lazarillo guía - IES Enrique Tierno Galván

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1. PRIMERA NOVELA MODERNA
2. APARICIÓN DEL LAZARILLO
3. PROBLEMAS
4. ORÍGENES FOLKLÓRICOS
5. RELATO AUTOBIOGRÁFICO
6. EL LAZARILLO Y LA NOVELA PICARESCA
7. RENACENTISMO DEL LAZARILLO
8. ESTRUCTURA DE LA OBRA
9. DESARROLLO DE LA ESTRUCTURA
10. ESTILO
11. GUÍA DE LECTURA
Lazarillo de Tormes
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EL LAZARILLO DE TORMES (1554)
1. PRIMERA NOVELA MODERNA
La importancia de esta novela breve, aparecida en 1554 y titulada Vida de Lazarillo de Tormes y de
sus fortunas y adversidades, no consiste sólo en haber iniciado el género picaresco en nuestra
narrativa, sino en que, como muchos críticos han señalado, es el pórtico de la novela moderna.
• Se apoyan para afirmarlo en el siguiente hecho: el relato, hasta entonces, presentaba un héroe adulto
—un caballero, un señor entregado a la vida pastoril, un príncipe, etc.— cuyos rasgos y cuyo destino
están ya fijados cuando la novela empieza; las peripecias y aventuras no lo transforman, sino que lo
confirman en lo que ya es. Pertenece, además, al gran mundo.
• En el Lazarillo, por el contrario, se nos presenta una vida haciéndose. Nos narra la historia de un
personaje desde su niñez, para que entendamos por qué, en el último capítulo, ha caído en el deshonor.
De esta manera, ese personaje —por primera vez en la historia, un protagonista pobre y miserable—
es, en cada momento, una consecuencia de lo que ha vivido. No podríamos comprender qué siente
cuando sirve al clérigo de Maqueda, si no supiéramos cuanto le sucedió antes sirviendo al ciego. Las
novelas anteriores son sartas de sucesos; a veces, estos podrían cambiarse de orden sin que el relato se
alterara. En el Lazarillo, los acontecimientos siguen un orden progresivo e intocable. En este sentido,
el famoso relato participa ya de caracteres novelescos modernos.
2. APARICIÓN DEL LAZARILLO
En 1554 se publicaron simultáneamente tres ediciones de la obra, en Burgos, Alcalá y Amberes, sin
nombre de autor. Tuvo un éxito fulminante, pero en 1559 fue incluida en el índice de libros
prohibidos. Sin embargo, continuó leyéndose porque entraban en España muchos ejemplares impresos
en el extranjero. En 1573 se autorizó la publicación de una versión expurgada, en la cual se
suprimieron, completos, los tratados IV y V y varias alusiones irreverentes en los demás. Has 1834 no
volvió a editarse entero el Lazarillo nuestro país. Pero hubo múltiples y continuadas ediciones, en
español, hechas en Italia, Portugal, Francia y Países Bajos. Y enseguida comenzarán las traducciones a
otras lenguas: francés (1560 inglés (1576), holandés (1579), alemán (1617), italiano (1622), portugués
(1786). Hoy está traducido, prácticamente, a todos los idiomas.
3. PROBLEMAS
Al igual que La Celestina, el Lazarillo está rodeado de problemas.

Se ignora la fecha de composición. Hay dos alusiones históricas en la obra: el padre del
protagonista Lázaro murió, siendo éste niño, en una expedición militar a los Gelves (frente a la
costa de Túnez); pero ocurre que hubo dos acciones contra esas islas: una en 1510, y otra en 1520.
Cuando Lázaro está ya casado, dice que hubo cortes en Toledo, presididas por el emperador
Carlos, pero tal convocatoria se produjo también dos veces: en 1525 y 1539. Si se toman en
consideración las primeras fechas, el Lazarillo habría sido escrito hacia 1525; pero parece más
probable la opinión de quienes, basándose en las fechas más tardías, piensan que la novela fue
compuesta no mucho antes de su publicación: hacia 1550.

El otro problema se refiere el autor. Ya hemos dicho que el Lazarillo es obra anónima. Pero se
han formulado muchas hipótesis acerca de quién pudo ser su autor: el diplomático Diego Hurtado
de Mendoza, el escritor toledano Sebastián de Horozco, el fraile jerónimo Juan de Ortega...
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Ninguna se ha impuesto con evidencia, y tenemos que resignarnos a ignorar el nombre de aquel
extraordinario narrador.

Tampoco sabemos cómo fue este, cómo pensó. Abundan en la novela los clérigos y las alusiones
satíricas al clero mezcladas con irreverencias. Pero la novela está sutil y maliciosamente escrita, y
resulta equívoca. Según algunos, su autor, mediante esa sátira anticlerical, habría propugnado una
reforma de las costumbres eclesiásticas, con una intención sinceramente cristiana, en la línea
reformista (no protestante) de Erasmo. Otros críticos, por el contrario, dudan razonablemente de la
sinceridad religiosa del autor, y hoy se abre camino la hipótesis de que pudo ser un judío, converso
sólo a medias, que hostiga a la sociedad cristiana —su avaricia, su credulidad, su absurdo sentido
del honor, el incumplimiento de su credo—; de ahí que, por precaución, guardara celosamente el
anonimato. Por otra parte, también se piensa que el anonimato pudiera ser un recurso literario:
acentuar el sentido de historia verdadera contada directamente por el protagonista; es decir, hacer
creer que el autor es el propio Lázaro.
4. ORÍGENES FOLKLÓRICOS
La mayor parte de las peripecias que acontecen a Lázaro de Tormes son folklóricas. Así, por ejemplo,
tienen ese origen:
— el nacimiento del protagonista a orillas de un río;
— la muerte del padre, que origina la miseria de la familia;
—el que sirva a un ciego; la pareja ciego-niño aparece en abundantes cuentos, y farsas medievales
— y, por supuesto, los cuentecillos como el del niño negro que se asusta de la fealdad de su padre; el
del trompazo que el ciego propina a Lázaro contra el toro de piedra de Salamanca; el de su venganza,
haciendo que el amo se estrelle contra una columna, etc.
