Don Álvaro o la fuerza del sino.

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Don Álvaro o la fuerza del sino. Duque de Rivas
Don Álvaro o la fuerza del sino, escrito por el duque de Rivas y estrenada por primera vez en 1835, narra los
hechos que acontecen al joven D. Álvaro que está predestinado desde el nacimiento a vivir una vida
desdichada. El amor imposible, por los obstáculos que se interponen entre ellos, hace que el heredero inca y
su amada se separen, yendo uno a buscar la muerte en el campo de batalla, y la otra a expoliar sus pecados en
una gruta solitaria. No obstante, eso no es suficiente, y D. Álvaro se verá obligado a pecar numerosas veces
matando a los hermanos de Leonor y faltando a su palabra hasta encontrar a la amada justo antes de su
muerte. Acabando él también de la misma manera.
La obra trata sobre el amor, el honor y la predestinación, pero también surge un posible tema secundario: la
crítica a una sociedad basada en el orden social de carácter clasista.
Las primeras obras dramáticas escritas por Ángel de Saavedra tienen un claro corte neoclásico que contrasta
con las que escribe tras conocer a un erudito inglés que le aconseja usar un estilo más personal, y por tanto
más romántico. Después de varias obras de este estilo, apareció Don Álvaro o la fuerza del sino, a la que
también siguieron otras con este corte, aunque no siempre dramático.
De forma puramente histórica, la obra se refiere en varias ocasiones a la guerra de Sucesión al trono que se
dio a la muerte de Carlos II entre Felipe V y el archiduque de Austria. Pero la situación cultural y social,
aunque no se cita, queda bien reflejada gracias a los personajes de origen popular que se describen en las
escenas costumbristas, a algunas acciones de la época llevadas a cabo como los duelos por honor, las
diferencias sociales, las costumbres de ocultarse en un convento en caso de estar en pecado, las condenas a
muerte
El duque de Rivas pertenece al grupo de románticos conservadores, con un carácter más moderado que los
revolucionarios, por eso se limita a mitificar sin presentar, si no es vagamente, la problemática social o
política. Es por esto que la vida política del autor no interfiere en ningún momento en la obra.
Estaría mal decir que el Romanticismo tiene una gran influencia sobre la obra porque no es sólo eso, sino que
prácticamente todas sus características son la base de ella. De esta manera puedo decir que está presente:
El irracionalismo, ya que la existencia del sino no atiende a razón, no se puede explicar, es un misterio que sin
embargo es obvio en el libro.
El subjetivismo está manifestado en la imaginación del autor, en el sentimiento como tema principal, la
pasión, las emociones presentes en todo momento
El idealismo se encarna en la figura del héroe y de Leonor como símbolos de la virtud, ambos.
Lo espontáneo y original se dan en ésta más que en ninguna obra, ya que es la primera de este estilo, la que
marca el inicio del Romanticismo español.
La búsqueda del amor imposible, y las dificultades con que se encuentran son el motor de la acción
El desengaño de D. Álvaro al hallar la diferencia entre sus pretensiones y la realidad que le rodea, situación
similar a la que vive la joven.
La evasión al situar la acción en un tiempo pasado (mitad del siglo XVIII), pero sin captar su espíritu o su
problemática, y por el suicidio al que se ve abocado el protagonista.
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La soledad que busca Leonor en la gruta con una vida de asceta ante la situación de desesperación o Álvaro en
el monasterio.
La naturaleza dinámica que es primordial en el contexto de la obra, ya que da gran carga sentimental y pone
en situación al espectador, más a propósito en el desenlace.
La sensibilidad que rodea toda la historia desde el principio al final: el anhelo, la tristeza, la rebeldía, el
amor...
La narración está formada por diálogos, conversaciones y monólogos característicos de los románticos en
unos casos y en otros, más descriptivos.
Destacan varios aspectos como la escenografía, que en contraste con el único escenario de la etapa anterior
neoclásica en que regía la regla de las tres unidades, surgen los dieciséis complejos decorados de Don Álvaro
o la fuerza del sino que, así como las ropas de los actores, la luz, los sonidos, están muy descritas para que la
caracterización sea la adecuada.
