Se trataba de la historia de tres hermanas enamoradas de un

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Se trataba de la historia de tres hermanas enamoradas de un mismo galán que,
ante los dudas de éste, le pidieron que se decidiera. El galán les entregó un
papel sin ningún signo de puntuación para que cada una los pusiera
Tres bellas que bellas son me han exigido las tres que diga de ellas cuál es la
que ama mi corazón si obedecer es razón digo que amo a Soledad no a Julia
cuya bondad persona humana no tiene no aspira mi amor a lrene que no es
poca su beldad.
Las jóvenes afrontaron con decisión el enigma y cada una, poniendo los signos
adecuados, se convenció de ser la preferencia amorosa del dubitativo
galanteador. Dejo la entrada, que sirve para todas, y voy a la almendra de la
decisión final:
Soledad escribió:
... digo que amo a Soledad. No a Julia, cuya bondad persona humana no
tiene. No aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad.
Julia, por su parte, Interpretó así el mensaje:
... digo que ¿amo a Soledad? ¡No! A Julia, cuya bondad persona humana no
tiene. No aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad.
Irene también encontró su fórmula:
... digo que ¿amo a Soledad? ¡No! ¿A Julia, cuya bondad persona humana
no tiene? ¡No! Aspira mi amor a Irene, que no es poca su beldad.
Cuando las tres muchachas, satisfechas, se acercaron al galán, éste las
desengañó mostrándoles esta interpretación:
... digo que ¿amo a Soledad? ¡No! ¿A Julia, cuya bondad persona humana
no tiene? ¡No! ¿Aspira mi amor a Irene? ¡Que no! Es poca su beldad...
Y así quedaron las tres, compuestas y sin novio, gracias a la poderosa eficacia
de los signos de puntuación.
(M IBÁÑEZ ESCOFET. Las tres hermanas. La Vanguardia.)
Coloca las comas que faltan:
Te digo Carmen que no escribas. Juan acércame el azúcar. Javier te aconsejo
prudencia. Tienes que dibujar cuadrados triángulos y circunferencias. Compró
guantes bufanda y calcetines de abrigo. ¿Me podrías decir si ayer comimos
plátanos peras naranjas o melocotones? Miraba los árboles que su abuelo
había plantado y recordaba los días felices de su niñez y se sentía nostálgico.
Caminaba por el valle el sol relucía en lo alto y el mar se veía a lo lejos. Sus
ojos que eran oscuros y sinceros no pasaron desapercibidos. El jugador
cansado de recibir patadas fue a protestar al árbitro. Miguel que trabaja en el
teatro te traerá las entradas. La película es buena es decir tiene muchos
valores artísticos. Os deseo finalmente que se cumplan todas vuestras
aspiraciones. Donde hay buena cocinera se come bien. Al oír los gritos
acudieron todos. A pesar de que jugaron bien perdieron el partido. Yo iré a
Valencia; Ana a Mallorca y Guillermo a Málaga. Tronco de higuera mala
madera. A grandes males grandes remedios. A donde fueres haz lo que
vieres. El caminante quería sentarse recuperar sus fuerzas descansar; sin
embargo debía continuar. La muchacha después de oír la noticia esbozó una
leve sonrisa; se llenó inmediatamente de alegría de una inmensa satisfacción;
por fin había llegado el momento tan esperado. Uno es Enrique el carpintero el
más hábil de todos; otro Manuel cordial y simpático. En el trabajo le decían
que debía perfeccionarse más; que no podía continuar de esta manera; que le
convenía ponerse al día. Las cigüeñas zancudas de largo pico cruzan
majestuosamente las chimeneas del pueblo; los almendros deshojados y sin
vida durante el invierno se llenan de rosáceas flores; los campos cubiertos
hacía poco por un manto blanco reverdecen; ha llegado la primavera. El
comerciante colocaba los precios en el escaparate: camisas 2.400 pesetas;
