Drogas psicodélicas: Barbitúricos

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Drogas psicodélicas, término utilizado durante la década de 1960 para referirse a las sustancias que producían
cambios en la percepción o en el humor. Véase también Barbitúricos; Cornezuelo del centeno; Alucinación;
Dietilamida del ácido lisérgico; Marihuana; Peyote; Psicofármacos; Estimulantes.
Barbitúrico, familia de fármacos derivados del ácido barbitúrico (C4H4N2O3) (combinación de urea y ácido
malónico) que producen depresión cerebral. Dependiendo de su dosis y formulación presentan un efecto
sedante (tranquilizante), hipnótico (inductor del sueño), anticonvulsivo, o anestésico. Los barbitúricos de
acción ultracorta, como el tiopental, se utilizan por vía intravenosa para inducir la anestesia quirúrgica. Los de
acción larga, como el fenobarbital, se emplean para prevenir las crisis epilépticas. Otros barbitúricos como el
secobarbital se utilizaron como ansiolíticos, fármacos que evitan los estados de ansiedad, hasta el desarrollo
de los tranquilizantes (benzodiacepinas). Todavía se usan para el tratamiento del insomnio, aunque las
benzodiacepinas son más aconsejables. A veces se utilizan como drogas de abuso, pues tanto por vía
intravenosa como por vía oral producen síntomas similares al alcohol (borrachera barbitúrica): desinhibición,
comportamiento rudo y violento, pérdida de coordinación muscular, depresión y sedación. Además, producen
dependencia física y adicción. La sobredosis puede causar shock, depresión respiratoria, coma o la muerte.
Alucinación, percepción falsa en alguna de las cinco modalidades sensoriales sin estímulos externos que la
provoquen, en la que se perciben objetos y/o seres inexistentes. Las alucinaciones son posibles en el estado
intermedio entre vigilia y sueño (alucinaciones hipnagógicas, que son absolutamente normales), o en el
transcurso de un delirio psicótico, delirium tremens, por una fatiga extrema, o bajo los efectos de la hipnosis.
En el delirio psicótico, las alucinaciones auditivas son las más frecuentes, mientras que las hipnagógicas, o las
propias del delirium tremens, suelen ser visuales. Las alucinaciones persistentes son características de la
esquizofrenia, en cuyos casos más típicos los pacientes oyen voces acusadoras o de mando a las que
reaccionan con pánico, con una obediencia servil, o con intentos inútiles de autoprotección e incluso de
suicidio. La alucinación es diferente de la ilusión, percepción falsa a partir de un estímulo existente, que se
puede provocar con la ingestión de drogas como la mescalina, la marihuana en grandes dosis, o la dietilamida
del ácido lisérgico (LSD). Tanto las ilusiones como las alucinaciones pueden ser producto de la
administración de alguna de las llamadas drogas psicotrópicas.[1]
Dietilamida del ácido lisérgico (LSD), fármaco alucinógeno potente, también llamado compuesto
psicodélico o psicofármaco, sintetizado por primera vez en Suiza en 1938 a partir del ácido lisérgico. El ácido
lisérgico es un componente del moho del cornezuelo del centeno, un hongo que crece sobre el grano del
centeno. Este fármaco produce cambios oníricos en el humor y el pensamiento, y altera la percepción del
tiempo y del espacio.
El LSD induce alteraciones transitorias del pensamiento, del tipo de una sensación de omnipotencia o un
estado de paranoia agudo. También se han descrito reacciones a largo plazo como psicosis persistente,
depresión prolongada, o alteración del juicio, aunque no se ha podido establecer si éstas son resultado directo
de su consumo. Respecto a sus efectos físicos, el LSD puede producir lesiones cromosómicas de las células de
la serie blanca de la sangre; sin embargo no existe una evidencia firme de que origine defectos genéticos en
los hijos de los consumidores.
El LSD no produce dependencia física. En la década de 1960 su empleo se extendió entre quienes buscaban
alterar e intensificar sus sentidos, alcanzar la integración con el universo, la naturaleza y ellos mismos, e
intensificar los lazos emocionales con los demás.
