boletin_39_28-09-2014

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Boletín dominical correspondiente al domingo 28 de septiembre de 2014
Décimo sexto Domingo de Pentecostés
La fe del pescador y la fe del apóstol
“No temas; desde ahora serás pescador de hombres” (Lc 5:10)
Homilía de Monseñor Pablo Yazigi, Arzobispo de Alepo
Jesús usó varias veces ciertos símbolos con Pedro para que se acerque a una realidad más profunda. Así, cuando lo
llamó por primera vez, Jesús le dijo: “Yo te haré pescador de hombres”, en base a su profesión de ser pescador. Otra vez, le dijo
a Pedro (cuyo nombre significa piedra): “Sobre esta roca edificaré mi iglesia” (Mt 16:8). Por supuesto, Jesús no estaba limitado a
estas imágenes o metáforas. Él llama a todos mientras realizan sus tareas, cualquiera fuera su profesión, para que se
vuelvan apóstoles dondequiera que estén. De todos modos, una fe como la de Pedro construiría Su iglesia, sin importar que,
en este caso, la imagen correspondiente a la fe de Pedro haya coincidido con su nombre.
Hay dos etapas en la fe de Pedro de acuerdo a este texto bíblico. La primera es la etapa de la fe del pescador judío
piadoso, quien analiza las cosas, las acepta o las rechaza, y en última instancia, se arriesga un poco en la fe, cuando esta
supera la lógica. De hecho, al inicio, Pedro acepta las palabras de Jesús como procedentes de un maestro judío, y pone a
disposición su barca como una plataforma para que pueda predicar, y lo escucha. Luego, obedece a Jesús cuando le pide
pescar mar adentro en el día y no en horas de la noche. ¿Cómo pues va a poder pescar ahora en condiciones adversas, si ya
no había pescado nada ni en el momento o lugar apropiados? Jesús le pidió que echara las redes en condiciones contrarias a
la lógica. Pero la fe de Pedro, después de haber escuchado las palabras de Jesús, lo llevó a la convicción de que Jesús es un
buen maestro. Basándose en Su palabra, él puede construir una esperanza y echar las redes. Así aconteció la primera pesca
milagrosa: “Atraparon tan gran multitud de peces, que la red se rompía”.
En la segunda etapa, después de esta pesca milagrosa, la fe de Pedro se volvió más fuerte todavía. No sólo lo escucha a
Jesús y lo considera un maestro, sino que lo adora y lo llama “Señor”. Antes, Jesús era para él un maestro, pero ahora es
Señor. Antes argumentaba con Él con la lógica y se arriesgaba en la fe, pero ahora se maravilla ante Él en agradecimiento y
se siente indigno exclamando: “Apártate de mí, Señor, porque soy hombre pecador”.
La primera fe clasifica la religión bajo los argumentos racionales y al Señor como un educador. En cambio, la segunda fe
supera la mente hacia la existencia y el ser. La segunda fe no conoce ni religión ni profesión, no conoce un día para nosotros
y otro para Dios, ni mira a la religión como una ciencia o información. La fe aquí no es un simple riesgo para una esperanza
que se realiza o no. Es la fe del pescador de los hombres de un segundo grado, nueva, basada en el conocimiento de Jesús
más allá del lenguaje de las religiones, si es posible hablar de esta manera con respecto a recibir a Jesús como Maestro y
Señor de la vida. Así, la profesión del cristiano se vuelve única, como dice San Gregorio Nacianceno, es decir se vuelve
cristiano-Cristo, o un apóstol y embajador de Cristo en el mundo, cualquiera sea su profesión.
La fe del pescador de hombres conduce al hombre a abandonarlo todo y seguir a Jesús, no porque la fe pide
desprenderse de las profesiones, ¡no!, sino porque el hombre encuentra la moneda perdida (Cf. Lc 15:9) y el tesoro
escondido por el cual vende todo para comprarlo (Cf. Mt 13:44). Pedro practicó la pesca, pero cuando Jesús lo invita a ser un
pescador de hombres, es para ser un embajador, desde una nueva perspectiva, en su trabajo, dirigiéndose hacia su
verdadero trabajo; pues Jesús es para él el Señor de su vida, y no un simple guía o maestro. Porque “en Él vivimos, nos
movemos, y somos” (Hec 17:28).
¿Cuál es nuestra fe, la fe racional de las religiones, o la fe existencial en Jesús como Señor, como finalidad, camino y
vida?
La primera fe es buena cuando es el umbral para la segunda. No miremos al cristianismo como una enseñanza nueva o
antigua; más bien, bebamos de la nueva vid, donde Jesús es el pan de vida y nosotros somos Sus embajadores, quienes lo
llevamos a todo el mundo, dejando todo en medio de todo, siguiéndolo a Él. Amén.
Tropario de la Resurrección (Tono 7)
Destruiste la muerte con tu Cruz y abriste al ladrón el Paraíso; a las Miróforas los lamentos trocaste, y a tus Apóstoles
ordenaste predicar que resucitaste, oh Cristo Dios, otorgando al mundo la gran misericordia.
