DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA. Fernando Sebá López

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DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA.
Fernando Sebá López
1. Preocupación de la Iglesia por lo
social
Es importante antes de comenzar nuestro curso
nos hagamos esta pregunta: ¿Por qué la Iglesia
católica debe preocuparse de los problemas
sociales que aquejan a la humanidad?
La respuesta puede ser sencilla si la damos a la
luz de nuestra fe cristiana. Dios padre envió a
su hijo para que, hecho hombre como
nosotros, nos transmitiera en plenitud su
mensaje de amor misericordioso y salvífico
hacia toda la humanidad.
EL evangelio nos muestra, “con abundancia de
testigos que Jesús no fue indiferente ni extraño
al problema de la dignidad y de los derechos
de la persona humana, ni a las necesidades de
los más débiles, de los más necesitados y de
las víctimas de la injusticia. En todo momento
ha revelado una solidaridad real con los más
pobres y desdichados, ha luchado contra la
injusticia, la hipocresía, los abusos de poder, el
afán de lucro de los ricos, indiferentes a los
sufrimientos de los pobres, haciendo una
enérgica llamada al rendimiento de cuentas
final, cuando volverá con gloria para juzgar a
vivos y muertos”1
Jesús proclama valientemente su mensaje, que
es buena noticia, de Dios, presentándonos su
proyecto del Reino de Dios que es, en realidad,
la presentación de una sociedad humana
alternativa y digna del ser humano. En otras
palabras, Jesús nos propone la construcción de
una sociedad nueva, con hombres y mujeres
renovados, y con relaciones interpersonales
justas, solidarias y fraternas.
El primer paso para la construcción de esta
nueva sociedad es el cambio personal de vida
(metanoia=conversión) de cada uno de sus
seguidores. Cambio que se traduce en
actitudes nuevas, dejando atrás el egoísmo y
las injusticias, y se concretiza en un
compromiso serio y responsable de entregarse
al servicio del bien común y del progreso de la
comunidad.
Cuando Jesús sube al padre nos deja esta
consigna “id por todo el mundo y proclamad
la Buena Noticia a toda la creación” 2Jesús
confía, pues, esta misión a su Iglesia: anunciar
y extender su evangelio mediante la
evangelización.
El papa Pablo VI resume admirablemente esto
al decir: “Evangelizar significa apara la Iglesia
llevar la buena nueva a todos los ambientes de
la humanidad y, con su influjo, transformar
desde dentro, renovar a la misma humanidad:
“he aquí que hago nuevas todas las cosas” (ap
21, 5). Pero la verdad es que no hay
humanidad nueva si no hay, en primer lugar,
hombres nuevos, con la novedad del bautismo
(cf. Rm 6,4) y de la vida según el evangelio
(cf. Ef 4, 23 – 24)”3
ACTIVIDAD
El texto señala un nuevo tipo de sociedad:
 ¿Cuál
es
la
características
característica
de
la
o
sociedad
anterior?
 ¿De qué tipo de sociedad está
hablando?
 ¿Cuál es el rol de Jesús en la
construcción
de
esta
nueva
sociedad?
1
Orientacione spara el estudio y la enseñanza de la
Doctrina Social de la Iglesia en la formación de los
sacerdotes, 16. Congregación para la educación católica,
Roma, 1988.
2
Mc. 16, 15
Exhortación apostólica “Evangelii nuntuandi” 18. 8 de
diciembre, 1975.
3
2. ¿Cómo y por qué nace la doctrina
social de la Iglesia?
Como resultado del mandato de Jesús, la
Iglesia, desde siempre, ha estado atenta y
preocupada para responder con sus
orientaciones y acciones a los complejos
problemas sociales de cada época histórica a
los largo de los 20 siglos de su existencia.
