo, queridísima amiga:
¡que en él estamos en muy agradable compañía!
3
Merezcamos toda la efusión de ese divino Espíritu. Que nos transforme en criaturas
completamente nuevas, enteramente crucificadas al mundo y viviendo sólo para Dios.
4
¡Qué necesidad tengo de ese Espíritu de fortaleza que me desprenda de todos los pensamientos
mundanos y de esta disipación de espíritu que me procura el momento en que nos vamos a encontrar. Mi
hermano se casa, querida amiga, y dentro de muy poco. Voy a necesitar mucho ir después a esa querida
peregrinación (a Lompian).
5
Tuve la satisfacción de ver, la semana pasada, a nuestro digno padre (el P. Larribeau), siempre
lleno de fervor y santidad. A su ejemplo, seamos de Dios sin división. No nos consideremos ya más del
mundo, mi queridísima Águeda. Usemos de él, como si no usáramos. Hagámonos un retiro en lo
profundo de nuestro corazón, a ejemplo de santa Catalina de Siena, y mantengámonos allí en continua
conversación con nuestro muy amado Señor.
6
Adiós, mi queridísima y buena amiga, te abrazo y te quiero con todo mi corazón en nuestro
celestial Esposo.
Adela
7
La señorita de Pomiès está por el país; sin duda, no tardaré en verla.
187. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Considerémonos muertas al mundo"... Adela se queja de nuevo a su amiga, de estar pasando muy mal
los diez días de retiro en el cenáculo. La petición de mano de su hermano había sido "fijada para la
semana siguiente a Pentecostés, que caía ese año el 6 de Junio". (H, Rousseau, o. c., Cap- XIV, p. 239240).
+ J.M.J.T.
2 de Junio de 1813
¡Ven, Espíritu Santo, enciende y llena de fuego mi corazón!
2
¡Ojalá venga a nosotras, mi queridísima amiga, ese divino Espíritu, y nos transforme en criaturas
nuevas en Jesucristo! Lo necesito muchísimo, porque te confieso que estoy pasando muy mal estos diez
días de pequeño retiro en el cenáculo. La boda de Carlos, con todas las ocupaciones que comporta, me
169
está causando una disipación que me distrae en todo.
3
Reza, querida amiga, para que el Espíritu Santo me dé ese espíritu de fortaleza, que tanto necesito
en esta circunstancia. Pero vamos a ver, ¿podrían el mundo y nuestro celestial Esposo estar igualados en
nuestro corazón? ¿Podría el mundo hacernos perder tantas gracias que Dios nos quiere conceder si somos
fieles?
4
Querida amiga, considerémonos muertas al mundo, crucificadas para el mundo y el mundo
crucificado para nosotras. La vida de una virgen cristiana debe estar escondida en Jesucristo. ¡Qué
hermoso ejemplo el de Virginia! Tratemos de imitarla; tú serías mi Águeda de Casa Santa; precisamente
sois cinco hermanas.
5
Adiós, mi buena Águeda, no te puedes imaginar las ocupaciones que estamos teniendo... Te dejo
pues y te dejo en la buena compañía del cenáculo.
Adela
188. A la señorita Águeda Diché - AGEN
¡Mi fragilidad llega a su colmo!...
+ J.M.J.T.
15 de Junio de 1813
¡Trinidad Santísima, te adoro!
2
Varios asuntillos, queridísima Águeda, me impiden dar satisfacción a mi deseo de conversar
mucho tiempo contigo; sólo te diré dos palabras.
3
¡Qué lejos estoy de haber adquirido méritos en la penosa prueba que acabamos de experimentar!
Al contrario, he cometido mil pecados que me hacen descubrir que mi fragilidad llega a su colmo. He
tenido también mi mente completamente distraída, incapaz de recogerse para la oración.
4
Que la santa semana que vamos a empezar sirva para reavivar nuestro fervor. Esforcémonos en
pasarla con todo nuestro espíritu en los sagrarios, para contemplar, amar, y sobre todo, para imitar a la
adorable persona de Jesucristo.
5
Tatan Saint-Julien te ruega que le envíes las telas de encaje a 15 francos y las de algodón a 12
francos.
6
Adiós, mi querida Águeda, te abrazo con toda mi alma en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
7
Te devuelvo la carta de Coures, ve con la señora Belloc lo que debo responder. Yo sola no puedo
comprometerme a hacerlo, porque no conozco a esas señoritas.
170
189. A la señorita Águeda Diché - AGEN
La salud del señor de Trenquelléon necesita una cura en las aguas de Barèges (Altos Pirineos). La
próxima partida de sus padres aumenta las ocupaciones de Adela, pero "es preciso saber dejar a Dios
por Dios...".
+ J.M.J.T.
24 de Junio de 1813
¡Bendito y alabado sea por siempre el Santísimo sacramento del altar!
2
Tengo poco tiempo para conversar contigo, querida Águeda, porque la próxima partida de mis
padres para las aguas me está dando mucho trabajo. Y además hoy, san Juan, voy a ir a misa.
3
¡Qué gran Santo, querida amiga! San Francisco de Sales le tenía una gran devoción. Descubría en
él una gran abnegación para realizar la obra de Jesucristo. Se priva de la compañía de Jesucristo, con
quien, como puedes suponerlo, tenía una gran alegría en vivir. Hermoso ejemplo para nosotras, saber
dejar a Dios por Dios, es decir, sacrificar nuestra propia inclinación y devoción, para someternos a los
designios del Señor y cumplir los deberes de nuestro estado.
4
Imitemos en algo las virtudes de este gran santo: su mortificación, su humildad, su alejamiento de
cualquier respeto humano.
5
¡Qué gran elogio le hacen, al decir que es el más grande de los nacidos de mujer! ¡Feliz quien así
ha sido alabado por la verdad eterna!
6
Querida amiga, no vacilemos más. Démonos de lleno al trabajo de conseguir las virtudes que nos
faltan completamente.
7
Adiós, mi buena amiga, ten la seguridad de mi constante y entrañable amistad en Nuestro Señor.
Adela
190. A la señorita Águeda Diché - AGEN
La salud del señor de Trenquelléon se agrava más y más.
+ J.M.J.T.
6 de Julio de 1813
¡Dios mío, me abandono completamente a tu voluntad!
