INTRODUCCIÓN.

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INTRODUCCIÓN.
José Zorrilla, siendo uno de los máximos representantes del romanticismo español, consiguió su mayor éxito
el 28 de marzo de 1844 con el estreno de Don Juan Tenorio; una magnífica obra que, tratando dos temas
anteriores ya en la literatura española (y mundial), es una excelente mezcla de ambos y cuyo éxito se debe
también a la introducción de algunos cambios respecto a los anteriores don juanes.
A estos cambios es a lo me dedicaré a partir de ahora; puesto que la labor llevada a cabo por Zorrilla me
parece muy importante: no se resignó a escribir la misma historia que se llevaba escribiendo con diferentes
nombres hasta entonces, sino que quiso cambiar algo, quiso poder decir esta historia es mía; y sin duda lo
consiguió, pues Don Juan Tenorio marcó un antes y un después en la literatura de ese tiempo. Es por esto por
lo que he decidido centrar este trabajo en las variaciones producidas en la obra respecto de las anteriores;
porque son las que han hecho que Don Juan Tenorio se hiciera con un puesto importante en la literatura
española, y sobre todo que destacara sobre las demás obras que también poseen un don juan.
El principal éxito de Zorrilla, como aciertan a concluir muchos de los estudiosos de Don Juan Tenorio, es el
haber sabido dar una perfecta homogeneidad a los dos temas clásicos que aquí se tratan.
Por una parte, el autor coge el viejísimo tema del burlador, cuya vida transcurre conquistando mujeres y
combatiendo con hombres. En esta parte es innegable la influencia que El burlador de Sevilla tuvo en la obra.
El personaje creado por Tirso de Molina, la figura de un burlador insensible, temerario y hasta cierto punto
satánico es la base de la historia.
Zorrilla quería además, mezclar éste tema con el tratado en El convidado de piedra. La cena macabra de don
Juan con la estatua de don Gonzalo, presidiendo la mesa el reloj de arena que marca la muerte del primero.
Lo que ha hecho buena a Don Juan Tenorio es, en esencia, la sabiduría con que se introdujo la invitación de
don Juan al Comendador (en circunstancias lógicas) y la naturalidad con que ocurre todo a partir de ahí: la
muerte del protagonista, la cena en el cementerio...
Pero lo que definitivamente llevó esta obra al éxito son las variaciones que Zorrilla hizo respecto a los escritos
anteriores sobre éste tema.
CAMBIOS EXPERIMENTADOS EN LA OBRA DE ZORRILLA.
Durante gran parte de la historia, don Juan Tenorio nos es presentado como un ser maléfico, truhán, libertino
que parece ayudado por Satanás en sus aventuras. Multitud de veces se pone en boca de los personajes frases
como los hijos como tú son hijos de Satanás o Yo creo que sea él mismo un diablo en carne mortal, que
expresan la certeza que incluso su criado tiene de que esté ayudado por el diablo. Es ésta una corriente alusión
en las obras precedentes a la de Tenorio: el satanismo del personaje principal. Mas una diferencia importante
encontramos en este punto, puesto que el don Juan que se había utilizado hasta ahora mantenía su carácter
satánico hasta el final de la historia. El de Zorrilla, sin embargo, empezando con la clásica figura del libertino
que va contra las leyes que le privan del placer y sin importarle en absoluto lo que se tenga que llevar por
delante para conseguir sus propósitos; a medida que avanza la obra se va humanizando, y al enamorarse de
doña Inés, es capaz al término de ésta de arrepentirse y conseguir el perdón divino.
IMPORTANCIA DE DOÑA INÉS.
En esta parte es imprescindible la intervención de doña Inés; algunos críticos creen que el acierto que tuvo
Zorrilla fue la creación de este personaje: que logra enamorar a don Juan por su inocencia, falta de decisión,
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dulzura, candidez y otras características que son propias del modelo de mujer romántica. Doña Inés es la que
en primer lugar se enamora de don Juan, es la pena por su ausencia la que provoca su muerte; y un momento
antes de ir al cielo le pide a dios que la deje quedarse en su tumba esperando el regreso de don Juan. Es por
ella por la que el cielo concede el perdón a don Juan en el caso de que éste se arrepienta de la vida
pendenciera que había llevado hasta entonces.
Si no hubiera existido una doña Inés, don Juan no habría sufrido el proceso de evolución que se le observa a lo
largo de la obra: va desde una persona casi sin corazón a un amante completamente civilizado, y esto le hace
reconvertirse y salvarse, de este modo. Y sin ella sin duda habría ocurrido lo que don Juan se esperaba: que no
pudiera en un segundo borrar décadas de crímenes. Es por su amor por el que don Juan se da cuenta de cómo
fue su vida hasta entonces y se arrepiente de todo lo que hizo. Es el amor de doña Inés a don Juan y el de don
Juan a doña Inés el que hace que Don Juan Tenorio sea una obra diferente a las anteriores que trataban el
tema del burlador; pues en las obras anteriores el burlador se presentaba como una especie de máquina de
conquistar mujeres que en cuanto conseguía a una la dejaba para ir a por otra, mientras que aquí don Juan es
un burlador sólo hasta que conoce a doña Inés, pues es a partir de entonces cuando el burlador se empieza a
convertir también en una persona (en un hombre enamorado).
