Unidad1-Elproblemadelmetodo

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Curso -Taller de Metodología
“Saber Hacer en la Catequesis 1 – El Encuentro de Catequesis”
Unidad 1 – Fundamentos de Metodología
Hacia la catequesis en acto
El problema del método
1. EL PROBLEMA DEL «MÉTODO» EN CATEQUESIS
No se trata sólo de saber qué métodos conviene utilizar, sino ante todo de
esclarecer el significado mismo de la perspectiva metodológica y su función en el
conjunto del proceso catequético, sobre todo en relación con el contenido. No faltan al
respecto algunas cuestiones que merecen atención.
La trivialización del problema del método
Según una cierta mentalidad, bastante extendida, tiene poca importancia el
método con respecto al contenido. Se piensa que, en definitiva, lo que realmente
interesa en la catequesis es el mensaje a transmitir, mientras que los aspectos
metodológicos (programación, articulación de los contenidos, lenguaje a utilizar,
técnicas, subsidios, materiales, etc.) son cosas muy secundarias, poco importantes, en
el fondo problemas solamente «prácticos».
Este modo de pensar repercute lógicamente en la formación de los catequistas y
agentes pastorales. Lo que interesa —se piensa— es una buena formación teológica,
que asegure la transmisión fiel de los contenidos; los problemas metodológicos, de
importancia secundaria, pueden ser solventados con algunas aportaciones
complementarias o simplemente con un poco de experiencia y buena voluntad. Y lo
mismo se diga de la proyectación de la catequesis o de la preparación de catecismos y
documentos catequéticos, confiados generalmente a teólogos o biblistas.
Consecuencia normal de esta postura son el empirismo y la improvisación con que se
encaran a menudo los problemas del método en la catequesis.
La contraposición contenido-método
«Se cae con facilidad en el dualismo "contenido-método", con reduccionismos
en uno u otro sentido» (DGC 30).
El tema de la relación entre contenido y método aflora continuamente en la
historia de la catequesis. Con frecuencia se ve el campo dividido entre defensores del
contenido y promotores de la importancia del método, una polarización que refleja
muchas veces la división entre teólogos y catequetas, entre dogmáticos y pedagogos,
entre cúpula y base eclesial. Los primeros, sobre todo teólogos y pastores, insisten en
la primacía del contenido y en las exigencias de integridad del mensaje a transmitir, y
reprochan a los segundos, catequetas y pedagogos, el dar demasiada importancia a los
aspectos metodológicos de la catequesis, comprometiendo incluso su identidad y la
fidelidad al mensaje.
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Se invoca a veces el conocido principio de la «fidelidad a Dios y fidelidad al
hombre»1 aplicándolo al método, como si éste, expresión de la «fidelidad al hombre»,
pusiera en peligro la debida «fidelidad a Dios». Se ve en la preocupación
metodológica (o «pedagógico-antropológica») un riesgo contra la integridad y
ortodoxia del mensaje. Recuérdese, por ejemplo, la tajante acusación de J. Ratzinger a
propósito del movimiento catequético posconciliar:
«Fue una falta inicial y grave suprimir el catecismo y declarar
"superado" el mismo género del catecismo. [...] ¿Qué se escondía tras esta
decisión errónea, precipitada y universal? Sus razones son varias y apenas
examinadas hasta el presente. Habrá que relacionarlo con la evolución
general de la enseñanza y de la pedagogía que se caracteriza por un
hipertrofia del método a expensas del contenido de las diversas
disciplinas. Los métodos se constituyen criterios del contenido y no son ya
su vehículo» (J. Ratzinger, «Transmisión de a fe y fuentes de la fe»,
Actualidad catequética (1983), 1127113, 399.
El énfasis en la «originalidad» del método catequético
A veces se insiste de tal manera en la originalidad del método catequístico —
invocando la «pedagogía de Dios» o «pedagogía divina»— que resulta prácticamente
imposible cualquier intento de discurso racional o científico. El carácter sobrenatural
de la fe parece excluir de hecho todo recurso o aplicación de los criterios pedagógicos
profanos.
