ARGENTINA: RECUPERACIÓN SOSTENIDA CON INCERTIDUMBRE SOBRE EL FUTURO INSTITUCIONAL ISIDORO CHERESKY* Noviembre de 2006 * Manuela Thourte ha colaborado en la elaboración técnica y revisión de este informe. El análisis y las recomendaciones políticas de este documento no reflejan necesariamente las opiniones del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, de su Junta Ejecutiva ni de sus Estados Miembros. Se trata de un documento independiente preparado por encargo del PNUD. I- La salida de la crisis Desde los inicios de la normalización institucional del país al realizarse las elecciones presidenciales de 2003 y asumir un Presidente por voto popular el 25 de mayo de ese año1, la Argentina ingresó en un ciclo de recuperación política y económico – social. Esa recuperación ha sido más acelerada de lo que los analistas, y los actores políticos y sociales esperaban en su momento, e incluso ha desmentido los pronósticos pesimistas que se habían formulado durante la debacle de fines de 2001 y el período posterior. El país ha recuperado y superado los índices de producción que se registraron en el momento de inicio de la depresión económica, a mediados de 1998. Además, aunque los índices sociales han mejorado con más lentitud, el alivio se hace sentir, tanto más cuanto que el crecimiento sostenido de la economía que se prolonga a lo largo del tiempo permite presumir que ese progreso continuará en el futuro próximo. En este orden de cosas la interpretación de muchos analistas es que Argentina está en un proceso de reordenamiento de su economía impulsada por una reinserción en el mundo que puede arrancarla del estancamiento en el que se encontró durante décadas. Por cierto se plantean interrogantes y expectativas sobre las condiciones que hagan de este crecimiento un desarrollo integral y sostenido y sobre la necesidad de una política de largo plazo que oriente la intensa presencia del Estado, efectivizada con la nueva política en curso. La notable rehabilitación de la credibilidad política y de la eficacia del Estado experimentada en los últimos tres años ha posibilitado la mencionada recuperación económica. Es en torno a sus alcances futuros y traducción institucional que se plantean dilemas y debates pues evidentemente la orientación del desarrollo dependerá de la estabilización de la democracia y de la mejora en su calidad. El tema de este informe es el análisis de la evolución política, de las instituciones y del espacio público, prestando especial atención por una parte al modo en que se ha salido de la “debacle de 2001”2 y al formato político que la posibilitó, y por otra parte a los dilemas actuales en momentos en que ese formato de salida de la crisis parece agotado y se plantean alternativas y escenarios de evolución. Puesta en perspectiva la evolución institucional muestra una clara transformación. Desde la posguerra y durante mucho tiempo el peronismo y el radicalismo eran partidos-movimiento que no se reconocían el uno al otro. En 1983 con el retiro de los militares y la primavera democrática, el sistema político pareció evolucionar hacia un 1 La primera vuelta de las elecciones presidenciales se realizó el 27 de abril de 2003 resultando primero el ex Presidente C. Menem con el 24.4% de los votos y segundo N. Kirchner con el 22.4%; la segunda vuelta no se llevó a cabo porque C. Menem ante un masivo voto adverso que pronosticaban las encuestas prefirió renunciar a su postulación. 2 A fines de 2001, el 19 y 20 de Diciembre se sucedieron variadas expresiones de descontento ciudadano y popular. Su epicentro fue el llamado “cacerolazo”, actividad de protesta atípica y muy extendida en alcance, en que los vecinos de la Ciudad de Buenos Aires y el conurbano manifestaron su descontento haciendo ruido con utensilios domésticos desde los balcones de sus casas y desfilando por las calles, algunos de ellos se encolumnaban hacia el centro histórico de la ciudad. Lo característico de esta protesta fue su carácter multitudinario y ubicuo, parecía que toda la urbe se expresaba. Como consecuencia de esta expresión de protesta, que tuvo también su nota de descontrol policial y represión sangrienta cuando los manifestantes que acudieron a la Plaza de Mayo fueron reprimidos produciéndose varios muertos y heridos, el Presidente F. De la Rua presentó su renuncia y fue institucionalmente sustituido luego de un breve interregno de otro mandatario, por E. Duhalde. 2 bipartidismo similar al existente en algunas democracias de antigua data. Pero a partir de los años noventa se verificó un proceso de desagregación de los partidos políticos. Esta conmoción en la representación política se acentuó en el 2001. El estallido del cacerolazo presidido por la consigna “Que se vayan todos” dirigida a los líderes políticos, pudo ser vista como circunstancial, pero a cinco años de ese entonces se puede decir que se instaló una distancia duradera entre los ciudadanos y la representación política en general y que es improbable que los partidos tradicionales se reconstituyan, al menos tal como eran en el pasado. De modo que está pendiente la definición de la fuerzas políticas que vayan a disputar el favor representativo, pero desde ya parece verosímil pensar que los lazos de representación estarán ahora más basados en la atracción de liderazgos que en la conformación de identidades colectivas muy constituidas. El hecho saliente es la emergencia de una ciudadanía autónoma, que se desarrolla en su vida pública alimentada más por la búsqueda de información que por la participación. El creciente número de ciudadanos que logra superar el umbral de pobreza juega a favor de una ampliación de la ciudadanía y del espacio público. Esta misma ciudadanía que valora la conformación de una representación política a través del voto suele expresarse al mismo tiempo de forma directa para formular sus reclamos o aún darse otros líderes para la protesta social. Esta realidad de institucionalidad debilitada por la crisis, de fragmentación de los partidos políticos y aún de las entidades sociales, en paralelo a la expansión de una ciudadanía cuyo peso es cada vez mayor en la vida pública, han sido objeto de particular atención en nuestro estudio. Se ha procurado darle un tratamiento no convencional, es decir que no sigue los paradigmas de los expertos que quizás concibieron en el pasado reformas institucionales disociadas del signo político que pudiesen asociarlas a un sentido de justicia y que las imbricaran en las tradiciones de la historia política nacional. Deben considerarse dos momentos en la evolución reciente. 1- Restauración de la confianza pública N. Kirchner llegó a la presidencia de un modo accidental. Había sido durante años gobernador de la patagónica provincia de Santa Cruz y desde que comenzó a perfilarse la escena para las elecciones de 2003 lideraba una corriente política que procuraba articular peronistas, frepasistas y otros militantes del espectro de centro izquierda. Apenas tres meses antes de la contienda el presidente per interim E. Duhalde, habiendo fracasado en la postulación de sucesivos delfines, lo convirtió en candidato oficialista y trató de darle notoriedad nacional. La movilización de recursos varios – sus allegados, cierta simpatía de la que gozaba el candidato a vicepresidente D. Scioli, cierta popularidad del Ministro de Economía R. Lavagna que según se prometió durante la campaña electoral continuaría en su cargo para aventar temores de una gestión populista y la movilización de votantes que podía asegurar el peronismo bonaerense bajo control del presidente saliente – permitieron al candidato oficialista llegar segundo detrás del ex Presidente Menem, quien aunque recogía un amplio rechazo en la ciudadanía tenía un núcleo de partidarios minoritario pero sólido. No hubo segunda vuelta como estaba previsto legalmente pues Menem temeroso de una derrota abrumadora, que pronosticaban las encuestas, decidió desistir 3 de la contienda. N. Kirchner resultó así electo by default con un voto significativamente minoritario. Pese a la fragilidad de la consulta electoral, ésta fue el punto de partida para la recuperación del país. Lo significativo es que el Presidente había sido electo en condiciones de fragmentación política con varios candidatos en competencia, ninguno de los cuales prevalecía claramente sobre los otros y tampoco ninguno de los cuales competía con la etiqueta de alguno de los partidos tradicionales3. Las elecciones habían concitado la atención ciudadana al menos en su fase final y la participación había sido alta revirtiendo así al menos puntualmente el clima de escepticismo hacia los dirigentes políticos que había prevalecido en los años anteriores. Los pronósticos en ese entonces – de los analistas políticos y de los propios actores – no eran optimistas sobre la evolución política y general y una expectativa difundida era que el de N. Kirchner