2
Sólo puedo escribirte brevemente, queridísima amiga: tengo que copiar un extenso cuaderno del
P. Laumont, que me va a llevar varios días.
3
Me apena mucho el estado de nuestra pobre Amelia. Te confieso que temo por ella... Lo sentiría
por nosotras, pero no por ella, porque estoy convencida de que los que mueren en el Señor son muy
felices.
4
Tratemos de imitarla, querida amiga, en su paciencia, en su resignación, en su humildad. Nos está
dando grandes ejemplos.
171
5
¡Vamos, querida amiga!, desprendámonos todo lo posible de esta desdichada tierra de exilio;
vivamos en ella como si no viviéramos. Trabajemos sin cesar en conseguir esa corona de los
bienaventurados que únicamente se concede a los que vencen sus pasiones y sus defectos.
6
Apliquémonos a hacer mejor todas nuestras acciones, sobre todo nuestras oraciones, porque si
rezamos como es necesario, la oración nos atraerá una gran sobreabundancia de gracias. Mientras que
rezando mal, nuestras oraciones se convierten en una ocasión de condena y de nuevos pecados.
7
Adiós, mi querida Águeda, espero que podamos hacer nuestro pequeño viaje juntas; tratemos de
sacar de él los frutos que puede procurarnos.
8
Te abrazo en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
9
Papá ruega a tu padre, querida amiga, que, en cuanto crea que puede salir para Barèges, se lo
comunique lo antes posible. Es muy urgente para su salud que se agrava más y más.
10
Te enviaré el miércoles una libra de lana para que tengas la bondad de hacérmela hilar en seguida
para unas medias para tres personas. Mil excusas por tanta molestia.
11
La señora Pachan, que te envía mil saludos, me encarga que te pida que le entregues este
certificado a tu padre.
191. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Importancia de la comunión y de su preparación.
+ J.M.J.T.
21 de Julio de 1813
¡Quiero buscar tu gloria, Dios mío!
2
Hice esta mañana, querida amiga, la meditación sobre la sagrada comunión, para prepararme a ir
a comulgar el domingo, si se me juzga capaz de ello.
3
Querida amiga, estoy muy confusa al ver el poco provecho que saco de este delicioso alimento de
nuestras almas. ¡Qué indigna es mi conducta de una persona que tiene el honor de acercarse a menudo a
comer en la sagrada mesa de su Señor! No me enmiendo en nada.
4
¡Qué abuso estoy haciendo, querida amiga, de este temible sacramento! ¡De una vez, se ha
terminado, quiero trabajar con menos negligencia en mi santificación! Y hacerlo para no abusar ya más
de la participación de este pan celestial, tan indicado para hacernos progresar en la vida espiritual, si
llevamos santas disposiciones al ir a comulgar.
5
De una comunión a la otra, deberíamos haber hecho algún progreso en honor de Jesucristo que
distribuye sus gracias con tanta abundancia, cuando nuestra alma está bien preparada para aprovechar este
alimento celestial.
6
Las cosas santas son para los santos, no lo olvidemos y esforcémonos en lograr esa santidad, a fin
de hacernos más dignas de frecuentar más y más los divinos misterios.
7
No, no quiero desanimarme. Mi impotencia será el trono de la omnipotencia de Dios, y mi
172
miseria, la sede de su misericordia. Le agradará hacer resplandecer su fuerza en mi debilidad.
8
Adiós, mi querida Águeda, estoy impaciente por recibir el correo, para saber noticias tuyas. Te
abrazo en Nuestro Señor.
Adela
****************
En el curso del año 1813, el P. Chaminade creyó que podía delegar sus poderes para admitir
nuevos miembros en la Congregación. Con este fin, nombró al P. Pedro Laumont.
El P. Pedro Laumont, va a aparecer muchas veces, a partir de ahora, en la correspondencia de
Adela. Durante la Revolución, había sido condenado al destierro y había fijado su residencia en
Zaragoza. Sin duda, esta circunstancia le permitió conocer al P. Chaminade, cuando éste vivió allí
desde 1797 a 1800. Cuando se reorganizó el culto, el P. Laumont fue nombrado capellán encargado de
Santa Radegunda de Agen. El P. Chaminade lo agregó al P. Larribeau para que se ocuparan de las
diversas fracciones de la Congregación en la diócesis de Agen, porque la salud débil del párroco de
Lompian no le permitía desempeñar solo este cargo. El P. Laumont cumplió este ministerio con mucho
celo apostólico y se interesó profundamente en la fundación de las Hijas de María. En 1825, fue
nombrado director del seminario mayor de Agen. Poco después, se retiró a la casa-madre del Instituto
de Hijas de María y murió allí el 5 de Septiembre de 1827. (H. Rousseau, o.c., edición francesa, p. 725,
note 4).
******************
192. A la señorita Águeda Diché - AGEN
+ J.M.J.T.
25 de Julio de 1813
¡Señor, te ofrezco en sacrificio todo lo que soy!
Carta circular a nuestras amigas de Agen.
2
El Señor, mis queridísimas hermanas y amigas, quiere llenar nuestro querido rebaño con nuevas
bendiciones. Nuestro digno Padre Chaminade acaba de otorgar a nuestro venerado asociado el P.
Laumont sus poderes de recibir en la Congregación. Este, lleno de celo por la gloria de Dios y el culto de
nuestra incomparable Madre, quiere hacernos partícipes de la ayuda de estas nuevas gracias4.
3
Vendrá esta semana a Agen, acompañado de la responsable y os conferirá el sagrado, el dulce, el
amable nombre de María. Vais a alistaros de un modo más particular bajo el estandarte de nuestra augusta
Madre. Preparaos con todo el fervor posible a la gloriosa alianza que vais a contraer con Ella.
4
Procurad no perder la indulgencia plenaria que nuestro santo padre el papa concede a todos
aquellos que son recibidos en la Congregación, el día de su consagración, con tal de que, contritos y
humillados, se acerquen al sacramento de la penitencia y de la eucaristía.
5
¡Qué cualidades deben distinguir a las Hijas de María! Estar bajo la protección de la más casta de
las vírgenes es hacer profesión de combatir todos los vicios. No más mundo para nosotras, no más
atractivos de sus placeres vanos. Busquemos solamente una vida humilde, escondida y fervorosa.
