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Participación ciudadana y movimientos sociales
Dr. Luis Héctor Serra Vázquez∗
Resumen
El objetivo de este artículo es contribuir al análisis sociológico sobre el fenómeno de la
participación política ciudadana y los movimientos sociales, retomando críticamente la
categoría filosófica y sociológica de la “praxis” desde una realidad centroamericana.
Define la participación política como una actividad práctica y reflexiva de reproducción
y transformación de la realidad social, al mismo tiempo que desarrolla la identidad y la
capacidad de autogestión del sujeto social. Destaca el rol de los movimientos sociales y
organizaciones civiles como fuerzas claves del cambio social. Sin embargo, la
representatividad y eficacia de los movimientos y organizaciones sociales están
íntimamente vinculadas al tipo de relaciones establecidas entre líderes y miembros, su
modelo organizativo y el grado de autonomía con otras instituciones como los partidos,
el gobierno y las ONGs.
Abstract
Introducción
El concepto de participación ciudadana es ampliamente utilizado en la actualidad por parte
de diversos agentes sociales, particularmente por los partidos políticos, las organizaciones
sociales, los medios de comunicación, las instituciones de desarrollo, centros educativos e
institutos de investigación. Tal diversidad de usos y abusos conlleva obviamente a una
ambigüedad e imprecisión del concepto de participación política o ciudadana que dificulta
identificar el fenómeno, poder estudiarlo científicamente y luego plantear alternativas
fundamentadas para contribuir a un proceso real de democratización en nuestros países.
El objetivo de este artículo es contribuir a una conceptualización, un análisis teórico y
planteamiento de hipótesis sobre el fenómeno de la participación política ciudadana y los
movimientos sociales, retomando críticamente la categoría filosófica y sociológica de la
“praxis” desde una realidad centroamericana. Así definimos la participación política como
una actividad práctica y reflexiva de reproducción y transformación de la realidad social, al
mismo tiempo que desarrolla la identidad colectiva y la capacidad de autogestión del actor
o sujeto social.
Esta definición de la participación política nos permite superar un doble riesgo en el
análisis y en la práctica: recaer en los enfoques voluntaristas predominantes en la
Centroamérica de los 80s entre muchos cientistas sociales y políticos que
∗
Doctor en Sociología, Université de Louvain, Bélgica, 1990. Director del Departamento de
Ciencias Sociales, UCA, Managua.
sobredimensionaban la capacidad de transformación/creación de los actores sociales
promoviendo su movilización, y por otro lado, los enfoques estructuralistas de los 90s que
enfatizan la determinación rígida de los actores sociales y políticos por factores
“inevitables” como el mercado globalizante, nuestra ubicación dentro del espacio
geopolítico USA o rasgos culturales heredados e inmodificables.... lo cual promueve el
fatalismo y la apatía ciudadana que son el campo fértil para un caudillismo mesiánico que
obstaculiza el proceso de democratización de Nicaragua.
Los movimientos sociales constituyen, en el mundo contemporáneo, unas fuerzas claves del
cambio social y unas instancias aglutinadoras de participación ciudadana en países con
distintos nivel de desarrollo y culturas políticas. Paralelamente a la reducción del rol estatal
conforme el credo neoliberal predominante en el mundo globalizado y a la inoperancia de
los partidos políticos como intermediarios de las demandas ciudadanas1, se ha dinamizado
la sociedad civil en la promoción de sus derechos y sus intereses a través de nuevos sujetos,
tales como los movimientos y organizaciones sociales.
Por estas razones, el Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad
Centroamericana (UCA Managua) ha asumido como eje temático de las carreras de
Sociología y Trabajo Social y Gestión del Desarrollo a la participación de los actores
sociales en el desarrollo humano sostenible de Nicaragua a fin de contribuir a su estudio
interdisciplinario y a las propuestas de fortalecimiento. Este artículo trata de contribuir a
este proceso de investigación social, aplicada, crítica y propositiva, de la participación
ciudadana en los movimientos y organizaciones sociales en Nicaragua y en América Latina.
Breves antecedentes teóricos
El concepto de praxis responde a la pregunta filosófica sobre la naturaleza de la realidad
social y humana, mostrándola como un proceso dinámico de producción social que es
también una auto-producción de los seres humanos como sujetos individuales y colectivos,
proceso enmarcado en ciertas estructuras sociales y en un contexto temporal específico.
Etimológicamente, el concepto de "praxis" significaba en Grecia clásica una "acción,
quehacer, transacción", era una actividad práctica opuesta a la actividad contemplativa,
especulativa o "teoría". Los filósofos griegos clásicos han separado claramente la teoría y la
práctica, así Aristóteles consideraba a la primera como la comprensión de las esencias
guiadas por la "razón teórica", mientras que la praxis política responde a la "razón práctica"
y su objeto son las acciones humanas con el fin de orientarlas; y la praxis productiva era un
conocimiento técnico instrumental que correspondía los artesanos.
En el medioevo europeo, se mantuvo la oposición entre práctica y contemplación pero con
un sentido diferente marcado por el catolicismo: la contemplación era la búsqueda de Dios
y no de la comprensión de la verdad, y la práctica productiva era un castigo divino que
podía ser vía de salvación si se observaban las reglas de la moral. La praxis política era
negada en la teoría y en la realidad de una sociedad piramidal, salvo como derecho de los
señores feudales y los jerarcas eclesiales.
Esta situación cambió con el "Renacimiento" europeo donde surge la “Modernidad”
occidental resaltando el papel activo del hombre en el conocimiento y transformación de la
naturaleza y de la sociedad. Paralelamente al desarrollo del capitalismo, de las ciencias
naturales y de la economía política, se consolidó la revaloración de la praxis productiva, en
unidad con el pensamiento científico y filosófico, en la tarea de conocer y transformar la
naturaleza de acuerdo a las necesidades humanas. Así mismo, el proceso de luchas sociales
contra el sistema feudal y el desarrollo de la teoría política confluyeron en señalar el
importante rol que juega la praxis política en la transformación social.
