análisis de plenilunio (antonio muñoz molina)

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ANÁLISIS DE PLENILUNIO (ANTONIO MUÑOZ MOLINA)
1. DATOS BIOGRÁFICOS
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Úbeda (Jaén, 1956)
Dos factores suscitan en él su vocación de escritor: la lectura de novelas de aventuras
(Julio Verne) y la tradición oral de los cuentos que se narraban en el seno de su familia
Inicia periodismo (no acaba), pero si termina Filosofía y Letras (Historia del arte)
Servicio militar en el País Vasco (de eso trata su novela Ardor guerrero)
Ejerce de periodista como colaborador de diferentes periódicos
En 1991 obtiene el Premio Planeta con su novela El jinete polaco
En 1996 es elegido miembro de la Real Academia Española de la lengua
En 2004 fue nombrado director del Instituto Cervantes
2. OBRAS MÁS SIGNIFICATIVAS
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Beatus ille (1986, en ella aparece ya el territorio literario de Mágina)
El invierno en Lisboa (1987, con ella obtuvo el Premio Nacional de Literatura)
Beltenebros (1989, el título está tomado de un personaje del Amadís de Gaula)
El jinete polaco (1991, Premio Planeta)
Plenilunio (1997)
Sefarad (2004)
3. ANÁLISIS DE PLENILUNIO
3.1. INTRODUCCIÓN
Hay obras inscritas dentro del género policíaco que han alcanzado valores estéticos
importantes, que van más allá de la historia del crimen y la investigación y hablan de la literatura
y de la sociedad en la que se crearon.
Plenilunio, de Antonio Muñoz Molina, es una de estas obras. No se puede reducir a una
novela policíaca; aun si el objetivo final es encontrar a un asesino y castigarlo, la narración del
escritor español va mucho más allá. La intriga del crimen es el punto de partida para que el lector
se acerque a la historia de España, a los vicios de la sociedad y las obsesiones de los hombres.
Es una ventana a las vidas de los personajes, a sus mentes.
3.2. CIRCUNSTANCIAS DE SU PUBLICACIÓN. RAZÓN DEL TÍTULO
La primera edición de esta novela apareció en la editorial Alfaguara de Madrid en el año
1997. El título alude a un hecho bien conocido por los funcionarios de justicia y es la influencia
que la luna llena tiene en los comportamientos más extraños. Se podría recordar, como hecho
anecdótico, que, en muchas novelas y películas, la luna llena preside las transformaciones de los
hombres lobos o las actividades de los vampiros. En poetas contemporáneos como Lorca, la
luna se identifica con la muerte. La luna tiene una constante presencia en la novela y aparece,
sobre todo, en los momentos culminantes, como luna llena.
3.3. ARGUMENTO
El brutal asesinato de una niña ha sembrado de inquietud y temor la vida mortecina de
una ciudad de provincias. El asesino se ha ensañado con la pequeña y se ha desvanecido. El
inspector jefe de policía, trasladado recientemente desde el norte, se obsesiona con el crimen.
Sabe que el psicópata sigue allí, paseándose por las plazas, parques, sin rostro, anónimo y
esquivo.
En la trama de Plenilunio se mezclan varios hilos narrativos conectados entre sí:
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Existen una serie de acontecimientos que tienen relación con lo que podríamos
considerar una novela policíaca común.
Otro hilo argumental tiene también relación con el complejo personaje del
inspector. Antes del tiempo presente de la narración, este personaje ha vivido
en el País Vasco y ha sentido en su propia carne la persecución de los
criminales de ETA.
La tercera parte de la trama es la amorosa. Se trata aquí del encuentro de dos
personajes desengañados, con largas y tristes historias a sus espaldas, que
encuentran de nuevo, cuando ya no lo esperaban, el amor.