Kontakion (Tono 4)
Oh Protectora de los cristianos indesairable; Mediadora ante el Creador irrechazable: no desprecies las súplicas de
nosotros, pecadores, sino acude a auxiliarnos, como bondadosa, a los que te invocamos con fe. Sé presta en intervenir y
apresúrate con la súplica, oh Madre de Dios, que siempre proteges a los que te honran
1
Segunda carta a los Corintios (6:1-10)
Hermanos, como cooperadores suyos que somos, os exhortamos a que no recibáis en vano la gracia de Dios. Pues dice
Él: En el tiempo favorable te escuché, y en el día de salvación te ayudé. Mirad ahora el momento favorable; mirad ahora el
día de salvación. A nadie damos ocasión alguna de tropiezo, para que no se haga mofa del ministerio, antes bien, nos
recomendamos en todo como ministros de Dios: con mucha constancia en tribulaciones, necesidades, angustias; en azotes,
cárceles, sediciones; en fatigas, desvelos, ayunos; con pureza, ciencia, paciencia, bondad; con el Espíritu Santo, con caridad
sincera, con palabras verdaderas, con el poder de Dios; con las armas de la justicia: a diestra y siniestra; en gloria e
ignominia, en calumnia y en buena fama; tenidos por impostores, siendo veraces; como desconocidos, aunque bien
conocidos; como moribundos, pero vivos; como castigados, aunque no condenados a muerte; como tristes, pero siempre
alegres; como pobres, aunque enriquecemos a muchos; como quienes nada tienen, aunque todo lo poseemos.
Santo Evangelio según San Lucas (5:1-11)
En aquel tiempo, estaba Jesús a la orilla del lago de Genesaret y la gente se agolpaba en torno a Él para oír la palabra de
Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes.
Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra; y, sentándose, enseñaba desde la
barca a la muchedumbre. Cuando terminó de hablar, dijo a Simón: “Lleva la barca mar adentro, y echa tus redes para pescar”.
Simón le respondió: “Maestro, hemos estado trabajando toda la noche y no hemos pescado nada; mas, en tu palabra, echaré las redes”.
Y, haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes estaban a punto de romperse. Hicieron señas a
los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se
hundían. Al ver esto Simón Pedro, cayó de rodillas ante Jesús, diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy hombre pecador”. Pues
el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían capturado, y lo mismo les
sucedió a Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: “No temas. Desde ahora serás
pescador de hombres”. Y cuando trajeron a tierra las barcas, dejándolo todo, lo siguieron.
¿A quién conmemoramos hoy?
A San Jaritón el Confesor de Palestina
San Jaritón el confesor sufrió en Iconio durante una de las persecuciones contra los cristianos llevadas a cabo por el
emperador Aureliano. El testimonio de Santa Tecla le animó en confesar su fe cristiana. Ella era originaria de esa ciudad, y
su memoria era especialmente venerada.
San Jaritón denunció valientemente la falsedad de los dioses paganos y firmemente confesó la fe en el único y
verdadero Dios, Cristo el Salvador. El santo confesor fue sometido a torturas feroces, pero, a través de la Providencia de
Dios, se mantuvo con vida. Cuando la persecución disminuyó, el santo fue liberado de la cárcel y dedicó toda su vida al
servicio del Señor.
Viajando a Jerusalén en peregrinación a los lugares santos, cayó en manos de ladrones. Lo ataron y lo arrojaron en una
cueva, con la intención de matarlo más tarde. El santo oró fervientemente esperando la muerte. Dio gracias a Dios y le rogó
que lo llevara con Él, de acuerdo a Su voluntad.
En este momento una serpiente se metió en la cueva y llenó con su veneno una jarra de vino. Volviendo a la cueva, los
ladrones bebieron el vino envenenado y todos ellos perecieron. San Jaritón dio gracias a Dios y comenzó sus luchas
ascéticas en el mismo lugar de su milagroso rescate. Distribuyó el oro saqueado de los ladrones a los pobres, y en la cueva
de ladrones construyó una iglesia, alrededor de la cual con el tiempo se formó un monasterio, el renombrado Parán Lavra
en Palestina.
San Jaritón compiló una regla estricta para su monasterio. Anhelando la soledad, el monje fue más lejos en el desierto,
pero sin rechazar a aquellos que buscaban su guía espiritual, y fundó dos monasterios más: el de Jericó y el de Souka,
llamado el “Lavra Antiguo”. Al final del su vida, San Jaritón vivió en una cueva en una colina cerca del monasterio de Souka,
pero sin dejar de proporcionar una guía para los tres monasterios que había fundado.
Según la tradición, San Jaritón fundó la tradición de tomar votos monásticos. Murió en una edad muy avanzada y fue
sepultado, de acuerdo con su última voluntad, en la iglesia del monasterio de Parán, construida en el sitio de la cueva de los
ladrones.