• El autor apenas si ha inventado, pues, los materiales; la mayor parte eran relatos populares
que circulaban atribuidos a personajes distintos. Pero él ha elegido los que le convenían para su
propósito, y se los ha atribuido a un solo personaje: a Lázaro de Tormes. Con todo, como ya se
ha dicho, no se ha limitado a ensartarlos: están orgánicamente dispuestos, al servicio de su
intención novelesca de mostrarnos el progreso del protagonista en su desventurado vivir.
5. RELATO AUTOBIOGRÁFICO
El Lazarillo está contado por su protagonista en primera persona: se trata, pues, de una fingida
autobiografía.
• Más concretamente, adopta la forma de una carta. Por el prólogo, sabemos que un desconocido señor
(a quien Lázaro se dirige llamándolo siempre “vuestra merced”), le ha escrito rogándole que le cuente
qué hay de verdad sobre un caso que se refiere a él y que ha llegado a su noticia (conoceremos el caso
en el último capítulo: en Toledo se dice que Lázaro se ha casado por interés con la barragana de un
arcipreste). El protagonista, que ejerce el cargo de pregonero en la ciudad imperial, decide no limitarse
a contarle el caso, sino a darle noticia entera de su vida. (Es el artificio de que se vale el autor para que
comprendamos cómo la pobreza y la mala educación han conducido a un hombre al deshonor.)
• El método autobiográfico que el Lazarillo adopta gozó de mucho predicamento en el siglo XVI. Está
al servicio de la ficción realista, de hacer más creíble lo que se cuenta.
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6. EL LAZARILLO Y LA NOVELA PICARESCA
Esta breve y gran novela funda, como hemos dicho, el género picaresco. Lo cual se ha
discutido alguna vez, argumentando que Lázaro de Tormes no es un pícaro y que nunca en el libro se
le llama así. Según ese argumento, la primera novela picaresca española sería la Vida del pícaro
Guzmán de Alfarache, escrita por Mateo Alemán (1599).
Lázaro no es, efectivamente, un pícaro sino un desdichado. Sus picardías son raterías de poca
monta: nada comparables a las “hazañas” de los pícaros posteriores. Sin embargo, estos no hacen sino
acentuar rasgos de maldad que, en el de Tormes, estaban en esbozo. (El pícaro propiamente dicho será
un personaje sin oficio conocido, entre cuyas actividades entran las de mendigar y robar; sin ninguna
conciencia moral, vive a costa de los demás, pero suele ser víctima de sus propios ardides.)
El carácter de novela picaresca que tiene el Lazarillo no puede negarse si, además de lo que en
el personaje hay ya de pícaro potencial, tenemos en cuenta la estructura del libro. Estos son sus rasgos
principales, que imitarán las novelas picarescas, empezando por el Guzmán de Alfarache:
— Las obras picarescas son novelas de protagonista: todo gira y está al servicio de su protagonista
principal, el pícaro. Se trata de
— el protagonista narra su propia vida (autobiografismo): es el propio pícaro quien toma la pluma
para contar su historia, y así hacer oír su voz, pues su mísera existencia no puede interesar a
ningún cronista, a diferencia de lo que ocurría con los grandes héroes novelescos cuyas
maravillosas hazañas eran cantadas por poetas, novelistas y juglares. Por lo tanto, se manifiesta
una visión unilateral de la realidad, lo cual explica en gran medida, la presencia de los aspectos
más negativos de esa realidad por la condición marginal del pícaro.
— es hijo de padres sin honra; empieza declarándolo cínicamente;
— se ve obligado a abandonar su hogar por la pobreza;
— en una parte importante de su vida, sirve a diversos amos. Esto hace posible que pasen por la obra
personajes representativos de la sociedad de la época, y hace posible ofrecer un retrato de tono
satírico en el que se denuncian y ridiculizan vicios y hábitos de estos personajes.
— es ladrón inducido por el hambre y, a veces, simplemente por su natural vicioso; usa tretas
ingeniosas para robar; o, en sentido más amplio, para superar sus adversas condiciones de vida.
— aspira a ascender en la escala social, pero no logra salir de su estado miserable;
— cuando parece que ha logrado un éxito en sus planes, le sucede una desventura: suerte y desgracia
se alternan;
— suele contraer matrimonio sin honra;
— no narra nunca sucesos fantásticos (realismo).
— las novelas picarescas presentan una intención moralizadora. En algunas, de la simple exposición
de la trayectoria vital del pícaro puede extraerse una lección moral (Lazarillo). En otras, el
desarrollo argumental está salpicado de reflexiones morales sobre los acontecimientos narrados
(Guzmán de Alfarache).
El género quedó constituido propiamente —si no, el Lazarillo hubiera sido una novela aislada—
cuando, adoptando su esquema, el genial escritor sevillano Mateo Alemán escribió la Vida del pícaro
Guzmán de Alfarache (1599-1605). El éxito de esta novela, unido al del Lazarillo, que no había
dejado de leerse, indujo a otros varios escritores a publicar también novelas picarescas, ya dentro del
siglo XVII.
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7. RENACENTISMO DEL LAZARILLO
El Renacimiento establece una frontera neta entre el mundo natural y el mundo sobrenatural,
tan mezclados en la mente de los hombres de la Edad Media. De ese modo, la naturaleza y lo humano
pueden explorarse por sí mismos. Los escritores optan por lo religioso (Fray Luis, los ascéticos y
místicos) o por lo mundanal, decididamente. Tan renacentista se muestra el gran poeta agustino como
el autor del Lazarillo. Este conduce a su protagonista por la sociedad de los hombres, sin que
intervengan fuerzas o ideales sobrenaturales; se trata de una investigación literaria sobre determinadas
miserias, bien humanas, que sirven de fondo a la lucha del protagonista contra la desgracia de haber
nacido pobre.