Su estructura también tiene una nota especial, ya que fue una novedad la aparición de cinco jornadas y de que
la acción dura cinco años. Aunque en realidad tiene tres partes: la muerte del padre de Leonor, el duelo y
muerte de Don Carlos y el desenlace final donde mueren el resto de personajes principales.
Hay veintiséis personajes de diversa clase social que producen un gran contraste entre las escenas
costumbristas que dan color, humor y viveza, en las que participan un número elevado de éstos y las escenas
más trascendentes y cargadas de emoción en que participan pocos personajes y tienen un aspecto más bien
sombrío.
Dentro del lenguaje hay una gran variedad, ya que se utilizan varios registros (entre las escenas del pueblo
llano y las de la aristocracia), abundancia léxica, rica adjetivación, entonación, uso indistinto de la prosa y del
verso en todos los personajes y en distintas situaciones.
En la lengua utilizada en la obra leída, caben destacar: El gusto por las frases largas, más aún los largos
monólogos con gran sonoridad y patetismo; los cultismos (la hez, inicua, advenedizo); las voces populares
(pelarse las barbas, vejetes, compadre, sonsinoche) y otras locuciones (aflojar la mosca, no ser largo); las
palabras esdrújulas (trágame, húndase); vulgarismos (pendón, atufó); arcaísmos (rededor, vos, usía, su
merced);pocos tecnicismos; y un amplio vocabulario de valor sentimental.
Para lograr dramatismo, sobre todo en la última escena, el autor nos describe detalladamente el escenario con
un ambiente nocturno y lúgubre en que la naturaleza salvaje está acorde con la situación en que la venganza,
puramente por el afán de limpiar su honor, es lo que ha llevado hasta allí a los personajes; es decir, utiliza el
esquema tópico del romanticismo. Una escena de truenos y relámpagos, silencio en las situaciones clave,
paisaje rocoso y deshabitado. Seguido de un diálogo cargado de dramatismo en que la enumeración y el
vocabulario patético dan la nota final a la escena del suicidio.
Los personajes se hallan distinguidos por sus estamentos sociales, pero como personajes destacados se
encuentran don Álvaro, Leonor y Don Carlos.
El protagonista es el prototipo de héroe romántico, y tiene todas las características necesarias para ello. Según
se describe, tanto física como moralmente. Es hombre de clase, con valores morales y ejemplar en todas sus
acciones. Es hombre idealista, valiente y misterioso, pero destinado o un final fatal.
Ella es de la alta aristocracia, pero por ser la pareja complementaria de D.Álvaro y tener las característica
románticas, tiene un sentimiento tan fuerte que le hace alejarse del deber para reunirse con su amado, aunque
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su arrepentimiento se lo hará pagar y tendrá un destino ligado al de él. Leonor es tierna, dulce, sumisa,
amantísima, noble
Don Carlos, sin embargo, aunque es un caballero, le ciega la venganza, y cambia radicalmente su
comportamiento al atisbar el posible hallazgo de su búsqueda.
La educación cuidada del duque de Rivas, comienza con sus profesores de origen francés, lo que le permite
leer posteriormente obras de autores como Shakespeare o Lord Byron que iniciaron su carrera romántica.
Las fuentes principales que se han destacado en esta obra son las del teatro barroco español y autores como
Víctor Hugo, Dumas, Lord Byron o Walter Scott o españoles entre los que destacan Cervantes (incluso
algunos personajes tienen nombres sacados de Rinconete y Cortadillo) y Calderón, utiliza en una situación la
misma leyenda en que basa una obra cómica Lope de Vega.
Paralelismo entre personajes de la literatura de Rivas.
También son fuente de inspiración para el autor las leyendas del indiano, de la mejer penitente y del salto del
fraile que eran típicas de su época.