Fue así como las primeras comunidades
cristianas fueron sensibles a las carencias de
los más necesitados y actuaron en
consecuencia. Estas comunidades eran las
herederas primeras y directas de las
enseñanzas de los Doce Apóstoles que, a su
vez, las había recibido del propio Jesús. Por
eso el apóstol Juan pudo decir en su primera
carta: “Lo que existía desde el principio, lo
que hemos oído, lo que hemos visto con
nuestros propios ojos, lo que contemplamos y
tocaron nuestras manos acerca de la Palabra de
vida –pues la vida se manifestó, y nosotros la
hemos visto y damos testimonio y os
anunciamos la Vida eterna, que estaba con el
padre y que se nos manifestó- lo que hemos
visto y oído, os lo anunciamos, para que
también vosotros esteís en comunión con
nosotros. Y nosotros estamos en comunión con
el padre y con su Hijo, Jesucristo. Os
escribimos esto para que nuestro gozo sea
completo.”4
Los padres de la Iglesia, escritores
eclesiásticos que sobresalieron por sus
enseñanzas y la santidad de sus vidas, entre
finales del siglo I y el siglo VIII, defendieron
la fe y las enseñanzas evangélicas de los
ataques de las filosofías paganas de la época.
En su enseñanza social continuaron la
tradición profética del Antiguo Testamento y
la evangélica, y elaboraron un cuerpo doctrinal
que sirvió para orientar y dirigir a los fieles
cristianos en momentos de expansión del
cristianismo. Dejaron por escrito sus
enseñanzas, pero también fueron grandes
predicadores y catequistas que transmitieron
su doctrina en un mundo en donde eran pocos
los que sabían leer y escribir, ya que la
mayoría de la población era campesina y
analfabeta.
Podemos citar, entre otros, a San Clemente de
Alejandría (150 – 215), san Basilio el Grande
(330 – 379), san Ambrosio (337 – 397), san
Juan Crisóstomo (344 - 407), san Agustín de
Hipona (354 – 430) san León I Magno papa
(395 – 461) san Gregorio I Magno papa (540 –
604). Defendieron con insistencia los derechos
del pobre, las exigencias de la justicia, el
4
1Jn 1, 1 – 14
sentido de la propiedad, el destino de los
bienes de la tierra, la responsabilidad de los
ricos.
Durante la Edad Media, filósofos y teólogos,
reflexionaron y escribieron oportunamente
sobre los problemas que en ese momento
afectaban a la convivencia humana. Muchos
de ellos fueron brillantes profesores
universitarios. Se destaca en este período, un
teólogo eminente: santo Tomás Aquino (1225
– 1274). Expone su enseñanza social alrededor
de la justicia como virtud moral y la caridad
como virtud teologal. Presenta a la justicia
como el fundamento de la comunidad humana
y analiza la concepción cristiana de la
propiedad privada, entre otros problemas.
Después del descubrimiento de América
(1492), surgen unos pensadores y juristas
católicos y unos misioneros en los nuevos
territorios descubiertos que salen en contra del
maltrato y opresión a las poblaciones
indígenas, y del injusto e inhumano comercio
con esclavos negros traídos de África.
Merecen especial mención: francisco de
Vitoria (religioso dominico, 1486 – 1546),
Francisco Suárez (religioso jesuita, 1548 –
1617), Fray Bartolome de las Casas (religioso
dominico, obispo de Chiapas, 1470 – 1566),
Fray Juan de Zumárraga, obispo de México,
1476 – 1548), Fray Bernardino de Sahagun,
religioso franciscano, 1500 – 1590).
Después de este brevísimo recorrido histórico
comprendemos cómo la Iglesia ha respondido
siempre a las cambiantes situaciones sociales y
ha procurado ser, dentro de sus limitaciones
humanas y la fuerza destructora del pecado, la
defensora de los pobres, la voz de los que no
tienen voz y la promotora de estructuras
sociales justas y solidarias.
Pero hacia mediados del siglo XVIII surge un
cambio radical en la organización social
europea, cambio que tiene repercusiones hasta
nuestros días. Se trata de la llamada
“Revolución Industrial”.
ACTIVIDAD
 Crear una línea de tiempo sobre la
doctrina social de la Iglesia
 ¿A qué se responde la preocupación
de la Iglesia por las situaciones
sociales del mundo? ¿Qué busca la
Iglesia con sus reflexiones sociales?
3. El problema social moderno
En todas las épocas históricas han existidos
problemas sociales. Pero el nombre de
“Problema social moderno” se aplica a los
problemas sociales surgidos a partir de la
revolución industrial.
Se entiende por Revolución Industrial el
proceso de industrialización que se produjo en
gran Bretaña durante la segunda mitad del
siglo XVIII, a causa fundamentalmente, de la
invención de la máquina de vapor y el
perfeccionamiento de los telares.