8. ESTRUCTURA DE LA OBRA
El Lazarillo tiene forma de carta o epístola. Es lo que se llamaba en la época una carta de
relación, en la que una persona da cuenta de su vida a otra persona con cierto detalle.
En efecto, el pregonero Lázaro de Tormes narra su vida, desde que nace en Tejares
(Salamanca) hasta que consigue aquel cargo en Toledo. La obra está dividida en siete tratados,
introducida por un prólogo:
— En el Tratado I, el protagonista sirve a un ciego tacaño y mezquino, a quien tiene que engañar para
poder comer. Al entrar a servirle es un niño inocente, pero a su lado aprende toda suerte de malicias, y
cuando lo abandona sabe ya más tretas que él;
— Sirve, en el Tratado II, al cura de Maqueda (Toledo), un clérigo avariento que no lo alimenta y a
quien tiene que robar los bodigos (panes que le ofrendaban los fieles) con alardes de ingenio; es, pues,
peor amo que el ciego;
— Cuando ya parecía que no cabía más ruindad, Lázaro, en el Tratado III sirve a un escudero (un
hidalgo sin fortuna) en cuya casa no hay absolutamente nada; pero lo trata bien, frente a la crueldad
que mostraron con él los dos primeros amos. El criado, en este tercer tratado en que culmina la
maestría del autor, siente piedad por él, y mendiga para alimentarlo.
— El tiempo pasa, Lázaro va creciendo, y ya no sufre hambre con el cuarto y quinto amos. El
Tratado IV es brevísimo: un apunte anticlerical. En el V, no actúa como protagonista: se limita a
contemplar, asombrado, cómo un eclesiástico, vendedor de bulas (privilegio que el Papa concedía a
quienes las compraban), engaña a unos incultos y crédulos aldeanos. Harto de ambos amos, los
abandona cuando se cansa de ellos.
— El Tratado VI, también muy corto, habla de su servicio a un maestro de pintar panderos, y a un
capellán, que lo empleaba como aguador. Con este último, ahorra sus primeros dineros, que emplea
para comprarse unas ropillas que mejoren su aspecto.
— Por fin, en el Tratado VII, tras servir como auxiliar de un alguacil (oficio que deja pronto, por
considerarlo peligroso), obtiene el cargo de pregonero real, lo protege un arcipreste, y se casa con una
criada suya, lo que da mucho que hablar en la ciudad (el caso). Su largo “aprendizaje” ha terminado:
ya puede aceptar la deshonra como una especie de felicidad.
Toda la obra muestra el cumplimiento de una profecía: el ciego, en el Tratado I, dice a Lázaro: “Yo
te digo […] que si un hombre en el mundo ha de ser bienaventurado con vino, que serás tú.” Y,
efectivamente, alcanza su “ventura” cuando conoce al arcipreste de San Salvador, cuyos vinos
pregonaba por Toledo para venderlos (Tratado VII).
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9. DESARROLLO DE LA ESTRUCTURA
9.1. PRÓLOGO
Está muy ligado al resto del libro: por él sabemos que Lázaro escribe a alguien que le ha pedido
que le cuente el caso: Y pues Vuestra Merced escribe se le escriba y relate el caso muy por extenso….
Pero el protagonista va a ir más allá y va a narrar su vida desde el principio (porque se tenga entera
noticia de mi persona (para que se pueda comprender su actuación en el caso.
El autor es consciente de su estilo (que en este grosero estilo que escribo) y de que su relato
puede prestarse a diversas lecturas: pues podría ser que alguno que las lea halle algo que le agrade, y
a los que ahondaren tanto los deleite
9.2. TRATADOS I-III
Se centran en la infancia de Lázaro — hasta los 13 o 14 años— y constituyen la parte
fundamental de su proceso educativo. El aprendizaje de la “carrera de vivir” es el núcleo temático y
narrativo. El niño tiene la necesidad de aprender a vivir a luchar en un mundo hostil para sobrevivir
como sea.
Aunque el tema del hambre está muy presente en estos tres tratados, lo fundamental es cómo
todo esto influye en Lázaro, cómo se van formando el carácter y la mentalidad del protagonista.
Hay que subrayar que Lázaro no cuento el diario vivir, sino que selecciona los acontecimientos y
episodios que van a explicar mejor su evolución y posterior actuación en su edad adulta.
9.2.1. TRATADO I
El primer maestro de Lázaro en la “carrera de vivir” es un ciego que desde que Dios crió el mundo,
ninguno formó más astuto y sagaz. La pareja ciego-mozo es el eje de este tratado que cuenta con una
estructura clara y sencillo: dos personajes en pugna casi continua, las peripecias (acontecimientos) que
ocurren entre ellos y un camino (el espacio o ambiente en el que se desarrolla la acción)
Después del primer episodio (diome una gran calabazada), el niño pierde la inocencia propia de la
edad (desperté de la simpleza en que, como niño, dormido estaba) y tiene que aprender a sobrevivir y
a luchar en soledad (Verdad, dice este, que me cumple avivar el ojo y avisar, pues solo soy, y pensar
cómo me sepa valer).
9.2.2. TRATADO II
La estructura es casi igual que el anterior Tratado: dos personajes enfrentados (cura y chiquillo) y
sus peripecias. El único cambio es que en el Tratado I la acción transcurre en varios lugares, mientras
que en éste todo discurre en un pueblo: Maqueda (Toledo)
En esta nueva etapa de su aprendizaje, la situación material de Lázaro empeora: pasa más hambre,
y el cura es más avariento y mezquino que el ciego: Escapé del trueno y di en el relámpago, porque
era el ciego para con éste un Alejandro Magno, con ser la mesma avaricia…
La temática es casi la misma que en el T. I (mezquindad, avaricia, hambre, crueldad, etc.), aunque
hay que añadir un nuevo tema: la hipocresía. Mientras el pobre Lázaro se muere de hambre, su amo le
dice: Toma, come, triunfa, que para ti es el mundo. Mejor vida tienes que el Papa.
