Presentación Movimiento Apostólico Manquehue

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PRESENTACIÓN MOVIMIENTO APOSTÓLICO MANQUEHUE
1. DEFINICIÓN
El Movimiento Apostólico Manquehue es una asociación privada de fieles laicos,
cuyos miembros quieren vivir en profundidad el sacramento del Bautismo, en la espiritualidad
de la Regla de san Benito, en comunión filial con el Obispo católico diocesano. Para esto sus
miembros se agrupan en círculos concéntricos, de acuerdo a sus distintos grados de
participación y compromiso.
2. FUNDACIÓN
El Movimiento Manquehue fue fundado en Santiago de Chile el día 29 de mayo de
1977, Fiesta de Pentecostés, por José Manuel Eguiguren Guzmán, laico, entonces soltero y
hoy casado con cinco hijos. El Movimiento surgió a partir de un curso de preparación para la
Confirmación en el Colegio de los Sagrados Corazones de Manquehue.
En el año 1994, el señor Arzobispo de Santiago, Monseñor Carlos Oviedo Cavada,
aprobó los estatutos del Movimiento y lo dotó de personalidad jurídica según el derecho
canónico.
3. CARISMA
En octubre de 1993 el Movimiento recibió del Presidente del Pontificio Consejo para
los Laicos, Cardenal Eduardo Pironio, una carta laudatoria, la cual alaba los principios y obras
del Movimiento y distingue las tres bases principales del carisma Manquehuino, en las cuales,
los exhortó a perseverar: ser auténticamente laicos, eclesiales unidos en torno al Obispo
católico diocesano y profundamente benedictinos.
3.1 Laico
Los miembros del Movimiento son todos laicos, es decir, cristianos consagrados a Dios
por su Bautismo y que no son ni clérigos ni religiosos. La razón por la que pertenecen a él es
la vocación que han recibido para desarrollar totalmente esta consagración bautismal
siguiendo el camino del Movimiento.
3.2 Eclesial
Desde los orígenes del Movimiento, para sus integrantes, ha sido de vital importancia
buscar la comunión filial con el Santo Padre, centro perpetuo y visible de unidad en la Iglesia
Universal, con los obispos en general y con todo el pueblo de Dios. Esta comunión se realiza
por medio de la unión con nuestro obispo diocesano, principio y fundamento visible de unidad
en la Iglesia particular.
3.3 Benedictino
Como los primeros cristianos, todos los miembros del Movimiento son hombres y
mujeres comunes y corrientes, pecadores y frágiles, incapaces de realizar por sí solos la
vocación que han recibido. En la Regla de san Benito, el Movimiento encuentra una guía
práctica para la organización de la comunidad, de tal manera que todos juntos puedan vivir su
bautismo …sin anteponer absolutamente nada a Cristo, el cual nos lleve a todos juntos a la
vida eterna (Cf. RB 72, 11 – 12).
El carisma del Movimiento, laico, eclesial y benedictino, viene a representar una
configuración histórica diferente del carisma benedictino, complementaria a la configuración
monástica. Así, encontramos que los miembros del Movimiento forman una “comunidad
benedictina extendida”, es decir una comunidad de personas que viven, trabajan y oran juntas,
sirviendo a una Regla y a un superior y cuya forma de vida representa la organización de una
sociedad alternativa.
4. PILARES DEL MOVIMIENTO
Para poder establecer una vida comunitaria que permita la unión íntima y real entre fe
y vida, el Movimiento ha desarrollado tres pilares fundamentales:
4.1 Lectio Divina
Jesucristo Resucitado habla por medio de la Sagrada Escritura (Cf. Evangelli Nuntiandi
N° 20). Los miembros del Movimiento lo saben porque alguien, en una relación de amorosa
acogida, les ha enseñado a usar la Biblia, a encontrarse en ella con Jesucristo y aceptarlo como
su salvador personal, como Señor y Rey de sus vidas.
4.2 Liturgia de las Horas
Por su Bautismo, los miembros del Movimiento han sido hechos miembros de Cristo,
Sumo y Eterno Sacerdote, y participan, por lo tanto, de su sacerdocio. Esta función sacerdotal
la ejercen principalmente a través de la Liturgia de las Horas. Mediante esta celebración
constante van consagrando para Dios cada momento de sus vidas, y al mismo tiempo ven
penetrados y transfigurados, todos sus quehaceres y situaciones por la Eucaristía. Porque la
Liturgia de las Horas, como un complemento necesario, prepara y prolonga, el acto perfecto
del culto divino que es la Misa.
4.3 Trabajo y vida comunitaria
Dice san Benito que los hermanos han de ocuparse “a unas horas determinadas en el
trabajo manual y a otras horas también determinadas en la lectura divina” (RB 48, 1), así
descubrimos que el trabajo es parte fundamental de la vida comunitaria.
El trabajo en comunidad permite, ante todo, mantener el canto del Oficio en Coro, vivir
el servicio y desarrollar la humildad.
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Los miembros del Movimiento trabajan dentro de él pues esto les ayuda en su
intención de vivir plenamente su bautismo y les permite infundir más eficazmente el espíritu
cristiano en el orden temporal. De esta forman logran vivir verdaderamente en comunidad,
procurando que nada de su vida quede al margen de la presencia de Cristo.
Aporte al Debate de Manuel José Echenique
Movimiento Apostólico Manquehue
Chile
Voy a explicar el camino de discipulado del Movimiento contando lo que hicieron
conmigo:
Alguien me anunció a Cristo Resucitado que actúa hoy y que está presente en mi vida.
Alguien, en una relación de amorosa acogida, me enseñó a leer la Biblia, a hacer Lectio
Divina, la lectura orante de la Palabra de Dios, en donde me encuentro diariamente con
Jesucristo vivo que me habla y al que le hablo.
A partir de esta experiencia, me incorporé a una comunidad, en donde aprendí
primeramente a compartir con otros la Lectio, a compartir el paso de Dios por mi vida y la de
otros.
Descubrí que no sabía amar como Jesucristo nos pide en el Evangelio y la comunidad
evangelizó mis amores, viviendo la amistad espiritual, es decir, donde Cristo está presente en
el centro, donde aprendo a manifestar cristianamente el amor, donde vivo la corrección
fraterna, donde aprendo a abrirme a la comunidad, a la Iglesia, donde vivo la amistad no
cerrada en sí mismo sino por una misión en común.
También la comunidad me enseñó a celebrar mi fe, el paso de Cristo por mi vida, con
el canto de la Liturgia de las Horas, como preparación y prolongación de la Eucaristía.
Por último, entendí que soy creado por Dios, por un gesto de amor, que no soy una
casualidad en medio del mundo, sino que tengo una razón de ser, es decir que tengo una
vocación particular y una misión.
Todo esto que hoy trato de vivir, me ha hecho descubrir y tomar conciencia de la
maravilla de ser bautizado.
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