4
Es probable que el P. Laumont inaugurara sus nuevas funciones por la responsable principal y la de
la fracción de la Concepción - Adela y la señora Belloc - en el castillo de Trenquelléon, después de la
partida de los padres para tomar las aguas en Barèges.
173
6
Preparémonos también a las cruces. Nuestra Madre nos dio a luz al pie de la de Cristo, su Hijo.
Las Hijas de María, traspasada por una espada de dolor, deben contar con el sufrimiento. Así llegaremos
a esa gloria inmortal a la que aspiramos.
7
Adiós, mis entrañables amigas, os deseo la paz del Señor y os abrazo con todo el corazón.
Adela
8
Comunica esta carta a Amelia para que se prepare. Procura, mi querida Águeda, que todas
nuestras amigas puedan ser recibidas y que nuestra pobre Amelia no se vea privada de ello. ¡Cuántas
gracias!... Es preciso haberse confesado.
9
P.S. - He recibido el algodón. Es precioso. Me piden que te encargue media libra más de algodón
de un bonito azul claro, al precio de 10 francos, si hay. Te enviaré el sábado todo el dinero junto.
10
No he recibido todavía ninguna noticia de nuestros queridos padres.
193. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Mientras que, en compañía de su señora, el barón de Trenquelléon tomaba sus baños en Barèges, Adela
estuvo al frente de la casa. Su amiga Águeda permaneció con ella, durante todo ese tiempo, y juntas
hicieron el viaje a Lompian (H. Rousseau, o.c., p. 241).
En la carta siguiente, Adela expresa a su amiga su pena de no tenerla con ella. La señora Belloc ha
remplazado a Águeda.
+ J.M.J.T.
3 de Septiembre de 1813
¡Perdóname, Dios mío, mis infidelidades tantas veces reiteradas!
2
Me sustraigo un instante a mis ocupaciones, queridísima Águeda, para solazarme un poco
contigo y expresarte mi pena de no tenerte ya aquí conmigo. Volvámonos a reunir a menudo, mi
entrañable amiga, cerca de nuestro buen Jesús, en las llagas de sus pies. Coloquémonos ahí humildemente
sin atrevernos a subir más, lloremos nuestros pecados, y esforcémonos por nuestro amor en obtener, a
ejemplo de Magdalena, el perdón.
3
¡Vamos, querida amiga, llenémonos de valor para combatir con un corazón grande y generoso
contra todos los enemigos de nuestra salvación! No hay que desanimarse: con la ayuda de Dios, haremos
al final algo bueno.
4
¡Cuánto deseo saber que estás tranquila y en paz, y que has sido admitida de nuevo al festín del
Esposo! No te olvides de escribírselo a tu respetable Ananías para consolarle, y además sus cartas te
vendrán muy bien.
5
La querida señora Belloc está en este momento en Feugarolles, adonde ha ido a tomar el pan de
los ángeles, y yo mientras tanto me afano como Marta, cuando María tiene la mejor parte que no le será
quitada.
6
Adiós, adiós, querida Águeda, la señora Belloc y yo te abrazamos con todo nuestro corazón en
Jesucristo.
Adela
174
7
Te envío un trozo de organdí que será suficiente para poder terminar el sobrepelliz del pequeño
Dubrana5. Dame noticias suyas.
8
Pídele a la señora Galibert que me envíe un paquete de lentejuelas de oro del nº 10 a 7 soles el
paquete.
194. A la señorita Águeda Diché - AGEN
En la carta del 8 de septiembre, dos temas merecen nuestra atención: la consagración de las asociadas
de Puch y la fiesta de la Natividad de María. "¡Ojalá volvamos a nacer con nuestra divina Madre!...".
+ J.M.J.T.
8 de Septiembre de 1813
¡Oh Amado mío, tú eres todo para mí y yo soy toda para Ti!
2
Hoy, querida Águeda, el Señor se ha dado todo a mí. ¡Qué favor! ¿Podré olvidarlo alguna vez y
pagar tantos beneficios con mi ingratitud? ¡Antes, Señor, antes morir que consentir en disgustarte!
3
Pero cuántas veces, querida amiga, me he hecho esta misma reflexión y soy siempre tan infiel
con un Dios que no cesa de ser tan generoso conmigo.
4
Hoy, estoy pensando mucho en nuestras buenas hermanas de Puch que hacen su consagración;
pero también pienso en mi querida Águeda, que se encuentra en un estado de privaciones, que estoy
sintiendo muchísimo, te lo aseguro. ¡Cuánto deseo, mi querida amiga, saber que tu alma está en paz y
completamente renovada!
5
¡Animo, querida amiga! ¡Que se arregle todo de una vez y que, después, estés totalmente
contenta contigo misma! Te lo suplico, escríbeselo luego al buen Padre; te lo pide, y quizás sea para algo
bueno.
6
Te diré que la querida Amada nos prometió venir mañana, pero en vista del tiempo tan malo que
está haciendo, mucho nos tememos que no pueda. Puedes suponer lo que lo sentimos... pero no puede ser
todo consuelo en este mundo. Hace falta saber hacer también sacrificios, y éste va a ser uno para nosotras.
7
¡Ojalá podamos, querida amiga, volver a nacer con nuestra divina Madre, con un nuevo
nacimiento parecido al suyo, y vivir como Ella con espíritu de humildad, de mansedumbre y de sumisión.
8
Felices si, después de haberla imitado aquí abajo, podemos ir a reunirnos un día con Ella en el
cielo, y allí amar, bendecir y alabar a nuestro divino Esposo.
9
Adiós, querida Águeda, el tiempo me acucia siempre como sabes. Ten la seguridad de mi más
entrañable afecto.
Adela
10
Mil saludos a nuestras amigas. Miles de recuerdos a tus queridos padres.
5
Muchacho pobre, que aspiraba al sacerdocio, y no podía asumir los gastos de su formación. Adela
convenció a sus amigas a cotizar para hacer frente entre todas a esos gastos y le ayudaron a llegar
hasta el sacerdocio que recibió el 28 de mayo de 1825 (H. Rousseau, o.c., Cap. XIII, p. 231-232).
175
195. A la señorita Águeda Diché - AGEN
El P. Laumont vino a Trenquelléon y recibió a Amada como congregante. Los padres de Adela han
vuelto de Barèges. Deseada, su hermana, hizo su primera comunión. Elisa, su prima, después de haber
terminado sus estudios, va a quedarse en adelante en el castillo.
