HISTORIA DE LOS JUDIOS EN JAEN

Anuncio
EVA Mª DE DIOS MARTÍNEZ
Guía Oficial de Turismo de la ciudad de Jaén
Presidenta de la Asociación Provincial de Guías de Turismo “APIT JAEN”
HISTORIA DE LOS JUDIOS EN JAEN
1.- CUESTIONES HISTORICAS: DE ROMA A LOS REYES CATOLICOS
2.- LA JUDERIA O ALJAMA JIENNENSE
3.- LOS JUDIOS Y LA INQUISICION EN JAEN
4.- RESTOS MATERIALES DE LA PRESENCIA JUDIA EN LA CIUDAD DE JAEN
5.- LEYENDAS Y TRADICIONES SEFARDIES EN JAEN
6.- SEFARDÍES HOY: LA FAMILIA D’JAEN
7.- JAÉN EN LA RED DE JUDERÍAS “CAMINOS DE SEFARAD”
1.- CUESTIONES HISTORICAS: DE ROMA A LOS REYES CATOLICOS
Seguramente, las primeras comunidades judías se establecieron en Jaén en época
romana tal y como la mayoría de historiadores piensan que ocurrió en general en
España, tomando como fecha clave el año 70 d.C. en que las tropas romanas de Tito
entraron en Jerusalén y destruyeron su Templo, obligando a los judíos a la gran diáspora
que los dispersó por diferentes partes del mundo, entre ellas SEFARAD, nombre que ya
aparece en la Biblia (Abdías 1, 20) y que los judíos asociaron tradicionalmente con
España.
No obstante, actualmente el documento encontrado más antiguo relacionado
directamente con la presencia de judíos en la ciudad de Jaén se remonta al año 612
d. C., en época visigoda. Se trata de una ley dictada por el rey Sisebuto en la que se
prohibía a los judíos de esta ciudad tener esclavos cristianos, lo que demuestra, por otra
parte, que ya entonces la comunidad judía que habitaba Jaén era de cierta importancia.
Sin duda, la época de Al-Andalus fue la más esplendorosa para la cultura hispanohebrea. Se sabe que en el siglo IX, Jaén contaba con una sinagoga y junto a ella una
yesibah o centro donde se impartían estudios sobre la Torah y el Talmud.
El historiador Al-Himyari cita para la ciudad de Jaén la presencia de 4 hammam o
baños musulmanes alimentados con el agua procedente del Raudal de la Magdalena,
entre ellos uno denominado Hammam Ibn Ishaq, nombre de claro origen judío (Baño de
Ben Isaac). Este baño podría haber sido propiedad de Isaac Ben Saprut, padre del
afamado médico y diplomático jienense Hasday Ben Saprut. Desde el año 2002 se
vienen realizando excavaciones arqueológicas dentro del entramado urbanístico de la
Judería y en ellas, en el solar del APA III se ha dejado al descubierto una estructura que
podría identificarse con un baño ¿el de Ibn Isaac? El estudio continúa hoy abierto.
Hacia el año 910 ó 915 nació en Jaén Hasday Ben Saprut, futura mano derecha de
los califas Abderramán III y Al-Hakem II. El introdujo en Al-Andalus las escuelas
judías de Siria y Babilonia y mantuvo una estrecha relación con el reino judío de los
Kázaros. Como médico, redescubrió la fórmula para la elaboración de la triaca, un
antídoto para el veneno, y consiguió curar al rey Sancho el Craso de Navarra de su
obesidad. Tradujo del latín al árabe el importante tratado de plantas medicinales de
Dioscórides. Creó una magnífica biblioteca y se convirtió en mecenas de poetas y
filósofos. Hasday Ben Saprut llevó a su más alta cima la cultura hispano-hebrea.
En el siglo XI, tras la disgregación del Califato de Córdoba y la siguiente división
de Al-Andalus en Reinos de Taifas, Jaén pasó a formar parte del reino ziri de Granada.
De este momento se sabe que en el año 1066 el gobernador de Jaén Musakhan
protagonizó una revuelta en la que arrebató a los judíos de la ciudad sus riquezas,
aunque éstos consiguieron luego recuperar su prosperidad.
