Edad Media: conceptos generales

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Trabajo Práctico de Ciencia Sociales
1) Definir:
a−Edad Media
b− Feudalismo
c− Vasallaje
f− cruzadas (causas y consecuencias)
2) Destacar el rol de la iglesia. ¿Cuáles son las órdenes y quién las motiva?
3) ¿Por qué era importante construir una catedral? ¿Para qué?
a) Edad media: término utilizado para referirse a un periodo de la historia europea que transcurrió
desde la desintegración del Imperio romano de Occidente, en el siglo V, hasta el siglo XV. No obstante,
las fechas anteriores no han de ser tomadas como referencias fijas: nunca ha existido una brusca
ruptura en el desarrollo cultural del continente. El término implica en su origen una parálisis del
progreso, considerando que la edad media fue un periodo de estancamiento cultural, ubicado
cronológicamente entre la gloria de la antigüedad clásica y el renacimiento. La investigación actual
tiende, no obstante, a reconocer este periodo como uno más de los que constituyen la evolución histórica
europea, con sus propios procesos críticos y de desarrollo. Se divide generalmente la edad media en tres
épocas.
b) Feudalismo: sistema contractual de relaciones políticas y militares entre los miembros de la nobleza
de Europa occidental durante la alta edad media. El feudalismo se caracterizó por la concesión de
feudos (casi siempre en forma de tierras y trabajo) a cambio de una prestación política y militar,
contrato sellado por un juramento de homenaje y fidelidad. Pero tanto el señor como el vasallo eran
hombres libres, por lo que no debe ser confundido con el régimen señorial, sistema contemporáneo de
aquél, que regulaba las relaciones entre los señores y sus campesinos. El feudalismo unía la prestación
política y militar a la posesión de tierras con el propósito de preservar a la Europa medieval de su
desintegración en innumerables señoríos independientes tras el hundimiento del Imperio Carolingio.
c) Vasallaje:
f) Cruzadas: expediciones militares realizadas por los cristianos de Europa occidental, normalmente a
petición del Papa, que comenzaron en 1095 y cuyo objetivo era recuperar Jerusalén y otros lugares de
peregrinación en Palestina, en el territorio conocido por los cristianos como Tierra Santa, que estaban
bajo control de los musulmanes. El vocablo cruzada (de `cruz', el emblema de los cruzados) se aplicó
también, especialmente en el siglo XIII, a las guerras contra los pueblos paganos, contra los herejes
cristianos y contra los enemigos políticos del Papado. Por extensión, el término se emplea para describir
cualquier guerra religiosa o política y, en ocasiones, cualquier movimiento político o moral. Así, en
España, los alzados contra el gobierno republicano en 1936 pronto denominaron a la guerra iniciada
por ellos mismos (1936−1939) Cruzada, por considerar que su objetivo era vencer el ateísmo.
Causas: El origen de las Cruzadas está enraizado en el cataclismo político que resultó de la expansión
de los Selyúcidas en el Próximo Oriente a mediados del siglo XI. La conquista de Siria y Palestina
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llevada a cabo por los Selyúcidas islámicos alarmó a los cristianos de occidente. Otros invasores turcos
también penetraron profundamente en el igualmente cristiano Imperio bizantino y sometieron a
griegos, sirios y armenios cristianos a su soberanía. Las Cruzadas fueron, en parte, una reacción a
todos estos sucesos. También fueron el resultado de la ambición de unos papas que buscaron ampliar su
poder político y religioso. Los ejércitos cruzados fueron, en cierto sentido, el brazo armado de la
política papal.
Consecuencias: La expulsión de los latinos de Tierra Santa no puso fin a los esfuerzos de los cruzados,
pero la respuesta de los reyes europeos y de la nobleza a nuevas convocatorias de Cruzadas fue débil, y
las posteriores expediciones se llevaron a cabo sin ningún éxito. Dos siglos de Cruzadas habían dejado
poca huella en Siria y Palestina, salvo numerosas iglesias, fortificaciones y una serie de impresionantes
castillos, como los de Marqab, en la costa de Siria, Montreal, en la Transjordania, el krak de los
Caballeros, cerca de Trípoli y Monfort, cerca de Haifa (Israel). Los efectos de las Cruzadas se dejaron
sentir principalmente en Europa, no en el Próximo Oriente. Los cruzados habían apuntalado el
comercio de las ciudades italianas, habían generado un interés por la exploración del Oriente y habían
establecido mercados comerciales de duradera importancia. Los experimentos del Papado y de los
monarcas europeos para obtener los recursos monetarios para financiar las Cruzadas condujeron al
desarrollo de sistemas de impuestos directos de tipo general, que tuvieron consecuencias a largo plazo
para la estructura fiscal de los estados europeos. Aunque los estados latinos en el Oriente tuvieron una
corta vida, la experiencia de los cruzados estableció unos mecanismos que generaciones posteriores de
europeos usarían y mejorarían, al colonizar los territorios descubiertos por los exploradores de los
siglos XV y XVI.
2) La única institución europea con carácter universal fue la Iglesia, pero incluso en ella se había
producido una fragmentación de la autoridad. Todo el poder en el seno de la jerarquía eclesiástica
estaba en las manos de los obispos de cada región. El papa tenía una cierta preeminencia basada en el
hecho de ser sucesor de san Pedro, primer obispo de Roma, a quien Cristo le había otorgado la máxima
autoridad eclesiástica. No obstante, la elaborada maquinaria del gobierno eclesiástico y la idea de una
Iglesia encabezada por el papa no se desarrollarían hasta pasados 500 años. La Iglesia se veía a sí
misma como una comunidad espiritual de creyentes cristianos, exiliados del reino de Dios, que
aguardaba en un mundo hostil el día de la salvación. Los miembros más destacados de esta comunidad
se hallaban en los monasterios, diseminados por toda Europa y alejados de la jerarquía eclesiástica.
En el seno de la Iglesia hubo tendencias que aspiraban a unificar los rituales, el calendario y las reglas
monásticas, opuestas a la desintegración y al desarrollo local. Al lado de estas medidas administrativas
se conservaba la tradición cultural del Imperio romano. En el siglo IX, la llegada al poder de la dinastía
Carolingia supuso el inicio de una nueva unidad europea basada en el legado romano, puesto que el
poder político del emperador Carlomagno dependió de reformas administrativas en las que utilizó
materiales, métodos y objetivos del extinto mundo romano.
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