El concepto de "praxis" es retomado en la filosofía alemana moderna a partir de A.Von
Cieszkwaski, M. Hess y H.Hegel quienes la conceptualizaban como "acción consciente de
sí", pero manteniendo una separación entre praxis y teoría, y considerando que la teoría
debe trazar los fines que la práctica aplique. Marx desarrolló más ampliamente el concepto
de la praxis enfocada como la actividad material de los seres humanos y las relaciones
materiales que ellos/as establecen entre sí al interior de un grupo social. La praxis fue
definida como una actividad práctico-crítica, es decir que posee un carácter real y objetivo,
así como un carácter consciente y subjetivo. En sus escritos Marx distingue dos tipos de
praxis, la praxis productiva ligada a la transformación social de la naturaleza, y la praxis
política revolucionaria cuyo fin es la superación del sistema capitalista. A través de sus
escritos la categoría de praxis adquiere múltiples dimensiones: antropológicamente, el
hombre aparece como un ser productor de la realidad social, el hombre es en y por la
praxis; gnoselógicamente, la praxis es el fundamento, criterio de verdad y fin del
conocimiento; ontológicamente, el concepto de praxis trata de superar los dualismos
filosóficos entre hombre-naturaleza, sujeto-objeto, individuo-sociedad, pensamiento-ser
(Marx, 1975).
Sin embargo la categoría de praxis en el pensamiento marxista ha sido objeto de largos
debates y críticas, especialmente contra la supuesta determinación económica de la praxis
política, el carácter privilegiado del proletariado como sujeto de la praxis revolucionaria, y
la necesidad de la transmisión de la teoría política revolucionaria por un partido de
vanguardia que dirige a los movimientos sociales, así mismo se ha criticado la concepción
de F. Engels de una praxis social determinada por las leyes inmanentes a la naturaleza y a
la sociedad, sin dejar espacio de transformación a los actores sociales.
La praxis social: unidad de conciencia y acción
Consideramos que la categoría teórica de la praxis posee una relevancia heurística y
hermenéutica para el análisis sociológico actual de la participación ciudadana. Como guía
para la investigación, el concepto de praxis conduce a estudiar la interrelación entre la
actividad material de un actor social y sus fenómenos subjetivos. A nivel interpretativo, el
concepto de praxis nos evita caer en una explicación meramente estructuralista y de “larga
duración” de la realidad social, así como en su opuesto, una visión voluntarista o
coyuntural.
Definimos la praxis como la actividad humana objetiva y subjetiva de transformación del
mundo y de autoconstitución. Es decir que la praxis comprende simultáneamente un doble
aspecto:
• una actividad práctica, material, objetiva, capaz de modificar una materia prima natural o
social y que resulta en objetos que cobran independencia respecto del sujeto,
• y una actividad mental, ideal, teórica o subjetiva compuesta por conceptos, valores, fines,
creencias y normas que orientan la práctica.
¿Cuál es la relación entre los aspectos subjetivos y objetivos de la praxis? A nuestro juicio
el concepto de praxis significa la existencia de una unidad dialéctica entre ambos
aspectos, pero no pueden reducirse a una identidad. Es decir que existe un margen de
autonomía relativa, y su contracara, un margen de interdependencia. Ambos pueden asumir
indistintamente los roles de determinante y determinado, lo que significa rechazar las
concepciones que oponen radicalmente ambos aspectos, o que reducen la teoría a la
práctica (pragmatismo), o ven la práctica como simple aplicación del pensamiento
(idealismo), o consideran que la mera teoría es praxis (teoricismo)
La interdependencia es evidente: la actividad práctica necesita, siquiera un mínimo
conocimiento de la realidad, de los medios a utilizar, así como ciertos fines u objetivos
propuestos por la conciencia, y cierta intencionalidad basada en valores y afectos. Esto se
denomina a veces las "funciones" de la conciencia social: interpretar la realidad, organizar
y legitimar las relaciones sociales, y orientar la práctica. Por otro lado, la práctica social
constituye la fuente del conocimiento y el horizonte de su desarrollo, así como de los
aspectos efectivos y éticos. La práctica modifica lo ideal ante las exigencias de la realidad y
constituye su criterio de verdad, como señala el maestro Sánchez Vázquez: "Ajustar
mutuamente la una a la otra, y avanzando por vías distintas hacia el final del proceso, de
hipótesis en hipótesis la actividad teórica, y de ensayo en ensayo la actividad práctica,
ambas convergen en el producto, objetivo o resultado real" (Vázquez, 1980, p.199).
La autonomía relativa entre los dos aspectos de la praxis existe en la medida en la actividad
práctica y la actividad ideal son capaces de reproducirse y producirse de manera
independiente. Por ejemplo, la autonomía relativa del aspecto subjetivo se muestra en la
capacidad de producir modelos teóricos hipotéticos ajenos a la realidad y quizás
prácticamente irrealizables, por ej., la teoría tradicional del desarrollo y la modernización.
El ejemplo inverso sería una práctica mecánica, repetitiva, automática ajena a toda
intención, afecto o análisis crítico, por ej., procesiones rituales o movilizaciones obligadas.
Por último, hay que resaltar que la praxis conlleva dos resultados inseparables, la
transformación de la naturaleza y de las relaciones sociales, al mismo tiempo que se
desarrolla la capacidad física mental, objetiva y subjetiva del sujeto social.
El campo político de una sociedad
Podemos clasificar la praxis social general de todo individuo y actor colectivo, de acuerdo
a la naturaleza peculiar de los diversos "campos" o dimensiones de la vida humana, tales
como praxis artística, la praxis productiva, praxis religiosa, la praxis política. Esto implica
que debemos conceptuar "lo político" como una dimensión o campo específico de la vida
social, el cual se distingue generalmente de "la política" como actividad de los actores
políticos.