Esto originó un cambio importante en la forma
de trabajar: el artesano pasó a ser obrero y
surgió el denominado capitalismo financiero.
La sociedad empezó a transformarse pasando
paulatinamente de agrícola y gremial a
industrial. Como consecuencia se inició un
desplazamiento de la sociedad rural hacia la
ciudad. Nace, entonces, el proletariado como
nueva clase social. Todo esto produjo una serie
de desajustes, tanto como sociales económicos
y políticos antes, incluso de la revolución
francesa.
La expresión “revolución industrial” fue
popularizada por el economista (no el
historiador) Arnold Toynbee (1852 – 1883) en
su obra póstuma “The industrial revolution”
(1844). El 1767 el escocés James Wats (1736
– 1819) inventa una máquina de vapor que se
industrializa muy pronto. Esto no fue un punto
de partida sino, más bien, una labor de
perfeccionamiento de inventos anteriores. Casi
todos los genios de la invención, mecánicos y
herreros, procedían de medios sociales bajos y
tuvieron que recurrir al apoyo financiero de
comerciantes ricos para sacar adelante sus
inventos. El resultado de este fenómeno
inventivo es el comienzo de la era del
maquinismo, con un nuevo concepto del
trabajo humano y la aparición de un
capitalismo financiero distinto.
Otro de los puntos de partida de la etapa
industrial es el perfeccionamiento de la
máquina textil. Comienza, entonces, la
mecanización de la industria textil. Un
relojero, Jhon Key, revolucionó el sistema de
producción textil al inventar una tejedora
volante (1733) que se generalizó en 1760.
¿Qué consecuencias trajo todo ese proceso de
revolución industrial?
Decae el taller
industrial y es sustituido por la fábrica, el cual
requiere personal especializado y una mano de
obra que el capitalismo financiero contrata,
también entre mujeres y niños, para disminuir
los costos de producción. Entre los años 1830
y 1840 sólo el 25 – 30% de los obreros
británicos de la industria algodonera eran
adultos, el resto mujeres y menores de edad.
A medida que avanza el proceso de
industrialización aumenta la concentración de
obreros en las zonas industriales. Obreros que
son explotados por los dueños de las
industrias, con bajos salarios y largas jornadas
de trabajo (entre 12 y 16 horas al día). Se
incrementa el trabajo de los niños en los
estrechos socavones en las minas, porque solo
ellos pueden entrar en este reducido espacio.
Las mujeres salen del hogar y también trabajan
para completar el escaso salario del esposo.
Las enfermedades hacen su agosto: poco
dinero, mala alimentación, exceso de trabajo,
ambiente de fábrica y sobre todo de las minas,
del aire enrarecido. La tuberculosis es una
enfermedad común y la desnutrición de los
niños es generalizada.
A lo largo de la mitad del siglo XIX se agrava
la situación del mundo obrero y se comienza a
hablar de la “cuestión social”, entendiendo
esta expresión como el conjunto de problemas
derivados de la explotación del proletariado
por parte del capitalismo financiero e
industrial.
“El nuevo modo de producción capitalista
implica la separación del trabajo y el capital. Y
esto ocurre, históricamente, en el contexto de
la industrialización. La necesidad de
maquinaria es cada vez mayor, una vez que se
ha entrado en la dinámica del crecimiento
económico, lo cual exige el empleo intensivo
del capital. La mano de obre disponible en ese
momento es, en gran parte, lo que va llegando
a las ciudades emigradas desde el campo, que
necesita, para su subsistencia, producir
conforme a las nuevas condiciones impuestas
por el desarrollo tecnológico… a través de
estos procesos queda consolidado el sistema
capitalista. Teóricamente éste puede definirse
como aquel sistema de organización de la vida
socioeconómica en que el capital está en
manos de personas privadas, las cuales se
sirven de la mano de obra para hacer
productivo y rentable ese capital y la contratan
a cambio de un salario.”5
Este capitalismo se nutre de las ideas del
liberalismo económico que a su vez lo hace del
liberalismo filosófico. El padre del liberalismo
económico es Adam Smith (1723 – 1790). En
su obra “investigaciones sobre la naturaleza y
causa de la riqueza de las naciones” (1766), se
refiere a las leyes naturales que regulan las
actividades económicas de la humanidad. Su
libre desarrollo y despliegue trae prosperidad.
