Educación de las personas mayores

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CAPÃ TULO 13
LA EDUCACIÃ N DE LAS PERSONAS MAYORES
1. Concepto y denominación de vejez
Es difÃ−cil establecer cuándo se inicia la tercera edad, ya que es más una cuestión de aptitudes y de
actitudes que de ubicación cronológica donde concurren dimensiones biológicas, psicológicas y sociales.
Es lo que pudiéramos denominar tercera edad decretada», que marca socialmente el comienzo de la
tercera edad con la jubilación. La edad cronológica sirve, cuando más, como marcador de una edad
«objetiva». La edad cronológica y el proceso de envejecimiento son fenómenos paralelos; pero no sólo
es la edad, sino también el «cómo se vive» lo que contribuye ala causalidad del proceso.
El envejecimiento cronológico es uno de los mitos, o tópicos enraizados en nuestro contexto cultural que es
necesario desterrar, pues es un concepto simplista de la vejez y que influye en muchas personas mayores, que,
al cumplir 65 años, consideran que forman ya parte de esta categorÃ−a social de viejos.
-Biológico. La edad biológica corresponde a etapas en el proceso de envejecimiento biológico. AsÃ−, nos
encontramos todavÃ−a con que muchas personas asocian vejez a enfermedad, a involución, a estancamiento.
La vida biográfica sigue un camino diferente de decrecimiento, un camino que no es un pasivo para la
sociedad. El activo de la tercera edad es, pues, un activo cualitativo y no cuantitativo. El error fundamental es
reducir la vida a cantidad, a parámetros cuantitativos, ya que la vida no es sólo cantidad. Es decir, el
proceso de envejecimiento no es sólo un fenómeno biológico, sino también humano y social.
-La vejez como etapa vital. Un asunto relacionado con la definición de vejez es qué término es el más
apropiado para usar cuando estemos hablando de personas de esta edad. «Viejos», «mayores»,
«ancianos», «adulto mayor», «de la edad de oro», «tercera edad» o «persona mayor». 50) va
dejando paso al término «persona mayor».
Al definir la «tercera edad», o la «vejez», nos encontramos que bajo estas expresiones no se encuentra
un grupo social homogéneo y estable. Por eso, podemos afirmar que hay «muchas terceras edades», y
cuando trabajamos con mayores es necesario conocer con qué tercera edad trabajamos.
2. Mitos y estereotipos sobre la vejez
Es un hecho suficientemente constatado que las personas formamos estereotipos por razones de economÃ−a
cognitiva (Nieto, 1994) porque éstos nos ayudan a describir, predecir y explicar nuestro entorno social.
Butler (1977), Sánchez Caro (1982), Moragas (1991 ), Fernández Ballesteros (1992) y Pinillos (1994) son
autores que han dedicado especial atención al estudio de los mitos sobre la vejez:
El mito del envejecimiento cronológico. La definición de la vejez a través de la edad cronológica ha
dado paso a una concepción individualizada de ésta. Por esto encontramos personas que se conservan con
aspecto juvenil, siendo de edad avanzada, y otras que siendo jóvenes, aparentan muchos más años.
El mito del desasimiento, descompromiso o desvinculación se basa en la falsa creencia de que la retirada
progresiva de los intereses de la vida forma parte necesariamente del proceso normal del envejecimiento. Este
mito favorece la reducción de los contactos sociales, de las relaciones interpersonales, algo esencial en
nuestra vida, y pieza clave en el proceso de envejecimiento si se pretende alcanzar una plena realización
personal. Este mito está basado en el modelo deficitario» de la vejez.
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El envejecimiento existe, pero no es una enfermedad, ni tiene que ser limitativo. Pero la experiencia
demuestra que muchas personas viven o han vivido esta última etapa de la vida en una dimensión
posibilitadora, con plenitud, equilibrio, júbilo, paz y bienestar personal.
