MINIMALISMO, VERDAD Y NORMATIVIDAD Martín Ahualli Director: Dr. Eduardo Alejandro Barrio Minimalismo, verdad y normatividad -1- ÍNDICE GENERAL Introducción…………………………………………………………………… 3 Capítulo 1: el minimalismo y sus antecesores………………………………….9 1.1: Ideas precursoras en la historia del deflacionismo………………………………..10 1.2: Tarski y las condiciones de una teoría satisfactoria de la verdad…………………16 1.3: La formulación del minimalismo de Horwich…………………………………….20 PRIMERA PARTE Capítulo 2: El argumento inflacionario………………………………………..25 2.1: Realismo, anti-realismo y verdad………………………………………………....26 2.2: Reconstrucción del argumento inflacionario……………………………………...28 2.3: Normatividad descriptiva y equivalencia en fuerza normativa…………………...36 Capítulo 3: Teoría pluralista de la verdad……………………………………...47 3.1: Normas independientes y propiedades sustanciales…………………………...….50 3.2: La noción de propiedad en la teoría deflacionista…………………………….…..52 3.3: Pluralismo o monismo en la concepción de la verdad……………………………56 Capítulo 4: La verdad y la normatividad conceptual…………………………..60 4.1: Normatividad y aserción…………………………………………………………..61 4.2: Aserción, conocimiento y verdad…………………………………………………65 4.3: Las reglas de la aserción y las reglas de los juegos……………………………….73 SEGUNDA PARTE Capítulo 5: La función pragmática del concepto de verdad…………………...78 5.1: Trivialidad del argumento inflacionario…………………………………………..80 5.2: La función del concepto de verdad……………………………………………….84 5.3: El carácter motivacional del concepto de verdad…………………………………89 5.4: Panorama general de la normatividad de la verdad……………………………….97 Capítulo 6: La verdad y cambio cultural……………………………………….99 6.1: El principio pragmático, la investigación y los simuladores…………………….101 6.2: La redescripción como estrategia………………………………………………..110 6.3: El cambio cultural contra la verdad……………………………………………...115 6.4: Utilidad del principio pragmático………………………………………………..119 BIBLIOGRAFÍA……………………………………..………………………………….121 1 Minimalismo, verdad y normatividad -2- AGRADECIMIENTOS Agradezco enormemente a la Facultad de Filosofía y Letras por la educación recibida durante estos años, y por haberme otorgado la beca estímulo en el año 2003, que me permitió desarrollar con mayor dedicación el estudio que aquí se presenta. Agradezco también a mis amigos y colegas del grupo de reunión de los martes, coordinado por Eduardo Barrio, Eleonora Orlando y Federico Penelas, donde tuve oportunidad de exponer varias de estas ideas y enriquecer mi trabajo con sus agudas observaciones. Debo destacar la inestimable amistad y el estímulo intelectual que he recibido de Glenda Satne y de Valeria Valiño. No puedo ignorar en esta oportunidad el afecto incondicional de mi familia, y la fidelidad de mis amigos, en especial de Luciano Piazza y de Santiago Ginnobili, por quienes siento un afecto desmesurado. María es quien más cerca de mí ha estado en todo este tiempo; puedo percibirla dentro mío, e influye afortunadamente en todo lo que hago. Mi mayor gratitud es con Eduardo Barrio, quien ha guiado estas investigaciones con enorme impulso y precisión en sus intervenciones. Su gran inteligencia, su amistad y sus enseñanzas, son para mí evidentes. 2 Minimalismo, verdad y normatividad -3- INTRODUCCIÓN ¿Existe alguna conexión constitutiva entre la verdad y la normatividad? ¿Hay algo de eso que hacemos con el lenguaje que dejaría de ser correcto, si dejara de ser verdadero? Los vínculos entre lo que es correcto hacer y las condiciones de atribución de verdad a nuestras aserciones es el tema central de este trabajo. El deflacionismo es el enfoque acerca de la verdad según el cual hay una estrecha conexión entre la práctica de hacer una aserción y la de atribuirle verdad a esa aserción. Tan estrecha ha sido juzgada esa relación que se ha llegado a afirmar que la única norma que un deflacionista puede aceptar como reguladora de la práctica de atribución de verdad es la que rija la práctica de hacer aserciones justificadas. Por este motivo, del análisis de la normatividad de la verdad han surgido argumentos contra las posiciones deflacionistas de la verdad. En nuestro trabajo nos enfrentaremos con dos objeciones a la teoría deflacionista, estructuradas a partir del análisis de la normatividad de la verdad. La primera es una objeción de inconsistencia –argumento inflacionario de Crispin Wright-, y está dirigida a recuperar la unión entre verdad y realismo, negando la tesis del carácter insustancial de la verdad, y reintroduciendo la necesidad de investigar las características de la propiedad que constituye la verdad. La otra es una objeción de pobreza explicativa – argumentada por Huw Price-, que juzga que para que una teoría de la verdad sea adecuada debe explicar las consecuencias prácticas del concepto, y que esa explicación puede ofrecerse a través del análisis de la función normativa de la verdad, sin reavivar el realismo, pero reconfigurando al deflacionismo como teoría pragmática de la verdad. Esta segunda objeción al deflacionismo, a su vez, fue planteada como una respuesta a la primera objeción establecida en el argumento inflacionario. La respuesta consiste en rechazar la rehabilitación del realismo –principal consecuencia del argumento inflacionario- a través de una interpretación específica de la normatividad de la verdad. Nuestro objetivo rector en este trabajo será lograr un panorama general de la normatividad de la verdad, para que la elucidación de los diversos aspectos de ese concepto, reconocidos a través del estudio de la discusión que nos ocupa, nos permita replantear y considerar críticamente estas dos objeciones al deflacionismo. La relevancia de la discusión está ligada a las objeciones señaladas: por un lado, la presunta pertinencia del carácter normativo de la verdad para determinar la disputa 3 Minimalismo, verdad y normatividad -4- entre el realismo y el anti-realismo; por el otro, las consecuencias prácticas que el carácter normativo de la verdad produce en nuestra cultura. El eje de nuestra posición es que ninguna de las dos objeciones contra el deflacionismo es adecuada. Consideramos que tanto la investigación relacionada a la rehabilitación del realismo, como aquella dirigida a establecer la función pragmática que el concepto cumple en nuestra cultura, no deben incorporarse en la teoría de la verdad. Los argumentos ofrecidos contra esta pretensión del deflacionismo no son suficientes. No obstante lo cual, esas investigaciones pueden resultar fructíferas, aún cuando juzguemos que no indiquen que la teoría de la verdad deflacionista es inconsistente o incompleta. Nuestro punto es que esas investigaciones, simplemente, no deben considerarse como parte de la teoría de la verdad. Con lo cual coincidimos con Wright en que la teoría de la verdad es neutral frente a la disputa por el realismo, aunque ello no requiera una inflación de la teoría, y su argumento inflacionario, construido sobre el carácter normativo del predicado de verdad, no resulte convincente como prueba de que tal inflación sea inevitable o esté implícita en la teoría. Una de las tesis del deflacionismo es que la verdad no es una propiedad sustancial. Esta tesis negativa indica que una vez que una teoría de la verdad ha explicado el uso del predicado veritativo, no hay nada que adjuntar a dicha explicación que posea interés filosófico. El deflacionismo ignora cualquier relevancia que pudiera tener el estudio de la propiedad de la verdad, y de cuál es su constitución. Detiene, podemos decir, las investigaciones acerca de la ontología de la verdad. Si el primer argumento fundado en el análisis de la normatividad que vamos a presentar fuera correcto, la posición realista recuperaría legitimidad para buscar una relación específica entre el lenguaje y el mundo que sea nombrada y resguardada a través del predicado de verdad. Develar la constitución de esta relación volvería a ser parte de la tarea de una teoría de la verdad. Si el argumento fuera correcto, el deflacionismo explicaría parte de aquello que motivaba inicialmente la investigación, pero no la colmaría ni la iluminaría en su totalidad, y en la medida en que el silencio que exige sobre toda otra pregunta relacionada con la cuestión de la verdad constituye su núcleo esencial como posición filosófica, se volvería un enfoque incorrecto, inaceptable. Este argumento al que nos referimos contra la tesis del carácter insustancial de la verdad es el argumento inflacionario de Crispin Wright, basado precisamente en el rol normativo del predicado de verdad en el discurso. Allí Wright pretende desplegar la 4 Minimalismo, verdad y normatividad -5- contradicción contenida en la perspectiva deflacionista, que se derrumbaría a partir de sus propios principios, una vez que se advierte cómo opera la normatividad en estas teorías de la verdad. En nuestro trabajo, vamos a partir de la reconstrucción y el análisis de este argumento y vamos a evaluar distintas respuestas que diversos autores de la tradición analítica y pragmática le han ofrecido. Por una parte, entonces, la normatividad de la verdad obligaría a los deflacionistas a dejar su teoría en sus versiones tradicionales, todas ellas asociadas, según Wright, al carácter insustancial de la verdad y al anti-realismo –más adelante veremos cómo se relacionan estas dos ideas. El argumento inflacionario, si fuera correcto, recuperaría la posibilidad del realismo. Pero el argumento que ofrece Wright no es el único que parte desde la normatividad de la verdad hacia el abandono parcial del deflacionismo. También Huw Price se aleja de esta corriente en virtud de los aspectos normativos del concepto de verdad, que según su óptica, no pueden ser explicados apelando únicamente a los principios de la teoría deflacionista. En este caso el rol normativo del concepto de verdad no contradice la tesis de la insustancialidad de la verdad, y por ende la estructura interna de la teoría deflacionista no sería inestable, ni inconsistente. Pero el deflacionismo sería defectuoso a causa de su incapacidad para explicar ciertos aspectos centrales del concepto, precisamente los aspectos normativos. Desde esta perspectiva el deflacionismo no es inconsistente, sino incompleto. Pero esta vez la falencia es consecuencia del olvido del estudio de la función práctica del concepto de verdad en nuestra cultura. En el primer capítulo vamos a ofrecer la reconstrucción de Paul Horwich de la teoría deflacionista, que nos servirá de referencia para juzgar los aspectos normativos asociados a la verdad. Indicaremos a su vez algunos hitos precursores en la conformación de la posición deflacionista. En el segundo capítulo comienza la primera parte de nuestro trabajo. Allí vamos a exponer el argumento inflacionario de Crispin Wright. Haremos algunas observaciones críticas, centradas en su mayoría en su caracterización de la normatividad y de la fuerza normativa, evaluando el modo en que a través de esa caracterización Wright presenta al predicado de verdad y al predicado de justificación como normativos. Vamos a señalar una equivocidad en la caracterización de la normatividad descriptiva que dificulta el resultado de que el predicado de verdad es descriptivamente normativo, y formularemos un argumento contra la equivalencia en fuerza normativa de 5 Minimalismo, verdad y normatividad -6- ambos predicados. También vamos a detenernos en la demostración de la diferencia en extensión de ambos predicados y en la relación de ese argumento con una semántica cuyas condiciones de verdad no estén epistémicamente restringidas. El objetivo será dejar en evidencia que en el argumento inflacionario, la independencia de la normatividad de la verdad supone la divergencia en extensión del predicado de verdad y del predicado de justificación. Allí mostraremos que el deber formulado a partir de la norma de la verdad no es uno que se pueda cumplir, lo cual nos hará preguntarnos si se trata efectivamente de un deber que rige la acción. Por otra parte, haremos hincapié en la distinción entre la corrección de la acción de asertar y la corrección del contenido por ella asertado (afirmado)1. En el tercer capítulo evaluamos una primera respuesta al argumento de Wright, proveniente del propio Horwich, sobre cuya exposición de la teoría deflacionista trabajamos. Veremos aparecer la primera estrategia para detener el argumento inflacionario, que consiste en negar el vínculo entre normas independientes y propiedades sustanciales -todo predicado que es normativo en una práctica, si es utilizado para construir una norma independiente, distinta de toda otra norma que rija esa práctica, expresa una propiedad (al menos en algunos casos) sustancial. Más adelante veremos que hay otras estrategias. El propósito de este capítulo será mostrar que la posibilidad de que la verdad sea una propiedad sustancial no está fundada, para Wright, en la posibilidad de ofrecer una definición explícita y reductiva de la verdad que no apele a conceptos semánticos, sino en el principio de realización variable del concepto de verdad. Consideramos que este es un avance en el modo en que tradicionalmente fue planteado el debate. La propiedad que el concepto modela no siempre es la misma, siendo a veces una propiedad sustancial y otras veces no sustancial. Esta característica se presenta como el fundamento de una teoría plural de la verdad. No obstante lo cual, vamos a sostener que las razones que ofrece Wright para fundamentar el presunto vínculo entre normas independientes y propiedades sustanciales son insuficientes, principalmente porque supone condiciones trascendentes de verdad. En el capítulo cuarto vamos a exponer y juzgar la defensa del argumento de Wright ofrecida por Pascal Engel. La estrategia general de Engel consiste en interpretar la normatividad de la verdad de Wright –para la cual, según su opinión, Wright no 1 A lo largo del trabajo utilizaremos aserción y afirmación como sinónimos. 6 Minimalismo, verdad y normatividad -7- ofrece ningún argumento- utilizando los estudios de Williamson sobre la aserción. Dos son las conclusiones de Engel. Por un lado, que la verdad es una norma conceptual, y por otro, que no es una norma en ningún otro sentido. Vamos a señalar un probable inconveniente de esta estrategia general fundado en las diferentes concepciones de conocimiento que tienen Williamson y Wright. A su vez, vamos a realizar algunas observaciones críticas dirigidas a los argumentos de Engel según los cuales la verdad no es normativa en ningún otro sentido, y dirigidas, por otro lado, a la analogía propuesta por Williamson y continuada por Engel entre las normas de la aserción y las reglas de los juegos. La idea principal será que no es posible explicar la normatividad práctica apelando exclusivamente a normas conceptuales. La segunda parte de nuestro trabajo estará dedicada al estudio de la posición pragmatista frente a la cuestión de la normatividad de la verdad –continuaremos, al hacerlo, el estudio del argumento inflacionario, evaluando nuevas estrategias para detenerlo. El deflacionismo ofrece al programa pragmatista la posibilidad de contar con una explicación de los fenómenos asociados a la verdad, manteniendo su intención de evitar los compromisos ontológicos asociados al realismo. Por este motivo debe responder al argumento inflacionario de Wright. La posición pragmatista no es homogénea, aunque sobresale, en todos sus autores, el interés por las consecuencias prácticas asociadas a la normatividad del predicado. Las estrategias principales adoptadas para responder al argumento consisten (1) en objetar la argumentación por la cual se infiere que la verdad es una norma independiente, y (2) en objetar la implicación que parte del juicio de que un predicado expresa una norma independiente hacia el juicio de que ese predicado expresa (al menos en algunos casos) un propiedad sustancial. El rechazo de tal implicación puede fundarse en el tipo de norma asociada al predicado de verdad. Éste es el camino que vamos a encontrar en la argumentación de Price. Rorty en cambio opta por el primer camino, aunque también ofrece algunas reflexiones relacionadas con la segunda vía. En el capítulo quinto vamos a exponer la objeción de trivialidad contra el argumento inflacionario, presentada por Huw Price. Vamos a argumentar que esa recusación del argumento inflacionario se basa erróneamente en una interpretación de la normatividad de la verdad como normatividad conceptual. Sin esa interpretación, no se puede extraer la consecuente trivialidad del argumento de Wright. En segundo lugar vamos a introducir una interpretación de la noción de normatividad que prioriza los aspectos evaluativos, a través del análisis del carácter motivacional que advierte Price 7 Minimalismo, verdad y normatividad -8- en el concepto de verdad –necesario según él para construir una teoría completa de la verdad- y vamos a evaluar si el vínculo entre normas independientes y propiedades sustanciales advertido por Wright se mantiene cuando se interpreta de este modo la noción de normatividad. La conclusión será que el vínculo desaparece bajo esa interpretación de la normatividad, pero que la idea de Price según la cual el predicado de verdad es esencialmente motivacional no es correcta. Al concluir la exposición de este capítulo estaremos en condiciones de ofrecer un panorama general de la normatividad de la verdad, que distingue diversos niveles requeridos para ofrecer un análisis satisfactorio. En el capítulo sexto, finalmente, vamos a introducirnos en la discusión entablada entre Akeel Bilgrami y Richard Rorty respecto a las consecuencias político-culturales de mantener el valor de la verdad en nuestras comunidades, y vamos a exponer la estrategia de Rorty para evitar toda apelación al concepto de verdad, evaluando si es satisfactoria para responder el argumento de Wright, y bajo qué supuestos lo es. Por último, vamos a realizar algunas observaciones críticas referidas a la utilidad y pertinencia de aplicar el principio pragmático a la problemática que nos ocupa. Comencemos, pues, con nuestras observaciones. Esperamos que no carezcan por completo de inteligibilidad e interés para el lector sensible a estos temas. 8 -9- Minimalismo, verdad y normatividad CAPÍTULO 1: El minimalismo y sus antecesores Dado que Horwich es uno de los principales expositores del legado deflacionista, y dado que él presenta a su teoría como una teoría minimalista de la verdad, podemos presentar la disputa iniciada por Wright, a través del argumento inflacionario, como una disputa al interior del minimalismo, aunque debemos tener siempre en mente que todas las versiones de la teoría deflacionista –dispuestas a rechazar la pertinencia de una investigación sobre la constitución de la propiedad de la verdad-, incluida la de Horwich, son objetadas por el argumento inflacionario. El deflacionismo es la posición según la cual lo único importante que se puede decir de la verdad está contenido en las siguientes tesis: (1) `p´ es verdadera si y sólo si p (2) el predicado `es verdadero/a´ no denota una propiedad sustancial. Ésta es la reconstrucción que ofrece Crispin Wright2. ¿Cuáles son sus antecedentes? ¿Cuál es el origen de cada una de sus tesis? ¿Cuál es la relación entre el deflacionismo y el minimalismo como teorías de la verdad? El minimalismo continúa en buena medida al deflacionismo y al redundantismo –algunas clasificaciones incorporan a los tres bajo un mismo rótulo3. Autores como Frank Ramsey, Ludwig Wittgenstein en el segundo período de se obra, o Alfred Tarski se clasifican alternativamente como redundantistas o minimalistas tempranos. Lo mismo ocurre con Quine, a quien se clasifica como un minimalista o como un deflacionista. Otras veces, como en el caso de Horwich y Wright, se clasifica al minimalismo como una variante del deflacionismo. Algunos otros autores que se suelen ubicar en la tradición deflacionista son Alfred Ayer, Peter Strawson, Dorothy Grover, Joseph Camp, Nuel Belnap, Stephen Leeds, Arthur Fine, Scott Soames, Hartry Field, Michael Williams, Brian Loar, Donald Davidson, Robert Brandom y Richard Rorty. Lo común a este grupo de autores es que defienden una concepción no substantiva de la verdad. Deberemos especificar qué rasgos componen esta perspectiva 2 3 Cf. WRIGHT, C. . Truth and Objectivity, Cambridge, Massachusetts, H.U.P, 1992, p. 12 y ss. Cf. Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999 9 Minimalismo, verdad y normatividad - 10 - frente al problema. La verdad para ellos no es una propiedad sustancial -o robusta, términos alternativos con los cuales se presenta en diversos casos la cuestión y a los cuales nos referiremos más adelante. Con ello el minimalismo de la verdad se opone a una serie de teorías no homogéneas que postulan a la verdad como una propiedad sustancial de las aserciones, los enunciados, las oraciones o las proposiciones. Entre las teorías de la verdad contra las que se alza el deflacionismo se hallan tanto las teorías correspondentistas (en todo caso aquellas donde la correspondencia no es mera trivialidad), las teorías coherentistas y las teorías pragmatistas 4. Éstas son tres de las grandes categorías con las que en el siglo XX se han clasificado las reflexiones filosóficas en torno a la verdad. Todas ellas cometen, desde la perspectiva minimalista, el error de negar, relegar o expandir innecesariamente el esquema de equivalencia entre una proposición y la proposición que predica verdad de aquella proposición inicial. En este capítulo vamos a exponer en primer lugar algunos pasajes fundacionales donde comienza a gestarse la concepción deflacionista de la verdad, a través de algunos aspectos puntuales de la obra de Gottlob Frege, de la obra de Frank Ramsey, Ludwig Wittgenstein, Peter Strawson y Willard Van Orman Quine. Nuestra intención al hacerlo no será exegética, y no negamos que la pertinencia de ubicar en última instancia a alguno de estos autores dentro de la tradición deflacionista pueda ser cuestionada. Lo que nos interesa más bien es destacar ciertos pasajes que, observados actualmente desde una perspectiva deflacionista, se muestran claramente como precursores de esa tradición. En segundo lugar, vamos a detenernos en los requisitos advertidos por Tarski a cualquier teoría adecuada de la verdad, dado que casi todas las formulaciones posteriores trabajan de una u otra forma a partir de las observaciones de Tarski. Por último, vamos a ofrecer la reconstrucción de la teoría minimalista de Horwich, que nos servirá de referente a lo largo de todo nuestro trabajo, y especialmente en el próximo capítulo donde vamos a exponer y comenzar el análisis del argumento inflacionario. 1.1 - Ideas precursoras en la historia del deflacionismo En este apartado vamos a presentar algunos pasajes clásicos donde se insinúa y toma forma la idea deflacionista de la verdad, y el presunto carácter insustancial de la 4 En la segunda parte de este trabajo veremos las coincidencias y diferencias entre el el pragmatismo contemporáneo y la teoría deflacionista de la verdad. La concepción que aquí mencionamos es aquella en la cual la define a la verdad en términos de utilidad. 