Para él, el trabajo y la actividad del hombre
son las fuentes de toda riqueza se ven
acrecentadas por la división del trabajo. El
interés
personal
juntamente
con
el
funcionamiento libre de la oferta y de la
demanda,
constituyen
un
apropiado
mecanismo de regulación de la economía.
Camacho, Ildefonso. “Doctrina social de la Iglesia.
Una aproximación histórica”. Madrid, Edit. Paulinas,
1991, p. 44.
5
En la primera mitad del siglo XIX la
aplicación de las fuerza del vapor a los
transportes terrestres y marítimos transformó
notablemente la organización del comercio
mundial. La modificación de las bases
económicas, en este período, produjo, también,
modificaciones en las estructuras sociales. Los
dueños de los medios de producción son los
ricos y el proletariado sufre una situación de
pobreza deshumanizante.
El siglo XIX conoció intentos revolucionarios
de carácter social que respondían a las
situaciones creadas por la revolución industrial
y por el sistema económico dominado por las
ideas liberales. Los primeros representantes de
estas
ideas
“socialistas”,
llamados
posteriormente socialistas utópicos fueron,
entre otros, Saint Simón (1769 – 1825), Robert
Owen (1771 – 1858) considerado como el
fundador del cooperativismo inglés. Fourier
(1772 – 1837), Sismondi (1773 – 1842).
También hay que mencionar a Pierre-Joshep
Proudho, quien ha pasado a la historia por sus
ideas acerca de la propiedad y por su tesis de
que la “propiedad es un robo”.
En 1848, Carlos Marx (1818 – 1883) publica
su famoso “manifiesto comunista” donde
escribe también su famosa arenga “Proletarios
del mundo, uníos”. Su intención es, en contra
del socialismo anterior, elaborar un socialismo
que él llama científico. No es este lugar para
explicar la filosofía marxista. Lo importante es
destacar que el móvil de parte del pensamiento
marxista es la lucha contra la miseria que vive
la clase proletaria como consecuencia del
desarrollo económico. Las consecuencias
prácticas de sus planteamientos teóricos se
conocerán a comienzos del siglo XX cuando
Lenin, y posteriormente, Mao Tse Tung las
llevan a la realidad en la Unión Soviética y en
la China continental respectivamente.
El papa Juna Pablo II describe los últimos años
del siglo XIX de la siguiente manera:
“A finales del siglo pasado la Iglesia se encontró
ante un proceso histórico, presente ya desde hacía
tiempo, pero que alcanzaba entonces su punto
álgido. Factor determinante de tal proceso lo
constituyó un conjunto de cambios radicales
ocurridos en el campo político, económico y
social, e incluso en el ámbito científico y técnico,
aparte el múltiple influjo de las ideologías
dominantes. Resultado de todos estos cambios
había sido, en el campo político, una nueva
concepción de la sociedad, del Estado y, como
consecuencia, de la autoridad. Una sociedad
tradicional se iba extinguiendo, mientras
comenzaba a formarse otra cargada con la
esperanza de nuevas libertades, pero al mismo
tiempo con los peligros de nuevas formas de
injusticia
y
de
esclavitud.
En el campo económico, donde confluían los
descubrimientos científicos y sus aplicaciones, se
había llegado progresivamente a nuevas
estructuras en la producción de bienes de
consumo. Había aparecido una nueva forma de
propiedad, el capital, y una nueva forma de
trabajo, el trabajo asalariado, caracterizado por
gravosos ritmos de producción, sin la debida
consideración para con el sexo, la edad o la
situación familiar, y determinado únicamente por
la eficiencia con vistas al incremento de los
beneficios.
El trabajo se convertía de este modo en mercancía,
que podía comprarse y venderse libremente en el
mercado y cuyo precio era regulado por la ley de
la oferta y de la demanda, sin tener en cuenta el
mínimo vital necesario para el sustento de la
persona y de su familia. Además, el trabajador ni
siquiera tenía la seguridad de llegar a vender la
"propia mercancía", al estar continuamente
amenazada por el desempleo, el cual, a falta de
previsión social, significaba el espectro de la
muerte por hambre.
Consecuencia de esta transformación era "la
división de la sociedad en dos clases separadas
por un abismo profundo”6.