El mito de la sobrevaloración de la juventud sostiene que, ante el avance de los jóvenes, las personas
mayores deben retirarse de jugar un papel constructivo en la sociedad, deben descansar de la labor realizada y
olvidarse de iniciativas; hay muchos mayores que dicen: «yo ya he vivido la vida, hay que dejar paso a los
jóvenes».
3. TeorÃ−as sobre la vejez
Las polÃ−ticas y las intervenciones sociales, consideradas en sus diversas dimensiones, y dirigidas a las
personas mayores, vienen en gran parte modeladas e influidas por las teorÃ−as sobre la vejez que se han ido
formulando en el tiempo.
-TeorÃ−a de la desvinculación intrÃ−nseca de relaciones. Se ha considerado, equivocadamente, que las
personas mayores satisfacen sus necesidades psicológicas y sociales en forma semejante a como lo han
hecho en su edad adulta, y que la disminución o abandono de los compromisos e implicaciones sociales en la
vejez es, ante todo, el resultado del rechazo que la sociedad manifiesta hacia ellos, condenándolos en contra
de su voluntad a desempeñar un rol social meramente pasivo.
-TeorÃ−a de la actividad. La carencia de actividad supone apatÃ−a, pesimismo, desgracia, y la edad no debe
ser considerada negativamente, ya que es mucha la experiencia que el anciano ha ido acumulando J que las
generaciones mayores pueden transmitir a los más jóvenes.
En la sociedad postindustrial, el rol del anciano permanece indefinido, y esta falta de definición de un rol
social para el anciano influye en la dificultad de los individuos para otorgar un sentido pleno a la vida durante
la vejez.
-TeorÃ−a de la continuidad.
Para los defensores de la teorÃ−a de la continuidad, la conducta personal adquirida y elaborada durante toda
la vida continúa en la etapa de la vejez, siendo el mejor Ã−ndice de predicción del comportamiento de un
individuo durante la vejez el tener conocimiento de su vida anterior.
-TeorÃ−a del contexto social. El comportamiento a lo largo del perÃ−odo de la tercera edad depende de
ciertas condiciones biológicas y sociales (Gubrium, 1973). Esta teorÃ−a sostiene que la tercera edad
constituye, de hecho, un grupo aparte. En opinión de Rose (1968), las caracterÃ−sticas comunes de las
personas que constituyen este estrato social, junto con su aislamiento, explican que formen tal grupo social
aparte. Incluso dentro del sector social de la tercera edad, pueden formarse subgrupos en función de sus
apetencias, concepción de la vida, etc.
Actualmente proliferan asociaciones de ancianos cuya organización y funcionamiento son muy
heterogéneos, pero que están motivados por la segregación social que padecen. La pertenencia a algún
tipo de asociación puede suponer para el individuo anciano un acicate para contribuir a la aceptación social
del colectivo de la tercera edad (Lehr, 1980, pp.) las personas mayores, como los jóvenes, elegirán las
combinaciones y las actividades que les ofrecen el mayor desarrollo personal y que están más en
consonancia con sus valores y patrones de autoconcepto. La vejez no nivela las diferencias individuales,
excepto, quizás, los momentos ya casi finales de la vida.
Salud, Servicios Sociales, Cultura y Ocio y Participación son áreas del Plan Gerontológico cuya puesta en
marcha exige y reclama un espacio profesional para el educador social especializado en tercera edad. y analiza
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en qué medida los servicios sociales y las polÃ−ticas de vejez puestas en marcha responden a las
necesidades de los ancianos o deben cambiar su funcionamiento... propios de cada Comunidad y se está
poniendo en marcha el Plan Gerontológico presentado por el Instituto Nacional de Servicios Sociales.