En la Grecia clásica, lo político era campo de la acción colectiva, la dimensión pública de
la vida social, la esfera de la "polis" donde participan los ciudadanos en las decisiones
concernientes a los asuntos sociales. Para Marx, lo político constituye el campo de las
luchas de dominación y de liberación entre las clases sociales. Por su parte, Bourdieu
define el "campo político" como un espacio de competencia por el poder y lo describe de
forma análoga al mercado económico: una relación de oferta de "productos políticos" como
programas, conceptos, problemas, que realiza un grupo de profesionales de lo político, y
una demanda de esos bienes por los ciudadanos que carecen de la posibilidad de producir
políticamente. Entonces hay una competencia entre los profesionales por aumentar su
clientela, pero también hay una solidaridad entre ellos frente a quienes desean destruir las
reglas del juego (Bourdieu, 1981).
Desde un enfoque antropológico, Balandier señala la dificultad de diferenciar el campo
político del económico y cultural, especialmente en sociedades pre-capitalistas, donde las
relaciones sociales son multifuncionales. Balandier considera que lo distintivo de lo
político es la existencia de un poder definido como la capacidad de un actor social de
dirigir a otros actores sociales. Las relaciones políticas son relaciones de ejercicio del poder
con el fin de mantener el orden interno y evitar la amenaza externa. Esta definición de lo
político es cercana a la concepción funcionalista que lo considera como sistema dedicado a
la integración y la adaptación social mediante el empleo legítimo de la coacción. Por otro
lado, un enfoque exclusivo en las relaciones de poder como rasgo definitorio de lo político,
puede conducir a una conceptualización simplista que llevaría a encontrar lo político en
todos los ámbitos de la vida social.
N. Poulantzas considera lo político como una estructura donde se condensan las
contradicciones sociales, la cual está determinada en "última instancia" por la estructura
económica. Lo político cumple una función de cohesión y organización social, y se
confunde, en Poulantzas, con el estado que comprende los aparatos represivos e
ideológicos. Por su parte, Gramsci adopta una concepción amplia de lo político, no
reductible al ámbito de la "sociedad política" o estado, ya que incluye los elementos e
instituciones de la "sociedad civil" que sirven para imponer o contradecir la hegemonía de
una clase social. Esta concepción gramsciana ha sido criticada por su tendencia al "panpoliticismo" (todo es político) y por su reducción de los sujetos políticos hegemónicos a
una clase social definida por la estructura económica (Weiner, 1981).
En definitiva, nosotros consideramos el campo político como dimensión específica de la
vida social donde sujetos colectivos compiten o concuerdan sobre las decisiones
concernientes a los asuntos comunes. Este campo político es entonces el medio social de
concurrencia o de lucha por el poder de dirección y organización social. Este medio social
se materializa en relaciones sociales, instituciones, simbologías, ideologías... que pueden
pertenecer simultáneamente a otras dimensiones de la vida social: lo económico, lo
simbólico, lo religioso, lo artístico, lo étnico, lo familiar, etc. No puede establecerse una
propiedad ontológica entre diversas dimensiones de manera válida para toda formación
social. Lo político es una dimensión social particularmente dinámica dependiendo de la
praxis política de los actores colectivos. Ciertamente, los actores dominantes han tratado
siempre de congelar este dinamismo en una red o sistema de relaciones sociales de poder
que permita la reproducción del status quo. Pero es igualmente cierto que los actores
dominados han seguido una lógica inversa.
La participación política: componentes objetivos y subjetivos
Hechas las precisiones anteriores, podemos definir la participación política o participación
ciudadana2 como una actividad humana objetiva y subjetiva de transformación de la
realidad social y de fortalecimiento de un sujeto colectivo. Es decir, la participación
política es aquella praxis realizada en una dimensión específica de la vida social: el campo
político. Es una actividad humana donde hay una unidad dialéctica entre el aspecto
subjetivo o conciencia política, y el aspecto objetivo o práctica política, es decir una
interrelación necesaria entre la constitución del sujeto colectivo y la transformación sociopolítica.
Tal como vimos anteriormente el aspecto objetivo se refiere a los actos de un sujeto
humano activo que modifica una realidad social independiente de su conciencia subjetiva, y
que resulta en unos productos también independientes del sujeto. En el aspecto subjetivo
distinguimos analíticamente cuatro dimensiones interrelacionadas:
una dimensión cognitiva compuesta por conceptos, teorías, representaciones,
una dimensión intencional conformada por fines, metas y proyectos de vida,
una dimensión afectiva de sentimientos, creencias e intuiciones
y una dimensión ética conformada por valores y normas que los actores sociales
producen y reproducen en sus relaciones sociales.
En resumen, el aspecto subjetivo de la praxis comprende el conjunto interrelacionado de las
dimensiones cognitiva, afectiva, ética e intencional, que podría englobarse bajo el concepto
de "conciencia social" de un actor o sujeto individual o colectivo. Entendida como una
realidad polifacética, dinámica, e íntimamente vinculada a la práctica social. El estudio de
estas cuatro dimensiones subjetivas en sus características y su dinámica nos permitirá
comprender mejor el surgimiento y la evolución de los actores sociales. Una participación
ciudadana integral supone la potenciación de todas esas dimensiones subjetivas de forma
paralela a la acción colectiva, por el contrario una participación limitada ocurre cuando
solo se activa una dimensión, por ej., la movilización por vinculación afectiva a un líder
carismático o un “compadre”, pero careciendo de información y de acordar objetivos de
lucha.
Se pueden distinguir diferentes niveles o tipos de praxis según el grado de desarrollo de sus
aspectos objetivos y subjetivos, según el grado de su interrelación, y de acuerdo al carácter
de la transformación de la realidad. Una tipología basada en esos criterios y con un fin
heurístico y didáctico, permite establecer los siguientes tipos o niveles dicotómicos:
Participación reflexiva
Participación espontánea
Se caracteriza por una débil interrelación
entre lo ideal y lo material, una mínima
elaboración subjetiva (fines, conocimiento
de la realidad, autoconciencia de valores) y
una actividad práctica errática.
Se define por tener una interrelación fuerte
entre lo ideal y lo material, una máxima
elaboración subjetiva y una práctica
coherente con el discurso.
Participación mecánica
Se define por una transformación de la
realidad que reproduce lo existente. La
actividad subjetiva es mínima en relación a
la práctica aceptándose acríticamente el
status quo.
