ABADÍA MONT SAINT MICHEL

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ABADÍA MONT SAINT MICHEL
El Monte San Miguel es una pequeña isla situada en la Alta Normandía
(Francia), donde se levanta una asombrosa ciudadela medieval que conserva
el mismo aspecto que hace siglos. Sobre ésta se construyó una
impresionante abadía, donde conviven el románico y el gótico en perfecta
armonía. Es uno de los lugares más visitados de la costa normanda, una de las
maravillas de Occidente y la más bella de las abadías de Francia. Cabe señalar
que es el monumento religioso más visitado de Francia, tan sólo por detrás
de Notre Dame de París y del Sagrado Corazón.
Teniendo en cuenta la forma piramidal del Monte, los contratistas de la Edad
Media dispusieron los edificios en torno al peñasco granítico. La iglesia abacial,
situada en la cima, reposa sobre criptas que crean una plataforma capaz de
soportar el peso de una iglesia de 80 metros de largo. El edificio de la
Maravilla, frecuentemente evocado como florón de la arquitectura de la abadía,
es el testimonio de la maestría arquitectónica de los constructores del siglo XIII
que lograron apoyar sobre la pendiente del peñasco dos cuerpos de edificios
de tres pisos. Disposiciones técnicas precisas permitieron esta realización.
En la planta baja, el estrecho colateral de la bodega sirve de apuntalamiento. A
continuación, se superponen los soportes de los dos primeros niveles del
edificio occidental. Finalmente, las estructuras son cada vez más ligeras a
medida que se avanza hacia la cima. En el exterior, el edificio se sostiene por
potentes contrafuertes. Los grandes principios de la vida monástica
influenciaron también la organización y la arquitectura de los edificios. La regla
de San Benito, a la que estaban sometidos los monjes del Monte, preveía que
pudieran dedicar su jornada a la oración y al trabajo. Las salas fueron
dispuestas en torno a estas dos actividades respetando el principio de la
clausura, es decir el espacio reservado a los monjes. De este modo, fieles a
este principio, las salas destinadas a recibir a los laicos se instalaron en la
planta baja y primer piso de la Maravilla. Así pues, dos grandes imperativos
prevalecieron durante la construcción de la Abadía del Monte Saint Michel: las
exigencias de la vida monástica y las dificultades topográficas.
El monte alberga una abadía de estilo gótico con el mismo nombre,
dedicada al arcángel San Miguel y asentada sobre un islote de granito. Como
causa de un fenómeno geológico, las tierras de alrededor se hundieron
aislando el monte de las aguas del mar.
Inicialmente construida la abadía a finales del siglo IX, en el islote en que
se han hallado asentamientos celtas, fue bien apoyada por la nobleza dando
lugar a un importante monasterio de estilo románico normando, construido en
vertical en torno al promontorio y pronto asolado, en cuanto a románico, por el
gótico flamígero que hoy define la basílica.
Está considerada desde 1979 Patrimonio Mundial de la UNESCO por su
emplazamiento geográfico, por la riqueza de su historia y la belleza de su
arquitectura.
Los orígenes de la abadía actual deben situarse en torno a los siglos VIII o IX.
Según la leyenda, en el año 708 el arcángel San Miguel se apareció a San
Auberto, un obispo de Avranches, pidiéndole que eligiera en su honor un
santuario. Un año más tarde la abadía San Miguel fue inaugurada, y desde
entonces y hasta nuestros días el circular de peregrinos ha sido incesante.
El santuario ha sido reconstruido en diversas ocasiones, la última tras un
incendio el siglo XIII. En la actualidad el monasterio está dedicado y preparado
convenientemente para recibir turistas y peregrinos.
Las mareas espectaculares de la bahía contribuyeron mucho a hacer del monte
una fortaleza inexpugnable. Durante siglos únicamente era accesible por vía
terrestre en los momentos de marea baja, y por vía marítima.
El culto de San Miguel
El culto de San Miguel, jefe de la milicia celeste, tiene una gran
importancia en la sensibilidad religiosa medieval. En el Nuevo Testamento, San
Miguel aparece en el libro del Apocalipsis: combate y vence a un dragón,
símbolo del demonio. Para el hombre medieval que vivió a la espera y con el
temor del más allá, San Miguel es quien conduce a los muertos y examina las
almas en el día del juicio final. Ampliamente extendido en Oriente desde el siglo
IV, el culto a San Miguel no apareció en Occidente hasta finales del siglo V con
la elevación de un primer santuario en el Monte Gargano (Italia) en el año 492.