Las comunidades judías de Al-Andalus recibieron un fuerte golpe con la llegada de
almorávides y almohades que les obligaron a exiliarse a los reinos cristianos del norte
de España. Así ocurriría también con la judería de Jaén que volvió a restablecerse ya en
época cristiana, tras la conquista de la ciudad por el rey Fernando III en 1246.
Se conservan documentos que demuestran que a finales del siglo XIII, la nueva
judería de Jaén pagaba 25000 maravedíes en concepto de diezmos a la Iglesia. Esta
cantidad está muy cercana a la que pagaba la importante judería de Córdoba, lo que
pone de manifiesto, a su vez, la importancia de la de Jaén. Hasta mediados del siglo
XIV, los judíos jienenses vivieron una nueva etapa floreciente en sus trabajos de
artesanos, mercaderes, médicos, cambistas y recaudadores de las rentas reales. A este
último oficio se dedicaron, por ejemplo, Abraham Secuto, Yuçaf de Castro, Abraham
ibn Aladep, Çaq de Castro y Samuel ibn Aladep.
Pero en la segunda mitad del siglo XIV comenzará una carrera infrenable de
persecuciones contra los judíos hasta su definitiva expulsión por los Reyes Católicos.
En este siglo se desarrollará la Guerra Civil por la sucesión al trono entre Enrique II (de
sentimientos antisemitas, al que la ciudad de Jaén le era fiel) y su hermano Pedro I
(protector de los judíos). Así, en 1368, las tropas nazaríes de Granada que apoyaban la
causa de Pedro I, entraron en la ciudad de Jaén y por orden de este rey no mataron a los
judíos de la ciudad pero sí se llevaron prisioneros a Granada “hasta 300 padres de
familia”, según escribió un judío contemporáneo al asalto llamado Samuel Zarza, en su
libro “Fuente de Vida”. Hoy se suele interpretar esta cantidad más bien como “300
familias”, que vendrían a equivaler a unas 1500 personas, número ciertamente elevado
en comparación con otras juderías españolas, lo que colocaría a Jaén dentro de las más
importantes en la España bajomedieval.
En 1473, el Condestable Miguel Lucas de Iranzo que gobernaba la ciudad de Jaén y
que era protector de la población local judeo-conversa, fue asesinado mientras rezaba en
la Catedral. A continuación, el pueblo se lanzó contra los conversos, convencido de que
seguían siendo judíos.
En 1483, los Reyes Católicos establecieron en Jaén el tercer Tribunal de la
Inquisición, tras los de Sevilla y Córdoba. Este dato demuestra el alto número de
conversos que debió de haber en Jaén en ese momento, por encima de muchas otras
ciudades.
Finalmente, el Edicto de Expulsión firmado por los Reyes Católicos en 1492
supuso el gran destierro de los sefardíes, que se establecieron en Marruecos, Portugal,
Italia, Grecia, Turquía o los Balcanes.
2. LA JUDERIA O ALJAMA JIENENSE
Durante la época de dominación musulmana no hay hasta el momento datos
precisos escritos y arqueológicos que puedan indicarnos la ubicación exacta de la
judería jienense. Cuando las presiones almohades obligaron a los judíos a abandonar
Al-Andalus y refugiarse en los territorios cristianos del norte de España, las aljamas
quedaron vacías. Más tarde, como ya se explicó en el capítulo anterior, el rey
conquistador de Jaén, Fernando III, tolerante con los judíos, les permitió regresar a sus
ciudades de origen pero la actual laguna documental al respecto nos deja con la
incertidumbre de si volvieron a ocupar el mismo barrio que dejaron antes de marcharse
o si crearon una nueva judería en un lugar distinto, tal y como ocurrió en otras ciudades
de España. Actualmente los historiadores se inclinan a pensar que sí ocuparon el mismo
espacio ya habitado con anterioridad.
Durante la Edad Media cristiana, entre la conquista de Jaén en 1246 y mediados del
siglo XIV en que comienzan las grandes conversiones de los judíos, el barrio que éstos
habitaban parece ser el comprendido entre los actuales edificios del Convento de Santa
Clara y la Iglesia de San Andrés.
