PRIMERA INFANCIA INTRODUCCIÓN

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PRIMERA INFANCIA
INTRODUCCIÓN
El proceso educativo de una persona se inicia en el mismo momento de su nacimiento, y continúa a lo largo
de toda su vida.
En los primeros años, la creación de un clima de amor y respeto es la base sobre la que debe asentarse la
personalidad del niño. La familia tiene la obligación de fomentar dicho clima, pero, a medida que el niño
crece, es evidente la conveniencia de que el niño se incorpore a un centro educativo, en donde pueda
desarrollar, de forma más amplia, sus capacidades personales.
Corresponde a cada familia decidir el momento idóneo para que se produzca esta incorporación, que suele
determinarse según las circunstancias socioeconómicas, culturales, ambientales, afectivas, etc.
Esta primera etapa de la vida es fundamental en el desarrollo, pues de ella va a depender la evolución
posterior, y sus características primordiales serían las físicas, motrices, capacidades lingüísticas y
socioafectivas.
La Escuela Infantil
La Escuela Infantil no es un sustitutivo de la familia, sino el complemento adecuado para el desarrollo
completo del niño en estos primeros años de su vida.
Facilita al niño la posibilidad de establecer nuevas relaciones, dentro de un universo rico en estímulos, que
benefician tanto su desarrollo psicológico como su proceso de socialización.
Es importante que este entorno se estructure en función de todas las necesidades evolutivas del niño, no sólo
las físicas sino también las fundamentales en el desarrollo de su personalidad: autonomía, equilibrio
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emocional, seguridad, comunicación, etc.; esto requiere unas condiciones que, a veces, son difíciles de hallar
en el propio hogar del niño.
Proceso de Socialización
Por otra parte, la Escuela Infantil ofrece al niño la posibilidad de relacionarse con otros de su misma edad (y
de edades diferentes) y con adultos que no son sus propios padres, lo cual fomenta su capacidad de
integración social. Si el niño llega a sentirse libre dentro de un grupo que le da seguridad, estamos
potenciando su autonomía futura y su socialización.
Escuela Infantil y Familia
Conviene resaltar la importancia entre la Escuela Infantil y la familia.
El niño regresa a casa aportando unas experiencias que ha vivido fuera del ámbito familiar, que pueden entrar
en contradicción con las normas por las que se rige su propio hogar.
Esta hipotética situación crea una dinámica de replanteamiento de actitudes, hábitos y valores, que debe servir
para enriquecer la vida familiar cotidiana.
La Escuela Infantil favorece un clima de diálogo, en el que se produce un rico intercambio de experiencias y
opiniones. Ello convierte la educación del niño en un proceso vivo, en el que Escuela y familia buscan,
conjuntamente, unas pautas de conducta que favorezcan el pleno desarrollo del niño.
Por otra parte, la Escuela Infantil fomenta la interrelación entre las familias que llevan a ella a sus hijos. Esta
relación debe potenciar una mayor información de todo lo referente a la educación de los hijos, un avance
común de todo el grupo y una ampliación del círculo de intereses del niño.
La Escuela Infantil facilita el que la madre pueda disponer de unas horas libres, que puede dedicar al trabajo o
a otras actividades, lo que conlleva un cambio importante de la función materna dentro del esquema clásico
familiar.
Hemos querido plantear, muy escuetamente, cuáles son las características y necesidades del niño de 0 a 2
años, para estudiar posteriormente, su vida y actitudes en la Escuela Infantil.
NECESIDADES DEL NIÑO
La primera infancia es una de las etapas más ricas de la evolución del niño.
Durante los primeros meses de la vida del niño se producen las experiencias que, más tarde, configurarán la
personalidad del hombre adulto.
Aunque todos los niños son diferentes, hay una serie de características, necesidades y elementos de la
evolución que son comunes.
Las adquisiciones motóricas, intelectuales y emocionales forman, entrelazándose, un todo global, donde la
afectividad es el sentimiento clave del proceso madurativo.