corbatas 500 pesetas; calcetines 100 pesetas; pañuelos 600 pesetas la
docena. El padre viendo la actitud de su hijo se enfadó mucho; incluso la
madre se manifestaba esquiva y huidiza. Estoy dispuesto señor profesor si
usted quiere ayudarme; pero no sé si conseguiré superarme. Al anochecer
cuando estábamos montando las tiendas el cielo se llenó de negros
nubarrones; los truenos con fuertes estampidos rompieron el silencio
crepuscular; los relámpagos iluminaron las sombras de la noche. Subimos a
las pistas de esquí con el telesilla esquiamos durante tres horas y nos
divertimos mucho; pero el mal tiempo nos impidió continuar. Ventura te dé Dios
hijo; que el saber poco te basta. Gracia pedida velas encendidas; gracia
lograda ni velas ni nada. Buscando un amigo mi vida pasé; muriendo estoy de
viejo y no lo encontré. De la castaña al huevo; del huevo a la gallina; de la
gallina al buey; del buey a la horca. Cuando nos aman señoras nos llaman;
cuando nos tienen ya no nos quieren. El hombre es fuego; la mujer estopa;
llega el diablo y sopla. José me voy un momento. Este verano hemos recorrido
Francia Italia Austria Suiza y Alemania. Mira Antonio hazme caso por favor.
Tu amiga es simpática alegre aplicada e inteligente. El río Ebro que nace cerca
de Reinosa desemboca en el Mediterráneo. París capital de Francia es una
ciudad cosmopolita. Por último vamos a explicar la geografía de España. Los
romanos conquistaron la Península es decir la romanizaron. La joven viendo
que no encontraba trabajo en su ciudad se marchó de su casa. Si te das prisa
aún llegaremos a tiempo. Puedes venir con nosotros pero compórtate
correctamente. Aunque llueva iremos al teatro. Según mi signo zodiacal mi
suerte va a cambiar. Me presenté al concurso pero no tuve demasiada suerte.
El mar estaba en calma los pescadores recogían las redes las voraces gaviotas
revoloteaban en torno a las barcas. Gato escaldado del agua fría huye. Del
mal el menos. Al que teniendo cama duerme en el suelo no hay que tenerle
duelo.
Muchas veces al anochecer se ponía en una bocacalle con el velo negro
echado sobre la cara y sorprendía al transeúnte con una narración trágica
expresada en tonos teatrales; decía que era viuda de un general; que acababa
de morírsele un hijo de veinte años el único sostén de su vida; que no tenía
para amortajarle ni encender un cirio con que alumbrar su cadáver.
Pío Baroja El árbol de la ciencia
Varias veces en el errabundo curso de estos ensayos he definido a pesar de mi
horror a las definiciones mi propia posición frente al problema que vengo
examinando pero sé que no faltará nunca el lector insatisfecho educado en un
dogmatismo cualquiera.
Miguel de Unamuno Del sentimiento trágico de la vida
Águeda está tullida agobiada por una paciente enfermedad religiosa; y el padre
Ángel no parece tener otra satisfacción que la de saborear en la siesta de todos
los días su perseverante indigestión de albóndigas.
G. García Márquez La hojarasca
El parque de la villa tenía siete árboles siete farolas y siete bancos. En el
parque de la villa entre el polvo jugaban los niños y recordaban los viejos. Los
siete árboles los siete bancos las siete farolas nunca habían cobijado dado
asiento y alumbrado un idilio. Cuando sonaban las diez en el reloj del
Ayuntamiento los niños ya sin risas dejaban el parque. Cuando sonaban las
diez y media en el reloj de las Hermanas de la Caridad los viejos con todos sus
recuerdos titubeantes se marchaban de¡ parque. Después de las doce de la
noche solía haber en el parque algún borracho cantarín pero el Bando lo
prohibía.
