HISTORIA DEL PESO ARGENTINO Introducción:

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HISTORIA DEL PESO ARGENTINO
Introducción:
La historia del peso fue muy movida desde sus inicios. En el siglo que termina hubo cinco signos monetarios
diferentes. La Revolución de Mayo usó unos vales que no llegaron a ser billetes. Fue el Banco de Buenos
Ayres, después Banco Nacional, el primero en mandar imprimir verdaderos billetes. Una curiosidad: el
valor de cada uno de esos papeles se dejaba en blanco, para que lo llenase con la leyenda 1, 5 o 10 pesos
fuertes, la autoridad que también lo firmaba.En la época de Rosas los billetes ostentaban leyendas
polÃ−ticas: ~Viva la Confederación Argentina! ~Mueran los salvages unitarios!.Después de la crisis
económica de 1890, el presidente Carlos Pellegrini creó la Caja de Conversión. Con ese instrumento, en
1899, el Estado nacional asumió el monopolio de la emisión monetaria. Y asÃ− nació el peso moneda
nacional, convertible en oro. Con intermitencias, esa convertibilidad rigió hasta 1929, para reaparecer 62
después. DiseñoEn 1935, el recién creado Banco Central tomó a su cargo la emisión de moneda. Los
billetes que hizo imprimir llevaban el retrato de San MartÃ−n adulto y de uniforme, aunque en algunos casos
se lo reemplazó por un San MartÃ−n anciano y de civil. En 1944 salieron a la circulación los billetes de $
1.000 que llevaban la imagen de la Fragata Sarmiento, que pronto se conocieron como las fragatas. En 1952
hubo billetes que llevaban la efigie de la justicia pero sin los ojos vendados.A fines de los 40 empezó a
acelerarse la inflación. Para 1969, se habÃ−a hecho muy incómodo el manejo monetario, con billetes cuyo
mayor valor alcanzaba los 10.000 pesos m/n. Entonces se lo reemplazó por el peso ley. Esta lÃ−nea unificó
el tamaño imitando al dólar norteamericano: hasta entonces, a mayor valor también era más grande el
tamaño de los billetes.El nuevo peso tuvo como diseño paisajes turÃ−sticos, lo que fue toda una novedad.
Y le correspondió el honor de ser la lÃ−nea monetaria que tuvo billetes del mayor valor histórico en el
paÃ−s: 1.000.000. Del peso ley al peso argentinoLa lÃ−nea del peso ley duró 13 años y medio. Pero
recrudecieron los problemas de manejo monetario por las altas denominaciones. AsÃ−, en junio de 1983 se
reemplazó el peso ley por el peso argentino, equivalente a 10.000 pesos moneda nacional: se eliminaron
cuatro ceros.Para el peso argentino, en lo que hacÃ−a al diseño, se volvió a los próceres y presidentes.
Pero eran años de fuerte inflación (en 1983 fue del 433% y en 1984 de 688%) y la nueva moneda sólo
tuvo vigencia por dos años.El 15 de junio de 1985 entró en vigencia del Plan Austral. El peso fue
reemplazado por el austral, a razón de 1.000 pesos argentinos por un austral. Esto se realizó de improviso y
por lo tanto hubo que resellar los billetes viejos.Al principio, el austral valÃ−a más que un dólar: 85
centavos equivalÃ−an a un dólar. Pero volvió la inflación: 4.900% en 1989 y 2.300% en 1990, y esa
moneda también fue devorada por la vorágine de precios.En 1991 arranca el Plan de Convertibilidad. Y se
practicó otro cambio de lÃ−nea. Nació la moneda actual, denominada Peso Convertible a razón de 10.000
australes por un peso o un dólar desde 1992. Es la vigente y la que va a terminar el milenio.
Primeros Billetes
El Peso Moneda Nacional (SÃ−mbolo: $) fue la moneda vigente en la Argentina en el perÃ−odo 1881-1969.
Fue creada mediante la Ley 1.130, sancionada el 5 de noviembre de 1881 con el objetivo de unificar el
sistema monetario en el paÃ−s, que hasta ese entonces, era bastante caótico, ya que habÃ−an varios tipos de
moneda (pesos moneda corriente, pesos fuerte y además circulaban libremente monedas extranjeras. Esta ley
determinó que la unidad monetaria de la Argentina fuese el peso de oro y plata y que los bancos de emisión
debÃ−an renovar toda su emisión de billetes a moneda nacional.
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Los años entre 1881 y 1884, se caracterizan por emisiones estipuladas por el Banco Nacional, sobre una
serie de billetes en pesos moneda nacional oro (ver billetes provinciales).
El 3 de Noviembre de 1887, el Congreso sanciona la ley de Bancos Nacionales Garantidos, con el fin de
nivelar la circulación monetaria que sufrÃ−a un desconcierto por las emisiones locales de las provincias. La
Ley de Bancos Garantidos establecÃ−a que cualquier banco estaba autorizado a emitir billetes con la
condición de realizar un depósito en oro en el tesoro nacional, por el cual recibiera una determinada
cantidad de bonos públicos.
El 7 de Octubre de 1890, el Doctor Carlos Pellegrini, Presidente de la República Argentina, crea la Caja de
Conversión, que nuclea la impresión, habilitando y emitiendo todo el papel moneda nacional. Los primeros
billetes son emitidos con fecha 5 de septiembre de 1890.
En 1891 se liquidó el Banco Nacional y se fundó el Banco de la Nación Argentina.
Fotos:
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Moneda Nacional: Serie del Progreso
Vigencia: 1899 - 1935
SÃ−mbolo monetario: m$n
Emisión 1899-1935
La Ley 3.505, sancionada el 20 de septiembre de 1897, autorizó a la Caja de Conversión a renovar toda la
moneda circulante de la época. Se decidió hacer un diseño exclusivo, llamado "Efigie del Progreso",
donde aparece una mujer sentada, que sostiene una antorcha encendida y apoya su brazo sobre una versión
del Escudo Nacional.
Estos billetes originalmente fueron creados de gran tamaño e impresos en la Casa de Moneda, usando papel
de origen francés. Debido a su tamaño y a que el papel no resultó de buena calidad, comenzaron a
deteriorarse rápidamente. Por lo que se suspendió la impresión y se eligió un nuevo proveedor. Los
nuevos billetes —de menor tamaño— comenzaron a emitirse en 1903, utilizando como método de
impresión el sistema de tipografÃ−a.
La "Efigie del Progreso", acompaña casi medio siglo, las emisiones argentinas. Esta imagen tiene como
finalidad, eliminar del papel moneda, las figuras de personalidades polÃ−ticas.
Esta serie tan importante, continúa hasta poco después de creado el Banco Central de la República
Argentina, en 1935.
Fotos:
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Moneda Nacional
Vigencia: 1881 - 1969
SÃ−mbolo monetario: m$n
Emisión 1942-1969
En 1942, el Banco Central decide emitir sus primeros billetes propios, con un diseño más moderno y
seguro, abandonando la clásica Efigie del Progreso.
Por problemas de momentánea falta de capacidad, algunas series fueron impresas en Inglaterra, pero luego
se retomó la impresión en la Casa de Moneda.
Se utilizaron los sistemas de impresión Offset (0,50 $ y 5 $) y para el resto, el sistema calcográfico.
Fotos:
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Peso Argentino
Vigencia: 1983 - 1985
SÃ−mbolo monetario: $a
Equivalencia: 1 $a = 10.000 $Ley
El Peso Argentino (sÃ−mbolo: $a) fue la moneda vigente en la Argentina en el perÃ−odo 1983-1985. Fue
creada mediante el Decreto 2270 y entró en vigencia el 1° de junio de 1983.
Cada Peso Argentino equivalÃ−a a 10.000 $ (Peso Ley 18.188). A diferencia del anterior cambio de moneda,
esta vez no hubo resellado de billetes.
Sin embargo, la inflación en este periodo siguió en ascenso y en junio de 1985, es reemplazada por una
nueva moneda, el Austral.
Fotos:
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Austral
Vigencia: 1985 - 1991
SÃ−mbolo monetario: A
Equivalencia: 1 A = 1.000 $a
El Austral se convirtió en moneda de curso legal de la República Argentina el 14 de junio de 1985, cuando
el entonces presidente Raúl AlfonsÃ−n firmó el decreto 1096, anunciando un nuevo plan económico
(llamado Plan Austral) del entonces ministro de EconomÃ−a Juan Vital Sourrouille para contener una
inflación que venÃ−a siendo creciente. Su sÃ−mbolo era una A con el detalle de que la lÃ−nea horizontal
era doble (analogÃ−a de $).
El plan incluyó la creación de una nueva moneda, equivalente a 1.000 $a (Peso Argentino). En un principio
el plan pareció exitoso para contener la alzada inflacionaria, pero hacia 1986 comenzó a desvalorizarse con
respecto al dólar y nunca más logró reposicionarse. El austral se llegó a depreciar un 5.000% anual con
respecto al dólar hacia 1989. En 1992 fue reemplazado por una nueva unidad monetaria, el Peso convertible,
a razón de 10000 australes por peso.
Originalmente se emitieron monedas por 1/2, 1, 5, 10, 50 Centavos y billetes por 1, 5, 10, 50 y 100 Australes.
Pero a medida que la inflación fue avanzando, se empezaron a emitir valores muchos más grandes. Se
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llegaron a emitir monedas de 1.000 australes y billetes de 500.000 australes.
Fotos:
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El Peso Convertible o Nuevo Peso Argentino
(SÃ−mbolo: $, ISO 4217: ARS) es la actual moneda nacional de la República Argentina. Esta moneda
reemplazó en 1992 al Austral; cada peso equivalÃ−a a 10.000 australes.
Comenzó a circular el 1 de enero de 1992 bajo la llamada Ley de Convertibilidad de 1991. Desde entonces y
hasta el 7 de enero de 2002, tuvo un valor monetario igual a 1 dólar estadounidense por peso. Pero a partir de
la derogación de la Ley de Convertibilidad bajo el gobierno de Eduardo Duhalde, debido a la fuerte crisis
polÃ−tica y económica, se ha visto devaluado su valor hasta el tipo de cambio actual, cercano a los 3 pesos
por dólar, con un máximo histórico de 4,01 el 26 de junio de 2002.
Actualmente se emiten monedas de 1, 5, 10, 25, 50 centavos, y 1 peso, y billetes de 2, 5, 10, 20, 50, y 100
pesos. Esta lÃ−nea monetaria es la vigente desde el año 1992. Los billetes de un peso fueron sustituidos en
1994 por monedas del mismo valor. La lÃ−nea de billetes tiene dos versiones. La primera que dejó de tener
vigencia en diferentes fechas según los valores, $2 el 26 de noviembre de 1997, $5 el 22 de junio de 1998,
$10 el 14 de enero de 1998, $20 el 18 de enero de 2000, $50 el 19 de julio de 1999, $ 100 el 3 de diciembre de
1999.En el nuevo diseño, que fue apareciendo a medida que salÃ−an de circulación los diferentes valores,
tienen todos el mismo tamaño. Se rediseñó todo el billete, manteniendo la imagen de los próceres
elegidos, con un fondo cada uno donde se insertan réplicas de manuscritos o escenas alusivas al personaje.
En la mayorÃ−a de los casos, es difÃ−cil encontrar monedas de 1 centavo, más aún si estas se buscan fuera
de la ciudad de Buenos Aires.
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A partir de la derogación de la Ley de Convertibilidad se dejó de llamar a la moneda de argentina "Peso
Convertible de curso legal" para ser llamada simplemente Peso. La Ley N° 25.561,[1] del 6 de enero de
2002, en su art. 3° deroga los arts. 1° y 2° de la Ley de Convertibilidad (que fijaban que el peso fuera
convertible en dólares estadounidenses en paridad uno a uno), por lo que se dispuso suprimir el vocablo
"convertibles" en los billetes de la actual lÃ−nea monetaria.
La calidad de impresión de los billetes de Peso Convertible o Nuevo Peso Argentino está al mismo nivel de
calidad técnica y artÃ−stica que los producidos en las mejores casas de moneda del mundo. Todas las
medidas de seguridad están presentes en los billetes: marca de agua, tinta ópticamente variable (los billetes
de $20, $50 y $100 cuentan con una roseta a la derecha de la marca de agua, impresa en tinta que cambia del
color verde al azul si se inclina el billete), motivo complementación frente-dorso (realizado en offset);
microletra ; identificación para ciegos; imagen latente; hilo de seguridad; impresión en tinta invisible (en
los billetes de $50 y $100, solo visible con luz ultravioleta). Esta moneda tuvo dos etapas bien diferenciadas
donde su diseño cambia ya que después se empezaron a utilizar mejores papeles, tinta, grabados, etc.
