La estatua del Buda de barro alcanzaba casi tres metros de altura

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DINÁMICA EDUCATIVA
El mundo es dinámico y no hay día el que permanezcamos siendo el mismo, somos lo que
en ese continuo devenir estamos forjando, generando o en su caso degenerando. En el
contexto de la educación he estado interpelado en la búsqueda de un símil que me permita
comprender el proceso de educación o “des-educación” al cual día a día asistimos los
protagonistas del quehacer educativo, que somos todos. Hace un par de semanas leyendo
algunas historias orientales me encontré con una que refleja, a mi modo de ver, lo que
puede significar el acto educativo y sus implicaciones en el ser humano
Una estatua del Buda de barro que alcanzaba casi tres metros de altura, durante
generaciones había sido considerada sagrada por los habitantes del lugar. Un día, debido
al crecimiento de la ciudad, decidieron trasladarla a un sitio más apropiado. Esta tarea le
fue encomendada a un reconocido monje, quien, después de planificar detenidamente,
comenzó su misión. Fue tan mala su fortuna que, al mover la estatua, ésta se deslizó y
cayó, agrietándose en varias partes. Compungidos, el monje y su equipo decidieron pasar
la noche meditando sobre las alternativas. Fueron unas horas largas, oscuras y lluviosas.
De repente, al observar la escultura resquebrajada, cayó en cuenta que la luz de su vela se
reflejaba a través de las grietas de la estatua. Pensó que eran las gotas de lluvia. Se acercó a
la grieta y observó que detrás del barro había algo, pero no estaba seguro qué. Lo consultó
con sus colegas y decidió tomar un riesgo que parecía una locura: pidió un martillo y
comenzó a romper el barro, descubriendo que debajo se escondía un Buda de oro sólido de
casi tres metros de altura. Durante siglos este hermoso tesoro había sido cubierto por el
ordinario barro. Los historiadores hallaron pruebas que demostraban que, en una época, el
pueblo iba a ser atacado por bandidos, los pobladores, para proteger su tesoro, lo cubrieron
con barro para que pareciera común y ordinario. El pueblo fue atacado y saqueado, pero el
Buda fue ignorado por los bandidos. Después, los sobrevivientes pensaron que era mejor
seguir ocultándolo detrás del barro. Con el tiempo, la gente comenzó a pensar que el Buda
de Oro era una leyenda o un invento de los viejos. Hasta que, finalmente, todos olvidaron el
verdadero tesoro.
Esta historia me parece interesante por las múltiples lecturas intencionales que le podemos
dar desde el contexto de la educación. Enunciaré algunas buscando dejar horizontes de
interpretación.
En primer lugar la educación puede llegar a ser el cubrir de barro la riqueza de oro
cognitivo del estudiante
En segundo lugar la educación puede llegar a ser el martillar las taras sociales e históricas
hasta que el tesoro de lo humano que somos vuelva a verse
Este martillar es posible partiendo de una visión del conocimiento, en la que se advierte
una relación dialéctica entre el entorno histórico, cultural y el individuo. Una relación
dialéctica y, por consiguiente, dinámica, que acompaña al ser social durante su existencia,
período en el que se depuran los procesos de humanización, los cuales sólo son posibles
cuando se les da la posibilidad de entender, dar sentido y construir los significados desde
su propia experiencia cotidiana. . Si bien se observa una interacción, una relación dialéctica
con el entorno, el individuo es fruto del proceso histórico, del ambiente cultural y social.
Recuerde que por muchos años la estatua del Buda fue considerada hecha en barro.
Por último, es necesario pensar en mis barros, si ya los he ido adhiriendo a mi forma de ser,
pensar y actuar, o pensar en mis tesoros como capacidad de dar, disfrutar, agradecer, reír;
de perdonar, de soñar en grande, de pasar por encima de las pequeñeces y de valorar en sí
mismo y en otros lo que verdaderamente es importante. Considero que nuestro en contexto
colombiano es necesario arriesgarse a ver la vida a través del barro.
¿Puede un niño hacer filosofía?
Desde la década de los setentas, se ha venido pensado en la posibilidad de filosofar con
niños, es decir pensar en la posibilidad de reconocer en el niño un interlocutor intelectual
competente, capaz de conceptualizar, descubrir sentido y significado en la experiencia.
Desde este horizonte intencional nace el programa conocida como Filosofía para Niños
(FpN).
FpN, es una propuesta educativa que brinda a los niños instrumentos adecuados en el
momento en que comienzan a interrogarse acerca del mundo y de su inserción en él. Es un
programa sistemático y progresivo especialmente diseñado para niños y adolescentes desde
los 3 hasta los 18 años. A partir de temas tradicionales de la historia de la filosofía y,
mediante un conjunto de pautas metodológicas, cuidadosamente planificadas y
experimentadas, que rescatan la curiosidad y el asombro de los niños y las niñas, se
propone estimular y desarrollar el pensamiento, las habilidades ético sociales y
democráticas en el seno de una comunidad de indagación. Fue creado en 1969 por
Matthew Lipman (EE.UU.), actualmente se aplica, en más de cincuenta países de todos los
continentes, no se propone convertir a los niños en filósofos profesionales, sino desarrollar
y mantener viva en ellos una actitud crítica, creativa y cuidadosa del otro.
Hoy en nuestro contexto educativo colombiano algunas instituciones están seriamente
comprometidas con este proyecto y programa. Para nosotros como institución es un reto y
una propuesta interesante que exige una profunda reflexión, pues reconocemos como
necesario preparar a los niños y niñas para que sean capaces de pensar por sí mismos, a fin
de que puedan renovar creativamente la sociedad en la que viven y, al mismo tiempo,
desarrollar sus habilidades cognitivas, sociales y democráticas.
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