Otras veces se pondera el carácter de «arte», contrapuesto a la «ciencia», de la
competencia catequética, subestimando el esfuerzo de preparación metodológica de
los agentes de catequesis. La historia de la catequesis en el siglo xx ha
tenido más de una ocasión de ver, incluso de forma clamorosa, la explosión de
tensiones y polémicas con respecto a nuestro tema.
2. LA DIMENSIÓN METODOLÓGICA EN EL CENTRO DE LA
CATEQUESIS
Toda esto invita a un esclarecimiento de la dimensión metodológica de la tarea
catequética, es decir, del significado y función misma del método en la proyectación
de la catequesis. Interesa dejar constancia de la importancia de tal dimensión en la
competencia catequética y sus consecuencias en la formación de los catequistas y
agentes pastorales.
2.1. Hacia un esclarecimiento del concepto de «método» catequético
Conviene precisar ante todo qué se entiende por método en catequesis. De
hecho, el término es usado a menudo con significados muy dispares, provocando no
pocas confusiones. Se pueden distinguir al menos cuatro significados, presentes de
ordinario en la acción catequética:
a) Método como itinerario global de proyectación y realización de la catequesis,
según la secuencia proverbial de los momentos: cognoscitivo, interpretativo,
proyectativo, programático, operativo y valorativo. Así entendido, el método incluye
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en sí todos los elementos y aspectos del proceso catequético, incluidos también los
contenidos a transmitir.
b) Método como modelo global catequético, entendido como sistema
estructurado de factores personales, contenutísticos, operativos y estructurales
dinámicamente organizados con vistas a la consecución de determinadas finalidades
catequéticas. Por ejemplo: el método del catecumenado, el método de la catequesis
familiar latinoamericana, etc. También en esta acepción, el método incluye en sí lo
referente al contenido.
c) Método como secuencia de intervenciones operativas dentro de un proyecto
de catequesis, en función de determinados objetivos y contenidos. Por ejemplo: el
«método de Munich» o de los grados formales; el método de la «revisión de vie» (ver,
juzgar, actuar); etc.
d) Método como uso de determinadas técnicas o instrumentos en la
comunicación catequética. En este sentido se habla del «método», por ejemplo, de la
dinámica de grupo, del fotolenguaje, del estudio de textos, del montaje audiovisual, y
otros semejantes.
Si excluimos la última acepción (d), parcial e impropia, parece legítimo hablar
de «método» en las otras tres. En la tercera (c), el método se distingue de los
contenidos y objetivos de la acción catequética, mientras que en los significados
primero (a) y segundo (b) resulta imposible distinguir u oponer el método al
contenido, dado que éste queda necesariamente incluido en aquél.
2.2. Carácter «metodológico» del discurso catequético
Es fácil advertir que el discurso catequético debe ser esencialmente
praxeológico, y por tanto metodológico. La catequesis, en efecto, se cualifica ante
todo como acción, y concretamente del tipo: educación, comunicación, enseñanza,
iniciación. En cuanto tal, su ejercicio supone un proceso pedagógico, didáctico,
mistagógico, centrado en la perspectiva metodológica, es decir, en la consideración de
cómo organizar y llevar a cabo los distintos factores para que la acción catequética
venga realizada y obtenga sus objetivos:
«Se trata en la catequética de no separar el estudio del objeto de la fe
("fides quae creditur") de la consideración de sus condiciones de
enunciación, transmisión y apropiación ("fides qua creditur") en el campo
de la comunicación humana, y por lo tanto de la búsqueda del mejor
"savoir faire" comunicativo para asegurar la comunicación de la fe en una
determinada cultura. Así, dice Jacques Audinet a este propósito, "es la
articulación del saber y del saber-hacer lo que nos parece constituir la
originalidad de la reflexión catequética"» (A. Fossion, La catéchèse dans
le champ de la comunication. Ses enjeux pour l´inculturation de la foi,
Paris, Cerf 1990, 492).