Peso Convertible (primera etapa)
Vigencia: 1992 - Hoy
SÃ−mbolo monetario: $
Equivalencia: 1 $ = 10.000 A
El Decreto del Poder Ejecutivo N° 2.128 del 10 de octubre de 1991 dispuso la puesta en vigencia, a partir
del 1 de enero de 1992, de la Là NEA PESO. Se estableció una paridad de un peso ($1) equivalente a diez
mil australes (A 10.000). El peso era convertible con el dólar de los Estados Unidos, a una relación un peso
($1) por cada dólar, paridad ésta que se estableció continuando con lo legislado por la Ley de
Convertibilidad del Austral N° 23.928 del 27 de marzo de 1991. Los billetes emitidos en esa oportunidad
llevaban la leyenda “convertibles de curso legal”.
Los billetes tienen un tamaño uniforme de 155 mm de ancho y 65 mm de alto. El papel utilizado es 100 %
de fibra de algodón, con un peso de 83 gr/m2, exento de fluorescencia a la luz ultravioleta, realizándose la
impresión en tres etapas sucesivas, empleando sistemas de impresión offset, calcografÃ−a y tipografÃ−a.
Fotos:
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Peso Convertible (en su segunda etapa; nuevo diseño)
Vigencia: 1992 - Hoy
SÃ−mbolo monetario: $
Equivalencia: 1 $ = 10.000 A
A cinco años del lanzamiento del Peso Convertible, se efectuaron algunos cambios en la lÃ−nea, que
incluyeron mejoras en los grabados, papel de un gramaje superior (90 gr/m2), marca de agua de molde
cilÃ−ndrico localizada, que reproduce el retrato del diseño orientado en el mismo sentido.
La Ley N° 25.561, de Emergencia Pública y Reforma del Régimen Cambiario del 6 de enero de 2002,
en su artÃ−culo 3° deroga los artÃ−culos 1° y 2° de la Ley de Convertibilidad del Austral, por lo que se
dispuso suprimir el vocablo "convertibles de curso legal" en los billetes de la lÃ−nea peso.
Asimismo, los billetes que tienen esa leyenda y que continúan en circulación, conservan su curso legal.
Fotos:
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Billetes de curso legal
Denominación ($)
2
5
10
20
50
100
Monedas de curso legal
Denominación
(5)
$0,01
$0,05
Retrato
Bartolomé Mitre
José de San MartÃ−n
Manuel Belgrano
Juan Manuel de Rosas
Domingo Faustino Sarmiento
Julio Argentino Roca
Acuñación Reverso
1992-2001
1992-
Color principal
Azul
Verde
Marrón
Rojo
Negro
Violeta
Muestra
Laureles
Sol de Mayo
8
$0,10
1992-
$0,25
1992-
$0,50
1992-
$1,00
1994-
Escudo de
Argentina
Cabildo de
Buenos Aires
Casa de
Tucumán
Escudo de las
Provincias
Unidas
Emisiones conmemorativas
Emisión conmemorativa por el centenario del nacimiento de Borges.
Moneda de 2 Pesos.
Monedas de peso circulantes en 2006
Motivo
Año
Convención Nacional Constituyente 1994
50° Aniversario de la ONU
1995
50° Aniversario de UNICEF
1996
Cincuentenario del voto femenino
1997
Monedas del Mercosur
1998
Centenario del nacimiento de Jorge
1999
Luis Borges
150° aniversario del fallecimiento
1999
del Gral. San MartÃ−n
Conmemorativa del Gral. MartÃ−n
2000
Miguel de Güemes
Centenario de la Fundación de
2001
Comodoro Rivadavia
Bicentenario del nacimiento del Gral.
2001
Justo José de Urquiza (1801-2001)
Copa Mundial de la FIFA Alemania
2004 y 2005
2006
Cincuentenario del fallecimiento de
2004
Eva Perón
70º aniversario BCRA
2005
Series iberoamericanas
1996,1998,2000,2002,2005
Vigésimo aniversario del
2006
fallecimiento de Jorge Luis Borges
Vigésimo quinto aniversario de la
2007
Guerra de Malvinas
Centenario del descubrimiento del
2007
Petróleo Argentino
Historia de la moneda metálica argentina:
Valor facial (en pesos)
2 y 5 (Cuproniquel), 2 y 5 Pesos
(Plata), 25 y 50 Pesos (Oro)
1 Peso (Plata), 5 Pesos (Oro)
50 Centavos y 1 Peso
50 Centavos y 1 Peso
50 Centavos y 1 Peso
2 Pesos (Cuproniquel), 1 Peso
(Plata), 5 Pesos (Oro)
5 Pesos (Oro)
50 Centavos y 5 Pesos (Oro)
5 Pesos (Oro)
5 Pesos (Oro)
5 Pesos (Plata) y 10 Pesos (Oro)
2 Pesos (Cuproniquel), 1 Peso
(Plata) y 5 Pesos (Oro)
1 Peso (Plata)
1 Peso (Plata)
1 Peso (Plata)
2 Pesos
2 Pesos (CupronÃ−quel)
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Primeras monedas argentinas
Tras el pronunciamiento de Mayo de 1810, Buenos Aires y las demás provincias del RÃ−o de la Plata
iniciaron la campaña de independencia, enviando expediciones al Alto Perú, foco de resistencia realista.
Los argentinos tomaron la Villa Imperial con su casa de moneda en 1810, 1813 y 1815: las dos últimas
ocupaciones fueron importantes desde el punto de vista monetario, pues se cambió el tipo que se emitÃ−a
hasta entonces -con el busto real y emblemas hispánicos-, por nuevas monedas que ostentaban los
sÃ−mbolos patrios de Unión y Libertad.
Copada la ciudad por el ejército al mando de Manuel Belgrano, y recibida esta noticia en Buenos Aires, el
diputado Pedro José Agrelo planteó a la Asamblea General Constituyente un proyecto de Ley de Moneda,
que se aprobó el 13 de abril de 1813 y fue comunicado de inmediato a la ceca altoperuana. AllÃ− se abrieron
los nuevos cuños; desde allÃ− se enviaron muestras de las flamantes piezas, que el Cabildo porteño
recibÃ−a tiempo después.
Onza patriota acuñada en 1813.
Estas primeras monedas de la naciente Argentina se acuciaron en oro en los valores de 8, 4, 2 y 1 escudos, y
en plata en 8, 4, 2, 1 y ½ reales. Las piezas de oro son hoy de gran rareza; las acusaciones de plata, en
cambio, fueron abundantes en todos los valores. Muestran en el anverso un sol radiante, con ojos, nariz, boca
y treinta y dos rayos rectos y flamÃ−geros alternados. La leyenda circular comienza con PROVINCIAS DEL
RIO DE LA PLATA y continúa del otro lado con EN UNION Y LIBERTAD. En el reverso aparece un
escudo nacional -entonces sello de la Asamblea-, sin sol y simple en las monedas de plata; con trofeos
formados por dos cañones cruzados, dos banderas laterales y un tambor al pie en las de oro. Tienen
también el monograma PTS que identifica a la ceca de PotosÃ−. La inicial J. corresponde al ensayador
José Antonio de Sierra. El canto de las monedas de plata tiene forma de hojas de laurel, mientras el de las
piezas de oro es estriado oblicuo.Estas acuñaciones se extendieron hasta fines de 1813, cuando fue preciso
evacuar las tropas argentinas, luego de los reveses de Vilcapugio y Ayohuma.
 Recuperada la ceca por los españoles, en 1814 se reinició la labración de monedas con el busto del rey.
También se dio plazo para el canje del numerario batido por los "insurgentes" rioplatenses, pero la
población se mostró reacia a su entrega, previendo una nueva ocupación argentina que, en efecto, se
produjo en abril de 1815; entonces, las unidades al mando de José Rondeau reconquistaron PotosÃ− y la
vieja ceca volvió a acuñar monedas patrias. En esta oportunidad se emitieron únicamente piezas de plata
con el valor en reales. Luego, a mediados del mismo año, se labró una serie similar pero con el valor
expresado en soles.
El cambio coincidió con la entrada en actividad de un nuevo ensayador, pues no se pudo contar con Sierra,
que habÃ−a actuado en 1813. Por esta circunstancia los reales de 1815 muestran la inicial F. que corresponde
a Francisco José de Matos; en los soles del mismo año, la F. aparece acompañada de una L. por
Leandro Ozio. Ambos ensayadores eran improvisados y por ello las monedas de 1815 son de menor calidad
de fino que la establecida en las ordenanzas.
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Tampoco pudieron hallar los patriotas a calificados
grabadores y callistas, pues los que habÃ−a huyeron
Peso patriota de plata de 8 reales acuñado en 1813. con las tropas del rey y se debió improvisar la
oficina de la talla con personal subalterno. En tal
Series de monedas de plata de 8, 4, 2, 1 y 1/2 soles.
sentido, se notan errores en las piezas de 8 reales,
conociéndose un ejemplar con PRORVINCIAS y
otro con PROVICIAS.
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Las monedas de 1815 son más abundantes que las
de 1813. Su labración cesó con la derrota de
Rondeau en Sipe-Sipe y la evacuación de PotosÃ−,
que cayó en poder de los realistas, y diez arios
más tarde se convertÃ−a en una ciudad de la nueva
República de Bolivia.
Al perderse la ceca de PotosÃ− y las provincias del Alto Perú, se produjo en todo el Norte argentino una
notable escasez de numerario. Desaparecieron del mercado las monedas con el busto del rey, quedando las
antiguas macuquinas, posteriormente falsificadas en gran escala. Debe señalarse que, habiendo sido batidas
por última vez en PotosÃ− en 1773, estas monedas cortadas aún circulaban: sólo pudieron ser erradicadas
en la segunda mitad del siglo pasado.
En la época de la Independencia, estas macuquinas eran a su vez fundidas en talleres clandestinos,
agregándoseles una fuerte cantidad de cobre, y volvÃ−an a ser reacuñadas, imitando su estilo en la mejor
manera posible. Nuevas macuquinas de baja ley y peso inferior al legal comenzaron a inundar Salta y las
provincias vecinas, motivando la queja de los gobernadores, que se acusaban mutuamente de tolerancia con
los falsificadores.
En Tucumán, Bernabé Aráoz señalaba que habÃ−a visto con horror la invasión de monedas falsas,
asegurando que ese cuño no salÃ−a de su provincia porque, en caso contrario, él habrÃ−a tomado
severas medidas para reprimir "el atentado más enorme que se conoce". Quejas similares se expresaban en
Santiago del Estero, Córdoba y La Rioja, mientras que MartÃ−n Güemes, en Salta, daba cuenta al
Congreso General Constituyente de, la aparición de monedas ilegÃ−timas de baja ley. Sin embargo, la
falsificación se habÃ−a extendido a todo el Norte argentino, por la facilidad de la fabricación de moneda
macuquina y la creciente demanda de los comerciantes para sus intercambios y transacciones.
Si el gobernador de Tucumán liberaba de culpas a
sus comprovincianos, el mismo coronel Güemes lo
desmentÃ−a cuando, con motivo del arresto del
Â
falsificador Miguel Romero, de profesión platero,
éste declaraba haber visto en Tucumán sellar
Monedas salteñas que ostentan la contramarca
"PATRIA", mandada colocar por Guemes para darles monedas en casa de Sebastián Corro, y que él
mismo lo habÃ−a hecho allÃ−. Poco tiempo
curso forzoso.
después fue apresado Corro, en plena tarea de
falsificación.
Peso de ocho reales de plata baja, imitación macuquino, circulante en el Norte argentino en la época de la
Independencia.
Moneda tucumana de 2 reales acuñada durante el gobierno de Bernabé Aráoz.
Para dar a este problema un corte definitivo, Güemes dispuso recoger en Salta toda la moneda falsa y,
previa aplicación de una contramarca, volverla a la circulación con curso obligatorio y forzoso. Esta
medida fue desautorizada, y el propio Belgrano, en carta al caudillo salteño, la censura: como siempre se
alegaba que la moneda falsa provenÃ−a de Salta, "si antes han dicho los inicuos que V. tenÃ−a parte en eso,
ahora van a decir que va a asegurarse con la marca..."
La contramarca aplicada por Güemes -un monograma rodeado de laureles que formaba la palabra PATRIAse estampó en todas las piezas falsas entregadas a las autoridades. La reacción oficial fue severÃ−sima:
obligó al gobernador a retirar estas monedas de la circulación, lo que se hizo efectivo por bando del 24 de
mayo de 1818. Las monedas reselladas por Güemes son muy raras; el grueso de la contramarca se aplicó
sobre piezas de 2 reales, pero se conocen también algunos ejemplares de 4 reales y uno de ocho.
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Las monedas en el Norte
Como consecuencia directa de la invasión de macuquinas falsas, el gobernador Aráoz decidió, en 1820,
fundar un Banco de Rescate y Amonedación, uno de cuyos fines era emitir moneda propia, lo que
coincidÃ−a, además, con la decisión de independizar la provincia bajo el nombre de República de
Tucumán.