10 Minimalismo, verdad y normatividad - 11 - verdad. Si bien es posible rastrear la intuición deflacionista más atrás en la historia de la filosofía, comenzaremos con un pasaje de Frege5, por la indiscutida relevancia que su pensamiento ha tenido para delimitar el horizonte de la filosofía analítica contemporánea. El interés que contienen las observaciones de Frege para la formulación de una posición deflacionista reside en parte en que para él las oraciones (1) El pensamiento de que 5 es un número primo es verdadero Y (2) 5 es un número primo expresan ambas el mismo sentido6. No obstante, esta observación no trasforma a Frege en un deflacionista que niega que la verdad sea una propiedad sustancial. Para Wright su posición responde más bien a una suerte de indefinicionismo [indefinabilism] comprometido con la idea de que el concepto de verdad no admite análisis.7 A pesar de esta correcta observación de Wright, veamos otro pasaje en el que Frege anuncia la posibilidad de que la verdad no sea una propiedad real de las proposiciones: […] La verdad no es una cualidad que corresponde a un tipo particular de impresión sensorial…[...] Ser verdadero [being true] no es una propiedad material perceptible. […] ¿No será que estamos tratando con algo que no puede, en el sentido ordinario, llamarse una cualidad? A pesar de esta duda quiero en primer lugar expresar mi acuerdo con el uso corriente, como si hubiera una cualidad, hasta que se arroje nueva luz al respecto.8 La influencia y la cercanía del pensamiento de Frege sobre las teorías deflacionistas es un asunto discutible. Para Frege la referencia de una oración declarativa es su valor de 5 Al incluir a Frege aquí no pretendemos defender la tesis según la cual su concepción de la verdad es deflacionista, sino simplemente señalar la relevancia que algunas de sus ideas en la constitución de esta tradición. 6 FREGE, G. “Sobre sentido y referencia”, en La búsqueda del significado, compilado por L. M. Valdés Villanueva, Madrid, Tecnos, 1991, p. 33 y ss. 7 Cf. WRIGHT, C. “Truth: a traditional debate reviewed” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 204 y ss. 8 FREGE, G. “The Thought: a logical inquiry”en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 88 11 Minimalismo, verdad y normatividad - 12 - verdad, y los valores de verdad son objetos.9 Dado que un objeto no puede formar parte de un pensamiento, la relación de un pensamiento con su valor de verdad no se puede equiparar con la relación entre el sujeto y el predicado que, en sentido lógico, son partes de un pensamiento.10 También Frank Ramsey ofrece diversos pasajes en los cuales asistimos a la gestación de la teoría deflacionista. En “On Facts and Propositions” Ramsey dice: […] Antes de continuar con el análisis del juicio, es necesario decir algo respecto a la verdad y la falsedad, para mostrar que no hay realmente ningún problema separado de la verdad sino simplemente un embrollo lingüístico. […] Es evidente que “Es verdad que César fue asesinado” no significa otra cosa que César fue asesinado, y “Es falso que César fue asesinado” significa que César no fue asesinado. Son frases que utilizamos a veces para enfatizar o por razones de estilo, o para indicar la posición que el enunciado ocupa en nuestro argumento.11 Por estas ideas se llama redundantista [redundancy theory] al esbozo de teoría de la verdad propuesto por el joven Ramsey, a quien también se lo reconoce a veces como el inspirador del programa deflacionista en general12. Encontramos otra fuente de inspiración para los autores de la tradición deflacionista en diversos pasajes de la obra de Wittgenstein. En Remarks on the foundations of Mathematics Wittgenstein dice: ¿Pues qué significa que un proposición `sea verdadera´? `p´ es verdadera = p. (Esa es la respuesta).13 Wittgenstein, como Frege y Ramsey, estuvo interesado en lo que podemos llamar la tesis de equivalencia referida a la verdad, según la cual, para toda oración `p´, `p´ es equivalente a `es verdad que p´. Para Frege, la equivalencia indicaba la identidad de 9 algunos aspectos de esta problemática asunción de Frege son trabajados en MORO SIMPSON, TH., Formas lógicas, realidad y significado, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1975 (segunda edición), p. 117-121 y 217-219. 10 FREGE, G. “Sobre sentido y referencia”, p. 33 y ss. 11 RAMSEY, F. P. “On facts and propositions” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 106 12 Cf. WRIGHT, C. (1999) p. 205 13 WITTGENSTEIN, L. “Remarks on the foundations of Mathematics” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 112 12 Minimalismo, verdad y normatividad - 13 - sentido de las dos oraciones. Para Wittgenstein, en cambio, la estipulación de la tesis constituye una explicación del sentido de `es verdadera/o´. 14 Encontramos plasmada esta idea en el siguiente pasaje (§136) de las Investigaciones Filosóficas: Y decir que una proposición es todo lo que puede ser verdadero o falso equivale a decir: llamamos una proposición a aquello a lo que aplicamos en nuestro lenguaje el cálculo de las funciones de verdad. Parece ahora como si la explicación –proposición es cualquier cosa que pueda ser verdadero o falsa- determinase lo que es una proposición diciendo: lo que se ajusta al concepto `verdadero´, o a lo que el concepto `verdadero´ se ajusta, eso es una proposición. Es así como si tuviéramos un concepto de verdadero y falso con cuya ayuda pudiésemos entonces determinar lo que es una proposición y lo que no lo es. Lo que engrana el concepto de verdad (como en una rueda dentada), eso es una proposición. Pero ésta es sólo una mala figura. Es como si se dijera `el rey es la pieza a la que se puede anunciar jaque´. Pero esto sólo puede querer decir que en nuestro juego de ajedrez sólo se da jaque al rey. Asimismo la proposición de que sólo una proposición puede ser verdadera solamente puede querer decir que predicamos `verdadero´ y `falso´ sólo de lo que llamamos una proposición. Y lo que es una proposición está en un sentido determinado por las reglas de formación oracional (de la lengua castellana por ejemplo) y en otro sentido por el uso del signo en el juego de lenguaje. Y el uso de las palabras `verdadero´ y `falso´ puede ser también una parte constitutiva de ese juego; y entonces pertenece para nosotros a la proposición, pero no `se ajusta´ a ella.15 El enfoque filosófico de Wittgenstein que nos interesa destacar es la idea de interpretar al concepto de verdad no como aquél que explica el de proposición, en el sentido de que ofrece su definición explícita o despliega su naturaleza, sino interpretar más bien que los conceptos se hayan ligados a través de una red conceptual. Otro enfoque que no podemos dejar fuera de este recorrido por algunos precedentes de la teoría deflacionista es el de Peter Strawson. Algunos lo consideran el Cf. DUMMETT, M. “Preface”, en Truth and other enigmas, Cambridge, Massachusetts, H.U.P., 1978, p. xx 15 WITTGENSTEIN, L. Investigaciones Filosóficas, Barcelona, Editorial Crítica, 1998, §136 14 13 Minimalismo, verdad y normatividad - 14 - primer deflacionista16, y casi todos admiten su influencia en la formación de esta corriente. Aquello que este autor ha remarcado eminentemente es el carácter performativo del concepto de verdad. Este rasgo lo transforma en referencia indiscutida de la tradición pragmatista, cuya posición frente a la normatividad de la verdad vamos a analizar en la segunda parte de este trabajo. Otro rasgo fundamental extraído de las observaciones de Strawson, ha sido la sospecha de que el predicado de verdad no expresa en definitiva una propiedad. Si bien esta idea no es la de ninguno de los autores cuyas ideas expondremos aquí, negar que la verdad sea una propiedad es el camino adoptado por buena parte del deflacionismo contemporáneo17. Observador riguroso de las diferentes funciones del lenguaje, varía en la frase una palabra por otra, hasta que las combinaciones y sustituciones le entreguen la mecánica gramatical que fija el juego del término o de la frase. Strawson ha tratado de explicar el uso del predicado de verdad evitando toda función descriptiva –al menos en algunas de sus exposiciones: Pero por qué debería el problema de la Verdad (el problema acerca de nuestro uso de `verdadero´) considerarse como el problema de elucidar el tipo de discurso que consiste en enunciar hechos [the Fact-stating type of discourse]? La respuesta es que no debería ser considerado de esa forma; pero que la teoría de la correspondencia sólo puede calarse completamente [fully seen through] cuando se la ve como un intento estéril sobre este segundo problema. Claro que un filósofo ocupado en el segundo problema, ocupado en elucidar un cierto tipo general de discurso, debe apartarse del lenguaje y hablar de las distintas maneras en las que las emisiones están relacionadas con el mundo (aunque debe ir más lejos de `correspondencia entre enunciado y hecho´ para que lo que va a decir sea fructífero). Pero –para recurrir a algo que dije anteriormente- la presencia en el discurso ordinario de las palabras `verdadero´, `hecho´, etc., señalan, sin hacer comentarios sobre, la presencia de una cierta forma de usar el lenguaje. Cuando usamos estas palabras en la vida ordinaria, estamos hablando dentro, y y no acerca de, un cierto marco de discurso.18 16 Cf. KIRKHAM, R. Theories of Truth, London, MIT Press, 1995, p. 307 y ss. Cf. BRANDOM, R. “Pragmatism, Phenomenalism and Truth talk”, Midwest Studies in Philosophy, Vol XII: Realism and Antirealism, 1988 18 STRAWON, P. F. “Truth” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 172 17 14 Minimalismo, verdad y normatividad - 15 - En este pasaje Strawson equipara el problema de la Verdad al problema acerca de nuestro uso del término `verdadero´, lo cual evidentemente será negado por cualquier posición que entiende que luego de determinar el concepto de verdad, todavía debemos investigar la propiedad de la verdad, si queremos ofrecer una teoría completa de la verdad. Antes de finalizar este apartado veamos brevemente el modo en que concibe Quine a la teoría desentrecomilladora de la verdad y qué función le otorga al predicado de verdad. En Philosophy of Logic dice Quine: El predicado de verdad nos recuerda que, si bien hablamos acerca de oraciones en virtud del ascenso técnico, nuestro ojo está puesto en el mundo. Esta fuerza cancelatoria del predicado de verdad es explícita en el paradigma de Tarski: `La nieve es blanca´ es verdadera si y sólo si la nieve es blanca Con las comillas se diferencia el hablar acerca de palabras y el hablar acerca de la nieve. La cita es un nombre de una oración que contiene un nombre, concretamente `nieve´, de la nieve. Al llamar verdadera a la oración, llamamos blanca a la nieve. El predicado de verdad es un dispositivo para desentrecomillar. Podemos afirmar la oración simple con sólo pronunciarla, sin ayuda de citas ni del predicado de verdad; pero si queremos afirmar una cantidad infinita de oraciones que podemos demarcar sólo si hablamos de oraciones, entonces el predicado de verdad posee un uso. Lo necesitamos para restaurar el efecto de referencia objetiva cuando en virtud de alguna generalización hemos recurrido al ascenso semántico.19 Quine reafirma la utilidad del predicado de verdad, que parecía oscurecida desde la equiparación de la predicación de verdad de una oración a su simple aserción. Cuando fue postulado que el concepto de verdad es redundante, aquello volvió más urgente la pregunta por la función del concepto de verdad. Una teoría desentrecomilladora de la verdad, recuerda Quine, responde que se necesita del concepto de verdad para formular explícitamente algunas generalizaciones esquemáticas -`todo lo que dice el Maestro es 19 QUINE, W. V. Philosophy of Logic, Englewood Cliffs., Prentice Hall, 1970, p. 12-3. 15 Minimalismo, verdad y normatividad - 16 - verdad´- o para afirmar una oración cuyo contenido no podemos especificar -`la primera oración escrita por el hombre es verdadera´. En la segunda parte de nuestro trabajo veremos que esta cuestión referida a la función del concepto de verdad deviene el principal objeto de estudio y reflexión de los autores de la tradición pragmatista. 1.2 - Tarski y las condiciones de una teoría satisfactoria de la verdad El caso de Tarski es insoslayable para confeccionar el marco minimalista. Casi todos los autores posteriores de la tradición analítica que reflexionan sobre el tema de la verdad conceden imperiosa relevancia al aporte de Tarski. Éste constituye de algún modo la base común a partir de la cual se trabaja20. En sus investigaciones, Tarski busca explicar el significado del término verdad(ero) y fijar un criterio que permita distinguir los usos adecuados de los incorrectos. Y considera que la explicación que va a ofrecer es mixta, en el sentido de que pretende ser una aclaración del uso efectivo del término, pero que se reconoce a su vez como una sugerencia (normativa) para una manera definida de usarlo.21 Tarski impone dos condiciones a la definición de verdad para que ésta resulte satisfactoria. Una de las condiciones es que la definición sea formalmente correcta22, y la otra exigencia es que sea materialmente adecuada, esto es, que tenga como consecuencias lógicas todas las equivalencias de la forma (T) `p´ es verdadera si y sólo si p donde `p´ se reemplaza por cualquier oración declarativa23 (que no contenga al término verdad) del lenguaje para el que se define la verdad. Este es un requisito que se 20 Esta relevancia ha sido puesta en duda por algunos autores de la tradición pragmatista, como ocurre en el caso de Rorty. Cf. RORTY, R. “Davidson between Wittgenstein and Tarski.” en Critica: revista hispanoamericana de filosofía 30: 88, (Abril, 1998) pp. 49-71 21 Es interesante que Tarski consideraba a la teoría pragmática y a la coherentista como teorías normativas de la verdad. Cf. TARSKI, A., Verdad y Demostración, Buenos Aires, Oficina de publicaciones del C.B.C, 1996, p. 11-13 22 La corrección formal de la definición requiere que se especifique exactamente la estructura formal y el vocabulario del lenguaje en el que vaya a ofrecerse la definición. El análisis de antinomias obliga a Tarski a evitar lenguajes semánticamente cerrados, y a distinguir por una parte el lenguaje objeto para el cual se desea una definición de la verdad, y por otra el meta-lenguaje en el cual se construye esa definición. 23 Uso aquí el término `oración´ dado que es el que utiliza Tarski. Horwich utiliza el término `proposición´ para evitar las dificultades que tienen las interpretaciones sintactistas del bicondicional (T). 16 Minimalismo, verdad y normatividad - 17 - desprende, podemos decir, de la pretensión de dar una aclaración del uso efectivo del término. Si tomamos un caso, por ejemplo “la nieve es blanca”, entonces `la nieve es blanca´ es verdadera si y sólo si la nieve es blanca debe ser una consecuencia de la definición que se ofrezca. Pero Tarski indica también que el bicondicional proporciona una definición del término verdad para esa oración particular, y en consecuencia proporciona a su vez una definición parcial de la verdad. En la pretensión de aclarar el uso en la práctica del predicado de verdad, Tarski encuentra una ascendencia aristotélica a su trabajo, nominando a la tradición que lo une al griego concepción clásica o semántica de la verdad. Tarski pretende precisar la concepción clásica recurriendo a técnicas de la lógica contemporánea, y para ello comienza preguntando `¿Qué significa decir que [una oración] S es verdadera o que es falsa?´ y responde `la respuesta a esta pregunta es simple: en el espíritu de la explicación aristotélica, cuando decimos que S es verdadera queremos decir simplemente que la nieve es blanca, y cuando decimos que S es falsa queremos decir que la nieve no es blanca.´24 Con esto en mente, Tarski estipula25 que el uso del término `verdad(ero)´, cuando se refiere a las oraciones declarativas de un lenguaje, está de acuerdo con la concepción clásica de la verdad, sólo cuando nos permite aseverar todas las equivalencias de (T). Si esta condición es satisfecha, diremos que el uso del término es adecuado. Y sostiene que si los hablantes de un lenguaje adoptan una definición de la verdad que implique la totalidad de las equivalencias (T), ello establecerá el uso adecuado del término `verdadero´, que es lo que se pretende. Tarski cree que el uso intuitivo del término `verdadero´ es rescatado en la concepción semántica, aunque admite que puede estar equivocado e indica que aquello debe resolverse a través del método estadístico de la encuesta. De esta manera usa `proposición´ con el sentido de `oración declarativa significativa´. En otras partes de este trabajo aludiré a esta noción como `enunciado´. La imposibilidad de utilizar un único portador de verdad se debe a la necesidad de reconstruir fielmente las ideas de los distintos autores mencionados. 24 TARSKI, A. (1996), p. 14 La formulación de Aristóteles a que se refiere Tarski es `Decir de lo que es que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, o de lo que no es que no es, es verdadero´. 25 En cuanto a la relación, que puede considerarse problemática, entre la caracterización del concepto que se busca definir, y la definición propuesta –problema asociado tradicionalmente a la paradoja del análisis, Cf. BARRIO, E. A. La verdad desestructurada, Buenos Aires, Eudeba, 1998, p. 44-5 17 Minimalismo, verdad y normatividad - 18 - Con la estructura de Tarski y la suma de intuiciones mencionadas más arriba, el deflacionista es aquel que sostiene que la misión conceptual del predicado de verdad se agota en que su significado legitime las equivalencias (T), y que una lista con todas las equivalencias es la teoría de la verdad26. Una consecuencia que se desprende de esta tesis es el carácter insustancial de la verdad27. Sobre los límites o el objeto de una teoría de la verdad, y la relación del deflacionismo con Tarski no hay acuerdo entre los especialistas. Veremos que el argumento centrado en la normatividad de la verdad que vamos a evaluar en el próximo capítulo contra el deflacionismo guarda la pretensión de dirimir esta cuestión. Para Tarski, en efecto, la definición semántica de la verdad 28 nada implica respecto de las condiciones en que puede afirmarse una oración tal como (1), La nieve es blanca. La definición sólo implica que siempre que afirmamos o rechazamos esta oración, debemos estar listos para afirmar o rechazar la oración correlacionada (2), La oración `la nieve es blanca´ es verdadera. Por ello Tarski dice De manera que podemos aceptar la concepción semántica de la verdad sin abandonar ninguna actitud gnoseológica que podamos haber tenido; seguimos siendo realistas ingenuos, realistas críticos o idealistas, 26 Recordemos que lo que Tarski buscaba era una definición de la verdad, y no una axiomatización. Él toma al predicado de verdad como una noción definida mientras que una teoría desentrecomilladora lo toma como un término primitivo, o definido sólo implícitamente. Para algunas observaciones sobre este punto Cf. HALBACH, V. Semantics and Deflationsim, 2001, Tesis de habilitación sin publicación disponible. p. 43 y ss 27 Cf. McGRATH, M. “Deflationism and the normativity of truth” en Philosophical Studies 112, 2003. Allí dice que una propiedad no es sustancial si (1) existe un principio que explique todos los hechos respecto de esa propiedad y (2) no admite análisis filosófico o empírico. Y una propiedad no admite análisis si no hay ninguna teoría que provea condiciones no circulares necesarias y suficientes de la forma “algo es F (la propiedad es cuestión) si y sólo si G.” 28 Cf. BARRIO, E. A. (1998), p. 41 y ss. para una exposición detallada del modo en que se construye la definición. 18 Minimalismo, verdad y normatividad - 19 - empiristas o metafísicos: lo que hayamos sido antes. La concepción semántica es completamente neutral respecto de todas estas posiciones. 29 Eduardo Barrio ha insistido sobre este punto en su libro La verdad desestructurada, argumentando que la definición ofrecida por Tarski es independiente de la concepción correspondentista de la verdad, y que no hay razones ni ontológicas, ni epistémicas, ni semánticas para adoptar el correspondentismo. Desde su óptica, la diferencia entre esta concepción y el deflacionismo reside en que si para el último la equivalencia entre los dos lados del bicondicional vale por el rol expresivo del predicado veritativo, el correspondentismo en cambio considera que la corrección de los bicondicionales está sujeta a restricciones relacionadas con el significado de las expresiones para las cuales se define la verdad. Y lo que es más relevante aún, el correspondentismo intenta dar una definición analítica que brinde una descomposición del concepto de verdad en sus componentes básicos. La definición desplegaría de este modo la naturaleza de la verdad.30 Pero Barrio sostiene también la tesis más fuerte según la cual el carácter eliminativo de la definición dada por Tarski –aquel que indica que la definición debe ser formulada sin un uso esencial de términos que hagan referencia a entidades semánticasdetiene toda posibilidad de ofrecer un análisis acerca de la naturaleza de la verdad – acerca de la constitución de la propiedad de la verdad.31 Esta tesis de la posición deflacionista, a diferencia de la anterior, queda comprometida por el argumento inflacionario de Wright. Alberto Moretti, en cambio, ha defendido la idea opuesta según la cual una de las funciones esenciales del concepto de verdad reside en aludir al papel de lo extralingüístico (extramental) en la justificación de la diferencia entre oraciones afirmables y no afirmables, lo cual ofrece un motivo para esperar que la teoría adecuada de la verdad establezca una relación –algún tipo de correspondencia- como fundamento de la predicación de verdad.32 Por este motivo, incluye como condición de adecuación material de la definición de verdad buscada por Tarski, junto a la exigencia de TARSKI, A. “La concepción semántica de la verdad” en La búsqueda del significado, ed. Valdés Villanueva, L. M., Madrid, Editorial Tecnos, 1991, p. 302 30 BARRIO, E. A. (1998) p. 39-40 31 Cf. BARRIO, E. A. “El deflacionismo y el problema de la verdad” en Revista Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXVI Nº 2 (Primavera 2000), p. 362 32 MORETTI, A. Concepciones tarskianas de la verdad, Buenos Aires, Oficina de publicaciones del C.B.C, 1996, p. 29 29 19 Minimalismo, verdad y normatividad - 20 - garantizar la aceptabilidad de las instancias del esquema T, la misión de reflejar la presunta correspondencia entre lenguaje y mundo. Aquellos que consideren de esta manera que la relación entre lenguaje y mundo viene preteóricamente dada en el uso del término “verdad(ero)”, juzgarán a su vez que cualquier teoría que eluda este aspecto no califica como análisis de la noción tradicional de la verdad, siendo sólo una propuesta que aspire a sustituirla por otra noción. Pero, para Moretti, no es el concepto de satisfacción el que responde a las exigencias de la intuición correspondentista, sino que éstas requieren del examen del valor semántico de las expresiones suboracionales -por este motivo, admite que la variante tarskiana de la correspondencia no excluye una posición no realista. En cambio, cree que una opción para dar cuerpo a la intuición correspondentista es apelar a los conceptos de referencia de los términos singulares y de extensión de los predicados. En esta misma dirección, Michael Devitt, advierte que no habría ningún argumento por el cual las virtudes de una teoría deflacionista pudieran aspirar a detener la pregunta por la naturaleza de la verdad -opción que trasciende el estudio del mero concepto- pero admite que los logros de esta empresa dependen del éxito al ofrecer una teoría de la referencia, por el cual profesa un anhelo insomne.33 Especificando el impulso tarskiano por definir la verdad en términos de referencia y satisfacción de predicados, esta línea de pensadores intentarán ofrecer una teoría naturalista causal de la referencia. No es éste el camino que sigue la investigación de Wright. 