Nuestra Madre Teresa construyó su vida sobre la Palabra de Dios

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MAÑANA TRAS MAÑANA ME DESPIERTA EL OÍDO
14 de febrero de 2007
(Segunda parte)
En nuestra entrega anterior reflexionamos sobre la manera cómo nuestra madre Teresa
construyó su vida sobre la Palabra de Dios, escuchada y asimilada en su interior.
También su obra brotó de la novedad que regala la Palabra a quien, como ella, la
escucha como discípula cada día.
La certeza, hecha experiencia diaria, de que “Dios no defrauda a quien confía en Él”, la
llevó a ser una mujer valiente, arriesgada, emprendedora, audaz. Su obra no la apoyó en
su fuerza pues estaba enferma, ni en el gran número de hermanas pues eran poquitas. Su
obra la apoyó en la fuerza y en la seguridad que da la Palabra. Se dejó llenar de la gracia
de la Palabra y su corazón asumió los mismos sentimientos de Jesús, misericordioso,
compasivo, lleno de gozo, luz, paz, confianza, amor, especialmente a las niñas pobres.
Y así comenzó su obra:
- Se presentó al concurso del manto de la Virgen de las Angustias, frente a
diseñadores y bordadores de prestigio nacional, y lo ganó.
- Se lanzó a derribar el viejo colegio y a construir uno de nueva planta, con su
hermosa iglesia, sin pedir una peseta a nadie y lo terminó sin deber un céntimo
(Biografía TFM 50-51).
- Diseñó un plan de enseñanza recogido en el Reglamento Interior para los
colegios de la Congregación de Santo Domingo, que fue un verdadero
acontecimiento y muy ganancioso para Granada (Nota necrológica). La
educación en la fe era la prioridad de este plan y la gran responsabilidad de las
hermanas educadoras.
Se sintió fuertemente interpelada por la fuerza creciente de la Palabra tantas veces oída:
“Id al mundo entero y enseñad a todas las gentes” (cf. Mt 28,19-20), y por la vivencia
de este mandato de Jesús, hecha fuego en Domingo de Guzmán y hecha sangre en sus
hijos mártires en China, (cuyo cuadro mandó pintar y colocar encima del altar mayor).
Con ese impulso salió del Beaterio y casi sin darse cuenta, lo convirtió en
Congregación. Abrió colegios en Motril, Baena, y tenía prácticamente preparada la
fundación en Archidona cuando murió.
Alabamos al Señor porque nuestra Fundadora, como María de Nazaret, fue una mujer
oyente asidua de la Palabra; porque hizo de ella su gozo, su luz y su vida.
Gracias Madre Teresa porque expansionaste tu alma día tras día con la Palabra y porque
nos dejaste fundada la Congregación en la roca inconmovible de la Palabra de Dios.
Gracias porque así has hecho posible la expansión de la Congregación en España,
América, África, más tarde en Europa y, esperamos que pronto en Asia. Gracias porque
con tu vida nos estimulas a dar “la mejor expansión al alma” cada mañana, a no
resistirnos a que el Señor nos abra el oído para escuchar como discípulas. Gracias
porque nos has mostrado el camino del gozo y de la vida en plenitud, la obediencia a la
Palabra escuchada cada día.
María Teresa Gómez , OP.
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