Las acuñaciones comenzaron hacia julio de
1820, con la cooperación del tallista
potosino Pedro BenavÃ−dez, quien abrió
los cuños para las nuevas piezas, y el
Â
fundidor José Rubira. La primera partida
no excedió de los 500 marcos de plata en
Diferentes tipos de pesetas tucumanas con fecha anómalas.
piezas de a 2 reales, que ostentaban el tipo de
la macuquina de PotosÃ−, aunque con
diferencias notables en los castillos y leones,
mucho más esmerados.
La revolución del 28 de agosto de 1821 terminó con la República de Tucumán, y si bien las emisiones
continuaron algún tiempo más a cargo de Luis Basail, el Banco fue disuelto. Las monedas tucumanas
circulantes eran en su mayorÃ−a de baja ley, con destacada proporción de cobre o estaño que, en muchas,
llegaba al cincuenta por ciento.
Aráoz vuelve al poder en marzo de 1822, y dicta varias medidas para solucionar el abuso, imponiendo penas
de destierro a los falsificadores v curso forzoso a toda macuquina, va fuera federal auténtica o falsificada.
Pero más tarde se limita la circulación solamente a piezas de buena ley, prohibiéndose las que a simple
vista aparentasen ser de cobre o estaño. En 1823 la moneda federal se habÃ−a depreciado en un cien por
ciento, situación que se reconoció oficialmente al año siguiente cuando el nuevo gobernador, Javier
López, decretó su retiro de la circulación.
Todas las macuquinas tucumanas llevan fechas anómalas. Las más abundantes son las que muestran los
números 752; otros ejemplares más escasos ostentan 577, 257 y 758. Al parecer, sólo fueron acuñadas
en el valor de 2 reales.
Por su parte, Santiago del Estero -que también sufrÃ−a la circulación de macuquinas falsas- resolvió en
1823, durante el gobierno de Juan Felipe Ibarra, establecer un cuño provincias. Si las monedas falsas más
abundantes eran las pesetas tucumanas, en Santiago se pretendÃ−a batir plata de buena ley, pues el gobierno
entendÃ−a que la mala moneda habÃ−a perturbado gravemente todas las relaciones comerciales.
La acuñación santiagueña se inició asÃ−, en medio de grandes perspectivas, con un primer aporte de
plata proveniente del extinguido Convento de la Merced. Aunque todas las piezas llevaban la fecha de 1823,
se sabe que las labraciones continuaron en los dos años ulteriores, por lo menos, aunque existen indicios de
que, en pequeñas partidas, se siguió troquelando hasta 1827. No obstante, la rareza de estas monedas
parece indicar que la emisión santiagueña fue exigua, y aunque se deseaba acuñar reales y medios reales
de plata buena, en verdad las piezas contenÃ−an sólo un veinte o treinta por ciento, a lo sumo, de plata fina,
afectando asÃ− un subido color plomizo.
Tampoco se libraron los santiagueños de las falsificaciones: el francés Michel Sauvage, que la intentó
en 1825, fue detenido al encontrárselo en plena tarea; el gobernador lo condenó a la pena de azotes en la
plaza pública.
Aunque las emisiones santiagueñas eran admitidas con reservas por su baja ley, al parecer no fueron
retiradas de la circulación, lo que se demuestra por el excesivo desgaste de la mayorÃ−a de los ejemplares.
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Tostón de 4 reales atribuido a la ceca de Mendoza de fecha 1823 y forma casi circular.
Moneda de 2 reales de 1823 atribuido a la casa de Moneda de Mendoza.
En 1836, durante el segundo gobierno de Ibarra, se insistió en la conveniencia de una nueva emisión. Esta
vez sólo se batieron monedas de 1 real, que fueron retiradas -junto con las acuñaciones febles (moneda
falta de peso o ley) anteriores- sólo en 1846.
Las monedas santiagueñas muestran en su anverso un sol dentro de una guirnalda de laurel, y en el reverso
dos flechas en sotuer; a la izquierda S y a la derecha E, la fecha debajo y el valor arriba.Las de 1836 presentan
una variación en el anverso: un gorro sostenido por una pica dentro de una guirnalda de laurel abierta en la
parte superior; en lo alto, un sol radiante.
Legales y falsas en 1820.
A principios de la década de 1820, la angustiosa carencia de numerario se habÃ−a extendido por el interior,
exhaustos los erarios provinciales por las guerras de la Independencia. En las provincias cuyanas el mal se
habÃ−a tornado crónico. El gobernador de Mendoza, Pedro Molina, decidido a solucionar el problema, el 6
de agosto de 1822 envió a la sala de Representantes un proyecto que fue aprobado en el dÃ−a, creando un
cuño provincial. AllÃ− serÃ−an troqueladas monedas de buena ley y peso exacto, "tomando como modelo
el signo de la cortada", o sea, el diseño de las antiguas macuquinas. Más tarde se hace extensiva la
labración a ochavos de real de cobre con las armas de Mendoza, lo que en la práctica no pudo ser llevado a
cabo por las dificultades técnicas que planteaba la acuñación de tales piezas.
En enero de 1823, el cuño ya estaba en condiciones de iniciar su trabajo, pero el gobernador y los
legisladores aún no se habÃ−an puesto de acuerdo sobre el tipo y valores de las monedas a emitir,
proponiéndose no sólo fabricar ejemplares de plata sino también de oro, en un exceso de optimismo. A
modo de ensayo se batieron, en noviembre de 1822, treinta y seis monedas de plata con la fecha del año
siguiente. La ceca actuaba bajo la dirección de José Arroyo; se desempeñaba como tallista el potosino
Pedro Miranda. En febrero de 1823 se habÃ−an emitido algunos miles de pesos en macuquinas, utilizándose
vajilla de plata entregada por particulares. Casi inmediatamente, los monederos falsos comenzaron también
su labor.
Esta facilidad para fabricar macuquinas en talleres clandestinos, movió al gobierno a proponer la
acuñación de oro y plata imitando el modelo patrio de PotosÃ−, con el mismo peso, ley y diámetro, pero
con la marca de la ceca de Mendoza, compuesta por sus iniciales; estas monedas no llegaron a emitirse.
Mientras tanto, las falsificaciones se extendÃ−an desmesuradamente.
En septiembre de 1823 ya nadie mandaba labrar plata al cuño y la ceca languidecÃ−a, mientras las
autoridades estudiaban la forma de prohibir y recoger las piezas ilegales, lo que produjo una gran inquietud en
el pueblo, que sólo utilizaba este numerario. Por otra parte, la norma que penaba con la muerte a los
monederos clandestinos, no se aplicaba, y el descontento general crecÃ−a.
El mes de diciembre fue de enorme agitación; culminó con la decisión oficial de aplicar una contramarca a
toda moneda de buena ley, lo que se hizo efectivo desde enero de 1824. En la Legislatura seguÃ−an, mientras
tanto, las discusiones y los proyectos para remediar la grave crisis que afectaba al comercio, especialmente
con las provincias limÃ−trofes, donde la moneda falsa mendocina habÃ−a sido vedada.
En marzo de 1824, Molina resuelve sacar de circulación todas las falsificaciones, incluyendo las piezas
reselladas que se estaban imitando en Chile. Los tenedores de tal moneda habrÃ−an de sufrir una pérdida
que, estimada en el 25 por ciento, se redujo luego al 12, del cual la provincia tomaba a su cargo un 2 por
ciento. Ello produjo en Cuyo un aumento de los artÃ−culos de primera necesidad, y la negativa del comercio
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a admitir estas piezas. Se inicia un motÃ−n popular, el gobernador es destituido, y se elige en su lugar a Juan
AgustÃ−n Maza. Al poco tiempo, este es reemplazado por José Albino Gutiérrez, quien impone el
cambio de moneda con la pérdida del 10 por ciento para los tenedores y la entrega de vales por toda suma
que excediera los tres pesos.
Con esto termina el primer episodio de acusación de moneda en Mendoza. Aún hoy es difÃ−cil determinar
cuáles fueron las monedas macuquinas emitidas por esa provincia. Se conocen piezas de 2 y 4 reales,
imitación de las macuquinas de PotosÃ−, con las letras P-A-M-A en cada cuartel del reverso, que se
clasifican habitualmente como de esa procedencia. Son también mendocinas las monedas contramarcadas o
reselladas con un punzón, que muestran una pequeña balanza y la palabra FIDELIDAD.
Contramarca "FIDELIDAD" con una balanza en el campo, aplicada en Mendoza a las monedas macuquinas
provinciales de buena ley.
La troquelación de macuquinas se extendió también a La Rioja, favorecida por la existencia de las minas
del Famatina, explotadas desde la época colonial. Su gobernador, Nicolás Dávila, intentó en 1821 una
emisión propia de monedas redondas que imitaban las piezas patrias de PotosÃ−, del valor de 2 reales. El
ensayo se hizo en Chilecito, pero la falta de material técnico adecuado no permitió continuar esta
labración experimental. En cambio, prosperó la más fácil tarea de batir macuquinas de imitación.
En la improvisada ceca de Chilecito se hicieron las acuñaciones macuquinas de la Rioja, desde 1821 hasta
1823.
Las primeras monedas labradas en la ceca de Chilecito tenÃ−an una fecha anómala. Más tarde sustituyeron
el antiguo PLVS VLTRA por la palabra RIOXA, que indicaba su procedencia. Con este tipo se conocen
piezas de 1821, 1822 y 1823. Se acuñaron monedas de ½, 1, 2 y 4 reales; estas últimas, son
extremadamente raras.
Primera moneda de oro de 2 escudos acuñada en la ceca de La Rioja en 1824
Poco se sabe de las macuquinas riojanas, salvo el hecho de que su labración concluyó al trasladarse la Casa
de Moneda a la ciudad capital de la provincia, y que las piezas de Chilecito fueron retiradas de circulación en
1824.
Las acuñaciones riojanas
El gobierno riojano veÃ−a con sumo interés la instalación de una casa de moneda, pues ese era el único
medio de progreso que vislumbraba para sus habitantes. Esa provincia contaba con las pastas de plata
procedentes del Famatina, pero carecÃ−a de recursos para abonar los primeros gastos del establecimiento. Por
ello el gobernador Baltasar Agüero dispuso establecer la ceca mediante una suscripción de acciones entre
particulares, por valor de 1000 pesos cada una, integrada en dos cuotas trimestrales, por un término de
cinco años ampliado luego a diez. Esto ocurrÃ−a en agosto de 1824. Ya entonces se encontraban en La
Rioja nuevos útiles y herramientas enviados desde Buenos Aires, y se habÃ−a podido construir una
máquina de amonedar, con bronce obsequiado por la provincia de Córdoba. El 31 de marzo de ese año se
conocieron las muestras de las primeras monedas redondas de cordón, del valor de 2 escudos de oro, asÃ−
como de 2 soles y de 1 real de plata.
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Recibo otorgado por la Comisión de Accionistas del Banco de Rescates y Casa de Moneda de La
Rioja.
La suscripción inicial de acciones despertó poco interés, aunque participó en ella una sociedad de
financistas porteños cuya cabeza visible era Braulio Costa. Al no reunirse los fondos necesarios, se decidió
refundir la primitiva asociación en una nueva, en la que intervino además Juan Facundo Quiroga y donde
los capitales porteños formaron mayorÃ−a. La sociedad se denominó Banco de Rescates y Casa de
Moneda de la Rioja; sus estatutos fueron aprobados el 30 de julio de 1825.
Las acuñaciones de la primera etapa imitaban a las monedas patrias de PotosÃ−: mostraban un sol radiante
y un escudo nacional sin sol, incluyéndose las iniciales RA como marca de ceca. A partir de 1826
ostentaron además la letra P del ensayador Manuel Piñeyro y Pardo. En el mismo año se lanzaban a la
circulación las primeras onzas de oro de 8 escudos, y se emitÃ−an también piezas de plata de 8 reales,
todas de excelente factura.
Las labraciones en oro y plata continuaron durante los años siguientes, variando, en los patacones, la
cantidad de hojas de laurel y el tamaño del sol. A las abundantes piezas de 2 soles batidas en 1826, sucede
un perÃ−odo de interrupción de las acuñaciones de este valor, que sólo reaparecerá en 1842; en cambio,
en 1828 y 1832 se troquelan las primeras monedas de 4 soles. Los realitos riojanos (1 real), profusos en 1824,
fueron escasos en 1825, cuando se acuñan, por última vez, piezas de dicha denominación.
En 1829 la ceca sufre las primeras consecuencias de la guerra civil: sus instalaciones son desmanteladas y
sólo emite unas pocas onzas de oro, de las cuales en la actualidad se conocen nada más que dos ejemplares.