fuera un gobierno de transición que se valiera de los recursos políticos fragmentarios que existían en ese entonces. Más específicamente, se lo presumía dependiente del aparato peronista bonaerense. Pero el curso de la acción gubernamental fue sustancialmente diferente pues el Presidente apoyado en su entorno más inmediato se independizó de sus sostenes organizacionales y emprendió una política voluntarista contando con el sustento directo de la ciudadanía. Ésta se expresaba como opinión pública constituida por las encuestas y en el clima de opinión, palpable en la vida pública y ocasionalmente por el contacto esporádico con la ciudadanía que tenía N. Kirchner en su permanente actividad militante que lo llevaba a recorrer el país y que desenvolvía en paralelo a su rol presidencial4. La acción presidencial constituyó un verdadero modelo de salida de la crisis que prevaleció exitosamente durante los primeros años. Se llevaron a cabo reformas decisivas, las más importantes de ellas desoyendo la opinión de los expertos y aún sin que existiese una expectativa ciudadana al respecto, lo que delineó el perfil de un Presidente audaz que se atrevía a tocar los intereses y a desalojar a las corporaciones del lugar de influencia o condicionamiento del poder en el que se habían encontrado tradicionalmente. Las Fuerzas Armadas y las fuerzas de seguridad fueron objeto de reformas sucesivas que procuraron purgarlas del personal comprometido con los crímenes contra los derechos humanos o tolerantes con ellos. En paralelo se impulsó la derogación de las leyes que habían otorgado la amnistía y el perdón a los imputados por crímenes que fueron calificados de lesa humanidad y en consecuencia imprescriptibles. Esta política de derechos humanos, acompañada de una reivindicación de los movimientos de 3 El peronismo profundamente dividido había resuelto en un congreso partidario realizado poco antes de los comicios que no avalaría ningún candidato y que los tres postulantes originados en esa familia política podían competir con sus propias siglas. Otros dos candidatos notorios habían abandonado la Unión Cívica Radical y constituyeron fuerzas política propias. Esos cinco candidatos, con las mayores posibilidades, ilustraban la desagregación del sistema de partidos y la considerable fragmentación del voto, pues en los meses anteriores a los comicios se alternaron en las primeras posiciones de las preferencias ciudadanas y finalmente el resultado mostró pocos puntos de diferencia entre el primero, 24.4 % y el último de ellos, 14%. El denominador común de esa campaña fue la crítica de la política de los noventa encarnada por el candidato C. Menem, esa división en su favor o en su contra era la predominante e ilustraba el debilitamiento de las identidades tradicionales. 4 Ya en el 2003 participó en la campaña de elecciones legislativas nacionales, y provinciales que se desarrollaron a lo largo del año. 4 derechos humanos y en particular de las Madres y de las Abuelas de Plaza de Mayo, tuvo un fuerte impacto en la ciudadanía. Hasta ese entonces se consideraba que se había dado vuelta la página del pasado, sobre la base de las restricciones que el miedo a la capacidad desestabilizadora de las Fuerzas Armadas había impuesto a la revisión de lo sucedido en ese entonces. La enérgica iniciativa del Presidente en este tema fue inesperada, pero fue tomada en cuenta por legisladores y magistrados reiniciándose los juicios congelados. La consecuencia fue una mayor conformidad de la sociedad con sus principios democráticos (de igualdad ante la ley) y humanitarios. Por cierto, que el tratamiento jurídico del terrorismo de Estado y de la violencia es insuficiente, sino está acompañado del debate político que tiene su ámbito de valoraciones específico. Se está juzgando y condenando a quiénes ejercieron el terrorismo de Estado y cuyas responsabilidades en consecuencia son imprescriptibles, pero esta condena debería situarse en el marco de la reprobación de todos los actores que ejercieron una violencia política injustificada, incluso de aquellos civiles que actuaban inspirados en una concepción militarista de la vida pública. Se reabrió un capítulo que seguramente permanecerá abierto y requerirá una ampliación del debate público aún insuficiente por el contexto de persistencia de la crisis en que se inició. Una iniciativa institucional de magnitud fue la renovación de la Corte Suprema, puesto que la mayoría de sus miembros estaba sospechada de haber producido fallos viciados por connivencia con las partes o con el poder político. El Presidente incitó públicamente al inicio de un nuevo juicio a los miembros de la mayoría automática y logró de ese modo que el Parlamento que lo había abandonado lo retomara y lo llevara a cabo5. La designación de nuevos miembros prestigiosos y que han dado prueba de independencia y la reciente iniciativa de reducir el número de miembros de la Corte constituyen un elemento importante de fortalecimiento institucional. En el plano económico se llevó adelante una política de mantención de un tipo de cambio alto, de austeridad, fiscal alcanzándose un excedente primario continuo, rectificando las conductas del pasado y permitiendo cumplir con los compromisos de la deuda. Esta política favoreció el aprovechamiento de las condiciones que ofrece desde hace unos años el mercado internacional, llevando al país a tasas de crecimiento del orden del 9% anual. De ese modo ya a fines de 2005 el país había superado el nivel productivo en que se hallaba al iniciarse el ciclo recesivo (mediados de 1998). Pero el gran éxito, que condicionó todos los precedentes, fue la reestructuración de la deuda pública. La Argentina logró cambiar sus títulos por otros cuyo valor nominal era más del 65% inferior al original, alcanzando esta oferta una aceptación por más de las tres cuartas partes de los tenedores de los títulos originales. Como además las nuevas emisiones estaban escalonadas en el tiempo, desde que esta reestructuración se concretó, en febrero de 2005, el país experimentó un extraordinario alivio en su situación de pagos6. Un sentido político se desprendía de esta política: el que las pérdidas de la caída de la economía nacional sino alcanzaban a todos, por lo menos no recaían simplemente sobre los asalariados y sobre los ahorristas en bancos locales. El 5 Durante el periodo que estuvo en la Presidencia E. Duhalde se inició un expediente de juicio político a esos miembros cuestionados de la Corte Suprema, que no prosperó porque no alcanzó el número suficiente de votos dada la presión de los intereses en juego. Buena parte de esos mismos legisladores se alinearon al requerimiento presidencial en un contexto de popularidad del mandatario. 6 Después de la reestructuración, la deuda pública pasó de representar el 180% del PBI al 72% del mismo. El costo promedio anual de la deuda que en el 2001 había llegado a ser 10.175 millones de dólares quedó en lo inmediato reducido a 3.200 millones. 5 país podía intentar recuperar la confianza internacional que le era necesaria para un crecimiento continuo sobre nuevas bases de credibilidad, que naturalmente debía conquistar. El crecimiento sostenido del producto bruto, junto con políticas sociales tendientes a aliviar la terrible situación social por la que atravesaba un alto porcentaje de la población, permitieron que los indicadores sociales comenzaran a mostrar mejoras ostensibles, llegando a reducirse la pobreza en más del 40 % desde mayo de 2003 a mayo de 20067. El Presidente Kirchner apareció como el artífice de una salida a la crisis en la que muchos no confiaban al inicio de su mandato. El perfil de su acción ejecutiva fue más amplio y lo situó como un crítico de las corporaciones cuyo poder procuró recortar en nombre de una identificación con los intereses del pueblo y de la nación. De este modo los empresarios se vieron cuestionados en su política de precios y en las carencias de sus planes de inversiones. En particular los contratos para la provisión de servicios públicos que se habían firmado en los años noventa cuando se produjo la privatización masiva de los mismos (electricidad, gas, agua, teléfonos y otros), fueron sometidos a una larga revisión y reformulados evitando que el incremento de tarifas recayera esencialmente sobre los consumidores particulares. Esta orientación de gobierno guiada por el Presidente apareció como inesperada dada las condiciones existentes al asumir su mandato y le atribuyeron inmediatamente un alto índice de popularidad que con variantes se mantuvo a lo largo de la primera fase de gobierno. El formato de salida de la crisis estaba entonces basado en la iniciativa presidencial que se traducía frecuentemente en la adopción de Decretos de Necesidad y Urgencia o en el uso de capacidades parlamentarias delegadas en el Ejecutivo en razón de la emergencia económica y social que se había sancionado en su momento. Esa iniciativa presidencial invocaba permanente la situación de excepcionalidad que vivía el país y hacía gala de la necesidad de encararla con prontitud. El ejecutivismo se hacía posible por la relación directa del Presidente con la ciudadanía. Relación no mediada por las instancias representativas, pero virtual sin embargo, porque no se basaba en una movilización popular o ciudadana sino en el estado de la opinión cuyo peso había adquirido una significación muy concreta luego de la experiencia conmovedora del “cacerolazo” acaecida a fines de 2001 y que tenía más relieve en un contexto de intensa desinstitucionalización. Los Diputados y Senadores no contradijeron la voluntad presidencial, pese a que se perfilaron las diferencias con el ex presidente E. Duhalde que aún controlaba parte considerable de la bancada oficialista y que manifestaba su disconformidad con lo que consideraba excesiva tolerancia hacia los desbordes de la protesta popular, con la política de Derechos Humanos y con otras decisiones que afectaban el poder del peronismo tradicional. 