Almansa

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ALMANSA
Situada a 79 Km , al este de la capital en la N−430, Almansa es una población de remotos orígenes y se puede
afirmar que en época musulmana ya era una localidad de cierta importancia. Es probable que hacia 1241, año
de ocupación de Chinchilla, Almansa se entregara al príncipe don Alfonso, en época de Fernando III. Tras
diversas circunstancias, como toda la zona, entró a formar parte del señorío del infante don Manuel, y después
de su hijo don Juan Manuel, quien concedería numerosos privilegios y mercedes a esta villa, ratificados por
distintos monarcas castellanos y aún continuados por los marqueses de Villena, los de Aragón y los Pacheco.
En 1476, Almansa ya se ha incorporado definitivamente a la Corona de los Reyes Católicos como otras
poblaciones del marquesado.
Es sabido que en las cercanías de esta localidad se libró una importante batalla en 1707, durante la Guerra de
Sucesión, decisiva para el asentamiento de Felipe V en el Trono de España. En conmemoración de ella se
levantó, en el siglo XVIII, un monumento en forma de pirámide hoy no conservado. Desde 1778 y por merced
de Carlos III esta antigua villa pasó a titularse Ciudad.
El urbanismo de esta población viene configurado, principalmente, por toda una serie de callejuelas que
circunvalan la enorme roca que está coronada por su célebre castillo. Está declarado conjunto
histórico−artistico. Lo más característico del perfil de la ciudad es el castillo, espectacularmente erguido sobre
el llano, el mejor conservado de la provincia.
Sin duda sobre fortificaciones anteriores, levantó don Juan Manuel su fortaleza en el siglo XIV. Así lo indican
algunos documentos publicados por Aurelio Pretel. En uno de ellos, el 1338, sobre el aprovechamiento de
aguas de Alpera, se establecen varias penas que, en todo o en parte se habían de destinar para el castillo de
Almansa. Después en 1346, cuando don Juan Manuel hace merced al concejo de Almansa de tierras de riego
de su posesión y del agua que le correspondía, pide a cambio:
"que me dedes [...] para ayudar a labrar el mio castillo de aqui de Almansa, tres mil maravedis [...] Et que
[...] los dedes a Ruy Martinez mio criado y vuestro vezino que los tiene que recabdar para la dicha obra del
dicho castillo..."
Comparando ambos textos pudiera ser que el primero se refiera a fortificaciones existentes con anterioridad y
que después en 1346 se iniciarán sobre aquellas las obras de un nuevo castillo. Sin embargo, su aspecto actual
corresponderá a la época de don Juan Pacheco, marqués de Villena cuyas armas aparecen en las claves de las
bóvedas de crucería sencilla de su torre del homenaje.
La parroquia de la Asunción es el resultado de varias etapas constructivas, desde el siglo XVI al XIX. Su
interior es neoclásico con nave única y cabecera semicircular con columnas corintias, lo que le da un aire muy
francés y recuerda la Capilla Real de Versalles. Las capillas laterales, de planta rectangular góticas alguna
incluso con pilares helicoidales. La portada, a los pies del templo, es de concepción renacentista y se halla
cobijada bajo un amplio arco. Una única torre de ladrillo visto, barroca de la segunda mitad del siglo XVIII, se
alza en la fachada en el lado del evangelio. En ese mismo lateral está capilla del Sagrario o de la comunión, de
planta de cruz latina y cúpula en el crucero y con portada enteramente rococó finamente labrada. Toda esta
variedad estilística nos habla de las vicisitudes históricas de su edificación. En la primitiva construcción,
decidida en 1524, intervendrían, según Pereda Hernández, los maestros Marquino, Pedro, Juan de Aranguren
y Juanes de Segura, que levantarían un templo de nave única con capillas laterales, de tipo
gótico−renacentista. La portada, de dos cuerpos, más finos de talla inferior −con un relieve de la Anunciación
, más tosco éste, ya de principios del siglo XVII. A fines del siglo XVIII comenzaría a renovarse totalmente el
aspecto interior en el sentido indicado bajo los proyectos de Bartolomé de Rivelles.
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Junto a la iglesia, en una placita se alza el Palacio de los Condes de Cirat, llamado también la casa Grande,
de especial interés en su fachada con un acusado carácter manierista en todos sus detalles. Ofrece dos Cuerpos
con columnas fajadas y almohadilladas en alternancia que parecen sacadas de tratados de arquitectura
italianos, en especial de Sebastiano Serlio. El primer cuerpo enmarca la puerta y el segundo un gran escudo
con niños tenantes y dos grandes figuras toscamente talladas rematado todo ello por un frontón triangular. La
decoración almohadillada se prolonga a las dos ventanas laterales. Pérez Sánchez relaciona la decoración de
esta fachada con la obra del gienense Francisco del Castillo.
El patio interior es enormemente armónico, de planta cuadrada y tres arcos por frente sostenidos por columnas
jónicas en los dos cuerpos que ofrece. En las enjutas de los arcos cueros.
En la plaza de San Agustín, cercana a la iglesia, se encuentra el Convento de las Agustinas, cuyo templo se
reconstruyó al inicio del siglo XVIII según trazas de Juan Fauquet; el interior es de una nave con capillas
laterales y coro alto −en clausura− a los pies crucero con cúpula y cabecera plana. De fino dibujo y hechura es
su portada, donde consta la inscripción de 1704.El esquema es sencillo; el vano rectangular enmarcado por
dos columnas, salomónicas sobre pedestales, que sostienen un entablamento que se quiebra con un gran florón
pinjante central. El segundo cuerpo ofrece un alto−relieve de temática eucarística delimitado por dos pilastras
esviadas. Toda la decoración de hojas carnosas ciertamente recuerda la de los retablos, como el del antiguo
convento de Justinianas de Albacete.
El Convento de San Francisco es una sencilla construcción barroca (siglos XVII y XVIII) con una sobria
iglesia de planta rectangular con capiteles laterales; aneja a ella, al lado de la epístola hay una amplia capilla
con exuberante decoración en barro. El claustro es muy sencillo.
Otras edificaciones civiles, de sobrias fachadas, se levantan en torno a la iglesia (Casas de Montortal y de los
Enriquez de Navarra). De noble aspecto es también, el antiguo posito, hoy casa de Cultura, adornada con
labras heráldicas, en la plaza de San Agustín. El ayuntamiento neoclásico, presente en su cuerpo bajo una
galería porticada de sobrio diseño. En el se guarda el llamado Cristo de las Batallas que, según la tradición se
encontró en 1707 en el campo de batalla. Separada del edificio está la torre del reloj municipal con precioso
escudo rococó de la ciudad.
El Teatro Principal se encuentra ubicado en la esquina de la calle Cervantes con la calle Federico García
Lorca. No se conoce documentación sobre el edificio si bien desde el principio su uso fue de teatro. Consta de
dos partes diferenciadas: una como sala de representación y otra de carácter mixto (bar, asios, accesos, etc). A
las afueras de la población todavía se mantiene la pequeña ermita de San Blas, del siglo XVIII, de planta
centrada, con cúpula de perfil levantino y rica decoración interior.
A pocos kilómetros de Almansa se encuentra el Santuario de Nuestra Señora de Belén, patrona de la
población. En él destaca la sencilla ermita barroca, levantada en el siglo XVII, de planta rectangular, coro alto
a los pies y magnifico retablo de principios del XVIII; es interesante el camarín construido en ese mismo
siglo, con cúpula y vistosas pinturas murales y pavimento de buena azulejería. Las construcciones anejas son
esencialmente de la misma época dieciochesca.
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