ACTIVIDAD
¿Qué es la revolución social y cómo influyó
en la sociedad de aquel entonces?
¿Qué tipo de tensiones trajo la revolución
industrial?
6
Centesimuss Annus, 4.
¿Cómo se consolida el modo de producción
capitalista y que consecuencias trae en la
sociedad?
¿Por qué surge el socialismo y cuál es su
principal idea?
¿Cómo influye estos pensamientos en la
sociedad y por qué la Iglesia se ve en la
necesidad de plantear su propuesta?
4. La lucha de la Iglesia en el siglo XIX
Frente a la corriente liberal económica y a la
socialista se tuvo que enfrentar la Iglesia Católica
para salir a la defensa de los obreros explotados y
aplastados. El papa león XIII, en su encíclica
Rerum Novarum, habla de “contienda” y califica la
situación de los proletarios de “miserable” y
“calamitosa”. Así se expresa, “En efecto, los
adelantos de la industria y de las artes, que
caminan por nuevos derroteros; el cambio
operado en las relaciones mutuas entre patronos y
obreros; la acumulación de las riquezas en manos
de unos pocos y la pobreza de la inmensa mayoría;
la mayor confianza de los obreros en sí mismos y
la más estrecha cohesión entre ellos, juntamente
con la relajación de la moral, han determinado el
planteamiento de la contienda.”7
Todo el siglo XIX y las primeras décadas del siglo
XX fue una época muy difícil y agitada para la
7
Rerum Novarum, 1.
Iglesia Católica. Tuvo que enfrentarse al
liberalismo político y económico y con las
corrientes socialistas ateas. Los Estados modernos
querían a toda costa reducir lo religioso al ámbito
de lo privado, eliminando la posibilidad de que los
católicos ejercieran un liderazgo social y una
influencia directa en las decisiones políticas y
económicas. También existía un rechazo a la
autoridad papal motivado por el crecimiento de los
sentimientos nacionalistas de muchos pueblos que
ofrecían resistencia a la estructura supranacional de
la Iglesia.
Por otro lado, tampoco al interior de la Iglesia
había unanimidad en la forma de percibir los
cambios profundos que se operaban en la sociedad
moderna, ni en las estrategias y acciones que se
debían seguir para hacer frente a las ideologías de
la época y a los problemas sociales derivados de
ellas, sobre todo ante la evidente situación de
pobreza de las masas populares.
Frente a grupo de católicos conservadores von
posturas reaccionarias, existían otros de tendencia
liberal que trataban de acercarse a la mentalidad
moderna y participar políticamente en las
incipientes democracias. Otros grupos, partidarios
del movimiento del catolicismo social se
preocupaban por las consecuencias de la
revolución industrial y sus efectos nocivos en las
masas empobrecidas. No faltaron algunos que
pretendían para la Iglesia una organización
abiertamente “democrática” como motor de una
nueva sociedad renovada.
A lo anterior habría que añadir una situación muy
particular por la que atravesaba la Iglesia católica
en Italia con motivo de la unificación italiana, que
para conseguirla tuvo que despojado el papa de los
Estados Pontificios (1870 – 1871), donde era
soberano temporal, además de jefe espiritual de la
Iglesia Católica. Esta situación se conoce con el
nombre de la “cuestión romana”, que tuvo no sólo
efectos directos en el territorio de la actual Italia,
sino que repercutió en otros países y produjo el
fenómeno de la abstención política de los católicos
en muchos países.
A pesar de la compleja situación de la Iglesia,
antes enunciada, su presencia en medio de la
problemática social del siglo XIX fue no sólo
significativa sino que la preparación directa y
como
el
preámbulo
de
lo
sgrandes
pronunciamientos sociales de la Iglesia que harían
los Papas a partir de León XIII. Veamos, auqneu
sea brevemente, los esfuerzos y realizaciones de
los miembros de la Iglesia, clérigos y laicos, para
salir en la defensa de los oprimidos del siglo XIX.
