Patrimonio industrial las construcciones desprotegidas de Santiago

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Patrimonio industrial las construcciones desprotegidas de Santiago
Por Ricardo Ahumada / La Nación / Lunes 22 de septiembre de 2008
Según una investigación de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la
Universidad de Chile, más de ochenta estructuras industriales de primera mitad
del siglo pasado permanecen desprotegidas ante el avance inmobiliario. Y cada
vez que se intentan conservar, terminan en el suelo.
Recuperar el patrimonio industrial de Santiago. O más bien, impedir que termine
en el suelo y dé paso a condominios con miles de departamentos.
Ése es el propósito que se han impuesto hace ya varios años Marcela Pizzi y
María Paz Valenzuela, académicas de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de
la Universidad de Chile.
Pero la ley no las acompaña y el avance del mercado inmobiliario, que literalmente- cada vez derrumba más lugares históricos.
Por eso elaboraron un catastro con más de 80 industrias y bodegas repartidas por
Santiago que el plan Anillo Interior de Santiago no contempla y deja a merced de
la oferta y la demanda.
"Esta propuesta bicentenario no valora lo que es patrimonio industrial, solamente
reconoce la maestranza o unas líneas férreas que están detrás de la Estación
Central. Nada más. Estas estructuras industriales, potenciales de recuperar, son
muy valiosas y, de cierta manera, son parte de la identidad de algunos barrios,
como en el caso del barrio Yungay. La idea es ponerle valor a estas estructuras y
a partir de ahí revitalizarlas, o sea, darles un nuevo destino", dice Marcela Pizzi.
"Patrimonio no son sólo los grandes palacios o catedrales de Europa. En
realidad estas pequeñas obras, un galpón industrial, un conjunto de
viviendas obreras, tú los puedes mirar y decir ‘pero qué valor arquitectónico
tienen’ y a lo mejor no hay. Pero tienen un valor de conjunto, un valor social,
de paisaje cultural. Lo nuestro, la identidad, el valor de lo local, eso hace
patrimonio, eso hace historia", dicen.
En el estudio destacan construcciones del inicio de la industria manufacturera de
principios del siglo pasado, época que en Santiago se consolidó como punto
intermedio para abastecer el sur y el norte y a la vez conectarse con Valparaíso.
TRÁGICO FIN
Aunque pronto lanzarán un libro con los detalles de este estudio y elaborarán un
catastro similar en Valparaíso, las profesoras no están contentas. Dicen que cada
vez que intentan rescatar un lugar así o sus alumnos descubren una construcción
para conservar, éstas terminan en el suelo.
Por lo mismo, no se arriesgan a decir cuáles son estos sitios. De hecho, en julio de
este año ganaron un Fondart para preservar los silos de la ex Empresa de
Comercio Agrícola (ECA) y los derrumbaron antes de empezar.
"Aquí a nadie le importa nada. En el fondo perdemos identidad, perdemos
carácter. Obviamente al cambiar el suelo habitacional es atractivo en cuanto a la
rentabilidad que les puedan sacar. Las inmobiliarias no son tontas y aprovechan
ese tipo de negocio, pero nos vamos convirtiendo en una ciudad sin identidad".
Ante todo, las urbanistas no le echan toda la culpa al mercado. Según las
académicas hay que revisar la Ley de Monumentos Nacionales, que no entrega
ningún incentivo a los propietarios y termina convirtiéndose casi en un castigo para
los dueños.
"No te expropian, pero te dificultan la venta y nadie te va a querer comprar porque
está gravado con ciertas restricciones. Hay que evitar que pasen estas cosas, si
hay mucho edificios en Santiago que al ser declarados monumento nacional
corren una peor suerte".
Pero además, explican, esto tiene que llevar algún tipo de cambio cultural en las
personas. "El patrimonio no es un museo con maquetas. El patrimonio uno lo tiene
que vivir y la ciudad está llena de lugares así. El sentido es no perder la identidad,
no ceder ante las presiones del dinero de convertir todo esto en un lugar rentable".
Una torre sobre bodegas históricas
En San Miguel, en la calle Fernando Lazcano con el Llano Subercaseaux, existe
un inmueble de conservación histórica subterráneo: unas bóvedas de cañón de
medio punto, propiedad de la Viña Concha y Toro que datan de 1880. Como la ley
protege estas construcciones, la Dirección de Obras de la comuna, previa
autorización de la Seremi Metropolitana, permitió la construcción de un edificio en
el sector, sobre las bodegas, es decir, desde el primer piso hacia arriba.
A pesar de que la resolución pide expresamente la protección del inmueble, no se
considera la creación de estacionamientos para los 142 departamentos y 70
oficinas que se proyectan en el edificio. “Es una barbaridad. Después
‘accidentalmente’ cae algo sobre la construcción y se termina demoliendo todo”,
dice María Paz Valenzuela.
Se derrumba un Fondart
En julio de este año, Marcela Pizzi y María Paz Valenzuela, académicas de la
Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Chile, ganaron un
Fondart para elaborar el expediente que declararía los silos de la ex Empresa de
Comercio Agrícola como patrimonio arquitectónico industrial. Pero antes de
empezar a trabajar en ello, todo se derrumbó, literalmente. “Desde que ganamos
el premio hasta que nos entregaron el cheque pasaron unas tres semanas. Con el
cheque en mano fuimos al sitio y nos encontramos con apenas seis silos en pie.
Lo demás estaba todo en el suelo”, dice Valenzuela.
Hoy no queda ninguno de los 66 silos de la ex ECA (46 verticales y 20
horizontales). La Dirección de Obras de Quinta Normal no sabía que las bodegas,
construidas en 1942, postulaban al fondo y emitió la orden de demolición en mayo.
El uso de suelo del lugar había cambiado hace casi dos años de industrial a
habitacional y ahora en manos de una conocida inmobiliaria albergará un coloso
condominio.
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