Hay que tener en cuenta que el trazado urbanístico de la ciudad no ha permanecido
invariable desde entonces. Actualmente encontramos calles que no existieron en época
medieval, como el callejón del Gato que se abrió en el siglo XIX, y otras que existirían
entonces ya han desaparecido. Los límites exactos de la antigua judería son aún hoy
objeto de discusión.
De lo que no parece haber duda es de que la actual calle de Santa Cruz era su vía
principal. En ella, y a las espaldas del Monasterio de Santa Clara, se encontraba la
sinagoga. El barrio quedaría conformado por un laberinto de calles estrechas que
dispondrían de, tal vez, dos o tres salidas a las vías principales de la ciudad que, por las
noches, permanecerían cerradas para evitar asaltos, y escasas plazuelas como la de
Santa Cruz. Durante la segunda mitad del siglo XIV se desarrollaron la mayor parte de
conversiones forzosas de los judíos y éstos tuvieron que transformar su sinagoga en la
parroquia de Santa Cruz, formándose así con el tiempo la nueva collación o barrio de
Santa Cruz.
A partir de entonces, la población criptojudía habitó no sólo el espacio de la antigua
aljama sino que se dispersó por los barrios de San Pedro, San Andrés, San Juan o San
Ildefonso.
Los arqueólogos Vicente Barba, Mercedes Navarro Pérez y Francisca Alcalá Lirio
han trabajado recientemente en el solar ocupado hoy por la nueva sede de la
Universidad Popular y resulta muy significativo cómo la excavación evidencia que en el
siglo XIV, y de forma continuada hasta el siglo XIX, se trataba de una manzana muy
cerrada, con muy pocas calles y con muy pocas salidas hacia las vías principales de la
ciudad, lo que coincide con la descripción habitual de las juderías españolas.
3.- LOS JUDIOS Y LA INQUISICION EN JAEN
La Inquisición europea se fundó en el año 1220 por el Papa Honorio III pero sus
inicios no fueron tan severos como en épocas posteriores. En la España medieval, los
Reyes Católicos dieron un fuerte impulso a esta institución modificando algunas
cuestiones como el hecho de que a partir de entonces serían los propios reyes quienes
designaran y expulsaran a los inquisidores y también serían los propios monarcas
quienes tendrían el control económico del Santo Oficio. En el año 1481 fundaron el
primer Tribunal en Sevilla, al año siguiente lo hicieron en Córdoba y en 1483 lo
establecieron en Jaén y Ciudad Real. Este importante dato histórico demuestra el
elevado número de población judeoconversa que tuvo que haber en Jaén para
determinar su creación aquí antes que en muchas otras localidades españolas.
Al parecer, los primeros inquisidores se alojaban en una casa que el Condestable
Iranzo poseía dentro de la misma judería. El Tribunal de la Inquisición se ubicó en el
Convento de Santa Catalina Mártir (dominicos. Hoy, Archivo Histórico Provincial)
donde permaneció hasta el año de 1526.
Los Edictos de Fe se leían en la antigua Catedral gótica y los Autos de Fe
comenzaron haciéndose en la misma judería, en la Plazuela de Santa Cruz, y
posteriormente se celebraron en la Plaza de Santa María. Los sambenitos, o sacos
penitenciales que los condenados estaban obligados a llevar, tras haber cumplido la
condena se colgaban en la Catedral, junto a la antigua “Puerta del Caballico”, para su
exposición pública y permanente, de modo que el reo y su familia quedaban así
señalados para toda la vida. Los condenados a prisión, cumplirían su pena en la cárcel
que se situaba al inicio de la actual calle Campanas, esquina con la Plaza de San
Francisco y para los condenados a la hoguera, el brasero se situó en un lugar
denominado Marrubial o Marrubiales, a las afueras de la ciudad pero en sitio aún no
identificado.
La Diócesis de Jaén contó durante la Edad Media con dos grandes obispos que
ostentaron el cargo de Inquisidores Generales. El primero fue don Diego Deza, hombre
de confianza de los Reyes Católicos y tutor de su hijo, el Príncipe Juan. Gran defensor
de la aventura de Colón en América, influyó mucho en la Reina Isabel para que le
apoyara en su viaje. Este obispo dirigió la diócesis giennense desde 1497 hasta 1500,
fecha en que fue trasladado a Sevilla, donde murió y está enterrado.
