Historia del Barrio del Pilar

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El Pilar: un barrio de pioneros
En el primer lustro de los años 50 del siglo XX, y una
vez que concluyeron los trabajos de construcción del
Valle de los Caídos, el mausoleo que construyó para sí
el genocida Francisco Franco, y en el que trabajaron
como
forzados
presos
políticos,
su
contratista
principal, Juan Banús, inició la construcción de dos
barrios de nueva planta; uno al Noroeste para los
obreros, es decir para quienes usaban en su trabajo mono o mandilón azules: el barrio de El
Pilar; otro al Este para los que en los países anglosajones llaman “withe collar”(cuellos
blancos”) - es decir para quienes usábamos chaqueta y corbata, aunque no dejábamos de
ser “obreros distinguidos”-, por más que algunos se crean ahora potentados; a este barrio
se le dio otro nombre de virgen: el barrio de la Concepción. Por último construyó al Norte
de Madrid otro barrio para los patronos de los anteriores: el barrio de Mirasierra.
Era entonces de dominio público en Madrid que la
esposa de Franco, la desclasada hija de indiano
asturiano, Carmen Polo, más conocida por Carmen
Collares,
era
la
principal
accionista
de
la
constructora. Y no se decía a humo de pajas, porque
en el tiempo de la construcción de la 1ª fase de El
Pilar, años 52 al 55 el cemento y el acero estaban
racionados – recuerdo una visita que, acompañando a mi padre, hice el año 1956 a la
DOIS, que era el organismo encargado de conceder los cupos de acero ; que te concedieran
un cupo era igual que si te tocara el premio gordo de la lotería porque, vendido de
estraperlo, podías ganar una fortuna por la diferencia entre el precio oficial de compra y el
de venta en el mercado negro. Para construir El Pilar hubo todo el acero y cemento
necesarios.
El Pilar se construyó en “tierra de nadie”, y nunca mejor dicho porque 50 años más tarde
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aún se desconoce si los terrenos donde hoy hay algunas plazas son del Ayuntamiento, son
de los propietarios de las viviendas circundantes, o son de alguna empresa “fantasma”
interpuesta.
El descampado que hoy ocupa El Pilar estaba distante de los barrios de Tetuán y de La
Ventilla, y aun más distante de Fuencarral, municipio que por esos años fue anexionado por
la Villa de Madrid. Y, en frente de los terrenos en que se iba a asentar el barrio, los escarpes
de una vaguada- entonces no se conocía aún como “ La Vaguada”- donde se cultivaban
lechugas y tomates en huertas regadas con aguas de acequias que recorrían la ladera. Existía
un merendero de pocas ínfulas, de nombre “Las minas del bombero” que servía ensaladas
hechas con dichas verduras y, también, conejo al ajillo; era un lugar de asueto dominical y
veraniego de muchas personas de pocos posibles.
La avenida de Monforte de Lemos se acababa en el cruce con la calle Finisterre ; donde hoy
está el Instituto Príncipe Felipe había un descampado conocido como “Las Higueras”; los
escapes del Canal de Isabel II regaban choperas y zarzamoras; en lo que hoy es calle
Arzobispo Morcillo había un redil de ovejas; y un poco más abajo de lo que hoy es Alfredo
Marqueríe surgía un manantial que se conocía como “el agua gorda”.
Como citaba más arriba El Pilar se construyó en fases, denominadas 1ª y 2ª, y la última se
subdividió en otras dos. Se construyeron pisos para venta – fue una de las primeras
promociones, sino la primera, que vendió pisos en Madrid- y pisos para alquiler, que era
entonces la forma más habitual de acceder a una vivienda.
La 1ª fase, que se edificó entre los años 1952 y 1955, estaba comprendida entre Vereda de
Ganapanes, Melchor Fernández Almagro, y Avenida de Betanzos; esta última se constituyó
en la arteria principal del barrio: la de los establecimientos comerciales y los bares. Un
punto de encuentro, vital para el desarrollo del barrio, fue un bar: El Porrón, que hizo las
funciones del Centro Cívico de que el barrio carecía. Allí los pioneros del barrio tenían un
lugar de socialización; un sitio donde cambiar información sobre lugares donde encontrar
trabajo o donde escolarizar a sus hijos, un sitio, en fin, donde conocerse; allí los
transportistas de motocarros tenían su “agencia de transportes”, y los que se dedicaban a la
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compra-venta o al traspaso de pisos tenían su base.