Durante la primera mitad del siglo XIX, la voz de
la Iglesia se levanta incesante contra los abusos
que perjudican a la clase obrera. Monseñor
Belucas, obispo de Cambria (Francia) en sus cartas
pastorales de cuaresma, en los años 1837, 1838,
1839, 1840 denuncia “la sed inmoderada de
riquezas que inmola a sus furias a los mismos que
ella emplea, por trabajos incesantes que exige de
ellos, no abandonándolos como recompensa sino
una mínima porción de lo que producen, lo cual
corresponde apenas a una gota de sus abundantes
sudores.”8
El 15 de noviembre de 1845, el monseñor Rendú,
obispo de Annecy (Francia) envía al rey de
Cerdeña “su informe sobre la cuestión obrera”.
Dice entre otras cosas: “A la ambición de dominio
y de gloria sucedió una inmensa ambición de
dinero, que ha llevado a la industria al punto
culminante de su poderío. A su vez la industria ha
creado una población obrera que, aglomerada en
las ciudades especiales o en determinados puntos
aislados, forman una sociedad aparte, dependiente
de uno o varios jefes que disponen de ella, no por
derecho de soberanía, sino por el de necesidad, que
es mucho más imperioso. Si esta clase no es en
todos los sitios la más numerosa, es, al menos, la
más desgraciada de la sociedad, pues la sociedad
todavía no se ha ocupado de ella…la legislación
moderna no ha hecho nada por el proletariado. Es
verdad que protege su vida en cuanto es hombre,
mas lo olvida como trabajador, nada hace por su
futuro, nada por su alimentación, nada por su
progreso moral”.9
…
En la segunda mitad del siglo XIX se intensifican
los conflictos sociales: las masas siguen
aumentando cada vez más pobres. Hay figuras
eminentes en todos los países de Europa y en
Estados Unidos: en Alemania se destaca Adolf
8
Cf. Van Gestel, C. La doctrina social de la Iglesia, p.
30.
9
Cf. Ibíd., p. 29.
Kolping (1813 – 1865); pero la figura sobresaliente
es, sin duda alguna, monseñor Ketteler (1811 –
1877), llamado el “obispo combativo”. Es célebre
el sermón sobre el derecho de propiedad, predicado
en la catedral de Maguncia el 9 de noviembre de
1848, el mismo año de la publicación del
“Manifiesto Comunista” de Marx.
En Austria se destaca el varón Karl Von Vogelsang
(1818 – 1890), heredero del pensamiento de
Ketteler. En suiza hay dos grandes figuras:
Monseñor Mermillod (1842 – 1892). En su célebre
sermón en la catedral de París en 1868 dijo: “los
ojos que quieren discernir, a través de nuestras
agitaciones actuales, el fondo de las cosas, atisban
inmediatamente que la cuestión social es la última
palabra de todas nuestras luchas. Todos nosotros
repetimos que nos hallamos en una época de
transición, que una vieja sociedad está en ruinas y
que otra nueva se está formando. De ahí los
tanteos, las dudas; arriba, a veces, vivas alarmas,;
abajo, ardientes y apasionadas aspiraciones. Se
delimitan los campos, y nos preguntamos si el
mundo va a convertirse en un campo de batalla o si
un tratado de paz va a firmarse entre ricos y
pobres”10. Fue amigo personal del papa Leon XIII
y éste le encargó en 1882 la dirección en Roma de
un Comité de estudios de los problemas sociales.
Este comité se transformará después en la unión de
Friburgo que contribuyó decisivamente en la
preparación de la encíclica Rerum Novarum.
La otra figura suiza es Gaspar Decurtins (1853 –
1916), miembro de la Union de Friburgo y gran
impulsor de la idea de que debía existir una
legislación internacional para la protección eficaz
de los trabajadores.
En Francia tenemos unos nombres de mucho
prestigio y eficacia en la acción a favor de la clase
obrera: León Harmel (1829 – 1915), patrón social
progresista y amigo de León XIII. El marqués
René de la Tour du Pin (1834 – 1924); el conde
Albert de Mun (1841 – 1914). De este último pudo
decir Mons. Baudrillat que todas las reformar
preconizadas, desde los comienzos de su carrera
social, por Albert de Mun: descanso dominical,
disminución de la jornada de trabajo, protección
del trabajo de las mujeres y niños, seguro
obligatorio contra accidentes y enfermedad,
pensiones para los obreros y campesinos.
…
ACTIVIDAD
 ¿Cuál es la situación de la Iglesia al
momento de afrontar las corrientes
económicas en el mundo?
 ¿Qué planteamientos propone frente
a aquellas ideas que
mundo?