Praxis creativa
Se define por la producción de algo nuevo
con una actividad subjetiva dinámica en
íntima relación con la actividad práctica,
resultando en un proceso de
autoconstrucción integral del sujeto.
La participación ciudadana en un Movimiento Social
Ciertamente, la participación política de un grupo o categoría social presupone la
superación del aislamiento individual para constituirse en un actor colectivo –sea
movimiento social o movimiento de protesta coyuntural-, que busca promover un cambio
social favorable a los intereses de sus miembros u oponerse a un cambio que los afecta. Los
movimientos sociales constituyen una forma de participación política de un grupo o
categoría social en acciones colectivas que responden a necesidades comunes,
desarrollándose una cierta identidad y conciencia de intereses comunes, diferenciados u
opuestos de otros actores sociales.
Podemos definir al MS como un actor colectivo que interviene en un proceso de cambio
social y que esta conformado por una agrupación de personas que comparten ciertos
objetivos de cambio social (o de oposición a un cambio, por ej., ecologistas vs destrucción
ambiental) que poseen una identidad colectiva y que llevan varios años de acciones
conjuntas aunque su nivel organizativo y programático sea flexible y diverso.
Los MS son facilitadores de cambios sociales, pero no son demiurgos surgidos de la nada
ya que ellos son resultado de procesos sociales de larga duración, y a su vez los MS asumen
su rol histórico de transformación y actúan para acelerar o frenar los cambios tendenciales.
Lógicamente que en sociedades estáticas por su autoritarismo omnipresente, como las
teocracias antiguas y actuales, los MS son escasos. Por el contrario, muchos teóricos
consideran que los MS son un fenómeno de la “modernidad europea” caracterizada por la
creencia en la capacidad humana de cambio social, el desarrollo científico técnico que ha
permitido la transformación de la naturaleza, el aumento de población, la urbanización, las
desigualdades y los conflictos sociales, el incremento de los medios de comunicación y
nivel educativo, y más recientemente la inoperancia del estado neoliberal, el descrédito de
los partidos políticos y la búsqueda de redes sociales frente a las tendencias individualistas
y consumistas del capitalismo tardío.
La historia de las civilizaciones muestra que las sociedades que bloquean los MS no pueden
desarrollarse de forma integral y sostenida. Indiscutiblemente los MS cumplen funciones
claves en el campo político, tales como:
La Promoción de la participación ciudadana en cambios sociales
El Debate público sobre problemas sociales y políticos
La Formación y renovación de líderazgos
La Satisfacción de las demandas de grupos sociales de base
En la Centroamérica actual, hay que destacar el rol de las redes de organizaciones civiles y
movimientos sociales en la elaboración de propuestas estratégicas de desarrollo regional,
nacional y local, especialmente luego del Huracán Mitch que reactivó estas redes de
solidaridad en atención de la emergencia y en la reconstrucción económica y social con un
enfoque de sostenibilidad ambiental a fin de prevenir las causas de fondo del impacto social
que tuvo este fenómeno natural (Samadu 2000).
Condicionantes de un movimiento social
Según las concepciones filosóficas y los paradigmas teóricos existen diversos enfoques
sobre los factores condicionantes de un MS, que podemos resumir en los siguientes
argumentos:
a)
Un primer enfoque ha considerado al MS como un acción de una multitud irracional
y emotiva, que fue sugestionada por un líder carismático
b)
Una concepción funcionalista de la realidad social, donde todos los elementos
juegan un rol similar a los órganos del cuerpo humano, considera que los MS constituyen
una reacción a una situación de desequilibrio del sistema social, una disfunción o
desviación, que se puede corregir para reestablecer el sistema (capitalista o socialista)
valorado implícitamente como la mejor sociedad posible y la definitiva
c)
Para el paradigma marxista, los MS son expresión de las contradicciones de clase,
antagónicas y secundarias, derivadas del modo de producción dominante, que en el
capitalismo serían principalmente las luchas entre los proletarios y los burgueses. Es decir
que los intereses derivados de la posición económica son determinantes de la conducta
política.
d)
Desde un enfoque psico-social, se ha planteado que en la base de un MS existe una
frustración personal fuerte por una privación de estatus socio-económico o político, es
decir porque el grupo social considera que sus condiciones de vida han empeorado y su
poder ha disminuido, sea en términos absolutos o relativos, respecto de otros grupos
sociales.
e)
Basados en una concepción racionalista de la conducta humana, otros autores
plantean que la participación ciudadana en un MS es una acción racional fundamentada
en un cálculo de costos y beneficios, recursos disponibles y oportunidades de lograr un
objetivo que individualmente no podría hacerlo. La movilización de recursos humanos y
materiales organizados eficientemente por líderes capaces, constituye un factor
condicionante clave para una corriente sociológica. Este enfoque prioriza las dimensiones
cognitiva e intencional de la praxis ciudadana.
f) El desarrollo de una identidad, un espacio de comunicación e interacción, de
reconocimiento individual y de redes sociales de apoyo, el compartir valores y acciones
sociales, constituyen atractivos importantes para participar en un MS, al igual que la
actitud de solidaridad con los “hermanos” de sangre, de lugar o de creencia. En este caso
se enfatiza las dimensiones afectiva y ética de la praxis política.
Entre los cientistas sociales, se busca hoy día tratar de complementar los distintos enfoques
teóricos compatibles y elaborar marcos teóricos multidisciplinarios de los MS adecuados al
contexto socio-económico y a la época histórica (Stompka, 1995, Pliego 2000). Quisiera
presentar un enfoque que trata de conjugar varias perspectivas, y que considera, en breve,
que el surgimiento de un MS ocurre cuando existen tensiones estructurales que afloran en
coyunturas propicias y son conducidas eficazmente por los actores sociales.