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Los Cambios en el Niño
La cantidad de cambios que tiene un niño desde que nace hasta que tiene los 2 años, es algo que hay que tener
muy presente cuando se trabaja con ellos.
Las adquisiciones (tanto físicas −peso, talla−, como motóricas −la marcha− o psíquicas −lenguaje−),
representan el proceso más acelerado y brusco que deberá soportar a lo largo de toda su vida, aunque el ritmo
de desarrollo es variable en cada individuo, estando sujeto tanto a la mielinización de las fibras nerviosas
como a la influencia del ambiente y a las vivencias afectivas.
Los niños tienen una serie de necesidades, que seguramente todos conocemos, pero que es fundamental que la
Escuela Infantil maneje, para así satisfacerlas.
Unas son las llamadas necesidades primarias, que se derivan de los instintos orgánicos de autoconservación;
son las necesidades de alimentación, limpieza, sueño y demás condiciones para su bienestar físico y buen
desarrollo: temperatura, oxigenación, iluminación, etc.
Otras afectan a su equilibrio o estabilidad, tanto física como psíquica: afectividad, seguridad, permanencia
(horarios y personas estables), etc.
Afecto y Comunicación
La necesidad de afecto y comunicación (adulto−niño y niño−niño) es imprescindible para el desarrollo.
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Para que el niño crezca, necesita sentirse seguro afectivamente. El adulto, por tanto, debe proporcionarle esta
seguridad, a partir de la cual el niño podrá progresar en todos los aspectos; de no ser así, resultará dañado en
lo más profundo de su psiquismo.
La necesidad de comunicación se introduce a nivel de gestos (tono),
sensaciones (risa−llanto, etc.), y su relación con el medio se manifiesta de forma pasivo−receptiva. Conviene
resaltar mucho este aspecto en las Escuelas Infantiles, porque allí la relación individual se produce de forma
continua.
La comunicación es fundamental y necesaria, y se debe fomentar en los momentos oportunos lo que hace que
la observación constante del niño sea la clave de una buena comunicación.
Las Nuevas Necesidades
El niño tiene, además, una necesidad igualmente importante: el movimiento, que es su forma de expresión, de
relación y de conocimiento, tanto del mundo externo como de su propio cuerpo. Se mira las manos con tanto
interés como si fueran objetos en movimiento. Tampoco sabe que los pies son suyos, hasta que puede
llevárselos a la boca, chupárselos y apropiárselos.
No hay que olvidar, en esta relación de necesidades del bebé, las que se refieren a las sensaciones placenteras,
que suelen aparecer acompañando a las necesidades básicas (por ejemplo, la succión, como placer añadido a
la necesidad básica de comer).
Con la aparición de los dientes, al niño le surge una nueva necesidad:
la de morder; lo mismo le sucede con la marcha y el lenguaje.
Basándonos en lo dicho anteriormente, es evidente que el niño necesita en su crecimiento un entorno
saludable, y que, por tanto, el medio que le rodea debe proveer las condiciones adecuadas para que esto se dé,
al mismo tiempo que debe prever las dificultades futuras.
EL NIÑO EN LA ESCUELA INFANTIL
La Función de la Escuela Infantil
Cada vez se necesitan más Escuelas Infantiles donde la familia pueda enviar a sus hijos pequeños un mínimo
de horas al día. Pero debe tratarse de verdaderas Escuelas, no simples Guarderías, que faciliten el intercambio
de una serie de posibilidades enriquecedoras para el bebé y para la propia relación familiar.
La Escuela Infantil debe ser un medio educativo satisfactorio, consciente de la importancia de su trabajo (con
personal más preparado), y que contribuya a asegurar al niño, desde los primeros días de asistencia a la
institución, los fundamentos de una personalidad sana y feliz.