Hacia el año mil, las iglesias y capillas dedicadas al Santo se multiplicaron en
toda Europa, con frecuencia en lo alto de colinas o de promontorios. Tras la
guerra de los Cien Años, la devoción a San Miguel tomó una dimensión
particular por el hecho de la resistencia del Monte a los ingleses. Finalmente,
este culto conoció un nuevo desarrollo con la Contrarreforma: sólo el ángel
militar, a los ojos de la Iglesia, podía asegurar la lucha contra la herejía
protestante. En la iconografía cristiana, San Miguel está representado a
menudo con una espada y una balanza. Las tradiciones y cultos populares han
hecho de San Miguel el patrón de los caballeros y de todos los gremios de
oficios asociados a las armas y a las balanzas. La estatua que remata el
campanario tiene los atributos tradicionales del arcángel. Fue realizada en
1897 por el escultor Emmanuel Frémiet a petición del arquitecto Víctor
Petitgrand que deseaba coronar la nueva aguja de 32 metros. Esta estatua fue
restaurada en 1987.
El monte se convirtió rápidamente en un lugar importante de
peregrinaje. En el siglo X, los benedictinos se instalaron en la abadía mientras
que más abajo se desarrollaba un pueblo. En el siglo XIV se extendió hasta el
pie del peñasco.
Mont-Saint-Michel es también un ejemplo de arquitectura militar. Sus murallas
y fortificaciones resistieron a todos los ataques ingleses e hicieron del Monte un
lugar simbólico de la identidad nacional. Tras la disolución de la comunidad
religiosa durante la Revolución y hasta 1863, la abadía fue utilizada como
prisión. Convertida en monumento histórico en 1874, fue objeto de grandes
restauraciones. Desde entonces las obras fueron ininterrumpidas en la totalidad
del lugar. Permiten a los visitantes volver a encontrar el esplendor de la abadía
que los hombres de la Edad Media veían como una representación de la
Jerusalén celeste sobre la tierra, imagen del Paraíso.
CONSTRUCCIÓN Y RECONSTRUCCIONES
Tras atravesar la sala de los Guardias entrada fortificada de la abadía, el
visitante sube la escalera del Grand Degré (2) hasta la terraza del SautGaultier. Se camina entre la iglesia, a la derecha, y los edificios abaciales, a la
izquierda, unidos por pasajes suspendidos. Estos edificios, construidos entre
los siglos XIV y XVI fueron la residencia señorial de los abades. La terraza del
oeste (3) está constituida por el atrio primitivo de la iglesia abacial y por los tres
primeros tramos de la nave destruidos en el siglo XVIII tras un incendio. La
fachada clásica fue reconstruida en 1780.
Desde allí, se aprecia una vista general sobre la bahía, desde el
peñasco de Cancale, al oeste y en Bretaña, hasta los acantilados normandos al
este. También se pueden divisar dos macizos graníticos, el Mont-Dol al
sudoeste en las tierras y el islote de Tombelaine al norte. A lo ancho, se
distingue el archipiélago de las islas Chausey de donde procede el granito que
permitió construir la abadía. Finalmente, la terraza ofrece un punto de mira
único sobre la aguja neogótica del campanario erigida en 1897 y rematada por
la estatua de cobre dorado de San Miguel. Construida en las primeras décadas
del año mil, la iglesia abacial (4) fue instalada en la cima del peñasco, a
ochenta metros sobre el mar, sobre una plataforma de ochenta metros de
largo. La nave presenta una elevación a tres niveles: arcadas, tribunas y
ventanas altas.
La estructura de la nave está cubierta por una bóveda revestida.
El coro románico, derrumbado en 1421, fue reconstruido tras la guerra de los
Cien Años en estilo gótico flamígero. La visita continúa por el claustro (5). Esta
galería que permitía circular entre los diferentes edificios, era un lugar de
oración y de meditación. Durante las fiestas religiosas, se desarrollaban en ella
las procesiones. El claustro está situado en la cima de un edificio que se
denomina la Maravilla construido a principios del siglo XIII. Permite el acceso al
refectorio, a la cocina, a la iglesia, al dormitorio, al archivo de cartas y a
diferentes escaleras. Al oeste, el hueco central que da al mar, debía haber
dado acceso a una sala capitular nunca construida. Las galerías del claustro
fueron labradas para aligerar el peso. Una doble fila de columnitas ligeramente
desfasadas, dibuja perspectivas cambiantes sin cesar. En el refectorio (6), los
monjes tomaban su comida en silencio, mientras que uno de ellos, desde la
cátedra de la pared sur, hacía la lectura. Las paredes laterales de esta sala
están abiertas con estrechas ventanas invisibles desde la entrada. Por una
escalera se accede a la sala de los Huéspedes (7) que se encuentra
exactamente bajo el refectorio. Estaba destinada a recibir a reyes y nobles.
La visita continúa accediendo a la cripta de gruesos pilares (8). La cripta fue
elevada a mediados del siglo XV para sostener el coro gótico de la iglesia
abacial.
