Corrupción: la plata y algo (mucho) más

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Corrupción: mucho más que $$
El robo del dinero del pueblo
En general, cuando se habla de corrupción la primera imagen que viene a la mente es la
de dinero que no llega en su totalidad al destino previsto o es usado para que otras
personas modifiquen sus decisiones. En el primer caso, podría ser una partida
presupuestaria asignada a refacciones en una escuela o un hospital que termina repartido
entre la obra misma –muchas veces dejada incompleta o mal realizada– y personas de
distintos niveles de decisión del sector. En el segundo, un funcionario o un empresario
privado que reciben un sobre discreto para que digan o hagan algo distinto a lo que
tendrían que decir o hacer. Es este aspecto de la corrupción lo que nos lleva a ocupar el
puesto 105 en el Índice de Percepción de la Corrupción de Transparency International
2007, con un puntaje de 2,9 (10 = altamente transparente; 0 = altamente corrupto).1
Pero hay más, y en formas que son difícilmente cuantificables, aunque sospecho que
tienen una influencia aún mayor que el dinero. Veamos algunas de estas formas.
El robo del tiempo y la energía de los funcionarios
Recordando los nombres tan sugestivos usados por el inolvidable Tato Bores,
imaginemos cómo empieza su día José Cometa (o María Retorno, para evitar la
acusación de discriminación de género). ¿Qué será lo primero que piensa al levantarse,
y lo último al acostarse? ¿Los problemas de los ciudadanos que están sin agua o
atención médica o cómo está el megaproyecto de la autopista para ir del aeropuerto a los
distintos shoppings para no perder tiempo y viajar más seguro? ¿Cómo ordenará su
tiempo cuando llega a su despacho, cuáles serán las primeras llamadas, las entrevistas
prioritarias, las que le llevarán la mayor parte del tiempo? Si quiere una ayuda para
ejercicio de la imaginación, trate de recorrer con su mente el típico día del funcionario
que sospeche de corrupción (hay bastantes), ¡pero no se encariñe con el personaje!
El robo de la idoneidad de los funcionarios
Tal vez antes de pensar en los mejores recursos de los funcionarios sea necesario pensar
en la designación misma de estos funcionarios. Es decir, ¿qué valores y antecedentes se
privilegian a la hora de designar a una persona para un cargo? ¿Se busca adecuar las
condiciones de los candidatos al puesto, como lo haría cualquier empresa privada que
busca la mayor eficiencia, o se buscará llenar los miles de cargos públicos a nivel
nacional, provincial y municipal con amigos, familiares y personas que aseguren que no
se cortará la red de corrupción que va dejando sus cuotas proporcionales en la cadena
jerárquica? Si buscamos la palabra “idóneo” en el diccionario nos devuelve la
definición: “Adecuado y apropiado para algo”. ¿Qué es ese “algo” a la hora de la
designación? ¿Poder servir al pueblo que los eligió de la mejor forma o servirse a sí
mismos y a la maquinaria de retornos que los colocó en ese puesto?
1
http://www.transparency.org/policy_research/surveys_indices/cpi/2007
1
El robo del los proyectos del pueblo
Sin cifras o estudios a la mano, se me ocurre intuitivamente que es aquí donde más
pierde el pueblo con el cáncer de la corrupción. ¿Cuáles son los proyectos prioritarios
que se manejarán en todos los niveles de la Argentina, desde el Presupuesto Nacional a
la cooperadora de la escuela de nuestros hijos? ¿Qué ocupará el tiempo y la mente de
los legisladores, los funcionarios, los periodistas y aún de los ciudadanos comunes?
¿Quién dirá que es más importante priorizar la alimentación, educación, salud, vivienda
y dignidad humana de los más débiles a la acumulación de beneficios de quienes más
tienen? En vez de planificar el país en términos del bien común, con planes a mediano y
largo plazo, el sistema de corrupción obliga a actuar en función de sus propios intereses,
con planes a corto plazo, que llegan hasta las próximas elecciones, buscando la
reelección para seguir robando. En definitiva, ¿quién fija la agenda? ¡Qué
responsabilidad tienen también los medios en informar al pueblo acerca de todo lo que
está realmente pasando para poder controlar si se están fijando las prioridades
correctamente!