3.4. TEMAS (selectividad)
Plenilunio es una novela que trata temas muy de actualidad; cada vez que abrimos hoy
las páginas de los periódicos (y sin duda al final de los años noventa cuando se publica la
novela) encontramos noticias sobre terrorismos, sobre abusos sexuales con los niños o sobre la
insolidaridad de la gente en nuestras ciudades.
La novela tiene un arranque de novela policíaca, pero deriva hacia una reflexión ética de
lo que acontece en las ciudades cuando desaparecen los vínculos de solidaridad, y expresa,
según palabras del escritor, su “reacción de asco hacia la obscenidad de la violencia y la
hegemonía de la figura del malvado, la celebración del cruel”.
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LA VIOLENCIA (abuso y muerte de Fátima, secuestro e intento de asesinato de
la segunda niña).
EL SUFRIMIENTO DE LOS NIÑOS (el fraile que perdió la razón y raptó y mató
a un niño de las escuelas gratuitas, según recuerda el Padre Orduña)
TERRORISMO (aquí referido a ETA, amenazas, llamadas, etc.)
LA MEGALOMANÍA (el deseo secreto de publicidad, les colma la vanidad de
ver sus hazañas en la prensa)
EL TEMA DE LA MIRADA
LA RELIGIÓN
LOS BENEFICIOS CARCELARIOS, LA REMISIÓN DE PENAS POR EL BUEN
COMPORTAMIENTO, LA DURACIÓN DE LAS PENAS, ETC.
EL AMOR (conyugal, adulterio)
LOS MEDIOS AUDIOVISUALES (los testimonios gráficos
3.5. ESTRUCTURA
Estructura externa: la novela aparece dividida en 33 capítulos. Los más largos tienen
VEINTINUEVE páginas (cap. 21) hasta llegar al más breve, que es el capítulo final, con solo
CINCO páginas.
Estructura interna: la novela puede subdividirse en tres núcleos. El primero sería la
presentación de los personajes (1-12), el segundo serían las andanzas del asesino y la historia de
amor (13-23) y el tercero abarcaría la peripecia de la segunda niña, la historia de amor y final (2333). Cada capítulo suele estar dedicado a un personaje, pero no siempre sucede así; en ocasiones,
en un mismo capítulo se van disponiendo, en forma alterna, como contrapuntística, dos referencias
a acontecimientos y personajes distintos. Por otro lado, en el interior de algún capítulo (2, 8, 21) se
observa una estructura circular (presente, retrospección, presente).
3.6. EL PUNTO DE VISTA (selectividad)
En la novela aparece sobre todo la narración en tercera persona, aunque en determinados
momentos de la obra se pasa a la confesión personal en primera persona, metida dentro de un
diálogo. Eso sucede cuando Susana Grey, en su primera cena con el inspector, le hace
confidencias sobre su vida o las confesiones del inspector sobre la búsqueda del asesino. El
narrador está fuera de la acción (extradiegético), no es ningún personaje- salvo esos casos- es
un narrador omnisciente, ya que también nos comunica los pensamientos de los personajes,
sus ideas y sus recuerdos. En algunos momentos utiliza el estilo indirecto libre (aunque habla
el narrador, parece que son las palabras de los personajes a los que reconocemos detrás) y
también aparecen monólogos interiores (por ejemplo, cuando se reproduce el pensamiento de la
niña Paula desnuda tirada en el terraplén, el pensamiento del asesino).
3.7.
TÉCNICAS NARRATIVAS EN LA NOVELA (selectividad)
Antonio Muñoz Molina ya había utilizado elementos tomados de la novela policíaca en novelas
anteriores, pero ahora ha escrito una novela policíaca en toda regla y explica el uso de una de las
técnicas que flota a lo largo de la novela: la técnica del suspense. Podríamos hablar de varios
suspenses, uno referido a si logrará capturar el asesino y otro que atiene al terrorista que persigue
al Inspector, ambos se resolverán al final de la obra; en otro suspense quede el lector al cerrar la
novela, pues, por una parte, no sabemos si el Inspector saldrá con vida del atentado y, en caso de
que lo logre, no sabemos si su relación tendrá continuidad (final abierto).