+ J.M.J.T.
16 de Septiembre de 1813
¡Dios mío, no me abandones!
2
¡Cuántas gracias, querida amiga, tenemos que dar a nuestro buen Señor! El P. Laumont vino el
lunes, y se quedó hasta el miércoles por la tarde.
3
Tuvimos tres meditaciones: una sobre la imitación de Nuestro Señor Jesucristo, otra sobre la
comunión frecuente y otra sobre la oración. ¡Magnífico!
4
Recibió con solemnidad a la querida Amada y le dirigió un sermón muy emotivo. Nos dijo,
después de comer, que había tenido una distracción en la santa misa: consagrarnos a las tres a la
Santísima Trinidad. ¡Qué hombre tan santo! ¡Qué tiempo tan estupendo hemos pasado con él!
5
La querida señora Belloc se marchó con Amada para ir a ver a la señora Galibert. Vuelve esta
noche o mañana, lo más tarde. Querían a toda costa que yo las acompañara. Felizmente no lo hice, porque
mis queridos padres llegaron ayer con buena salud, exceptuando siempre la anquilosis de mi pobre papá,
que, por otra parte, tiene una salud excelente. Ya te puedes suponer, querida amiga, que estoy
completamente aturdida al día siguiente de su llegada.
6
No puedo extenderme. Pero, ¿qué te voy a decir? Que es preciso, como diría el P. Laumont
aceptar el pan de lágrimas, que es una parte del pan cotidiano que pedimos todos los días.
7
Deseada hizo el domingo su primera comunión y con buenos sentimientos, eso espero. Está aquí
lo mismo que Elisa y me parece que para siempre. Pide a Dios por toda esta juventud.
8
Adiós, mi querida Águeda, en medio de todas mis alegrías, pienso en tus penas, que también me
afectan.
9
Te abrazo en Nuestro Señor Jesucristo.
10
Saludos a nuestros amigos.
Adela
11
Es preciso que Dubrana lleve el traje hasta que tenga otros. Te envío el segundo par de medias
para teñir.
12
No hemos recibido todavía el paquete con los vestidos. Voy a enviar a alguien a Port para
reclamarlo.
13
Hay que intentar encontrar algo de ropa interior para Dubrana.
176
196. A la señorita Águeda Diché - AGEN
+ J.M.J.T.
22 de Septiembre de 1813
¡Dios mío, prepara mi corazón para recibir tus gracias!
2
¡Queridísima Águeda, henos aquí un poco sumergidas en un torbellino de cosas...! ¿Cómo va a
salir de esto mi pobre y débil corazón? Me temo que muy mal. Recomiéndalo a nuestro buen Jesús. Que
este corazón ya no sea más que suyo, que nada cuente más que Él, y que no mire a este mundo más que
con el rabillo del ojo.
3
Me alegro de que te hayas decidido a escribir a nuestro digno padre. Espero que traiga algún
consuelo para tus penas y que te anime.
4
Querida amiga, abracemos con valentía la cruz que nuestro divino Señor pone en nuestros brazos.
No la arrastremos, llevémosla, y tengamos la seguridad de que, si la llevamos, ella nos llevará a su vez
hasta el cielo. Los días que tenemos que pasar en este mundo son pocos. ¿Vale la pena de remolonear en
él, o de apegarnos a él?
5
¡Divino Jesús, quiero ser únicamente tuya, tuya sólo sin reservas ni retorno!
6
¡Animo, mi queridísima Águeda, arranquémonos de nosotras mismas, hagámonos saludables
violencias, animémonos con la vista de la recompensa que seguirá a estas breves penas y que sobrepasa
todo lo que podemos soñar! ¡Ojalá pudiéramos ya tenerla en ese lugar de delicias inefables, y allí poder
contemplar y amar la belleza soberana por los siglos de los siglos! Amén.
7
En esta feliz espera, te ruego que me consideres para siempre tu sincera amiga y hermana en
Jesucristo.
Adela
8
Mis saludos a nuestras amigas. La señora Belloc os abraza a todos. Mil recuerdos a tu digna
familia.
197. A la señorita Águeda Diché - AGEN
En su respuesta, Águeda parece haber hablado pertinentemente; Adela le agradece sus buenos
consejos.
+ J.M.J.T.
29 de Septiembre de 1813
¡Dios mío, en Ti pongo toda mi confianza!
2
Te agradezco, querida Águeda, tus buenos consejos. Mi debilidad es tan grande que los estoy
necesitando mucho en esta circunstancia, como también necesito tus oraciones. Quiera Dios que esté
profundamente grabada en mi corazón esta palabra: ¡Sólo Dios, sólo Dios! Sí, que sólo Dios reine para
siempre en mí, que yo no viva más que para El, que El sea para siempre el rey de mi corazón.
3
No más mundo para nosotras, querida Águeda. Vivamos en él como extranjeros que suspiran sin
cesar por la patria celestial, como viajeros que no se apegan a nada.
177
4
Entonces, no tienes todavía la felicidad de poseer al dulce Jesús. El Señor quiere ponerte a prueba
para que realices una renovación total. ¡Ojalá pueda durar para siempre y llevarte hasta la eternidad!
5
¡Ay, querida amiga! Dios me concede tantas gracias y yo correspondo mal, muy mal. No te lo
puedes imaginar.
6
Recibí ayer una hermosa carta del P. Larribeau pero, como es personal, no puedo enviártela. Pero
te envío otras de nuestras entrañables amigas, que te van a gustar y a edificar. Devuélvemelas después,
porque también me edifican a mí que bien lo estoy necesitando.
7
Adiós, querida amiga, de nuevo te reitero mi más sincero afecto en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
198. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Las fiestas del matrimonio de Carlos de Trenquelléon tuvieron lugar en Agen el 7 de Octubre. Después,
la joven pareja se instaló en Trenquelléon. Hubo entonces un continuo ir y venir de visitas activas y
pasivas. Adela sufría como si estuviera viviendo fuera de su elemento (H. Rousseau, o.c, Cap. XIV. p.
242).
+ J.M.J.T.
11 de Octubre de 1813
¡Divino Salvador mío, no permitas que yo me pierda!