Componente esencial de la catequesis es ciertamente la fiel transmisión de los
contenidos de la fe, pero esta exigencia no debe quedar aislada en el proceso
catequético global, mucho más complejo. De ahí que la disciplina «catequética»,
reflexión sistemática y científica sobre la acción catequética, deba asumir el carácter
de aproximación propiamente metodológica.
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2.3. Hacia la superación de la tensión «contenido-método»
«El principio de la "fidelidad a Dios y fidelidad al hombre" lleva a evitar toda
contraposición, separación artificial o presunta neutralidad entre método y contenido,
afirmando más bien su necesaria correlación e interacción» (DGC 149).
Ya la distinción entre los distintos significados de «método» en catequesis nos
hace ver la necesaria interrelación existente entre contenido y método en la acción
catequética. Más aún: hemos visto que con frecuencia el «método» incluye también el
contenido. Una seria reflexión sobre la identidad y tareas de la catequesis permite
superar toda artificial contraposición entre método y contenido. La catequesis, como
hemos visto, puede ser definida como «comunicación experiencial significativa», y en
cuanto tal tiene como «contenido» la rica y compleja experiencia cristiana encarnada
en personas concretas, en el aquí y ahora de las situaciones. Y sabemos que la palabra
de Dios, objeto de la comunicación catequética, no se da en estado puro, sino siempre
encarnada en una historia y en una cultura. En este sentido, el lenguaje y las demás
mediaciones de la comunicación no se reducen a revestimiento exterior de un
contenido preexistente: son por el contrario elementos constitutivos de la misma
comunicación. Se debe decir que, en la catequesis, el método pertenence también al
contenido, y que el contenido es parte también del método. De ahí que no sea posible
desligar el problema metodológico de la preocupación contenutística.
«Un buen método de catequesis es garantía de fidelidad al contenido» (DGC
149). Si alguna vez resulta comprometido o adulterado el contenido de la catequesis,
esto no depende de la importancia dada al método, sino del mal planteamiento del
problema metodológico.
2.4. «Pedagogía divina» y catequesis
En catequesis se invoca con frecuencia la primacía de la pedagogía de la fe (CT
58), o de la pedagogía «de Dios» (DGC 143), destacando su originalidad y
transcendencia:
«Cuando se habla de pedagogía de la fe, no se trata de transmitir un
saber humano, aun el más elevado; se trata de comunicar en su integridad
la Revelación de Dios. Ahora bien, Dios mismo, a lo largo de toda la
historia sagrada y principalmente en el Evangelio, se sirvió de una
pedagogía que debe seguir siendo el modelo de la pedagogía de la fe. En
catequesis, una técnica tiene valor en la medida en que se pone al servicio
de la fe que se ha de transmitir y educar, en caso contrario, no vale» (CT
58).
Esta «pedagogía divina» presenta algunos rasgos típicos: la encarnación, la
progresividad, la adaptación a las personas, la centralidad de Cristo, la primacía de la
relación interpersonal, la pedagogía de los signos, etc. Pero nótese que sólo por
analogía es posible hablar de «pedagogía de Dios», dentro de la historia de la
salvación, pues carece de sentido pensar en métodos catequéticos revelados. Si existe
una «pedagogía original de la fe» (DGC 144), esto no elimina el significado de la
mediación humana ni permite ignorar las pautas metodológicas de las ciencias de la
educación. La mediación pedagógica sigue siendo fundamental, aunque tenga que ser
repensada en las coordenadas específicas del acto catequético:
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«La metodología de la catequesis tiene por objeto unitario la
educación de la fe; se sirve de las ciencias pedagógicas y de la
comunicación aplicadas a la catequesis; tiene en cuenta las muchas y
notables adquisiciones de la catequética contemporánea». (DGC 148)
Catequesis Evangelizadora, Manual de Catequética Fundamental. Emilio
Alberich, pág. 257-262. Editorial CCS (Madrid), 2003.
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