Para lograr el suspense aludido el autor utiliza recursos como la manipulación del tiempo y el
espacio o, el más usado, la interrupción del relato en un momento culminante, tenso, crítico
como estratagema para conseguir que el lector continúe su lectura (final de los capítulos 20, 21 y
22).
Otra técnica sobre la que el autor construye la obra es la del CONTRAPUNTO. En la obra se
cruzan tres ejes temáticos: la búsqueda del asesino, la historia de amor entre el Inspector y
Susana, y la espera para actuar por parte del terrorista. El extendido empleo desde los años 60 de
la técnica del contrapunto nos permite una lectura de este tipo. Primero llama la atención que los
tres protagonistas de los tres ejes temáticos son los únicos personajes principales de la novela que
no han sido provistos de nombre propio. Deben conformarse con las denominaciones genéricas de
“el inspector” y “el asesino”, mientras que al terrorista, el más anónimo de los tres, ni siquiera se
nombra como tal.
Otra técnica empleada por el autor es el uso del símbolo de la luna como elemento de
cohesión. Aparece ya desde el título de la obra, aludiendo a un hecho bien conocido que es la
influencia de la luna llena en los comportamientos extraños de la gente, y tiene constante presencia
en la novela, apareciendo en los momentos culminantes, en forma de luna llena. También la
relación amorosa entre el Inspector y Susana Grey está sometida a su influjo, tanto real como
metafórico. Es decir, la presencia de la luna llena funciona como nexo entre los protagonistas y los
acontecimientos relevantes de la obra.
3.8.
EL TIEMPO Y EL ESPACIO (selectividad)
3.8.1. EL TIEMPO:
TIEMPO EXTERNO: no existe una referencia taxativa al año de la narración; sin embargo, hay
una serie de hechos, aludidos en la novela, que nos permiten situar la narración en un determinado
momento histórico. La novela fue publicada en 1997, por lo que tenemos que suponer que los
hechos han ocurrido antes de esa fecha. Un dato nos ayuda a situar la novela en la década de los
noventa (esos militares serbios de Bosnia, ese conflicto sucedió a partir de 1991; la película El
silencio de los corderos se estrenó en 1990). Todos los datos que la obra ofrece permiten concluir
que el tiempo externo del relato no está muy alejado, en el tiempo, de la fecha de publicación de la
novela, por lo tanto, se sitúa en una fecha indeterminada entre los años 1991 y 1997.
TIEMPO INTERNO: la novela sigue un orden cronológico, lineal, que va desde mediados del
otoño hasta el final de la primavera. Este orden temporal está marcado, en las descripciones, por la
sucesión de los hechos meteorológicos. Este orden cronológico se ve alterado por algunas
analepsis (los recuerdos de cuando el Inspector era alumno de su colegio, los recuerdos de
Susana de su vida de casada, el asesino evoca las burlas que tuvo que sufrir en la mili) y una
elipsis en los dos últimos capítulos (han pasado meses y nos encontramos en la primavera). El
ambiente en el que se desarrolla la trama es fundamentalmente nocturno y relacionado también
con el tiempo está la medida lunar, en varios lugares de la novela se señalan las fases de la luna.
3.8.2. EL ESPACIO:
ESPACIO EXTERNO. La novela se desarrolla en una ciudad que no se concreta, hacia el Sur y
bastante pequeña. Esa ciudad atravesada por la mirada fisonómica de un inspector y un sacerdote,
por el reconocimiento y el desconocimiento, podría ser MÁGINA: este nombre no aparece como
nombre de ciudad o de pueblo en los atlas o las enciclopedias; es la designación literaria que
Muñoz Molina adopta, en otras obras, para su ciudad natal: Úbeda. Hay que recordar que autores
españoles como Clarín o Gabriel Miró crearon nombres nuevos (Vetusta, Oleza) para las ciudades
reales de Oviedo y Orihuela. Mágina es una de las sierras cercanas a Úbeda. Los espacios
exteriores de esta ciudad tienen gran importancia en la novela, ya que dos de los personajes
principales pasean a menudo, y frecuentemente por la noche, a lo largo de las calles de la ciudad.