La crítica anticlerical resulta clara y contundente: el cura de Maqueda es un compendio de
cualidades negativas y un ejemplo perfecto de lo que no debería ser un sacerdote. El ciego tenía algo
positivo: mil cosas buenas me mostró el pecador del ciego; el cura, nada.
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No es de extrañar, pues, que Lázaro se vaya convirtiendo en una persona escéptica y pesimista, y
piense que todo va de mal en peor: Con esto no me osaba menear, porque tenía por fe que todos los
grados había de hallar más ruines.
9.2.3. TRATADO III
El esquema narrativo se mantiene: nuevo amo, nuevas enseñanzas. El tema del hambre continúa,
pero la relación amo-criado es distinta a las anteriores. Aunque el escudero no soluciona las carencias
materiales de Lázaro, éste siente piedad y hasta cierto afecto por su amo: Con todo, le quería bien, con
ver que no tenía ni podía más; e incluso llega a sacrificarse por él: Y muchas veces por llevar a la
posada con que él lo pasase, yo lo pasaba mal.
El engaño del mundo es el tema fundamental: todo es apariencia y nada es verdad. Lázaro busca
un amo mejor y se va con el escudero por su porte, ropa y buenas palabras: Y seguíle, dando gracias a
Dios por lo que le oí y también que me parescía, según su hábito y continente, ser el que yo había
menester. Pero la verdad es que vuelve a pasar hambre y tiene que mendigar para mantener a su amo.
La crítica antinobiliaria es evidente en este Tratado: Lázaro no critica al escudero como persona,
sino como miembro de una clase: Quisiera yo que no tuviera tanta presunción, mas abajara un poco
su familia […] Mas, según me parece, es regla ya entre ellos usada y guardada.
El cultivo de la apariencia (el qué dirán) y el exagerado y ridículo orgullo de su amo son
características que se hacen extensivas a todos ellos, a los nobles.
9.3. TRATADOS IV-VI
La desigual extensión de los Tratados IV a VI, muy breves, ha hecho pensar a muchos críticos que
fueron censurados o que sólo son un boceto. Esto no parece muy lógico, pues el Lazarillo es un relato
coherente y muy bien trabado. Más bien habría que pensar que el narrador ha detallado más la primera
etapa de formación, la infancia, por considerarla más importante y que aquí sólo añade algunos
aspectos para completarla. Lo importante ahora es subrayar el paso del tiempo, el crecer del
protagonista hasta llegar a su edad adulta
9.3.1. TRATADO IV
En este brevísimo Tratado, prosigue la sátira anticlerical: el nuevo amo de Lázaro es un fraile
mundano, gran enemigo del coro y de comer en el convento, perdido por andar fuera, amicísimo de
negocio de seglares y visitar. Además, el narrador sugiere otros vicios: y por otras cosillas que no
digo. Lázaro empieza a disfrutar, de una manera muy modesta, de algún progreso material: no se habla
ya de hambre y utiliza, por primera vez, zapatos (este me dio los primeros zapatos que rompí en mi
vida). Lázaro no ha medrado nada desde que salió de su casa y ahora inicia un ascensión en lo
material.
9.3.2. TRATADO V
Es importante el cambio narrativo: hasta aquí Lázaro ha sido el protagonista: los acontecimientos
le sucedían a él, e iba acumulando experiencias, casi todas negativas. Ahora es un espectador que
apenas interviene en la acción: ve cómo engañan a otros. Pero es una etapa muy importante para su
formación: aprende cómo se puede manipular a los demás por medio de la palabra (mas
aprovechábase de un gentil y bien cortado romance y desenvoltísima lengua.
Lázaro sigue comprobando que el engaño y la falsedad son fundamentales para vivir en el mundo
que él conoce. Nueva lección: no fiarse de nada ni de nadie. Hay que señalar que, hasta ahora, él no
hace nada malo, sólo intenta sobrevivir, son los otros los que le enseñan.
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9.3.3. TRATADO VI
Aunque todavía sigue pasándolo mal con el maestro de pintar panderos (y también sufrí mil
males), Lázaro empieza a ganar algo. Su oficio, aguador, es muy humilde y está mal retribuido. La
ironía del texto es patente: fueme tan bien en el oficio, cuando la realidad fue que necesitó cuatro años
de duro trabajo para ahorrar una miseria y comprar ropa usada.
El anticlericalismo del libro se refuerza en este Tratado: el capellán es un explotador de Lázaro.
Lázaro ya ha aprendido a aparentar (desque me vi en hábito de hombre de bien) y va a intentar, por
todos los medios, alcanzar la “buena vida”: este fue el primer escalón que yo subí para venir a
alcanzar la buena vida.
9.4. TRATADO VII
Este Tratado enlaza con el prólogo: el caso al que se aludía en aquel se explica aquí. Toda la
novela queda perfectamente trabada: el narrador ha elegido unos cuantos momentos de su vida para
justificar su caso. Todos los elementos de la estructura narrativa convergen en ese final: tiene que
hacer lo que hace porque el mundo no le da otra salida.
“El caso” puede pasar inadvertido pues Lázaro de inmediato pasa a contar su vida y no vuelve a
mencionarlo hasta este Tratado, cuando ya el protagonista se muestra en su estado actual como
pregonero del arcipreste, el sacerdote titular del arciprestazgo de San Salvador, en Toledo, de quien
pregona sus vinos por toda la ciudad. El caso es que su actual amo, otro clérigo, le propuso que se
casara con una criada suya, cosa que hizo, y a aquel “Vuestra Merced” a quien se dirigía Lázaro y a
quien de vez en cuando ha ido haciendo referencia a lo largo de toda la novela le ha llegado el rumor a
propósito de las entradas y salidas a casa del arcipreste de la mujer de Lázaro. Era este un asunto muy
popular en esta época.