Este fármaco ha sido probado en el tratamiento del autismo infantil, el alcoholismo, y para acelerar la
psicoterapia, pero no se ha establecido ninguna indicación médica. Su empleo fuera de la medicina es ilegal
en la mayoría de los países del hemisferio occidental.[2]
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Marihuana, mezcla de hojas, tallos y flores de la planta del cáñamo, Cannabis sativa. Esta droga se fuma o
se mastica. El ingrediente psicoactivo de la marihuana, el tetrahidrocannabinol (THC), se concentra en el
centro de las flores. El hachís, un extracto de la resina de la planta, tiene una concentración de THC ocho
veces superior a la marihuana. Ésta crece en las regiones templadas, obteniéndose las mejores variedades en
las zonas secas, altas y calientes. El cultivo de la marihuana es ilegal en la mayoría de los países.[3]
Peyote, nombre común de una cactácea inerme con forma de nabo nativa de México y el suroeste de Estados
Unidos. La parte aérea, parecida a un hongo y de color grisáceo, contiene nueve alcaloides, entre ellos la
mescalina, que es el más activo. Para usar el cacto como droga, la parte aérea se consume seca, en infusión o
pulverizada y envasada en cápsulas. La mescalina de estos preparados altera la percepción y produce
alucinaciones caracterizadas por colores vivos, alteración del sentido del tiempo y, a veces, sensación de
ansiedad. Por lo que se sabe, no crea hábito, aunque el consumo de la droga impura o en grandes dosis puede
provocar efectos tóxicos, como náuseas y depresión respiratoria. Los indígenas del norte de México utilizan el
peyote en los ritos religiosos desde la época precolombina. La mescalina se ha utilizado en investigaciones
sobre la esquizofrenia y otras psicosis.
El peyote y la mescalina han sido objeto de abuso en años recientes. Véase Toxicomanía.
Las aréolas de este cactus acumulan mescalina; cuando se consumen desecadas, en infusión o pulverizadas en
cápsulas, la mescalina que contienen actúa como alucinógeno. Los indígenas americanos utilizan el peyote
desde la época prehispánica como parte de sus ritos religiosos, y atribuyen relevancia espiritual a las
alucinaciones que provoca.
Psicofármacos, sustancias químicas que alteran el comportamiento, el humor, la percepción o las funciones
mentales. Las diferentes culturas a lo largo de la historia han utilizado diversas sustancias con el objetivo de
cambiar el estado de consciencia. En la práctica médica actual, las sustancias psicoactivas conocidas como
psicofármacos se han desarrollado para tratar a los pacientes con trastornos mentales. Los psicofármacos
ejercen su acción modificando ciertos procesos bioquímicos o fisiológicos cerebrales. Los mensajes entre las
distintas células nerviosas (neuronas) se transmiten a través de estímulos eléctricos o químicos. Las neuronas
no entran en contacto directo entre sí; en las sinápsis (espacio entre las neuronas) el mensaje se transmite por
sustancias químicas denominadas neuroreguladores o neurotransmisores. La mayoría de los psicofármacos
actúan alterando el proceso de neurotransmisión. Otros, como las sales de litio, actúan modificando la
permeabilidad de la membrana neuronal. Existen seis categorías principales de psicofármacos dependiendo de
sus efectos psicológicos o sobre el comportamiento: hipnoticosedantes, analgésicos narcóticos, estimulantes
euforizantes, alucinógenos, alcohol y agentes psicotrópicos. El alcohol ha sido la sustancia psicoactiva más
utilizada. En la mayor parte de los países se trata de la única sustancia psicoactiva legalmente permitida sin
receta. Los consumidores buscan relajación y bienestar, pero la intoxicación etílica altera las funciones
mentales y motoras. La ingesta crónica de alcohol puede lesionar el hígado y las células cerebrales y produce
adicción (dando lugar al alcoholismo); su retirada brusca produce graves cuadros (síndromes) de abstinencia.