El otro gran Inquisidor fue su sucesor, don Alonso Suárez de la Fuente del Sauz,
quien consiguió impedir durante su episcopado el traslado del Tribunal de Jaén a
Granada. Ocupó la cátedra de Jaén desde 1500 hasta 1520. Este obispo está enterrado en
la Capilla Mayor o del Santo Rostro de la Catedral.
En 1526, Jaén pasó a depender del Tribunal de Córdoba y al poco ya la propia
Inquisición se lamentaba de la falta de documentación del tribunal de Jaén, seguramente
perdida en los traslados. En los siglos XVI y XVII la Inquisión buscaba en la ciudad de
Jaén una casa particular en la que los judeoconversos se reunían clandestinamente para
hacer sus rezos y aun en 1745 se procesó al médico de Jaén Manuel de Acuña, acusado
de ser criptojudío.
En 1780, otro Inquisidor General, Agustín Rubín de Ceballos, se estableció como
obispo de Jaén, hasta el año 1793 en que murió. Este prelado está enterrado en la
Catedral de Jaén, en la Capilla de San Eufrasio de quien era muy devoto y cuyo retablo
costeó.
4.- RESTOS MATERIALES DE LA PRESENCIA JUDIA EN LA CIUDAD DE
JAEN
La Sinagoga
En el Real Monasterio de Santa Clara de Jaén, la fachada trasera que da a la calle
de Santa Cruz presenta un pequeño trozo de muro que sobresale del resto y que muestra
un corte muy irregular. Éste viene identificándose con el único vestigio que habría
sobrevivido de la antigua Parroquia de Santa Cruz, anterior sinagoga en tiempos
medievales. La existencia de esta sinagoga queda demostrada gracias a un documento
de 1413 emitido por el Cardenal de Montearagón, referido a un pleito de las monjas de
Santa Clara con la nueva iglesia de Santa Cruz que se señala como antigua sinagoga y
de la que se indica que estaba situada al otro lado del refectorio del convento.
Se desconoce la fecha exacta en que la sinagoga se vio obligada a transformarse en
templo cristiano pero tradicionalmente se establece como la más probable los últimos
años del siglo XIV, cuando se desataron los progroms más violentos.
En el siglo XIX, Santa Cruz se cerró al culto definitivamente y el convento amplió
su fábrica hasta quedar como en la actualidad.
Sobre la Iglesia de San Andrés
En el año de 1971, don José Chamorro en su “Guía artística y monumental de la
ciudad de Jaén” expresaba acerca de la iglesia de San Andrés que los arcos mudéjares
de sus naves “… evocan el recuerdo de Santa María la Blanca y que, apreciados por
distinguidos hebraístas, han afirmado que sin duda tienen su origen en algún edificio
judío, principalmente sinagoga”.
Posteriormente, los Historiadores del Arte don Pedro Galera y Luz de Ulierte,
magníficos conocedores y estudiosos del Patrimonio Artístico de Jaén, se hicieron eco
también de esta posible vinculación de San Andrés con una sinagoga.
El Historiador don Luis Coronas y el Arqueólogo don Vicente Salvatierra, ambos
máximos especialistas en el período histórico de que tratamos, en cambio, descartan tal
posibilidad argumentando las siguientes razones de peso: Por una parte, está
documentada la existencia de la Iglesia de San Andrés ya en el año 1311, momento en
que los reyes cristianos aún se mostraban tolerantes con los judíos por lo que no es
probable que les arrebataran su sinagoga para la construcción de un nuevo templo
cristiano.
Por otra parte, la entrada principal de la Iglesia de San Andrés se abre a una calle
que en época medieval quedaba fuera del espacio físico de la judería y además se
trataba de una de las vías principales que conectaría directamente la ciudad con una de
las puertas de la muralla - la Puerta de Baeza - por lo que resulta impensable que el
poder dominante, islámico primero y cristiano después, permitiera a la minoría judía
acceder a su sinagoga desde este punto. Este argumento cambiaría si se descubriera que
en aquellos tiempos, la puerta principal de la iglesia de San Andrés no tenía el mismo
emplazamiento que en la actualidad sino que se ubicaba en otra calle que sí quedara
dentro del espacio físico del barrio judío. Pero esta es una cuestión que de momento se
nos escapa.