1.3 - La formulación del minimalismo de Horwich Una de las formulaciones más recientes del deflacionismo o minimalismo es la que Horwich ofrece en su libro Truth.34 Allí describe varias causas de insatisfacción generadas por las teorías deflacionistas tradicionales a las que pretende dar respuesta. Una de ellas es que las propuestas deflacionistas no se han expuesto con el suficiente rigor como para ser evaluadas seriamente -no siempre se especifica, por ejemplo, si las teorías conciernen a la naturaleza de la verdad en sí misma o meramente al significado de la palabra `verdadero´. Otras veces se omite una enunciación explícita de aquello que una teoría debería hacer para resultar satisfactoria, con lo cual se dificulta nuevamente su evaluación. Un tercer defecto de algunas teorías deflacionistas del pasado es su DEVITT, M. “The Metaphysics of Truth” en The Nature of Truth, ed. Por Michael Lynch, Cambridge, MA, MIT Press, 2001, pp 579-611 34 HORWICH, P., Truth, New York, Oxford University Press, 1998 33 20 Minimalismo, verdad y normatividad - 21 - adhesión a ciertas tesis inplausibles, como por ejemplo que ser verdadero no es en ningún sentido una propiedad, o que toda instancia del esquema ``p´ es verdadera si y sólo si p´ es correcta. Por último, generalmente no han dado respuesta a un número de objeciones refutables, como aquella que indica que las teorías deflacionistas no capturan qué es la verdad o que no puede reconciliarse con el carácter deseable de la verdad.35 Esta serie de cuestiones, sobre las que no vamos a detenernos ahora, pero que serán cuestiones fundamentales a lo largo de nuestro trabajo, motiva la propuesta de Horwich. Entre los objetivos se destaca evidentemente el de formular tan explícitamente como sea posible los principios de la teoría de la verdad. Los axiomas de esta teoría son según Horwich proposiciones como (1) <<La nieve es blanca> es verdadera sii la nieve es blanca> y (2) <<Mentir está mal> es verdadera sii mentir está mal>36 Todo axioma, señala Horwich, está dividido en dos componentes complejos. En primer lugar, hay una parte que es en sí misma una proposición y que aparece dos veces. En el caso de (1) éste es el componente que se puede expresar con las palabras españolas (3) `La nieve es blanca´ i.e. la proposición (4) <La nieve es blanca> En segundo lugar, lo que queda, es un componente expresado por una oración esquemática [schematic sentence] 35 HORWICH, P. (1998) p. 16 El deflacionismo y el minimalismo de Horwich -como también el de Wright- consideran que un mérito de estas teorías de la verdad es precisamente que no plantean inconvenientes para considerar a los juicios normativos como veritativo-funcionales. Agradezco aquí la fructífera discusión respecto a la relación entre enunciados fácticos y enunciados normativos sostenida con Justina Díaz Legaspe, Federico Pailos y Eduardo Barrio en las Jornadas de Filosofía organizadas el la Universidad de la Plata en diciembre del 2004. 36 21 Minimalismo, verdad y normatividad - 22 - (E) `<p> es verdadera sii p´ i.e. (E*) <<p> es verdadera sii p>37 Este segundo componente [constituent] es una estructura proposicional, una función de proposiciones a proposiciones. Cuando E* se aplica a una proposición ( 4) <La nieve es blanca> genera el axioma (1) <<La nieve es blanca> es verdadera sii la nieve es blanca> y si se lo aplica a la proposición (5) <Mentir está mal> genera el axioma (2) <<Mentir está mal> es verdadera sii mentir está mal> De hecho, aplicada a cualquier proposición esta función genera el axioma correspondiente de la teoría. En otras palabras, dice Horwich, los axiomas de la teoría minimalista de la verdad (TM) están dados por el principio (6) Para cualquier objeto x: x es un axioma de TM si y sólo si, para algún, y, cuando la función E* se aplica a y, su valor es x. O según una notación lógica: (6*) (x) (x es un axioma de TM ↔ (y) (x = E* [y])) 37 Aquí Horwich emplea la convención según la cual rodear una expresión, e, con corchetes angulados, `<´ y `>´, produce una expresión que refiere al componente proposicional que corresponde a e. 22 Minimalismo, verdad y normatividad - 23 - Uno de los rasgos sobresalientes de la teoría minimalista que puede llamar la atención, como anticipamos al comienzo, es que no dice explícitamente qué es la verdad. Por el contrario, el esquema de equivalencia (E) se presenta como una definición implícita del concepto. A su vez, tampoco menciona fenómenos tradicionalmente asociados con la verdad, como referencia, significado, validez lógica, aserción o meta de la investigación. Por otra parte, aunque es posible caracterizar los axiomas de la teoría minimalista como las proposiciones que muestran una cierta forma, no es posible formular explícitamente la teoría38. El minimalismo de Horwich sigue a Quine al dar cuenta de la utilidad del concepto de verdad; se lo necesita para permitir la formulación explícita de ciertas generalizaciones o afirmar oraciones cuyo contenido no podemos especificar. Por otra parte, presenta al esquema de equivalencia como una definición implícita del concepto de verdad y de ese modo da cuenta de su significado. Esto se basa en dos suposiciones. En primer lugar, los hechos en virtud de los cuales significamos lo que significamos con `verdadero´ son aquellos que mejor explican nuestro uso del término. Esta suposición se desprende de una teoría general del significado como uso. En segundo lugar, la mejor explicación de nuestro uso del término es a través de nuestra aceptación del esquema de equivalencia, lo cual se justifica mostrando que éste alcanza para explicar la función generalizadora [generalizing function] de la verdad. A su vez, Horwich sostiene que la verdad no tiene una naturaleza subyacente. El punto aquí se sigue de lo dicho en los dos párrafos anteriores. Una vez que reconocemos la función que cumple el concepto de verdad, vemos que las generalizaciones que articulamos utilizando el concepto no son hechos acerca de la verdad. Luego, su explicación no se vería facilitada dando cuenta de su naturaleza subyacente. Más bien, los hechos respecto de la verdad requeridos para explicar las generalizaciones serán instancias del esquema de equivalencia. Estas instancias son conceptualmente básicas y a priori, y por lo tanto probablemente no susceptibles de explicación reductiva. Horwich concluye entonces que es razonable suponer que la verdad no está constituida por ninguna propiedad más fundamental. 38 Esto último ocurre por dos razones independientes. En primer lugar el número de axiomas formulables [formulatable] es demasiado alto, es por cierto infinito. En segundo lugar existen proposiciones que no se pueden formular, para las cuales los axiomas correspondientes son a su vez inexpresables, aunque se los puede identificar. Sobre este punto ver HORWICH, P. (1998), p. 19-22. 23 Minimalismo, verdad y normatividad - 24 - Estas tres tesis, la tesis de la utilidad del concepto de verdad, la tesis de su significado y la tesis de su naturaleza son los tres principales componentes, según la síntesis de Horwich, de la visión minimalista de la verdad.39 En el próximo capítulo veremos que el argumento inflacionario presentado por Wright cuestiona la tercera tesis, aquella referida a la naturaleza de la propiedad de la verdad. Cf. HORWICH, P. “The minimalist Conception of Truth”, en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 262 39 24 - 25 - Minimalismo, verdad y normatividad PRIMERA PARTE CAPÍTULO 2: El argumento inflacionario En este capítulo40 vamos a examinar el argumento inflacionario de Crispin Wright. Como dijimos antes, Wright se autoproclama minimalista en su concepción de la verdad. El uso del mismo término que emplea Horwich no es desacertado porque, desde su perspectiva, su propia visión del minimalismo es la teoría que cualquier deflacionista debería aceptar en virtud de cierta inestabilidad de las otras versiones del deflacionismo. Es esta inestabilidad de las propuestas deflacionistas, que Wright denuncia a través del argumento inflacionario, lo que motiva su versión minimalista de la verdad. En este argumento, Wright indica que el predicado de verdad es normativo y ofrece para mostrarlo una caracterización de la normatividad -que divide en normatividad descriptiva y normatividad prescriptiva. Aquí vamos a detallar esta caracterización, que será confrontada en capítulos posteriores con la de otros autores. En primer lugar, vamos a contextualizar el argumento inflacionario en la obra de Wright. Luego vamos a reconstruir el argumento para elucidar los conceptos que intervienen en su construcción y analizar cada una de sus inferencias, buscando la comprensión que nos permita evaluarlo justamente. En tercer lugar, vamos a realizar algunas observaciones críticas al argumento, referidas específicamente a la caracterización que ofrece Wright de los predicados descriptivamente normativos y de los predicados prescriptivamente normativos, a la equivalencia de fuerza normativa entre el predicado de verdad y el predicado de asertabilidad justificada41, a la relación entre justificación y asertabilidad justificada, al rol que cumple el supuesto de sinceridad en el vínculo que une a la creencia y a la aserción, y por último a la divergencia de extensión del predicado de verdad y el predicado de asertabilidad justificada. 40 Debo agradecer al grupo Grupo de Acción Filosófica y especialmente a Justina Díaz Legaspe, a Federico Pailos, a Javier Castro Albano y a Daniel Kalpokas por sus útiles observaciones sobre una versión anterior de las ideas aquí presentadas. 41 Hemos optado por traducir `warrantedly assertible´ por `asertabilidad justificada´ en vez de `asertabilidad garantizada´. En el marco de la discusión que nos ocupa esta distinción no resulta relevante. 25 Minimalismo, verdad y normatividad - 26 - 2.1 - Realismo, anti-realismo y verdad Comencemos entonces describiendo el contexto en el cual se inscribe su teoría minimalista. Dos años después de la síntesis impulsada por Horwich, aparece en Truth and Objectivity42, la controvertida observación de Wright donde se advierte sobre una inestabilidad inherente en la teoría de Horwich y toda otra versión deflacionista que postule que la verdad no es una propiedad sustancial, real o robusta de aquello de lo que se la predica. El libro comienza indicando que su objetivo general es la cuestión de cuál es el mejor modo de comprender el contraste entre visiones realistas y anti-realistas sobre distintas áreas de nuestro pensamiento y nuestro discurso. Para ello propone una caracterización pre-teórica del realismo, y distingue una versión modesta y una versión presuntuosa. En la versión modesta el realismo se compromete con la independencia del mundo externo. El mundo externo existe con independencia de nosotros, y es como es independientemente de cuál sea nuestro vocabulario conceptual con el cual lo pensamos y de cuáles sean nuestras creencias acerca de él. En la versión presuntuosa el realismo se compromete no sólo con que el acuerdo que pudiera haber entre el pensamiento y el mundo se determina con independencia de la actividad cognitiva humana, sino que además, en circunstancias favorables, somos capaces de concebir el mundo correctamente y conocer la verdad acerca de él. Tanto en su versión modesta como en la versión presuntuosa, continúa Wright, el realismo ha sido atacado desde dos flancos. La versión presuntuosa es cuestionada por variantes del escepticismo, que duda sea de la verdad de la pretensión de que nuestros poderes cognitivos sean adecuados del modo sugerido por esta versión del realismo, sea del derecho mismo a pretender que lo sean. Los ataques a la versión modesta suelen provenir de posiciones que tradicionalmente se han clasificado como idealistas. Estas posiciones a veces cuestionan el modo en que se utiliza la idea de independencia en el realismo modesto y otras veces se oponen directamente a la creencia de que ciertas áreas del discurso busquen expresar pensamientos cuya meta sea reflejar una realidad independiente. Wright distingue tres paradigmas que han dominado el modo en que se piensa la posición idealista -o anti-realista como él va a llamarla a lo largo del libro- en la 42 WRIGHT, C. (1992) 26 Minimalismo, verdad y normatividad - 27 - filosofía anglo-americana desde la segunda guerra mundial. El primero de estos paradigmas que señala es el desarrollado por Michael Dummett siguiendo algunas ideas de los positivistas lógicos y de los trabajos tardíos de Wittgenstein. Dummett indica que la disputa entre realismo y anti-realismo debe darse en el ámbito de la teoría del significado. El segundo paradigma incluye los trabajos de John Mackie en ética y Hartry Field en matemática pura, áreas en las que se objeta al realismo el ser víctima de una superstición metafísica, arguyendo, a grandes líneas, que no existe un reino de entidades matemáticas o de hechos morales. El tercer paradigma anti-realista incluye entre otros a Wittgenstein, Ayer, Hare y Blackburn, e insiste en que las oraciones declarativas en ciertas áreas del discurso no buscan expresar pensamientos representacionales. El error del realismo en este caso consiste en creer, en virtud de ciertas similitudes gramaticales meramente superficiales, que la función de esas oraciones es expresar hechos, hacer aserciones que podrán resultar verdaderas o falsas. Frente a estos paradigmas, Wright se pregunta si ellos capturan de modo satisfactorio la dirección en la cual debe proceder una propuesta anti-realista acertada y convincente. De ninguno de los tres, argumenta Wright, puede esperarse una interpretación y desarrollo de la intuición anti-realista, por ejemplo, frente al discurso sobre lo cómico. Se necesita, en su opinión, un nuevo enfoque que garantice los siguientes puntos: (1) que las opiniones sobre lo cómico son expresadas correctamente bajo la forma de aserciones aptas de verdad y falsedad, (2) que muchas de estas aserciones son perfectamente verdaderas, y (3) que lo que distingue esta área del discurso de otras en las cuales resulta insatisfactoria la intuición anti-realista no es el hecho de que su objeto sea implícitamente antropocéntrico. Cualquier programa que desarrolle la intuición anti-realista garantizando estos puntos responderá a su vez dos cuestiones: en primer lugar deberá mostrar cómo es posible conceder que un discurso es apto para que se predique verdad o falsedad de sus oraciones y que en efecto muchas de las aserciones que consideramos verdaderas en ese discurso son verdaderas, negando sin embargo que por ello la adopción de la posición realista sea inevitable43; y en segundo lugar, si se puede explicar que lo anterior no es inevitable, entonces deberá indicar cómo debe plantearse el debate entre realismo y anti-realismo. 43 Al menos cuando se combinan estas concesiones con el reconocimiento de que lo expresado no puede ser reducido a términos antropocéntricos más explícitos. Cf Wright, (1992) p. 12 27 - 28 - Minimalismo, verdad y normatividad El objetivo de Wright en Truth and Objectivity, entonces, es delinear un marco para la expresión y desarrollo de la intuición anti-realista que permita responder a las dos preguntas señaladas más arriba. En este contexto Wright se pregunta si no es posible apelar a la noción de verdad propia de la concepción deflacionista para responder a la primera pregunta, dado que allí la verdad aparece íntimamente ligada al contenido asertivo y no adopta sin embargo compromisos metafísicos asociados al realismo. Y en este punto esboza la crítica a las versiones del deflacionismo que postulan que la verdad no es una propiedad sustancial, real o robusta de aquello de lo que se la predica. Esas versiones son inherentemente inestables. 2.2 - Reconstrucción del argumento inflacionario El argumento inflacionario de Wright parte de dos lemas.44 El primero es el lema sobre la normatividad, que indica que cualquier predicado que sea explicado a través de una estipulación que lo caracterice enteramente a través del esquema desentrecomillador, funcionará normativamente en la aserción y en la aceptación de aserciones de las oraciones para las que se ha definido el predicado, y coincidirá en fuerza normativa con la justificación. Este es el lema que vamos a estudiar con más detenimiento a lo largo de este trabajo. El segundo lema indica que `verdadero´ y `justificado´ pueden diferir en extensión, de lo cual se infiere que el predicado veritativo no puede expresar la misma norma que el predicado de justificación, sino que debe expresar una norma independiente. Si el término expresa una norma independiente, no puede sino expresar una propiedad real, sustancial45. De acuerdo al argumento inflacionario debemos decir entonces que la verdad es una norma sustancial que rige sobre el discurso asertivo distinta de la asertabilidad justificada46 o, de otro modo, que nada puede ser considerado como un predicado de verdad a menos que coincida en fuerza normativa con la asertabilidad justificada pero sea potencialmente divergente en extensión. Llegado a este punto, Wright propone una variante del minimalismo no comprometida con la tesis de que la verdad no es una propiedad sustancial. Una vez que se muestra que un predicado posee las características 44 Agradezco a Javier Castro Albano sus fructíferos comentarios respecto a la reconstrucción del argumento inflacionario en las reuniones del Grupo de Acción Filosófica. 45 WRIGHT, C. Saving the differences, London, H.U.P., 2003, p. 89 46 WRIGHT, C. (1992) p. 72 28 Minimalismo, verdad y normatividad - 29 - relevantes por razones correctas, no hay nada más que decir respecto a si es o no un predicado de verdad. El minimalismo de Wright permanece abierto a la posibilidad de adoptar una visión pluralista de la verdad, en el sentido de que puedan haber una variedad de nociones, operando en distintos discursos, que muestren los requisitos pertinentes aunque sin embargo difieran en otros aspectos interesantes a la hora de evaluar la cuestión del realismo47. La tradición deflacionista acertó al reconocer que la verdad no es intrínsecamente una noción sustancial desde el punto de vista metafísico. Debe evitar, sin embargo, hacer de esta posibilidad un rasgo necesario. El carácter no sustancial de la verdad no debe afirmarse. Todo predicado que satisfaga ciertos principios enumerados por Wright de modo no exhaustivo, califica como un predicado de verdad. Entre estos principios está el esquema desentrecomillador, que se desprende de la tesis más fundamental de que asertar es presentar como verdadero, y otros principios, como que a todo contenido asertable corresponde una negación asertiva, que un contenido es verdadero si se corresponde con los hechos, describe las cosas tal cual son, etc., que la verdad y la justificación son distintas, que la verdad es absoluta (no es posible que algo sea más o menos verdadero), y que la verdad es estable (si un contenido alguna vez es verdadero, siempre lo es). Estos principios, aunque no están enunciados exhaustivamente como quisiera Horwich, forman un conjunto de leyes a priori cuya satisfacción indica que se está frente a un predicado veritativo.48 Volvamos ahora al argumento inflacionario de Wright para examinarlo con más detalle. Los pasos de la argumentación son los siguientes: (1) (T) `p´ es verdadera si y sólo si p (tesis del deflacionismo) (2) el predicado `es verdadero/a´ no denota una propiedad sustancial (tesis del deflacionismo) (3) el predicado `es asertable justificadamente´ es una norma de la práctica asertórica (de 1) (4) el predicado `es verdadera´ es una norma de la práctica asertiva (de 1) (5) el predicado `es verdadera´ no es una norma independiente de la práctica asertiva (de 2) 47 48 WRIGHT, C. (1992) p. 24-5, 75 WRIGHT, C. (1992) p. 72 29 Minimalismo, verdad y normatividad - 30 - (6) no es el caso que `p´ es verdadera si y sólo si `p´ es asertable justificadamente (de 1) (7) el predicado `es verdadera´ y el predicado `es asertable justificadamente´ pueden diferir en extensión (de 6) (8) el predicado `es verdadera´ es una norma independiente de la práctica asertiva (de 4 y 7) (9) el predicado `es verdadera´ denota (al menos en algunos casos) una propiedad sustancial (de 8) (10) el deflacionismo es inherentemente inestable (de 2 y 9) El punto (1) presenta al esquema desentrecomillador como primera tesis del deflacionismo. No genera problemas, dado que es aceptado por cualquier variante del deflacionismo. Horwich formula su minimalismo utilizando el esquema de equivalencia y no el esquema desentrecomillador, pero aquello no modifica el planteo de Wright. Dado que el resultado de que la verdad y la asertabilidad justificada coinciden normativamente aunque potencialmente pueden divergir en extensión es pertinente para cualquier concepción que se comprometa con el esquema desentrecomillador o el esquema de equivalencia, y dado que Wright supone que toda propuesta que aspire a dar cuenta de la verdad debe incorporar al esquema, el argumento tiene una pretensión de generalidad49. Pero ¿Por qué supone Wright que toda concepción de la verdad debe incorporar el esquema desentrecomillador? Lo que fundamenta al esquema, sugiere Wright, es la trivial conexión entre verdad y aserción: asertar una proposición es proclamar que es verdadera [is claiming that it is true]. La conexión es parcialmente constitutiva de los conceptos de aserción y verdad e implica la validez del esquema de equivalencia Es verdadero que p sii p del cual el esquema desentrecomillador, que reemplaza el contenido proposicional por oraciones, es una consecuencia inmediata si se acepta que una oración cuenta como verdadera si la proposición que expresa es verdadera y suponemos que es el caso que `p´ dice que p 49 WRIGHT, C. (1992) p. 22 30 Minimalismo, verdad y normatividad - 31 - para toda instancia relevante. El punto (2) también es aceptado por todo deflacionista, aunque en el próximo capítulo veremos la inmensa relevancia de aclarar cuál es la pretensión cuando se niega que la verdad sea una propiedad sustancial. Horwich y Wright no juzgan del mismo modo la relación entre el hecho de que el predicado de verdad actúe como una norma independiente de la práctica asertiva y el carácter sustancial de la verdad. Este desencuentro continúa en el punto (5), donde Wright expresa el compromiso deflacionista con la negación de que la verdad sea una norma independiente de la asertabilidad justificada. Esto es consecuencia de que Wright juzgue que un predicado no puede operar como una norma independiente, si no expresa una propiedad real, sustancial. Para Horwich esta suposición es incorrecta, y rechaza por lo tanto el paso de (2) a (5). Tenemos aquí un núcleo problemático del argumento, establecido a partir de la relación entre normas independientes y propiedades reales, que vamos a exponer en el próximo capítulo a través de la respuesta que anticipamos aquí de Horwich a Wright. Para elucidar el punto (3) y el punto (4) debemos explicitar qué entiende Wright por predicado normativo. Tanto el predicado de verdad como el predicado de asertabilidad justificada son normativos en la práctica asertiva. Pero Wright distingue dos tipos o modos en que un predicado puede ser normativo de una determinada práctica: puede ser descriptivamente normativo o prescriptivamente normativo50. Una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia de dicha característica en una movida propuesta. O, dicho de otro modo, también en palabras de Wright, un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección, aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada por su juicio de si la movida es F. Veamos un ejemplo tomado de una práctica que no es lingüística. ¿Qué predicados son normativos de nuestras prácticas alimenticias? ¿Qué características de nuestras acciones alimenticias evaluamos cuando seleccionamos un alimento y descartamos otro? Siguiendo este criterio advertimos que el predicado `es sabroso´ resulta normativo de nuestras prácticas alimenticias, dado que la presencia o ausencia de 50 En el capítulo siguiente vamos a introducir la distinción entre positivamente normativo y negativamente normativo que también hace Wright. 