Derrotado Quiroga en La Tablada y después en Oncativo, el general Gregorio Aráoz de Lamadrid ocupa
la provincia y se proclama gobernador. Trata de poner en funcionamiento la ceca, pero las labraciones se
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inician apenas a fines de septiembre de 1830. Por esta razón, las onzas de ese año son realmente raras,
como asÃ− también los pesos de plata. Este tipo, imitando las piezas patrias de PotosÃ−, se batirá casi sin
interrupciones hasta 1837, pero el año anterior habÃ−a tenido lugar una importante variación en las
monedas de oro.
En efecto, después del asesinato de Quiroga en 1835, el brigadier Tomás Brizuela -hombre fuerte de La
Rioja- propone a la Legislatura la acuñación de piezas con el retrato de Juan Manuel de Rosas. La
iniciativa tiene el apoyo del gobernador Juan Antonio Carmona y los diputados resuelven favorablemente el
proyecto. Las monedas llevan el busto del mandatario porteño, con una leyenda debajo: ROSAS. En su
circunferencia se lee: "REPUBLICA ARGENTINA CONFEDERADA". El "gran sello" de la provincia (el
cerro de Famatina, con trofeos en su base) aparece estampado en el reverso, acompañando la inscripción:
"POR LA LIGA LITORAL SERA FELIZ".
El 12 de septiembre de 1836 se comunica la novedad a Rosas, a quien se le envÃ−an además, por mano del
teniente coronel Juan Antonio MaurÃ−n, seis ejemplares de la onza de oro. El gobernador de Buenos Aires
contesta por oficio del 16 de noviembre, señalando, entre otras cosas, "la inexplicable sorpresa que ha
producido en el ánimo del infrascripto un anuncio de tanta magnitud... cuanto jamás pudo imaginarse que
la benemérita provincia de La Rioja, por muy grande que fuese el aprecio que hiciese de sus servicios,
llegase ni remotamente a darles un valor correspondiente a tan alta e inestimable demostración". Más
adelante protesta su fidelidad y deberes de buen argentino, y dice no hallar otra forma de manifestar su
gratitud que "rogando encarecidamente a S.E. el señor gobernador de La Rioja quiera llamar nuevamente la
atención de los señores representantes de la provincia... restableciendo en el tipo de la expresada moneda
los sÃ−mbolos de Unión y Libertad... y expresando cuanto más en las respectivas inscripciones los objetos
que se ha propuesto en la variación sancionada."
Insisten los riojanos, ratificando la ley anterior el 19 de enero de 1837, pero Rosas se mantiene inflexible y,
por oficio del 27 de febrero, vuelve a rechazar el homenaje, alegando, entre otros argumentos, que "su razón
y conciencia no permiten al infrascripto, variar el juicio que se ha formado sobre tan grave y delicado
negocio".
En 1838 se incluyó en las leyendas la frase adulatoria "ETERNO LOOR AL RESTAURADOR ROSAS"
AsÃ− fue como la Sala de Representantes, el 19 de junio, abroga la cuestionada ley y dispone al mismo
tiempo grabar en la moneda el sello de la provincia con trofeos militares, y la inscripción: REPUBLICA
ARGENTINA CONFEDERADA, mientras en el reverso aparecÃ−a la leyenda laudatoria ETERNO
LOORAL RESTAURADOR ROSAS.
La ley entró en vigor en 1838; se acuñaron entonces, con el nuevo modelo, pesos de plata y onzas de oro,
que también fueron emitidos en 1839 y 1840.
Preciso es explicar, a esta altura, que las autoridades de La Rioja querÃ−an algo más que rendir tributo a don
Juan Manuel: buscaban crear una moneda nacional -como uno de los pasos tendientes a la fundación del
Estado Nacional-, y para eso se necesitaba la aceptación de quien era el virtual jefe supremo de la Argentina.
Una carta de Brizuela a Rosas ilustra, con meridiana claridad, los alcances de la iniciativa fiduciaria:
"Decidió más mi intento la consideración, que me lisonjeaba, de que con este proyecto nos acercábamos
más y más a una Constitución Nacional... " La negativa del caudillo bonaerense se explica, asÃ−, en todo
su sentido: no le disgustaba tanto el homenaje como la posibilidad de ir organizando polÃ−tica y
jurÃ−dicamente a la Argentina.
Un final melancólico
En 1840 se produjo un acontecimiento polÃ−tico de envergadura: la Coalición del Norte (La Rioja,
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Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy) abrió guerra contra Rosas, quien, además de gobernador de Buenos
Aires, era encargado de las Relaciones Exteriores y Asuntos de Paz y Guerra de la Confederación.
El brigadier Brizuela tomó el mando de las fuerzas coligadas, con sede en Tucumán, e introdujo
variaciones en las leyendas de las monedas riojanas de aquel año, sustituyendo la frase laudatorio de Rosas
por el clásico lema EN UNION Y LIBERTAD. De esa fecha se conocen los dos tipos de moneda: el
erróneamente llamado unitario -erróneamente, porque la Coalición se basaba sobre la defensa de las
autonomÃ−as provinciales-, y el federal.
La suerte de las armas fue adversa a los opositores de Rosas. Los federales recuperaron " Rioja, aunque la
Casa de Moneda no pudo acuñar durante 1841 por la caótica situación. Al asumir el gobierno el coronel
Hipólito Tello, este decidió, de acuerdo con la junta de Representantes, labrar nuevas monedas con el busto
de Rosas, a partir del año siguiente.
Acuñación de 1842 nuevamente realizada con el busto de Rosas, a quien se denomina
RESTAURADOR DE LAS LEYES
El gobernador bonaerense, por oficio del 20 de mayo de 1842, anunció estar "firme pero irrevocablemente
resuelto a no admitir jamás distinciones ni honores incompatibles con los invariables principios republicanos
que profesa". Pero ya habÃ−a La Rioja troquelado piezas de 2 reales de plata y de 8 y 2 escudos de oro. El
busto llevaba debajo el nombre ROSAS, y en el perÃ−metro el tÃ−tulo RESTAURADOR DE LAS LEYES; en
el reverso aparecÃ−a el escudo nacional con la leyenda: REPUBLICA ARGENTINA CONFEDERADA.
En septiembre de 1843 la provincia firma un contrato con el sanjuanino Rafael Fragueiro, concediéndole
privilegio por diez años para rescatar plata y remitir las pastas a la Casa de Moneda para su acusación.
Igualmente se le autoriza a emitir piezas de ley de 6 dineros, o sea, 500 milésimos de fino, para
circulación interna de la Provincia durante un perÃ−odo de seis años, como medida de emergencia.
Esta moneda, que se denominó "provincial" frente a la de buena ley o "nacional", debÃ−a ser cambiada por
monedas de plata fina al vencer el plazo acordado. El monto total de la acuñación se fijó en 20.000 pesos.
Las piezas se emitieron con fechas de 1843 y 1844 en pesetas (2 reales), y también se labraron algunas de
medio real. Todas muestran un escudo argentino sin sol, y en el reverso, el cerro de Famatina con la cima
rodeada por un gran sol naciente en forma de roseta.
Ultima onza federal acuñada en La Rioja en 1845
La moneda riojana, con el contrato Fragueiro, obtiene un total desprestigio, pues aunque al principio las
piezas de 6 dineros iban a ser de circulación interna, los comerciantes no vacilaron en volcarlas a las
provincias limÃ−trofes. Cundieron las crÃ−ticas y protestas. Córdoba vedó la circulación de moneda
riojana en general y otro tanto hicieron Santiago del Estero, Catamarca y Tucumán.
Esta situación, que tanto perjudicaba al comercio riojano, suscitó la reacción oficial: el 20 de abril de 1844
se dan por finalizadas las emisiones de plata baja, creándose una nueva moneda de 2 reales, con buena ley de
once dineros (916,66 milésimos de fino), a las que se estampó como fecha el año anterior, en un afán
por recuperar el prestigio perdido.
Las nuevas emisiones llevaban en su anverso el escudo nacional, y en el reverso el cerro de Famatina, al que
los riojanos habÃ−an rebautizado CERRO DEL GENERAL ROSAS, acompañando además la frase
laudatorio de rigor. En 1846 el gobierno riojano toma medidas judiciales contra el concesionario, a quien
llama "ambicioso agiotista Rafael Fragueiro" y "autor de la malÃ−sima moneda cobre del 44",
desterrándoselo de la provincia, mientras se arbitran los medios para retirar de circulación las piezas
cuestionadas.
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Moneda riojanas de 2 reales de 1843
 Entre tanto, para reafirmar la confianza en sus emisiones, La Rioja acuñó en 1845 las últimas onzas de
oro de buena factura y ley. Desde 1843 todas las monedas traÃ−an marcada una B, por el ensayador José
Barros Quintero.
A partir de 1846, los riojanos decidieron batir monedas de 4 reales (medio peso); las de ese año muestran la
inicial V del ensayador Severo Antonio Vallejo. Las emisiones de este valor se repiten en 1849 y 1850, esta
vez con la letra B de Barros, quien además se desempeñaba como tallista de la ceca, siendo autor de varios
cuños notables.Después de Caseros (3 de febrero de 1852), La Rioja introduce una importante
modificación en sus labraciones: los medios pesos de 1852 muestran el cerro de Famatina, cuyo nombre
restituido aparece grabado en una cinta plisada, debajo.Â
Las emisiones se hacen a nombre de la REPUBLICA ARGENTINA CONFEDERADA y PROVINCIA DE LA
RIOJA. A partir de 1854 se reinician las labores de la ceca, subordinada al gobierno federal con sede en
Paraná. De ese mismo año se conocen cuatro leyendas diferentes, dos a nombre de la REPUBLICA
ARGENTINA CONFEDERADA y dos a nombre de la CONFEDERACION ARGENTINA. Las acuñaciones
se interrumpen hasta 1859, en que se fabrican piezas de 2 reales en exigua cantidad; al año, la Casa bate
monedas de 2 y de ½ reales.
Ultima moneda de 1/2 real acuñada a nombre de la Confederación Argentina en 1860
Estas son las últimas que emite la ceca, aunque en 1861 se acuñan algunas unidades de 4 reales para ser
remitidas al Dr. MartÃ−n de Moussy, con el fin de obtener la autorización del Gobierno Nacional para
troquelar monedas de ese valor, permiso nunca logrado.
José Barros Quintero, que habÃ−a ingresado en la ceca en 1829, desempeñando los oficios de grabador,
ensayador, fiel y balanzario, ocupó en los últimos años el cargo de director de la institución. Según sus
informes, desde 1824 hasta 1860, la ceca habÃ−a emitido en oro y plata por un importe de 597.570 pesos.
Después, el edificio de la Casa de Moneda fue desalojado para ubicar allÃ− al Colegio Nacional; las
antiguas maquinarias se depositaron en el Cabildo, quedando muchas a la intemperie y perdiéndose otras
por oxidación y quebraduras. El balancÃ−n más importante fue destrozado en 1875 y su material se usó
en la campana del reloj público; el resto se vendió como chatarra.
AsÃ−, melancólicamente, terminó la historia de la más importante ceca provincial de la Argentina.
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Los concesionarios cordobeses
La provincia de Córdoba habÃ−a fundado en 1815 su primera ceca - la primera netamente argentina- que no
llegó a emitir regularmente: sólo se conocen algunos raros pesos de 8 soles en peltre, intento de una
acuñación en plata que no se realizó. Esa entidad ya estaba clausurado en 1818, y durante largos años la
provincia, que padecÃ−a de falta de numerario, dio curso a las monedas riojanas y a las piezas
hispanoamericanas oriundas, fundamentalmente, de PotosÃ−, ya fueran "de rostro" -o sea con el retrato de los
reyes españoles- o "de la patria", y también a bolivianas independientes.
Aunque se consideran como primeras monedas cordobesas a los cuartillos de 1833, existe una pequeña
moneda anepÃ−grafe que se conoce con el nombre de “cuartillo de Rondeau" y que algunos atribuyen a esa
provincia. Se ignora su época real de circulación. De los cuartillos de 1833 tampoco hay mayores datos y
muchos numismáticos dudan de que fueran labrados realmente en esa fecha. De pobrÃ−simo diseño,
muestran un primitivo escudo cordobés formado por el castillo con banderas replegadas, y en el reverso un
sol. Bastante similares a los del mismo valor acuñados en 1838, de ahÃ− se deduce que son obra de una sola
mano.
Proyecto de moneda de 8 reales acuñado eb la primera Casa de Moneda de Córdoba en 1815
No parece lógico, sin embargo, que transcurrieran cinco años entre una y otra emisión; se piensa entonces
que los de 1833 puedan ser ejemplares defectuosos de las acusaciones posteriores, pero la falta de
documentación de este perÃ−odo no permite sacar conclusiones definitivas.
