CUARESMA 2013 - Pequeñas Comunidades: Week 4 (máximo 2 ho

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CUARESMA 2013 - Pequeñas Comunidades: Week 4
(máximo 2 horas... pero puede ser menos)
1. Bienvenida........ y comencemos (música tranquil y meditative a medida que la gente llega)
2. Tres minutos de silencio ...... . Permanezcamos en quietud.
3. Conversación: ¿Dónde he podido ver al Señor active esta semana? ¿Dónde he percibido Su
presencia? Por favor recuerda que lo que se discute en esta reunión es confidencial y queda aquí; no es para que se lo hable
con otras personas. Tal vez puedes compartir una acción o servicio que hiciste la semana anterior y cómo esto te bendijo.
4. Lectio Divina: a) Lucas 15, 1 – 3. 11 – 32
Una hermosa parábola de Jesús acerca de nuestra vuelta a casa. Nosotros andamos lejos de Dios. ¿Cómo Él nos dará la bienvenida? Con brazos
abiertos y espíritu cordial. Cuando el joven pide su herencia le está diciendo lo mismo que si dijera: “Desearía que estés muerto”. ¡Imagínalo! Y aún
así el Padre recibe al joven con los brazos abiertos cuando éste vuelve.
b) II Corintios 5, 17 – 21 (si fuera necesario)
a. Releer la guía de la lectio Divina antes de leerel texto bíblico.
(Prefiero que cada uno use su propia biblia
en lugar de copias impresas de los textos. Pueden usarse varias traducciones, esto permitiría una conversación más interesante).
b. Comenzar la Lectio Divina
5. Cuando la ‘’lectio’’ ha terminado, pasar por unos momentos algún CD de música mientras la gente
piensa en la “actio” o “servicio” para esta semana.
6. Tiempo de oración comunitaria. (Este es un momento de oración espontánea. Por turno … como lo
deseen. Se hace en dos partes)
a. Oración espontánea de gratitud, alabanza y bendiciones. (Por ejemplo : Te doy gracias, Señor, por…
Alabado seas Señor, por… Bendito seas Señor, por… )
b. Oración de intercesión (Por ejemplo: Te pido Señor por… Te suplico Señor por …situación…)
7. Leer la meditación para la semana (no discutirla, sólo leerla)
8. Chau Chau... Que tengan una linda semana. Por favor no torta ni galletas...
Contemplación Semana 4:
Jesús encuentra a su madre, a Simón y a Verónica
Cuando Jesús iba cargando con Su Cruz en las calles de Jerusalén y los romanos lo conducían a su
crucifixión, había mucha gente en la multitud que lo amaba y que estaba horrorizada del espectáculo que
veían. Sus corazones estaban rotos. ¡Nosotros también caminamos con amigos que sufren!
Al costado del camino, estaba la madre de Jesús. ¡Imagínate su agonía! En silencio, devastada, observaba
como su hijo atravesaba esta horrenda agonía. No había palabras para describir su dolor, como lo es el dolor
de cualquier padre que ve a su hijo sufriendo una terrible agonía. Impotente, su corazón estuvo a punto de
estallar, observando la injusticia y el desarrollo de la tragedia. ¡Cómo sería! Su hijo, aquél por quien los ángeles
cantaron y que llegó a ella por medio de la promesa hecha por un ángel. ¿Cómo era posible que el Mesías
pudiera sufrir de tal modo? Ella gritaba por dentro. ¿Qué es peor?: ¿Sufrir un dolor terrible o ver a un amigo
querido a un hijo sufrir terriblemente mientras nosotros observamos impotentes?
¿Cuántas madres y padres tienen que observar impotentes el sufrimiento de su hijo? ¿Cuántos padres
viendo a sus propios hijos quisieran voluntariamente morir mil veces para liberarlos de su agonía sin sentido?
Somos impotentes. Miramos. Rezamos. Agonizamos. Esperamos en esperanza.