Con la inesperada salvación de don Juan, Zorrilla quiso también entrar en el tema de la predestinación o el
libre albedrío. Con la conclusión de que nadie tiene un destino fijo, y que por muy malos que hallamos sido en
el pasado, si nos arrepentimos a tiempo nos podremos salvar.
Respecto a esto nos encontramos al final con otra sorpresa: ¿Por qué don Gonzalo de Ulloa se encuentra en el
infierno? En la primera parte de la obra se nos presentaba como el bueno de la película, pues era el padre de la
próxima joven que iba a ser burlada por don Juan. Entonces ¿qué hizo para estar allí? La respuesta no es
fácilmente apreciable, pues sus pecados no quedaron grabados en la sociedad (como los de don Juan); sin
embargo, y por esto no tiene salvación, el odio incontenible que siente hacia don Juan, incluso en un momento
en el que éste se arrodilla ante él y le muestra que cambió es lo que le arrastra hacia el infierno sin posibilidad
de escapar.
OTRAS COINCIDENCIAS CON LA LITERATURA ANTERIOR.
Nos encontramos al leer Don Juan Tenorio con un personaje familiar: Brígida. La criada de doña Inés que se
vende a don Juan para ayudarle a conquistar a la novicia realiza la misma función que desempeñó la Celestina
entre Calisto y Melibea. A cambio de beneficios materiales (oro), hace ver a doña Inés el lado de don Juan que
ella quiere que vea.
Por su parte también nos encontramos con un personaje acostumbrado de la literatura española: el gracioso.
Ciutti, que sirve a don Juan, desempeña el papel de un personaje tipo: tiene un nivel social mucho menor que
el galán al que acompaña, es feo, cobarde, malhablado... precisamente el contrapunto de don Juan.
En la época en la que se escribió Don Juan Tenorio el romanticismo estaba en todo su esplendor en España;
por ésta causa en la obra se pueden apreciar tantas características románticas que la hacen tener cierto
parecido con otros libros escritos por esta época. Lo más fácilmente resaltable es el escenario de la mayoría de
la segunda parte: un cementerio; los cementerios eran algunos de los lugares preferidos por los románticos
para ambientar acciones, ya que eran lugares lúgubres, solitarios, abandonados, con muertos...; y más tarde, la
cena en la sepultura de don Gonzalo de Ulloa, toda rodeada de objetos macabros. Asimismo nos podemos fijar
en la personalidad de don Juan y doña Inés: don Juan es el típico héroe misterioso, del cual sólo se conoce el
nombre y la fama que tiene (no se sabe de qué familia es, no se sabe de donde es, etc.); y doña Inés es el
modelo de mujer romántica, teniendo todas las virtudes físicas y espirituales que se le otorgaban a este tipo de
mujer.
Otra importante diferencia es la estructuración de la obra, ya que al ser una mezcla de dos anteriores temas, su
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estructura no se puede parecer a algo anterior: es completamente diferente.
ESTRUCTURA.
Don Juan Tenorio se podría decir que atiende a dos tipos de obra: es una mezcla de un auto sacramental y una
historia de capa y espada.
Empezando por la 1ª parte, la cual es la que se corresponde con una historia de capa y espada, decimos esto de
ella porque se suceden sin parar los retos, desafíos, duelos, apuestas, combates... A lo que se añaden las
continuas conquistas femeninas. Es ésta una parte muy dinámica, en la que los hechos relatados son
fácilmente creíbles, pero no el tiempo en que se dice que ocurren: según la historia pasan cuatro horas entre
que hacen la apuesta, van a la cárcel (los dos), salen de la cárcel (los dos), D. Luis ve a doña Ana, D. Juan ve a
doña Ana, D. Juan va al convento, coge a doña Inés, la lleva a su casa y habla con ella, llegan D. Gonzalo y D.
Luis, se bate con ellos y huye. En esta parte además se produce una gran cantidad de paralelismos: tanto
estilísticos como argumentales (por ejemplo cuando ambos caballeros están narrando sus hazañas, las
semejanzas existentes entre el cartel que pone uno en Nápoles y el otro en París).
Si miramos la 2ª parte del libro, observaremos un cambio radical: el argumento seguido aquí es como el de un
auto sacramental, trata el tema de ¿predestinación o libre albedrío? Y basándose en eso, la forma en que está
escrita esta parte es muy diferente a la primera. Aquí el ritmo es mucho más lento, y aparece una gran
cantidad de símbolos: frente a la incredulidad a que nos llevaba el tiempo de la 1ª parte, se nos presenta ahora
un argumento poco creíble, al meterse en él figuras de espíritus, angelitos...
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