El sistema de acusación por concesionarios fue adoptado por el gobierno cordobés, que carecÃ−a de
fondos para tomar a su cargo la instalación de una ceca. Los primeros cuartillos labrados por este sistema son
los de 1833-38, si bien es cierto que ya en 1831 un minero de Achala habÃ−a solicitado permiso de acuñar.
Los cuartillos que citamos son anónimos y sólo en 1839 aparecen los concesionarios con sus nombres y
apellidos. Las emisiones más abundantes de ese ario corresponden al sargento mayor Pedro Nolasco Pizarro,
quien al parecer habÃ−a obtenido en pública subasta el derecho de acuñar. Las labraciones de este
concesionario se inician con cuartillos y se extienden luego a medios y reales, continuando
ininterrumpidamente hasta mediados de 1841.
Cuartillo de Rondeaun ; cuartillo de 1838 y cuartillo de copones de 1839
Las primeras monedas de Pizarro mostraban el escudo provincial adornado en su base con moharras, rosetas,
estrellas y puntos, pero luego se abandonó este tipo Para labrarlas únicamente con el escudo nacional, de
modo de prestigiar a las emisiones. En el anverso de casi todas las piezas aparece la leyenda PROVINCIA DE
CORDOVA, y en el reverso generalmente se completa con CONFEDERADA. Son raros aquellos ejemplares
que llevan el lema EN UNION Y LIVERTAD (con v). Los cuartillos muestran las letras PP como marca del
acuñador, y PNP los reales y medios.
En 1841, al salir nuevamente a remate el derecho a acuñar, el mejor postor fue el coronel José Policarpo
Patiño, quien identificarÃ−a sus labraciones con las iniciales JPP. Las piezas de este concesionario
muestran únicamente el escudo nacional que, a su vez, ha sido tergiversado con numerosas variantes. A la
leyenda PROVINCIA DE CORDOVA, del anverso, responde en general el CONFEDERADA del reverso,
aunque en algunas piezas Patiño incorporó el mote LIBRE YNDEPENDIENTE. Sus últimas
acuñaciones datan de 1844.
Los cuños utilizados por los concesionarios han sido numerosos; solamente en los reales del año 1843
pueden clasificarse alrededor de 70 diferentes de anverso y unos 30 de reverso que, a su vez, se combinan
entre sÃ− dando un intrincado panorama de piezas distintas. Esto se debió a la participación de numerosos
plateros subarrendatarios, que marcaban con las iniciales del concesionario original.
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Realitos cordobeses de los concesionarios PNP (Pedro Nolasco Pizarro) y JPP (José Policarpio
Patiño) acuñados entre 1840 y 1843
La influencia polÃ−tica de la época se refleja en muchas monedas, especialmente en el escudo nacional,
que pasa a ostentar un gorro de manga en lugar del tradicional gorro frigio. También se ha suprimido el
azul, color de los unitarios. La pica y el gorro están flanqueados por puntos, estrellas, cruces, rosetas y
moharras. Numerosas son también las especies de cuartillos: al castillo simple siguen otros coronados por
una roseta o una cruz, para finalizar mostrando banderas laterales. Todos los soles del reverso tienen ojos,
nariz y boca, y sus rayos aparecen bien diferenciados en algunas piezas, o en forma de estrella o roseta en
otras. Es común que el nombre de la provincia figure con v, y es curioso observar algunos ejemplares en que,
por mal cálculo de los grabadores, el nombre aparece sin terminar por falta de espacio. Leemos asÃ−
CORDOV y CORDO. La mayorÃ−a de las monedas de los concesionarios, pese al control oficial, fueron
acuñadas con plata de baja ley.
Estas amonedaciones son, no obstante, las más atractivas entre todas las emisiones monetarias argentinas,
por su gran variedad y porque, además, permiten apreciar el arte un poco ingenuo y primitivo de los plateros
cordobeses del siglo XIX.
El balancÃ−n de ParÃ−s
El 2 de febrero de 1844, con la aprobación de la Sala de Representantes, el gobernador Manuel López
instituye la Casa de Moneda de Córdoba, poniéndola bajo la dirección del contador José MarÃ−a
Aldao y obligando a los particulares a entregar los cuños, troqueles y herramientas de amonedar que
tuvieran en su poder. Si bien se preveÃ−a que la ceca habrÃ−a de emitir todo tipo de monedas -incluso onzas
de oro-, en la práctica sólo se acuñaron piezas de plata.
Los implementosfueron encargados a Buenos Aires, entre ellos, un balancÃ−n -que desde sus inicios
funcionó defectuosamente-, dos máquinas para cortar monedas, dos para acordonar (esto es, para hacer los
cordoncillos), punzones para troqueles, matrices y dos cuños grabados por Pedro Miranda; lo que ascendió
a la suma de 1.845 pesos, incluido el transporte hasta Córdoba. La prensa sirvió ese año de 1844 para
acuñar pesetas (2 reales) en forma abundante y muy pocas piezas de 4 reales.
Primera moneda de 4 reales acuñada defectuosamente en la Casa de Moneda de Córdoba
Como hubo inconvenientes para asegurar la máquina al piso, la misma tenÃ−a algún movimiento, lo que se
refleja en las piezas de 2 reales, muchas de las cuales muestran la doble acuñación. En los años
siguientes salió de la prensa una apreciable cantidad de monedas de 2 reales con el escudo de Córdoba en
su anverso y en el reverso un sol con numerosas variantes de haces, rosetas, placas, etc.
 Las monedas tenÃ−an una ley de 9 dineros, o sea, 750 milésimos de fino, y en varias oportunidades las
labraciones debieron ser suspendidas por desperfectos en las maquinarias, a las cuales fue necesario renovar
parcialmente en 1848. En tal sentido se hicieron conexiones para adquirir un balancÃ−n -con sus útilesexistente en Montevideo, solicitándose permiso a Rosas para desembarcarlo en Buenos Aires y trasladarlo a
Córdoba. Se ignora si esta gestión llegó a feliz término, pero -háyase o no adquirido el balancÃ−n- es
interesante señalar la influencia que las monedas uruguayas de cobre ejercieron sobre las piezas cordobesas,
especialmente las de 4 reales, que ostentan el mismo sol. El dibujo de este es similar al empleado en las
medallas para la jura de la Independencia del Perú, en 1821.
Peso de 8 reales acuñado con punzones confeccionados en ParÃ−s
Siendo necesaria la renovación de maquinarias, se presentó al gobierno de Córdoba en 1850 el ingeniero
francés Juan Roqué, quien, debiendo viajar a ParÃ−s y al tanto de las continuas interrupciones de trabajo
que sufrÃ−a la ceca por defecto de sus maquinarias, propuso encargarse en Europa de la contratación de
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balancines de acuñar, tarea que harÃ−a personalmente en base a sus conocimientos en la materia.
Ultimos cuartillos anepigráficos acuñados en la casa cordobesa de 1853 y 1854
Para ello solicitaba que, en compensación de sus servicios, se le permitiera introducir en Córdoba
mercaderÃ−as de procedencia europea, sin abonar derechos de aduana.
La locación de los servicios de Roqué fue aceptada por decreto del 22 de julio de 1850. Según el
convenio -firmado en agosto de ese año-, Roqué debÃ−a traer a Córdoba un volante para sellar toda
clase de monedas; una máquina de cortar cospeles, una de acordonar, dos cilindros para estirar la plata,
rieleras, punzones, troqueles y crisoles. Las tratativas en ParÃ−s llegaron a buen término, y en marzo de
1852, máquinas y útiles estaban en Córdoba.
Con este aporte, la modernización de la ceca fue un hecho, y ese año se labraron las primeras y únicas
monedas de 8 reales, según matrices y cuños grabados en Francia. Con las antiguas maquinarias, los
mayores valores troquelados habÃ−an sido los de 4 reales o medios pesos, fabricándose, además, piezas
grandes de 2 reales entre 1844 y 1846, y del mismo valor, más pequeñas, entre 1848 y 1850, asÃ− como
reales en 1848 y medios reales en 1850 y 1851. Además de las monedas de 8 reales, entre 1852 y 1854 se
batieron unidades de 4, 2, ½ , ¼ reales.
Los pesos de 1852 son considerados las monedas más hermosas de las emisiones cordobesas, y muestran un
novedoso sol formado por haces superpuestos. De estas piezas se conocen 9 cuños de anverso, uno de ellos
con un error de leyenda: PROVINCIA DE CORDOVA en lugar de Córdoba, una verdadera rareza.
También en 1852 se labraron dos tipos diferentes de 4 reales, uno con cuños franceses similares al peso,
otro de fino y elegante diseño, grabado en La Rioja por José Barros Quintero. Mientras tanto, la
situación provincial después de Caseros habÃ−a cambiado. La plata escaseaba y los precios de la ceca
habÃ−an sido superados por la realidad. En diciembre de 1853, el gobernador autorizó un aumento de
fondos, pero el establecimiento sólo concreta exiguas adquisiciones de plata en enero del año siguiente; en
marzo realizó sus últimas acuñaciones. En diciembre de 1854, las máquinas sirvieron para garantizar un
empréstito negociado por la provincia.
El gobierno de la Confederación Argentina, con sede en Paraná, ordenó el cierre de la Casa de Moneda de
Córdoba, "hasta otra resolución", por decreto del 19 de junio de 1855. La ceca, sin embargo, no volvió a
operar.
De Birmingham a Buenos Aires
La provincia de Buenos Aires consideró en 1814 la primera iniciativa para establecer una ceca en esta
ciudad, y al año siguiente estudió la conveniencia de acuñar monedas de cobre, con dictamen favorable
de Damián Castro, justo Lynch y Mariano Tagle, quienes aconsejaron dar a las nuevas piezas el nombre de
"argentinos".
El proyecto quedó sin resolver hasta que Juan MartÃ−n de Pueyrredón, director supremo del Estado, lo
elevó al Congreso en 1818 con una Memoria de Miguel Lamberto de Sierra, quien proponÃ−a acuñar 19
millones de monedas de cobre en tres diferentes valores en la ceca de PotosÃ−. No pudo ser, pues ese
establecimiento estaba en poder de los españoles. Mientras tanto, la falta de monedas en Buenos Aires se
acentuaba; los pulperos y otros comerciantes utilizaban fichas de latón para subvenir a las necesidades del
cambio menor.
Durante el gobierno provincial de MartÃ−n RodrÃ−guez, su ministro Bernardino Rivadavia obtuvo la
anuencia de la junta de Representantes para hacer fabricar en el extranjero piezas de cobre, con el fin de suplir
el medio circulante del paÃ−s, "que es insuficiente en el dÃ−a". Entonces, octubre de 1821, se instruyó a la
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casa londinense Hullett Hermanos para que mandasen acuñar 50.000 pesos de la nueva monedas.
Casa de moneda de Robert Boulton
Los valores se habÃ−an establecido en 1 y 2 sueldos, al estilo del sistema monetario, francés, con la
diferencia de que eran emitidos a nombre de la PROVINCIA DE BUENOS AIRES. Los contratistas se
dirigieron a Robert Boulton, famoso industrial especializado en la troquelación de monedas y heredero de la
firma Boulton y Watt, inventores de la acuñación a vapor.Boulton, radicado en Soho, Birmingham,
estudió la propuesta y sugirió acuñar piezas de igual perfección a la moneda británica de cobre,
incluyendo en su presupuesto la confección de los cuños y el envase y traslado hasta Londres.Â
Al mismo tiempo envió muestras de la moneda de medio penique que se batÃ−a en sus talleres para circular
en la isla de Santa Elena, sugiriendo Hullett un diseño similar para los cobres argentinos.
Esta moneda, con las variaciones correspondientes del escudo de Buenos Aires, se tomó como modelo.
AsÃ− fue como en marzo de 1823 se embarcaron 177 barriles conteniendo cuatro millones de piezas de un
décimo de real, que entraron en circulación por decreto del 23 de julio de ese año. Una segunda partida
de décimos fue labrada por Boulton en 1823, pero el gobierno suspendió su envÃ−o, por la necesidad de
"poner lentamente en circulación la nueva moneda".
Estos últimos décimos, que llevan fecha de 1823, fueron embarcados en Londres en diciembre de 1824.
Llegaron al paÃ−s en 1825, en tres remesas que sumaban otros cuatro millones de piezas. Los cobres
porteños de Birmingham muestran en su anverso el escudo de Buenos Aires y son de excelente factura.
Fueron retirados del mercado por decreto del 20 de abril de 1827.
La circulación de los décimos de Birmingham habÃ−a dejado una buena diferencia al gobierno provincial,
que al solicitar a Boulton en 1823 un nuevo presupuesto para la acuñación de oro, recibió del fabricante
la sugerencia de instalar una casa de moneda en Buenos Aires, como negocio muy conveniente para el paÃ−s.