Plenilunio es, principalmente, una novela de pensamientos más que de acción, de discurrir mental
más que de sucesos, de ahí la escasa importancia del tratamiento del espacio, de las escasas
descripciones de estos y el reducido número de localizaciones que aparecen a lo largo de la obra.
ESPACIO INTERNO. Por lo que respecta a los espacios internos, estos caracterizan a los
personajes. Por ejemplo, la casa de Susana Grey la retrata: llena de discos, libros, que muestran
sus intereses y sus aficiones. También la casa del inspector simple, vacía, desordenada que refleja
el sentimiento de soledad, a la deriva de este personaje. En el caso del asesino, la sordidez de su
piso y su habitación con una televisión en la que ve constantemente pornografía, escucha la radio,
etc. son un claro retrato de él. También destacan espacios de marginación como la cárcel o el bar
de carretera, que son ambientes de degradación sin posibilidades de futuro y además el hospital
psiquiátrico donde se encuentra la mujer del inspector, víctima de una situación de presión a causa
de ETA, que la destruye. En contraposición, los espacios de ensueño en los que se puede incluir
“La isla de Cuba”, que representa el exotismo y la evasión de los protagonistas.
3.9.
CONSTRUCCIÓN DE LOS PERSONAJES (selectividad)
En Plenilunio no hay héroes ni personajes románticos, los personajes son típicamente modernos,
individuos sin importancia que viven los hechos históricos desde la perspectiva infinita e
insignificante de una persona. Globalmente podemos decir que todos son personajes grises- con la
salvedad, quizás, del vitalismo que en algunos pasajes muestra Susana- , con un pasado gris y con
un futuro más gris todavía. Los personajes tienen escasas ilusiones, ya no esperan nada
importante de la vida.
En primer lugar tenemos que considerar al INSPECTOR, ya que es el personaje que establece
más relaciones en el conjunto de la trama. Por una parte, es un personaje activo que lleva el peso
de la investigación (de una forma obsesiva). Guarda relación profesional con él, pero, en realidad,
pertenece al juzgado el médico forense (FERRERAS): tiene dos funciones en la novela, por una
parte, nos da los datos físicos sobre la muerte de la primera niña o sobre el asalto que ha sufrido la
segunda (profesional cuidadoso, ideología materialista), por otra parte, nos recuerda a la Susana
Grey de hace años, una mujer hermosa que sufrió como él el abandono de su pareja. Establece un
contraste de carácter con el inspector, que es callado, reflexivo, introspectivo; mientras que
Ferreras es mucho más charlatán, más impulsivo, más volcado hacia fuera. Por otra parte, el
inspector es un sujeto paciente del acoso y la persecución por parte de los miembros de la banda
terrorista ETA. El tercer hilo argumental –el amoroso- también tiene su centro en el inspector. Él es
el que une a los personajes de la esposa –internada en un sanatorio de enfermedades mentales- y
de la maestra de la niña asesinada. Una relación adúltera que, al final de la novela, queda sin una
solución, con una conclusión abierta a cualquier desenlace. Su cambio de residencia lleva
asociado un cambio de su conducta vital: ya no bebe, ya no sale de noche y ahora solo bebe café y
coca-cola y apenas tiene relaciones sociales, ni siquiera con sus compañeros de trabajo que
apenas aparecen en las páginas de la novela.
