Dos opciones: ustedes mismos el Ayuntamiento de Valencia

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Dos opciones: ustedes mismos
Rafael Rubio - Portavoz del grupo municipal socialista en
el Ayuntamiento de Valencia
En actitud bastante similar a la adoptada en su día por Ana Botella
hacia el alcalde de Ponferrada, Fraga se ha mostrado solidario con un
alcalde del PP condenado por abusar sexualmente de una menor. El
presidente de la Xunta no sólo ha afirmado con la rotundidad que le
caracteriza que no ve razones para proceder contra el alcalde, sino
que además ha valorado como un gesto de muy buena voluntad por
su parte el solicitar su baja temporal como afiliado del PP. Como si la
solicitud de baja excediese en mucho la proporción de reprensión
pública que merece. Aún mayor ha sido la indignidad de la respuesta
de Fraga a las críticas que se le han formulado por su actitud acusando de hipocresía a quienes
defienden el matrimonio homosexual y el amor libre mientras se escandalizan por un asunto como el del
alcalde de Toques.
He ahí los dos modelos. El modelo de Fraga y de Ana Botella pasa por no permitir a los
demás que hagan lo legítimo y mostrarse tolerante hacia todo lo ilegítimo de los suyos
propios. El modelo del PSOE es bien diferente. Amor libre, sí. Matrimonio homosexual,
también. Abusos sexuales, señor Fraga, no.
Mientras en Galicia un nuevo exabrupto de aquel ex ministro de Franco ha armado tanto
revuelo, en nuestra Comunidad, sobre el trasfondo de la trifulca de las trifulcas que
enfrenta al presidente del Partido Popular con el de la Generalitat, en medio de ese
asalto orgánico al poder institucional que ha dividido al PP en golpistas y acorralados,
ha saltado el escándalo sobre las presuntas mediaciones remuneradas de Carlos Fabra en
beneficio de un antiguo socio suyo.
Poco se le ha visto, y menos oído, desde entonces al señor Fabra. Toda su respuesta
hasta ahora ha consistido en obligar a todo el clan de sus amancebados a posar junto con
él para anunciar una tímida demanda civil contra su acusador, que anda disparando con
plomo grueso. Defensa escenográfica: drama sí, razones no. Nuevamente los dos
modelos, el de los decorados y las imposturas frente al de la trasparencia y la absoluta
claridad.
Varios ministros, ex ministros y altos cargos han reconocido ya que Fabra directamente,
o mediante diputados amigos o subordinados, realizó gestiones en beneficio de los
productos fitosanitarios de la empresa de Vilar. Las irregularidades en la declaración de
sus bienes no podrían ser más manifiestas y el incremento de su patrimonio, con la
descripción del panorama previo, puede calificarse como mínimo de dudoso. «No hablo
de esos temas», así de hermético se mostró Fabra hace sólo unos días en la puesta de la
primera piedra del aeropuerto de Castellón. Como si le hubiesen preguntado por algún
asunto que no fuera en absoluto de su incumbencia. Y así las cosas, el deslumbrante
código ético, aquel de la anticorrupción y del decoro, sin estrenar.
Por si fuera poco, el señor ministro de Fomento, consagrado maestro de jugarretas,
ardides e insidias, todo menos un idealista o un romántico, hace frente al despecho
político que le han servido desde dentro con una exaltación pública del amor
incondicional y la auténtica amistad. A todo esto abandona el solio ministerial en medio
de un cúmulo de interrogantes sobre la legalidad de las generosas compras de su
ministerio a favor de su previsible nueva comunidad de gananciales. Si fuera Álvarez
Cascos un político de progreso, pocas explicaciones sobre su vida privada se le habrían
exigido, más bien ninguna. Sobre la compra de las obras de arte más transparencia sí se
le hubiera reclamado. Pero es que él vive en las ubres del otro modelo, el que abunda en
las explicaciones sobre lo que no interesa (salvo a la prensa del corazón) mientras calla
sobre lo que de verdad importa, el destino de los fondos públicos.
Dos modelos, dos culturas, dos partidos.
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