Todos los niños tienen unas necesidades, un ritmo y unas posibilidades diferentes, por lo que la adaptación del
educador a cada niño es fundamental para un buen desarrollo psicofisico.
En la Escuela Infantil, el niño puede adquirir, desde los primeros meses de vida, las bases adecuadas para
lograr una personalidad sana y feliz, sustentada, por un entorno familiar que favorezca su desarrollo.
La temprana socialización del niño puede ser un elemento positivo para su buen desarrollo psicofísico,
siempre que se garanticen desde la Escuela las condiciones necesarias (número de niños adecuado, estabilidad
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del educador, etc.) que posibiliten una atención lo más individualizada.
Objetivos Psicopedagógicos
− Conocer las necesidades del niño, para proporcionarle el bienestar físico y psíquico.
− Lograr una buena adaptación e integración del niño en el centro.
− Desarrollar una cierta autonomía, siempre dentro de las posibilidades de esta edad (con su cuerpo, manejo
de objetos, etc.).
− Ser punto de referencia para el niño. Marcarle los límites, darle cariño y seguridad.
− Contribuir al desarrollo de la personalidad.
− Conseguir la madurez psicofisica y motriz adecuada en todas las facetas del desarrollo del niño de esta edad
−Desarrollar las diferentes áreas educativas:
a) Educación sensorial. Fomentar las posibles percepciones visuales, auditivas,
táctiles y todo lo referente a «recepción de estímulos» por parte del niño, ayudándole a canalizar las
sensaciones percibidas.
b) Educación del lenguaje. Primero, por medio de gestos y actitudes; después, con la introducción, por parte
del adulto, del lenguaje verbal (vocalizaciones, cantar, hablarle mucho al bebé). Posteriormente, hay que pasar
de las primeras vocalizaciones a la palabra correcta y con sentido «papá», «mamá», «tata», para culminar este
período en la palabra− frase.
c) Educación motriz. La psicomotricidad es fundamental en esta edad temprana. Se debe estimular al niño
para alcanzar los siguientes aspectos:
1.− Desarrollo de la extensibilidad. Desde el tono fetal (actitud de flexión), hasta el tono de la extensión
normal, que se alcanza entre los 18−24 meses (cabeza erguida y miembros que se balancean).
2.− Desarrollo postural. Desde el mantenimiento de la cabeza, reptación y gateo, hasta la consecución de la
marcha y su perfeccionamiento paulatino.
3.− Desarrollo de la prensión. Desde la prensión palmar, con extensión total del brazo, hasta la consecución de
la «pinza». Es importante fomentar el empleo de las manos como instrumento, manejo de objetos y
creatividad. En resumen, hay que estimular el conocimiento y manejo de su cuerpo, dentro de sus
posibilidades.
d) Educación social y de los hábitos. Hay que vigilar las relaciones personales del niño con el adulto y con los
otros niños (que lo traten de igual y no siempre de riva1, en la medida de lo posible), enseñándole el respeto y
la solidaridad hacia los demás. Controlar sus hábitos de autonomía personal (comer) y de convivencia social.
La persona humana es un ser complejo, que determina su futura personalidad y comportamiento a través de
las vivencias que percibe cuando es niño.
Sabemos que el desarrollo es conjunto, que aunque observemos o estudiemos por separado lenguaje,
motricidad, etc., el proceso evolutivo es global (un progreso en cualquiera de las áreas −lenguaje−motricidad−
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repercute en toda la evolución).
Períodos Críticos
Hay momentos claves en el desarrollo del niño pequeño, durante los cuales acusa cambios de conducta, que
siempre responden a alguna problemática interna. Estos cambios se dejan traslucir en su comportamiento en la
Escuela Infantil, en su relación tanto con el educador como con los otros niños, e incluso consigo mismo.
En el período que estamos tratando, estos momentos críticos serían los siguientes:
Dentición
La aparición de los dientes es muy variable en los niños. La edad de la primera pieza siempre es importante,
pero no es algo definitorio (influyen, entre otros, factores de herencia), así como tampoco lo es el orden de
aparición de las piezas.