4. Ejes de las polÃ−ticas dirigidas a las personas mayores y espacios profesionales del educador social
4.1. Salud y autocuidado
La salud, como el estado de bienestar fÃ−sico, psicológico, social y espiritual, que permite a las personas
realizar sus actividades diarias con un máximo de eficiencia y autonomÃ−a, es uno de los grandes ejes de la
polÃ−tica dirigida a los mayores. Hay muchos factores que influyen en el estado de salud, algunos muy
complejos -que no pueden ser controlados por las personas- y otros que sÃ− pueden modificarse con acciones
determinadas, como los hábitos de vida, que están relacionados con la promoción y mantenimiento de la
salud. Ã stos, en cierta forma, rigen nuestra vida y constituyen una base importante sobre la cual se construye
la salud: la forma de vida que se adopte determina, en gran parte, el nivel de salud que tenemos.
El cuidado de la salud es importante en cualquier etapa de la vida y más aún en la edad avanzada. No
porque el envejecimiento sea sinónimo de enfermedad, sino porque en esta edad las personas tienen mayor
riesgo de enfermar, ya que son más frágiles al disminuir su capacidad de adaptación a las agresiones del
ambiente externo o interno.
La finalidad de la educación para la salud es conseguir un aumento del nivel de cultura sanitaria tanto de la
población de tercera edad y su familia, como de la comunidad, para modificar conductas y actitudes que
influyen negativamente en la salud del mayor.
4.2. Envejecer en casa: servicio de ayuda a domicilio
Este servicio social, que se ofrece desde los servicios sociales municipales comprende dos tipos de atenciones:
a) atenciones básicas: sociales, sanitarias educativas y asistenciales, de tipo preventivo y rehabilitador, que
son cubierta por personal técnico y profesional; b) atenciones complementarias: hace compañÃ−a,
conversación, salir a pasear..., que son cubiertas por personas voluntario que el servicio de ayuda domicilio
debe ser atendido por un equipo integrado por:
-Trabajador social (coordinador).
-Educador social.
El trabajador social atiende y considera todos los aspectos que forman parte de la vida del anciano
(situación familiar, económica, sanitaria, di vivienda, relaciones sociales, etc.), concretados a través de
las siguiente actuaciones:
-Estudio social del beneficiario.
El educador social llevará a cabo la acción socioeducativa individualizada y en grupo.
El trabajo, además de ser un medio de subsistencia ofrece otra serie de elementos, como organización del
tiempo (dÃ−a, semana, año) y del espacio (lugar de trabajo), estatus, contactos sociales, actividad e
identidad personal.
De ahÃ− que el tiempo recobrado no supone, para una mayorÃ−a de personas de tercera edad, un tesoro que
venga a enriquecer su existencia, sino un interrogante desalentador. Ahora que me queda poco tiempo, tengo
demasiado tiempo libre.
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Dar contenido a ese tiempo libre consistirá en vivirlo de forma creativa, de manera que facilite la
autorrealización personal, favorezca la salud y propicie la participación en la dinámica social.
Se trata con la preparación a la jubilación de realizar con éxito una transición de objetivos vitales, del
trabajo, a otros que llenen de sentido la vida del jubilado a fin de obtener una mejor calidad de vida para
nuestra tercera edad, y éste es un proceso eminentemente educativo. Señala Pinillos ( 1994, p. 18) que el
verdadero mal de la tercera edad consiste en no preparar a la gente para tener una vida activa...
El educador social debe estar entre los profesionales implicados en el desarrollo de estos programas, como
experto en educación de adultos, animación sociocultural, dinámica de grupos, técnicas participativas,
ocio y tiempo libre, salud mental y social, etc. También otros profesionales implicados son: los médicos,
dietistas, trabajadores sociales, abogados, economistas, psicólogos, etc.
4.3. Acción pedagógico-social del educador social en los centros de dÃ−a de la tercera edad
En esta tarea, un papel importante lo juegan los llamados hogares, clubes o centros de dÃ−a para la tercera
edad, creados para desarrollar y potenciar la acción cultural y social con los mayores.
Los centros municipales de mayores son equipamientos de servicios sociales creados y sostenidos por los
diversos ayuntamientos (área de servicios sociales).