El industrial acompañaba un cálculo aproximado del costo, y proponÃ−a instalar dicho establecimiento
con maquinarias provistas por él, asumiendo el gobierno el acondicionamiento de un edificio para tal fin.
Con ese motivo se comisionó al ingeniero Santiago Bevans, quien poco tiempo después ofreció tres
lugares diferentes como futura sede de la ceca. AsÃ− fue como el gobierno, deseoso de llevar adelante el
proyecto, consiguió la sanción de un decreto, el 15 de noviembre de 1824, por el que se lo autorizaba a
invertir hasta 80.000 pesos en la compra de maquinarias y útiles para la troquelación de moneda.
John Miers, botánico y metalurgista inglés
En estas circunstancias, febrero de 1825, pasó por Buenos Aires -en viaje de Londres a Santiago de Chile- el
naturalista inglés John Miers; anoticiado del asunto, propuso a las autoridades tomar a su cargo la
instalación de la ceca, con mayor rapidez y menor costo que el solicitado por Boulton, y ocupándose en
persona de los trabajos.
Medalla de cobre labrada para conmemorar el primer ensayo de la maquinaria de la Casa de Moneda
de Buenos Aires
Luego de algunas tratativas se concluyó el contrato, por el cual Miers se comprometÃ−a a importar de Gran
Bretaña cuatro prensas de acuñar, tres máquinas de laminar, una para cortar cospeles y todos los demás
elementos necesarios para la ceca. El gobierno porteño debÃ−a, por su parte, construir la casa de piedra,
ladrillos y madera donde funcionarÃ−a el cuño.
Miers recibirÃ−a la suma de 60.000 pesos en tres cuotas, la primera de 12.000 a la firma del contrato, 25.000
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al recibo de las maquinarias y el resto al dejar la casa en funcionamiento.
Si bien la ceca iba a ser instalada por cuenta del gobierno porteño, Ã−nterin (28 de enero de 1826) se
habÃ−a fundado el Banco Nacional de las Provincias Unidas del RÃ−o de la Plata, cuyos estatutos lo dotaban
de la facultad de acuñar moneda. Por esta razón las autoridades le endosaron la delicada tarea de abrir y
operar el troquel. En noviembre de 1826, se ensayó la maquinaria en presencia de Miers y del Directorio del
Banco. A partir de 1827, se comenzaron a emitir las primeras monedas de cobre en los valores de 20, 10 y 5
décimos, más una pequeña de 1/4 de real. Las dos piezas más grandes llevaban un ave fénix entre
llamas, con la leyenda circular ARDESCIT ET VIRESCIT. Para la acuñación de los 5 décimos (medio
real) se utilizaron como cospeles los décimos de 1822 y 1823, que habÃ−an sido desmonetizados, lo que
puede observarse por los rastros que aparecen en estas piezas.
En 1827, Miers hizo un segundo viaje a Inglaterra para traer herramientas y útiles y también una nueva
máquina, pues la encargada en 1825 habÃ−a quedado en RÃ−o de Janeiro, bloqueada por la guerra
argentino-brasileña. Tras su partida, las acuñaciones de la casa continuaron regularmente, pero en 1828
surgieron problemas y el Banco suspendió el trabajo en septiembre, dejando cesante al personal: por esa
razón tampoco se hicieron emisiones de cobres en 1829. En agosto de ese año, Miers llegaba con las
nuevas maquinarias; las tareas de acuñación se reanudaron en 1830, prosiguiendo en 1831, cuando Miers
abandonó el paÃ−s definitivamente.
Pequeñas partidas de 5 décimos siguieron fabricándose hasta 1835, con cuños anteriores. En esa fecha
cesaron todas las operaciones, habiéndose acuñado monedas por un valor total de 448.000 pesos; el
edificio quedó a cargo del grabador Pedro Miranda. El Banco Nacional fue disuelto en 1836 y reemplazado
por una institución similar llamada Casa de Moneda. Es interesante señalar que una buena parte de
aquellas emisiones pasó a la Banda Oriental, especulación que dejaba sólidas ganancias a los traficantes,
lo que movió al gobierno a prohibir la exportación de cobres en 1838.
Emisión de cobres federales del valor de 2 y 1 real
En 1840, la escasez de numerario era tan fuerte que el gobierno, por decreto del 11 de febrero, autorizó a la
Casa de Moneda a emitir hasta 400.000 pesos en cobres de 2, 1 y 1/2 real. Todas estas piezas llevan la leyenda
¡VIVA LA FEDERACION!
Los troqueles fueron abiertos por el grabador José Rousseau. La acuñación con fecha 1840 continuó el
año siguiente, suspendiéndose hasta 1844, en que reaparecieron los cobres, pero únicamente en el valor
de 2 reales, batidos sobre delgadas láminas de metal.
Â
Cuatro centavos de cobre con fecha 1854
La ceca reiniciarÃ−a su actividad sólo en 1853, con planchas de cobre remitidas desde Londres: las
labraciones abarcan el perÃ−odo de segregación de Buenos Aires. En dicho año se acuñaron monedas de
2 reales, valor que tornó a ser emitido en 1854 -cuando la entidad pasó a denominarse Banco y Casa de
Moneda-, 1855 y 1856.Â
En 1854 se batió por única vez una pieza de 1 real, hoy bastante escasa. En ese lapso se troquelaron
monedas por casi 700.000 pesos, resolviendo el Directorio que, por ser suficiente tal suma para la
circulación, se paralizaran las acusaciones.
En 1860, fue reabierta la ceca, emitiéndose unidades de 2 reales con fecha 1860 y 1861. Los cuños, cuya
confección se atribuye al artista Pablo Cataldi, serÃ−an los últimos utilizados en el establecimiento. Las
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maquinarias quedaron inactivas en la sede del Banco de la Provincia de Buenos Aires -tÃ−tulo del Banco y
Casa de Moneda desde 1863, que en 1867 -al iniciar la construcción de un nuevo edificio- las mandó a los
talleres del Ferrocarril del Oeste, donde el material fue depositado a la intemperie, para luego ser vendido
como metal en público remate. AsÃ− terminó la primera ceca de Buenos Aires.
Cobres federales y emisiones privadas
A consecuencia de la revolución del 11 de Septiembre de 1852, Buenos Aires se escindió de la
Confederación, que fijó su capital en la ciudad de Paraná, según lo anotáramos. Mientras los porteños
emitÃ−an billetes y monedas de cobre, los federales se veÃ−an obligados a restañar su penosa situación
financiera. Con tal fin, el 9 de Diciembre de 1853 se aprobó el Estatuto para la Organización de la
Hacienda y Crédito Público, obra de Mariano Fragueiro, ministro del ramo, que creaba el Banco Nacional
de la Confederación Argentina, autorizado a emitir billetes y acuñar metálico, y, más tarde, a recibir
moneda cordobesa y riojana. Â
El Departamento Occidental ocupado por los argentinos después de la Guerra de la Triple Alianza,
fue zona en litigio con el Paraguay. Sometido a arbitraje, fue perdido por nuestro paÃ−s en 1878. A
falta de moneda nacional, se resellaron cobres paraguayos con un escudo argentino
El 26 de Enero de 1854 se dispuso la confección de monedas de cobre, lo que era imposible de realizar en las
dos cecas de la Confederación; por ello se contrataron en Europa, por un importe de 100.000 pesos. Los
valores a acuñar eran de 4, 2 y 1 centavos, denominación que por primera vez aparece en la historia de la
moneda argentina. Las piezas llevaban, en su anverso, un sol con la leyenda circular CONFEDERACION
ARGENTINA; en el centro del reverso, el valor y la leyenda perimetral TESORO NACIONAL-BANCO.
El artista italiano Pablo Cataldi abrió los cuños para esta pequeña moneda de plata de 1/2 real
Estas monedas fueron lanzadas a la circulación el 18 de Enero de 1855, remitiéndose a partir de entonces
a las demás provincias argentinas. En 1856, los cobres se utilizaban en todo el territorio de la
Confederación -excepto, obviamente en Buenos Aires-, por lo que estas monedas son las primeras de
verdadero carácter nacional desde las acuñaciones patrias de 1813 y 1815.
La historia de estas piezas se perdió lamentablemente con el Archivo de la Confederación, pero se sabe que
no fue ajeno a ellas un antiguo prestamista brasileño, José de Buschenthal. Parte de estas labraciones se
hizo en Inglaterra, presumiblemente en alguna de las manufacturas de fichas y botones de esa época. Sin
embargo, existe una partida de cobres de 4 centavos, que quizá fue troquelada en Brasil.
Entre 1860-61 -últimas emisiones riojanas, últimas de Buenos Aires- y 1881 no hubo acuñación de
moneda metálica en nuestro paÃ−s. La escasez de numerario se fue paliando con divisas de los paÃ−ses
limÃ−trofes, especialmente de Bolivia. Pero aparecen también emisiones privadas dignas de mención.
La primera de ellas fue realizada en la Colonia San José, establecimiento fundado por justo José de
Urquiza en 1857, en parte de sus tierras, con colonos procedentes de Suiza e Italia. Estos, que se afincaron en
la zona, dieron origen a una floreciente ciudad agrÃ−cola-ganadera. Hacia 1867, sin embargo, la penuria de
monedas en la colonia producÃ−a graves inconvenientes en las transacciones, ya que los habitantes, de origen
extranjero, no alcanzaban a comprender las fluctuaciones del papel moneda y los vales emitidos entonces en
Entre RÃ−os y otras provincias argentinas.
Urquiza concibió la idea de labrar piezas de plata del valor de medio real, con lo que pretendÃ−a solucionar
el problema. Para ello pidió el concurso del grabador italiano Pablo Cataldi, quien acuñó pequeñas
monedas con el escudo de Entre RÃ−os en el anverso, y en el reverso, en seis lÃ−neas: MONEDA
CIRCULANTE DE SAN JOSE, UN MEDIO, 1867; las piezas tenÃ−an canto estriado y un peso de 1,7
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gramos.
Moneda eminentemente local, se utilizó en forma restringida, avalada sobre todo por el prestigio de su
emisor, quien tal vez desconocÃ−a la famosa Ley de Gresham. Ella nos enseña que cuando dos monedas se
encuentran en circulación, siendo una buena y otra mala, la primera desaparece casi de inmediato, quedando
en circulación sólo la última. Eso fue lo que ocurrió en Entre RÃ−os: las moneditas de plata fueron
acaparadas por el público y se llegó a pagar por ellas hasta dos reales, cuatro veces más.
Es curioso señalar que Cataldi, gravemente afectado en su salud mental, utilizó luego los cuños de San
José para troquelar diversas piezas de fantasÃ−a, combinando sus anversos y reversos con otros,
imaginarios, de su invención. Â
Peso de plata y moneda de 2 centavos de cobre realizados en 1874 a nombre de la Nouvelle France
Otra acuñación privada fue hecha por el francés Orélie-Antoine de Tounens, autotitulado rey de
Araucania y Patagonia. Este personaje, procurador en Périgueux y aficionado a las aventuras, desembarcó
en 1860 en el Sur de Chile.
Al tomar contacto con los indios mapuches -que conservaban su soberanÃ−a sobre una extensa zona-, pudo
convencerlos de fundar un reino y se hizo proclamar monarca con el nombre de Orélie-Antoine. Poco
tiempo después se anexaba por decreto toda la Patagonia argentina.
Los gobiernos de nuestro paÃ−s y de Chile intervinieron rápidamente; Tounens fue detenido y enviado a
Chile, donde quedó bajo la protección del cónsul francés, quien consiguió salvarlo, enviándolo de
retorno a su tierra.
En ParÃ−s, mediante una hábil publicidad, Tounens logró conmover a la opinión pública en su favor, y
organizó una expedición a su lejano reino. Hubo tres intentos de llegar al Sur; en uno de ellos, fue
reconocido y detenido en BahÃ−a Blanca, volviendo definitivamente a Francia. En 1874 acuñó monedas
de plata y cobre con el nombre del rey de Araucania y Patagonia, que distribuyó entre sus amigos, y que
nunca vinieron a nuestro paÃ−s.
Más tarde, Tounens creó la Orden de la Constelación del Sur, que otorgó a diversas personalidades. En
la actualidad existe también un pretendiente al trono de Araucania y Patagonia. Tounens falleció el 19 de
Septiembre de 1878.
La tercera acuñación privada que se vincula con nuestra historia monetaria, es la realizada por Julio Popper
en Tierra del Fuego. Este ingeniero rumano llegó a Buenos Aires en 1885, y al año siguiente realizó
exploraciones y cateos en Tierra del Fuego, donde se habÃ−an descubierto ricos yacimientos aurÃ−feros.