Lo que realmente tenemos que considerar, en cuanto al comportamiento del niño que está en plena crisis
dentaria −aparición de sus primeras piezas−, es que puede estar mucho más agresivo con nosotros, con los
niños y con él mismo, lo que le puede llevar a llorar a gritos.
Puede tener, por esta misma causa, tendencia a morder (surge la necesidad de), incluso, modificarse
momentáneamente sus actividades, sueño o apetito normales. Deberemos comprender y adaptarnos a esa
nueva circunstancia.
Angustia del octavo mes
En la Escuela Infantil los niños se quedan contentos al dejarlos sus madres, llega un momento (rondando los 8
meses) que lloran al verla alejarse. Les ocurre lo mismo, posteriormente, cuando el educador sale un momento
o entra alguna persona, más o menos nueva, en el aula (ello sucede en niños que antes nunca manifestaron
esta conducta).
Spitz lo llama angustia ante la pérdida del objeto. El niño empieza la verdadera separación de la madre. No
domina el espacio, no sabe que hay otro espacio, ve desaparecer a la persona que le da seguridad y se siente
angustiado, como si ya no fuera a regresar nunca. Es una verdadera crisis, la primera de crecimiento, en el
sentido amplio de la palabra.
La duración de este período depende mucho del tratamiento que se le dé por parte de la Escuela y de los
padres. Existen otros factores, pero la actitud de colaboración familia− Escuela es la más importante siempre
en estas crisis, que se pueden suavizar si se saben llevar bien.
Es una crisis normal en los niños, aunque se manifieste de forma más acusada en unos que en otros. Suele
desaparecer alrededor del año.
Consejos prácticos
Es en este momento cuando el niño empieza a tirar objetos al suelo (desde la cuna o mientras se le tiene en
brazos). Es conveniente recogérselos y dárselos.
Volverá a repetir esta experiencia muchas veces y hay que procurar devolvérselos siempre (paciencia, por
tanto) porque es su forma de ver que regresa el objeto, que no se pierde para siempre. Está aprendiendo a
comprender que hay un espacio, un tiempo y que el objeto regresa.
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También podemos ayudarles a desangustiarse con nuestras palabras: mamá está en el trabajo y pronto vendrá
a recogerte, mamá va a venir a por ti después..., etc., y con una serie de rituales de aproximación al regreso de
su madre (darle su bolsa, ponerle su abrigo, etc.).
Es aconsejable en esta época el que puedan traerse a la Escuela algo muy personal de casa (el típico osito de
peluche −objeto transferencial−, o la mantita, o el pañuelo de mamá, etc.).
Crisis de negativismo
En tomo a los 18 meses suele aparecer en los niños la llamada crisis de oposición, que suele manifestarse en
una continua negativa a las propuestas del adulto, en muy poca tolerancia a la frustración y en una gran
resistencia a cualquier cambio. Se hace muy patente en la no aceptación, por parte del niño, de las normativas
que intenta implantar el adulto.
Periodo de adaptación
Creemos que es importante tratar, no como una crisis de desarrollo pero sí como un momento difícil de la
permanencia del niño en la Escuela Infantil. El período de adaptación.
La adaptación del niño a la Escuela Infantil es costosa, dado que le supone un gran esfuerzo de aceptación de
la nueva realidad en la que se ve inmerso, que le es totalmente desconocida.
Percibir que ya no es el centro exclusivo de atención, que tiene que relacionarse con otros, que debe compartir
al adulto educador, es un proceso que le enriquece, pero que al mismo tiempo le resulta doloroso.
Es muy importante, por tanto, adoptar una actitud que favorezca y facilite esta adaptación.
¿Cómo favorecer la adaptación?
− Los padres enseñarán al niño la Escuela Infantil, su clase, sus juguetes y a su educador(a). Este último
valorará si es necesaria la separación escalonada.