Lázaro le viene a decir que de ninguna manera; que su honor está a salvo, y que sólo son
habladurías lo que se dice que ocurre cuando su mujer entra en casa del cura a hacerle la cama y a
guisalle de comer. También cree que es mentira lo que le han contado sus amigos: que, cuando se casó
con ella, ya había parido tres veces (se supone que fruto de ir tanto a hacerle la cama y a guisarle de
comer al arcipreste.
Lázaro, y la maestría narrativa del autor es evidente, niega y otorga. Dice que no, pero todos
entendemos que sí. ¿Por qué? Porque a estas alturas, después de haberlo acompañado a lo largo del
libro, ya lo conocemos y lo sabemos capaz de tolerar cualquier indignidad con tal de huir de la miseria
pasada. Al fin y al cabo, ¿para qué ha escrito su libro? Precisamente para explicar cómo ha llegado a la
situación en la que se encuentra. Y es entonces cuando nos damos cuenta de a qué se refiere cuando
dice, en las últimas palabras de la obra, que se encuentra en la cumbre de toda buena fortuna.
10. ESTILO
El Lazarillo manifiesta a la perfección el ideal de simplicidad expresiva que alentó en muchos
escritores renacentistas, según sabemos. Y no podía ser de otro modo, ya que el autor presta su pluma
a un inculto pregonero, que jamás fue a la escuela: para que la ficción fuese perfecta, era preciso que
Lázaro de Tormes escribiera en un estilo natural y sin primores.
Una parte —escasa— del libro es dialogada; el lenguaje se ciñe entonces al contenido con exactitud
coloquial:
—Tío, una llave de esta arcaz [= arca] he perdido, y temo mi señor me azote. Por vuestra vida, veáis
si en esas que traéis hay alguna que le haga [= sirva para abrirlo], que yo os la pagaré.
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En lo descriptivo y narrativo, no se observan tampoco artificios. Las frases se suceden con
espontaneidad, como si no estuvieran planeadas, y los párrafos se alargan con incisos que la necesidad
de ser claro y el recuerdo van dictando a Lázaro:
Pues estando una noche desvelado en este pensamiento, pensando cómo me podría valer y
aprovecharme del arcaz, sentí que mi amo dormía, porque lo mostraba con roncar y en unos
resoplidos grandes que daba cuando estaba durmiendo. Levantéme muy quedito, y, habiendo en el
día pensado lo que había de hacer, y dejado un cuchillo viejo, que por allí andaba, en parte do lo
hallase, voyme al triste arcaz y por do había mirado tener menos defensa le acometí con el cuchillo,
que a manera de barreno de él usé.
Como podemos ver, al desconocido novelista no le importaba la elegancia de la frase (porque
el responsable del estilo era Lázaro): hay repeticiones de vocablos (pensamiento, pensando; un
cuchillo... con el cuchillo; en parte do... por do), palabras trivialísimas (roncar, resoplidos, que por
allí andaba), etc. Lo que a él le preocupa es la exactitud de lenguaje, adaptado a la pobre materia que
trata.
• De cuando en cuando, surgen en esta prosa austera rasgos de extraordinaria expresividad, patente en
el uso de diminutivos y de adjetivos fuertemente plásticos; así, en el párrafo anterior, “resoplidos
grandes”, “muy quedito”, “triste arcaz”.
• El Lazarillo de Tormes es, pues, una obra maestra de la prosa renacentista castellana, en su vertiente
más simple y natural.
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11. GUÍA DE LECTURA
0. PRÓLOGO
0.1. Lázaro justifica por qué ha escrito este libro. Escribe esa justificación.
0.2. Lázaro le cuenta “su caso” a alguien, ¿a quién?
0.3 ¿Le escribe por propia voluntad o hay algún otro asunto que le “obliga”?
TRATADO I
1.1. Lázaro va a ser resultado de dos condicionamientos. Por un lado, su sangre innoble; por otro, la
miseria de su educación. Según los prejuicios de la sociedad tradicional, ningún mal nacido podía
aspirar a mejorar de suerte (contra ello protestaban los escritores conversos). ¿Qué circunstancias
familiares lo condicionan para la desgracia?
1.2. Contados los antecedentes familiares, el muchacho entra a servir a un ciego: comienza su
“educación”. Precisamente, con una burla cruel. ¿En qué consiste? ¿Cómo influye en el carácter de
Lázaro?
1.3. ¿Cómo describe Lázaro al ciego?
1.4. ¿Con qué anécdotas se van marcando los “progresos” del muchacho en la bellaquería?
1.4. Lee el siguiente fragmento:
Yo, como estaba hecho al vino, moría por él, y viendo que aquel remedio de la paja ni me
aprovechaba ni valía, acordé , en el suelo del jarro, hacerle una fuentecilla y agujero sutil y delicadamente,
con una muy delgada tortilla de cera, taparlo, y al tiempo de comer, fingiendo haber frío, entrábame entre
las piernas del triste ciego a calentarme en la pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor della luego
derretida la cera, por ser muy poca, comenzaba la fuentecilla a destilarme en la boca, la cual yo de tal
manera ponía que maldita la gota se perdía. Cuando el pobreto iba a beber, no hallaba nada.
En este pasaje, el protagonista quiere mostrar su astucia: es ya un aprendiz muy aventajado.
1.4.1. Va adquiriendo vicios. ¿A cuál se refiere aquí, y cómo se pondera la inclinación de Lázaro?
1.4.2. La sutileza del ingenio del muchacho aparece clara merced a ciertos adjetivos, adverbios,
diminutivos y verbos. Señálense.
1.4.3. Lázaro, a quien todo hasta ahora va saliendo bien, experimenta una cierta superioridad sobre el
ciego. ¿Cómo se expresa lingüísticamente?
1.5. ¿Qué determina el odio que el mozo siente de pronto contra el amo? ¿En qué se advierte su
carácter taimado?
1.6. Sin embargo, el episodio de las uvas no es una burla despiadada Sirve solo para mostrar que el
ciego, a pesar de todo, sigue siendo más listo que el criado. ¿Reconoce este su ingenio?