Es conveniente rememorar esta siniestra figura del traspaso de pisos para aquellos que la
conocieron y la han olvidado, y es más conveniente aún relatarla para quienes, por su edad,
no la han conocido, para que así sepan algo de los tiempos funestos del franquismo:
La escasez de vivienda era enorme, y los contratos de inquilinato eran a perpetuidad. Los
nuevos matrimonios se hacinaban en casa de sus padres, o alquilaban habitaciones con
derecho a cocina, llegando a vivir 3 o 4 familias sin parentesco alguno como realquilados
en un piso de pocos metros cuadrados. Las disputas eran frecuentes a causa de los turnos
para utilizar la cocina. Más a menos como lo que ocurre ahora en los que llamamos, con
desprecio de nuevos ricos, “pisos patera”. Apareció entonces una “fauna” que, como
siempre, se aprovechó de los más necesitados. Estos logreros conseguían, por lo que
entonces se llamaban “influencias” y ahora información privilegiada, el alquiler de un piso,
y una vez firmado el contrato traspasaban a otra persona el derecho de subrogación del
contrato de inquilinato; esta persona tenía que pagar, a fondo perdido, una fuerte cantidad
de dinero – el traspaso- y luego ocupaba la vivienda y pagaba la renta de la misma todos los
meses. Estos buitres solían ser “camisa vieja” o excombatientes y, por tanto, adictos al
Movimiento Nacional.
En la 2ª fase A se edificaron las torres de Monforte de Lemos hasta la calle Finisterre,
incluyendo la Galería de Alimentación, y en la 2ª fase B las viviendas comprendidas entre
las calles La Bañeza, Betanzos , Vereda de Ganapanes y Monforte de Lemos.
Años más tarde se incorporaron administrativamente, al barrio otras viviendas, pero lo
auténticos pioneros de El Pilar, los pata negra, son quienes habitan en las fases 1ª y 2ª,
delimitadas más arriba.
En el urbanismo de la 2ª fase del Barrio de El Pilar primó un axioma de aquella época
nefasta: el obrero no debe tener coche jamás. De ahí la urbanización en terrazas, en plazas
a las que sólo se puede acceder por escaleras. Así mataban dos pájaros de un tiro, ahorraban
en movimiento de tierras, y ponían en claro que algunas cosas, los coches por ejemplo, no
eran para los trabajadores. ¡Faltaría más! ¡Aun había clases!
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Curiosamente en la época actual se puede sacar un gran partido a dicha disposición,
creando espacios de gran calidad de vida. Es evidente que el PP ni tiene la voluntad, ni la
sensibilidad, ni los conocimientos para ello. El ejemplo reciente es el fregado de cara que
ahora han hecho con el enorme dineral que el Gobierno de España entregó al actual equipo
de gobierno del PP en el Ayuntamiento a través del Fondo Estatal. El PSOE sí reúne
voluntad, sensibilidad, y conocimientos, y cuando en el año 2011 los ciudadanos de El
Pilar, y los de Madrid, nos den su confianza para gobernar el Ayuntamiento de la capital de
España, convertiremos esas plazas en un vergel, haremos lo contrario que el PP hace ahora:
tendrán los mismos equipamientos el Bº de Salamanca y El Pilar.
Desde el primer momento de restablecerse la democracia en España la Agrupación
Socialista de Fuencarral estuvo vinculada a El Pilar, su sede estuvo situada hasta el mes de
julio de este año en la calle Ponferrada, y ahora la nueva sede estará en la plaza de
Fonsagrada; desde allí seguiremos defendiendo los derechos de los vecinos de El Pilar.
Los pioneros carecieron de todo tipo de servicios. El más
necesario para un trabajador, el transporte colectivo, no
era de la EMT, era una concesión a una empresa privada
de las que tanto abundaban en esos años en Madrid, las
que se designaban con la letra P de periféricas y un
número. Esta única camioneta, pues así se llamaba a
esos autobuses, tenía su cabecera de línea en la calle
Capitán Blanco Argibay, a la puerta del bar Sotero – naturalmente sin marquesina ni
ninguna otra protección contra la intemperie- y, como es de suponer, hacía buena la frase
de Cervantes: asiento de toda incomodidad, porque siempre viajaban
atestadas, sin
horarios y, por tanto, sin frecuencia regular; un horno sofocante en verano y un Polo en
invierno.
Contra estos abusos se agruparon los vecinos en asociaciones, y lucharon para ir
obteniendo los derechos que les correspondían. Varias Asociaciones de Vecinos,
canalizaron las reivindicaciones de sus asociados y del resto de los vecinos, destacando por
su dedicación y esfuerzo la AV La Flor. Una de las mayores batallas se libró contra una
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empresa francesa: La Henin, la cual había adquirido los terrenos para erigir un centro
comercial. Al grito de La Vaguada es nuestra los vecinos se movilizaron contra la
construcción de dicho centro. Vine a vivir entonces al Distrito y me solidarice con los
vecinos.