7 Según datos oficiales (Encuesta Permanente de Hogares, INDEC), la pobreza descendió entre el primer semestre de 2003 hasta el primer semestre de 2006 del 54% al 31.4% y para el mismo período la indigencia pasó del 27.7% al 11.2% Para los mismos períodos la desocupación bajó del 17.8 % al 10.4% y la subocupación del 17.8% al 12.0%. 6 El reconocimiento al rol del Presidente en la salida de la crisis era ampliamente reconocido y era superior a la expresión de descontento de quienes no habían sido alcanzados por los beneficios del crecimiento o que estaban aún afectados por las consecuencias del derrumbe del 2001. ¿QUÉ ROL TUVO EL ACTUAL PRESIDENTE LUEGO DE LA CRISIS DEL 2001? Ayudó o fue decisivo en iniciar la salida de la crisis Dejó que las cosas se arreglaran solas Hubo otras instituciones o personas que im portaron m ás para salir de la crisis 4 7 ,9 8 ,6 7 ,4 3 0 ,9 Todavía no salim os de la crisis Ns/ Nr 5 ,2 Fuente: Encuesta Nacional PNUD, octubre 2005 El Presidente reconstituyó la autoridad política presidencial a través de una actividad decisionista respaldada en una amplia consciencia y reconocimiento sobre la excepcionalidad de la situación. Su popularidad afirmó esa autoridad en la medida en que las acciones del poder aparecían investidas de un sentido de justicia y que eran muy exitosas en los progresos de la economía y la inserción en el mundo y en los resultados estabilizadores de la intervención del Estado. La concentración de poder y el decisionismo fueron aceptados y aún apreciados por las circunstancias apuntadas de excepcionalidad que justificaba la premura en las decisiones y porque la recuperación de la autoridad política presidencial no estaba acompañada por una recuperación del prestigio del conjunto de los representantes políticos y de las instituciones públicas de modo que el liderazgo presidencial carecía de contrapesos a ese nivel. La ciudadanía, que había abandonado sus pertenencias políticas tradicionales, afirmó su autonomía y su “fluctuación política” como un rasgo permanente de su relación con la vida pública. 7 Identificación Partidaria (en % ) Ns/Nr 5% Con identificación partidaria 32% Sin identificación partidaria 63% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, octubre 2005 De manera que ese modo de gobernar, poco atento a la construcción institucional, aunque suscitó reservas aún entre los propios simpatizantes del Presidente, no pesó mayormente en el estado general de la opinión en esta primera fase del gobierno de N. Kirchner. La oposición política no logró pesar en la arena pública y raramente incidir en la agenda de prioridades. Persistieron o surgieron sí algunos liderazgos locales que son el posible germen de un pluralismo político cuasi inexistente en esos primeros años de normalización. El modelo de salida de la crisis tiene un eje de legitimidad en la relación del Presidente con la ciudadanía/opinión pública; Presidente que concentra el poder y la iniciativa política y en esa medida reviste un rol de aglutinante de la voluntad nacional para superar la adversidad. Si no hubo una oposición organizada suficientemente sólida y de envergadura nacional, sí hubo límites al poder único del Ejecutivo provenientes de la expresión ciudadana. Fueron los descontentos por temas de seguridad, ambientales y de justicia los que suscitaron movilización y obtuvieron como resultado la capacidad de introducir temas en la agenda gubernamental o incluso inducir la rectificación de ciertas políticas. 2- Los problemas institucionales a la orden del día En torno de las elecciones legislativas del 23 de Octubre de 2005, realizadas dos años y medio luego del inicio del mandato presidencial de N. Kirchner puede reconocerse un punto de inflexión o el inicio de una nueva etapa ya no tan solo en la gestión de este gobierno sino también en la definición del formato democrático en que se estabilizará el país. Las elecciones legislativas mencionadas cobraron una importancia particular puesto que el Presidente, desde bastante tiempo antes, las planteó como una revalidación de sus credenciales, calificándolas en un primer momento como un plebiscito. Aunque luego esa pretensión se atemperó, en vistas a las divisiones en su propia fuerza de origen, lo cierto es que la propia intervención del Presidente, sobre todo en el distrito bonaerense, y en menor medida en el metropolitano, impulsó la nacionalización de elecciones que 8 formalmente se efectuaban por distritos. Sin embargo, la tendencia a la conformación de un campo oficialista y uno opositor se tradujo muy imperfectamente en los hechos, dada la persistencia de una fragmentación política considerable, la existencia de un área de fuerzas políticas ni oficialistas ni opositoras, e incluso a la poca predisposición de la mayoría de los opositores reconocidos a hacer campaña en tono nacional, desafiando a un Presidente popular en todos los distritos. Desde el punto de vista político esas elecciones se pueden resumir en tres tendencias: a- Convalidación de la popularidad presidencial en términos electorales, con una variada gama de articulaciones políticas. Continuando con la identidad que había estrenado en 2003, el Presidente impulsó las listas del Frente por la Victoria con las que en algunos casos desafió a las estructuras de su partido de origen, el justicialismo. La gran confrontación se produjo en la provincia de Buenos Aires, en donde Cristina Fernández de Kirchner, su esposa, compitió con Hilda “Chiche“Duhalde derrotándola por un amplio margen y dando de ese modo una ilustración de la “nueva política” que se batía contra las prácticas de la “vieja política” encarnada por los líderes del justicialismo bonaerense. Esta fractura fue sin duda significativa, puesto que un liderazgo de popularidad asociado a la figura del Presidente lograba avanzar con esa lógica, la de la imagen vehiculizada por la comunicación política mediática, por sobre los aparatos políticos y el presunto capital electoral involucrado en las redes clientelares. Sin embargo, esta distinción entre políticas y lógicas distó de ser tajante porque en el transcurso de la campaña muchos punteros e intendentes bonaerenses se pasaron al que sería el bando ganador, incitados por los pronósticos de las encuestas y probablemente por la presión de las propias bases que no son más clientelas pasivas. El Presidente logró incidir en otros distritos en los que sus partidarios se presentaron con la nueva sigla a veces en competencia con el justicialismo local, y en otras oportunidades apoyó las listas del PJ introduciendo candidatos afines. En varios distritos gobernados por radicales se formaron listas de coalición embanderadas con el oficialismo y finalmente en algunos otros distritos el Presidente optó por apoyar simplemente las listas del justicialismo tradicional. De modo que aunque el presidente desalojó a sus adversarios en un par de distritos tradicionalmente controlados por la oposición, amén del triunfo obtenido en la mayoría de los otros, no es posible hacer la contabilidad de sus sufragios porque, en varios distritos, más de una lista reclamaba su filiación y en otros sus partidarios estaban incorporados en frentes controlados por el radicalismo que había sido tradicionalmente opositor. El progreso de la estrategia presidencial con una mixtura de renovación y continuidad y en consecuencia creando un abanico de apoyos heterogéneos confirmaba la estrategia “movimientista” de constituir una fuerza política recuperando todo lo posible de su fuerza de origen pero articulándola con líderes sociales, ex frepasistas y una parte del radicalismo en vistas a crear una fuerza de centro-izquierda pero sin darle a esa articulaciones un carácter institucional8. 