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DOUGLAS GORDON
Una entrevista de Graciela Taquini
para ADN suplemento cultural de LA NACION
Confieso que tenía un cierto prejuicio frente a una figura como Douglas Gordon, una
especie de estrella de rock del arte contemporáneo, un niño mimado en los últimos
quince años por curadores, museos y bienales. Que en la actualidad, en la mitad de su
carrera, circula por todo el mainstream. Sin embargo, Douglas reveló desde el principio
una profunda autenticidad. Sintió un cierto embarazo de estar presente en el recorrido
por su muestra el día de la inauguración, dejando que Klaus Biesenbach, su curador e
intérprete principal analizara su obra, le resultaba incómoda la situación de que
hablaran todo el tiempo de él. Muy relajado, con una copa de vino tinto mediante, se
mostró sencillo, para nada pedante, a pesar de que, de manera algo insólita,
comenzó a hablar en francés cuando la conversación se refirió al tema del cine.
“Soy hijo de una familia de clase obrera, pero no quiero usar esto como un pasaporte.
No quiero hacer nada que avergüence a mis padres o a mi hijo. Tengo una familia
fantástica. Me siento muy afortunado por la vida que tengo”. Douglas constantemente
menciona a su madre, una Testigo de Jehová, que ejerció una gran influencia y cuya
presencia es constante en su obra. De repente suena su celular, “Es mi mama”,
comenta sonriendo y haciéndonos reír. Verdad??? Mentira????
“Tuve una educación maravillosa en los cuatro años de la Escuela de Arte de
Glasgow, donde me formé sobre todo en el campo de la performance. Allí todo estaba
centrado en lo autobiográfico. En cambio mis estudios en Londres fueron muy teóricos,
sabía demasiado y eso no es bueno, debía detener eso, uno tiene que sentir más de lo
que sabe”.
Cuando obtuvo el premio Turner en 1996, se hizo hacer un autorretrato llamado
“Douglas Gordon como Kurt Cobain, Andy Warhol, Myra Hindley y Marilyn Monre”, un
curioso remix andrógino de estrellas mediáticas, que incluye una asesina serial que
mataba niños cuando su madre estaba por dar a luz. “Estaba en mi estudio y como
colecciono zapatos y pelucas me hice fotografiar con una peluca rubia, las
asociaciones vinieron después, no fue planeado. En realidad mis principales
referentes son Duchamp, Joseph Beyus, y Barnet Newman”. Comenta mientras me
muestra sus increíbles zapatos esterillados amarillos de punta muy fina.
El titulo de esta muestra Línea de Tiempo, cuya itinerancia esta auspiciada por el
MOMA, se refiere a dos cronologías de los últimos cuarenta años que aparecen en el
catalogo, pero que no se despliegan en el espacio expositivo. La primera es una línea
de tiempo biográfica de Gordon como persona y artista, la otra, es un collage
cronológico de imágenes, página por página, tanto de individuos como de eventos,
que han cumplido un papel memorable en el mundo mediático de los últimos cuarenta
años y que coinciden con su vida. “Lamentablemente”- dice Gordon- “abundan más las
catástrofes que la celebración de la vida”.
Su obra transita en una obsesión por el tiempo y por choque de opuestos; Bien y Mal,
Luz y Oscuridad, Grande Pequeño, Vida Muerte. Realidad Ficción. Usando una
metáfora circense, Douglas acota. “Un malabarista no puede trabajar con una sola
pelota, ni con dos, siempre tiene que haber un tercer elemento para que el juego
funcione. Una tercera cosa que descoloque, que cree duda, un intersticio”.
Tanto para el curador, como para el artista la muestra en el Malba tiene aciertos de
concepción de montaje superiores a la de NY, especialmente en la disposición de los
textos en la pared y en el diseño del doble recorrido que transforma la muestra en un
loop en la parte de arriba donde esta Psycho 24 horas.
Douglas Gordon realizo esta obra cuando era muy joven. En una pantalla del tamaño
de la pantalla de cine colocada sesgada se proyecta en anverso y reverso, en video,
la película Psicosis de Alfred Hitchcock ralentada a 24 horas. El titulo es solo un titulo,
no una orden, tampoco un castigo, insiste Douglas Gordon..
Resuenan los ecos de Duchamp, el ready made es en este caso una cinta de video
alquilada en cualquier video club y silenciada. La cita, la apropiación, la manipulación,
la deconstrucciòn, son partes de sus operaciones artísticas, además de trabajar en la
intersección de la percepción y la memoria de un film de culto, que cierta generación
solo vio por televisión. “Los cinéfilos me odian porque rompo con el suspenso
provocado por Hitchcock para lograr otro suspenso a travès de la insoportable lentitud
de los gestos de los actores”. Roto el ritual de la sala cinematográfica, el espectador
del Museo camina observando esas marionetas en escala gigantesca, mudas,
sintiendo únicamente la propia respiración, acota el curador.
De esa escala monumental pasamos a una sala oscura con monitores en el piso con
video performances de manos y una minuscula pantallita donde una mosca se está
muriendo en tiempo real y en tamaño real. Un dedo nos llama, en otro televisor una
acciòn con manos connota un acto sexual.. En la pared una orden, “cierra los ojos,
abre…” continua en la sala siguiente con el resto de la oraciòn “tu boca”, sembrando
dudas y ambigüedades. Boca, manos, ojos y en inmensas pantallas un elefante
amaestrado muere de mentira.
KB me confiesa que coincide conmigo que su pieza favorita es Entre la Oscuridad y la
luz que se exhibe en el Espacio Contemporáneo del Malba. Dos películas con su
sonido original se proyectan una de cada lado de la pantalla, el Exorcista (1973) y la
Cancion de Bernardette (1943). Dos films que presentan estereotipos de bien y mal
encarnados por dos adolescentes. Ambas películas no tienen la misma duracion y el
montaje es aleatorio y deberan pasar alrededor de quince dias para que se repita la
misma combinación. Douglas comenta que su madre no le habia dejado ver el
exorcista y que encontro casualmente en un estante el film de los años cuarenta que
no conocia. Azar en la elecciòn y en la ediciòn. Según el curador emerge una batalla
oscilatoria entre las imágenes donde no hay ganadores ni perdedores. Yo fui testigo
de la aparición de la Virgen y era altamente sugestivo, el bien en blanco y negro en el
centro de la habitación de la niña poseida por el demonio. En El Museo de Arte
Moderno se habia podido ver
Se sabe que la luz intensa destellante gatilla ataques epilépticos;
las escenas de Regan retorciéndose en la cama guardan
semejanza con los primeros estudios médicos de la histeria,
especialmente las fases catalépticas y espásticas. En las películas
médicas que Gordon utilizó para Hysterical [Histérico/a] (1994-95;
pp. 88-89), el paciente suele ser una mujer tratada por uno o dos
doctores. En The Exorcist, la adolescente poseída es cuidada por
varios doctores y luego por dos sacerdotes (es interesante que uno
de los sacerdotes es también psiquiatra, unificando de esta manera
las áreas de la fe y el conocimiento). La víctima “no-libre”, blanco de
fuerzas superiores o de compulsiones físicas o fisiológicas, no
puede diferenciar entre voces internas y exteriores; los doctores,
psicoanalistas y sacerdotes animan a estas almas perdidas a
expresarse libremente, pero por requerimiento de sus profesiones,
el sacramento de la confesión o la confidencialidad ente médico y
paciente, deben mantener en secreto lo divulgado.
En la argentina estuvo dos veces
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