− En este período, se puede permitir que traigan cosas de su casa y se lleven cosas de la guardería.
− Debemos respetar el comportamiento, ritualizándolo (no moverse de un sitio, usar un babero concreto, etc.).
− No conviene forzar la adaptación; es un proceso que realiza el niño solo.
− No engañar al niño; que asuma que su madre se va, pero vuelve. Situarle en el tiempo (viene después de la
comida).
− Procurar evitar, o tener presente, situaciones del niño que puedan dificultarle la adaptación (el paso de
comer purés a sólido, separación del chupete, salida de muelas, trastornos en el sueño).
− El educador es el punto de apoyo y de referencia del bebé, proporcionándole afecto y seguridad. Su postura
ha de ser tranquila y relajada.
− Comprensión, por parte de los padres, de la importancia del proceso y de la necesidad de su colaboración.
Conviene tener una reunión previa con ellos, para que asuman el tema y adopten una actitud positiva (no
engañar al niño, responsabilizarse ante él de que son ellos quienes lo dejan en la Escuela).
Rutina Diaria
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Al hablar de rutina diaria nos referimos a las actividades que el niño realiza diariamente y que contribuyen a
la satisfacción de sus necesidades más primarias.
Tienen gran importancia, ya que se repiten regularmente facilitando así la adquisición de hábitos. Por tanto,
deben ser satisfactorias y agradables para el niño.
Sueño
El sueño ejerce una función de descanso: durmiendo se restablece la capacidad de trabajo de las células
nerviosas. Las variaciones de comportamiento durante el sueño dependen de cada niño, de su tono muscular,
de las condiciones ambientales y, también, de factores afectivos, que aumentan o disminuyen el estado de
tensión.
Durante sus cuatro primeras semanas de vida, el niño duerme prácticamente todo el día, entre 20 y 22 horas.
Según va creciendo, el tiempo que está despierto aumenta y disminuyen las horas de sueño. Cada niño
establece su ritmo y sus costumbres o ritos a la hora de dormir:
− Unos utilizan chupete.
− Otros acarician las sábanas.
− Algunos duermen con una muñeca.
En los primeros meses, el sueño del niño puede verse alterado por molestias digestivas (gases, etc.) o porque
esté sucio.
Hasta más adelante, no intervienen en el sueño experiencias emocionales: excesivas excitaciones, cambios de
horarios, de dormitorio, etc.
Estas dificultades en el dormir aumentan entre los 6 y los 9 meses, coincidiendo generalmente con la
dentición, una mayor agitación motriz, problemas afectivos, etc. Es la época de los llantos y los despertares
súbitos.
El sueño es importante para la salud y el buen desarrollo psíquico. Muchas enfermedades nerviosas tienen su
origen en una insuficiencia de sueño.
Alimentación
Hay que tener en cuenta que el niño pasa 5 o 6 días a la semana, y durante muchas horas, en la Escuela
Infantil.
Cualquier error de calidad y cantidad en la alimentación o en la educación puede tener graves consecuencias
para el buen desarrollo del bebé. Asimismo, a través de la relación que se establece entre el niño y el adulto
durante la alimentación, se está cimentando la base de toda relación posterior. Por tanto, se han de tener en
cuenta las características de cada niño.
Muchos tienen dificultades para mamar, ya que desde su nacimiento el reflejo de succión es débil
(prematuros, malformaciones); si forzamos a estos niños a comer sin prever su ritmo, en lugar de crear un
reflejo positivo, asociará la comida con una sensación de malestar y violencia, que le hará desistir en su
esfuerzo para comer (anorexia).
La alimentación ha de ser la primera fuente de placer para el niño, fomentando un contacto íntimo y
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estimulante. Será una muestra inicial de intercambio social y afectivo.
Principios que se deben considerar en la alimentación del niño
−Se debe partir de la necesidad natural de cada niño, y no darle de comer hasta que manifieste que tiene
hambre. Así se desarrolla una actitud positiva frente a la comida.