Propiciar los contactos humanos entre las personas mayores.
En los centros municipales de mayores se facilita la participación, integración y convivencia cotidiana,
asÃ− como el desarrollo de habilidades sociales y el intercambio de experiencias entre las personas mayores.
La figura profesional del educador social es fundamental y básica para conseguir y desarrollar los objetivos
propuestos en los centros de tercera edad. Nivel de formación, etc.).
Quizás la función más importante del educador social sea la de despertar el interés de los mayores por
la cultura. La participación en la vida cultural es uno de los campos de acción donde la tercera edad va a
encontrar un sentido a su tiempo libre para dar respuestas especÃ−ficas a la demanda cultural, al deseo de
saber ya la voluntad de estar al dÃ−a, que debe ser una constante en las personas que están viviendo esa
etapa.
Es muy importante que el desarrollo de actividades socioculturales para la tercera edad se haga a través de
un programa de animación sociocultural. Los ancianos en la Comunidad de Madrid (1992, p. 324) se afirma
que es necesario tener en cuenta una perspectiva generacional:
Los ancianos de hoy no son sólo las personas que tienen 65 o más años, sino que además son personas
de unas determinadas generaciones.
4.4. Acción pedagógico-social del educador social, en los centros residenciales para la tercera edad
La animación sociocultural en la residencia no tiene sentido si no forma parte de la cultura de la
organización de la propia residencia, como una empresa que genera calidad de vida. -sus programas y
actividades.
El INSERSO (1993) define las residencias como «centros que ofrecen atención integral y vivienda
permanente a personas mayores de 60 años que, por su problemática familiar, social y/o económica, no
pueden ser atendidas en sus propios domicilios y necesitan de estos servicios».
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En Residencias para personas mayores, Manual de orientación, Pilar RodrÃ−guez, coordinadora de esta
obra, define la residencia como un «centro gerontológico abierto de desarrollo personal y atención
sociosanitaria interprofesional en el que viven temporal o permanentemente personas mayores con algún
grado de dependencia" (1995, p. 39).
Este servicio, dirigido por un educador social, llevará a cabo la acción pedagógico-social en el centro a
tres niveles: con los ancianos, con el centro y con la comunidad.
Siete palabras definen lo que pretendemos conseguir con la acción educativa en la tercera edad:
AUTONOMÃ A / DESARROLLO / RELACIÃ N / PARTIPACIÃ N / CONVIVENCIA /
CREATIVIDAD y UTILIDAD. Su función de transmisora y generadora de valores sociales (Arroyo, 1984),
como la comprensión, la solidaridad, la comunicación, la responsabilidad social...
En este sentido, la labor educativa consistirÃ−a inicialmente en mejorar el conocimiento que los niños
tienen de las personas mayores, proporcionándoles información sobre las caracterÃ−sticas (biológicas,
psicológicas y sociales) de este grupo de edad. Pero también se tratarÃ−a, sobre todo, de generar en los
alumnos actitudes positivas hacia los mayores, presentando sus caracterÃ−sticas valiosas y desterrando
estereotipos y prejuicios sociales sobre la vejez.
La participación de ancianos en actividades escolares proporciona a los alumnos la posibilidad de enriquecer
sus conocimientos, de observar y contrastar una visión diferente basada en la vida, o de comprender mejor a
los mayores.
Una de las actividades que se pueden organizar con personas mayores son los TALLERES.
4.5. Actividades y consideraciones metodológicas
4.5.1. Actividades
Las actividades que se pueden realizar en centros de dÃ−a, centros culturales, aulas de tercera edad,
universidades populares, residencias y asociaciones son muy variadas y tienen que hacer frente a los peligros
en que caen algunas personas al llegar a esta etapa de la vida: pasividad, aburrimiento, soledad y aislamiento
Resumiendo: el trabajo con la tercera edad es hoy una realidad en la acción pedagógico-social y un
«desafÃ−o para la educación social en el tercer milenio».
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