8 El propio Partido Justicialista permanece acéfalo desde marzo de 2004, y N. Kirchner se ha negado a presidirlo puesto que ello iría a contracorriente de sus intenciones de conformar un nuevo movimiento político. 9 b- La nacionalización de la campaña propiciada por el Presidente y la búsqueda de una polarización en torno a su figura tuvo un éxito amenguado, puesto que en varios distritos no logró transferir su popularidad a los candidatos que contaban con su aval. Teniendo en cuenta los cinco distritos principales que reúnen los dos tercios de los electores, en tres de ellos ganaron listas que no contaban con el aval oficial. De modo que las elecciones también constataron los límites de la popularidad presidencial que no es fácilmente transferible y la existencia de un pluralismo potencialmente en expansión, porque pese al debilitamiento de los partidos y a la debilidad de la oposición como expresión pública, emergen varios líderes de implantación local con posibilidades de proyección nacional o de articularse nacionalmente. c- Por último, se constató la persistencia de una tendencia a no participar positivamente del acto electoral pues abstenciones y votos en blanco, aunque fueron una proporción menor que en las elecciones precedentes, constituyen una proporción mayor que en los años ochenta y noventa. Desde el punto de vista institucional, el oficialismo conquistó la mayoría en el Senado y la primera minoría en Diputados. Este resultado es paradójico puesto que en la legislatura precedente el oficialismo había sido mayoritario en ambas cámaras, pero en verdad los leales al Presidente eran minoritarios en comparación con los afines a Duhalde o a otras fracciones peronistas9. Con nueva composición de la Cámara de Diputados, el Presidente salía fortalecido y su posición para establecer alianzas se invertía en relación al pasado, pues su primera minoría pronto contó con el aporte de parte del bloque duhaldista. Composición Cámara de Diputados, Julio 2006. Otros partidos 17% Frente para la Victoria - PJ PRO 4% Frente para la Victoria - PJ 45% ARI 5% Justicialista Nacional 6% UCR Peronista Federal Justicialista Nacional ARI PRO Peronista Federal 8% UCR 15% Otros partidos Pese a las expectativas en contrario, luego del fortalecimiento de sus recursos institucionales, el Presidente no disminuyó la concentración de poder y su ejercicio personalista, ni dio signos de encarar un abandono del modelo de salida de la crisis, 9 Una vez consumada la ruptura en el peronismo bonaerense hacia mediados de 2005 el oficialismo tenía dificultades para hacer votar leyes pues su bloque incluyendo aliados alcanzaba a los 80 legisladores en tanto que el quórum es 129. 10 puesto que a su entender tal cosa como una salida de la crisis debería pensarse hacia el final de su mandato (diciembre 2007). El primer semestre de 2006 estuvo dominado por varias iniciativas presidenciales votadas por el Congreso que, aunque de naturaleza distinta, prolongaban la invocación de la situación de excepción y convalidaban la concentración de poder. Hacia fines de febrero se sancionó una recomposición del Consejo de la Magistratura que reducía el número de miembros que lo integraban y modificaba el equilibrio entre sus componentes, dejando en manos del oficialismo una minoría con capacidad de bloqueo en votos decisivos como el de las designaciones y exoneraciones de magistrados. A inicios de julio se efectivizó la postergada reglamentación de los Decretos de Necesidad y Urgencia (DNU) que implicó la creación de la Comisión Bicameral que debe abocarse a examinar esas decisiones del Ejecutivo antes de proponer un dictamen al plenario de las Cámaras. Pero al no ponerse un plazo imperativo para el tratamiento por el Congreso de esos dictámenes de la Comisión se crea la posibilidad que los DNU permanezcan vigentes sine die, sin aprobación ni rechazo parlamentario, contraviniendo de este modo el espíritu de la Reforma Constitucional de 1994 en este punto y contradiciendo la opinión del círculo presidencial cuando esa reglamentación había tenido estado parlamentario antes que N. Kirchner asumiera la presidencia. La legislación más cuestionada fue la reforma a la Ley de Administración Financiera tratada y aprobada a inicios de agosto 2006. Esta reforma da al jefe de gabinete, con carácter permanente, la capacidad de redistribuir, con la sola excepción de los gastos de seguridad e inteligencia, las asignaciones del presupuesto nacional, por lo que en la práctica el tratamiento parlamentario del presupuesto se hace superfluo. Esta legislación fue considerada por numerosos juristas como lesiva de la Constitución y la designación por el periodismo de estas capacidades como “superpoderes” se popularizó. La crítica a los superpoderes en la opinión pública no corresponde a un conocimiento preciso de esta legislación, sino que alude de un modo genérico al sentimiento de un ejercicio del poder concentrado, poco atento a los procedimientos institucionales y poco deliberativo en relación a la ciudadanía en general y expresa un palpable malestar en parte de la población hacia fines del año 2006. La continuidad de un ejercicio decisionista del poder e incluso su reforzamiento por disposiciones legales, probablemente refleja un diagnóstico del Presidente y su entorno respecto a la necesaria continuidad de un ejercicio del poder en condiciones de excepción, en otros términos, de la continuidad del modelo de salida de la crisis que se instaló inicialmente y que se vale como principal recurso para gobernar de la popularidad del Presidente. Resulta paradójico que teniendo un Congreso básicamente afín, se promueva una legislación que disminuye sus capacidades. No obstante, puede interpretarse que la continuidad de las políticas que se pretende promover podría encontrar resistencias cuando la popularidad del Presidente disminuya, o que el paso de las leyes por el parlamento disminuya la eficacia de la legislación o aún que habilite un espacio de negociación en donde los legisladores quieran promover intereses particulares o promuevan prácticas de intercambio. 11 En todo caso, esta política se ha orientado a debilitar el rol del Congreso y ello en parte apoyándose en cierta indiferencia de la opinión respecto al rol de esta institución, pero, como veremos más adelante, la relación de la opinión pública con este tema es ambivalente. ¿En qué medida le interesan los asuntos que se discuten en el Congreso Nacional? Punto muestra Nivel económico social TOTAL AMBA ABC1 (Alto) Interior D/E (Bajo) Mucho 10 10 10 12 8 Bastante 25 23 27 34 20 Poco 46 47 45 41 48 Nada 17 18 17 14 22 1 1 1 0 3 NS/NC Fuente: Encuesta de cultura constitucional Argentina: una sociedad anómica. Hernández, Zovatto y Mora y Araujo. IDEA Internacional, Asociación Argentina de Derecho Constitucional, UNAM México, 2005. En todo caso se percibe un malestar ciudadano respecto al modo de ejercicio del poder, que se ha canalizado en el rechazo a las reelecciones de los gobernadores y que encontró instrumentos de expresión electoral más allá del debilitamiento de los partidos. El 6 de noviembre de 2006, una coalición opositora muy heterogénea, liderada por un prestigioso obispo e integrada por candidatos que se comprometieron a no pretender funciones representativas en el futuro, triunfó en la Provincia de Misiones donde se había convocado a la elección de constituyentes con el solo propósito de reformar la Carta provincial y permitir la elección indefinida del Gobernador. Esa pretensión había contado con el respaldo del gobierno nacional. Como resultado de ese primer traspié electoral del Presidente se produjeron rectificaciones inmediatas. Los gobernadores de la Provincia de Buenos Aires y Jujuy renunciaron a sus aspiraciones de impulsar interpretaciones de las constituciones o reformas para impulsar sus reelecciones, y en términos más generales se generó un clima de mayor atención a los problemas institucionales10. De modo que, con las elecciones Presidenciales y generales que se perfilan en el horizonte11, el interrogante político que se plantea es el de la posibilidad de transición 10 Como parte de esta perceptible reorientación, Cristina Kirchner promovió en el Senado un proyecto para reducir el número de miembros de la Corte Suprema a cinco. De este modo, se sacaba a este poder de la dificultad para formar mayorías, puesto que contaba en este momento con solo siete de sus nueve miembros, con lo cual el número para adoptar decisiones era de cinco, siendo esta situación responsabilidad del Ejecutivo, que había incumplido su obligación de proponer reemplazantes dentro de los sesenta días de producida una vacante. El que el Presidente impulsara una reducción del número de miembros de la Corte, en vez de nombrar dos nuevos miembros, fue considerado por una parte como una autolimitación de signo republicano, pues él ya había promovido cuatro integrantes del cuerpo y por otra parte, como de retorno a una tradición, pues desde la Constitución originaria hasta 1992, la Corte había tenido cinco miembros, número considerado como más apropiado para su eficacia. 