1.7. El episodio de la longaniza, como otros muchos, procede de un cuento popular. He aquí cómo se
cuenta en un manuscrito de 1540 (es decir, anterior al Lazarillo):
Un muchacho de un ciego asaba un torrezno, y su amo díjole que le diese de él, y comióselo todo. El
muchacho le preguntó que quién le dijo lo del torrezno; respondió que lo había olido. Y yendo por una
calle, dejóle encontrar [chocar] con una esquina. Díjole el muchacho: “Oliérades [ podíais haber olido]
vos esa esquina como olistes el torrezno.”
Como puede observarse, el autor del Lazarillo ha echado mano de este cuentecillo popular para
construir el final del Tratado 1, haciendo que el engaño se produzca con una longaniza y no con un
torrezno. Haz notar con qué detalles novelescos amplía la obra los escuetos datos del cuentecillo.
1.8. Observa también:
— la complacencia en detalles repugnantes (que serán constantes en la picaresca);
— de qué modo ciego y mozo manifiestan su rabia mutua;
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— aparición del tema “profético” del vino [el ciego le dice: si un hombre en el mundo ha de ser
bienaventurado con vino, que serás tú]
— la sutileza y crueldad de Lázaro (aprendidas en las de su mano) en el desenlace.
1.9. El tratado tiene, a su vez, su propia estructura simétrica ¿Cuál fue la primera burla que hubo de
sufrir el mozo? ¿Cómo se la devuelve como remate de sus relaciones con él?
TRATADO II
2.1. En el Tratado II se alude explícitamente al ciego varias veces, ¿en qué momentos y para qué,
recordando que los tres primeros capítulos muestran una gradación ascendente en el tema del
hambre?
2.2. ¿Qué rasgos configuran a avaricia del clérigo?
2.3. Casi todos esos rasgos eran tópicos. Observa cómo se manifiestan en algunos autores
contemporáneos del Lazarillo:
— El avariento sospecha que sus hijos y criados le son infieles; de nadie se fía salvo de la llave. Acontece
muchas veces que este mal reina más tiránicamente en los eclesiásticos y religiosos (Melchor Cano, 1550).
— [ Los avaros] no con ánimo puro / reparten todos el pan, / que las más veces lo dan/porque está mohoso y
duro (Antonio de Segovia, 1547).
— [clérigos avaros] en los pueblos do residen / huélganse que los conviden (López de Yanguas, 1521).
¿Cómo se expresan tales rasgos en este segundo Tratado?
2.4. El ciego era sumamente ingenioso ¿Lo es también el cura de Maqueda?
2.5. Lázaro va robando el pan del arca, pero cada vez puede robar menos ¿como señala el texto la
gradación descendente, de más a menos, de sus pobres raterías?
2.6. En el Tratado III, cuando Lázaro entre en casa del hidalgo (donde no hay absolutamente nada que
comer) dirá de ella que “tenía la entrada oscura y lóbrega”; es así como solía designarse la entrada
del sepulcro. Es, pues, como si entrara en una tumba. Para ello, ha tenido que morir antes; y, en
efecto, su servicio al cura es como una muerte anticipada. ¿De qué modo se relacionan hambre y
muerte en el Tratado II?
2.7. ¿Añora Lázaro, en cierto modo, a su primer amo?
TRATADO III
3.1. Estamos ante el capítulo principal del libro. Por vez primera el sentimiento de la fraternidad
aparece en la literatura española. ¿Cómo se manifiesta?
3.2. Al comienzo, a Lázaro le engañan las apariencias ¿como? ¿De qué manera se va engañando a sí
mismo?
3.3. Comentario de texto
Púseme de un cabo y él [el escudero] del otro, y hicimos la negra cama. En la cual no había mucho
que hacer. Porque ella tenía sobre unos bancos un cañizo, sobre el cual estaba tendida la ropa, encima de
un negro colchón. Que por no estar muy continuado a lavarse no parescía colchón, aunque servía dél con
harta menos lana que era menester. Aquel tendimos, haciendo cuenta de ablandalle. Lo cual era
imposible, porque de lo duro mal se puede hacer blando. El diablo del enjalma[= colchón] maldita la cosa
tenía dentro de sí. Que puesto sobre el cañizo, todas las cañas se señalaban, y parecían a lo propio [=
propiamente] entrecuesto [= espinazo, lomo] de flaquísimo puerco. Y sobre aquel hambriento colchón, un
alfamar [= colcha] del mismo jaez [= estilo] del cual el color yo no pude alcanzar [averiguar]”
3.3.1. ¿Cuál es tema del texto?
Lazarillo de Tormes
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3.3.2. Al describir el mísero colchón, ¿Qué pretende el autor?
3.3.3. Un adjetivo de color se repite dos veces; ¿tiene el autor alguna preferencia por él? ¿Por
qué?
3.3.4. ¿Con qué palabras y ponderaciones se resalta la extrema miseria del colchón?
3.5. El hidalgo se preocupa por Lázaro, en su primera conversación, ¿influirá ello en el
comportamiento posterior del muchacho?
3.6. ¿En qué momento revela el mozo que su simpatía ha empezado a ser captada por el amo?
3.7. El hidalgo es paupérrimo, pero no pierde su digna apariencia. Muéstralo en la escena de los
pedazos de pan.
3.8. Lázaro actúa exteriormente con obediencia que no ofenda al amo; pero ¿conoce de qué pie cojea
éste?; ¿en qué lo demuestra?
3.9. ¿Cómo se manifiestan en este capítulo los recuerdos del ciego y del cura?
3.10. ¿Se comporta Lázaro igual, en el episodio de las tripas de vaca, que en el anterior de los pedazos
de pan?
3.11. Dice Lázaro tras este episodio: contemplaba yo muchas veces mi desastre: que , escapando de
los amos ruines que había tenido, y buscando mejoría, viniese a topar con quien no sólo me
mantuviese, mas a quien yo había de mantener. A la vista de esta declaración, ¿obedece a plan
del autor la ordenación de los tres primeros capítulos? ¿En qué consistiría este plan?