−Hace falta crear un cierto ambiente de preparación para comer. Se comenzará por provocar en los más
pequeños un reflejo de orientación, enseñándoles el biberón; la vista del alimento provoca una secreción
gástrica que favorece la asimilación de la comida.
−Los hábitos alimentarios han de ser regulares, y se debe procurar la participación activa del niño.
La compenetración que se establece entre el niño y el educador durante la alimentación, ya sea con la mirada
o la forma de cogerle para darle el biberón, favorece la relación afectiva entre ambos, provocando preferencias
por parte del niño, que hay que respetar.
Cambios de alimentación
Los cambios en la alimentación se harán siempre de forma gradual y lentamente.
−Biberón y cuchara. Este paso se realizará alternando las tomas, una con cuchara y otra con biberón. Con
cuchara se darán primero los alimentos dulces, mientras que la leche se seguirá dando en biberón.
−Dulce a salado. Este paso debe procurarse que sea una experiencia agradable.
−Puré a sólido. Se empieza, normalmente, dándole al niño trozos de fruta, galleta, corteza de pan, etc.;
también se intentará darle la carne y el pescado que antes se pasaba junto al puré, desmenuzado.
Evolución del niño en la alimentación
− Durante los tres primeros meses, toma el biberón siempre en brazos y un poco inclinado.
− Hacia los 4−5 meses inicia, en algunas tomas, el cambio a cuchara. Sigue comiendo en brazos, pero más
incorporado.
− Hasta los 7−8 meses no consigue comer bien con la cuchara (sin succionar). A esta edad se le puede
empezar a dar de comer sentado en la trona o porta−bebés.
− A los 8−9 meses se le puede dar una corteza de pan. Ya tiene una cierta capacidad de absorción de
alimentos más sólidos. Comienza a masticar, aunque con mucha dificultad.
− A partir de los 10 meses ya puede beber en taza.
− A los 12 meses se le puede dejar una cuchara, con la que intente llevarse algo a la boca. Come sentado en la
trona.
− A los 15−18 meses el niño ya puede llevarse la cuchara a la boca. Está capacitado para comer prácticamente
solo. Es el momento de servirle la comida en una mesa (a su medida).
Durante las comidas se puede favorecer y fomentar la actividad motriz, dándole al niño la taza para que beba,
una galleta para que se la lleve a la boca o una cuchara, observando el adulto el dominio manual del niño.
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También se puede estimular su lenguaje, hablándole y contándole lo que está comiendo.
Técnicas de alimentación
− Es muy importante que los más pequeños siempre sean alimentados por la misma persona.
− A partir de los 15−18 meses, se debe sentar a los niños en sillas bajas y delante de mesas de su tamaño
(redondas, herradura, etc.).
− Se procurará que no haya espacios muertos entre plato y plato, ya que a esta edad no pueden estar inactivos.
Es muy importante que durante la
comida el intercambio social sea agradable.
Higiene
La higiene tiene una gran importancia, ya que está muy relacionada con la salud y el bienestar del niño.
Es preciso cambiar al niño cada vez que se ensucia, lavándole con su esponja (la suya propia) y agua tibia. A
las niñas se las lavará de adelante a atrás, para evitar infecciones vaginales.
Se debe procurar que el cambio de pañales sea una actividad agradable para el niño. Es el momento ideal de
estrechar lazos de afectividad, además de brindamos la posibilidad de evaluar y fomentar la motricidad, el
lenguaje, etc.
Ante los cambios, cada niño reacciona de una manera diferente. Los pasivos (hipotónicos) se dejan manipular
sin ofrecer resistencia; hay que tratarlos con calma y suavidad, no se les puede imponer un ritmo rápido.
