De: Blanca Lopez-Puertas Gutierrez Enviado el: jueves, 24 de mayo de 2012 22:31 Para: Unidos la Vida Asunto: Rv: Testimonio A MI HIJA MARÍA PILAR Este testimonio quiero dedicárselo a mi hija M. Pilar, ya que ella fue la "autora" de mi conversión. Me llamo Blanca, estoy casada y tengo cinco hijos, 4 aquí en la tierra y una, Pilar, que ya está en el Cielo. Si tengo que contar mi testimonio, no puedo hacerlo sin pensar en ella, ya que ella fue un regalo precioso que Dios me hizo para cambiar mi vida y la de mi marido. Esto sucedió hace 10 años.Yo entonces tenía ya a mi hijo Gonzalo y estaba esperando mi segunda hija. Fue en una revisión, en el tercer mes de embarazo, cuando en una ecografía le diagnosticaron una malformación congénita, que se llama acráneo o acéfalo. Esto significa que los huesos de la parte superior del cráneo no se habían terminado de formar, con lo cual su cerebro quedaba sin protección; y según los médicos esto se hace incompatible con la vida. Recuerdo ese momento todavía. Se te viene el mundo encima de repente y no puedes ni pensar. El médico nos mandó que fuéramos al día siguiente a La Paz, donde me mirarían con un aparato ecógrafo mas potente. Creo que lo peor de esos meses de espera fue esa noche, anterior a la prueba, en la que rezaba y rezaba entre lágrimas pidiéndole al Señor un milagro. En La Paz se confirmó el diagnóstico (había un montón de médicos y estudiantes de medicina observando mi caso). El ginecólogo de La Paz (otro distinto al mio ) nos metió en una salita y nos contó la situación, así como la posible solución a nuestro problema: interrumpir el embarazo, es decir ,inducir un aborto. No sé por qué muy bien, pero desde el principio tuve claro que aunque este caso era incompatible con la vida y mi hija moriría al nacer, no iba a ser yo la que decidiese el momento de su muerte. Mi sentimiento de maternidad era muy fuerte, y lo único que les pregunté a los médicos es si mi hija sufría. Me dijeron que no. Gracias a Dios, tuve muchísimo apoyo, primero de mi marido, de mi ginecólogo y de mi Parroquia, a donde me había dirigido para recibir también consuelo. A veces pienso que si las personas mas importantes de mi vida no hubieran estado apoyándome en mi decisión, no sé que hubiera pasado. En esos momentos TODO el mundo opina: amigas, vecinos, jefe, compañeros de trabajo...y pocos son los que apoyan una decisión como esta. Parece que lo único que importa es vivir sin problemas, y si los hay, lo aconsejable es quitárselos de encima pese a quien pese, aunque ese problema sea, ni mas ni menos que tu hija. Durante los meses de espera tuve una fuerza, una alegría y una paz que no venían de mi, ni tenían sentido en esas circunstancias. Así viví mi embarazo de forma tranquila. Le hablaba a solas a mi hija, como hacemos de vez en cuando las madres embarazadas, y tuve la entereza de explicarle que ella no estaba destinada a vivir aquí...y bueno le contaba muchas cosas, y aproveché ese periodo de mi embarazo para darle todo el amor del mundo. Recuerdo ese periodo de mi vida con mucha paz y puedo decir que el sentir a mi hija crecer dentro de mi, al contrario de lo que la gente pudiera pensar, fue una experiencia que la viví con una intensidad como no he vivido ningún otro embarazo. La amé y la disfruté....y eso ahí me queda para siempre. Mi hija Pilar nació un 12 de octubre ( por eso se llama así). Vino al mundo y vivió muy poquito tiempo, lo justo para bautizarla. No he tenido nunca ningún trauma, ni depresión ni nada parecido, bien al contrario, tengo paz cada vez que la recuerdo, y siento que la tengo tan cerca, que cuando me preguntan ¿cuantos hijos tienes? respondo de inmediato: cinco. Ella ha sido un regalo en mi vida, que me ha avivado la fe, y ha cambiado mi matrimonio y la manera de ver la vida.