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LA BURBUJA INMOBILIARIA SIGUE INFLÁNDOSE
El gobierno español lleva unos meses congratulándose por la desaceleración
del crecimiento del precio de la vivienda. Tanto la anterior ministra, M.A. Trujillo, como
la actual, C. Chacón, han tratado de enseñar estos datos a la opinión pública como
grandes logros del Ministerio de Vivienda. Todas las campanas se lanzan al vuelo
cuando aparecen estudios como el presentado en el mes de mayo de este mismo año
por el banco BBVA, que pronostica una “caída suave” de los precios para 2008.
Es sorprendente que se considere una gran noticia que el precio de la vivienda
suba “sólo” en torno al 7% en los primeros trimestres de 2007, más aún si tenemos en
cuenta que en los últimos nueve años el precio de la vivienda ha crecido... ¡un 174%!.
En España la vivienda cuesta más que en países como Francia o Alemania, donde
además los sueldos son bastante más altos. Esto ha traído aparejado un
endeudamiento record de las familias españolas, que ya supera los 600.000 millones
de euros (el doble que en 2003). Aunque lo hagan más despacio que en años
anteriores, las hipotecas no paran de subir, (un 7% más respecto al 2006), y cada vez
se pagan a más años vista, incrementándose anualmente en función del índice
Euríbor. Y la vivienda en alquiler tampoco supone una alternativa viable dado su coste,
que ha subido un 13’2% según el INE sólo desde 2004.
Es difícil descifrar cuáles son las medidas adoptadas por el Ministerio para
obtener tan “maravillosos” resultados, dado que España, por ejemplo, es el segundo
país europeo con menor número de viviendas públicas en alquiler (1% por el 35% de
Holanda). La vivienda de protección oficial es escasa (como se demuestra sorteo tras
sorteo), mientras permanecen cerradas más de 3 millones de casas vacías, la gran
mayoría de las cuales son propiedad de las propias empresas constructoras, que las
mantienen vacías para especular. La emigración interna a zonas con viviendas más
baratas, barrios obreros que de repente se transforman en zonas donde vivir es un lujo
para la mayoría, los “asustaviejas” al servicio de las inmobiliarias que tratan de
expulsar de sus casas a las personas que pagan alquileres de renta antigua para
poder especular... Esta es la realidad de la vivienda en este país, y el gobierno se
atreve a sacar pecho.
Esta situación tiene una clara repercusión en las condiciones de vida de los
trabajadores. Así, se calcula que las familias españolas dedican una media del 44’8%
de su renta a financiar la compra de su vivienda, mermando brutalmente el poder
adquisitivo. Si a esto unimos una precariedad laboral desmesurada, podemos explicar
por qué los jóvenes se emancipan como media con 29 años, y por qué la natalidad
media se sitúa en torno a 1’13 hijos por mujer, que convertirá a España en el país con
población más envejecida del mundo para el año 2050. Es la “calidad de vida” que nos
ofrece el sistema: es cierto que podemos adquirir una mayor cantidad de productos
que normalmente no necesitamos, muchos de ellos elaborados a bajo coste en países
del tercer mundo, pero a cambio hemos perdido lo que realmente importa: el derecho
a una vivienda, la posibilidad de tener hijos, el derecho a un trabajo digno y estable,
etc.
Como bien se ha ejemplificado en el párrafo anterior, no podemos entender el
problema de la vivienda como algo desligado de la situación general que vive la clase
obrera. Así, el endeudamiento familiar juega otro papel en el entramado del sistema
capitalista, además del enriquecimiento directo de bancos y constructoras. Es una
fórmula perfecta para que los trabajadores y trabajadoras no se atrevan a protestar y
movilizarse ante sus condiciones de trabajo. Atados de pies y manos hasta la
jubilación (cuando no incluso después) por la necesidad de pagar cada mes la
hipoteca, el miedo al despido, que puede llegar a suponer el no poder hacer frente a la
eterna deuda, hace que un trabajador tenga que pensárselo dos veces antes de hacer
frente al patrón.
Tampoco podemos olvidar la relación entre la construcción y las constantes
agresiones al medio ambiente. La construcción desmesurada que amenaza parques
naturales y especies protegidas; el desprecio más absoluto por la “ley de costas”, que
llena la primera línea de playa de construcciones; la escasez de zonas verdes en el
entorno urbano para poder aprovechar hasta el último palmo de terreno que permita
aumentar los beneficios; y un larguísimo etcétera.
Pero hay más. Un nuevo peligro se cierne sobre las cabezas de los
trabajadores y trabajadoras: la perspectiva de una crisis económica motivada por el
“reventón” de la burbuja inmobiliaria. En EE.UU. el sector inmobiliario vive una
profunda crisis, provocada por no poder hacer frente muchas familias al pago de sus
hipotecas, se habla incluso de una situación parecida a la que dio lugar al “crack”
económico del año 1929, ya que ha generado un “efecto dominó” de consecuencias
nefastas al resto de sectores económicos americanos y a la bolsa en medio mundo.
En España, la construcción es uno de los motores de la economía, que ve como las
ventas caen ante los elevados precios, el número de casas construidas anualmente se
reduce. Si se construye menos, el paro crece en el sector, trabajadores que a su vez
tienen que pagar su hipoteca cada mes... Se habla de amortiguar la caída del sector
mediante inversiones en obras públicas, es decir, con el dinero de todos se tratará de
reflotar el sector, al igual que se ha hecho para frenar la crisis en EEUU: los bancos
centrales de la Unión Europea, EEUU, Japón, etc. han inyectado dinero público a sus
sistemas financieros, frenando con dinero de todos la posibilidad de desplome del
entramado económico de los empresarios.
La única respuesta posible ante esta situación es la movilización, la lucha
contra aquellos que sacrifican nuestra calidad de vida en el altar del máximo beneficio
empresarial. En Francia, por ejemplo, tanto los gobiernos conservadores como
socialdemócratas han tenido en frente una movilización social importante, que ha
provocado que la situación en este país, sin ser la panacea, sea bastante mejor que la
española: amplio sistema de ayudas públicas, más de 4 millones de viviendas
públicas en alquiler,... y la última y sonada inclusión, en respuesta a fuertes
movilizaciones, del derecho constitucional a la vivienda como reivindicable ante el
tribunal constitucional.
El movimiento para luchar contra esta situación en España sigue creciendo y
diversificándose. Al clásico movimiento vecinal reivindicativo, los grupos barriales, etc.
se ha unido el movimiento por una vivienda digna. Este movimiento sigue creciendo en
capacidad de lucha e influencia, sobre todo entre los jóvenes. El número de
asambleas continúa aumentando por todo el país, y se avanza cada vez más en la
coordinación entre ellas. Las reivindicaciones planteadas por estas asambleas giran
en torno al acceso para todas las personas a la vivienda en condiciones aceptables,
reivindican un modelo distinto de urbanismo y atacan directamente al sistema
económico y social que permite la actual situación.
Sus movilizaciones cada vez cuentan con mayor apoyo popular, estando
programada la próxima para el 6 de octubre. Es una ocasión que los trabajadores y
trabajadoras no podemos desperdiciar para decirle a la patronal y su acólito estado
monárquico que no estamos dispuestos a seguir como hasta ahora, que nuestras
vidas son más importantes que sus multimillonarios beneficios y que estamos
decididos a plantar cara hasta conseguir cambiar las cosas.
Octubre de 2007
www. unionproletaria.net
[email protected]
Apdo. de Correos: 51498
28080 Madrid
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