Podemos distinguir analíticamente las condiciones estructurales y coyunturales, las
primeras son un conjunto de relaciones sociales objetivas en instituciones, "habitus",
símbolos, normas que los actores colectivos han construido en una "larga duración
histórica" a fin de responder a sus necesidades comunes de reproducción material, de
organización social, de orientación de su acción y de comprensión de la realidad. Es preciso
señalar que las condiciones estructurales son resultados de la participación política de
actores sociales históricos que anteceden al individuo, quien nace inmerso en ellas en un
punto determinado del devenir histórico. He aquí el doble carácter de la realidad política:
productora de los hombres / mujeres y producto de su praxis.
Precisamente el llamado proceso de socialización política del individuo, significa la
adquisición y reproducción de esas condiciones estructurales de carácter simbólico,
económico o político, que se presentan como "naturales" y “legitimas”. Las ideologías
producidas por los grupos sociales hegemónicos tratan de mantener esa adaptación pasiva
mediante la difusión de un conjunto de representaciones, valores, teorías, símbolos, que
justifican el status quo. Sin embargo los ciudadanos tienen la capacidad de trasformar esas
estructuras a través de la conformación de una fuerza social contestataria que impulse una
praxis política de cambio.
Entre las condiciones estructurales que posibilitan la participación popular y a la vez, son
resultado dialéctico de una participación efectiva, podemos señalar:
• a nivel económico, la satisfacción de las necesidades materiales básicas, la ruptura de los
lazos de dependencia y explotación, la existencia de medios de comunicación y transporte
que faciliten los flujos informativos y las reuniones colectivas.
• a nivel político, la vigencia de derechos individuales y colectivos tales como la igualdad
ante la ley, libertad de expresión, movilización y organización, la elección y revocación
de dirigentes y su control por las bases.
• a nivel ideológico, el acceso a información veraz y la educación básica, el predominio de
concepciones favorables a la participación colectiva y al desarrollo social, el sentimiento
de integración social.
En el caso de Nicaragua, podemos señalar como condiciones estructurales del movimiento
social antisomocista en los 70s: el deterioro económico del modelo agroexportador a partir
de la crisis mundial del 73, el agudizamiento de las contradicciones interburguesas luego
del terremoto del 72, aprovechado por Somoza para incrementar su capital y su control
político, el ascenso del movimiento popular antidictatorial alimentado por una
concientización teológica liberadora y el ascenso de la capacidad político militar del FSLN,
sumado a un creciente aislamiento internacional de la dictadura que condujeron a una
"crisis orgánica" del sistema político.
Por otro lado, las condiciones coyunturales son un conjunto de acontecimientos de distinta
índole (catástrofe natural, agresión colectiva, nueva ley, etc.) que agudizan ciertas
contradicciones estructurales y facilitan el surgimiento de acciones colectivas. Estos
factores coyunturales son “aceleradores de la historia” (Serrano, 1993) que pueden
provocar experiencias políticas colectivas que facilitan la constitución de una identidad
común de los individuos involucrados en torno a ciertos intereses percibidos como
homogéneos, todo ello ligado al desarrollo de un compromiso con el cambio histórico.
Estos tres aspectos (experiencia, identidad, compromiso) permiten el tránsito de una
práctica y concepción individual a una práctica y concepción colectiva de la realidad social,
propio de un movimiento social capaz de transformar la realidad y de desarrollar su
conciencia política. Por ej., en Nicaragua el asesinato de P.J.Chamorro (enero 78) provocó
un rebrote del movimiento antisomocista, la toma del Palacio Nacional (agosto 78) mostró
la vulnerabilidad del régimen, las alianzas del FSLN con el “Grupo de los 12” y la
unificación de las tres tendencias, fueron factores coyunturales que condujeron a la caída
del sistema.
Dinámica y evolución de un movimiento social
Se distinguen dos paradigmas de la dinámica de un M.S.: 1) en analogía con los organismos
naturales unos plantean que los MS atraviesan un ciclo de vida caracterizado por una etapa
de nacimiento, otra de desarrollo y luego la muerte o el fin que puede ser diverso como
luego veremos. 2) Por otro lado, se plantea una evolución abierta, sin fines ni etapas
preconcebidas, un proceso dinámico que depende de varios factores claves como:
estrategia, liderazgo, recursos propios, aliados externos y poder de adversarios.
Las investigaciones sociales muestran que el surgimiento de un movimiento social es un
proceso acumulativo de aprendizaje colectivo donde intervienen al menos tres elementos:
un interés común, un poder suficiente y una situación oportuna para actuar. Antes de
integrarse a una acción colectiva los sujetos deben ser persuadidos de su validez; en este
proceso de "movilización del consenso" juegan un papel clave los líderes y las redes
sociales existentes, así como el acuerdo sobre el diagnóstico de la situación y las medidas
propuestas. La movilización para la acción colectiva implica una situación de insatisfacción
con la situación existente, una aspiración de cambio, una convicción que eso puede ocurrir
por medio de una acción conjunta y, por último, un compromiso personal basada en una
aceptación de los fines y medios propuestos.
Los lazos de solidaridad que desarrollan entre sí los miembros de un movimiento social
dependen del sentido de su identificación grupal, ésta puede ser de distinto carácter según
el tipo de relaciones sociales establecidas que Guy Bajoit distingue entre:
- de carácter "funcional" en un proyecto totalizador común,
- de sumisión "serial" bajo una autoridad carismática, o
- de carácter "funcional" al existir una división del trabajo complementaria en una
estructura orgánica,
- o"contractual" basado en un acuerdo de asociación para el logro de cierto fin (Bajoit,
1989).
Muchos estudiosos de MS concuerdan en señalar cuatro etapas distintivas en el proceso de
su conformación y evolución, las cuales no pueden considerarse como un esquema rígido y
universal:
1) Los orígenes: En esta primera etapa surgen críticas a las expresiones del poder, a las
normas e instituciones dominantes, se expande socialmente una conciencia de injusticia y
esperanzas de cambio, se activan las redes sociales de comunicación y las lealtades
personales, se retoman los valores e ideas heredadas del contexto social y cultural que
favorecen la acción colectiva.
2) La movilización: Ocurre un evento detonante que precipita una reacción colectiva bajo
la conducción de líderes carismáticos y organizadores, en las acciones se integra una
primera ola de miembros que comparten una ética y un compromiso de lucha y solidaridad.