Conversaciones entre Motovilov y San Serafín de Sarov
La vida cristiana bajo la acción del Espíritu Santo (XII)
El Espíritu de Dios entre los paganos
El Espíritu de Dios se manifestaba del mismo modo, aunque con menor fuerza, entre los paganos que no conocían al
verdadero Dios, pero entre los cuales Él encontraba también adeptos. Las vírgenes profetisas, por ejemplo, las sibilas,
cuidaban su virginidad para un Dios desconocido –pero no obstante Dios– a quien se estimaba como el Creador del
universo, el Todopoderoso gobernando el mundo. Los filósofos paganos, errando en las tinieblas de la ignorancia de Dios,
pero buscando la verdad, podían, por esta búsqueda agradable al Creador, recibir, en cierta medida, el Espíritu Santo. Se
dijo: “Las naciones ignorantes de Dios actuaron según la ley natural e hicieron lo que a Él le placía” (Rom 2:14). La verdad es
agradable a Dios a tal punto que Él mismo proclamó por su Espíritu: “La justicia irradia de la tierra y la verdad se inclina desde
los cielos” (Sal 85:12).
Así, el conocimiento de Dios se conservó en el pueblo elegido, amado por Dios, de la misma forma que entre los
paganos, ignorantes de Dios, después de la caída de Adán y hasta la Encarnación de Nuestro Señor Jesucristo.
2
La llegada de Cristo revelada por el Espíritu Santo
Sin éste conocimiento, siempre conservado celosamente por el género humano ¿cómo habrían podido saber los
hombres, con certeza y justicia, que había llegado Aquel que, según la promesa hecha a Adán y Eva, debía nacer de una
virgen predestinada a destruir la cabeza de la serpiente?
Así es como San Simeón, a quién le había sido revelado a la edad de sesenta y cinco años el misterio de la concepción y
nacimiento virginal de Cristo, puede proclamar valientemente en el Templo, y refiriéndose a Jesús, que tenía ante sí la
evidencia de lo que le había sido predicho por un Ángel hacía trescientos años (según una tradición apócrifa, el anciano
Simeón habría vivido hasta la edad de 385 años). Y también Santa Ana, que en su viudez, a los ochenta años, servía a Dios
en el Templo, anuncia que el Mesías, el verdadero Cristo, Dios y hombre, el Rey de Israel, vendría para salvar a Adán y a
todo el género humano.
Renovación del “soplo de vida” perdido por Adán
Cuando Nuestro Señor Jesucristo, terminada su obra, resucita de entre los muertos, sopla sobre los apóstoles renovando
el hálito de vida del que gozaba Adán, donándoles, nuevamente, la gracia perdida. El les dijo: “En verdad, vale más para
vosotros que yo parta, pues si yo no lo hago, el Paráclito no vendrá; pero, partiendo, os lo enviaré. Y cuando venga el Espíritu, Él los
conducirá hacia toda verdad, a vosotros y a todos cuantos creyeran en vuestra enseñanza, y os recordará todo cuanto dije mientras estaba
con vosotros en este mundo” (Jn 16:7 y 13:14, 26). Esta es la gracia que Él les prometía: “Gracia sobre gracia” (Jn 1:16).
Agenda de Monseñor Siluan
Visita a Junín y San Fernando
Monseñor Siluan visitó la Parroquia San Jorge de Junín el lunes 8 de septiembre pasado y el Colegio de la Asunción de
la Virgen en San Fernando el miércoles 10. El lunes 8, Monseñor Siluan visitó la parroquia San Jorge en Junín. Además de
reunirse con el párroco, Rev. Padre Roberto Jattar, mantuvo una reunión con el Centro Ortodoxo.
Durante la reunión, Monseñor hizo una reflexión sobre “el fuego que alienta”, analizando los aspectos de mantener el
ánimo de fe y de servicio alentado en la Iglesia. Se discutieron también temas relativos a la labor en la parroquia. Al
finalizar la reunión, Monseñor compartió un asado con los integrantes del Comisión Directiva.
Al día siguiente, Monseñor Siluan mantuvo otra reunión por la mañana, antes de partir a Buenos Aires, acompañado
por el Rev. Padre Antonio El Bitar.
El miércoles 10, Monseñor Siluan visitó al Rev. Padre Jorge Castelli y la comunidad escolar en San Fernando. Además
de reunirse con el Padre Jorge, Monseñor mantuvo una reunión con los integrantes de la Fundación San Jorge. Durante la
visita, Monseñor Siluan le entregó al Padre Jorge las publicaciones que habían salido últimamente: La Vida de San Jorge y el
libro “Serán mis testigos” en conmemoración del 100º aniversario de la fundación de nuestra comunidad en Tucumán.
Monseñor estuvo acompañado por el Rev. Padre Antonio El Bitar.
Feliz Día de San Siluan
El pasado miércoles 24 de septiembre se celebró el día de San Siluan de Monte Athos, Santo Patrono de Nuestro Padre y
Arzobispo Siluan. Saludamos a Su Eminencia y oramos a Dios que lo conserve en paz, salvo, digno y sano y que viva
muchos años enseñando fielmente la palabra de la verdad.
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