Sin embargo, con los activos (hipertónicos), que se muestran rígidos y son muy vivos, si actuamos lentamente
corremos el riesgo de que se impacienten y se nos escapen. A éstos hay que cambiarles con cierta rapidez,
pero siempre intentando relajarles previamente.
En resumen, podemos afirmar que todos los niños no deben recibir el mismo trato en el momento del cambio.
Educación del control de esfínteres
La educación de la limpieza no se reduce a la adquisición de un reflejo, sino que es un acto que necesita
consciencia. Es todo un sistema de intercambio entre el niño y el adulto. Se deben evitar, por tanto, las
sesiones colectivas de orinal. Se debe respetar el horario propio de cada niño.
La educación ha de ser lenta y siempre en función de la madurez psicológica y física del niño. Siguiendo este
criterio, no se debe acostumbrar al niño a utilizar el orinal antes de los 18−20 meses. En esta edad empieza a
expresar sus necesidades (intenta bajarse las bragas, etc.), y avisa cuando quiere orinar o defecar . La
evolución neurológica sitúa esta etapa entre los 18−24 meses.
Es importante, sin embargo, no caer en un exagerado afán de limpieza. Algunos niños también tienen
regresiones, debidas a múltiples razones (nacimiento de un hermano, problemas matrimoniales entre sus
padres, etc.).
Se considera normal que un niño tenga control diurno a los 2 años y control nocturno a los 3.
EL DESARROLLO
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Es necesario insistir en algunas de las pautas del desarrollo en el niño, desde 0 hasta 2 años.
Así, hablaremos sobre pautas concretas del desarrollo motriz, del lenguaje y del comportamiento social.
En el caso concreto del desarrollo sensorial, que es más difícil de precisar, hemos conservado el período
completo de O a 2 años, realizando una separación por sentidos.
Desarrollo sensorial
Tacto
Está particularmente desarrollado en las palmas de las manos, planta de los pies y cara.
Sensación global (no localizada) de dolor. Sensibilidad a la temperatura.
Olfato
Es un sentido poco estudiado evolutivamente, por la dificultad de su apreciación, pero está más desarrollado
en el bebé que en el adulto.
Es la primera forma de conocimiento del niño (el bebé huele a su madre antes de verla).
Es un sentido que se va atrofiando en la especie humana y al que debería prestársele más atención.
Gusto
En los recién nacidos y en los lactantes, los receptores gustativos están más extendidos que en el adulto.
Hay una serie de experimentos que demuestran que los sabores amargos, ácidos y salados producen rechazo
en el niño, mientras que los dulces dan respuestas positivas y movimientos de succión.
Vista
Se trata de un sentido importantísimo, que al nacer está inmaduro. Está en la base del desarrollo (social,
afectivo, intelectual).
El nervio óptico no se mieliniza bien hasta el final del sexto mes. El recién nacido mueve independientemente
cada uno de sus ojos (estrabismo normal hasta los 3 meses, incluso hasta los 6 meses) sin coordinación visual.
No hay relieve ni sensación de profundidad. No hay fijación visual hasta el segundo o tercer mes.
A los 2 meses puede seguir con la vista a una persona (un poco), y a los tres su propia mano. En este período
empieza a distinguir.
A partir del cuarto mes, se interesa por los objetos de colores vivos y brillantes.
A los 6 meses, ya distingue objetos pequeños, coincidiendo con la aparición de la prensión fina.
A los 12 meses elige objetos por el color, y sólo tiene el 30% de la visión adulta. A los dos, entre un 40 y un
70%.
Audición
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Comienza el proceso de maduración a partir del momento mismo del nacimiento. Aunque el recién nacido
parece que oye (sobresaltos ante los ruidos), recibe más sensaciones por las vibraciones del aire, que por la
percepción auditiva.
Entre el cuarto y quinto mes, distingue las voces familiares.
Es un sentido esencial en el aprendizaje del lenguaje y muy importante para el dominio espacial.
El proceso madurativo del oído llega hasta los 2−3 años.