Sin embargo hoy, pasados los años, cuando ya he aprendido algo sobre urbanismo, me doy
cuenta que El Viejo Profesor, D. Enrique Tierno Galván, era sabio y tenía razón. El centro
comercial vertebró la zona. Él con su equipo consiguió que La Henin contratara a un genio
de la arquitectura, Cesar Manrique, que integró la edificación en el paisaje; consiguió que
cediera terrenos para dotar al Distrito de un edificio destinado a Junta Municipal – muerto
don Enrique termino la obra el alcalde del PSOE que le sucedió: don Juan Barranco, y para
el resto de servicios de que ahora disfrutamos y el parque. ¿Se imagina alguien, si no se
hubiera construido el CC La Vaguada, que el espacio hubiera quedado sin parque y sin
edificaciones? ¿Cuántas torres de 30 pisos hubieran edificado los ayuntamientos del PP que
sucedieron al PSOE? El comercio, sobre todo el pequeño comercio, ése que parecen odiar
Aguirre y Gallardón pues a perjudicarlo van todas su normativas, cohesiona los barrios y
hace que la delincuencia disminuya, da más calidad de vida a los ciudadanos, y en el PSOE
lo sabemos; pero no ha sido el CC La Vaguada quien ha hundido al comercio de la zona, ha
sido las normativas que sobre horarios nos ha impuesto Esperanza Aguirre, abusando de la
mayoría de votos que le otorgaron los madrileños ; es esa permisividad disparatada de
horarios, unida al SER, la que arruina al pequeño comercio y a los pequeños negocios
industriales de EL Pilar.
Otra gran lucha reivindicativa fue contra el SER,
mejor dicho no contra los parquímetros, sino para que
su implantación se hiciera de manera racional, que no
perjudicara ni a los vecinos ni a los propietarios de
negocios – tan vecinos como los anteriores- y para
desenmascarar a Gallardón que había prometido que
el SER sólo se implantaría en el interior de la M 30;
pero claro, como ha demostrado el caso Gürtel, el PP hace cualquier cosa por ayudar a sus
amigos, incluso aceptar bolsos que no hacen juego con sus trajes.
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Por ello me sorprende ahora que estos infatigables luchadores acepten la imposición de un
horario de recogida de basuras gravemente lesivo para ellos, el cual solamente favorece a
la empresa concesionaria de la recogida de basuras, y que no hayan atendido las peticiones
de reunión de vecinos que quieren solucionar dicho problema.
Alfredo Sancho Cavo – Vocal Vecino Responsable de El Pilar en el Grupo Municipal
Socialista
La situación actual del Barrio del Pilar es la siguiente:
Calles sin un mantenimiento adecuado,
como es el caso de las escaleras de la
imagen, las cuales se encuentran
en las
inmediaciones de la Junta Municipal, dando
acceso al parque de la vaguada, las cuales se
encuentran en un estado pésimo y en la que
casi a diario la gente.
La imposición de los parquímetros en el Barrio del Pilar, como en
el resto de Madrid, obliga a los ciudadanos a abonar numerosas
cuantías en régimen de tickets y multas. A parte de los impuestos
que conlleva la tenencia de un vehículo, el Ayuntamiento también
nos impone otro impuesto para poder aparcar. Según lo desvelado
recientemente por parte del Grupo Municipal Socialista, se han
descubierto irregularidades en la utilización del parking de la Junta
Municipal por parte de miembros de la ejecutiva del Partido
Popular. Sí existen los parquímetros, estos deben de ser para todos por igual.
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En materia de seguridad, hay que señalar que una de las mayores
incidencias que se pueden observar en el Barrio del Pilar, es la
situación que presenta la salida del Instituto Príncipe Felipe, en la
cual, al salir los estudiantes de clase, cruzan la calle, esta no cuenta
con un
paso de cebra, ni un semáforo para regular estas acciones.
En lo referente al aparcamiento, tenemos que
destacar el papel de los ciudadanos que hartos
de
pagar
el
SER
(
Servicio
de
Estacionamiento Regulado), han decidido
buscar opciones para no pagar mas, como es
por ejemplo aparcar en plazas interiores del
barrio del pilar, debido a que son privadas y
por lo tanto están exentas de parquímetros, o
en zonas donde no están cercadas por el asedio de la recaudación impuesto por el
ayuntamiento.
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