31 Minimalismo, verdad y normatividad - 32 - esta propiedad (o nuestro juicio respecto de la presencia o ausencia de esta propiedad) en el alimento determina en muchos casos que lo ingiramos o que optemos por algún otro. De la misma forma, la propiedad de la belleza funciona normativamente en nuestras prácticas amorosas, dado que cortejamos y seducimos a aquellos en quienes descubrimos instanciada esta propiedad. Otros ejemplos de predicados normativos, esta vez referidos a prácticas lingüísticas, son la simpleza y la elocuencia, que nos hacen optar por una expresión y descartar otra por considerarla menos apta (simple o elocuente) para expresar un determinado pensamiento. El predicado veritativo cumple según Wright un rol descriptivamente normativo en la práctica asertiva porque las prácticas de aquellos para quienes la asertabilidad justificada es una norma descriptiva que rige en dichas prácticas discursivas, son exactamente como serían si ellos conscientemente seleccionaran las aserciones que están preparados para hacer o permitir en función de si las oraciones involucradas son o no son verdaderas.51 Notemos que en todos estos casos que hemos mencionado, el predicado es normativo en virtud de que el sujeto determina de hecho su acción o elección según juzgue que el predicado está presente o ausente. Pero no hay ningún deber que lo someta a actuar siguiendo ese criterio. El sujeto no está en ningún sentido obligado. Este rasgo varía para el caso de la normatividad prescriptiva. Wright la caracteriza de la siguiente manera: una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma prescriptiva, si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha característica, provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún si esa razón pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes de la práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en caso de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada por el juicio de si la movida es o no es F. El predicado veritativo cumple un rol prescriptivamente normativo en la práctica discursiva porque cualquier razón para pensar que una oración es verdadera puede ser transferida, a través del bicondicional, y funcionar como razón para hacer o permitir la aserción que la oración expresa52. Más adelante vamos a detenernos en esta caracterización de lo normativo y en el modo en que según Wright la verdad responde a esta caracterización. Veamos ahora otro ejemplo de predicado prescriptivamente 51 52 WRIGHT, C. (1992), p.17 WRIGHT, C. (1992), p.17 32 Minimalismo, verdad y normatividad - 33 - normativo. El predicado `es insalubre´ es prescriptivamente normativo de las acciones humanas. La consideración reflexiva de que una acción es insalubre es considerada como una razón para no realizarla ni aprobar su realización. No nos incumbe en este caso determinar si los sujetos realizan o dejan de realizar acciones por considerarlas insalubres. No es eso lo que constituye al predicado como prescriptivamente normativo, sino el juicio de que al estar instanciado en una acción funciona como razón para reprobarla. También (6) requiere una exposición un poco más detallada. La negación del bicondicional que implica mutuamente a la verdad y a la asertabilidad justificada es consecuencia de una diferencia impuesta por el esquema desentrecomillador en el comportamiento de ambas propiedades en conexión a la negación de oraciones. Toda sustitución de `p´ en el esquema posee contenido asertivo al menos en el sentido de que está capacitada para aparecer como antecedente del condicional. Esto asegura, dice Wright, que la negación de `p´ también podrá ser una sustitución apropiada. Para todo `p´ si `p´ es una sustitución permitida `no p´ también lo es. Por este motivo, sustituyendo en el esquema una oración por su contraria obtenemos que (i) `No es el caso que p´ es verdadero si y sólo si no es el caso que p. También contamos con que dados como premisas un bicondicional y la negación de uno de sus componentes [constituents], es posible inferir la negación del otro. Por lo cual es una consecuencia directa del esquema desentrecomillador que (ii) No es el caso que p si y sólo si no es el caso que `p´ es verdadero. y por transitividad de (i) y (ii) (iii) `No es el caso que p´ es verdadero si y sólo si no es el caso que `p´ es verdadero. Ahora bien, (iii) no sería correcto, (el condicional) de derecha a izquierda, cuando reemplazamos `verdadero´ por `asertable justificadamente´. No es correcto afirmar que 33 Minimalismo, verdad y normatividad - 34 - (iv) No es el caso que `p´ es asertable justificadamente entonces `no es el caso que p´ es asertable justificadamente. Este condicional falla en aquellos discursos en los que es posible que haya un estado de información neutral, que no justifique ni la aserción ni el rechazo de una oración. Debemos reconocer luego algún tipo de distinción conceptual entre `verdadero´ y `asertable justificadamente´. Teniendo en cuenta esta diferencia en el comportamiento del concepto de verdad y el de asertabilidad justificada, en conexión a oraciones negadas, podemos ver ahora por qué esto tiene como consecuencia la negación del bicondicional que las implica mutuamente. El punto será que como el bicondicional implica (iv), y (iv) es incorrecto, debemos negar el bicondicional. Si fuera correcto que (v) `p´ es verdadero si y sólo si `p´ es asertable justificadamente Luego si (vi) No es el caso que `p´ es asertable justificadamente (hipótesis) (vii) No es el caso que `p´ es verdadera (de v, vi y el principio según el cual todo enunciado tiene una negación significativa) (viii) `No es el caso que p´ es verdadera (de iii y vii) (ix) `No es el caso que p´ es asertable justificadamente (de v y vii) Entonces (x) si no es el caso que `p´ es asertable justificadamente entonces `no es el caso que p´ es asertable justificadamente. (de vi a ix) Como (x) es incorrecto, debemos negar el bicondicional (v) que implica mutuamente a la verdad y la asertabilidad justificada, al menos para todas las sustituciones de `p´ que permitan estados neutrales de información. Esto es consecuencia del esquema desentrecomillador más el principio según el cual todo enunciado tiene una negación significativa. La negación del bicondicional entre la verdad y la asertabilidad justificada muestra que no existe ningún obstáculo conceptual contra la posibilidad de que los 34 Minimalismo, verdad y normatividad - 35 - predicados respectivos diverjan en extensión, que es lo que expresa el punto (7) del argumento inflacionario53. A su vez, Wright muestra que la coincidencia en fuerza normativa entre la verdad y la asertabilidad justificada tampoco anula esta posibilidad. Dice: Supóngase que F y G están relacionados de modo tal que, si bien la única razón que se puede tener para suponer que algo es G es que sea F, la razón es derrotable. En ese caso, tener razones para pensar que algo es G involucrará tener razones para pensar que es F; y tener razones para pensar que es F involucrará tener razones para pensar que es G. Luego, si cualquiera de los dos predicados es normativo respecto de una práctica, allí los dos predicados coincidirán normativamente. Pero precisamente por el hecho de que el que algo sea F provee únicamente una razón derrotable para que sea también G, se mantiene la posibilidad de que ambos predicados diverjan en extensión54. Si pueden divergir en extensión, es posible que algo –una aserción- sea asertable justificadamente pero que no sea verdadera, y por lo tanto es posible que se cumpla con una norma pero no con la otra. De hecho, continúa Wright, los predicados `verdadero´ y `asertable justificadamente´ deben ser considerados como si registraran normas distintas, justamente en el sentido de que si bien apuntar a la satisfacción de una norma es necesariamente apuntar a la satisfacción de la otra, el éxito en cumplir una no implica necesariamente que también se ha cumplido la otra. De esta manera fundamenta Wright que debemos considerar a la verdad como una norma independiente (de la norma de justificación) de la práctica asertiva (8). Finalmente, la conclusión (9) indica que el deflacionismo es inherentemente inestable porque está comprometido a la vez con que la verdad es y no es una norma independiente que rige sobre el discurso asertivo. Recordemos que para Wright el compromiso deflacionista de negar que la verdad sea una norma independiente de la práctica asertiva es consecuencia de que sostiene la tesis del carácter no sustancial de la verdad. Y como por el mismo motivo para Wright todo predicado que expresa una norma independiente denota (al menos en algunos casos) una propiedad real, la 53 54 WRIGHT, C. (1992), p.21 WRIGHT, C. (1992), p.19 35 Minimalismo, verdad y normatividad - 36 - contradicción de la teoría deflacionista se aloja en esta tesis del carácter insustancial de la verdad.55 Con esto finalizamos la exposición del argumento inflacionario. Toda teoría deflacionista de la verdad –incluido el minimalismo de Horwich- cae bajo el arco del argumento. El carácter insustancial de la verdad es inconsistente en cualquier teoría de la verdad que adopte el esquema de equivalencia. La consecuencia del argumento es que se debe rechazar la tesis de la insustancialidad de la verdad. Wright estructura el argumento utilizando el concepto de predicado normativo y divide a su vez los casos de normatividad descriptiva de los casos de normatividad prescriptiva. A su vez, parece que la normatividad del predicado de verdad es intrínseca al esquema de equivalencia. Pero ¿Qué concepción de la normatividad subyace en esta conclusión? ¿Existe una sola noción de normatividad o podemos reconocer varias nociones con criterios específicos? ¿Cómo debemos juzgar las observaciones de Wright relacionadas al carácter descriptivamente normativo y prescriptivamente normativo del predicado de verdad? ¿Cuál es la relación entre normas (predicados normativos) independientes y propiedades reales? ¿Existen diferencias en esta relación según observemos que se trata de un tipo de normatividad o de otro? ¿Qué presupuestos semánticos y ontológicos subyacen en el argumento? A lo largo de los próximos capítulos vamos a examinar las respuestas que el argumento ha suscitado. Pero antes de hacerlo vamos a exponer nosotros algunas observaciones críticas a la argumentación de Wright y al modo en que concibe la normatividad. 2.3 – Normatividad descriptiva y equivalencia en fuerza normativa Estas observaciones están referidas, como dijimos al comienzo del capítulo, a la caracterización que ofrece Wright de la normatividad descriptiva y la normatividad prescriptiva, a los rasgos de los predicados de verdad y de asertabilidad justificada que los hacen predicados descriptivamente y prescriptivamente normativos, a la 55 Javier Castro Albano juzga que la reconstrucción del argumento no debe apelar al carácter sustancial o no sustancial de la verdad. La inestabilidad de la posición deflacionista de funda, en su reconstrucción, en el compromiso deflacionista a reconocer una sola norma de la práctica asertiva junto con la demostración de que la verdad opera como norma independiente. Aquí consideramos en cambio que omitir en la reconstrucción del argumento la tesis deflacionista del carácter no sustancial de la verdad impide comprender por qué Wright le atribuye al deflacionismo el compromiso a que la justificación sea la única norma del discurso asertivo. Recién al introducir este vínculo resulta evidente por qué se trata de un argumento inflacionario. 36 Minimalismo, verdad y normatividad - 37 - equivalencia de fuerza normativa entre el predicado de verdad y el predicado de justificación, a la relación entre justificación y asertabilidad justificada, al vínculo que une la creencia y la aserción a través de la sinceridad, y por último a la divergencia de extensión del predicado de verdad y el predicado de justificación. Con ellas intentamos elucidar los conceptos que se utilizan en el argumento, señalando en algunos casos distinciones pertinentes que permiten su mejor comprensión y evaluación, pero no creemos que al hacerlo hemos mostrado la inviabilidad del argumento. Nuestra primera observación está referida a una ambivalencia que notamos en el modo en que Wright caracteriza los predicados descriptivamente normativos. Wright dice que (a) una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia de dicha característica en una movida propuesta. Otro modo de decir lo anterior, también en palabras de Wright, es que (b) un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección, aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada por su juicio de si la movida es F.56 Pero ¿Son equivalentes las dos formulaciones? En la primera formulación de Wright, es la posesión por parte de la acción de una determinada característica lo que guía al sujeto en la selección de esa acción. En la segunda formulación, es el juicio del sujeto de que la acción posee la característica lo que guía su selección. ¿Es relevante esta diferencia para juzgar el modo en que opera la normatividad descriptiva de los predicados y para responder a la pregunta por el tipo de propiedades que esos predicados denotan? Según la primera formulación parece que le predicado puede funcionar normativamente a pesar de que los sujetos desconozcan que la acción que realizan instancia el predicado en cuestión. ¿Debemos interpretar el `guiar la selección´ del sujeto de modo causal? ¿Son normativos entonces aquellos predicados que denotan propiedades que afectan causalmente nuestra acción? Una consecuencia interesante de este modo de interpretar la normatividad descriptiva es que si dos predicados distintos denotan la misma propiedad, aun cuando el sujeto lo ignore, entonces poseen la misma fuerza normativa. Esto es así porque la fuerza normativa del predicado está determinada por el conjunto de efectos que causa la propiedad en nuestra acción. Otra consecuencia de esta 56 Federico Pailos distingue en Wright una tercera caracterización de la normatividad descriptiva asociada a la idea de `modelar´ una práctica, según la cual cualquier predicado cuya evaluación en la práctica determinaría el mismo conjunto de acciones que el que determina el predicado de justificación resulta descriptivamente normativo. 37 Minimalismo, verdad y normatividad - 38 - interpretación es que si adoptamos una posición reductivista, deberemos admitir que sólo las propiedades últimas o reales (con efecto causal) poseen fuerza normativa propia. La fuerza normativa del resto de las propiedades debe explicarse a través de la fuerza normativa de las propiedades básicas hacia las cuales se efectúa la reducción. En cambio, la paráfrasis que ofrece Wright de la caracterización de los predicados descriptivamente normativos arroja resultados distintos, ya que allí es el juicio del sujeto lo que determina la selección de la acción. Ya no es el efecto causal de la propiedad lo que determina la fuerza normativa del predicado. Dos predicados que denoten la misma propiedad pueden diferir en lo que concierne a su fuerza normativa. Esto ocurrirá en todos los casos en que el sujeto juzgue (por supuesto incorrectamente) que la acción se describe correctamente con uno de los predicados pero no con el otro. Por la misma razón, en esta acepción no parece posible explicar la fuerza normativa de un predicado apelando a la fuerza normativa de los predicados que denotan las propiedades a las cuales se reduce la propiedad expresada por el predicado por cuya fuerza normativa nos preguntamos inicialmente. En el capítulo siguiente vamos a evaluar, siguiendo esta ambivalencia que acabamos de presentar, el paso de (2) a (5) en el argumento inflacionario de Wright, donde se deduce que el predicado de verdad no es una norma independiente de la práctica asertiva. Veremos que este compromiso que Wright le atribuye a la posición deflacionista está asociado a la primera acepción que mencionamos más arriba. Pero ahora nos interesa recordar que según Wright el predicado veritativo cumple un rol descriptivamente normativo en la práctica asertiva porque las prácticas de aquellos para quienes la asertabilidad justificada es una norma descriptiva que rige en dichas prácticas discursivas, son exactamente como serían si ellos conscientemente seleccionaran las aserciones que están preparados para hacer o permitir en función de si las oraciones involucradas son o no son verdaderas. En este caso Wright está atribuyendo fuerza normativa al predicado de verdad por su equivalencia con el predicado de asertabilidad justificada, dado que la selección conciente de los sujetos de sus acciones es la misma cuando evalúan la presencia de uno y otro predicado. Wright está utilizando la segunda acepción que ofrece de normatividad descriptiva, aquella asociada al juicio de los sujetos. Pero ¿Son equivalentes en fuerza normativa los dos predicados? ¿Qué significa esta coincidencia en fuerza normativa? Wright da el siguiente ejemplo. Dice: 38 Minimalismo, verdad y normatividad - 39 - supóngase que F y G están relacionados de modo tal que, si bien la única razón que se puede tener para suponer que algo es G es que sea F, la razón es derrotable. En ese caso, tener razones para pensar que algo es G involucrará tener razones para pensar que es F; y tener razones para pensar que es F involucrará tener razones para pensar que es G. Luego, si cualquiera de los dos predicados es normativo respecto de una práctica, allí los dos predicados coincidirán normativamente57. Esta es la situación de todos los casos en que utilizamos criterios fenoménicos para reconocer propiedades, y mantenemos que no hay un vínculo constitutivo entre la satisfacción del criterio y la presencia de la propiedad. El esquema desentrecomillador, al estar fundado sobre la idea de que asertar una oración es presentarla como verdadera, garantiza que la justificación y la verdad están en la relación que describe Wright. Las únicas razones que tenemos para determinar que una oración es verdadera es que está justificada, con lo cual tener razones para pensar que una oración está justificada implica tener razones para pensar que es verdadera y viceversa. Pero notemos que si bien las razones que alguien tiene para pensar que algo es F son razones para pensar que algo es G, las razones para pensar que es G son más débiles que las razones para pensar que es F. Decimos que las razones son más débiles porque pensar que algo es F es una razón, pero una razón derrotable, para pensar que es G. ¿No estará un sujeto más dispuesto a sostener F que G? Ahora supongamos que él se enfrenta a la siguiente situación: si piensas que algo es F, actúa, a menos que tengas razones igualmente fuertes para pensar que también es H. En este caso, si al evaluar la situación el sujeto reemplaza F por G, el resultado de su acción puede diferir. Luego, dado que tener razones para pensar que algo es F involucra tener razones para pensar que es G, y viceversa, si seguimos la caracterización ofrecida debemos decir que F y G coinciden normativamente, aún cuando no generan las mismas acciones en la práctica. Las razones para juzgar la presencia de dos propiedades pueden ser las mismas, pero desde el momento en que interviene la acción, esas razones pueden pesar más en un caso que en otro. Si el predicado de verdad y el de asertabilidad justificada se encuentran en la relación que en el ejemplo une a G y F, no necesariamente van a coincidir en las 57 WRIGHT, C. (1992), p.19 39 - 40 - Minimalismo, verdad y normatividad acciones que suscitan en los sujetos que evalúan su presencia o ausencia en las afirmaciones que realizan, lo cual problematiza la caracterización de Wright del predicado de verdad como descriptivamente normativo. De todos modos, si aceptamos la caracterización de Wright, pareciera que ciertos predicados, que guían la acción de los participantes de una práctica, son normas descriptivas. La idea de Wright es que la presencia de una característica o un predicado en una movida guía la acción del participante, en el sentido de que indica de algún modo el curso de acción que debe seguir. Detengámonos ahora a la caracterización de la normatividad prescriptiva. Una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma prescriptiva si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha característica, provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún si esa razón pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes de la práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en caso de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada por el juicio de si la movida es o no es F. El predicado veritativo cumple un rol prescriptivamente normativo en la práctica discursiva porque cualquier razón para pensar que una oración es verdadera puede ser transferida, a través del bicondicional, y funcionar como razón para hacer o permitir la aserción que la oración expresa. ¿Por qué piensa Wright que es una consecuencia del esquema desentrecomillador que cualquier razón para pensar que una oración es verdadera puede ser transferida a través del bicondicional y funcionar como razón para hacer o permitir