11 Deberían realizarse el 30 de Octubre 2007. 12 del modelo decisonista de salida de la crisis hacia otro de poderes más distribuidos y equilibrados y con mayor deliberación institucional y pública. Para tener elementos de interpretación y diagnóstico hemos recurrido a estudios específicos sobre el estado de la opinión respecto a las instituciones y al espacio público político. II -Percepciones y expectativas ciudadanas sobre las instituciones, los políticos y el Presidente II.1- Partidos, candidatos e instituciones en general Hasta hace aún dos décadas, la ciudadanía tenía identidades políticas y aún sindicales y corporativas permanentes. Esas pertenencias eran bastante estables y la vida política y social se organizaba en torno a ellas, es decir que la representación política y social daba una fisonomía reconocible y predecible a la sociedad. Pero desde los años ochenta se ha desenvuelto un proceso no sólo de crisis, sino de mutación en la representación que en Argentina adoptó un carácter crítico a partir de la debacle del 2001. En el pasado, las identidades de diversa índole agrupaban a los individuos en torno no sólo a reclamos e intereses, sino a sistemas de creencias, que ahora también se han desagregado junto a las formas organizativas que agrupaban a los individuos. No es que las representaciones políticas y sociales hayan desaparecido, pero sí han cambiado y se han debilitado. Su rol es más instrumental y carecen de la consistencia de principios y de las adhesiones estables que tuvieron en el pasado. En estas condiciones, entender las evoluciones de la opinión se hace más difícil y necesario, del mismo modo que se impone preparar las formas de canalización y expresión apropiadas para esta situación de ciudadanía desprovista de pertenencias fijas. En términos generales puede decirse que, actualmente, la ciudadanía argentina es crecientemente autónoma, crítica de las instituciones y dirigentes existentes, pero mayoritariamente imbuida de expectativas democráticas e interesada en los asuntos públicos. En algún sentido, comparada con la de un pasado no muy lejano, nos hallamos ante una nueva ciudadanía con una nueva relación con la política y la vida pública, y todo diseño institucional futuro debería tomar en cuenta esa circunstancia. Como ya se indicó, la mayoría de los argentinos dice no reconocerse en una identidad partidaria. Ello no quiere decir que desdeñe a los partidos políticos pero tiene respecto a ellos una posición crítica y una relación instrumental. La gran mayoría12 los considera necesarios, pero quienes los reconocen o aceptan tal como son actualmente son sólo una porción menor de personas, en tanto la mayor parte piensa que deben experimentar reformas o mejoras. 12 El 95 %. 13 Rol de los partidos políticos - Primera mención Los partidos políticos facilitan la representación de los ciudadanos 2005 14,6 2006 12 26 30 Los partidos políticos son necesarios, pero deben estar más cerca de la gente. 19,7 17 Los partidos políticos son necesarios, aunque no vayan a cambiar 5,1 3 Los partidos políticos son necesarios sólo en el momento de las elecciones 3,3 4 Los partidos políticos son necesarios, pero deberían ayudar a pensar en qué país queremos vivir y en mejorar la situación de la gente común 21,5 27 No se necesitan partidos políticos 4,1 Los partidos políticos son necesarios, pero deben reformarse para evitar la corrupción. Son necesarios pero con reclamos de reforma o mejora Año 2006: 75% Año 2005: 67.2% 5,8 NS/NC FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Octubre 2005 y Septiembre 2006. 3 3 Esta visión crítica hacia los partidos políticos es coherente con la percepción que los ciudadanos tienen de los líderes políticos, a la hora de opinar sobre la evolución de los mismos respecto del pasado. Una minoría poco significativa piensa que han mejorado, en tanto que dos de cada tres interrogados manifiesta tener menor confianza en ellos de la que tuvo en el pasado. La desconfianza hacia los políticos es extensiva a algunos responsables públicos en general, y se acentúa notoriamente en el caso de la Magistratura, puesto que más de ocho de cada diez ciudadanos desconfía de los jueces. Este sentimiento negativo es casi unánime en los sectores más populares y en el área metropolitana. La crítica a los representantes y funcionarios no puede ser interpretada como expresión de una actitud antipolítica, puesto que el interés por la política es persistente en la mayoría. La mitad de los entrevistados asignaba importancia a las elecciones de octubre de 2005; aunque debe destacarse que poco más de un tercio asignaba poca importancia o descalificaba a las mismas, lo que permite interpretar que en buena medida las conductas abstencionistas y voto blanquistas registradas en las elecciones legislativas de 2005 corresponden en muy alta proporción a actitudes y no a factores circunstanciales. Por otra parte, a la hora de elegir, los canales institucionales están debilitados como definitorios del voto, puesto que sólo una minoría de los electores dice tomar en cuenta la tradición partidaria o el pronunciamiento del gobierno nacional a la hora de decidir; en cambio, dos de cada tres ciudadanos prestan atención al programa que se promete y a la figura del candidato. 14 Factores que influyen en el voto -1a mención 2005 2006 La figura del candidato 33 33 La tradición del partido al cual pertenece el candidato 7,2 9 La plataforma de gobierno o el programa que promete 36,8 41 12 10 11,1 7 El apoyo del gobierno nacional al candidato NS/NC Fuente: Encuesta Nacional, PNUD, Octubre 2005 y Septiembre 2006 Cuando va a votar, ¿qué tiene más en cuenta para elegir a su/s candidato/s? El apoyo del gobierno nacional al candidato 10% La plataforma de gobierno o el programa que promete 41% No sabe / No contesta 7% La figura del candidato 33% La tradición del partido al cual pertenece el candidato 9% Fuente: Encuesta Nacional, PNUD, Septiembre 2006 El interés político ciudadano persiste entonces, en primer lugar, en relación al acto electoral, aunque en un contexto perdurable de fluctuación en las identificaciones y preferencias que cambian principalmente en función de lo que aparece como propuesta en la escena política. La mayoría vota reflexivamente y también presta atención al desempeño de las instituciones políticas. Como contrapartida a la desconfianza o al descrédito de las instituciones partidarias y de los líderes políticos e institucionales, se registran claras opiniones referidas al sistema institucional deseable, por una parte y a la vida de la comunidad política, por otra parte. En cuanto a las instituciones, las reformas ya emprendidas son altamente valoradas, de modo que seis de cada diez personas consideran positivos o muy positivos los cambios acaecidos en la justicia (renovación de la Corte Suprema y de la justicia federal), en tanto que los que tienen una opinión negativa son un número insignificante. II.2 - El Presidente, el Congreso y la decisión política Un tema crucial en el estado de la opinión pública se refiere a la coexistencia de dos sensibilidades, que dividen en parte a la opinión pero que suelen estar presentes en los mismo individuos: la expectativa de ejecutividad y de un gobierno afín a los intereses 15 del pueblo o del ciudadano común, y el reclamo de respeto a las instituciones y de deliberación. Por lo pronto y en la perspectiva de la futura competencia presidencial, hay quienes priorizan la continuidad del Presidente o alguien afín, entiéndase continuidad del actual proyecto, y otro grupo un poco más numeroso que está más a la expectativa de una competencia y probablemente dispuestos a definirse más claramente una vez que la escena esté configurada. Ahora le vamos a hacer una pregunta respecto a las próximas elecciones presidenciales que se realizarán en octubre del próximo año, 2007. Ud. piensa que en esa oportunidad… ? Sería deseable la existencia de dos a más candidatos con posibilidades de ganar 44% No le interesan las elecciones 11% Ns / Nc 5% Debe asegurarse que el actual Presidente o alguien afín siga en su cargo 40% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, Septiembre 2006 En el plano de las expectativas es significativo lo que se espera del Congreso y del Presidente. La expectativa de que el Presidente sea el líder de un proyecto y a la vez el garante de los derechos de todos, parece haberse incrementado con el paso del tiempo. Pero esta expectativa también coexiste con la expectativa mayoritaria de que el Presidente esté alejado de las peleas partidarias. Respecto a cómo se figura el rol del Presidente, se registran también dos grandes tendencias, no necesariamente incompatibles. Una concibe al Presidente como representante de la Nación (“El Presidente de todos, sin participar directamente en las disputas partidarias”), en tanto que el otro gran grupo lo concibe como líder político “garantista” (“El líder político votado en las elecciones, pero que se preocupa de escuchar a todos y darles garantías”). Podemos decir que ocho de cada diez ciudadanos participa de una u otra de estas dos opiniones y en algunos casos sostiene a ambas. Un tercer grupo constituido por una de cada seis personas prefiere un presidente que sea un líder electoral autoritario. 