2
Quiero decirte aunque no sea más que una palabra, mi queridísima Águeda. ¡Querida amiga, si
pudiera volver a hacer el viaje a Lompian! ¡Cuánto lo necesitaría para poder restablecer un poco mi
cabeza de esta algarabía tan peligrosa para mi debilidad! Pienso que, si lo hiciera, me tendrían que
reprender bastante.
3
Huyamos del mundo, querida amiga, todo lo que podamos, porque constituye un gran escollo
para nuestra débil virtud, que no puede mantenerse más que con la huida de cualquier ocasión.
4
Humillémonos, muy querida amiga, al ver nuestra debilidad y tomemos las precauciones que
sean necesarias. La humildad, la desconfianza en nosotras mismas y una gran confianza en Dios, son
cosas que nos atraen la gracia, y nos hacen realizar grandes cosas a los más viles instrumentos.
5
Cuando tengas tiempo, querida Águeda, desearía que me bordaras dos fajines (de congregante),
comprando la cinta. Mil perdones por la molestia que te ocasiono.
6
Adiós, mi queridísima Águeda, nada más que lo eterno es digno de nuestra alma inmortal.
Despreciemos pues un mundo que pasa tan deprisa.
7
Te abrazo en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
178
199. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Dios combina en esta vida las cruces y los consuelos con una admirable sabiduría.
+ J.M.J.T.
20 de Octubre de 1813
¡Señor, dame nuevo ánimo para seguir tu camino!
2
Me he enterado con placer, mi queridísima Águeda, de la felicidad que has tenido y mi corazón
se ha llenado de alegría.
3
Mientras yo me veía enteramente metida en los asuntos del mundo, mis queridas hermanas
estaban gustando de las delicias celestiales. Envidio esa felicidad, pero estoy muy contenta de que la
tengas, después de las penosas pruebas que has estado atravesando.
4
Mira cómo Dios combina en esta vida las cruces y los consuelos con una admirable sabiduría. Lo
hace todo para nuestro bien. ¡Oh dulce, bueno, amable Señor! Apliquémonos más que nunca a su servicio
y despreciemos un mundo que no puede dar la felicidad a unos corazones hechos sólo para Dios y que
sólo Dios puede llenar.
5
¡Amable Esposo mío! Después de tantas infidelidades, ¿todavía me recibirás en tus brazos? En
ellos me echo con confianza. En vano he buscado en otra parte un lugar de descanso; no lo puedo
encontrar más que sólo en Ti. ¡Qué ciegos están los mundanos al buscar sus vanas satisfacciones en
bienes perecederos, en lugar de buscarlos únicamente en Dios, que es donde solamente pueden
encontrarse!
6
¿Hace mucho tiempo que no has tenido noticias de Elisa? Me parece que habría que escribirle.
¿Qué piensa la señora Belloc?
7
Te dejo, querida amiga, para decir una palabra a nuestra buena Amelia, que creo que está
avanzando con paso firme y decidido por el camino de la perfección.
8
Adiós, mi queridísima Águeda, ten la seguridad de toda mi ternura en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
200. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Todos los Santos. Los santos..."Sigamos tan hermosos modelos...".
+ J.M.J.T.
27 de Octubre de 1813
2
Voy hoy, querida amiga, a Gajean a hacer una visita con mi hermano y mi cuñada. Pero antes
quiero conversar algunos instantes con mi querida Águeda, y hablarle de la solemnidad que se avecina.
3
Fiesta realmente apropiada para darnos nuevo fervor, viendo lo que han hecho los santos, que
eran hombres como nosotras, que habitaban la misma tierra que nosotras, que estaban sometidos a las
mismas tentaciones que nosotras, que esperaban el mismo cielo que nosotras, que tenían miedo del
mismo infierno que nosotras.
179
4
¡Vamos, querida amiga, sigamos tan hermosos modelos! Hagámonos, como ellos, violencias
saludables. Tengamos bien presente que todo lo que está en el mundo pasa, y que sólo lo que sirve para
ganar el cielo merece nuestra atención y nuestros cuidados. A ese único fin, encaminaron los santos todo
lo que hacían. También nosotras lo debemos encaminar, si queremos llegar al mismo término.
5
Sí, si obramos como ellos, esta solemnidad será también un día nuestra fiesta. ¡Cuándo llegará el
momento feliz en que entraremos en el cielo! ¿Qué puede uno echar de menos en la tierra que pueda tener
algún punto de comparación con esa gloria que nos espera en la morada eterna?
6
Pero hay que conquistarla con la violencia, las cruces y las humillaciones...Pero, ¿acaso una
felicidad tan grande podría costarnos demasiado? De una vez para siempre, apliquémonos a ello, porque
la eternidad se aproxima, el tiempo vuela con rapidez; quizás estamos muy cerca del final.
7
Adiós, queridísima amiga, te dejo para que contemples en espíritu la felicidad de los santos, y
sobre todo lo que han hecho para merecerla, y lo que debemos hacer nosotras.
Adela
201. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Hagámonos santas al precio que sea, y cueste lo que cueste...".
+ J.M.J.T.
4 de Noviembre de 1813
¡Los santos nos están esperando, démonos prisa!
2
Animémonos, queridísima amiga, con el ejemplo de esta multitud de santos de toda edad, de toda
condición, que se santificaron en medio de las mismas ocasiones que nos hacen tropezar a nosotras sin
cesar. Reavivemos nuestra fe, nuestro celo, nuestro amor.
3
Hagámonos santas al precio que sea y cueste lo que cueste. No nos fijemos en el trabajo,
dirijamos nuestros ojos a la recompensa que nos espera si somos fieles.
4
La corona está colocada encima de nuestras cabezas, no tengamos la desdicha, como aquel
apóstata, de abandonar la compañía de los cuarenta mártires, para volver al baño envenenado del mundo.
5
¡Oh mi buen Maestro! ¡Qué culpable sería, si te abandonara, después de tantas gracias como me
has concedido! Me quieres toda tuya; ¿podría rehusárselo a Aquél al que por tantos motivos pertenezco?
No; lejos de mí tamaña ingratitud. La resolución está tomada: no más pecado, no más mundo, no más
vanidades del siglo para mí. El único título de esposa, de sierva de Jesucristo, llenará toda mi ambición,
todas mis delicias; servir a Dios y salvarme, todos mis proyectos.