Ignacio Aldecoa Cuentos completos
Hay un lugar en el Norte de España adonde no llegaron nunca ni los romanos
ni los moros; y si doña Berta de Rondaliego propietaria de este escondite verde
y silencioso supiera algo más de historia juraría que jamás Agripa ni Augusto ni
Muza ni Tarick habían puesto la osada planta sobre el suelo mullido siempre
con tupida hierba fresca jugosa obscura aterciopelado y reluciente de aquel
rincón suyo todo suyo sordo como ella a los rumores del mundo empaquetado
en verdura espesa de árboles infinitos y de lozanos prados como ella lo está en
franela amarilla por culpa de sus achaques.
Leopoldo Alas 'Clarín': Doña Berta
Ana Berta Cris y Dan eran hermanos. Iban juntos al colegio y volvían juntos;
estudiaban juntos y dejaban de estudiar juntos; se peleaban juntos y se reían
juntos; hacían juntos toda clase de bromas y juntos recibían las reprimendas;
juntos traían buenas notas y juntos también las malas; así que Ana Berta Cris y
Dan siempre estaban juntos.
Angela lonescu De un país lejano
«Aries era un carnero travieso que de cuando en cuando doblaba las rodillas
para que el niño la golondrina y el gato dieran un brinco por encima de muchas
estrellas. Siempre caían indefectiblemente sobre el carnero. El niño sobre el
lomo; el gato sobre el cuello; la golondrina sobre los cuernos. Y a cada
travesura de Aries los tres amigos reían y hacían reír a las más serias estrellas
que contemplaban el giro del tiovivo.
Miguel Buñuel El niño la golondrina y el gato
Para septiembre en las noches de velada nos poníamos en el cabezo que hay
detrás de la casa del huerto a sentir el pueblo en fiesta desde aquella paz
fragante que emanaban los nardos de la alberca. Pioza el viejo guarda de
viñas borracho en el suelo de la era tocaba cara a la luna hora tras hora su
caracol.
Ya tarde quemaban los fuegos. Primero eran sordos estampidos enanos;
luego cohetes sin cola que se abrían arriba en un suspiro cual un ojo estrellado
que viese un instante rojo morado azul el. campo; y otros cuyo esplendor caía
como una doncellez desnuda que se doblara de espaldas como un sauce de
sangre que gotease flores de luz. ¡Oh qué pavos reales encendidos qué
macizos aéreos de claras rosas qué faisanes de fuego por jardines de estrellas!
Platero cada vez que sonaba un estallido se estremecía azul morado rojo en el
súbito iluminarse del espacio; y en la claridad vacilante que agrandaba y
encogía su sombra sobre el cabezo yo veía sus grandes ojos negros que me
miraban asustados.
Cuando como remate entre el lejano vocerío del pueblo subía al cielo
constelado la áurea corona giradora del castillo poseedora del trueno gordo
que hace cerrar los ojos y taparse los oídos a las mujeres Platero huía entre las
cepas como alma que lleva el diablo rebuznando enloquecido hacia los
tranquilos pinos en sombra.
Juan Ramón Jiménez Platero y Yo
Coloca las comas necesarias:
¿Estás ahí o no?
¿Quieres el té solo o con leche?
A petición del consejo se convocó una reunión extraordinaria.
A ver María salga a la pizarra a corregir esa frase.
Al conocer la noticia la terrible noticia estalló en sollozos.
Al notar la presencia de los ladrones llamó a la policía.
Amelia es optimista altiva alegre y dicharachera.
Antes de acercarse al micrófono recibió un estruendoso aplauso.
Anuncian una subida ya era hora de las tasas de interés.
Aquella conversación sincera o no era desinteresada.
Aunque no te lo mereces te dejaré salir con tus amigos.
Bogotá Cali Medellín y Cartagena son ciudades de Colombia.
Compraron la finca allanaron el terreno y edificaron la casa.
Con la verdad en la mano dice mi profesor se va a todas partes.
El caballo relincha el gato maúlla la rana croa y el perro ladra.
El gerente regional hombre muy responsable aceptó el reto.