16 En una situación normal, ¿cómo considera que debería actuar el Presidente? 2006 2005 2006 2005 1º Mención 1° Mención Total Menciones Total Menciones El presidente de todos, sin participar en las disputas partidarias 38% 44% 71% 59% El líder de un proyecto político votado en elecciones, pero que se preocupa por escuchar a todos y darles garantías 51% 40% 81% 59% El líder de la mayoría electoral que debe ejercer autoridad sobre los perdedores 5% 8% 20% 16% No sabe / No contesta 6% 8% 6% 8% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, Octubre 2005 y Septiembre 2006. Cómo debe actuar el Presidente - 1° mención 5% El presidente de todos, sin participar directamente en las disputas partidarias. 6% 38% El líder de un proyecto político votado en las elecciones, pero que se preocupa de escuchar a todos y darles garantías. El líder de la mayoría electoral que debe ejercer autoridad sobre los perdedores. 51% NS/NC Fuente: Encuesta Nacional PNUD, septiembre 2006. Puede considerarse, a modo de hipótesis, que esta coexistencia de sensibilidades traduce la propia transición en que se halla la mayoría de la ciudadanía, del período en que la excepcionalidad política le parecía justificar la concentración de poder a la fase actual en que emergen reclamos de mayor institucionalidad y deliberación. 17 La opinión sobre el uso de los DNU es ilustrativa de la percepción de la transición en la propia opinión pública. En el periodo de crisis posterior al 2001, en algunos casos el gobierno adoptó decisiones por decreto sin consultar a diputados y senadores. Ud piensa que…? Gobernar por decreto se justificaba por la situación de crisis 25% Ns / Nc 8% Gobernar por decreto sólo se justifica ante temas muy urgentes… 24% En ningún caso se justifica gobernar sin consultar al Congreso 43% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, septiembre 2006. Una mayoría justifica el recurso a los DNU, ya sea por las circunstancias o por la urgencia, pero una parte importante expresa una opinión firme de consulta previa con el Congreso. A su parecer las carencias sociales y la situación del país…? Justifican que el Presidente tenga la capacidad de gobernar por decreto por bastante tiempo 14% Ns / Nc 9% No se justifica gobernar por decreto y deben adoptarse las decisiones en el Congreso con la participación de todos 40% La situación ha mejorado y debería consultar más a los senadores y diputados y a la oposición 37% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, septiembre 2006. 18 Las carencias sociales no justifican el gobernar por decreto. Y en el mismo sentido una gran mayoría piensa que el presidente debe consultar sobre sus decisiones al Congreso y/o explicarlos a la opinión pública (72%). Y en las circunstancias actuales, en el 2006, Ud considera que…? El presidente debe preocuparse por tomar decisiones que mejoren la economía, sin perder el tiempo en consultas 22% Ns / Nc 6% El presidente debe explicar sus proyectos a la gente y escuchar críticas y opiniones y consultar a la oposición 30% El presidente debe hacer conocer sus proyectos y llevarlos a la aprobación del Congreso 42% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, septiembre 2006. Por lo menos la mitad de los ciudadanos privilegia el rol propio y autónomo del Congreso, en tanto que un sector importante, pero un poco menor, enfatiza su rol de contra poder respecto al Ejecutivo y al Judicial. Existe un tercer grupo que puede alcanzar a uno de cada tres ciudadanos, que concibe para el Congreso un rol principal de acompañamiento al Presidente. Estas inclinaciones no son excluyentes, y los mismos individuos aceptan uno u otro rol para la institución, pero lo que predomina claramente en el conjunto es la expectativa de un Congreso con vida propia. ¿Cuál le parece el rol más apropiado del Congreso? Y en 2º lugar, cuál le parece el rol más apropiado del Congreso? 2006 2005 1º Mención 1° mención Discutir y aprobar leyes Acompañar al Presidente votando las leyes que necesita Vigilar y rectificar al presidente y a los jueces cuando corresponde No sabe / No contesta 2005 Total Menciones Total Menciones 49% 53% 79% 73% 21% 20% 43% 37% 26% 24% 63% 50% 4% 3% 4% 3% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, Octubre 2005 y Septiembre 2006. 19 2006 Rol del Congreso - 1° m ención 4% Discutir y aprobar leyes. 26% Acompañar al Presidente votando las leyes que necesita. 49% Vigilar y rectificar al Presidente y a los jueces cuando corresponde. NS/NC 21% FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Septiembre 2006. Las conclusiones del estudio con grupos focales permiten profundizar en la ambivalencia que se registra en la opinión pública respecto a las instituciones políticas. Por una parte existe desconfianza y descalificación, en particular del Congreso, de la Magistratura y de los liderazgos políticos, pero por otra parte, confrontados con la opción de recurrir a las instituciones representativas y judiciales, la gran mayoría se pronuncia afirmativamente. De modo que se puede concluir en este punto que en primer lugar, en la vida pública, la primera reacción ciudadana está atenta a la justicia y sustantividad de las decisiones. Hay un criterio más o menos ostensible y predominante según los sectores sociales de que se trate, según el cual las decisiones son espontáneamente valoradas según a quién favorecen (al pueblo o a los intereses de los variados poderosos que se mencionan). Pero en segundo lugar también aparece un nivel de opinión más distanciado de los intereses de cada uno y de grupo que adjudica importancia a las instituciones y al respeto de la ley. Esa opinión es con frecuencia compartida por quiénes critican el estado y funcionamiento actual de las instituciones, las que son consideradas según se ha visto como alejadas de los intereses del pueblo y sospechadas de corrupción. La ambivalencia de la opinión pública alcanza a la figura del propio Presidente y a su acción de gobierno. La capacidad de acción del Presidente y su rol en la salida de la crisis son ampliamente apreciadas, pero su estilo decisionista suscita crecientes reservas. A lo largo de 2006 se ha extendido un malestar evidente en el espacio público a medida que se sancionaron leyes que convalidaban la concentración de poder. Buena parte de la opinión pública desconoce la naturaleza y alcance de las nuevas leyes, pero la percepción que se ha instalado es la de una prolongación de facultades excepcionales que son cada vez menos aceptadas por los ciudadanos. La mención espontánea y crítica a los “superpoderes” apareció en casi todos los grupos focales efectuados. Los participantes aluden con ese término a una sensación de gobierno a distancia de los procedimientos institucionales e incluso de la consulta a la opinión. 20 La desconfianza hacia la representación política y el nuevo malestar con el modo de gobernar, se canalizan en una aspiración a formas participativas ciudadanas que son mencionadas frecuentemente en los grupos: consulta popular, referéndum y plebiscito. Por último, la sospecha o desconfianza hacia las instituciones es inseparable de la consideración de los políticos como una clase distinta a la ciudadanía, con intereses propios que pesan en el funcionamiento de esas instituciones y en las decisiones. No contamos con información de estudios de períodos pasados, pero se presume que la percepción nítida y negativa sobre la distancia entre los representantes y el ciudadano común es un dato nuevo y característico de una ciudadanía autonomizada que acepta la representación, pero la limita y la condiciona. Existe otra dimensión de las actitudes, expectativas y valores ciudadanos que ya no se refiere a las instituciones representativas o al gobierno, sino al ámbito público no institucional o representativo y que cobra una importancia creciente en nuestra sociedad, por lo que corresponde prestarle atención. II- Espacio público: convivencia social y participación política En relación con la vida pública, la ciudadanía argentina se muestra con aspiraciones legalistas e interesada en la mejora del debate público, aunque su interés político no es predominantemente participativo, y si bien muestra un grado de tolerancia ante la conflictividad social, éste se halla atemperado por la demanda de orden. El comportamiento preferido para pronunciarse es el voto. Pero, por otra parte, debe señalarse la existencia de una tendencia conformada por uno de cada tres ciudadanos, la misma proporción ya registrada precedentemente, que no elige el voto entre sus opciones de acción pública. En los sectores populares esta proporción llega a cuatro de cada diez. Por otra parte, uno de cada tres interrogados elige alguna forma de acción directa (manifestación, huelga o corte de ruta, en ese orden de peso en las menciones) como forma de expresión preferida. Modo más correcto para reclamar y expresarse 1er lugar y Menciones sumadas ¿CUÁL LE PARECE EL MODO MÁS CORRECTO QUE TIENE LA GENTE PARA RECLAMAR Y EXPRESARSE? PUEDE ELEGIR HASTA 3 OPCIONES E INDICAR CON LOS NÚMEROS 1, 2 Y 3 SEGÚN SU NIVEL DE IMPOR %TANCIA. 