Luego de un período en que el MS alcanza los primeros éxitos y reconocimiento social, se
establecen alianzas con otras fuerzas sociales y se suma una segunda camada de
participantes ampliando el movimiento, aunque su motivación de ingreso sea, en muchos
casos, más por cálculo racional e interés individual que por principios y fines compartidos.
3) La estructuración: En esta etapa de maduración del MS se elaboran y articulan las
ideas en planes, principios y estrategias de acción, al mismo tiempo se establecen normas
de funcionamiento y de organización, diferenciando los roles y oportunidades entre
miembros y directivos. La o las organizaciones que representan al MS logran
reconocimiento público y utilizan mecanismos legales de negociación y de incidencia
política.
4) En la etapa final podemos encontrar diversas situaciones, por un lado el MS se
desintegra sea porque logra sus objetivos, sea porque es derrotado por los adversarios
(represión o cooptación) o por la divisiones internas y el abandono de su membresía. Sin
embargo, un MS puede atravesar un época de reflujo en circunstancias adversas y más tarde
renacer mediante la actualización de sus objetivos, la renovación de su membresía y su
liderazgo, la obtención de recursos y alianzas.
En definitiva, las formas que adopta la praxis política de un sujeto colectivo dependen por
un lado, de la articulación entre las condiciones estructurales y las coyunturales en las
cuales está inmerso activamente, y por otro lado, de las formas que adopte la praxis política
de otros sujetos colectivos con los cuales se encuentra en interrelación enmarcado en un
contexto histórico determinado. El sentido de transformación o de reproducción de la
organización social y el sistema de poder, será el resultado de las pugnas y/o acuerdos entre
los actores colectivos en juego, dentro del marco de oportunidades y limitantes del sistema
político y económico.
La valoración de los resultados alcanzados por la participación ciudadana en un MS es una
labor compleja ya que la efectividad de los cambios sociales debe valorarse en el marco de
las posibilidades y la correlación de fuerzas propias del contexto histórico donde actuaba
ese movimiento. No se trata simplemente de contrastar objetivos planteados con resultados
alcanzados, sino analizar si esos objetivos eran alcanzables dadas las circunstancias
históricas existentes. Algunos indicadores de resultados de un MS enfocan los beneficios
obtenidos por sus miembros, la aceptación del MS por adversarios y otros actores, y el
cambio de relaciones de poder. Sin embargo, hay que distinguir los efectos a corto plazo de
otros cuyo resultado solo puede alcanzarse a mediano o largo plazo, en muchos casos los
MS y organizaciones sociales se plantean metas ideales que significan cambios profundos
en las estructuras sociales, en la conciencia y la práctica social, que son difíciles de lograr
en pocos años.
Así mismo, los MS plantean resultados explícitos y conscientes, dejando de lado otros
objetivos que en la realidad se cumplen de forma colateral y no planeada, los cuales pueden
resultar de gran relevancia, por ej., los cambios no previstos que han ocurrido entre los
miembros participantes del MS, en sus concepciones, actitudes y capacidades, los cuales
están interrelacionados necesariamente con los cambios que el MS trata de lograr a nivel
externo o social, ya que los miembros deben ser divulgadores y ejemplos de la nuevas
relaciones sociales predicadas.
Por otro lado, al valorar el impacto de un MS u organización social debemos recordar que
todo cambio social supone una ruptura/destrucción de elementos contestados por el MS
(valores, normas, instituciones, distribución de recursos) y una construcción de nuevos
aspectos y propuestas sociales, ambos resultados son igualmente importantes para
deconstruir las ideologías dominantes y construir alternativas desde los ciudadanos
organizados.
Organizaciones y movimientos sociales
Todo movimiento social alcanza un momento de institucionalización en una organización
estable, guiada por normas y planes de acción precisos, que permite articular y reivindicar
de forma constante los intereses de los miembros a través de sus representantes. Esta
organización gremial puede cumplir múltiples funciones:
- internamente, articular las demandas de los distintos sectores, analizarlas y proponer
soluciones por consenso, intercambiar información y experiencias;
- a nivel externo, canalizar información hacia y desde el movimiento, plantear sus
reivindicaciones y luchar por satisfacerlas, aliarse con otras fuerzas sociales para
enfrentar adversarios comunes.
- la organización es necesaria para la gestión de recursos materiales y humanos que le
permitan al MS actuar eficazmente. Este "capital político" de un grupo o MS abarca una
diversidad de medios económicos, ideológicos, organizativos que condicionan su
capacidad frente a otros actores en el campo político.
Podemos distinguir dos modelos organizativos que presentamos de forma esquemática y
antitética con fines analíticos, uno de carácter centralista y otro de tipo descentralizado,
pero que en la realidad observamos mezclados en diversas medidas conforme el
funcionamiento actual de las organizaciones y movimientos sociales. La valoración de cuál
modelo es más conveniente debe hacerlo el MS considerando varios factores, tales como el
sistema político, la cultura, la ubicación de los miembros del MS y sus objetivos, por ej., el
movimiento ambientalista plantea actuar localmente con una concepción global y en
muchos países está descentralizado considerando las peculiaridades ecológicas de cada
región y población. Un ejemplo interesante es la aceptación que tienen los líderes
autoritarios en la cultura política de los/as nicaragüenses, así como el otorgamiento de
favores desde cargos de poder (“amiguismo” o “familismo”) según muestra una reciente
encuesta. (IDESO, 2001). Sin embargo, en base a estudios realizados y experiencia
profesional, planteamos las siguientes ventajas y desventajas de ambos modelos para
provocar el debate crítico sobre este tema crucial.
Modelo
Centralizado
Modelo
Descentralizado
Ventajas
-Unidad de acción entre
todos/as los/as participantes.
-Mayor efectividad y fuerza
-Ideología definida, objetivos
y estrategia acordada.