la aserción que la oración expresa? Adoptar el esquema desentrecomillador nos compromete a aceptar que toda razón para pensar que una oración es verdadera es razón para pensar que la aserción que expresa dicha oración es verdadera. Para que el bicondicional sea verdadero, la asignación de verdad a `es verdad que p´ debe coincidir con la asignación de verdad a `p´. Por ello, cualquier razón para pensar que una oración es verdadera, como es razón para asignar verdad a `p es verdadera´, es razón para asignar verdad a `p´. De la misma manera, cualquier razón para pensar que la oración `p´ está justificada es razón para pensar que la oración `es verdad que p´ está justificada. Pero, ¿Por qué cree Wright que pensar que `p´ es verdadera es razón para hacer o aprobar la afirmación `p´, en el sentido de que es correcto afirmar o aprobar `p´ porque es verdadera? ¿Cómo explica la corrección de una acción –decir o aprobar `p´40 Minimalismo, verdad y normatividad - 41 - en función de un hecho –que `p´ sea verdadera- o de otra acción –asignar verdad a `p´? ¿Dónde se funda este deber propio de la normatividad prescriptiva? ¿Hay un tal deber? Es claro que no se funda en los propósitos de los hablantes. Las condiciones para que una oración posea la propiedad de ser asertable justificadamente pueden no limitarse a que juzguemos que la oración es verdadera, siguiendo el criterio de justificación que tengamos para hacer tal juicio. La propiedad de estar justificado que utilizamos como criterio para asignar verdad a una oración no coincide con la propiedad de ser asertable justificadamente. La segunda se refiere más bien a la corrección de emitir una aserción en un determinado contexto. La norma de justificación asociada al criterio de verdad suele no ser la única que rige la corrección de las afirmaciones. Esta corrección se determina en función del contexto. No es racional ni correcta la observación `el número de objetos hexagonales de esta habitación es 76´ proferida a mitad de una conversación entre dos jóvenes amantes58, aún si es verdadera. El problema es que en el argumento inflacionario Wright nos habla de la propiedad de ser asertable justificadamente y no de la propiedad de estar justificado. Dejaremos de lado el análisis de las diferencias que surjan del hecho de que la primera es una noción modal. Nuestro punto es que la primera es una propiedad de la emisión y la segunda es una propiedad de la proposición o de la oración emitida. Sólo la primera está relacionada a la acción. Una vez que distinguimos estos dos planos en algunos casos no será incorrecto sostener algo falso, y será incorrecto sostener algo verdadero. Con lo cual nos enfrentamos al siguiente dilema en la interpretación de la caracterización de Wright. Si optamos por interpretar que la propiedad de asertabilidad justificada es equivalente a la propiedad de justificación como criterio de asignación de verdad, no vemos de qué modo la posesión por parte de una oración de esta propiedad hace correcta su emisión. La corrección de las afirmaciones en tanto acciones debe distinguirse de la corrección de las oraciones según el criterio de la justificación, en el sentido por ejemplo de estar implicada por otras oraciones de cuya verdad no dudamos. Si optamos en cambio por distinguir la propiedad de estar justificado de la propiedad de ser asertable justificadamente, nos topamos con los contraejemplos expuestos más arriba. En el capítulo cuarto tendremos oportunidad de desarrollar esta observación, tomando como eje el análisis del concepto de normatividad que propone Pascal Engel. 58 PUTNAM, H. Razón, verdad e historia, Madrid, Editorial Tecnos, 1988, pág. 200 41 Minimalismo, verdad y normatividad - 42 - No mencionamos hasta ahora, si bien ocupa un rol importante en el argumento, el modo en que Wright se refiere a la asertabilidad justificada como norma descriptiva y prescriptiva de la práctica asertiva. Recordemos que en virtud del esquema desentrecomillador, si la asertabilidad justificada es normativa, también lo es la verdad. Con lo cual no carece de importancia repasar las razones por las cuales la primera opera como norma descriptiva y prescriptiva del discurso asertivo. Wright dice: Para que el contenido de las oraciones esté determinado, debe haber una distinción, respetada por la mayoría de los miembros de la práctica, entre los usos propios e impropios de esas oraciones. La distinción será aquella trazada entre los casos en los que su aserción está justificada y los casos en que no lo está. Luego, una norma o conjunto de normas de asertabilidad justificada regirá, prescriptiva y descriptivamente, sobre el uso literal y sincero de las oraciones a las que se aplica el predicado T. Prescriptivamente, porque tener razones para pensar que una oración es asertable justificadamente es, trivialmente, tener razones (derrotables) para asertarla o aprobar su aserción –las `movidas´ propias de la práctica lingüística asertórica. Descriptivamente, porque (al menos es plausible que) a menos que los participantes en la práctica traten en la mayoría de los casos de respetar las normas de asertabilidad justificada que la gobiernan, no es claro en qué consistiría el hecho de que las oraciones que la componen tengan el contenido que tienen59. Reflexionemos un momento sobre la sugerencia de Wright de que la distinción entre los usos propios e impropios de las oraciones sea aquella trazada entre los casos en los que su aserción está justificada y los casos en los que no lo está. La idea de Wright es que para que el contenido de las oraciones esté determinado, debe regir en la práctica del lenguaje una norma de justificación. Y que dado que el contenido está determinado, esa norma rige de hecho –y debe regir- la práctica. Una primera cuestión es si el contenido está de hecho determinado. Si no lo estuviera, no podríamos inferir una norma de justificación. En segundo lugar, deberíamos evaluar si realmente el vínculo entre norma de justificación y determinación de contenido es de condición de posibilidad. En tercer lugar, debemos preguntar, ¿En qué consiste que el contenido esté determinado? Podemos hacer la siguiente distinción. 59 WRIGHT, C. (1992), p. 17 42 Minimalismo, verdad y normatividad - 43 - Una cuestión es si la relación entre la oración y el contenido está determinada, de modo que podamos determinar cuál es el contenido de la oración -¿Éste o aquél?-. Otra cuestión es si el contenido mismo, si los contenidos mismo de las oraciones están determinados. Con esto en mente, una primera tentación es interpretar que Wright se refiere, cuando dice que para que el contenido de las oraciones esté determinado debe haber una distinción entre los usos propios e impropios de esas oraciones, a que las expresiones deben ser usadas por la mayoría de los miembros con el mismo significado. Esto puede ser correcto, si pensamos que de otro modo, aún cuando una aserción y su contraria, emitidas por parte de dos miembros de la práctica, significando cosas distintas, pudieran ser ambas significativas y ambas verdaderas, las oraciones no podrían estar determinadas en cuanto a su contenido –la proposición que expresan. Hasta aquí lo que tenemos es una condición de posibilidad, en tanto la distinción entre usos propios e impropios es requerida para determinar cuál es el contenido de las oraciones. Pero que la relación entre la oración y el contenido no esté determinada no equivale a que el contenido no esté determinado. Ahora bien, esta distinción entre usos propios e impropios de las oraciones no equivale a la distinción entre aserciones justificadas y no justificadas. Para ello puede notarse que, si el significado de la misma aserción varía en dos individuos, puede ocurrir que una aserción y su contraria, emitidas por estos individuos, estén ambas justificadas. El uso impropio de una oración, caracterizado como aquel en el que el significado de los términos componentes no es el habitual, o no es el establecido por un diccionario reconocido, no carece de justificación a menos que el usuario tenga la intención de utilizar los términos como lo indica tal diccionario, esto es, a menos que tenga la intención de utilizarlos correctamente –en este sentido de corrección. Con lo cual tenemos un caso de uso impropio pero justificado. Podemos interpretar en cambio que la distinción entre usos propios e impropios no exige que los sujetos utilicen las expresiones con los mismos significados, sino simplemente que dados esos significados, la proposición expresada esté justificada según los criterios pertinentes y posea un contenido objetivo. Pero ¿Por qué no pueden estar determinados los contenidos de las oraciones a menos que los sujetos las utilicen para hacer afirmaciones justificadas? Si la mayoría de las afirmaciones de la mayoría de la gente no estuviera referida a la realidad, y no tuviera pretensión de describirla, ¿Se 43 Minimalismo, verdad y normatividad - 44 - perdería poco a poco el carácter determinado del contenido de las oraciones del lenguaje? ¿Las oraciones dejarían de estar determinadas en cuanto a su contenido? Nosotros destacamos que es una cuestión empírica si los sujetos seleccionan efectivamente sus afirmaciones en función de una norma de justificación, y probablemente en un sinnúmero de casos no lo hagan. Con lo cual para muchos sujetos la justificación no es siquiera una norma descriptiva. Por otra parte, no debe ser considerado como prescriptivamente normativo sobre los hablantes el que realicen aserciones justificadas, a menos que cumplan una función específica que así lo requiera en virtud de un compromiso adoptado. Con lo cual la norma estará fundada sobre ese compromiso y no sobre la práctica asertiva sin más. A su vez, reproducimos la situación que objetamos antes, según la cual no es clara la relación entre la justificación de la oración y la justificación de la afirmación. Si el predicado `asertable justificadamente´ opera como norma prescriptiva de la práctica asertiva porque trivialmente tener razones para pensar que una oración es asertable justificadamente es tener razones (derrotables) para asertarla o aprobar su aserción, entonces Wright no se refiere aquí al carácter justificado de la oración, sino a que el sujeto juzga que en ese contexto, sea la oración verdadera o falsa, es correcta emitirla. De otro modo no podría pensar que la relación entre la justificación de la oración y la justificación de una acción donde se la afirma es trivial, y más bien debería ofrecer razones que expliquen esta relación. Las observaciones anteriores referidas a la normatividad prescriptiva y a los predicados de verdad y de asertabilidad justificada explican que Wright restringa el análisis al uso literal y sincero de las aserciones. Lo cual nos lleva a señalar que Wright sostiene que hay un vínculo analítico entre aserción y creencia, porque si alguien realiza una aserción, y se supone sincera, se sigue que tiene una creencia cuyo contenido puede capturarse a través de la oración usada60. Pero esto mismo parece indicarnos que el vínculo analítico no se establece entre la aserción y la creencia, como sugiere Wright, sino entre la sinceridad y la creencia. El punto es que si alguien realiza una aserción, y no se supone su sinceridad, no se sigue que tenga una creencia cuyo contenido puede capturarse a través de la oración usada. Puede no tener ninguna creencia, o tener la creencia opuesta. A través de la experiencia podemos notamos que el triunfo de la sinceridad se ha demorado, y que no se apodera aún de la totalidad de los hablantes. Sin 60 WRIGHT, C. (1992), p. 14 44 Minimalismo, verdad y normatividad - 45 - la intervención de la sinceridad no se sostiene el vínculo analítico entre aserción y creencia. Justamente la función del concepto de sinceridad es correlacionar la aserción y la creencia. Una aserción es sincera si expresa lo que el hablante cree, piensa o siente. La posibilidad de aserciones insinceras, y de alguna forma la existencia misma de la noción de sinceridad aplicada a las aserciones, sugiere que no hay tal vínculo conceptual entre aserción y creencia. Antes de finalizar el capítulo estudiemos un último aspecto del argumento de Wright. Sin duda la divergencia en extensión entre el predicado veritativo y el predicado de asertabilidad justificada ocupa un rol fundamental en el argumento inflacionario. Esta divergencia está asociada a la posibilidad de acatar una norma pero no la otra, y deducir que la norma expresada por el predicado de verdad es independiente (8). La idea de Wright es que, dado que `es verdadero´ y `es asertable justificadamente´ pueden diferir en extensión, pueden haber casos en que una oración sea verdadera aún cuando no esté justificada. Luego, establecer como condición de corrección de una acción que sea verdadera no equivale a establecer la justificación como condición de corrección. Ciertas acciones serán correctas si se las evalúa en función de la justificación pero no lo serán si se las evalúa en función de se verdad. Es posible acatar una norma pero no la otra. Resaltemos aquí que la independencia de la norma de la verdad supone, no demuestra, la divergencia en extensión. Wright deduce la posibilidad de la divergencia en extensión entre los predicados, de una diferencia en el comportamiento de ambos predicados frente a la negación. Y acepta que un predicado puede tener una extensión sin que los hombres sepan reconocerla. Pero ¿Es posible que se encuentre un caso, una oración por ejemplo, incluida en la extensión de `verdadero´ pero no en la extensión de `asertable justificadamente´? Wright simplemente ha mostrado que de acuerdo a sus comportamientos frente a la negación, puede haber un caso semejante. Cuando se descubre un caso hasta el momento oculto de la extensión de `verdadero´, automáticamente el caso es incluido en la extensión de asertable justificadamente´. Un caso no puede ser reconocidamente verdadero y no ser asertable justificadamente, aunque pueda no haberlo sido. La extensión reconocida de `verdadero´ y `asertable justificadamente´ nunca diverge; aunque es posible que haya divergido sin que nosotros lo hubiéramos notado. Ocurre a veces que una oración p que estaba justificada, y que se creía verdadera, resulta falsa. En esos casos, se puede decir retrospectivamente que, cuando alguien aprobaba p en el pasado, no cumplía con la 45 Minimalismo, verdad y normatividad - 46 - norma del predicado veritativo, pero sí con la norma de asertabilidad justificada. Son casos en los que cambia la extensión que los hombres atribuyen al predicado veritativo. En estos casos, el acatar una norma pero no la otra, nunca indica lo que se debe hacer, sino en todos los casos lo que se debía hacer. Porque al acatar la norma de justificación ya se ha hecho todo lo que se puede hacer. No hay nada que el sujeto pueda hacer para cumplir con ese deber independiente que le impone la norma de la verdad. Pero entonces ¿Es correcto describir la práctica asertiva como si estuviera regida por esta norma independiente? ¿Cuántas normas de acción hay? ¿Hay normas que no son normas de acción? ¿Podemos multiplicar los deberes aún si aquello no tiene ninguna utilidad ni función en la explicación de nuestras acciones? En el capítulo sexto veremos cómo la posición pragmatista busca detener esta multiplicación apelando al principio según el cual no debe haber diferencias filosóficas que no impliquen diferencias prácticas. Parte del rechazo de Rorty de las conclusiones de Wright se fundan en consideraciones similares a éstas. En este capítulo hemos expuesto el argumento inflacionario de Wright señalando el lugar que ocupa en su obra y hemos sugerido una serie de observaciones críticas al argumento y al modo en que allí se caracteriza la normatividad. Wright objeta a la tradición deflacionista que le antecede y propone una variante del minimalismo no comprometida con la tesis de que la verdad no es una propiedad sustancial. Esta visión del minimalismo es la teoría que cualquier deflacionista debe aceptar. Una vez que se muestra que un predicado satisface un conjunto de leyes a priori que Wright enumera de modo no exhaustivo, no hay nada más que decir respecto de si es o no un predicado de verdad. Veamos a continuación algunas de las reacciones suscitadas por el argumento en el principal expositor de la cuestionada tradición deflacionista. 46 - 47 - Minimalismo, verdad y normatividad CAPÍTULO 3: Teoría pluralista de la verdad A través de la exposición del argumento inflacionario de Wright ofrecida en el capítulo anterior, hemos advertido que el tema principal que nos ocupa, que es el de los atributos normativos del concepto de verdad, introduce en nuestra investigación el antiguo y persistente problema del realismo. Efectivamente, la presencia de observaciones en torno al tema del carácter normativo de la verdad, en la obra de Wright, es consecuencia de la relación que él encuentra entre la normatividad del predicado de verdad y la constitución de la propiedad que expresa ese predicado en diversos discursos. Habría a su juicio una relación evidente entre normas independientes y propiedades sustanciales. Todo predicado que es normativo en una práctica, si es utilizado para construir una norma independiente, distinta de toda otra norma que rija esa práctica, expresa una propiedad –al menos en algunos casossustancial. ¿Pero qué es una propiedad sustancial? ¿Somos indefectiblemente realistas si juzgamos que la verdad es una propiedad sustancial? Es crucial destacar que el resultado del argumento de Wright no es que la verdad es sin más, en todos los casos, una propiedad sustancial, sino que lo es al menos en algunos casos, o que puede serlo. Ya en el capítulo anterior hemos dicho que la enmienda del deflacionismo que Wright reclama exige simplemente eliminar la tesis de que la verdad no es una propiedad sustancial, aceptando todavía que la verdad no es esencialmente sustancial. Al coincidir con el deflacionismo en que la explicación del significado del predicado de verdad está determinada casi totalmente por el esquema de equivalencia, admite que no es necesario incluir nada sustancial para caracterizar el predicado. Pero su posición es más sobria que el deflacionismo en los compromisos ontológicos que adopta, cuando evita transformar esa independencia de la teoría de la verdad respecto de posiciones realistas –en este caso estrictamente de considerar a la verdad como una propiedad sustancial- en una tesis insustancialista referida a su constitución ontológica. Pero entonces, ¿Cómo debemos interpretar esta sugerencia de Wright de que la verdad puede ser en algunos casos una propiedad sustancial y en otros casos no serlo? Respondiendo esta cuestión vamos a comprender por qué Wright considera a su minimalismo como una teoría pluralista de la verdad. 47 Minimalismo, verdad y normatividad - 48 - La serie de relaciones advertidas por Wright entre normatividad y realismo (por un lado entre predicados normativos y propiedades sustanciales, y por el otro entre normatividad y verdad) y su confirmación de que la verdad es una norma independiente de la práctica asertiva, obligó a los deflacionistas y a los pragmatistas a revisar sus juicios. Consecuentemente, el rechazo del argumento de Wright estuvo centrado por lo general en dos puntos: 1. no hay ninguna relación entre normas independientes y propiedades sustanciales. 2. la verdad no es una norma independiente de la práctica asertiva. El primero es el caso de Paul Horwich y Huw Price, mientras que el segundo es el enfoque adoptado por Rorty. Por lo dicho antes, deberemos hacer mención de aquí en adelante, en distintos pasajes de este trabajo, a algunas cuestiones referidas a la problemática del realismo, mientras estudiamos los aspectos normativos del concepto de verdad. Precisamente en este capítulo este será nuestro núcleo temático principal. ¿Por qué asociamos la verdad a la problemática del realismo? Michael Dummett61 ha sido uno de los principales renovadores de la investigación acerca de esta cuestión. En su análisis, la resolución de la disputa entre realismo y anti-realismo, para cada discurso, está asociada a la concepción de la verdad y el significado que corresponda a ese discurso. Su propuesta original fue considerar que la tesis principal y distintiva del realismo sobre un discurso particular consiste en sostener que cada uno de los enunciados de ese discurso es determinadamente verdadero o falso. Apreciamos la relevancia de esta formulación si tenemos en cuenta una clase de enunciados para los cuales no podemos garantizar que tendremos evidencia para establecer su valor de verdad. Sostener que el principio de bivalencia es válido para esa clase de enunciados implica sostener que a pesar de que no haya evidencia, está garantizado que cada uno de los enunciados es o bien verdadero o bien falso. De lo cual parece inferirse que lo que hace verdadero o falso a esos enunciados debe ser algo distinto e independiente de lo que contribuye a la disponibilidad de evidencia para reconocer su verdad o falsedad. En particular, que uno de esos enunciados sea verdadero no consistirá en –no será lo mismo- que ese enunciado satisfaga nuestro más refinado criterio de verdad. El núcleo Cf. DUMMETT, M. “Truth” y “Realism” en Truth and other enigmas, Cambridge, Massachusetts, H.U.P., 1978 61 48 Minimalismo, verdad y normatividad - 49 - de la tesis realista aparece así determinado por su adherencia a una noción de verdad que trasciende la evidencia. El anti-realismo, tal como lo formula Dummett, consiste de la misma manera en la tesis de que la verdad no puede no estar restringida epistémicamente. O al menos, en que si fuera el caso que la verdad no está restringida epistémicamente, entonces no se puede interpretar el significado de los enunciados a través de sus condiciones de verdad –por este motivo decimos que para Dummett el realismo está determinado por una concepción de la verdad y también del significado. El mayor inconveniente que encuentra Wright en la formulación de Dummett de la tesis anti-realista recién esbozada, es que presenta como su tesis principal una idea que alguien puede perfectamente querer suscribir y aún mantener su interés por defender el realismo62. Wright considera que debería ser posible adoptar una visión realista respecto de lo que hace a un enunciado verdadero o falso aún cuando aceptamos que su valor de verdad no trasciende la evidencia –está restringido epistémicamente. Por otra parte, veremos que Wright no considera que una semántica anti-realista esté obligada a no ser veritativo-funcional; una semántica con esos presupuestos ontológicos puede apelar a condiciones de verdad, siempre y cuando acepte que la verdad de un enunciado requiere que haya evidencia disponible –en principio- de su verdad. Con esto en mente, en primer lugar vamos a exponer la disputa que separa a Wright y a Horwich en cuanto a la corrección del argumento inflacionario. Horwich coincide con Wright en que la verdad es una norma, pero objeta las consecuencias respecto de la naturaleza de la verdad que extrae del hecho de que ésta sea una norma independiente del discurso asertivo. Luego vamos a detallar las observaciones de Horwich sobre las posibles interpretaciones de la noción de propiedad y su relación con el presunto carácter sustancial de la verdad, y qué respuesta exige aquello de parte de la posición deflacionista. Por último, vamos a tratar la cuestión del pluralismo de la verdad propuesta por Wright y objetada por Horwich, y haremos referencia nuevamente a la divergencia en extensión entre el predicado de verdad y el de asertabilidad justificada, que expusimos y comentamos en el capítulo pasado. Allí vamos a trabajar el concepto de super-asertable. El predicado de superasertabilidad funciona para Wright como predicado de verdad en algunos discursos. Exactamente en aquellos discursos que están restringidos epistémicamente, donde 62 Cf. WRIGHT (2003), p. 13 y ss. 49 Minimalismo, verdad y normatividad - 50 - siempre que una proposición sea verdadera hay evidencia de que lo es. A través de la introducción de este concepto, veremos que la divergencia de extensión entre verdad y justificación, requerida por el argumento inflacionario, también existe entre la verdad y la super-asertabilidad, pero sólo en aquellos discursos que no están restringidos epistémicamente. Con lo cual, aquellos que juzguen que todos los discursos están epistémicamente restringidos no serán sensibles a la conclusión del argumento inflacionario. Al finalizar este recorrido, deberá quedar en evidencia el núcleo del programa que Wright busca desarrollar en lo referido a la teoría de la verdad y su relación con el realismo, y que comienza, como ya sabemos, en el argumento inflacionario que recurre al carácter normativo del predicado de verdad. 