6
Cuanto más veo el mundo, querida amiga, más veo lo difícil que es salvarse en él; todos sus usos,
todos sus criterios, son completamente opuestos a la religión. No se puede ser del mundo y pertenecer a
Jesucristo. Rompamos pues de una vez para siempre con este abominable señor que no hace más que
esclavos, y entremos en la santa libertad de los hijos de Dios, y gocemos de las dulzuras de su adorable
servicio.
7
Adiós, queridísima Águeda, qué impaciente estoy por verte y por expresarte de viva voz mi
ternura en Nuestro Señor.
Adela
180
202. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Hacía ya tiempo que Adela llevaba exteriormente, colgado del cuello, un crucifijo, como signo de su
renuncia al mundo. A las amigas que compartían sus ideas, les propuso imitar este ejemplo... (H.
Rousseau, o.c., Cap. XIV, p. 246).
+ J.M.J.T.
10 de Noviembre de 1813
¡Salvador mío, líbrame de todas mis pasiones que me tiranizan!
2
Te felicito, mi querida Águeda, por llevar la cruz de nuestro divino Jesús como una gloriosa
insignia que muestra al mundo que quieres pertenecer a Jesús para siempre.
3
Yo tengo la misma dicha. Pero, querida amiga, ¡qué escándalo, si llevando sobre nuestro pecho
este signo glorioso, no vivimos en conformidad con él! Si, llevando la imagen de Jesús Crucificado, no
nos convertimos nosotras mismas en una imagen viva de Jesús Crucificado, por una sincera renuncia a
nosotras mismas, al mundo y a todas sus vanidades.
4
Mi muy querida amiga, seamos verdaderas esposas de Jesús Crucificado. No rehuyamos más la
cruz, abracémosla, al menos con resignación, y llevémosla siguiendo a nuestro divino Señor.
5
Nuestra religión está fundada en el sufrimiento; como cristianas, ¿podemos contar con algo
distinto?
6
Reflexionemos, querida amiga: hemos sido creadas a imagen de Dios y por eso nos debemos a
El, incluso como una especie de tributo, puesto que es preciso dar al César lo que es del César y a Dios lo
que es de Dios. Preguntémonos algunas veces: "¿De quién soy imagen?". "De Dios". Demos pues a Dios
lo que es de Dios.
7
Te agradezco, querida amiga, los fajines que has tenido la bondad de bordar. Aprecio
infinitamente tu gentileza. Cuando buenamente puedas, desearía que copiaras el primer reglamento del P.
Laumont. No tengo ninguna copia.
8
Adiós, mi queridísima Águeda, piensa un poco en mi miseria ante el trono de la misericordia
adonde tienes la dicha de acudir tan a menudo.
9
Te abrazo en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
203. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Dios tiene grandes miras de santificación sobre nosotras...
+ J.M.J.T.
15 de Noviembre de 1813
¡Qué gran verdad es, Señor, que lo único necesario es la santidad!
2
Vamos a celebrar, queridísima amiga, el próximo domingo la fiesta de la Presentación de la
Santísima Virgen, de tres años, en el templo. Presentémonos también en ese día al Señor. Hagámosle una
consagración total de nuestra persona. No teniendo nada en nosotras que no sea de ese divino Señor, a
quien por tantos títulos nos debemos, no hacemos otra cosa que devolverle lo que le debemos cuando nos
181
entregamos a El.
3
El Señor nos colma de muchas gracias, mi entrañable amiga. Tengo la dicha de ir a comulgar casi
todos los domingos. Un favor así, ¿qué fidelidad no está exigiendo de mí? Porque hay que saber
distinguir entre comunión frecuente y comunión raras veces. Una persona que comulga a menudo, y cuya
vida no es más edificante, es un verdadero escándalo.
4
Vamos, mi entrañable amiga, asimilemos las cualidades del alimento del cual nos nutrimos, pues
no somos nosotras las que lo cambiamos en nosotras mismas, sino él quien nos debe transformar en él
mismo.
5
¡Que nuestra vida sea una vida fervorosa, humilde, escondida, conocida sólo por Dios! ¡Qué
agradable es servir a nuestro muy amable Señor! ¡Qué generosamente compensadas están las espinas que
se pueden encontrar en su servicio con las dulzuras que nos comunica!
6
Y, después de todo, ¿no tenemos nada que expiar? ¿Podríamos alguna vez hacer lo suficiente
para reparar tantas infidelidades de las que nos hemos hecho culpables?
7
Dios tiene grandes miras de santificación sobre nosotras. Si las descuidamos, no podremos ser
otra cosa que réprobas. Acordémonos a menudo de este pensamiento, con el fin de que nos mantenga en
un temor saludable - aunque lleno de confianza - y nos haga realizar nuestra salvación con temor y
temblor.
8
Adiós, mi buena y querida amiga, mi corazón te asegura que quiere estar siempre unido al tuyo
en los sagrados Corazones de Jesús, María y José.
Adela
204. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"¡Seamos fieles al más fiel de los esposos...!".
+ J.M.J.T.
23 de Noviembre de 1813
¡Cuánta dulzura reservas, Dios mío, para todos los que te temen!
2
¡Qué verdad, querida amiga!, ¡cuántas dulzuras no distribuye este amable Salvador sobre los que
le sirven con fidelidad y amor! Recompensa hasta las más pequeñas cosas que se hacen por El. Nada se
pierde, nada se olvida, tiene en cuenta un sencillo deseo, escucha la preparación de nuestros corazones, no
olvida una lágrima ni un suspiro. ¡Dios mío, qué agradable es servirte!
3
¡Qué diferencia con el mundo! Se consume uno por él, se pierda la salud, el descanso, a menudo
el alma, y, ¿qué se obtiene como recompensa? ¡Qué remordimientos, qué pesadumbre, qué hastío!
4
Querida amiga, qué felicidad es que Dios nos haya hecho conocer la nada de este mundo. Pero
qué culpables seríamos, si, a pesar de que la conocemos, no dejamos de seguir sus normas.
5
Vamos a ser juzgadas con mayor rigor que muchas otras. ¡Vamos, mi queridísima amiga!,
cesemos de ser ingratas con esa bondad infinita que nos ha mantenido siempre de la mano, desde nuestra
más tierna infancia. De una vez, démonos al Señor, y que sea para siempre.