El robo de los votos del pueblo
¿Dónde colocar este robo, que tiene que ver con la fuente misma del poder que otorga el
sistema democrático? Cuando todo el mundo conoce los múltiples mecanismos
fraudulentos que se implementan en cada una de las elecciones, especialmente en los
distintos feudos manejados por los “aparatos” municipales en todo el país, ¿qué valor
tiene decir que la presidenta ganó por un 44,90% y la primera oposición sacó un
22,96%, cuando gran parte de los votos ganadores fueron aportados por los aparatos
municipales que usan los recursos económicos y los empleados públicos a favor de sus
candidatos y la Coalición Cívica habla de no menos de un millón de votos perdidos por
el robo de boletas? Sin discutir la legitimidad de la victoria del partido gobernante, sí
podemos cuestionar si la distribución de poder a nivel legislativo y comunal se condice
con la auténtica voluntad del pueblo. Tal vez el verdadero porcentaje del gobierno, si las
elecciones hubieran sido transparentes, estaría alrededor del 40% y la Coalición Cívica
tendría un 28%. No es lo mismo. ¿Cuántos legisladores nacionales y provinciales y
concejales hubieran cambiado de partido con estas cifras más acordes con la voluntad
popular?
El robo de los valores del pueblo
Si bien la asociación habitual de la corrupción es con el signo $, creo, como muchos,
que el daño mayor de este flagelo social está no en el bolsillo del pueblo sino en su
alma. ¿Cuánto del crimen, la desesperanza y la desesperación que padecemos a diario se
debe al hecho de ver cómo se enriquecen escandalosa y descaradamente los
funcionarios y sus amigos a pesar y a costa de la gran mayoría de la población que sólo
piensa en trabajar honestamente? ¿Cómo nos afecta en nuestra identidad nacional y
nuestra proyección internacional ser considerado como un país corrupto? Es decir,
¿somos un país corrupto o somos un país de una mayoría de personas honestas que
hemos dejado que la minoría de corruptos nos gobiernen y se lleven nuestro dinero y
nuestras esperanzas? Tal vez sea hora de decir un enfático “¡No!” al estereotipo de
ciudadano, empresario, funcionario y político al que nos hemos acostumbrado y en el
que nos ha encasillado el mundo para reemplazarlos por personas más acordes con la
mayoría de la población y un nuevo país del que podamos sentirnos orgullosos.
2
La corrupción y la honestidad no tienen ideología
Cuando la Dra. Carrió dice que el conflicto hoy no es de derechas o de izquierdas, sino
preideológico -“dejar de robar, mentir y votar en contra de los pobres”-, está hablando
de esta corrupción estructural e instalada en nuestra sociedad que nos impide salir
adelante por más que nos esforcemos. Es prioritario e imprescindible quitar este
obstáculo para entonces poder enfrentar los problemas del país en el disenso sano y
productivo de la verdadera democracia, de quienes quieren servir al pueblo que lo eligió
y no a sus propios intereses y los de sus familiares y amigos. El tema de la corrupción,
sugestivamente ignorado por el gobierno y tan poco mencionado por los demás
opositores, no es simplemente un “costo” necesario o inevitable para que se hagan las
cosas (“roban pero hacen”, “robo para la corona”), sino un verdadero cáncer que avanza
distorsionando todo el tejido social, quitándole fuerza y salud hasta que termina vencido
por una enfermedad terminal. Todavía estamos a tiempo de erradicarlo y reemplazarlo
por tejido sano, para empezar a caminar hacia el destino que nos merecemos los
honestos y trabajadores y nos quieren arrebatar los corruptos y parásitos.
Alejandro Field – ARI San Isidro
Mayo de 2008
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