3.12. Lázaro siente lástima del hidalgo. Èl, que es la miseria misma, se permite compadecer a un
noble. ¿Habrá alguna intención satírica oculta en ello?
3.13. El cuentecillo del entierro era también popular. Para que el equívoco (sobre la casa lóbrega y
oscura) se produzca, el autor ha venido preparando la aparición de dicho cuento. ¿En qué
momentos?
3.14. En el fin del capítulo, ¿corresponde el hidalgo al cariño del criado? ¿Era en eso, en definitiva,
superior a los otros amos? ¿Proporcionará ello alguna “enseñanza” a Lázaro que contribuya a su
posterior cinismo?
TRATADO IV
4.1. El tema del hambre, tan sabiamente graduado como hemos visto, ha terminado. El cortísimo
Tratado IV es un simple aguijoncillo anticlerical; uno más. Las acusaciones son tópicas. ¿Cómo es
el fraile de la Merced?
4.2. Este es el primer amo al que Lázaro abandona, ¿cuál es la causa?
TRATADO V
5.1. El Tratado V es el menos “lazarillesco” del libro. Lázaro no es su protagonista: ¿a qué se limita?
5.2. Este Tratado se inspira en un cuento que fue popular por Europa. Atacaba a quienes explotaban
la fe popular con malas artes. Resume su argumento.
5.3. La habilidad narrativa del autor se muestra una vez más en este capítulo. ¿Lázaro y el lector
saben que todo aquello es una simulación, o lo van descubriendo a medida que el cuento avanza?
Lazarillo de Tormes
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TRATADO VI
6.1.¿Qué se relata en este Tratado?
6.2. Cuatro años tardó Lázaro en ahorrar dinero para comprarse aquellas miserias. ¿Era justo el trato
que hizo con el clérigo? Realmente, ¿logró vestirse con hábito de hombre de bien?
TRATADO VII
7.1. La narración del caso llega al momento presente. ¿De qué trata este Tratado?
7.2. ¿Cómo se cumple la profecía del ciego relativa al vino?
7.3. Después de contar toda su vida, Lázaro, ya adulto, cuenta llanamente “su caso” ¿En qué consiste?
7.4. Como pregonero, Lázaro tenía que acompañar a los delincuentes sacados a vergüenza pública,
leyendo en voz alta sus delitos (“tengo cargo de […] acompañar los que padecen persecuciones
por justicia, y declarar a voces sus delitos”). De su padre dice Lázaro, en el Tratado I, que
robaba harina, “por lo cual fue preso y confesó e no negó y padesció persecución por justicia”.
¿Habrá alguna relación, entre ambos hechos, que dé a entender que Lázaro ha ascendido poco en
la escala social?
7.5. De igual manera, la madre de Lázaro, en el Tratado I, al enviudar, “determinó arrimarse a los
buenos por ser uno de ellos”; decidida a ello, se pone a servir y se amanceba con el negro. En el
Tratado VII, el hijo, a pesar de las murmuraciones que su matrimonio suscita, contesta a las
torpes advertencias del arcipreste: “Señor […] yo determiné de arrimarme a los buenos.” De
igual modo que las suertes del padre y del hijo son paralelas, ¿puede establecerse algún
paralelismo entre las de este y de Antona Pérez?
7.6. A pesar de que Lázaro las niega, al lector no le cabe duda alguna de que las murmuraciones son
ciertas. Muestra la habilidad con que, en este punto, procede el anónimo autor.
7.7. Se ha señalado que el siguiente tema es propio de los judíos (se presenta abundantemente en sus
leyendas y cuentos): “Hay que preservar la paz del hogar, aun a costa de la verdad”. ¿Aparece
dicho tema en este Tratado VII?
7.8. ¿Puede proporcionar algún indicio acerca de qué fue el autor? ¿Contrasta con el sentimiento del
honor vigente entre los cristianos viejos?
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[El ciego] acostumbraba a poner cabe sí1 un
jarrillo de vino cuando comíamos, y yo muy
de presto lo tomaba y daba un par de besos
callados2 y lo volvía a su lugar. Mas duróme
poco, que en los tragos conocía la falta, y por
reservar su vino a salvo nunca después
desamparaba el jarro, antes lo tenía por el asa
asido. Mas no había piedra imán que así
trajese a sí como yo con una paja larga de
centeno, que para aquel menester tenía hecha,
la cual metiéndola en la boca del jarro,
chupando el vino lo dejaba a buenas noches.
Mas como fuese el traidor tan astuto, pienso
que me sintió, y en adelante mudó propósito,
y asentaba su jarro entre las piernas, y
tapábalo con la mano, y así bebía seguro.
de tomar de mí venganza y con toda su
fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y
amargo jarro, lo dejo caer sobre mi boca,
ayudándose, como digo, con todo su poder,
de manera que el pobre Lázaro, que de nada
desto se guardaba, antes, como otras veces,
estaba descuidado y gozoso, verdaderamente
me pareció que el cielo, con todo lo que en él
hay, me había caído encima.
Yo, como estaba hecho al vino, moría por
él, y viendo que aquel remedio de la paja no
me aprovechaba ni valía, acordé en el suelo
del jarro hacerle una fuentecilla y agujero
sutil, y delicadamente con una muy delgada
tortilla de cera taparlo, y al tiempo de comer,
fingiendo haber frío, entrábame entre las
piernas del triste ciego a calentarme en la
pobrecilla lumbre que teníamos, y al calor
della luego derretida la cera, por ser muy
poca, comenzaba la fuentecilla a destillarme
en la boca, la cual yo de tal manera ponía que
maldita la gota se perdía. Cuando el pobreto
iba
a
beber,
no
hallaba
nada.
Espantábase, maldecíase, daba al diablo el
jarro y el vino, no sabiendo qué podía ser.