6
No arrastremos por el lodo esa hermosa vestidura de la inocencia, que se nos confió en el
bautismo y que hemos tenido la desgracia de manchar tantas veces; pero ha sido lavada de nuevo en la
182
sangre adorable de Jesucristo mediante el sacramento de la penitencia.
7
No apaguemos ya más esa preciosa llama, símbolo de la caridad, que se nos puso entre las
manos, y que tantas veces hemos apagado, y tantas veces también la bondad de nuestro Dios se ha
dignado volver a encender.
8
9
10
¡Seamos de ahora en adelante y para siempre fieles al más fiel de los esposos!
Mucho te agradezco la molestia que te tomas para copiarme el reglamento.
Adiós, queridísima amiga, cuenta con mi profunda amistad en Nuestro Señor Jesucristo.
Adela
205. A la señorita Águeda Diché - AGEN
"Preparémonos a renovar nuestra consagración a la Santísima Virgen..." Preparémonos a nuestra gran
solemnidad... Desde que la Asociación de Adela se afilió a la Congregación de Burdeos, la fiesta del 8
de diciembre adquirió un carácter más solemne.
+ J.M.J.T.
30 de Noviembre de 1813
¡Ven, Señor, haznos ver los efectos de tu misericordia!
2
Preparémonos, mi excelente amiga, a renovar con todo nuestro corazón nuestra consagración a la
Santísima Madre de Dios, el gran día de la Inmaculada Concepción, que es de manera especialísima
nuestra gran solemnidad.
3
Preparémonos por medio de una gran pureza de corazón, ya que es el día en que la Santísima
Virgen fue concebida sin pecado. ¿Podría reconocer como hijos suyos unos corazones manchados por la
lepra del pecado y que no hicieran ningún esfuerzo para ser curados? Claro que Ella es la Madre de la
misericordia y el refugio de los pecadores, pero de unos pecadores con buena voluntad, que quieren
convertirse y que trabajan en ello con seriedad.
4
Sí, sobre esta clase de pecadores se complace en hacer brillar su gran misericordia y sus más
señalados beneficios.
5
Tomemos una firme resolución, querida amiga, en esta fiesta. Eliminemos radicalmente de
nosotras todo lo que pudiera enturbiar la pureza, esa virtud delicada que llevamos en vasos frágiles.
Huyamos de toda ocasión, incluso de las más pequeñas, incluso de aquellas que no tendrían peligro para
otros; acordémonos de que somos la debilidad misma y que cualquier pequeñez nos puede hacer caer.
6
Animo y a renunciar a todo lo que pueda empañar esa virtud que debe caracterizar a los hijos de
la purísima María y cuyo símbolo es la banda que llevamos en la cintura.
7
¡Cuánto deseo que tengas noticias de la querida Elisa!
8
¡Ojalá pudiéramos, querida hermana, formar un solo corazón y una sola alma, y ocuparla sin
cesar en bendecir y amar a nuestro celestial Esposo, a odiar el pecado y todo lo que nos lleva a él!
9
Adiós, mi queridísima Águeda, recibe de nuevo mil veces la seguridad de mi entrañable amistad
en Nuestro Señor.
Adela
183
206. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela, en su carta del 7 de Diciembre, siente como una inspiración profética: "Dios tiene grandes
designios de salvación sobre nosotras; no los hagamos inútiles". Recordando a su amiga el viaje que
hicieron juntas a Lompian en la segunda quincena de agosto, le invita a renovar las resoluciones que
tomaron en aquella ocasión.
+ J.M.J.T.
7 de Diciembre de 1813
¡Oh Jesús, ven a nacer en mi corazón!
2
Mi querida amiga, ¡qué bondad, la del divino Salvador, al venir a nacer en nuestro corazón, al
venir a establecer en él su morada! ¿Cómo no estamos llenas de agradecimiento al contemplar ese
misterio tan grande?
3
Sí, Jesús quiere venir mañana a nacer en mi corazón miserable, en este corazón tan lleno de
apegos, de afectos desordenados, que le ha ofendido tan a menudo...
4
Si yo no prestara atención más que a la multitud de mis iniquidades, ¿cómo me atrevería a
acercarme a la sagrada mesa? Pero no quiero mirar más que la bondad, la misericordia de mi Dios, que
me invita con una bondad totalmente paternal, y que, como el padre del hijo pródigo, quiere celebrar un
festín para alegrarse con mi vuelta.
5
Reconozcamos, mi querida Águeda, que tú y yo seríamos muy culpables, si no amáramos a
nuestro Dios con el amor más fervoroso, porque ha sido generoso con nosotras, a pesar de que no
hayamos correspondido nunca a sus bondades y que le hayamos pagado con nuestra ingratitud.
6
El tiene grandes designios de salvación sobre nosotras, no los hagamos inútiles.
7
Acordémonos, querida amiga, de los saludables consejos que se nos dieron en el pequeño viaje
que tuvimos la dicha de hacer juntas, y de las resoluciones que tomamos. ¡Ay, qué infiel he sido!
Traigámoslas de nuevo a nuestra memoria y preparémonos a renovarlas desde lo más hondo de nuestro
corazón al comienzo del nuevo año.
8
Deberías, querida amiga, procurar el consuelo a nuestro respetable Ananías, escribiéndole ahora
que has terminado todo. Puedes aprovechar la ocasión de enviarle una felicitación por el año nuevo. Esto
nos valdría unos buenos consejos para el año. Se los pedirías, como también que te indicara un Santo que
fuera tu protector este año, como yo tengo la intención de hacerlo para mí.
9
¡Vamos, querida amiga!, preparémonos bien a la gran fiesta del nacimiento del Salvador.
10
En el seno de María, donde todavía está alojado nuestro divino Jesús, te abrazo con todo mi
corazón.
Adela
207. A la señorita Águeda Diché - AGEN
La proximidad de la fiesta de Navidad inspira a Adela deseos de una renovación completa: "Que
nuestra juventud se renueve como la del águila".
+ J,M,J,T.
14 de Diciembre de 1813
184
¡Pobreza de mi Jesús, desprende mi corazón!