Se llega a la cripta de San Martín (9), elevada tras el año mil para servir
de cimiento al brazo sur del crucero de la iglesia abacial. Esta cripta presenta
una bóveda de un alcance impresionante de nueve metros. Desde la cripta de
San Martín, se accede por un pequeño pasaje a la enorme rueda que ocupa el
antiguo osario de los monjes (10). Fue instalada hacia el año 1820 para subir
los alimentos de los presos encerrados en la abacial transformada en prisión.
Es una réplica de las ruedas utilizadas en la Edad Media para las obras de
construcción. La capilla de San Esteban (11) está situada entre la enfermería
que se derrumbó a principios del siglo XIX y el osario de los monjes. Servía
naturalmente de capilla de los muertos. Se toma después la escalera norte-sur
(12) situada bajo la terraza del oeste. Es el gran eje de circulación del
monasterio románico. Da al paseo cubierto (13) larga sala con doble nave. Sus
arquitectos pensaron montar sus bóvedas sobre arcos cruceros: esta
innovación anunciaba el nacimiento del arte gótico a principios del siglo XII. Se
encuentra la Maravilla entrando en la sala de los Caballeros (14). Construida
para sustentar el claustro, era la sala de trabajo y de estudio de los monjes. Su
obra intelectual ha llegado hasta nosotros: los manuscritos de la abadía se
conservan en Avranches. Finaliza la visita de la Maravilla por la capellanía (15)
establecida en el primer nivel bajo la sala de los Huéspedes. Era en este lugar
donde los monjes acogían a los pobres y a los peregrinos de cualquier
condición.
EN LA ACTUALIDAD
Para que este tesoro de la Humanidad continúe siendo un monumento
preservado para las generaciones futuras, Europa, el Estado francés y las
administraciones de Normandía y Bretaña han decidido actuar de forma
concertada. El restablecimiento del carácter marítimo del Monte Saint-Michel es
una operación que tiene una vocación de sostenibilidad. Los estudios se
iniciaron en 1995 y las obras en 2005, y está prevista su finalización en 2015.
Forma parte de una gran ambición: restaurar en profundidad el paisaje que
sirve de entorno a uno de los lugares destacados de la Humanidad y renovar
el acceso al lugar, dentro del espíritu de las travesías, para preservar la
integridad del monumento para las generaciones futuras.
El proyecto de recuperar el carácter marítimo del Mont-Saint-Michel revaloriza
la travesía entre el continente y el Monte. Un recorrido totalmente renovado
hace posible que se vayan relacionando los paisajes atravesados. Este nuevo
enfoque es digno de este lugar que es patrimonio mundial y de su
representación simbólica.
La exploración de este lugar empezará en el aparcamiento, colocado detrás del
Mont, a 2,5 Km, en el continente. Se han plantado 45.000 árboles y arbustos y
dispone de más de 4.000 plazas de aparcamiento que se funden con el paisaje
de los alrededores. Los visitantes dejan su vehículo, van al centro de
información turística y después a los caminos peatonales que les permiten
admirar los paisajes cercanos y la abadía del Mont-Saint-Michel. Los caminos
están salpicados de paneles informativos sobre la historia y la riqueza
patrimonial del lugar. La primera ruta bordea el Couesnon, es un camino de
sirga; la segunda se introduce discretamente en los pólderes, con una
perspectiva continua de la silueta del Mont; la tercera se sumerge en el corazón
del espacio público acondicionado en el sitio conocido como la Caserne
(hoteles y restaurantes). Todas llegan hasta la presa y la plaza de los
autobuses situada a 750 metros del aparcamiento.
El proyecto de Mont Saint-Michel
Iniciado en 1995, se pretende llevar a cabo la desedimentación natural
de la bahía entre 2007 y 2012, con 4 objetivos importantes:
1. Reactivar y fortalecer las corrientes del río Couesnon para detener la
sedimentación mediante la construcción de una represa cuyas compuertas
pueden abrirse en cualquier dirección facilitando el flujo de la marea.
2. Reemplazar la carretera actual, que se comporta como dique, por un puente
peatonal, que permita restablecer el movimiento de las mareas.
3. Mover los parqueos de su posición actual cerca al Monte a una posición en
tierra firme, para remover cualquier obstáculo al trabajo de la naturaleza y
también por razones estéticas.
4. Crear un sistema de transbordadores entre tierra firme y el Monte SaintMichel para ofrecer mayor confort a los visitantes.
BIBLIOGRAFÍA
- LE MONT-SAINT MICHEL, Henry Decaëns. Coll. "Itinéraires du
patrimoine" Éditions du patrimoine, 1997. (Consultado el día 5/11/11)
- À LA DÉ COUVERTE DU MONT-SAINT MICHEL, Olivier Mignon
Editions Siloë, 1999. (Consultado el día 5/11/11)
- http://res.franceguide.com (Consultada el día 5/11/11)
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