El ASESINO: frente a la figura del inspector se levanta la de su antagonista, también él sin
nombre. Poco a poco vamos sabiendo cosas de él: que es joven, moreno y que se dedica a un
trabajo manual. Sin embargo, Muñoz Molina no espera hasta el final para darnos a conocer quién
es el asesino. Lo descubrimos en el capítulo 12: sabemos de su impotencia, de su opresiva vida
familiar, de su obsesión con la luna, de su afán de protagonismo… y del olor del que no puede
librarse debido a su profesión de pescadero. Es un auténtico catálogo de defectos morales:
desprecia a sus padres, es un reprimido, violento, que descarga su insatisfacción con prostitutas o
con niñas, asiduo consumidor de películas pornográficas, fumador compulsivo.
SUSANA GREY: maestra de Fátima, la niña asesinada, centro de la trama amorosa en que se
ve involucrado el Inspector. Es un personaje rico en matices e historia. Es una mujer culta, fuerte y
decidida, que se ha hecho a sí misma tras el abandono de su marido y haber criado sola a su hijo.
Toma la iniciativa frente al inspector. Ha sido esposa de un artesano intransigente en sus opciones
políticas y sociales, incapaz de disfrutar de los placeres y que se vuelve cada día más amargo.
Susana funciona como norte al que convergen varios personajes: amiga del forense, maestra de la
niña, amante del inspector, clienta del asesino.
Dentro de los personajes secundarios destacan:
Padre Orduña: juega un papel importante en la novela, pues su existencia y sus recuerdos
sirven para explicar la vida infantil del policía (hijo de un rojo represaliado, que pasó a estudiar en
un colegio de curas y acaba convirtiéndose en policía). El padre Orduña es el vínculo entre el
presente y el pasado. Representa el papel del cura obrero (comprensión hacia los demás, hacia los
más débiles, preocupación por la justicia social, la pobreza de sus posesiones, etc.). No logra
seguir el ritmo de la evolución política y todavía siente nostalgia por su vida de otras épocas
La esposa del inspector: es el otro personaje femenino, pero apenas aparece en la obra
directamente. Está internada en una clínica porque no pudo soportar la cantidad de llamadas
amenazantes de ETA. Su internamiento provocará remordimientos en el inspector, pero no
impedirán que este consume el adulterio.
El terrorista: permanece en la sombra salvo en el último capítulo, cuando atenta contra el
inspector. Cuando se alude a él se hace de un modo indeterminado, usando indefinidos, pero su
presencia preside casi toda la obra, de ahí el suspense que captura al lector, que tiene más
información que el inspector y sabe que el terrorista conoce su nueva dirección y que planea volver
a actuar.
Por último, hay que hablar de las niñas, las víctimas. La primera, Fátima, está siempre presente,
a pesar de que sólo será conocida por el Inspector después de su muerte, con esa mezcla de
inocencia y crueldad que aparecen en aquellos que creemos mártires de una situación en la que
fueron convidados de piedra. La segunda niña, Paula, mantiene tras su asesinato frustrado una
relación personal con el Inspector, poniendo de relieve un aspecto de este que hasta ahora no
había aparecido: una ternura que no suele asociarse con el tópico funcionario de policía y que lo
llena de sensibilidad.
3.10.
LENGUAJE Y ESTILO
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En la novela hay términos que identifican, en cierto modo, a los miembros de
una generación. Nuestros padres usan palabras que nosotros ya no reconocemos
como actuales o que “suenan a viejo”. Esto se observa en las reflexiones que el
asesino hace sobre sus padres (dice water siempre, nunca cuarto de baño, los
dineros en vez del dinero, los huesos de la boca en vez de los dientes, es menester
en vez de hace falta, botica en lugar de farmacia). A través de ellas nos está
diciendo que es un hombre de escasa cultura y la extracción social de sus padres.