3.1 - Normas independientes y propiedades sustanciales Recordemos que el argumento inflacionario parte de dos lemas. El primero es el lema sobre la normatividad, que indica que cualquier predicado que sea explicado a través de una estipulación que lo caracterice a través del esquema desentrecomillador, funcionará normativamente en la aserción y la aceptación de aserciones de las oraciones para las que se ha definido el predicado, y coincidirá en fuerza normativa con la justificación. El segundo lema indica que `verdadero´ y `justificado´ pueden diferir en extensión, de lo cual se infiere que el predicado veritativo no puede expresar la misma norma que el predicado de justificación, sino que debe expresar una norma independiente. Si el término expresa una norma independiente, no puede sino expresar una propiedad real, sustancial. En Realism Minus Truth63 Horwich responde a las acusaciones de Wright sobre el supuesto carácter contradictorio de las tesis con las que se compromete el deflacionismo respecto de la verdad. Según Horwich, el principal defecto del argumento de Wright es el no dar ninguna explicación de cómo la conclusión se infiere de los lemas. Wright presupone que si una creencia de la forma `x es F´ provee una buena razón para actuar de cierto modo en relación a x, entonces `F´ debe expresar una propiedad real. Pero el deflacionista no está obligado a aceptar esta suposición. Las implicaciones normativas de creer `x es verdadero´, pueden ser explicadas sin necesidad HORWICH, P. “Realism Minus Truh”, Philosophy and Phenomenological Research, Vol. LVI, No. 4, 1996, p. 877 63 50 Minimalismo, verdad y normatividad - 51 - de considerar que la verdad es una propiedad sustancial, simplemente aceptando que creer que un enunciado es verdadero equivale a creer el enunciado. De hecho, Horwich64 advierte que el uso del predicado veritativo para articular una norma de la aserción independiente es perfectamente compatible con la tesis central de su deflacionismo, donde se sostiene que el predicado veritativo no es más que un dispositivo para facilitar ciertas formas de generalización, cuyo funcionamiento requiere únicamente que se satisfaga el esquema desentrecomillador. ¿En qué difieren entonces Wright y Horwich? Ambos aceptan que el deflacionismo se compromete con la tesis de que (1) el predicado veritativo está caracterizado por el esquema desentrecomillador, y la tesis de que (2) la verdad no es esencialmente una propiedad sustancial.65 Ahora bien, el esquema desentrecomillador implica según Wright que la verdad es una norma del discurso asertivo. Siendo un predicado que funciona normativamente sobre una determinada práctica, en este caso la práctica del discurso asertivo, puede servir para fijar una norma peculiar y distinta de cualquier otra norma que rija sobre esa misma práctica, o puede referir a la satisfacción de una o varias de esas otras normas, que pueden expresarse sin mención del predicado en cuestión66. Si el caso fuera el segundo, el predicado veritativo podría simplemente referir a la norma de justificación. Pero esta opción es descartada en la argumentación de Wright cuando se advierte que `verdadero´ y `justificado´ pueden diferir en extensión, lo cual es deducido del esquema desentrecomillador más algunos principios referidos a la negación. Wright considera que es obvio que un predicado no puede ser un simple dispositivo para registrar la aceptación de una determinada movida en una práctica de acuerdo a cierta norma Ф, si puede ser aplicado con propiedad en circunstancias donde el predicado que de hecho expresa la norma no puede ser aplicado con propiedad, o viceversa. Esto es, el predicado veritativo no puede ser un dispositivo para registrar la aceptación o rechazo de una aserción de acuerdo con la norma de justificación, si puede ser aplicado con propiedad en circunstancias donde el predicado HORWICH, P. “The Minimalist Conception of Truth” en Truth, editado por S. Blackburn & K. Simmons, New York, Oxford University Press, 1999, p. 256 y ss. 65 Recordemos sin embargo que Wright, a diferencia de Horwich, no cree que el esquema desentrecomillador por sí solo sea suficiente para definir al predicado veritativo, e insiste en que se deben agregar otros principios que actúan como leyes a priori y también participan de la definición implícita o caracterización. Horwich se refiere a este desacuerdo en Realism minus Truth, aún cuando la presentación exhaustiva de la teoría deflacionista es una de sus principales motivaciones. 66 Cf. WRIGHT, C. “Précis of Truth and Objectivity”, Philosophy and Phenomenological Research, Vol. LVI, No. 4, 1996, p. 913 64 51 Minimalismo, verdad y normatividad - 52 - `justificado´ no puede ser aplicado con propiedad, o viceversa. La verdad debe ser entonces una norma independiente que rige en el discurso asertivo. Hasta aquí Horwich parece de acuerdo con la argumentación de Wright. Pero Wright concluye de lo anterior que la verdad debe ser a su vez una propiedad real (i.e. sustancial): Una vez que se reconoce, como lo expresé hace un momento, que hay un modo en el que un enunciado puede estar en orden o fuera de lugar [in or out of order] independientemente de si está o no justificado, no puedo ver cómo puede fallar el reconocimiento de una propiedad real del enunciado, que esté en orden o fuera de lugar, ni cómo puede desviarse la pregunta: ¿en qué consiste en ese sentido estar en orden, o fuera de lugar?67 Horwich no cree que esta inferencia esté justificada ni argumentada. El desacuerdo entre ambos se manifiesta en la respuesta que dan a la pregunta: ¿Cuando un término registra una norma independiente en una práctica, expresa necesariamente una propiedad –al menos en algunos casos- sustancial? Horwich lo niega. Cree que el defecto principal del argumento es que salta de los lemas intermedios a la conclusión sin ninguna explicación respecto a cómo se desprende aquel paso68. Evaluemos entonces su argumentación. 3.2 - La noción de propiedad en la teoría deflacionista Veamos la posición de Horwich respecto de este punto con más detalle. Desde su perspectiva el minimalismo no está comprometido con una respuesta puntual a la pregunta de si la verdad es o no es una propiedad, sino que dado que pueden haber distintas concepciones respecto del concepto de propiedad, la conclusión ofrecida por el minimalismo puede variar en función de cómo se entienda este concepto69. Así, si tomamos una concepción amplia de propiedad según la cual todo término que funcione lógicamente como un predicado expresa una propiedad, y dado por ejemplo que en lógica el término verdad se formaliza como un predicado, el concepto de verdad del 67 WRIGHT, C. (1996), p. 914 HORWICH, P. (1996) 69 HORWICH, P. (1999), p. 259 68 52 Minimalismo, verdad y normatividad - 53 - minimalismo es una propiedad70. En cambio, bajo una concepción sustantiva de propiedad según la cual un predicado expresa una propiedad si y sólo si no hay ningún obstáculo a priori que impida que pueda ser reducido en términos no semánticos, dado que el minimalismo mantiene por consideraciones a priori que la verdad no es reducible en el sentido antes mencionado, el predicado de verdad no expresa una propiedad, o una propiedad sustantiva. Cuando Wright concluye que la verdad es una propiedad real o sustancial, si queremos evaluar si esta afirmación está en conflicto con el minimalismo, dice Horwich, debemos investigar qué significa que la verdad es una propiedad real, e indica que hay varias posibilidades: (1) Si Wright tiene en mente que es una propiedad en el sentido sustantivo antes mencionado, un propiedad para la cual pueda haber una teoría de la forma x es verdadera = x es F esto no se sigue del carácter normativo de la verdad, y no se puede concluir legítimamente que la verdad es una propiedad real en este sentido. (2) También se puede simplemente estipular que toda propiedad que expresa una norma peculiar en el sentido indicado más arriba es una propiedad real. Nuevamente el minimalista no tendrá inconvenientes excepto tal vez respecto al interés de dicha estipulación. (3) Otra posibilidad que imagina Horwich es que la noción de propiedad real en la que piensa Wright sea equivalente a lo que hemos llamado propiedad sustantiva excepto en que no requiere que haya ningún proyecto reductivo. Una concepción de propiedad real según la cual es posible que una propiedad tenga una `naturaleza real´ aunque se reconozca a priori que dicha naturaleza nunca se podrá especificar. Si este es el modo en que se debe interpretar la sugerencia de Wright, continua Horwich, hay dos respuestas. En primer lugar, frente a la ausencia de una articulación explícita de algún criterio para ser una tal propiedad, y la ausencia de argumentos a favor de que las propiedades que 70 Brandom, entre otros, considera que la verdad no es una propiedad. Cf. BRANDOM, R. (1988) 53 Minimalismo, verdad y normatividad - 54 - expresan una norma peculiar satisfacen ese criterio, no hay ninguna razón para aceptar el punto de Wright. En segundo lugar, hay evidencia intuitiva contra ello. Si se introduce un concepto de verdad a través de una estipulación según la cual el concepto va a ser aplicado a la proposición que la nieve es blanca si y sólo si la nieve es blanca, a la proposición que Dios existe si y sólo si Dios existe, etc., entonces parece consistente con nuestras ideas intuitivas de `naturaleza real´ y de `constitución de una propiedad´ el que la verdad de la proposición que la nieve es blanca consiste simplemente en que la nieve es blanca, etc., lo que implicaría que la verdad como tal carece de naturaleza real. Con lo cual no se sigue del hecho de que el concepto de verdad exprese una norma peculiar de la aserción el que represente a una propiedad con una naturaleza real. Por último, Horwich señala otras dos posibles interpretaciones de la tesis de Wright. Si lo que significa es simplemente que es una propiedad en el sentido amplio antes mencionado, el minimalismo no tiene inconvenientes en aceptar que la verdad es una propiedad real. Y si Wright considera como propiedad real a la siguiente disyunción infinita x = la proposición que la nieve es blanca y la nieva es blanca o x = la proposición que Dios existe y Dios existe o …… esto es bastante similar a lo que sostiene la concepción minimalista de la verdad, y no implica ninguna inestabilidad. Existe aún otra diferencia entre Horwich y Wright de la que queremos dejar constancia aquí y sobre la cual vamos a profundizar en los capítulos siguientes, incorporando las observaciones de otros autores. Wright argumenta que el deflacionismo está comprometido a través del esquema desentrecomillador con la tesis de que la verdad es una norma del discurso asertivo71. Horwich, por el contrario, parece simplemente aceptar que el esquema desentrecomillador es suficiente para formular la norma, aunque no parece comprometido con que la normatividad sea indisociable del 71 WRIGHT, C. (1992) p. 16 54 Minimalismo, verdad y normatividad - 55 - esquema desentrecomillador. Como acepta que existe un uso normativo del predicado veritativo, señala que se puede utilizar el esquema para formular la norma. No sorprende entonces que en Truth72 Horwich no trabaje la cuestión de la normatividad de la verdad. Los aspectos normativos del predicado de verdad no resultan esenciales al construir la teoría de la verdad. Si resulta que el predicado veritativo opera normativamente, se puede usar la teoría deflacionista para formular la norma. Pero si no fuera normativo, aquello no interrumpe tampoco la fuerza de la teoría deflacionista. Como Horwich concede a Wright que el predicado es normativo, muestra de qué modo se puede formular la norma73. Vamos a exponer ese aspecto de la posición de Horwich en el próximo capítulo. En cambio, Wright argumenta que una vez que se ha caracterizado al predicado veritativo según el esquema desentrecomillador, no es posible negar que aquel predicado opere normativamente sobre el discurso. No es claro, sin embargo, si para Wright la normatividad está conceptualmente ligada al concepto de verdad caracterizado por el esquema desentrecomillador, o si, como piensa Horwich, no existe ninguna conexión conceptual, aunque de hecho el predicado veritativo opere normativamente en la práctica. En función de cómo se interprete el argumento de Wright, habrá o no aquí un nuevo desacuerdo con Horwich, respecto de la naturaleza o el tipo de normatividad del concepto de verdad. Huw Price y Pascal Engel interpretan que Wright busca mostrar que la normatividad de la verdad es conceptual. Esto es, que el análisis del concepto de verdad alcanza para determinar que se trata de un concepto normativo. ¿Cómo debemos interpretar esto? Price argumenta contra Wright en este punto, porque no cree que la normatividad de la verdad pueda deducirse del análisis del concepto. Engel, en cambio, intenta defender a Wright sosteniendo precisamente que la verdad es una norma conceptual. En los capítulos siguientes tendremos oportunidad de detenernos sobre estos asuntos. 72 HORWICH, P. (1998) Para este punto Cf. McGRATH, M. “Deflationism and the normativity of Truth”, Philosophical Studies, 112, 2003 73 55 Minimalismo, verdad y normatividad - 56 - 3.3 - Pluralismo o monismo en la concepción de la verdad Según Wright, la noción de corrección conectada con el predicado veritativo, exige a la teoría deflacionista que elimine la tesis del carácter insustancial de la verdad. Aún si, como hemos dicho, no se compromete por ello con el carácter sustancial de la verdad como un elemento esencial de su versión minimalista. ¿Cómo es posible que Wright sostenga que la verdad puede ser en algunos discursos o ámbitos del conocimiento una propiedad sustancial y en otros casos no serlo? ¿No estamos obligados cuando definimos nuestra teoría de la verdad a comprometernos sea con el realismo sea con el anti-realismo? ¿No exigen la posición realista y la posición antirealista distintas teorías de la verdad? ¿Puede ser una única teoría común a ambas posiciones ontológicas? Lo que constituye la visión pluralista de la verdad ofrecida por Wright, que acoge en una única teoría las intuiciones realistas que podemos tener respecto de algunos discursos, como también las intuiciones anti-realistas que predominan cuando pensamos en otros, es simplemente el esquema desentrecomillador, sumado a ciertos principios básicos como que la verdad es absoluta y eterna, que algo es verdadero si corresponde a los hechos, etc. Estos principios, junto al esquema desentrecomillador, ofrecen una caracterización uniforme del concepto de verdad para todos los discursos en los que aparece, y que determina todo lo que es esencial al concepto. Precisamente aquí surge un desacuerdo fundamental con Horwich, para quien si el esquema desentrecomillador74 incluye todo lo que es esencial para determinar al concepto de verdad, no hay ningún motivo para hablar de muchos predicados de verdad, cada uno de los cuales exprese propiedades que pueden diferir en cuanto a su constitución ontológica. El predicado de verdad es uno, y el esquema de equivalencia agota todo lo que hay para decir de él. No es necesario ni correcto pensar que una serie de predicados que muestran ciertas analogías con el predicado de verdad son predicados de verdad, y atribuir entonces a este predicado las características ontológicas que puedan constituir a esos otros. Es un serio error suponer que sólo porque ciertos hechos generales sobre la verdad (i.e. hechos generales articulados a través del predicado de verdad) varían de un dominio 74 Obviaremos en adelante la referencia a los otros principios que incorpora Wright, porque no interfieren en la discusión que mantienen sobre este punto. 56 Minimalismo, verdad y normatividad - 57 - a otro, deben haber varios conceptos de verdad o, quizás, varias propiedades que constituyen la verdad. No suponemos que el concepto de izquierda, o la propiedad que constituye estar a la izquierda, atraviesa un giro transatlántico en virtud de la variación de las leyes de manejo; caracterizamos esa variación con un solo concepto y nos referimos a una sola propiedad75. Horwich juzga que el pluralismo de la verdad de Wright es, en el mejor de los casos, pura terminología no ortodoxa. La palabra `verdad´ expresa el concepto de verdad. Es un equívoco considerar, como hace Wright, que el concepto de superasertabilidad –una oración o proposición es super-asertable si es asertable y va a seguir siéndolo en cualquier estado futuro que incorpore nueva información o revise la anterior- es un concepto de verdad. Satisfacer el esquema desentrecomillador no transforma a un predicado en un predicado de verdad. En el caso específico del concepto de super-asertabilidad, dado que el hecho de satisfacer el esquema se infiere de la naturaleza del concepto, pero no se acepta solamente en virtud de tener la forma, `p´ es F si y sólo si p, no se trata del concepto de verdad. Frente a esto Wright76 responde fundamentalmente dos cosas. La primera de ellas es que una vez que se caracteriza al concepto de verdad a través del esquema desentrecomillador y los otros principios antes mencionados, todo predicado que satisface a priori esas leyes y/o principios es un concepto de verdad. Utiliza en este caso el principio de realización variable. De la misma forma que lo que constituye la existencia de un número puede ser bien distinto de lo que constituye la existencia de un objeto material –aún cuando todo lo esencial para la caracterización del concepto de existencia esté determinado por las reglas de introducción y eliminación del cuantificador existencial-, lo que constituye a la verdad en ética puede diferir de lo que constituye a la verdad en la física teórica. Nuestra respuesta a esta pregunta por la constitución de la propiedad de la verdad, respuesta que varía en cada discurso, es lo que determina si imperan intuiciones realistas o anti-realistas en ese discurso. Es importante advertir finalmente que Wright no cree que expandir la teoría de la verdad a través de un análisis de la constitución de la propiedad de la verdad exija una reducción de la verdad del tipo `x es verdadera si y sólo si x es F´ -recordemos que el minimalismo de Horwich niega expresamente esta posibilidad. No reconocer esta vía 75 76 HORWICH, P. (1996), p. 881 Cf. WRIGHT (2003), p. 103 57 Minimalismo, verdad y normatividad - 58 - de análisis de la constitución de la verdad –lo más cercano es la tercera formulación que ofrecimos- impide a Horwich imaginar, cuando enumera las interpretaciones posibles del carácter sustancial de la verdad, aquella sobre la cual elabora Wright su propuesta, y que está fundada en el principio de realización variable. Sólo apelando a este principio comprendemos por qué Wright juzga que su minimalismo articula una teoría pluralista de la verdad. Horwich considera que es simplemente errado suponer que este principio admite diversas propiedades de verdad bajo un mismo concepto de verdad, y por eso sólo admite que la sustancialidad de la verdad esté dada por una definición reductiva del tipo `x es verdadera si y sólo si x es F´. Con lo cual la disputa parece centrada en este caso sobre el modo en que establecemos la relación entre predicados caracterizados a través de redes conceptuales, y la propiedad o propiedades que los satisfacen.77 La segunda observación de Wright frente a la acusación de Horwich, según la cual sólo hay un concepto de verdad y las diferencias que surgen entre las diversas instancias del concepto no son suficientes para concluir que hay muchos conceptos de verdad, consiste, por una parte, en aceptar el punto de Horwich –con lo cual Wright acepta que no es suficiente advertir que ciertas características que posee el predicado de verdad en distintos discursos varía, para concluir que los conceptos de verdad locales (i.e. de cada discurso) difieren, ni que difiere lo que constituye sus instanciaciones. No obstante lo cual, Wright sostiene que las diferencias específicas marcadas por los diversos criterios [cruces] distinguidos en Truth and Objectivity como relevantes para la cuestión del realismo, sí permiten defender la idea de que la verdad se constituye de manera diversa en los distintos discursos, en virtud de si ellos satisfacen o no esos criterios.78 Así, en un discurso que juzgamos que está restringido epistémicamente, podemos afirmar el siguiente condicional: p es verdadero si y sólo si p es super-asertable mientras que no es correcto afirmarlo si juzgamos que el discurso no está restringido epistémicamente, dado que entonces aún cuando una oración sea asertable y todo nuevo estado de información no modifique esa condición, la oración puede ser falsa –aunque nadie nunca sepa que lo es. 77 Para una crítica a la posición de Wright sobre este punto a través de una analogía con el concepto de identidad Cf. GRAHAM, O., “Pluralism about Truth”, preprint. Se encuentra disponible en http://www.arts.monash.edu.au/phil/department/Oppy/grahampapers.html 78 Para este punto, Cf. WRIGHT (2003), p. 334. 