Simón de Cirene pasaba por la escena. No sabía nada acerca de las circunstancias de la crucifixión de este
hombre. Él simplemente salió a comprar alimentos para su familia cuando uno de los soldados romanos lo
agarró abruptamente y requirió su fuerza. Jesús estaba siendo aplastado por el peso del madero, y por estar
tan débil esa ayuda era necesaria. Imagina la sorpresa de Simón. En un momento estaba metido en lo suyo,
haciendo las cosas de su familia y en el momento siguiente es puesto en el centro de la escena trágica y
asesina de la crucifixión. Los soldados gritan: “Carga la Cruz con Él”. Y él la levanta y comienza a caminar.
La vida está llena de este tipo de circunstancias. Estamos en la nuestra y de repente la vida nos demanda
una pronta y generosa acción de servicio. Vemos a alguien en pena, somos confrontados por una tragedia
humana y estamos en el momento y lugar exactos. ¿Qué hacemos? ¿Huimos? ¡Esa es la cultura de hoy día!
Cristo pide algo diferente. El Señor pide y demanda nuestra generosa ayuda y amor. Muchos de los actos de
amor que el Señor nos pide son inesperados. Necesitamos entrenar nuestros corazones y vidas para estar
dispuestos, para servir. Sin embargo vivimos en una cultura de miedo. La gente tiene miedo de ayudar al otro.
La gente tiene miedo de involucrarse: “No te metas” ¿Qué me pasará? No quiero meterme. ¿Va a doler?
Simón es un modelo para todos nosotros. Él llevó la pesada carga con Jesús. Cuando volvió a casa aquella
noche y su esposa e hijos le preguntaron que era lo que había hecho, él respondió con un corazón tierno: “El
Señor me pidió que lo sirviera e hice lo mejor que pude”. Este es un privilegio que ocasionalmente nosotros
también afrontamos.
Finalmente está Verónica. A diferencia de Simón, Verónica da un paso atrevido por voluntad propia. A
pesar de las advertencias de los soldados para que “no se acercara al convicto”, ella con coraje saltó de entre
la multitud. Tiernamente limpió el sudor y la sangre que fluían de su semblante sangrante. Ella llevó a cabo
una acción de generosidad que todos hubiéramos deseado hacer por Jesús. Le agradecemos por su
generosidad. Fue un gesto realmente pequeño. [Pero] a los ojos de Dios, fue inmenso.
Nosotros también podemos limpiar el rostro de Jesús. Cuando vemos a alguien en pena o en agonía
podemos visitarlos y limpiar su rostro. Verónica hubiera deseado hacer más. Nuestras acciones a veces son
muy pequeñitas y limitadas. No podemos eliminar el dolor ajeno. Todo lo que el Señor espera de nosotros es
que hagamos lo que podemos pero que a ese gesto lo llenemos con mucho amor. Su Amor Divino fluye por
medio de nuestra acción. Él una vez nos dijo: “Si dan tanto como un vaso de agua a alguien, me lo han hecho a
mí”.
Meditación:
Por favor recuerda: A medida que contemplamos los sufrimientos de Jesús, estamos contemplando los
nuestros. ¡El Señor camina con NOSOTROS en nuestro camino hacia el Calvario!
Piensa en las oportunidades que has tenido esta semana para servir a alguien. Algunos, como en el caso de
Verónica, habrán sido elegidos deliberadamente. Algunos, como en el caso de Simón habrán sido inesperados.
Algunos fueron profundos sufrimientos personales como los de María viendo a su Hijo en agonía. El amor y el
servicio a los demás vienen en muchas formas. Cristo nos mira cuando servimos. Él sirve con nosotros. Piensa
acerca de Su Presencia cuando pases por todo esto.
Padrenuestro…dilo con el corazón.
“...completo en mi carne lo que falta a los padecimientos de Cristo, para bien de su Cuerpo, que es la Iglesia.”... Col. 1,24
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