 Haga una línea de tiempo sobre la
defensa de la Iglesia a favor de los
menos favorecidos.
10
Cf. Ibíd., p.57.
dominaban el
¿QUÉ ES LA DOCTRINA SOCIAL DE LA
IGLESIA?
Lo primero que hay que anotar es, que la Doctrina
Social elaborada por la Iglesia contiene principios
siempre válidos y también juicios contingentes,
que responden a las variadas situaciones históricas
que la Iglesia va viviendo, ante las cuales va
reflexionando y orientando a los fieles cristianos.
“Esta enseñanza, orientada principalmente a la
acción, se desarrolla en función de las
circunstancias cambiantes de la historia.” 11 por
eso, el cuerpo doctrinal que presenta la Iglesia en
su doctrina Social no constituye un sistema
cerrado, sino que siempre está abierto a las
cuestiones nuevas que la evolución de la sociedad
va presentando.
Así lo afirmó Juan Pablo II cuando dijo que la
Doctrina Social de la Iglesia (DSI) “está sometida
a las necesarias y oportunas adaptaciones sugeridas
por la variación de las condiciones históricas, así
como por el constante flujo de los acontecimientos
en que se mueve la vida de los hombres y de las
sociedades”12.
De esta forma la DSI capta continuamente los
signos de los tiempos13, no obstante su fidelidad a
los principios permanentes. Todo lo anterior
significa que por su naturaleza mediadora entre el
evangelio y la realidad social, la DSI se tiene que
11
Instrucción sobre la libertad cristiana y liberación, 2.
Congregacion para la Doctrina de la Fe, Roma, 22 de
marzo de 1986.
12
Sollicitudo rei socialis, 3.
13
Cf. Mt. 16, 3.
estar actualizando constantemente para, así, poder
responder a la evolución histórica. Por eso en el
transcurso de más de 100 años ha experimentado
una evolución grande.
“El objeto de esta doctrina fue la llamada “cuestión
social”, es decir, el conjunto de problemas socioeconómicos surgidas en determinadas áreas
geográficas del mundo europeo y americano como
consecuencia de la "revolución industrial". Hoy la
"cuestión social" no está limitada a una zona
geográfica particular, sino que tiene una dimensión
mundial y abarca muchos aspectos, incluso
políticos, unidos a la relación entre clases y a la
transformación de la sociedad ya realizada y
todavía en curso de realización. De todos modos
"cuestión social" y "doctrina social" permanecen
como términos correlativos”14.
Aclarado lo anterior, se puede llegar a definir la
DSI como “el conjunto de principios de reflexión,
de criterios de juicio y de directrices de acción para
que los cambios en profundidad que exigen las
situaciones de miseria y de injusticia se lleven a
cabo, de una manera tal que sirvan al verdadero
bien de los hombres”15.
Es histórica porque la Iglesia analiza
constantemente las situaciones cambiantes de la
sociedad, toma conciencia de sus problemas, lo
cual permite la actualización de sus propuestas. Por
eso, “la Iglesia no tiene modelos para proponer.
Los modelos reales y verdaderamente eficaces
pueden nacer solamente de las diversas situaciones
históricas, gracias al esfuerzo de todos los
responsables que afronten todos los problemas
concretos en todos los aspectos sociales,
económicos, políticos y culturales que se
relacionan entre sí”16.
Es práctica en cuanto que no se queda en la
formulación de principios de reflexión sino que
invita a la aplicación afectiva. Decía Juan XXIII:
“Una doctrina social no debe ser materia de mera
exposición. Ha de ser, además, objeto de
aplicación práctica”17.
ACTIVIDAD
¿A Qué responde la doctrina social de la
Iglesia?
¿Son importantes los planteamientos que
hace la Iglesia a la sociedad actual?
¿Crees que es importante la postura de la
Iglesia frente a las situaciones actuales que
vive el mundo? ¿porqué?
14
Orientaciones para el estudio y la enseñanza de la DSI
en la formación de sacerdotes. 1. Congregación para la
Educación Católica, Roma, 1988.
15
Instrucción sobre libertad cristiana y liberación 72.
Congregación para la doctrina de la fe, Roma, 22 de
marzo de 1986.
16
17
Mater et Magistra, 220.
Mater et Magistra, 226.
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