58 Minimalismo, verdad y normatividad - 59 - Vemos entonces que el esquema de equivalencia, sumado al presupuesto de que el discurso evaluado está restringido epistémicamente, recibe como modelo al concepto de super-asertabilidad. Es interesante notar en este punto que el anti-realismo muchas veces se ha fundado precisamente en la tesis según la cual la equivalencia entre, `p´ y `p´ es conocible (principio de restricción epistémica), debe sostenerse globalmente.79 Con lo cual, para el anti-realista, la verdad se comporta o debe comportarse en todos los casos de manera tal que pueda ser construida como super-asertabilidad. Ahora bien, la superasertabilidad, como la asertabilidad justificada, es una propiedad interna de los enunciados de un discurso –dado que es una proyección de los estándares de justificación que actualmente rigen la aserción en ese discurso. Con lo cual no provee ninguna norma externa -en el sentido argumentado en el primer capítulo y que respondería al modo en que clásicamente se concibe a la verdad- contra la cual se midan los estándares internos de justificación, para que consecuentemente puedan resultar adecuados o inadecuados. Desde esta óptica adquieren nueva dimensión las observaciones críticas que ofrecimos en el capítulo anterior referidas al argumento de Wright sobre la diferencia en extensión entre la verdad y la asertabilidad justificada. Si bien el bicondicional que las une siempre resultará falso, el bicondicional que une a la verdad con la superasertabilidad resulta adecuado en aquellos discursos que consideramos epistémicamente restringidos. Si todos los discursos lo están, el bicondicional va a resultar correcto siempre. Y en consecuencia se desdibujará la idea de que la verdad actúa como una norma independiente de la práctica asertiva. Esta es la situación en que se encuentran muchos de quienes rechazan la idea de una semántica de condiciones de verdad. Aunque es precisamente lo que Wright quiere rescatar, sin tener que rechazar a priori por eso las intuiciones anti-realistas que puedan acompañarnos frente a ciertos discursos80. Cf. DUMMETT, M. “Truth” y “Realism” en Truth and other enigmas, Cambridge Massachussets, H.U.P., 1978. 80 WRIGHT, C. (1992) p. 61 79 59 - 60 - Minimalismo, verdad y normatividad CAPÍTULO 4: La verdad y la normatividad conceptual Elucidar los aspectos normativos del predicado de verdad exige, por una parte, una investigación del concepto de verdad por cuyas funciones normativas se pregunta, y exige, por otra, una investigación de los aspectos normativos mismos cuya presencia o ausencia en el concepto se pretende estudiar. ¿Qué es una norma? ¿Qué significa el concepto de normatividad? ¿Cómo interpretamos la hipótesis según la cual el concepto de verdad es normativo? En este capítulo vamos a exponer y evaluar distintas opciones en el modo de interpretar la normatividad del concepto de verdad, y vamos a utilizar como guía para ello los análisis ofrecidos por Pascal Engel y Timothy Williamson. Hemos visto que Wright argumenta que una vez que se ha caracterizado al predicado veritativo según el esquema desentrecomillador, no es posible negar que aquel predicado opere normativamente sobre el discurso. Pero en el segundo capítulo advertimos a su vez que no es del todo claro si para Wright la normatividad está conceptualmente ligada al concepto de verdad caracterizado por el esquema desentrecomillador, o si, como piensa Horwich, no existe ninguna conexión conceptual, aunque de hecho el predicado veritativo opere normativamente en la práctica. Allí mencionamos que, según cómo se interprete a Wright sobre este punto, habrá otro desacuerdo entre él y Horwich. La interpretación de Engel, precisamente, es que la tesis de Wright es que la verdad es una norma conceptual. Esto es, que el análisis del concepto de verdad alcanza para determinar que se trata de un concepto normativo. ¿Qué significa que una norma es conceptual? ¿Qué otros tipos de normas podemos reconocer? ¿Cómo se relacionan entre sí? ¿Es correcta la interpretación de Engel de la verdad como norma conceptual? ¿Cómo se relaciona esta caracterización de la normatividad con las distinciones trazadas por Wright entre normatividad descriptiva y normatividad prescriptiva? ¿La verdad es una norma exclusivamente conceptual? ¿Modifica este reconocimiento la relación entre normas independientes y propiedades reales advertida por Wright y objetada por Horwich? Comenzaremos el capítulo reintroduciéndonos en la caracterización de la normatividad descriptiva y la normatividad prescriptiva ofrecida por Wright, para trabajar algunos ejemplos y considerar la posibilidad de desarrollar, como hará Engel, 60 - 61 - Minimalismo, verdad y normatividad una interpretación conceptual de esa normatividad. A continuación vamos a exponer críticamente los argumentos de Engel que niegan que el concepto de verdad pueda ser considerado como concepto deóntico o evaluativo. Al hacerlo vamos a introducir una nueva distinción ofrecida por Wright en su caracterización de la normatividad, en cuanto las normas sean (descriptiva o prescriptivamente) positivas o negativas. Luego vamos a exponer la derivación de la norma de la verdad de la norma de conocimiento tal como la ofrece Williamson. Al finalizar ese desarrollo deberá quedar en evidencia la dificultad fundamental de interpretar, como sugiere Engel, la normatividad del concepto de verdad en Wright siguiendo el planteo de Williamson. Por último, vamos a realizar algunas observaciones críticas referidas a la analogía que Williamson y Engel establecen entre la noción de normatividad conceptual que constituye a la aserción y la noción de regla de un juego. 4.1 - Normatividad y aserción Vamos a introducirnos nuevamente en la caracterización de la normatividad que ofrece Wright, para considerar si permite una interpretación conceptual. Tomemos nuevamente uno de los ejemplos que presentamos en el segundo capítulo. Nos hemos referido antes al predicado `es sabroso´ como un predicado descriptivamente normativo según la caracterización de Wright. Este predicado es normativo porque los sujetos de hecho optan por ingerir o descartan la ingesta de un alimento en función de si hallan que el alimento es o no es sabroso. Si juzgan que es sabroso, lo comen. Si no es sabroso, y pueden hacerlo, optan por comer otro alimento. Recordemos que cuando caracteriza los predicados descriptivamente normativos, Wright dice que (a) Una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia de dicha característica en una movida propuesta. De acuerdo a la segunda formulación 61 Minimalismo, verdad y normatividad - 62 - (b) Un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección, aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada por su juicio de si la movida es F. Una posibilidad sería expresar el ejemplo anterior de la siguiente manera: `si juzgas que esto es sabroso, cómelo´. Un problema es que este modo de expresar la normatividad descriptiva se dificulta si recordamos la primera formulación que ofrece Wright. Pero además, esta formulación no es equivalente a la de las directivas81, dado que no hace mención de ningún propósito del sujeto. Se trata más bien de una prescripción hipotética.82 Y dado que en ningún sentido parece haber una obligación de comer alimentos sabrosos, tal vez no sea correcto expresarlo de ese modo. Más justo parece el esquema `si es sabroso, lo como´. Ahora bien, lo que parece seguro es que no vamos a considerar que el predicado expresa una norma conceptual o una regla que constituye o determina la práctica alimenticia –siempre y cuando creamos que `sabroso´ puede definirse con independencia de aquello que los sujetos optan para comer. No se infiere del análisis del significado del concepto que los sujetos de hecho elijan cosas sabrosas para comer. El significado del concepto sería el mismo aún cuando los sujetos optaran por comer cosas que no les resultan sabrosas. De la misma manera, aún si los sujetos de hecho realizan deportes que juzgan que son divertidos –con lo cual el predicado resulta normativo de la práctica de deportes- el significado del concepto asociado al predicado `es divertido´ no se modificaría si los sujetos dejan de practicar deportes divertidos. Lo que ocurre simplemente es que el predicado deja de ser normativo de la práctica del deporte83. El esquema de las prescripciones hipotéticas, que rechazamos para expresar la normatividad descriptiva del predicado `es sabroso´, parece adecuado en cambio para expresar el modo en que opera en muchas prácticas el predicado `es saludable´. Según Wright, una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma 81 Las directivas agrupan los casos en los que se requieren ciertos medios para lograr un fin determinado. Una persona que sigue una directiva persigue un determinado fin o resultado. En las inferencias prácticas, una persona extrae, de una directiva, una prescripción para su acción. 82 Las prescripciones típicamente son emitidas por una autoridad y están dirigidas a un determinado sujeto, no necesariamente individual. La autoridad de la norma quiere que los sujetos adopten una cierta conducta. La norma manifiesta la voluntad de la autoridad, que promulga la norma y la hace efectiva adjuntándole una sanción o amenaza de castigo en caso de incumplimiento. Las prescripciones pueden formularse en modo imperativo o indicativo, y como en este caso, pueden ser hipotéticas. 83 Más difícil puede resultar evaluar, siguiendo este esquema, el predicado `es preferido´. Algo instancia la propiedad asociada al predicado si los sujetos de hecho optan por eso frente a otras posibilidades. Es un predicado cuya extensión está determinada por la acción de los sujetos. ¿Diremos que según la caracterización de Wright el predicado `es preferido´ es descriptivamente normativo de la práctica? 62 Minimalismo, verdad y normatividad - 63 - prescriptiva si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha característica, provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún si esa razón pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes de la práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en caso de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada por el juicio de si la movida es o no es F. Podemos afirmar entonces, por ejemplo, lo siguiente: `si hacer deporte es saludable, has deporte´ o `si hacer deporte es saludable, debes hacer deporte´. Todavía no vamos a detenernos en la diferencia que existe entre expresar la normatividad prescriptiva de una u otra manera. Lo mismo ocurre eminentemente con el predicado `es obligatorio´, para cualquier acción que instancia el predicado, como en el caso siguiente: `si votar es obligatorio, vota´ o `si votar es obligatorio, debes votar´. En este último caso, nuevamente debemos notar que tampoco existe una conexión conceptual entre votar y la obligatoriedad del voto, dado que votar no implica que es obligatorio votar. Hay votaciones que no son obligatorias, y no por ese motivo dejan de ser votaciones, ni tampoco diremos que son votaciones incorrectas. ¿Qué ocurre en el caso del predicado veritativo? La hipótesis de que el concepto de verdad expresa una norma conceptual sugiere que del análisis del concepto se puede inferir un deber que regla la práctica asertiva, de tal modo que el concepto de verdad – unido al concepto de aserción-, en virtud de su significado, expresa una norma de la aserción. Wright advierte, por las razones que hemos expuesto en el capítulo segundo, que el predicado de verdad es prescriptivamente normativo en la práctica asertiva. Si expresamos esta idea utilizando el esquema que utilizamos para los otros ejemplos, obtenemos que: `si una aserción es verdadera, apruébala (o emítela)´ o `si una aserción es verdadera, debes aprobarla (o asertarla)´. La hipótesis de Engel es que esta normatividad es conceptual, dado que es constitutiva de la práctica asertiva. Pero entonces, cuando no aprobamos o no asertamos oraciones que son verdaderas, ¿Debemos concluir que esas oraciones no son aserciones? O cuando aprobamos o afirmamos oraciones falsas, ¿Acaso no emitimos aserciones? Una idea similar sostiene Dummett cuando dice De la misma manera, es parte del concepto de verdad que apuntamos a decir enunciados verdaderos. 84 84 DUMMETT, M. “Truth”, en Truth and other enigmas, Cambridge, Massachusetts, H.U.P., 1978, p. 2 63 Minimalismo, verdad y normatividad - 64 - Apuntar a decir enunciados verdaderos significa que tenemos el propósito o la intención de decir aquello que es verdad. Para Dummett esto es parte del concepto de verdad. Pero ¿Qué relación existe entre tener la intención de asertar aquello que es verdadero y tener el deber de decir aquello que es verdadero? ¿Encontramos plasmada esta relación en el esquema de las directivas, que utilizamos en las inferencias prácticas que presentamos más arriba, como en el ejemplo `si quieres que suba la temperatura, enciende el calefactor´? No exactamente. Allí está presente la intención o propósito, pero no se hace mención de ningún deber. ¿Qué ocurre en el caso de las prescripciones hipotéticas como `si es obligatorio votar, debes votar´? Observamos que aquí se hace referencia a un deber, pero está ausente el propósito. Lo que buscamos es más bien una formulación como la siguiente: ` si tienes el propósito X, debes hacer Y´.85 Este tipo de enunciados expresa una relación entre medios y fines que puede ser verdadera o falsa. Si tratamos de plasmar con este esquema la idea de Dummett de que es parte del concepto de verdad que apuntamos a decir enunciados verdaderos, obtenemos trivialmente que `si tienes el propósito de decir enunciados verdaderos, debes decir enunciados verdaderos´. Dado que para Dummett es parte del concepto de verdad que apuntamos a decir enunciados verdaderos, obtenemos como resultado que también es parte del concepto de verdad que debemos decir enunciados verdaderos. Horwich en cambio, cuando afirma que la verdad es una norma de la práctica asertiva, piensa más bien en una relación entre medios y fines, sin hacer intervenir ninguna relación conceptual. Por un lado, para Horwich la teoría de la verdad es independiente de la teoría de la aserción. Si resulta que buscamos enunciados verdaderos, o que de hecho nos guiamos al emitir aserciones por nuestro juicio de si son o no son verdaderas, esto puede explicarse por el hecho de que hacerlo nos resulta de alguna manera beneficioso. Por ejemplo, si tengo la creencia de que (1) si realizo la acción A voy a lograr el estado de cosas S (que deseo), y mi creencia es verdadera, entonces cuando realice la acción A de hecho lograré el estado de cosas deseado. De manera semejante, el pensamiento `si digo la verdad, evitaré que me echen del trabajo´, unido al confuso deseo de preservar el trabajo, hará que un sujeto adopte a la verdad como norma de sus aserciones. Eso es suficiente según Horwich para explicar la normatividad de la verdad, tomando como paradigma las inferencias prácticas, donde el 85 Von Wright llama a los enunciados que guardan esta forma `enunciados anankásticos´. 64 Minimalismo, verdad y normatividad - 65 - sujeto anhela cumplir con determinados propósitos, y decir la verdad es un medio para lograrlo86. Evita de este modo toda referencia a la normatividad conceptual. Engel, por su parte, adopta una estrategia similar a la de Dummett en cuanto el vínculo es conceptual, pero distinta, ya que lo que él sugiere es que es a partir del análisis del concepto de aserción que podemos inferir que la verdad es una norma conceptual de la práctica asertiva. La aserción está conceptualmente determinada por una norma de conocimiento, de la cual se desprende a su vez, sobre esa práctica, una norma de verdad. En el apartado siguiente veremos cómo lo hace. 4.2 - Aserción, conocimiento y verdad En esta apartado vamos a desarrollar la interpretación de la normatividad de la verdad que propone Engel para sostener la posición de Wright, y para la cual apela al trabajo sobre el conocimiento y la aserción de Timothy Williamson. Su posición es que la crítica de Wright al deflacionismo es correcta, aunque depende de que se acepte que la verdad es una norma, y Wright no ha dado suficientes argumentos al respecto. Sabemos que el núcleo de la propuesta de Engel consiste en considerarla como una norma conceptual. Pero, a su vez, él va a objetar que la verdad sea normativa en cualquier otro sentido. Los argumentos que presenta están dirigidos fundamentalmente contra una interpretación evaluativa y contra una interpretación prescriptiva no conceptual de la normatividad de la verdad. Aquí vamos a presentar y evaluar esos argumentos, cuya pretensión es rechazar cualquier otra normatividad que no sea conceptual. Además, vamos a introducir una nueva distinción trazada por Wright en su caracterización de la normatividad, en virtud de que el predica normativo –sea descriptivamente o prescriptivamente normativo- opere positivamente o negativamente. Luego vamos a presentar la hipótesis de Williamson que sigue Engel, según la cual la norma de conocimiento es la única norma de la aserción, y el modo en que a partir de ello la verdad se presenta como norma derivada. Al hacerlo, vamos a señalar la dificultad que presenta el proyecto de Engel de argumentar a favor de la tesis de Wright respecto de la normatividad de la verdad recurriendo a las ideas de Williamson. Por último vamos a realizar algunas observaciones críticas referidas al modo en que funciona según Williamson y Engel la normatividad conceptual de la verdad. 86 HORWICH, P. (1998) p. 44 y ss. 65 Minimalismo, verdad y normatividad - 66 - Engel distingue dos sentidos en los que se puede plantear la cuestión de la normatividad de la verdad: (a) La verdad es una norma de la creencia y la aserción en el sentido de que es constitutivo del significado de creencia y aserción que `la creencia apunta [aims] a la verdad´ y que `asertar algo es asertar algo que uno considera que es verdadero´; (b) La verdad es norma de la creencia en el sentido de que es meta de la investigación o de nuestras empresas epistémicas. Engel va a argumentar a favor de (a) y en contra de (b). Veremos en el capítulo sexto, como indica Engel, que Rorty mezcla los dos sentidos87. Pero esta primera útil distinción no es la única que ofrece Engel al debate. Teniendo en mente las discusiones en filosofía moral y filosofía del derecho, Engel distingue a su vez dos tipos de vocabulario normativo o de conceptos normativos. Por una parte están (a) Los conceptos deónticos o propiamente normativos como deber, obligación, norma, requerimiento, permisión, regular, correcto, rectificado, etc. Son conceptos que guían la acción y una respuesta apropiada a lo que prescriben, permiten o prohíben será una acción intencional o voluntaria, dado que todo deber supone que es posible cumplir con él. Por otra parte están (b) Los conceptos evaluativos como bueno, valorable, deseable, etc. La respuesta apropiada a juicios que contienen este tipo de conceptos no son acciones sino sentimientos o actitudes. Engel argumenta que la verdad no es ni un concepto deóntico ni un concepto evaluativo88. Si la verdad fuera un concepto deóntico, dice Engel, presumiblemente deberíamos aceptar condicionales del tipo ENGEL, P. “Is Truth a Norm?” en Interpreting Davidson, editado por P. Kotatko, P. Pagin & G. Segal, Chicago, CSLI Publications, 2001, p. 44 87 66 Minimalismo, verdad y normatividad - 67 - (1) Si p es verdadero entonces uno debe creer (asertar) que p Pero si la verdad fuera norma de la creencia o la aserción en este sentido, este condicional debería aplicarse a toda verdad, incluso a aquellas que jamás creeríamos o asertaríamos por ser tan triviales que no merecen nuestra consideración o porque nunca podríamos saberlas. Por este motivo, el condicional resulta absurdo. Otra razón por la cual (1) es incorrecto es que las normas deónticas tienen por respuesta acciones, pero creer algo, dice Engel, no es una acción. El argumento de Engel puede parecernos correcto en la medida en que haya verdades que no estamos obligados a creer ni a rechazar, porque hacerlo no influye en ninguna medida en nuestras vidas. En relación a esta observación, señalemos que (1) puede inferirse de la vieja impresión según la cual el hombre desea por naturaleza el conocimiento: `si quieres saber, debes creer lo que es verdadero´. Si juzgáramos que es correcta la descripción o la prescripción de buscar la verdad en nuestra investigación, tal vez por considerarlo como un principio cognitivo fundamental, la trivialidad de algunas de las verdades que hayamos, o la ausencia de culpa o pena por no haber hecho todo lo suficiente por descubrir otras, no actúa como contraejemplo de la existencia de la cuestionada norma. Explicaremos nuestra ignorancia aduciendo que hay otras verdades más importantes por descubrir, aún cuando aceptamos que si algo es verdadero, debemos creerlo y asertarlo en cualquier ocasión en que fuera pertinente. A su vez, la objeción no parece válida, si intentamos formular la normatividad deóntica de la verdad de manera negativa como (2) Si p es falso entonces uno no debe creer (asertar) que p. Introduzcamos aquí una nueva distinción señalada por Wright en su caracterización de la normatividad, relacionada con este punto. Wright dice Hablo aquí de normas positivas. Un análisis completo daría por resultado nuevas distinciones. Para empezar, serían normas descriptivas negativas, correspondientemente, aquellas características de las movidas de una determinada práctica que, cuando una movida de la práctica posee esa 88 ENGEL, P. Truth, Montreal, McGill-Queen´s University Press, 2002, p. 131 67 Minimalismo, verdad y normatividad - 68 - característica, los participantes de la práctica tratan esa posesión como una razón para evitar, condenar, desaconsejar o prohibir la movida. Y serían normas prescriptivas negativas aquellas características cuyo reconocimiento en una movida debería [ought to] proveer una razón para responder negativamente frente a la realización o propuesta de realización de esa movida.89 El predicado `es riesgoso´ funciona como una norma descriptiva negativa de la práctica de deportes dado que el reconocimiento de que un deporte es riesgoso provee (generalmente) una razón para no hacerlo. El predicado `es insalubre´ funciona como norma prescriptiva negativa de nuestras prácticas alimenticias porque el reconocimiento de que un alimento es insalubre debería proveer una razón para no comerlo. De la misma forma, el predicado `es falso´ funciona como una norma descriptiva y prescriptiva negativa de la práctica asertiva: reconocer que una aserción es falsa hace que el sujeto que lo reconoce no la emita y la condene (normatividad descriptiva), y debería proveer una razón para adoptar una actitud negativa frente a cualquiera que la emita (normatividad prescriptiva). Es importante destacar que la norma de la verdad y la norma de la falsedad no son la misma norma. Una de ellas exige que aceptemos o que asertemos lo verdadero. No nos impone ninguna respuesta frente a lo falso. Podría ser, por ejemplo, que frente a oraciones falsas tuviéramos libertad para actuar como nos plazca y hacerlo sin infringir ninguna norma. Pero no es el caso en nuestra práctica asertiva. En ella de hecho evitamos hacer afirmaciones falsas y creemos que la falsedad de una creencia es una buena razón para rechazarla. Incluso tenemos la impresión de que esta norma negativa (tanto descriptiva como prescriptivamente) está más presente en la práctica que la norma de la verdad, al menos respecto de la aserción de oraciones. Si bien podemos de hecho tomar a la verdad como una condición para realizar una aserción, no estamos obligados a afirmar cada oración que juzgamos verdadera –como lo señala Engel. Más plausible en cambio es la idea de que estamos obligados a abstenernos de emitir cualquier afirmación falsa y rechazar su emisión por otro –aunque no a informar a los otros respecto de su falsedad cuando nadie pretende que sea verdadera. Esta norma de falsedad, por otra parte, nada nos dice respecto a cómo responder frente a la afirmación de una oración verdadera. 