Don Rafael Cámara, Presidente de la Asociación Cultural “Iuventa” que tanto ha
trabajado y luchado para que se reconozca la importancia histórica de la Judería de Jaén
y se la admitiera en la Red de Juderías Españolas “Caminos de Sefarad”, defiende la
postura de que San Andrés sí fue una sinagoga inicialmente. Para ello se basa en un
cúmulo de coincidencias sobre dicha iglesia que, contextualizadas en un marco físico
que linda con la antigua judería gienense, se convertirían para él en indicios también de
peso para justificar su origen como templo judío. Así, para el sr. Cámara, estas
coincidencias-indicios serían: una entrada principal mucho más sencilla que el resto de
iglesias históricas de la ciudad (las sinagogas presentan accesos muy sencillos); la
puerta de entrada no queda frente al altar mayor (las sinagogas nunca tenían la puerta de
entrada frente a la orientación del templo para que al salir de la misma no se diera nunca
la espalda a la Torá); la orientación del templo hacia el este; el pavimento interior del
templo a un nivel inferior al de la calle (las sinagogas solían situarse por debajo del
resto de templos cristianos); la similitud artística de la planta del templo con las iglesias
de Santa María la Blanca, de Toledo, y la Iglesia del Corpus Christi de Segovia, ambas
inicialmente sinagogas; la presencia de un patio que recordaría los patios de acceso de
las sinagogas; la denominación popular antigua de la actual calle del Rostro como la
calle “de las Escuelas” por la presencia del colegio de San Andrés (pero que para Rafael
Cámara serían reminiscencias de la presencia en el mismo lugar de la yesibah o centro
de estudios religioso judío que habría unido a la sinagoga); entre otras.
En este modesto trabajo hemos pretendido recopilar resumidamente las diferentes
opiniones que actualmente tienen los distintos estudiosos del tema. Así las cosas, hasta
que las fuentes escritas o la arqueología demuestren definitivamente el origen judío o no
de la Iglesia de San Andrés, el debate queda abierto.
La Yad
La palabra Yad significa en hebreo “mano” y así es como los judíos denominan al
puntero con el que el rabino sigue la lectura de la Torah para evitar el contacto directo
de ésta con el cuerpo humano, una forma de evitar la “contaminación” del libro sagrado
con sustancias impuras.
En las excavaciones arqueológicas realizadas en el solar ocupado hoy por la Casa
de las Artes “Sabetay d’Jaen” (Universidad Popular), en el corazón de la judería, se
descubrió uno de estos punteros en la bodega de una casona del siglo XIV, aunque su
identificación no está aún del todo clara. Para unos especialistas podría tratarse de un
adorno para el pelo y para otros se ajusta a lo que sería un puntero judío o yad. El objeto
en cuestión parece estar realizado en marfil, aparece labrado en su parte superior con 7
círculos concéntricos y presenta una pequeña hendidura de sujeción, como para quedar
colgando de algún punto (¿del libro de la Torá?)
El descubrimiento de este objeto, claramente asociado a la religión judía,
demostraría la presencia de judíos (conversos aparentemente) en la ciudad de Jaén aún
después de la expulsión de 1492 y refutaría la identificación tradicional de este barrio
como la verdadera judería de Jaén.
El Coro de la Catedral
La sillería del coro de la Catedral se ejecutó a lo largo del siglo XVI, añadiéndose
algunos elementos en el siglo XVIII. Por su similitud con la de la Catedral de Burgos,
podría pensarse en el escultor Felipe Bigarny como autor de su traza. En ella trabajaron
en sus inicios Gutierre Gierero, Juan López de Velasco y Jerónimo Quijano y más tarde,
en la época barroca, lo hicieron Julio Fernández y Miguel Arias.
Sus relieves decorativos muestran imágenes de santos y escenas bíblicas del
Antiguo y del Nuevo Testamento, es decir, escenas de la historia del pueblo judío.
A lo largo de la historia, el arte ha creado un estereotipo del aspecto físico que
tendría un judío para ayudar fácilmente a su identificación: rostros con nariz aguileña,
mentón pronunciado y, en numerosas ocasiones, rostros de semblante feo y
desagradable, para que el espectador los asociara rápidamente con algo casi maligno
que había que rechazar. Muchas de las representaciones de judíos que aparecen en la
sillería de la catedral participan de estos estereotipos.