44.7 El voto 66.3 19.7 Juntar firmas 54.9 15.5 La manifestación 40.4 29% menciona en 1° lugar acción directa 8.7 La huelga El corte de ruta o de calles Otros 32.1 4.8 11.8 2.1 5.7 Ns/ Nr 33.7% no menciona 4.5 4.5 En el caso de las menciones sumadas los gráficos no suman 100% FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Octubre 2005 21 De modo que si bien se ha enfatizado el interés mayoritario en el voto, también debe reconocerse un potencial de protesta social importante. Se pueden atender a dos órdenes de razones para entender las raíces de esta conflictividad. III.1 La protesta popular y ciudadana La sociedad argentina está constituida, aún, por un sector importante de individuos privados en la satisfacción de sus necesidades básicas. Este sector social empobrecido en el lapso de una o dos generaciones, se siente urgido por mejorar sus ingresos y condiciones de vida, y ello en un mundo en donde los parámetros de formación y empleos disponibles se halla en permanente evolución. Incluso una parte de quienes han perdido su anterior condición social careciendo, de las posibilidades de reinsertarse o habiendo abandonado esa esperanza, se resocializan en redes alternativas, que son, sin embargo, fuentes eventuales de contestación del orden social. También debe considerarse la existencia de un amplio sector que no se encuentra en la pobreza pero que sí ha caído socialmente y arrastra la frustración de no haber recuperado la calidad de vida soñada. La sociedad se halla dividida ante las formas de conflictividad social más disruptivas. Sobre la base de nuestra primera encuesta nacional, se puede hacer un agrupamiento en dos partes casi equivalentes que se pronuncian de modo sensiblemente diferente ante el corte de ruta o de calles. Por un lado, están quienes hacen hincapié en la prevención y en la aplicación de la ley, y por otra parte quienes toleran o justifican esa forma de protesta. Las diferencias por condición social y región son significativas: mayor reclamo de medidas preventivas en el área metropolitana, mayor justificación de los cortes de ruta “por lo mal que está la gente” entre los sectores de mayor nivel económico y en el interior del país. Cortes de ruta o calles ¿QUÉ OPINIÓN TIENE SOBRE LAS MEDIDAS COMO LOS CORTES DE RUTA O CALLES? 25.3 % Se deberían tomar medidas preventivas para evitar que haya cortes antes que sucedan (bloqueo, etc) 49.5% 24.2 Debe aplicarse la ley con los que perturban el orden público 24.9 Debe tolerarse, pero pidiendo cierta moderación 45.8% 20.9 Se justifica por lo mal que está la gente 4.8 Ns/ Nr FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Octubre 2005 22 Deben entonces reconocerse orientaciones predominantes y otras minoritarias pero significativas, y todas en alguna medida pesan en la comunidad política. Las elecciones y la legitimidad obtenida en los debates de opinión generan una legitimidad institucional. La misma coexiste con la protesta, generalmente compatible con la legalidad, pero que aparece como el recurso de sectores que se sienten insatisfactoriamente representados o bien que aún siendo representados, creen conveniente recurrir a la acción directa para que sus reclamos sean atendidos o para que lo sean más prontamente. Ambas lógicas coexisten y coexistirán en la vida pública. Acontecimientos de naturaleza variada pueden desencadenar estallidos urbanos asociados a esta sensibilidad como ha sido el caso de los reclamos por la seguridad urbana, el accionar de las fuerzas de seguridad o más recientemente por el funcionamiento considerado intolerable de los servicios públicos ferroviarios. En paralelo a esta conflictividad espontánea o salvaje según los casos, se ha incrementado una conflictividad más tradicional motivada por los postergados reclamos salariales que también se expresa ya sea por canales representativos tradicionales o bien de un modo más inorgánico o espontáneo, en sintonía con las tendencias diferenciadas que se registran en la sociedad argentina. Los datos más recientes registran la evolución en el estado de la opinión. Ciertas expresiones de protesta son más aceptadas que otras; los cortes de ruta recogen en la última encuesta nacional de octubre 2006 una baja aceptación (22%), y ello refleja una opinión ciudadana hasta cierta punto comprensiva de la protesta, pero disconforme con las falencias del orden público. Los grupos focales permitieron profundizar en los matices de esa opinión. Ante todo el malestar se expresa como perjuicio sufrido por la realización de protestas, es decir: la expresión de unos daña o limita los derechos de otros. Sólo en segundo lugar se reconoce que con frecuencia la protesta es necesaria y que el medio de expresión callejero es útil dada la carencia de otros canales suficientes. Pero en términos generales se confirma que las reacciones espontáneas ante los cortes de ruta son negativas. Existe la expectativa de un límite a la protesta, y aquí aparece la idea de orden público sin que se exprese una demanda de represión. Sin embargo, se critica la mano blanda del gobierno, lo que debe interpretarse como falta de intervención reguladora. Entre las elites dirigentes existe la percepción que la conflictividad social se mantendrá o aumentará, pero es notorio el hecho que este pronóstico de conflictividad se halla atenuado entre los líderes empresarios, probablemente porque la mayor conflictividad está protagonizada fuera del ámbito del trabajo o entre los trabajadores estatales y de servicios y no en las grandes empresas a las que pertenecen una parte significativa de los líderes entrevistados. Siguiendo esta interpretación podemos considerar que el centro de la creciente conflictividad se deriva a decisiones políticas, incluyendo las distributivas de ingresos. Ello no excluye la necesidad y conveniencia de instancias de negociación y regulación, pero revela también que ciertas decisiones básicas estarán en manos de los responsables políticos. Cómo contribuir a ordenar este espacio público escenario de conflictos que le son propios y característicos de una sociedad democrática y cómo relacionar la acción de representantes y del gobierno con la opinión que en él se forma, son algunos de los interrogantes que quedan planteados. Otro específico es el del equilibrio deseable entre 23 orden público y seguridad urbana, por un lado, y protesta o reclamos sociales de variada índole, por otro. Por otra parte, debe considerarse que la protesta social es cada vez más espontánea y fragmentada. Los cambios que en este sentido se registran en la sociedad argentina son paralelos a los anotados en otras sociedades contemporáneas. Aquellos mismos ciudadanos que son electores activos, a la hora de los reclamos de la más variada naturaleza, suelen olvidar a sus representantes políticos y buscar la expresión directa y apremiante, e incluso reconocerse en una representación social paralela aunque no necesariamente adversaria de la institucional. A veces esa protesta se dirige a los canales institucionales y en otras oportunidades se traduce en estallidos más o menos violentos con o sin intervención de grupos organizados que los incentiven. La experiencia reciente en realidades tan variadas como la de países latinoamericanos – incluida la Argentina -, donde las demandas o la simple expresión del descontento con un estado de cosas han acosado a los poderes instituidos e incluso los han desestabilizado, son una ilustración de la atención que debe ponerse a esta evolución. III.2 Espacio público y medios de comunicación Retornando a las orientaciones registradas en la ciudadanía argentina, se puede señalar que, en paralelo con la referencia al voto como forma de expresión de reclamos, una gran mayoría de los ciudadanos, dos de cada tres, se muestra favorable al debate público. Entre ellos, casi tres de cada cuatro consideran que para mejorarlo debería contarse con mayor argumentación de las decisiones por parte del gobierno o de las diferencias por parte de los políticos, en tanto que una minoría de los pro-debate hace hincapié en la organización y opinión de la gente. Una minoría, pero no desdeñable, que supera uno de cada cinco personas, piensa que el debate debe restringirse o que no es necesario que exista. ¿Cómo podría mejorarse el debate público (en los diarios, en la televisión, en el Congreso)? 