Desde aquella hora quise mal al mal
ciego, y aunque me quería y regalaba y me
curaba, bien vi que se había holgado del cruel
castigo. Lavóme con vino las roturas que con
los pedazos del jarro me había hecho, y
sonriéndose decía:
-No diréis, tío, que os lo bebo yo -decía-,
pues no lo quitáis de la mano.
Tantas vueltas y tientos dio al jarro, que
halló la fuente y cayó en la burla; mas así lo
disimuló como si no lo hubiera sentido.
Y luego otro día, teniendo yo rezumando
mi jarro como solía, no pensando en el daño
que me estaba aparejado3 ni que el mal ciego
me sentía, sentéme como solía, estando
recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara
puesta hacia el cielo, un poco cerrados los
ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió
el desesperado ciego que agora tenía tiempo
1
cabe sí: junto a sí, cerca
besos callados: tragos en silencio
3
aparejado: preparado
2
Fue tal el golpecillo, que me desatinó y
sacó de sentido, y el jarrazo tan grande, que
los pedazos de él me metieron por la cara,
rompiéndomela por muchas partes, y me
quebró los dientes, sin los cuales hasta hoy
día me quedé.
-¿Qué te parece, Lázaro? Lo que te enfermó
te sana y da salud".
CUESTIONES
1. Tema.
2. Resume el fragmento
3. Estructura
Lazarillo de Tormes
Y comienzo a cenar y morder en mis tripas y
pan, y disimuladamente miraba al desventurado
señor mío, que no partía sus ojos de mis faldas,
que aquella sazón4 servían de plato. Tanta lastima
haya Dios de mí como yo había del, porque sentí
lo que sentía, y muchas veces había por ello
pasado y pasaba cada dia.
Pensaba si sería bien comedirme5 a convidalle;
mas por me haber dicho que había comido, temía
me no aceptaría el convite. Finalmente, yo
deseaba aquel pecador ayudase a su trabajo del
mío6, y se desayunase como el dia antes hizo,
pues había mejor aparejo, por ser mejor la vianda
y menos mi hambre.
Quiso Dios cumplir mi deseo, y aun pienso que el
suyo, porque, como comencé a comer y el se
andaba paseando llegose a mí y díjome:
"Dígote, Lázaro, que tienes en comer la mejor
gracia que en mi vida vi a hombre, y que nadie te
lo vera hacer que no le pongas gana aunque no la
tenga."
"La muy buena que tú tienes -dije yo entre mí- te
hace parecer la mía hermosa."
Con todo, parecióme ayudarle, pues se ayudaba y
me abría camino para ello, y díjele: "Señor, el
buen aparejo hace buen artífice. Este pan esta
sabrosísimo y esta una de vaca tan bien cocida y
sazonada, que no habrá a quien no convide con su
sabor.""¿Una de vaca es?""Sí, señor."
"Dígote que es el mejor bocado del mundo, que
no hay faisán que ansí me sepa."
"Pues pruebe, señor, y vera que tal esta."
Póngole en las unas la otra y tres o cuatro
raciones de pan de lo mas blanco y asentóseme al
lado, y comienza a comer como aquel que lo
había gana, royendo cada huesecillo de aquellos
mejor que un galgo suyo lo hiciera."Con
almodrote -decía- es este singular manjar."
"Con mejor salsa lo comes tu", respondí yo paso.
"Por Dios, que me ha sabido como si hoy no
hobiera comido bocado."
15
"¡Ansí me vengan los buenos anos como es ello!"
-dije yo entre mí.
Pidióme el jarro del agua y díselo como lo había
traído. Es señal que, pues no le faltaba el agua,
que no le había a mi amo sobrado la comida.
Bebimos, y muy contentos nos fuimos a dormir
como la noche pasada.
Y por evitar prolijidad, desta manera estuvimos
ocho o diez días, yéndose el pecador en la
mañana con aquel contento y paso contado a
papar aire por las calles, teniendo en el pobre
Lázaro una cabeza de lobo. Contemplaba yo
muchas veces mi desastre, que escapando de los
amos ruines que había tenido y buscando mejoría,
viniese a topar con quien no solo no me
mantuviese, mas a quien yo había de mantener.
Con todo, le quería bien, con ver que no tenía ni
podía mas, y antes le había lastima que
enemistad; y muchas veces, por llevar a la posada
con que él lo pasase, yo lo pasaba mal. Porque
una mañana, levantándose el triste en camisa,
subió a lo alto de la casa a hacer sus menesteres,
y en tanto yo, por salir de sospecha, desenvolvile
el jubón y las calzas que a la cabecera dejo, y
halle una bolsilla de terciopelo raso hecho cien
dobleces y sin maldita la blanca ni señal que la
hobiese tenido mucho tiempo.
"Este -decía yo- es pobre y nadie da lo que no
tiene. Mas el avariento ciego y el malaventurado
mezquino clérigo que, con dárselo Dios a ambos,
al uno de mano besada y al otro de lengua suelta,
me mataban de hambre, aquellos es justo desamar
y aqueste de haber mancilla."
CUESTIONES
1. Lázaro no es malo por naturaleza, sino que la
vida lo ha torcido. Razónalo.
2. ¿Qué siente el muchacho por su amo?
3. Lázaro se ha convertido en un perspicaz
psicólogo. Señala los datos que lo confirman.
4. El criado no desea humillar al amo. ¿Cómo se
comporta?
5. Pero el escudero es astuto. ¿Qué táctica
emplea para que el mozo le dé parte?
6. ¿Qué contesta Lázaro al verse elogiado?
7. El hidalgo, ni para aceptar la uña, deja de
fingir grandeza. Explícalo.
4
Sazón: vez, ocasión
Comedirme: anticiparme
6
Su trabajo del mío: es el hambre, que Lázaro quiere
remediar con su propio trabajo de mendigo.
5
8. ¿Cómo muestra su desdén el muchacho por
su amo¿ ¿Cómo lo califica?
9. Explica el último párrafo.
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