-División de trabajo precisa y
clara
-Capacidad de respuesta
rápida
-Mejor incidencia política en
gobierno central
Limitantes
-Riesgo de burocratización
-Comunicación de una vía,
dirigente hacia las bases
-Baja participación de socios
-Riesgo de concentración de
poder en lideres perpetuos
-Vulnerable a represión o
cooptación por adversarios
-Costoso mantener el aparato
central
-Adaptación local y grupal
-Usa redes informales y
recursos locales
-Adecuado a sectores pobres
-Riqueza en diversidad
-Menos vulnerable ante
enemigos
-Riesgo de aislamiento y
descoordinación de acciones
-Tendencia a división localista
-Riesgo de contradicciones de
fines y métodos en distintos
lugares y capítulos del MS
-Difícil promover cambios
sociales a nivel macro
Como hemos visto, la organización facilita la continuidad y la coordinación, pero el MS
tiene una dinámica de iniciativas y acciones no convencionales que exceden a una
organización específica. El MS se ubica teóricamente entre grupos débilmente
estructurados y grupos organizativamente compactos. Existe acuerdo entre los/as cientistas
sociales que un MS es siempre más amplio y dinámico que una organización particular que
puede representar una parte del MS durante un período, pero que existen otras
organizaciones propias de la rica diversidad y la dinámica que existe en los MS, muchas
veces divididas por ideologías políticas o religiosas. Por ejemplo, el Movimiento Comunal
en Nicaragua de los 90s es una de las organizaciones comunales más extendidas en todo el
país, sin embargo existen una multitud diversa de “Comités de Desarrollo Comunal” (de
Agua, de Salud, de Letrinas, etc.) en todo el país, algunos pocos integrados en redes
territoriales a nivel municipal y otra mayoría dispersos.
La situación más frecuentemente observada es que los intereses del MS esten representados
por varias organizaciones de distinto grado de representatividad, tales como partidos, redes
civiles, federaciones, ONGs, entre las cuales existen frecuentemente relaciones de
competencia o de incomunicación, frente a lo cual Serrano nos señala que en este época de
globalización: “Es importante que seamos capaces de reivindicar el reconocimiento del otro
reafirmando nuestras culturas y planteando la ética de la alteridad, del respeto a las
diferencias y de la solidaridad, que seamos capaces de proponer una nueva axiología, una
nueva filosofía política que entienda la política como el arte del bien común y que se dirija
a la identificación y fortalecimiento de nuevos sujetos históricos de la sociedad civil”
(Serrano, 1994).
La paradoja de un movimiento social es que su institucionalización es un paso
indispensable para aumentar la eficacia y la planificación de las acciones colectivas, pero a
partir de cierto nivel de consolidación, la organización deviene un fin en sí mismo,
relegando a segundo plano sus fines y principios iniciales. La división y especialización de
funciones, la carencia de mecanismos de elección, revocación y control, la escasa
transparencia en el manejo de fondos y la débil participación de los miembros, ha
conllevado en muchos casos a la consolidación de un grupo profesional permanente y un
liderazgo central que asume gran parte del poder de decisión que le corresponde a las bases
y a sus órganos representativos como las asambleas. Este riesgo de burocratización debe ser
analizado en los procesos de fortalecimiento institucional en boga en los últimos tiempos,
con un énfasis administrativo-gerencial con esquemas de planificación estratégica
adecuados para sociedades estables y gobernables del primer mundo, pero que pueden
resultar camisas de fuerza para organizaciones que pretenden “acompañar” o asesorar
movimientos sociales dinámicos en sociedades con altos índices de ingobernabilidad.
La representación de las bases mediante la delegación de autoridad en algunos líderes, es
necesaria para el movimiento porque todos no pueden participar continua y directamente en
las acciones. Sin embargo, la concentración del poder en los líderes de tipo autoritario o
paternalista es un fenómeno ampliamente observado en nuestra realidad politica y que
limita el desarrollo de las capacidades de participación de los miembros y la formación de
nuevos líderes, es decir de renovación y sostenibilidad de los MS y organizaciones sociales.
Estos procesos no son unilineales ni mecánicos, es decir que pueden prevenirse o superarse
a través de la acción colectiva consciente de los miembros capaces de asimilar sus propias
experiencias y otras valiosas (logros y errores) de diversos movimientos y organizaciones
sociales.
Otro riesgo evidente es que los líderes con capacidad de movilización son necesarios para
que los grupos dominantes puedan controlar a un movimiento contestatario a través de
mecanismos de “cooptación”, por ejemplo: prebendas materiales, cargos públicos, chantaje
o amenazas. He aquí la problemática de la representatividad de los líderes, es decir en qué
medida ellos responden a los intereses de las bases, mantienen canales de comunicación y
de doble vía, y utilizan procedimientos democráticos para la toma de decisiones. Esto
depende de los mecanismos establecidos de elección-revocación, consulta, rendición de
cuentas, y también del tipo de vinculación existente con otros instituciones como partidos
políticos, organizaciones no gubernamentales (ONG´s) y agencias estatales. En este sentido
la representatividad de los dirigentes está condicionada por la autonomía de la
organización, entendida como el grado de control que poseen los miembros sobre la toma
de decisiones, nombramiento/revocación de representantes y manejo de recursos dentro de
su movimiento social.
La vinculación estrecha de un MS con otras organizaciones, sean estatales, partidarias,
civiles y de otros MS, puede traer una serie de ventajas, tales como coordinación de planes
y proyectos de desarrollo, obtener recursos económicos y asesoría técnica, alianzas y
colaboración en lograr sus fines, incidencia en políticas de gobierno y coaliciones que
permiten impulsar proyectos de cambios macro sociales a nivel nacional o internacional.
No obstante, los MS y sus organizaciones representativas conocen por experiencia los
riesgos de establecer relaciones de dependencia con otras organizaciones y actores políticos
(especialmente partidos e instituciones de gobierno) lo cual limita su capacidad de decisión
y de manejo de recursos, con el riesgo de ser instrumentados para beneficiar los intereses
de otros actores políticos que relegan a un segundo o tercer plano las demandas del MS, y
por consiguiente provocan su descrédito y su desintegración.