Los agentes hipnoticosedantes como los barbitúricos o el diazepam incluyen los depresores cerebrales como
los somníferos (pastillas para dormir), o los ansiolíticos (que producen relajación sin inducir sueño). La
utilización de los agentes hipnoticosedantes como relajantes, tranquilizantes o euforizantes fuera de la
prescripción médica es ilegal. La sobredosis puede conducir a la muerte. La mayoría producen adicción, y
algunos pueden producir un grave síndrome de abstinencia al interrumpir su ingesta. Los analgésicos
narcóticos (opiáceos como el opio, morfina o heroína) se utilizan como analgésicos. Debido a que el alivio del
dolor es uno de los objetivos principales de la práctica médica, los opiáceos han supuesto una gran ayuda en el
tratamiento de muchas situaciones. Los opiáceos producen dependencia física y adicción y su retirada produce
un síndrome de abstinencia. Los agentes estimulantes euforizantes como las anfetaminas pueden emplearse
para suprimir el apetito o en el tratamiento de los niños con síndrome de hiperactividad. En estos niños, las
anfetaminas tienen un efecto relajante paradójico y pueden mejorar la falta de concentración que se asocia a la
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hiperactividad. En medicina, se emplea un derivado de la cocaína como anestésico local. El uso ilegal de las
anfetaminas y la cocaína incluye su utilización como euforizantes, como estimulantes, para mejorar el
rendimiento físico o mental en situaciones como las competiciones atléticas o los exámenes universitarios, o
para prevenir el mareo. Los alucinógenos (fármacos psicodélicos) como el LSD dietilamida del ácido
lisérgico, la mescalina, el PCP fenciclidina no tienen hoy ningún uso médico. Su utilización ilegal tiene por
objetivo conseguir estados alterados de la conciencia. La marihuana es un alucinógeno débil de cierta utilidad
médica para eliminar las náuseas producidas por los tratamientos contra el cáncer; también reduce la presión
ocular en algunos casos graves de glaucoma. Los fármacos psicotrópicos se vienen empleando desde
comienzos de la década de 1950. Consiguen mejorar los síntomas de los pacientes esquizofrénicos,
permitiendo en muchos casos su reincorporación a la sociedad y la disminución del número de pacientes
esquizofrénicos ingresados en hospitales psiquiátricos. Los fármacos antidepresivos se dividen en dos grupos
principales: antidepresivos tricíclicos e inhibidores de la monoamino oxidasa (IMAO). Los dos mejoran, a
veces de forma espectacular, los síntomas de la depresión. Las sales de litio se emplean en el tratamiento de la
psicosis maníaco−depresiva y permiten reducir los episodios de euforia o depresión que sufren estos
enfermos.
Estimulante, cualquiera de las sustancias que producen excitación del sistema nervioso central, aumentan el
estado alerta y disminuyen la sensación de fatiga. La cafeína, la sustancia más aceptada y quizá la más
utilizada, es el estimulante más importante. La cocaína y las anfetaminas producen sensaciones de euforia más
intensas. Las anfetaminas, conocidas como píldoras adelgazantes, también disminuyen el apetito.
La cafeína se encuentra en la misma proporción en el café y el té (entre 100 y 150 mg por taza) y en el cacao y
bebidas de cola (unos 50 mg por taza). Aunque se trata de un estimulante muy suave, una sobredosis de
cafeína puede producir estimulación excesiva, palpitaciones e insomnio.
La cocaína, un polvo blanco derivado de las hojas de coca es inhalada o, fumada como crack, una forma más
concentrada, se utiliza como euforizante. Aunque no produce dependencia física, sí da lugar a dependencia
psicológica y produce adicción. Las anfetaminas son estimulantes sintéticos que tienen un efecto similar a la
adrenalina sobre el sistema nervioso central. Desde 1960 se ha producido un abuso de éstas, como drogas de
dispensación libre para suprimir el apetito. La fenilpropanolamina, un supresor del apetito, ha sido retirado del
mercado porque produce crisis de hipertensión.