Pero más allá de estas “estampas de judíos” predeterminadas, el coro de Jaén nos
muestra cómo eran sus vestimentas, no en la Palestina de Jesús, sino en el Jaén de
principios del siglo XVI cuando se hicieron las sillas corales. Y nos enseñan también los
sambenitos de los condenados por la Inquisición y las características rodelas que los
judíos estuvieron obligados a llevar, impuestas por leyes reales y normas de la Iglesia
desde época medieval. Las rodelas eran pequeños trozos de tela de forma circular, de
color rojo o amarillo, que se colocaban en el hombro, sobre el vestido o sobre la capa,
como una marca o distintivo de su condición de judíos.
Especialmente interesantes resultan los relieves que narran las escenas del Nuevo
Testamento. Así, en las escenas de la Circuncisión y la Presentación de Jesús en el
Templo, el rabino que oficia la ceremonia porta en su cabeza una mitra de obispo,
“error” intencionado para indicar de forma didáctica al espectador cristiano su
condición de máxima autoridad espiritual, aun cuando se tratase de otra religión.
Más adelante, Caifás, rodeado del sanedrín, va mitrado igualmente a modo de Papa.
La escena de Jesús expulsando a los mercaderes del Templo es, sin duda, una de las
más interesantes, pues nos muestra al mismo tiempo un personaje que porta el
sambenito y otro que lleva la rodela. Igualmente, en la escena de Judas cogiendo el
dinero por el que ha traicionado a Jesús y en la tabla nº 44 del Antiguo Testamento,
otros dos personajes llevan sobre sus capas la rodela.
Las tablas que desarrollan la Pasión de Cristo, cambian en numerosas ocasiones a
los soldados romanos por figuras de judíos: la flagelación, poniéndole la corona de
espinas, escupiéndole y abofeteándole, presentándolo al pueblo para que eligiera entre
Él y Barrabás, en el episodio de Pilatos lavándose las manos, en el via-crucis,
crucificándolo y sorteándose la túnica y hasta el mismísimo soldado que le dio la
lanzada se transforma en un auténtico sefardí.
Finalmente, la tabla nº 68 del Antiguo Testamento muestra al Gran Rabino
(nuevamente con mitra de Papa) en el interior del Templo de Jerusalén, junto a la
Menorah o candelabro de siete brazos, símbolo bíblico por excelencia del judaismo.
El Friso gótico de la Catedral
La fachada trasera de la Catedral, orientada hacia la calle de Valparaíso o “callejón
de la mona”, está recorrida en toda su longitud por una moldura de estilo gótico florido
fechada hacia finales del siglo XV y principios del siglo XVI y atribuida al cantero
Enrique Egas. Poco más podríamos añadir a tenor de la documentación escrita de la
época que se ha conservado al respecto.
El profesor gienense don Emilio Luis Lara López, doctor en antropología, ha
estudiado la cenefa durante varios años y según su criterio tendría la siguiente
interpretación: Para el profesor Lara López, la popular “mona” de la catedral
representaría al judío sedente, figura que abre un discurso antisemita de advertencia al
cristiano medieval, para que éste no caiga en la tentación de judaizar e incluso para
invitar a los propios judíos a la conversión como medio de rechazar al maligno y
alcanzar la salvación.
Así contextualizados, los diferentes elementos decorativos que recorren la cenefa
se interpretan como símbolos judíos (figuras de cerdos que aludirían a los “marranos”,
es decir, a los judeoconversos tal y como se les llamaba en aquella época), cristianos
(granadas que simbolizarían la Iglesia; una gárgola con posible forma de pelícano y
espigas de trigo que representarían la eucaristía; conchas que significarían el bautismo,
la conversión, etc.) e inquisitoriales (figuras humanas y animales atadas a unas ruedas
en llamas que podrían representar a los conversos penitenciados, condenados a la
hoguera por la Inquisición).
5.- LEYENDAS Y TRADICIONES DE JUDÍOS EN JAEN
El Cristo del Amparo, el Condestable Iranzo y los conversos de Jaén
A la entrada de la calle Maestra, en dirección hacia la calle Martínez Molina, en la
acera derecha y junto a la cafetería “Manila”, hay una hornacina que guarda la imagen
del “Cristo del Amparo”.