2
Se avecina, mi queridísima amiga, nuestro divino Liberador. Preparémosle el camino de nuestros
corazones. Que se allanen las colinas de nuestro orgullo por una sincera humildad; que los valles, es
decir, los vacíos de nuestro corazón, se llenen de virtudes; que los senderos tortuosos se enderecen, es
decir, que nuestras conciencias se hagan rectas y sinceras.
3
Que a la llegada de este gran Rey, todos los enemigos huyan. Que esta gran fiesta nos renueve
enteramente; que sea para nosotras un nuevo nacimiento espiritual. Que nuestra juventud se renueve
como la del águila. Preparémonos, para el primero del año, a renovar con todo nuestro corazón nuestros
buenos propósitos según los consejos que nos dieron.
4
Querida amiga, apresurémonos a hacer provisiones para la otra vida. Somos todavía muy
jóvenes, pero la experiencia nos muestra todos los días que no se puede contar con nada, aun teniendo la
juventud más floreciente. ¡El ejemplo de tu querida prima es impresionante!
5
Dios, querida amiga, permite esos golpes impresionantes, para desprendernos por completo de
este miserable mundo hacia el que se están inclinando siempre nuestros corazones. No dudo de que Dios
tenga, en particular, grandes designios sobre tu querida familia. De ordinario es así, arrancando con vigor,
no escatimando, como conduce a las almas que destina a grandes perfecciones.
6
Mantente fiel, querida amiga, y podrás ver las bondades del Señor. El camino de la cruz en muy
duro para la naturaleza, pero, sin embargo, vemos que nos es muy necesario para llegar al cielo.
7
Adiós, querida amiga, te dejo para escribir a la señora Lagneaux (señorita Monnet), a quien no he
escrito desde su matrimonio.
8
Acabo reiterándote la seguridad de mi afecto eterno.
Adela
208. A la señorita Águeda Diché - AGEN
+ J.M.J.T.
21 de Diciembre de 1813
¡Ven a salvarnos, divino Niño Jesús!
2
Llega, querida amiga, nuestro divino Liberador. Pero, ¿encontrará llanas las sendas que conducen
a nuestros corazones? Las colinas de nuestro orgullo, ¿han sido allanadas por una sincera humildad? Los
valles, los vacíos de nuestro corazón, ¿se han llenado de virtudes y buenas obras?
3
Viene ese divino Salvador a traer la paz a los hombres de buena voluntad. ¿Tenemos de verdad
esa buena voluntad de mejorar, de servir al Señor con todas nuestras fuerzas?
4
Dios ve y recompensa hasta la buena voluntad. Formémosla pues en nosotras, pero muy sincera,
y El nos concederá las gracias que su divino nacimiento viene a traer a la tierra.
5
Vayamos a El, querida amiga, profundamente penetradas de nuestra miseria y de nuestra nada.
Gimamos delante del Señor por la multitud de nuestros pecados. Reguemos, si es posible, la gruta de
Belén con las lágrimas de nuestra contrición.
185
6
Pero, querida amiga, mi corazón está seco después de haber merecido tantas veces el infierno y
haber sido preservada por una mano generosa. ¡Cómo debería odiar el pecado!
7
Pide para mí, querida amiga, esa contrición que borra el pecado y es la única que puede hacer
nacer a Jesús en un corazón, donde tanto tiempo ha reinado el pecado.
8
El camino del establo, como el del calvario, debe ser trazado con nuestras lágrimas, si no lo es
con nuestra sangre. ¡Perdón, Dios mío, por tantos pecados! Si no llego a sentir un dolor lo
suficientemente profundo por mis pecados, deseo sentirlo y tomar una firme resolución de evitarlos de
ahora en adelante con todas mis fuerzas.
9
Adiós, mi muy querida Águeda, mantengámonos bien firmes en este santo tiempo ante nuestro
pequeño Rey. Trasladémonos en espíritu al establo en todas nuestras oraciones. En esa santa morada
tenemos que renovar nuestros buenos propósitos.
10
Te abrazo con todo mi corazón en el de Jesús que nace.
Adela
209. A la señorita Águeda Diché - AGEN
Adela invita a sus asociadas a trabajar con todas sus fuerzas en desarraigar el defecto dominante.
"Empecemos, finalmente, a hacer algo por Dios...".
+ J.M.J.T.
29 de Diciembre de 1813
¡Yo revisaré mis años en la amargura de mi corazón, al ver el mal uso que hice de ellos!
2
¡Feliz año, querida amiga! Que sea un buen año en todo. Esforcémonos en que transcurra mejor
que los anteriores. Empecemos, finalmente, a hacer algo por Dios, y a corregirnos de todo lo que le
desagrada en nosotras.
3
Comencemos por nuestro defecto dominante: trabajemos con todas nuestras fuerzas en
desarraigarlo. Pensemos en ello, especialmente todas las mañanas, previendo las ocasiones, tomando
generosas resoluciones, acordándonos varias veces durante el día que tenemos que combatir tal defecto.
Tratemos de hacer las obras que son contrarias al defecto.
4
Examinémonos, por la noche, cuántas veces hemos faltado, e imploremos mil veces durante el
día la ayuda de Jesús, de María, de nuestro ángel de la guarda, de los santos.
5
Hace falta aplicación, buena amiga, para hacer este ejercicio fuertemente recomendado por san
Ignacio, san Francisco de Sales, y por todos los que siguen sus máximas. Tengamos una voluntad sincera
de agradar a Dios, de corregirnos, y todo se nos hará fácil.
6
Pide mucho a Dios que yo llegue a vencer mi pereza espiritual que me impide a menudo emplear
estos medios.
7
He sabido con placer que tu querida prima había tenido la dicha de recibir a su Dios. No dudo de
que este viático celestial la fortificará en un momento tan peligroso para la salvación, porque el demonio
hace entonces todos sus esfuerzos.
186
8
Entrañable amiga, Dios nos está probando que ni la juventud ni la salud nos pueden salvaguardar
de la muerte.
9
Recibí tu carta para nuestro digno Ananías. Hace siglos que no tengo noticias suyas. Espero una
ocasión, porque tengo también que enviarle un gran paquete.
10
Adiós, queridísima Águeda, te tengo un entrañable afecto en Nuestro Señor Jesucristo, y te
abrazo en la gruta de Belén.
Adela
11
Te felicito por la feliz llegada de tu tío; felicita de mi parte a tu querida tía y a tus primas.
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