Tráfico de drogas, delito consistente en facilitar o promocionar el consumo ilícito ajeno de determinadas
sustancias estupefacientes y adictivas que atentan contra la salud pública con fines lucrativos, aunque esta
definición puede variar según las distintas legislaciones penales de cada Estado.
Con el nombre de droga se designa en sentido genérico a toda sustancia mineral, vegetal o animal que se
utiliza en la industria o en la medicina y que posee efectos estimulantes, depresores o narcóticos o, como
establece la Organización Mundial de la Salud (OMS), a cualquier sustancia que, introducida en un organismo
vivo, puede modificar una o varias de sus funciones. A efectos penales, el concepto de droga (a pesar de las
diferentes formas de actuación en el organismo) engloba también las sustancias estupefacientes y
psicotrópicas, naturales o sintéticas, cuyo consumo reiterado provoca la dependencia física u orgánica, así
como el deseo irrefrenable de seguir consumiéndolas en mayores dosis a fin de evitar el síndrome de
abstinencia. La OMS menciona entre los estupefacientes el Cannabis y sus resinas, las hojas de coca y
cocaína, heroína, metadona, morfina, opio y codeína; y como psicotrópicos, los barbitúricos, las anfetaminas y
los ampliadores de la conciencia, como el ácido lisérgico, la mescalina o la psilocibina.
Por tráfico de drogas se entiende no sólo cualquier acto aislado de transmisión del producto estupefaciente,
sino también el transporte e incluso toda tenencia que, aun no implicando transmisión, suponga una cantidad
que exceda de forma considerable las necesidades del propio consumo, ya que entonces se entiende que la
tenencia tiene como finalidad promover, favorecer o facilitar el consumo ilícito (entendiéndose como ilícito
todo consumo ajeno). En algunas legislaciones se considera delito solamente el tráfico, pero no la tenencia de
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drogas en cantidades reducidas a las necesidades personales del consumidor, mientras que otras tipifican
como conductas delictivas tanto el tráfico como la tenencia. Unas y otras legislaciones han de integrarse en los
convenios internacionales y, en concreto, en la Convención de las Naciones Unidas sobre el tráfico ilícito de
estupefacientes y sustancias psicotrópicas, suscrito el 20 de diciembre de 1988 en Viena.
Droga, sustancia con efectos sobre el sistema nervioso central (psicotropa) que crea adicción, taquifilaxia y
cuadros de abstinencia (véase Toxicomanía).
El término ha perdido sus antiguos significados de sustancia química (droguería), de fármaco (sustancia
química con actividad terapéutica) y de psicotropo (sustancia con actividad farmacológica en el sistema
nervioso central).
Los efectos psicotropos de las drogas son complejos y multiformes, variables según los estímulos
ambientales. Pueden clasificarse en euforizantes y excitantes (cocaína, anfetaminas, alcohol en su primera
fase, nicotina en su segunda fase), relajantes, sedantes y depresores (opiáceos heroína, morfina,
benzodiacepinas ansiolíticos, relajantes musculares e hipnóticos, alcohol en su segunda fase, nicotina en su
primera fase, barbitúricos, Cannabis marihuana, inhalantes), y alucinógenos (LSD, peyote, fenciclidina).
Adicción es la necesidad imperiosa de consumir droga regularmente (no ser capaz de moderar el consumo o
suprimirlo). Viene determinada por fenómenos psíquicos y físicos.
Taquifilaxia es la necesidad de consumir dosis cada vez mayores para conseguir los mismos efectos. La
presentan muchos fármacos porque el organismo potencia sus mecanismos de degradación de la sustancia,
pero a las drogas se añade un fenómeno de `tolerancia' psicológica.
Los cuadros de abstinencia siempre son psicológicos y, en el caso de algunas drogas, son además síndromes
físicos que pueden resultar mortales (véase Alcoholismo). Pueden controlarse con medidas terapéuticas
sintomáticas o substitutivas (sustancias menos nocivas, de efectos parecidos, que se retiran progresivamente).
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