El pobre muchacho no tenía dinero y no conocía a nadie.
Espero tu llamada para decirnos si vienes o no al teatro.
Este artefacto aunque cueste creerlo está hecho a mano.
Este asunto amigo Leoncio te concierne a ti exclusivamente.
Estos zapatos son poco apropiados para caminar por la montaña.
Estudia pintura toca la guitarra compone versos y esquía.
Hoy no tengo que comprar ni sal ni vinagre ni pimienta.
Isaías el hijo de Marcelino García llega hoy de Buenos Aires.
Javier tráigame usted el resultado de las ventas de este mes.
Juan Ramón Jiménez poeta universal escribió Platero y yo.
La enfermedad de Emilio según ha dicho el doctor se agrava por minutos.
La muchacha distraída no entendió al profesor (aclara por qué).
La muchacha distraída no entendió al profesor (las demás sí)
La presa que venía crecida rompió el dique (sólo había una)
La presa que venía crecida rompió el dique. (una no venía crecida)
Las casas que tenían balcones eran altas (dice cómo eran).
Las casas que tenían balcones eran altas (las otras no).
Los hombres platicaban las mujeres cocinaban y los niños jugaban.
Los muebles se pagarán a plazos; la máquina de escribir en efectivo.
Los soldados que eran más de trescientos acamparon junto al río.
Me acerqué a Evaristo me enteré de su pena y le consolé.
Me parece Alejandro que te has enfadado sin razón.
Mi primo Ángel excelente maestro de obras me reformó el salón.
Mi tío pese a su poca gracia se animó a bailar.
No hablarías así del jefe si supieras cuánto aprecia tu trabajo.
No sabe usted amigo cuánto lamento lo ocurrido.
Para caminar por la montaña estos zapatos son poco apropiados.
París como todo el mundo sabe es la capital de Francia.
Por más que insistió no consiguió venderme la motocicleta.
Se fue de casa embarcó para Europa y no supimos nada más de ella.
Se sentó a la sombra del árbol reclinó la cabeza y se durmió.
Tan pronto salga de peligro me han dicho que le darán de alta.
Tráigame usted Javier el resultado de las ventas de este mes.
Tus hermanos creo yo han salido ya.
Una pequeña maleta un poco de ropa un bastón constituían su único bagaje.
Vete al banco saca el dinero paga el regalo y regresa pronto.
Ya no somos ni jóvenes ni viejos.
SOLUCIONARIO
Coloca las comas que faltan:
Te digo, Carmen, que no escribas. Juan, acércame el azúcar. Javier, te aconsejo prudencia. Tienes que dibujar
cuadrados, triángulos y circunferencias. Compró guantes, bufanda y calcetines de abrigo. ¿Me podrías decir si ayer
comimos plátanos, peras, naranjas o melocotones? Miraba los árboles que su abuelo había plantado, y recordaba los
días felices de su niñez, y se sentía nostálgico. Caminaba por el valle, el sol relucía en lo alto, y el mar se veía a lo
lejos. Sus ojos, que eran oscuros y sinceros, no pasaron desapercibidos. El jugador, cansado de recibir patadas, fue a
protestar al árbitro. Miguel, que trabaja en el teatro, te traerá las entradas. La película es buena, es decir, tiene muchos
valores artísticos. Os deseo, finalmente, que se cumplan todas vuestras aspiraciones. Donde hay buena cocinera, se
come bien. Al oír los gritos, acudieron todos. A pesar de que jugaron bien, perdieron el partido. Yo iré a Valencia; Ana,
a Mallorca y Guillermo, a Málaga. Tronco de higuera, mala madera. A grandes males, grandes remedios. A donde
fueres, haz lo que vieres. El caminante quería sentarse, recuperar sus fuerzas, descansar; sin embargo, debía
continuar. La muchacha, después de oír la noticia, esbozó una leve sonrisa; se llenó inmediatamente de alegría, de