En los casos de MS y organizaciones sociales vinculados a partidos políticos, el grado de
autonomía depende de varios factores, tales como el tipo de partido político, su ideología y
la forma de relación establecida con la organización social (Ej., decisiones, recursos,
membresía doble de dirigentes), constituyen condicionantes claves de la participación
política del MS. En algunos casos observamos que un MS ha sido instrumentado como un
medio para el logro de ciertos fines o proyectos ya establecidos por el partido (concepción
instrumental) por ejemplo, en los 80s FSLN-Organizaciones de Masas, o en los 90s PLCJCOP. Mientras que en otras experiencias donde el MS posee mayor autonomía, entonces
la participación ciudadana se ha considerado como un fin en sí mismo incluyendo su
contribución al proyecto de nueva sociedad (concepción finalista), por ejemplo, en los 90s
el movimiento de mujeres nicas o el movimiento sin tierra en Brasil. Igual relación puede
establecerse entre MS y organismos de desarrollo o cooperación. En casos de proyectos
asistencialistas, el MS es un instrumento para distribuir recursos del organismo hacia los
beneficiarios o en otro rol predeterminado y dependiente. Por el contrario, en otras
intervenciones sociales la ONG de cooperación es un facilitador y acompañante del MS
tratando de fortalecer su capacidad de autogestión y su autonomía.
Una tipología de la participación política
Una tipología usual de participación política ciudadana distingue tres niveles: una primera
situación en la cual la ciudadanía sólo es informada de decisiones tomadas por las
instancias de poder; un segundo nivel, donde la ciudadanía es consultada antes de tomar
decisiones políticas que pueden o no recoger esas sugerencias; y por último, una
participación ciudadana con voz y voto en las decisiones últimas.
Partiendo de las concepciones esbozadas sobre participación política y movimientos
sociales, propongo otra tipología de situaciones o niveles de participación ciudadana que
pueden alcanzar los actores sociales:
- "Dispersión individual": en esta situación los miembros de un sector social viven bajo
iguales condiciones objetivas sin conciencia de una identidad común, sino más bien
fraccionados por múltiples divisiones subjetivas. Hay una aceptación pasiva del status quo,
salvo protestas individuales efímeras contra el sistema dominante, y de la emisión del voto
en elecciones.
- "Movimiento de Protesta": en este caso aparece una conciencia de intereses básicos
comunes que se expresa en movimientos contestarios de corta duración y de carácter
inorgánico que involucra a una porción del sector, y donde la personalidad carismática de
un líder cobra papel motivador y conductor fundamental, lo cual significa un riesgo si
desaparece o es cooptado.
- "Actor Social Institucionalizado": en esta situación existe una conciencia de identidad
colectiva que se expresa en la participación activa de gran parte del sector social
involucrado, en forma organizada y permanente, en torno a un proyecto social propio,
aunque estableciendo alianzas con otros actores y utilizando mecanismos legales de
incidencia política.
- “Movimiento Democrático Solidario”: en este caso el MS no solo lucha por sus
objetivos sectoriales sino que los trasciende al colaborar con otros MS que comparten un
espacio social (Ej., municipio, nación), en la lucha por fines sociales más amplios y por un
proyecto liberador global. A nivel interno, el MS actúa de forma organizada y permanente,
basado en la coordinación de las distintas organizaciones que existen dentro del MS, y
combinando la participación directa de los miembros con la indirecta a través de delegados
electos, renovables y controlados por las bases.
Conclusiones
Es preciso recalcar que este proceso de desarrollo mutuo entre la práctica y la conciencia
política debe producirse en y por el sujeto popular para que sea capaz de transformar la
realidad social y fortalecer las capacidades del sujeto político. Esto último no ocurre en los
procesos de cambio social cuando un caudillo o un comité dirigente, se reserva la
elaboración subjetiva de la participación ciudadana (análisis, proyecto, valores, sentido) y
la conducción de la actividad práctica realizada por los sectores populares o las bases del
MS.
El fenómeno del caudillismo atraviesa históricamente nuestra cultura política,
encontrándose hoy día en partidos de distinta ideología que establecen relaciones de
clientelismo que limitan seriamente la participación ciudadana. La base sociológica de estas
relaciones se encuentra en la distribución desigual de recursos materiales, educativos y
políticos, sumado a la reproducción de ciertas concepciones y valores, tales como el
fatalismo, la pasividad y baja autoestima en los ciudadanos. Así las relaciones clientelistas
cumplen una doble función: para los grupos subordinados sirven para sobrevivir
individualmente en un contexto de miseria y competencia por recursos escasos, y para los
caudillos sirve para legitimar su dominación y evitar la acumulación explosiva de
demandas sociales. Por otro lado, el caudillismo político es una manifestación más del
autoritarismo, sea coercitivo o paternalista, que permea las distintas instancias de
socializacion desde la familia, la escuela, la iglesia, el centro laboral, las organizaciones
civiles y políticas. Este enfoque integral debe iluminar el análisis científico de su génesis y
su dinámica de reproducción, así como en las propuestas y acciones de transformación.
Desde el punto de vista de participación ciudadana, la concentración del análisis y las
decisiones en lideres centralistas y autoritarios ha impedido el desarrollo dialéctico de los
componentes subjetivo y objetivo de la praxis política. Al concentrar los caudillos la
reflexión política, la estrategia y las negociaciones, solo resta para los ciudadanos
miembros y líderes de base, ejecutar obedientemente las acciones predefinidas mediante
una participación física motivada básicamente por las contraprestaciones clientelistas y la
atracción carismática. Por estas razones, el estudio de este fenómeno es una prioridad en la
agenda de las ciencias sociales del siglo XXI, así como la búsqueda de alternativas de
superación del caudillismo a fin de promover una participación ciudadana crítica y unos
movimientos sociales eficaces.
Notas
1
Especialmente en países como Nicaragua donde el pacto entre los dos principales partidos
FSLN y PLC ha reducido la posibilidad de otros contendientes electorales y ha distribuido
los cargos en los distintos poderes del estado partidizando sus acciones.
2
Términos que consideramos iguales
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