El inspector es especialmente sensible al uso político de ciertas palabras, que se
convierten así en eufemismos (a las matanzas les llamaban lucha armada, al
terrorismo, abstractamente, violencia, un disparo en la cabeza era una acción
Utilización de algunos recursos literarios similares para el comienzo de algunos
capítulos (por ejemplo, el primero y el veinte, que se centran en el inspector y el
asesino, utiliza la metonimia, en uno se fija en la vista y en otro en las manos,
investigación y ejecución; la anáfora – repetir palabras al inicio de párrafos- y el
paralelismo –usar estructuras sintácticas parecidas-.
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El uso de un estilo repetitivo y paralelístico, muy frecuente en los párrafos
dedicados al asesino, se convierte así, adecuadamente, en la manifestación de una
mente neurótica y obsesiva.
El uso del polisíndeton ofrece en los casos en que aparece la impresión de que se
añaden nuevos términos inesperados.
Uno de los rasgos más característicos del estilo de Muñoz Molina es la utilización
de la comparación y la adjetivación. Son particularmente llamativas algunas
comparaciones con escenas de cine, fragmentos de canciones o partes de alguna
obra literaria ( “ igual que los liliputienses de Gulliver con sus maromas de telas de
araña = Susana). Es muy habitual que utilice la doble adjetivación o el
desplazamiento del adjetivo (“andares furtivos y lentos”, “cuando las manos no eran
todavía así, más suaves entonces, sin cicatrices ni callos, pero ya clandestinas, ya
furiosas y vengativas” (en realidad, clandestino sería el individuo no las manos).
TEXTO I
De día y de noche iba por la ciudad buscando una mirada. Vivía nada más que para esa tarea, aunque
intentara hacer otras cosas o fingiera que las hacía, sólo miraba, espiaba los ojos de la gente, las caras
de los desconocidos, de los camareros de los bares y los dependientes de las tiendas, las caras y las
miradas de los detenidos en las fichas. El inspector buscaba la mirada de alguien que había visto
algo demasiado monstruoso para ser suavizado o desdibujado por el olvido, unos ojos en los que
tenia que perdurar algún rasgo o alguna consecuencia del crimen, unas pupilas en las que pudiera
descubrirse la culpa sin vacilación, tan sólo escrutándolas, igual que reconocen los médicos los
signos de una enfermedad acercándoles una linterna diminuta. Se lo había dicho el padre Orduña,
"busca sus ojos", y lo había mirado tan fijo que el inspector se estremeció ligeramente, casi como mucho
tiempo atrás, aquellos ojos pequeños, miopes, fatigados, adivinadores, que lo reconocieron en
cuanto el apareció en la Residencia, tan instantáneamente como él mismo, el inspector, debería
reconocer al individuo a quien buscaba, o como el padre Orduña había reconocido en él hacía muchos
años el desamparo, el rencor, la vergüenza y el hambre, incluso el odio, su odio constante y
secreto al internado y a todo lo que había en él , y también al mundo exterior.
Sería probablemente la mirada de un desconocido, pero el inspector estaba seguro de que la
identificaría sin vacilación ni error en cuanto sus ojos se cruzaran con ella, aunque fuese una sola
vez, de lejos, desde el otro lado de una acera, tras los cristales de un bar.
TEXTO II
“Las manos limpias, las manos blandas de tanta humedad, las manos rojas deltrabajo y del frío, las
manos con dedos grandes, con uñas cuarteadas de filosásperos y córneos, las uñas siempre con un
borde negro, a pesar del jabón y del agua caliente, de los chorros de agua hirviente o helada bajo las
cuales se ahuecan y frotan las manos tan rojas, con una humedad de carne cruda, con una palidez de
manos enfermas que no se corresponde con su tamaño ni con la fuerza de acero de los dedos,
acostumbrados a apretar, a arrancar cosas, a clavarse como garfios en los escamosos vientres abiertos
para extraer en un solo movimiento rápido de vísceras: manos rápidas, expertas, eficaces y crueles,
manos que alzan cajas resbaladizas de humedad”
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