Cuentan que en una ocasión, el Condestable Iranzo abría una procesión que se
dirigía desde la calle Maestra hacia la Catedral cuando un judeoconverso se le acercó
para profanar la gran cruz que don Miguel Lucas portaba en sus manos. El condestable
respondió a este acto con una fuerte bofetada y a continuación muchos otros judíos se
avalanzaron sobre él. El Condestable invocó entonces al Señor y al instante una gran luz
cegadora se proyectó sobre el muro en que se encuentra hoy la hornacina, dejando ver
una imagen de Cristo. Al momento, el grupo de judíos se arrodillaron ante ella y se
convirtieron definitivamente.
El Cristo de la Tarima o de las Injurias
Una antigua leyenda cuenta cómo una vez, un hombre llevaba una gallina a su casa
y al pasar por la calle Maestra, ésta se le escapó y se metió debajo de la tarima de
entrada de un pequeño negocio. El hombre rogó al dueño del establecimiento que
levantara la tarima para poder recuperar su animal, a lo que el tendero se negó
rotundamente. En pocos momentos un cuantioso grupo de vecinos se arremolinó en la
calle para convencer al dueño de la tienda y cuando al fin levantaron la tarima, vieron
que debajo había pintado un crucifijo para que todo el que entrara lo pisara y profanara.
Si bien en la leyenda nunca se especifica si el dueño de la tienda era un judío-converso
o no, la tradición lo ha identificado como tal.
Otra versión de la misma leyenda narra que fueron dos niños que jugaban en la
calle quienes escucharon unos fuertes lamentos bajo la tarima y alertaron enseguida al
resto del vecindario.
Se dice que este Cristo se veneró durante mucho tiempo en la desaparecida
Parroquia de San Lorenzo y que, cuando ésta se cerró al culto en el siglo XIX, el cuadro
se trasladó a la vecina Parroquia de La Merced. Actualmente, de la imagen sólo queda
el recuerdo de la leyenda.
La Leyenda del Lagarto de la Malena y su posible conexión con el pueblo Judío
Históricamente, el origen de la popular leyenda del Lagarto de la Malena podría
tener su origen en los mitos de lucha entre las fuerzas del bien y del mal surgidos en la
zona de India – Mesopotamia y repartidos por toda la cuenca mediterránea.
¿Cómo se introdujeron en España? Una hipótesis apunta a que pudieron traerlo los
fenicios cuando establecieron sus factorías en las costas andaluzas. Otra hipótesis
plantea la posibilidad de haber sido transmitidos por el pueblo judío durante su diáspora
del año 70 d. C., fecha establecida tradicionalmente como la más probable para el
primer gran asentamiento de judíos en España.
La Casa de Hasday Ben Saprut
Existe en la ciudad una tradición que identifica la casa natal del gran Hasday Ben
Saprut con una vivienda que se encuentra en la actual Plaza de la Magdalena, corazón
de la antigua Yayyan musulmana. La casa, reformada muy recientemente, muestra en su
fachada principal un ventanuco decorado con una estrella de David del que sería hoy
imposible precisar su antigüedad pero desde luego queda descartado que existiera ya en
la época de Al-Andalus.
Es ésta, al parecer, la misma casa que otra tradición asocia a la “Casa de las
Almenas o del Rincón”, llamada así por obtener su propietario el privilegio de tener
agua y almenas por haber refugiado en ella durante una noche al mismísimo rey Pedro I,
enemigo de la ciudad de Jaén durante la guerra con su hermano Enrique II, y protector
de los judíos.
Quienes defienden su vinculación con Ben Saprut argumentan que, de haber sido
efectivamente en la antigüedad la casa de un judío, atendiendo a las distintas tradiciones
que se han mantenido en el tiempo, éste no podría haber sido en cualquier caso un judío
cualquiera dada la ubicación de la casa, no sólo fuera de la judería sino junto a los
principales poderes - religioso (mezquita aljama) y civil (casa del cadí o juez) - de la
ciudad andalusí. Siendo el padre de Ben Saprut un personaje destacado en su tiempo
queda así unido a la casa como su hipotético propietario.