En 1887, en el paraje llamado El Páramo (BahÃ−a de San Sebastián), fundó los "Lavaderos de Oro del
Sur", para explotar racionalmente los recursos de la zona. Popper y sus mineros consiguieron extraer
interesantes cantidades de oro aluvional, compuesto en un 86,4 por ciento de fino y un 13,6 por ciento de
plata.
Para facilitar las transacciones que se hacÃ−an en pepitas u oro en polvo, y con el fin de alimentar al mismo
tiempo su leyenda de empresario poderoso, Popper acuñó discos de oro con el peso de 1 y 5 gramos, que
llevan su nombre y el de su establecimiento, al estilo de los emitidos en California durante la fiebre del oro.
También estableció un sistema de correos con estampillas propias, situaciones que dieron lugar a la
intervención judicial.
Aunque Popper señaló en el juicio que se trataba de simples medallas, las piezas fueguinas deben ser
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consideradas monedas en el sentido más primitivo del término: piezas de oro cuyo peso y ley fue
garantido por una autoridad, en este caso, privada. Las más antiguas se fabricaron en El Páramo con
cuños grabados por el Propio empresario. Son de tipo tosco y primitivo, debido a la precariedad de medios,
y constituyen hoy una rareza. Una segunda emisión, más perfecta, se encargó a la Casa de Moneda de la
Nación. Ambas series llevan fecha de 1889. El fallecimiento de Popper, en 1893, truncó el impulso de esta
empresa.
La Casa de Moneda
Se ha dicho que a partir de 1860-61 y hasta 1881 no se acuñó ni emitió moneda metálica  en el
paÃ−s: la ceca riojana cesaba en sus troquelaciones en 1860 (dos reales y medios reales de plata, a nombre de
la Confederación Argentina), y la de Buenos Aires lo hacÃ−a en 1861 (cobres de a dos reales).
La anarquÃ−a en materia de circulante se agravó entonces, hasta lÃ−mites increÃ−bles, por la casi absoluta
escasez de numerario metálico propio y la subsiguiente oscilación en el valor de los billetes de Banco. De
ahÃ− el profuso empleo, en las transacciones -y la profusa falsificación-, de divisas extranjeras,
especialmente plata boliviana y, en menor medida, chilena y peruana.
Salvo las labraciones de 1813 y 1815 en PotosÃ−, apenas si habÃ−a vuelto la Argentina a contar con una
moneda nacional: es que tampoco tuvo Estado Nacional verdadero de 1810 a 1853, en realidad, hasta 1862.
Los cobres del Banco Nacional de las Provincias del RÃ−o de la Plata (1827) fueron aquella moneda
solamente en la teorÃ−a; más cerca estuvieron las piezas de plata de Córdoba (1854), y aun más las
riojanas (1854-60), pues, según se ha visto, esas emisiones dependÃ−an del Gobierno de Paraná. Quedan
asÃ− en lugar eminente los cobres de 1, 2 y 4 centavos lanzados a la circulación en 1855, que, a diferencia
de aquellas emisiones, se utilizaron en todas las provincias, como se anotara.
El Gobierno de Paraná -al que, es sabido, no respondÃ−a Buenos Aires- quiso remediar la falta de una
moneda nacional creando, con la venia del Congreso General Constituyente, por la ya citada ley del 9 de
Diciembre de 1853, el peso de plata de una onza castellana de peso y 10 dineros de fino (esto es, de 23,963
gramos de plata pura); sobre esta base expidió billetes del Banco Nacional de la Confederación Argentina,
cuya suerte fue desastrosa. En cuanto a piezas metálicas, sólo emitió los cobres mencionados, por un total
de 100.000 pesos.
A fines de 1854, el Congreso Federal sancionaba la Ley 15 autorizando al Poder Ejecutivo a acuñar
monedas de plata de 1 peso y de 50, 20, 10 y 5 céntimos. La unidad, que recibió el nombre de colón, era
un peso similar al de 1853 (en lugar de los 16 adarmes de la onza castellana de plata, se fijaron 14 adarmes de
peso; la ley seguÃ−a siendo de 10 dineros de fino, o sea, 833,33 milésimos). Pero la angustiosa situación
económica impidió la troquelación de estas piezas.
Por ello, el Congreso de Paraná optó en 1855 por considerar al peso plata como moneda de cuenta,
tomándolo por base para fijar el valor de las piezas de oro más usadas en el paÃ−s (onzas de España y las
repúblicas iberoamericanas, libras esterlinas, águilas estadounidenses, etc.). La provincia de Buenos Aires
estableció el mismo sistema de paridades en 1857. Estas cotizaciones serÃ−an revisadas en 1860, 1862 y
1863.
La Ley 733, del 29 de Septiembre de 1875, avanzó más, estatuyendo como unidad monetaria al peso fuerte,
moneda de oro de un gramo y dos tercios de peso, y 900 milésimos de fino (o 1,5 gramos de oro puro), que
serÃ−a acuñada en piezas de 5 pesos, denominada medio colón, de 10 (colón) y de 20 (doble colón).
También creaba monedas de plata, desde cinco centavos a un peso (definido como de 27,110 gramos y 900
milésimos de fino), y piezas de cobre de 2 y 1 centavos. La unidad asÃ− determinada se inspiraba en la que
aconsejara el Congreso Europeo de Economistas reunido en ParÃ−s en 1867, y que adoptara Japón en 1873
(en efecto, 5 pesos fuertes equivalÃ−an a 5 yen de aquel paÃ−s). La Ley 733, en fin, ordenaba la instalación
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de dos cecas, una en Buenos Aires y otra en Salta.
Ninguna de las estipulaciones de esta norma llegarÃ−an a ejecutarse, salvo una. A mediados de 1879, el
Poder Ejecutivo envió al Congreso un proyecto de ley para acordar un nuevo sistema, cuya moneda principal
serÃ−a una pieza de oro, el argentino, de 8,064 gramos y 900 milésimos de fino; la moneda Mayor de
plata, el peso (25 gramos y 900 milésimos de fino), representarÃ−a la quinta parte del argentino. Pero el
Congreso se limitó a aceptar el peso plata de 25 gramos (Ley 974, 16 de Septiembre), manteniendo su
resolución de 1875 sobre las monedas de oro. Tampoco hubo emisiones de aquella pieza, que concordaba
con el régimen implantado en Europa por la Unión Monetaria Latina.
Detrás de la iniciativa gubernamental de 1879 estaba el ministro de Hacienda, Victorino de la Plaza. A él
y al Presidente Nicolás Avellaneda se debe la Comisión Especial de Monedas, organismo que en 1877
presentó, entre otros trabajos encomendados, los informes y planos del ingeniero Freund relativos al montaje
de una ceca en la ciudad de Buenos Aires, como lo disponÃ−a la Ley 733.
A consecuencia de tales estudios, fue sancionada el 15 de Octubre de 1877 la Ley 911, que autorizó al Poder
Ejecutivo a invertir hasta 267.000 pesos fuertes en la instalación de una Casa de Moneda en Buenos Aires, y
a enviar a Europa a uno de los ingenieros del Estado para que examinase los procedimientos y maquinarias de
acuñación. Â
Proyecto de moneda acuñado de acuerdo a la ley del 25 de Septiembre de 1878 por Carlos Würden
De este modo, el ingeniero Eduardo Castilla recorrió - en 1878- cecas inglesas, belgas y francesas,
celebrando algunos contratos ad referendum para la adquisición de implementos. En ParÃ−s, acordó el
grabado de cuños con el famoso artista A. Barré, cuya firma aparecÃ−a en las monedas francesas de
entonces; el fallecimiento de Barré, al poco tiempo, obligó a la búsqueda de otro grabador.
Primera Casa de la Moneda de la Nación
De este perÃ−odo data una serie de muestras y ensayos de piezas, propuestos al Gobierno Argentino,
destacándose por su elevada calidad los acuciados en Bruselas por Carlos Würden, el más alto valor de
los cuales se denominaba "un patacón". Mientras Castilla hacÃ−a su gira por Europa, la Municipalidad de
Buenos Aires donaba un terreno en la esquina de Defensa y México. Licitada la parte de albañilerÃ−a,
comenzaron los trabajos en Julio de 1879; la Casa de Moneda fue inaugurado el 14 de Febrero de 1881, con el
ingeniero Castilla como director.
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Cinco meses después, en Julio, el Presidente Julio A. Roca planteaba al Congreso una iniciativa monetaria,
que esta vez tendrÃ−a fortuna.
Casa de Moneda de la Nación construida en 1879
Proyecto de moneda de plata acuñado en 1886 con la denominación "Un peso Fuerte" por el artista
Fabricio Zuccotti
Argentinos y medios argentinos
Sin modificaciones sustanciales, las Cámaras se expidieron el 3 de Noviembre de 1881, convirtiendo el
proyecto en la Ley 1130, que establecÃ−a como unidad monetaria el peso de oro de 1,612 gramos y 900
milésimos de fino, y el peso de plata de 25 gramos y 900 milésimos de fino.
 Las piezas de oro serÃ−an el argentino (8,064 gramos, como en la iniciativa de 1879), con valor de 5
pesos, y el medio argentino (4,032 gramos), de 2 ½ pesos. Las piezas de plata, además del peso,
incluirÃ−an monedas de 50, 20, 10 y 5 centavos. En cuanto a los cobres, se los fijaba en 1 y 2 centavos.
La ley 1130, promulgada el 5 de Noviembre, terminó con la anarquÃ−a monetaria en el paÃ−s.
Del oro al cupronÃ−quel Â
Muerto el escultor Barré, el ingeniero Castilla contrató con el grabador más renombrado de la
época, el francés Eugéne André Oudiné (1810-1887), el tallado de los cuños para la
moneda creada. Tanto las piezas de oro como las de plata y cobre mostraban en su anverso un escudo
argentino cargado de banderas, con dos cañones al pie, y en el reverso una elegante cabeza de la
Libertad, con los cabellos sueltos al viento bajo el gorro frigio.
En su época se consideró al argentino, acertadamente, una de las más bellas monedas nacionales.
Emitida sin interrupción desde 1881 hasta 1889, se acuñó una nueva y última partida en 1896:
desde entonces, no se amonedó oro en la Argentina. Las piezas de 2,50 pesos fueron troqueladas en
1884, aunque por tratarse de una moneda de difÃ−cil ejecución sólo se hicieron circular 421
ejemplares (el total de argentinos, en cambio, fue de 6.343.022).
Las labraciones de plata, iniciadas a fines de 1881, cesaron en 1884, sin que se hubiera acuñado el
valor de 5 centavos. Las monedas más raras de la serie fueron las de 10 y 50 centavos batidas en
1881; de ellas se fabricaron 1.020 ejemplares por cada una. Le siguen en escasez las de 20 centavos,
con 2.018 unidades. Mientras tanto, en 1885 fue decretada la inconversión y el curso forzoso de los
billetes, medida que se levantó en 1889, después de que el Congreso (Ley 3871, del 31 de
Octubre) asignara al peso papel valor de 44 centavos de oro en lugar de los 100 centavos que tuviera a
partir de 1881. AsÃ−, 1 peso oro se cotizó a 2,27 pesos papel (moneda nacional).
Las monedas de cobre, de gran tamaño, se troquelaron en abundancia entre 1882 y 1896. En
general, son mucho más escasas las de un centavo, pues este valor representaba sólo la tercera
parte de lo fabricado en piezas de dos centavos. Es interesante señalar que estos cobres, por ser de
igual tamaño, peso y aspecto que los acuñados en Europa por la Unión Monetaria Latina, aunque
de menor valor, eran exportados en altas cantidades a Francia, Italia y España, motivando su
escasez en nuestro paÃ−s.
Interrumpidas todas las acuñaciones en 1896, por antieconómicas, sobrevino una abrumadora
demanda de numerario menor para las transacciones. El Gobierno emitÃ−a entonces billetes
fraccionarlos de 5, 10 y 20 centavos; pero no sólo eran costosos, sino que por su empleo excesivo se
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deterioraban con facilidad, lo que obligaba a renovar continuamente las impresiones. La solución fue
dada por la Ley 3321 del 4 de Diciembre de 1895, que dispuso la acusación de monedas de
cupronÃ−quel (75 por ciento de cobre y 25 por ciento de nÃ−quel), en los valores de 5, 1 0 y 20
centavos y con un peso de 2, 3 y 4 gramos respectivamente.
La duración de estas monedas se estimó en cuarenta años y su circulación resultó profusa,
extendiéndose, con algunas interrupciones, entre 1896 y 1942. Se denominaban vulgarmente
"nÃ−queles", y los cospeles eran importados de Alemania y los Estados Unidos, lo que suscitó
problemas de aprovisionamiento durante la primera y segunda guerras mundiales.