2006 2005 1º Mención 11% Poniendo restricciones a lo que se dice en los diarios y la TV No es necesario tanto debate, hay que 6% dejar que el gobierno decida, para eso fue elegido No es necesario tanto debate, hay que 4% dejar que decidan los que saben de que se trata 33% Pidiéndole al gobierno que explique más y mejor sus decisiones Pidiendo a los políticos y al gobierno que 23% expliquen públicamente sus diferencias, cuando las haya Ayudando a que la gente se organice y 17% opine 6% No sabe / No contesta 2006 Total 1º Total Mención Menciones Menciones 11% 23% 21% 8% 19% 14% 21% restringe debate (2006) 4% 17% 10% 22.7% (año 2005) 28% 71% 50% 18% 67% 43% 17% 62% 44% 14% 6% 14% 73% a favor del debate (2006) Año 2005: 63.5% FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Octubre 2005 y Septiembre 2006 24 2005 De esta predilección por el debate público argumentado no debe deducirse la existencia de una ciudadanía muy participativa, puesto que ésta no alcanza a incluir a una de cada cinco personas. El resto está constituido por dos grandes grupos: el mayoritario, más de cuatro de cada diez, se interesa “pasivamente” en la vida pública, en tanto que otro menor, constituido por más de tres de cada diez personas, manifiesta claramente su desinterés por lo público. Sobre este panorama de fondo cabe destacar las apreciaciones existentes sobre los actores principales del espacio público. En cuanto a los medios de comunicación, existe una actitud crítica hacia los mismos. ¿Qué deberían hacer los medios para mejorar el 1º Mención debate público? Informar mejor 54% No estar controlados por intereses particulares y 24% corporaciones Dar la palabra al ciudadano común 15% Total Menciones 74% 48% 51% Dar más cabida a los representantes de la oposición 4% 15% No sabe / No contesta FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Septiembre 2006 3% 3% Los periodistas son mejor valorados, pero con reservas. ¿Qué piensa de los periodistas, le parece que… Cumplen un rol muy importante para que la gente esté informada y pueda formarse una opinión propia En su gran mayoría están al servicio de intereses particulares o de quién les paga y distorsionan la realidad Deberían ayudar más a que la gente exprese sus problemas Deberían investigar los temas que no se tratan y criticar cuando corresponde No sabe / No contesta FUENTE: Encuesta Nacional, PNUD, Septiembre 2006 1º Total Mención Menciones 31% 44% 30% 46% 20% 51% 15% 45% 4% 3% En los grupos focales esta desconfianza hacia los medios de comunicación se expresó espontáneamente en la falta de crédito de las instituciones públicas, aunque los medios gozan de mejor estima que otras. Se manifestó una crítica a la frivolización y el sensacionalismo en el tratamiento de la información política así como la sospecha sobre la manipulación de la información. En cambio, los periodistas individualmente gozan de legitimidad. Se expresaron en esos encuentros grupales dos demandas nítidas: el requerimiento de medios de comunicación más críticos por una parte, y una mayor información suministrada por el gobierno, por otra. Sobre este punto se expresaron ocasionalmente reclamos de escuchar la palabra presidencial y reiteradamente una valoración negativa de la comunicación oficial, lo que coincide con los resultados de la última encuesta nacional. 25 ¿Cómo considera Ud. que actúa el gobierno en el ámbito público? Ns / Nc 14% Expone a debate y busca el consenso necesario antes de No informa lo suficiente ni deja debatir sus decisiones 60% Fuente: Encuesta Nacional PNUD, Septiembre 2006 IV- Escenarios futuros El diseño de los escenarios futuros está guiado por ciertos interrogantes que se derivan de la evolución reciente. El primero de ellos se refiere a si efectivamente se aproxima el fin de la transición, y en la respuesta a este interrogante tendrá mucho peso la visión que predomine en el Presidente y su entorno. Otro interrogante se refiere a qué formato adoptará la democracia estabilizada. Y en ello contará por mucho el grado en que se reconstituya un sistema político competitivo. A la incertidumbre habitual sobre el futuro político que en general no puede ser evacuada con pronósticos deterministas, se suma en este caso la fluidez de la escena política cuyos actores están básicamente en proceso de formación luego de la desinstitucionalización y la desagregación de las fuerzas políticas tradicionales. Los escenarios políticos tienen como marco de definición la realización de las elecciones presidenciales y generales del 30 de octubre 2007, es decir, son escenarios sobre la posible configuración de la escena y de los resultados de esos comicios. Pero la escena se irá configurando a medida que el paso del tiempo y los requerimientos institucionales para las candidaturas apuren definiciones, y que se lleven a cabo algunas elecciones provinciales que antecederán a las nacionales. La recomposición política que se perfila es en torno a coaliciones personalistas. Es decir que aunque existen redes y remanentes de los aparatos partidarios que se articulan, lo hacen en torno a la convocatoria de un líder de personalidad quien da la dinámica y arbitra o se impone a los grupos. El capital electoral no es básicamente el de los asociados sino el del líder que los articula. Naturalmente la más avanzada de estas coaliciones es la oficialista, aunque sobre sus candidaturas principales pende un signo de interrogación. Otros actores políticos se perfilan: el ex Ministro de Economía R. Lavagna y la dupla M. Macri – R. López Murphy que ya habían estrenado una alianza política – Pro – en las últimas elecciones legislativas. Existen otros líderes significativos, como el socialista rosarino H. Binner que disputará con posibilidades la gobernación de Santa Fé y L. Carrió con implantación de centro izquierda en la Ciudad de Buenos Aires. 26 Los escenarios que pueden concebirse dependen de las variantes en la estrategia oficialista y de la maduración de una alternativa opositora. Escenario 1- Presidente con legitimidad decisionista / Oposición dividida El Presidente N. Kirchner compite haciendo valer su crédito como artífice de la salida de la crisis, pero no haciéndose eco de reclamos de reformas institucionales y desequilibrios de poder. Da prioridad a la preservación del aparato del PJ por sobre la renovación política y los intereses de los nuevos aliados. La oposición que se presenta a la competencia electoral está en orden disperso. El candidato R. Lavagna puede progresar en el electorado de centro izquierda disconforme al que aspira representar, pero con ganancias limitadas en el electorado de simpatías peronistas. El centro derecha, probablemente con M. Macri como candidato recogería el malestar de los sectores altos y medio altos con el estilo de gobierno, aunque estos opositores dividirían su voto y parte de ellos irían al ex Ministro de Economía. R. Lavagna tendría más posibilidades de aglutinar el voto opositor si llega al ballotage. Escenario 2- Presidente con legitimidad decisionista / Oposición unificada El Presidente N. Kirchner compite haciendo valer su crédito como artífice de la salida de la crisis pero no haciéndose eco de reclamos de reformas institucionales y desequilibrios de poder. Da prioridad a la preservación del aparato del PJ por sobre la renovación política y los intereses de los nuevos aliados. El polo opositor unificado en torno a un candidato único aunque es una hipótesis improbable, tendría más posibilidades de provocar el ballotage y de tener posibilidades en ese caso si logra capitalizar descontentos variados frente a un Presidente que pide la renovación de su mandato sin innovar. El candidato de oposición mejor colocado en este caso sería R. Lavagna. Escenario 3 - Presidente popular con mejor perfil institucional / Oposición dividida El Presidente N. Kirchner podría mantener su popularidad como gestor de la salida de la crisis y restarle a la oposición el espacio crítico que ha ganado en el transcurso de 2006. Con la oposición dividida sería más probable un triunfo del candidato oficial en la primera vuelta. Esta variante podría darse aunque la candidata oficialista sea C. Fernández de Kirchner, que parte con índices de popularidad inferiores a los del Presidente. Escenario 4- Presidente popular con mejor perfil institucional / Oposición unida. El Presidente N. Kirchner podría mantener su popularidad como gestor de la salida de la crisis y restarle a la oposición el espacio crítico que ha ganado en el transcurso de 2006. 27 Aún así, si la oposición fuese unida en torno a un candidato con predicamento podría provocar el ballotage aunque con pocas posibilidades de prosperar en éste. Sería un escenario propicio para la profundización del debate público y la mejora de la calidad de la democracia. 28