La actualidad de Don Álvaro o la fuerza del sino es difícil de determinar, ya que las obras románticas no
pertenecen claramente a un período, porque los sentimientos no van a la moda o pasan con el tiempo. Lo que
sí se puede decir es que la expresión de los sentimientos se puede dar de una u otra manera, o simplemente
centrarse en otros menesteres. En nuestro caso, considero que la situación literaria y artística de nuestro siglo
es muy diferente a la del siglo XIX, ya que lo contemporáneo no se molesta tanto por la belleza de lo que se
crea (aunque es una época bastante variopinta y hay estilos para todos los gustos) como por la rapidez y
eficacia con que se logra − es muy similar a nuestro estilo de vida−.
Actualmente no se valora tanto la perfección como la prisa, y el romanticismo no es precisamente un período
práctico y eficaz, por eso en ese sentido está desfasado. La técnica utilizada en su escritura nos resulta además
recargada, empalagosa, patética; ya que actualmente se valora más la naturalidad y la sencillez en lo bien
hecho.
No obstante, la expresión de sensaciones y sentimientos sin gran técnica está mucho más en boga, y se respeta
el libre pensamiento (hasta un límite mucho más acotado del que pensamos) como es propio del
Romanticismo.
Dentro de los temas principales, el amor podría decir que es el que tiene más permanencia en este momento,
como siempre, es el que interesa a todos y en todas circunstancias. El honor sin embargo nos parece objeto del
pasado, hecho casi insignificante en la vida de una persona, sentimiento incluso vil o fatuo. El sino es también
interesante para nuestra época, ahora que tanto interesa la predicción del futuro, la buenaventura y otros
hechos misteriosos.
Don Álvaro o la fuerza del sino es una obra de teatro que debe merecer más representada que leída, aún así,
no me ha extrañado que produjera desconcierto en su época, ya que tiene un estilo totalmente distinto a todas
las anteriores y es espectacular, llena de dramatismo, produce infinidad de sentimientos y sensacionescosa que
a cualquier espectador le deja perplejo.
Veo una clara relación entre este drama y D. Juan Tenorio, no sólo porque ambos pertenezcan al mismo
género y tengas cualidades técnicas similares, sino también porque aparece la figura de un hombre que busca
el amor imposible de una mujer, tienen pues, una temática parecida y hasta unos personajes que se diferencian
en la primera actitud que tienen, en que uno busca su prestigio deshonrando a cuantas mujeres encuentra a su
paso, y el otro tiene un afán honesto de salvar a su familia y amar a una sola dama. No obstante, es
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ciertamente mejor en su lenguaje, su estructura, el cuidado de los versos de lo que lo es la obra de Zorrilla.
La obra me ha parecido excitante porque mantenía la atención del lector hasta el final. Por un lado, con el
misterio que escondía D. Álvaro, por otro, el desenlace fatídico que se viene atisbando desde las primeras
escenas, el argumento general de la obra, y por último la escenografía trágica y grandiosa. Hasta el título
resulta sugestivo, ya que el enigma es un hecho que atrae a todas las personas.
El aspecto que menos me gusta de Don Álvaro o es que no tiene ninguna finalidad constructiva a parte de la
de divertir y embellecer. Pudiendo afectar a la gente que acudía a ver sus obras en una época tan calamitosa,
me extraña que no aprovechara el duque de Rivas para dar un toque crítico, que aunque no le afectaba
directamente, debiera haber sido uno de sus objetivos. No se implica, y esto, a mi parecer, y al parecer de una
época en que es importante comprometerse, resta valor a una obra que sí tiene un gran valor literario e
histórico.
Sin embrago, si me fijo en el aspecto rebelde de Álvaro, también puedo observar cierto matiz de reproche a la
sociedad clasista, a la necedad de sobreponer valores como el honor al amor, a la honradez, o a la moral en su
conjunto.
En conclusión Don Álvaro o la fuerza del sino es un claro ejemplo de la literatura romántica ya que posee
todas las características claves que identifican ese período, es además destacable por ser la primera obra
dramática de este estilo, y por la certeza con que logra combinar el lenguaje, la temática y el ambiente
logrando mantener la atención del espectador hasta el último momento.
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