una inmensa satisfacción; por fin, había llegado el momento tan esperado. Uno es Enrique, el carpintero, el más hábil
de todos; otro, Manuel, cordial y simpático. En el trabajo le decían que debía perfeccionarse más; que no podía
continuar de esta manera; que le convenía ponerse al día. Las cigüeñas, zancudas de largo pico, cruzan
majestuosamente las chimeneas del pueblo; los almendros, deshojados y sin vida durante el invierno, se llenan de
rosáceas flores; los campos, cubiertos hacía poco por un manto blanco, reverdecen; ha llegado la primavera. El
comerciante colocaba los precios en el escaparate: camisas, 2.400 pesetas; corbatas, 500 pesetas; calcetines, 100
pesetas; pañuelos, 600 pesetas la docena. El padre, viendo la actitud de su hijo, se enfadó mucho; incluso la madre se
manifestaba esquiva y huidiza. Estoy dispuesto, señor profesor, si usted quiere ayudarme; pero no sé si conseguiré
superarme. Al anochecer, cuando estábamos montando las tiendas, el cielo se llenó de negros nubarrones; los truenos,
con fuertes estampidos, rompieron el silencio crepuscular; los relámpagos iluminaron las sombras de la noche.
Subimos a las pistas de esquí con el telesilla, esquiamos durante tres horas y nos divertimos mucho; pero el mal
tiempo nos impidió continuar. Ventura te dé Dios, hijo; que el saber, poco te basta. Gracia pedida, velas encendidas;
gracia lograda, ni velas ni nada. Buscando un amigo mi vida pasé; muriendo estoy de viejo, y no lo encontré. De la
castaña al huevo; del huevo a la gallina; de la gallina al buey; del buey a la horca. Cuando nos aman, señoras nos
llaman; cuando nos tienen, ya no nos quieren. El hombre es fuego; la mujer, estopa; llega el diablo y sopla. José, me
voy un momento. Este verano hemos recorrido Francia, Italia, Austria, Suiza y Alemania. Mira, Antonio, hazme caso,
por favor. Tu amiga es simpática, alegre, aplicada e inteligente. El río Ebro, que nace cerca de Reinosa, desemboca
en el Mediterráneo. París, capital de Francia, es una ciudad cosmopolita. Por último, vamos a explicar la geografía de
España. Los romanos conquistaron la Península, es decir, la romanizaron. La joven, viendo que no encontraba trabajo
en su ciudad, se marchó de su casa. Si te das prisa, aún llegaremos a tiempo. Puedes venir con nosotros, pero
compórtate correctamente. Aunque llueva, iremos al teatro. Según mi signo zodiacal, mi suerte va a cambiar. Me
presenté al concurso, pero no tuve demasiada suerte. El mar estaba en calma, los pescadores recogían las redes, las
voraces gaviotas revoloteaban en torno a las barcas. Gato escaldado, del agua fría huye. Del mal, el menos. Al que,
teniendo cama, duerme en el suelo, no hay que tenerle duelo.
Muchas veces, al anochecer, se ponía en una bocacalle, con el velo negro echado sobre la cara, y sorprendía al
transeúnte con una narración trágica, expresada en tonos teatrales; decía que era viuda de un general; que acababa
de morírsele un hijo de veinte años, el único sostén de su vida; que no tenía para amortajarle ni encender un cirio con
que alumbrar su cadáver.
Pío Baroja, El árbol de la ciencia
Varias veces, en el errabundo curso de estos ensayos, he definido, a pesar de mi horror a las definiciones, mi propia
posición frente al problema que vengo examinando, pero sé que no faltará nunca el lector insatisfecho, educado en un
dogmatismo cualquiera.
Miguel de Unamuno, Del sentimiento trágico de la vida
Águeda está tullida, agobiada por una paciente enfermedad religiosa; y el padre Ángel no parece tener otra satisfacción
que la de saborear en la siesta de todos los días su perseverante indigestión de albóndigas.