6.- SEFARDÍES HOY: LA FAMILIA D’JAEN
Desde el año 2003 y gracias a la Asociación Cultural “Iuventa”, nos viene
visitando la familia sefardí D’Jaen, cuyos antepasados eran oriundos de esta ciudad.
Actualmente residen repartidos entre Estados Unidos y Argentina.
Hoy, en el corazón de la antigua judería, la nueva sede de la Universidad Popular
del Ayuntamiento de Jaén lleva el nombre de uno de sus miembros: Casa de las Artes
“Sabetay D’Jaen”, poeta y dramaturgo nacido en Bulgaria, Gran Rabino de Monastir (en
Macedonia), República Argentina, Uruguay y Rumanía. Sus obras teatrales se han
representado con gran éxito en los Balcanes, Palestina, Egipto y Sudamérica y hoy se
considera uno de los más importantes escritores en lengua sefardí del siglo XX. Él,
como su familia, siempre llevó orgullosamente como apellido el nombre de la ciudad
de sus ancestros.
Actualmente, la asociación Iuventa está haciendo nuevos contactos con la familia
británica sefardí “Marrache”, que tienen la tradición de ser oriundos de Jaén.
7.- JAEN Y LA RED DE JUDERIAS “CAMINOS DE SEFARAD”
En 1995 se creó la Red de Juderías de España – Caminos de Sefarad con el fin de
desarrollar proyectos y programas que impulsen la recuperación patrimonial y cultural
del legado sefardí en nuestro país.
Jaén entró a formar parte de la Red de Juderías en el año 2005 y en el actual año de
2007 ostenta la Presidencia de la Red.
En el mismo año 2005, los gienenses Bernardo Jurado Gómez, como investigador
de recetas culinarias de épocas históricas, y Luis Salas, como confitero de la pastelería
“El Paraíso”, ganaron el “I Concurso de Respostería” organizado por la propia Red de
Juderías para elaborar un dulce sefardí que fuese distintivo de la red, como “dulce
oficial” de la misma, de venta en todas las ciudades adscritas a la red. El dulce se
comercializa como “dulce elaborado en Jaén”.
Actualmente, son 15 las ciudades españolas que forman parte de la red: Ävila,
Barcelona, Cáceres, Córdoba, Gerona, Hervás, Jaén, León, Oviedo, Palma de Mallorca,
Ribadavia, Segovia, Toledo, Tortosa y Tudela. Además de otras 6 ciudades asociadas
(Besalú, Calahorra, Estella-Lizarra,, Monforte de Lemos, Plasencia y Tarazona).
BIBLIOGRAFIA
Coronas Tejada, L.(1991): “La Inquisición en Jaén” Jaén, Diputación Provincial de
Jaén
Porras Arboledas, P. A.: “Comercio, banca y judeoconversos en Jaén” Jaén
Coronas Tejada, L.: “La Judería de Jaén. Memoria” Inédito, para la Comisión local de
la Red de Juderías
Salvatierra Cuenca, V. y Galera Andreu, P.: Informe para el Concurso Nacional de
Ideas para la ordenación del espacio denominado APA III “San Andrés”, Jaén
Cámara Expósito, R. (2007): “Indicios para una posible sinagoga. La iglesia de San
Andrés de Jaén”. Revista Raíces nº 70
Molina Figueras, J.:“Las imágenes del judío en la España medieval” Universidad de
Girona
Aguirre Sádaba, F. J. y Jiménez Mata, C. (1979): “Introducción al Jaén islámico”.
Jaén. I.E.G.
Chamorro Lozano, J. (1971): “Guía artística y monumental de la ciudad de Jaén” Jaén.
Ayuntamiento”
Montijano Chica, J. (1986): “Historia de la diócesis de Jaén y sus obispos”. Jaén.
I.E.G.
Eslava Galán, J. (1992): “La Leyenda del Lagarto de la Malena y los Mitos del
Dragón”. Universidad de Granada y Ayuntamiento de Jaén
Artículo publicado en noviembre de 2007 en el libro “X Jornadas de Estudios
Históricos: El Legado Sefardí en Jaén”, editado por la Asociación Cultural “Torre
del Homenaje” de Jaén.
Descargar