Desarrollo del lenguaje
En la evolución del lenguaje, hay que tener en cuenta los aspectos de comprensión, expresión e imitación.
En esta edad, nos interesa la imitación, porque el niño, que la ejercita en los primeros meses de vida, la
convertirá después en el procedimiento más importante para dominar el lenguaje. Es la base.
De todas las fases del desarrollo del lenguaje, la que nos interesa aquí, sobre todas, es la prelingüística (o
lenguaje mímico emocional). No hay comprensión real del lenguaje, importa más el gesto. Llega hasta el final
del primer año.
Los niños con un desarrollo normal poseen sistemas neurológicos que detectan y almacenan sonidos vocales,
permiten la reproducción de estos sonidos, y a su debido tiempo permiten el lenguaje. Los niños emiten los
sonidos vocales conocidos, pero sol retienen aquellos que oyen con regularidad.
Entre el cuarto y el noveno mes, tienen lugar las etapas de balbuceo. A los 9 meses aparecen las primeras
vocales claramente pronunciadas. Los sonidos similares a palabras (primeras consonantes) aparecen hacia los
12 meses y tienen un significado hacia los 18 meses.
Utilizan frases de una y dos palabras para expresar un significado. Las primeras palabras suelen ser nombres
de objetos y descripciones de acciones, por ejemplo papá, agua. A partir de los 18 meses de edad la
adquisición de un lenguaje complejo es muy rápida. A los 2 años y medio ya es posible para el niño la
combinación de dos palabras.
El dominio completo de todos los sonidos simples y sus combinaciones es de esperar que se produzca antes de
los 7 años.
Desarrollo motor
Es un aspecto importantísimo en el desarrollo global del niño, y el que más modificaciones tiene en los dos
primeros años de vida.
Las etapas principales de la locomoción son: reptar (propulsarse utilizando sólo los brazos), gatear
(propulsarse con las manos y las rodillas) y caminar. Un niño anda entre los 13 y los 15 meses de edad de
promedio.
En el tercer año de vida, el niño anda con seguridad, puede acelerar o moderar la marcha, cambiar de
dirección y detenerse a su voluntad. Sube y baja escaleras apoyado en una mano o bien puede prescindir del
apoyo manual.
La preferencia lateral aparece en algunos niños antes de los 2 años; sin embargo, y por lo general, se produce
entre los 3 y los 6 años.
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Desarrollo emocional
El vínculo consiste en una unión psicológica entre el niño y la persona que lo cuida, por lo general su madre.
El llanto y la risa ponen en contacto a los niños con quienes lo cuidan. Este vínculo proporciona una base
emocional segura, a partir de la cual se desarrollan las relaciones maduras. Las investigaciones demuestran
que un vínculo inadecuado impide el desarrollo social y emocional a lo largo de la vida; por ejemplo, si un
niño es separado de su madre y, tras esa situación no establece un vínculo seguro, se perturbará su desarrollo
posterior.
Es probable que sucesos traumáticos que se producen durante la infancia, tales como los abusos físicos o la
malnutrición, afecten al desarrollo y al comportamiento de una forma negativa. Experiencias menos extremas
también tienen su influencia, pero sus efectos pueden ser temporales y menos llamativos. Se ha demostrado
que las primeras experiencias influyen en las actitudes hacia el proceso de aprendizaje, en el concepto que el
niño tiene de sí mismo, y en la capacidad para formar y mantener relaciones sociales y emocionales en el
futuro.
A medida que el niño va madurando y consiguiendo nuevas adquisiciones, se va socializando e
independizando en sus hábitos sociales y de convivencia.
BIBLIOGRAFIA
− Laura E. Berk. Desarrollo del niño y del adolescente.
− Ministerio de Educación y Ciencia. El niño de 0 a 18 meses.
Ed. Vicens Vives.
− A. Gesel. Psicología evolutiva de 1 a 11 años.
− Enciclopedia Encarta'99.
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