La serie se completó en 1941 con el valor de 50 centavos en nÃ−quel puro, pieza popularmente
bautizada de "chanchita", que tuvo una breve vida. En efecto, el propio Banco Central -a cargo de las
emisiones desde 1935-, que habÃ−a acuñado casi once millones de piezas, hizo fundirlas a fin de
vender el nÃ−quel en lingotes, debido a la demanda de este metal provocada por la guerra. Â
Ensayos de 1 centavo de 1935
Junto a las monedas de cupronÃ−quel seguÃ−an circulando, en la década de 1930, los viejos
cobres de la Ley 1130, anticuados por su tamaño.
Moneda de cobre con el escudo nacional labrada entre 1939 y 1950
Como culminación de estudios realizados en la materia, se sancionaron en 1939 los decretos 29.159
y 45.560, que ordenaron reemplazarlos por nuevas piezas más modernas de este metal.
Los tipos propuestos, del valor de 1 y 2 centavos, se componÃ−an de 95 partes de cobre, 4 de
estaño y 1 de zinc, mezcla considerada ideal. Las monedas llevaban el escudo nacional (simple) en
el anverso y el valor entre laureles en el reverso. La aleación fue mantenida durante un tiempo, pero
debió ser abandonada y las piezas se batieron en cobre puro electrolÃ−tico; el diseño, por esta
razón, aparece generalmente en forma borrosa. Las monedas de dos centavos dejaron de ser
acuciadas en 1950, mientras las de un centavo lo habÃ−an sido en 1948. Â
Moneda de 20 centavos conmemorativa del "Año del Libertador General San MartÃ−n"
En 1942, se intensificó la demanda internacional de nÃ−quel por las necesidades bélicas y ello
produjo sensibles mermas en las existencias de cospeles del Banco Central. A fin de no interrumpir
las labraciones, y como medida de emergencia, el Decreto 119.976 dispuso emitir piezas de 5, 10 y 20
centavos en discos nacionales de bronce de aluminio.Â
La nueva moneda mostraba un moderno busto de la Libertad, grabado en 1940 por el escultor
francés Lucien Bazor para un proyecto monetario que fuera desechado entonces.
El centro del reverso, de diseño más pobre, consignaba el valor, flanqueado por una espiga de
trigo y una cabeza de toro.
Estas piezas de bronce de aluminio se acuciaron desde 1942 hasta 1950, año en que, superado el
problema, recomenzaron las labraciones en cupronÃ−quel con una serie conmemorativa del
centenario de la muerte del general José de San MartÃ−n. El prócer aparece en su ancianidad, tal
como luce en el daguerrotipo de ParÃ−s de 1848. Todas las monedas ostentaban la leyenda AÃ O
DEL LIBERTADOR GENERAL SAN MARTIN, eran de excelente factura técnica y se batieron en
cospeles importados de Alemania Federal.
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En 1951, la Casa de Moneda -cuyas nuevas instalaciones, avenida Antártida Argentina 1385, fueron
inauguradas el 27 de Diciembre de 1944- renovó sus maquinarias incorporando volantes de
acuñación de alta velocidad, lo que permitió continuar hasta 1953 con las emisiones de
cupronÃ−quel sanmartinianas, suprimida la leyenda conmemorativa del centenario. En 1953 se
reemplazó ese metal por acero enchapado.
Entre 1952 y 1956 retornan las monedas de 50 centavos, troqueladas con el retrato del Libertador. En
ese último año, se graba en los cuños la antigua efigie de la Libertad del artista Oudiné y se
baten monedas de un peso a partir de 1957. En 1960, la emisión corriente de este valor se alterna con
una pieza en honor del sesquicentenario de la Revolución de Mayo.
La progresiva aunque lenta desvalorización de nuestro peso, condujo a la interrupción de las
acusaciones de monedas de baja denominación. Utilizándose cospeles de las anteriores piezas de
20 y 50 centavos de acero enchapado en nÃ−quel, convertidos de circulares en dodecagonales,
aparecen en 1961 monedas de 5 pesos con la Fragata Sarmiento y en 1962 de 10 pesos con la estatua
El Resero, del escultor Emilio Sarniguet. En 1966, se emitió una moneda de 10 pesos
conmemorativa del sesquicentenario de la Independencia, con vista de la histórica Casa de
Tucumán. Â
Proyectos de monedas de un peso acuñados en 1943
Moneda de 1 peso acuñada a partir de 1957
Moneda conmemorativa de 1 peso 1960 emitida en honor al Sesquicentenario de 1810
Dos años antes habÃ−an aparecido por primera vez monedas de un valor inédito: 25 pesos; se
utilizaron cospeles dodecagonales y llevaban la reproducción de la primera moneda patria. En 1968
se hizo una pieza del mismo valor, recordatorio del centenario de la asunción presidencial de
Domingo Faustino Sarmiento.
En esos años se habÃ−a ahondado la depreciación de nuestra divisa obligando a trabajar con
grandes guarismos. El ministro de EconomÃ−a, Adalbert Krieger Vasena, propuso y obtuvo la
verificación de una reforma monetaria, basada en la simplificación de las transacciones; se alegaba
el equilibrio económico logrado por haberse detenido el proceso inflacionario. "Tal circunstancia,
que se refleja en la estabilidad alcanzada en los niveles de precios, ha permitido recuperar la solidez
de la moneda argentina en el ámbito internacional", se decÃ−a en los considerandos de la iniciativa.
Bajo el signo del Austral
El Poder Ejecutivo sancionó la Ley 18188 el 15 de Abril de 1969; ordenaba la emisión de piezas
metálicas y billetes canjeables por los antiguos en base a la paridad de 1 peso nuevo igual a 100 de
moneda nacional. Esta supresión de dos ceros produjo serios inconvenientes de adaptación y
durante muchos arios se siguieron utilizando las dos monedas en las transacciones cotidianas: pesos
viejos y pesos Ley 18188, o sencillamente "pesos ley". Â
Monedas emitidas a partir de 1970
La norma entró en vigencia el l de Enero de 1970 y con ella reaparecieron las monedas de valores
pequeños, batidas durante 1969 con fecha de 1970.
Para las piezas de 1 y 5 centavos se usó por primera vez en nuestro paÃ−s el aluminio al
manganeso; las de 10, 20 y 50 centavos se emitieron en bronce de aluminio: todas ostentaban la
conocida cabeza de la Libertad del artista Oudiné. Â
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Diferentes piezas de la década del 70
Las emisiones, nacidas con una optimista visión del estado económico argentino, no pudieron
sustraerse a la realidad: la inflación de los años posteriores hizo desaparecer paulatinamente a las
monedas chicas, reemplazadas cada vez por valores más altos, hasta llegar al de 100 pesos Ley
18188.
En los últimos tiempos de vigencia de esta reforma se lanzaron a la circulación varias emisiones
conmemorativas: los bicentenarios del almirante Guillermo Brown (1777-1977) y del general San
MartÃ−n (1778-1978), y el centenario de la Campaña al Desierto (1879-1979). Siendo insuficiente
la producción de nuestra ceca, algunas acuñaciones fueron contratadas con la Casa de Moneda de
Chile, paÃ−s que ya nos proveÃ−a de cospeles.
Serie de monedas conmemorativas del Mundial de Fútbol
Al mismo tiempo, la Casa de Moneda de la Argentina adoptó como marca de ceca el monograma
BAI, sÃ−mbolo de los plateros porteños de fines del siglo XVIII. Entre las piezas cuestionadas
emitidas al amparo de la Ley 18188 se cuentan las acuñadas para festejar el Campeonato Mundial
de Fútbol de 1978. En esta oportunidad se troquelaron monedas de plata de 1.000, 2.000 y 3.000
pesos, y de bronce de aluminio de 20, 50 y 100 pesos, dos partidas, con fecha 1977 y 1978
respectivamente, no destinadas a la circulación.
Era previsible que las nuevas emisiones fueran pronto devoradas por la inflación: con el régimen
de la Ley 18188 se habÃ−a llegado a emitir papel moneda de un millón de pesos, acaso la
denominación más alta del mundo. El 6 de Enero de 1983 se sancionó la Ley 22707, que creaba
el peso argentino, suprimiendo cuatro guarismos al creado en 1969. AsÃ−, el billete de 1.00.000
pesos pasó a canjearse por uno de 10 pesos argentinos. Dado el hecho de que la MayorÃ−a de la
población, aún utilizaba en sus expresiones cotidianas los valores señalados en pesos moneda
nacional -anteriores a 1969-, la conversión de "pesos ley" a pesos argentinos se hizo sin
inconvenientes y a corto plazo.
Emisión que conmemora la Campaña al Desierto
Si bien artistas del Banco Central habÃ−an diseñado una serie de monedas con representantes de
la fauna autóctono, este proyecto fue desechado y las piezas se batieron repitiendo la clásica
cabeza de la Libertad de Oudiné: reaparecieron entonces los valores de 1, 5, 10 y 50 centavos,
juntamente con el peso papel, en vigor desde Junio de 1983.
En 1984 se emitieron monedas de 1 peso argentino con la figura del Congreso Nacional, de 5 pesos
con el Cabildo de Buenos Aires, y de 10 pesos con la Casa de Tucumán, la primera en aluminio y
las dos restantes en bronce. En Mayo de 1985 se pusieron en circulación piezas de 50 pesos
argentinos, conmemorativas del cincuentenario del Banco Central. Â
Monedas emitidas de acuerdo a la ley 22707
Pero el 14 de Junio, el Presidente Raúl AlfonsÃ−n y sus ocho ministros firmaban el Decreto 1096,
que, entre otras derivaciones, dio un vuelco en redondo al sistema monetario. Fue una enérgica
reforma destinada a contener la arrasadora inflación, antiguo azote de la economÃ−a. El Decreto
1096 incluyó la creación de una nueva moneda, el austral, representado por el signo A; cada
austral equivale a 1.000 pesos argentinos, a 10 millones de pesos Ley 18188, y a 1.000 millones de
pesos moneda nacional.
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Antes de los billetes entraron en circulación, desde finales de Septiembre, las monedas
metálicas.Â
Emisión de monedas acuñadas como consecuencia del decreto 1096
Se comenzó con las de medio centavo, un centavo y cinco centavos, prosiguiéndose con las de
10 y 50 centavos; todas ellas son de una aleación de cobre y aluminio. Para las tres denominaciones
más bajas se utilizó la iconografÃ−a faunÃ−stica propuesta anteriormente; la moneda de medio
centavo presenta un hornero en el anverso, la de un centavo trae un ñandú, y la de cinco centavos
un puma; el diámetro de estas piezas es, respectivamente, de 19,5 milÃ−metros, de 20,5 mm y de
23 mm.
La moneda de 10 centavos ostenta el Escudo Nacional, y la de 50 la cabeza de la Libertad de
Oudiné; el diámetro es de 21,05 y 24 milÃ−metros. à l espesor de las cinco piezas es similar:
1,5 milÃ−metros.
Linea Peso convertible (actualidad)
La lÃ−nea monetaria vigente en la República Argentina es la LINEA PESO CONVERTIBLE (Decreto
del Poder Ejecutivo Nro. 2128 del 10 de octubre de 1991 y el ArtÃ−culo 12 de la Ley de Convertibilidad
Nro. 23928 del 27 de marzo de 1991).
Todas las lÃ−neas anteriores se encuentran desmonetizadas y no se canjean. La entre la actual lÃ−nea y su
predecesora, la lÃ−nea Austral, fue de 1 peso = 10000 Australes.
Los billetes correspondientes al diseño actual conservan un tamaño uniforme de 155 mm. de ancho y 65
mm. de alto. El papel utilizado es 100 % de fibra de algodón, con un peso de 83 gramos por metro cuadrado,
exento de fluorescencia a la luz ultravioleta, con encolantes sintéticos que le otorgan mayor resistencia
mecánica y al medio húmedo.
La impresión se realiza en tres etapas sucesivas, empleando diferentes sistemas de impresión
complementaria: offset, calcografÃ−a y tipografÃ−a.
Como es habitual en paÃ−ses con economÃ−a estable, pasados cinco años desde su lanzamiento, se
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resolvió efectuar algunos cambios en la lÃ−nea, los que comprenden mejoras en los grabados e
incorporación de más elementos de seguridad.
Los billetes con los nuevos diseños, que se emitirán próxima y sucesivamente, contemplan diseños
mejorados, papel de un gramaje superior (90 gramos por metro cuadrado) para otorgarle mayor promedio de
vida útil, marca de agua de molde cilÃ−ndrico localizada, que reproduce el retrato del diseño orientado en
el mismo sentido, asÃ− como otras caracterÃ−sticas que podrán consultarse a partir de su puesta en
circulación, tal el caso del billete de 2 pesos, emitido el 26 de noviembre de 1997.
Monedas
1 centavo
5 centavos
10 centavos
25 centavos
50 centavos
1 peso
Trabajo Práctico De EconomÃ−a: Historia del Peso Argentino.
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