G. García Márquez, La hojarasca
El parque de la villa tenía siete árboles, siete farolas y siete bancos. En el parque de la villa, entre el polvo, jugaban los
niños y recordaban los viejos. Los siete árboles, los siete bancos, las siete farolas nunca habían cobijado, dado asiento
y alumbrado un idilio. Cuando sonaban las diez en el reloj del Ayuntamiento, los niños, ya sin risas, dejaban el parque.
Cuando sonaban las diez y media en el reloj de las Hermanas de la Caridad, los viejos, con todos sus recuerdos
titubeantes, se marchaban de¡ parque. Después de las doce de la noche solía haber en el parque algún borracho
cantarín, pero el Bando lo prohibía.
Ignacio Aldecoa, Cuentos completos
Hay un lugar en el Norte de España adonde no llegaron nunca ni los romanos ni los moros; y si doña Berta de
Rondaliego, propietaria de este escondite verde y silencioso, supiera algo más de historia, juraría que jamás Agripa, ni
Augusto, ni Muza, ni Tarick habían puesto la osada planta sobre el suelo, mullido siempre con tupida hierba fresca,
jugosa, obscura, aterciopelado y reluciente, de aquel rincón suyo, todo suyo, sordo, como ella, a los rumores del
mundo, empaquetado en verdura espesa de árboles infinitos y de lozanos prados, como ella lo está en franela amarilla,
por culpa de sus achaques.
Leopoldo Alas 'Clarín': Doña Berta
Ana, Berta, Cris y Dan eran hermanos. Iban juntos al colegio y volvían juntos; estudiaban juntos y dejaban de estudiar
juntos; se peleaban juntos y se reían juntos; hacían juntos toda clase de bromas y juntos recibían las reprimendas;
juntos traían buenas notas y juntos también las malas; así que Ana, Berta, Cris y Dan siempre estaban juntos.
Angela lonescu, De un país lejano
«Aries era un carnero travieso que, de cuando en cuando, doblaba las rodillas para que el niño, la golondrina y el
gato dieran un brinco por encima de muchas estrellas. Siempre caían indefectiblemente sobre el carnero. El niño,
sobre el lomo; el gato, sobre el cuello; la golondrina, sobre los cuernos. Y, a cada travesura de Aries, los tres amigos
reían y hacían reír a las más serias estrellas que contemplaban el giro del tiovivo.
Miguel Buñuel, El niño, la golondrina y el gato
Para septiembre, en las noches de velada, nos poníamos en el cabezo que hay detrás de la casa del huerto, a sentir el
pueblo en fiesta desde aquella paz fragante que emanaban los nardos de la alberca. Pioza, el viejo guarda de viñas,
borracho en el suelo de la era, tocaba cara a la luna, hora tras hora su caracol.
Ya tarde, quemaban los fuegos. Primero eran sordos estampidos enanos; luego, cohetes sin cola, que se abrían
arriba, en un suspiro, cual un ojo estrellado que viese, un instante, rojo, morado, azul el. campo; y otros cuyo esplendor
caía como una doncellez desnuda que se doblara de espaldas, como un sauce de sangre que gotease flores de luz.
¡Oh, qué pavos reales encendidos, qué macizos aéreos de claras rosas, qué faisanes de fuego por jardines de
estrellas!
Platero, cada vez que sonaba un estallido, se estremecía, azul, morado, rojo en el súbito iluminarse del espacio; y en la
claridad vacilante, que agrandaba y encogía su sombra sobre el cabezo, yo veía sus grandes ojos negros que me
miraban asustados.
Cuando, como remate, entre el lejano vocerío del pueblo, subía al cielo constelado la áurea corona giradora del castillo,
poseedora del trueno gordo, que hace cerrar los ojos y taparse los oídos a las mujeres, Platero huía entre las cepas,
como alma que lleva el diablo, rebuznando enloquecido hacia los tranquilos pinos en sombra.
Juan Ramón Jiménez, Platero y Yo
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