89 WRIGHT, C. (1992) p. 15 68 Minimalismo, verdad y normatividad - 69 - Ahora bien, a pesar de que hemos mostrado que se trata de normas distintas, todavía podemos preguntarnos si no es posible reformular la norma de falsedad reemplazando el predicado `es falsa´ por el predicado `es verdadera´, de la misma manera que Wright pretendía reformular la norma de la verdad apelando a la justificación, y formulando esta última sin apelar al concepto de verdad. El caso no es el mismo, ya que lo que allí se preguntaba Wright era si no expresábamos con dos predicados distintos la misma norma, y aquí sabemos que las normas son distintas. Pero nos interesa evaluar si no se trata, en definitiva, de normas distintas expresables a partir de un solo predicado, lo que nos resulta pertinente en virtud de la relación que establece Wright entre predicados normativos y propiedades sustanciales. Pues bien, si rechazamos el principio de bivalencia en un discurso, no podremos reformular la norma `si una oración es falsa, no debes asertarla´ por la norma `si una oración no es verdadera, no debes asertarla´, dado que no podremos inferir la falsedad de una oración de la premisa que nos informa que no es verdadera. Pero entonces, ¿Deberemos admitir que la falsedad es una propiedad al menos en algunos casos sustancial?90 Retomemos la argumentación de Engel. Hemos expuesto sus argumentos para negar que la verdad sea un concepto deóntico. Veamos ahora su argumento para negar que sea un concepto evaluativo. Si el concepto de verdad fuera un concepto evaluativo, la verdad de una creencia o de una aserción implicaría que ella es de alguna manera valorable, o que merece apreciación, o que provoca un sentimiento positivo. Pero la idea también es absurda, según Engel, dado que no es cierto que valoremos todas nuestras creencias verdaderas, incluyendo las más triviales. Veremos que éste modo de caracterizar la normatividad evaluativa difiere sutilmente de otras propuestas (como la de Huw Price) según las cuales un concepto es evaluativo en la medida en que se lo usa para aprobar o apreciar. En estos casos, predicar verdad es aprobar. El concepto es evaluativo en tanto aprecia y exige apreciación, aunque sus instancias no la merezcan. Desde esta perspectiva, no interesa al indagar si la verdad es o no es un concepto evaluativo, si valoramos o no todas las creencias verdaderas, sino el hecho de que cuando predicamos verdad estamos haciendo una valoración. Engel no argumenta expresamente contra una interpretación de la 90 Posiblemente no, porque un discurso para el cual rechazamos el principio de bivalencia probablemente esté restringido epistémicamente, con lo cual el conjunto de proposiciones a las que se les aplica el predicado `es falso´ será el mismo que, al negar todas sus proposiciones, determina la extensión del predicado `está justificado´. 69 Minimalismo, verdad y normatividad - 70 - verdad como concepto evaluativo en este sentido, aunque tal vez pueda decir que no es cierto que siempre que predicamos verdad, como por ejemplo cuando se trata de asuntos triviales o insignificantes, estemos haciendo una valoración. La observación de Engel de que existen verdades que no son valoradas, le hace inferir que en los casos de proposiciones verdaderas que sí valoramos, no es la verdad lo que valoramos, sino más bien otra cosa. Veremos en el último capítulo que Bilgrami, al juzgar que la verdad es un valor cognitivo, defiende precisamente la idea contraria a la que expresa aquí Engel. Con estos argumentos, Engel concluye que si estos dos sentidos de norma son los únicos con los cuales juzgar la pretensión de que la verdad es una norma de las creencias o de la práctica asertórica, la pretensión es falsa. Hemos señalado algunos inconvenientes frente a su negativa a aceptar que la verdad actúe como concepto deóntico, y hemos advertido que existe otra acepción de concepto evaluativo, que es inmune a los argumentos que ofrece contra esa vía de interpretación de la normatividad de la verdad. Pero existe aún otro modo de concebir la normatividad del predicado veritativo. Y el desarrollo de esa concepción de la normatividad es el aporte fundamental de Engel en el debate que nos ocupa. La normatividad del concepto de verdad para Engel, como para Williamson, es conceptual. El trabajo de Engel sobre este punto es un intento de unir las ideas de Wright y de Williamson. En relación a ello vamos a señalar por qué la unión es problemática, y a realizar algunas observaciones referidas a las características que acompañan a la normatividad conceptual tal como ellos la presentan. La posición de Engel es que existe una conexión conceptual o constitutiva entre los conceptos de verdad, creencia, conocimiento y aserción.91 Decimos que es una norma constitutiva en el sentido de que apuntar [aiming] a la verdad constituye al menos parcialmente el significado de los conceptos de creencia, de conocimiento y de aserción. Pero la estrategia de Williamson que defiende Engel difiere de la de Dummett, que señalamos brevemente más arriba. Para Engel la verdad no es en sí misma normativa sino que hereda la normatividad de la relación entre conocimiento y aserción. Este vínculo constitutivo entre aserción y conocimiento es el aporte fundamental de Williamson. 91 ENGEL (2002) p. 130 70 Minimalismo, verdad y normatividad - 71 - Su planteo sobre la aserción es simple y ambicioso: existe una única norma que constituye e individualiza la práctica asertiva. Esta norma tiene la siguiente estructura: Uno debe: asertar p sólo si p posee C Esta norma no es moral ni teleológica, sino análoga a las reglas que constituyen los juegos. Que sea una norma constitutiva, no impide que reconozcamos otras normas que regulan nuestras aserciones –siempre que no surjan por consideraciones específicas sobre la aserción- pero prohíbe incondicionalmente toda aserción cuyo contenido no posea C. En este sentido, dice Williamson, la norma es esencial a la práctica. Que la norma sea constitutiva de la práctica asertiva no impide que algunas aserciones no cumplan con la norma. La combinación es posible, si no lo fuera no tendría sentido prohibirla. Una norma constitutiva tampoco establece las condiciones necesarias para realizar el acto (y la práctica) que constituye. Que sea una norma que individualiza la práctica asertiva, en cambio, exige que esta práctica sea la única práctica constituida exclusivamente por esta única norma. Esto es, que no haya ninguna otra práctica lingüística definida únicamente por esa norma. La hipótesis de Williamson es que esa propiedad C que define de esta manera a la práctica asertiva es `sabe que p´: Uno debe: asertar p sólo si sabe que p Esta norma implica Uno debe: asertar p sólo si p es verdadero Con lo cual, si bien la norma de la verdad no es ella misma la norma constitutiva de la aserción, está implicada por esa norma en virtud de la concepción que tiene Williamson del conocimiento. Para Williamson uno conoce p si tiene garantía de que p, y uno tiene garantía de que p, si conoce p. La evidencia necesaria para tener garantía de que p no admite ninguna posibilidad de que no p, con lo cual no es suficiente tener buenas razones de que p para tener garantía de que p. Esta concepción de la garantía difiere de lo que hemos llamado hasta ahora `justificación´ y `justificadamente asertable´. En el 71 Minimalismo, verdad y normatividad - 72 - sentido de Williamson, `aserción garantizada´ no equivale a `aserción fundada en buenas razones´, si esas razones no son concluyentes. Para ejemplificar, Williamson trabaja el caso de la lotería, y se pregunta cuándo estamos autorizados a asertar que un número que podría resultar ser el número ganador, no es el número ganador. Si alguien tiene un número entre millones de otros números que compiten por el premio, y de los cuales uno sólo será el ganador, la probabilidad de que el número poseído por ese sujeto sea el ganador es ínfima, pero no nula. En todos esos casos, evaluar la probabilidad de que ese número sea el ganador me ofrece buenas razones para suponer que no va a ser el ganador. Sin embargo, dice Williamson, no estoy autorizado a asertar que no va a ser el ganador. Si yo lo afirmara, el sujeto tendría derecho a sentirse molesto por mi aserción y reprobarla, dado que la evidencia con la que cuento para hacerla no es suficiente. Carezco de autoridad epistémica para realizar la aserción: al emitir una aserción, estoy obligado a saber lo que afirmo, y ello equivale a que la probabilidad de que la aserción sea verdadera, determinada en función de la evidencia con la que cuento, sea igual a 1/1, y nunca menor. Tener buenas razones no es suficiente. Esbocemos ahora el inconveniente que nosotros encontramos en la estrategia general de Engel cuando elucida el modo en que Wright postula que la verdad en normativa –ya que para Engel, Wright no ha ofrecido razones de ello- a través del análisis de la aserción y el conocimiento que ofrece Williamson. Para Williamson no hay divergencia entre saber p y tener garantía de que p. Si bien coincide con la posición anti-realista en tanto postula que la garantía es la única norma de la aserción, tiene otra concepción de garantía. No niega la trascendencia de la verdad sobre la garantía, ni transforma a la primera en una abstracción de la segunda. Saber p no es conceptualmente anterior a p. En este sentido, la posición de Williamson es realista92, aunque considera que hay una única norma que constituye la aserción. Se distancia de Wright, fundamentalmente, en su concepción del conocimiento, dado que éste último concibe al conocimiento como creencia razonable. Por el mismo motivo no cree, a diferencia de Williamson, que sea un requisito para poseer con derecho una creencia de que p que sepamos –en el sentido fuerte propuesto por Williamson- que p.93 Y por este mismo motivo, la estrategia de Engel que consiste en elucidar el sentido en que se debe interpretar la tesis de Wright, según la cual la verdad es una norma independiente de la 92 93 Cf. WILLIAMSON, T., Knowledge and its Limits, Oxford, Oxford University Press, (2000), p. 243 Cf. WRIGHT, C. (1996), p. 935 72 Minimalismo, verdad y normatividad - 73 - aserción, apelando a la tesis de Williamson de que la norma de la verdad que regula la aserción se deduce de la norma de conocimiento, resulta inadecuada: desde la perspectiva de Wright, conocimiento no implica verdad en un sentido sustancial, trascendente, independiente de la justificación. Con lo cual no podemos deducir una norma independiente de verdad de una norma de conocimiento sobre la aserción -que equivale a garantía en la arquitectura de Williamson. Este último parte cuando considera las normas de la aserción de una noción trascendente de verdad, que es el resultado al que Wright quiere llegar a través del análisis de la normatividad del predicado veritativo. Por otra parte, no podemos dejar de señalar que tampoco en este caso la normatividad de la verdad se infiere de las tesis sostenidas por el deflacionismo, sino de la función que el concepto de verdad cumple en una teoría de la aserción. Una cosa es que el concepto de verdad cumpla una función normativa en la teoría de la aserción, y otra cosa bien distinta, es que esa normatividad pueda inferirse de la teoría que define a la verdad. 4.3 - Las reglas de la aserción y las reglas de los juegos Por último, antes de concluir el capítulo, evaluemos nuevamente el modo en que conciben Williamson y Engel la normatividad conceptual. La normatividad de la verdad, que constituye la aserción y que regula la práctica asertiva, es análoga a la normatividad de las reglas de los juegos. Los juegos también están constituidos por reglas. Las reglas de un juego determinan qué jugadas están permitidas, prohibidas o son obligatorias en el juego. Desde el punto de vista del juego mismo, las reglas determinan las jugadas correctas. Las reglas del ajedrez y de la gramática pertenecen a este grupo. Vamos a plantear algunos inconvenientes que encontramos en la analogía entre la aserción y los juegos. Lo que nos resulta difícil de comprender en el esquema planteado por Williamson es que considere que una regla constitutiva puede incumplirse de manera más o menos sistemática, sin que el sujeto deje de jugar ese juego. En el caso de la aserción, Williamson afirma (1) que la existencia misma de la regla que obliga a asertar sólo proposiciones que sabemos, indica que es posible asertar una proposición sin saberla, (2) que algunas veces, a pesar de que uno no sabe que p, la urgencia de la situación requiere que uno afirme que p, sin que esto desacredite la norma de saber, 73 Minimalismo, verdad y normatividad - 74 - puesto que lo único que muestra es que la norma puede no prevalecer [can be overriden] por otras normas que no son específicas de la aserción, (3) que cuando emitimos aserciones sin mayor cuidado respecto de nuestro conocimiento de ellas, no se debe a que la norma de conocimiento carezca de fuerza, sino a que nos ha dejado de importar violar la norma.94 Cuando una persona no juega conforme a las reglas del ajedrez, podemos decir que juega incorrectamente o que no juega ajedrez. Cuando una persona no habla conforme a las reglas de la gramática de un lenguaje, podemos decir que habla incorrectamente o que no habla ese lenguaje. Estos dos ejemplos no son equivalentes. En el juego de ajedrez, la regla que determina que el alfil sólo se mueve en diagonal, no implica que esa regla pueda quebrarse en el juego. Ninguna urgencia, ni ninguna otra regla puede prevalecer sobre esta regla, ni puede dejar de importarnos su cumplimiento. Nada de esto puede hacerse sin dejar de jugar al ajedrez. Pareciera, incluso, que estas intuiciones son precisamente las que nos hacen considerar a la regla que determina cómo se mueve el alfil como una regla constitutiva del ajedrez. No vemos cómo es posible aceptar que una regla que constituye una práctica pueda ser violada sin que al hacerlo se deje (quizás no instantáneamente) la práctica que se practica. La dificultad parte evidentemente de que nos enfrentamos y queremos explicar un fenómeno que difiere de otros fenómenos naturales. Se habla de leyes de la naturaleza, de leyes del estado, y de leyes de la lógica, de las matemáticas o de reglas de juegos. Las leyes de la naturaleza son descriptivas. Las leyes del estado son prescriptivas. Si se encuentra una discrepancia entre el curso de la naturaleza y su descripción, se debe corregir la descripción. Cuando los hombres no actúan conforme a las leyes del estado, se debe, en principio, corregir el comportamiento de los hombres. ¿Cómo interpretaremos la relación de corrección de las reglas de los juegos?95 Tampoco resulta claro cómo concibe Williamson el error y la incorrección en la práctica asertiva. En el caso del ajedrez, si un jugador pretende mover el alfil de una manera novedosa, prohibida por la regla que determina cuáles son sus movimientos permitidos, su rival puede negarse a aceptar la movida, exigirle que corrija la jugada y, si el jugador no rectifica su jugada, dejar la partida o comprender que ya no juega al ajedrez. Nunca que se reconozca en el juego que una jugada viola una regla es 94 95 Cf. WILLIAMSON (2000), p. 238, 256, 258 Para este punto Cf. VON WRIGHT, G. H., Norm and Action, London, Routledge & Kegan Paul, 1963 74 Minimalismo, verdad y normatividad - 75 - concebible que la partida siga sin enmendar el error. Esta observación se refiere a la relación entre las movidas posibles y las movidas permitidas en un juego. En la mayoría de los juegos, si se reconoce un error, se rectifica. Es posible hacer un gol con la mano en el fútbol sólo si nadie (o el réferi) lo nota. Parte de la explicación de esta característica del fútbol o del ajedrez se debe a que el propósito del juego es ganar, y no tiene sentido ganar rompiendo las reglas: no hay una situación extraordinaria en la que, por intercesión de una nueva regla, se gana un partido de ajedrez dando jaque mate al rey con un peón que está a cuatro casilleros de distancia. Williamson advierte que no toda enunciación de una oración declarativa es una aserción, si bien el uso por defecto [default use] de las oraciones declarativas es el asertivo. Ahora bien, los casos en los que no prestamos estricta atención a la norma de saber, como una discusión de seminario o una conversación informal, no permite concluir que allí no se hacen genuinas aserciones. Eso sería, para Williamson, trivializar el asunto. Pero ¿Podemos analogar esto al caso del ajedrez o al resto de los juegos? Por otra parte, ¿Por qué se someten los jugadores de ajedrez a las reglas del ajedrez? Podemos explicar esto utilizando dos conceptos de norma. Por un lado, (1) están las reglas constitutivas del ajedrez, que determinan qué jugadas están permitidas, prohibidas o son obligatorias en el juego. Desde el punto de vista del juego mismo, las reglas determinan las jugadas correctas. Cuando una persona no juega conforme a las reglas del ajedrez, podemos decir que juega incorrectamente o que no juega ajedrez. Hasta aquí no contamos con ninguna razón para exigirle al sujeto que modifique su acción, aún si vemos que juega incorrectamente al ajedrez. Por otro lado, (2) está la inferencia práctica que parte del deseo o propósito del sujeto de jugar al ajedrez: `si quiero jugar al ajedrez, debo respetar sus reglas´ y `quiero jugar al ajedrez´. En esta situación, si el sujeto reconoce o si alguien le indica que su jugada es incorrecta, deberá corregir esa jugada, y tendremos buenas razones para exigírselo. En el caso de la gramática, frecuentemente no existe deseo de conformarse a las reglas de la gramática, lo que explica que no exijamos a quienes infringen sus normas que se rectifiquen96. Esto se relaciona, a su vez, con la ausencia de algo semejante a `ganar´ en el juego de la gramática, aún cuando ésta también esté constituida por reglas. Pero la relación con la incorrección y el error nos muestra que el caso de la gramática no es perfectamente análogo al del ajedrez. Sólo en el segundo las reglas están asociadas a una rectificación Cf. DAVIDSON, D. “A nice derangement of epitaphs” en Truth and Interpretation editado por E. Lepore, Oxford, Blackwell 1986. 96 75 Minimalismo, verdad y normatividad - 76 - de la acción. Pero esta asociación no se debe a las reglas que constituyen el juego, sino al deseo de los participantes de jugar según las reglas del juego. En el caso de la aserción, en cambio, la situación es ambigua. Williamson argumenta que existe una sola norma, constitutiva de la práctica, pero supone sin embargo que esa norma permite explicar que los sujetos se aprueben y desaprueben mutuamente por haber cumplido o no cumplido con la norma. No es frecuente, o más bien no es necesario, incluir conceptos deónticos para expresar las reglas que constituyen los juegos. La regla determina que `el alfil se mueve en diagonal´ y no que `el alfil debe moverse en diagonal´. El deber no es propio de la norma constitutiva, sino de la inferencia práctica que parte del propósito de un sujeto de practicar ese juego. Sin embargo, una norma constitutiva que puede poner en duda la posibilidad de deshacernos sistemáticamente de toda mención de conceptos deónticos, y que es común a muchos juegos, es la norma que atribuye a los participantes la intención de ganar el juego del que participan. Esta norma implica que el sujeto, si juega, tiene la intención de ganar, y si tiene la intención de ganar, elegirá la jugada que crea que más lo favorece. Si no lo hiciera, podemos dudar de que esté jugando al juego. Es una regla constitutiva del concepto de juego mismo, más que una regla propia de cada juego en particular. Si bien, al referirse a la norma de la aserción, Williamson piensa que hay algo que el sujeto tiene que hacer, y por lo cual puede ser recriminado o alabado, Engel en cambio parece rechazar esta posibilidad. Él separa las normas prácticas acerca de lo que debemos hacer, de las normas cognitivas acerca de lo que debemos creer, y dice que la norma de conocimiento es una norma en el segundo sentido. Por ese motivo, señala que el concepto de deber que ellas contienen no se refiere a una obligación práctica ni a una obligación epistémica en el sentido de una responsabilidad frente a nuestras creencias o estados epistémicos, sino más bien de un `deber de rol´ del tipo presente por ejemplo cuando decimos `Debería estar caminando en dos semanas´ (dicho por un médico a su paciente) `Debería ver doble´ (dicho por un psicólogo a un sujeto en un experimento perceptivo) 76 Minimalismo, verdad y normatividad - 77 - El deber de rol97 no describe obligaciones, ni presupone ningún tipo de voluntad del sujeto de conformarse a la norma, sino el funcionamiento normal o el buen desenvolvimiento [good performance] de ciertos estados. Incluso cuando decimos `los políticos deben ser honestos´, dice Engel, esto no necesariamente se refiere a una obligación subjetiva de su parte, sino a la práctica normal de un cierto rol. Pero estos ejemplos sugieren que el deber de rol se asemeja a la mera predicción. Este no puede ser el caso, dado que entonces se desdibuja en qué sentido la norma de conocimiento es conceptual, y por qué constituye el significado mismo de `aserción´. Parece claro que el vínculo entre los políticos y la honestidad no es conceptual, aunque en un sentido no constitutivo la honestidad suela ser una característica de los políticos y conforme su rol. En este capítulo hemos avanzado en la elucidación del concepto de normatividad. Comprobamos que la caracterización de Wright permite diferentes interpretaciones. Argumentamos contra la posición de Engel según la cual la única adecuada de esas interpretaciones es aquella que considera que la normatividad de la verdad es conceptual. Además de detener esa sugerencia, intentamos mostrar que la principal dificultad que enfrenta la propuesta de Engel está basada en las diferencias en la concepción de conocimiento en las obras de Williamson y de Wright, que hacen que el primero parta, al considerar las normas de la aserción, de una concepción sustancial de la verdad, siendo el objetivo del argumento que apela a la normatividad de la verdad en la práctica asertiva, precisamente, demostrar la posibilidad de que la verdad sea, en algunos casos, una propiedad sustancial. Por último, argumentamos contra la posibilidad de reducir la normatividad de la práctica asertiva a la normatividad conceptual. En el próximo capítulo, vamos a estudiar los aspectos evaluativos del concepto de verdad. Para ello vamos a tomar como eje los trabajos de Huw Price, quien ofrece a su vez una nueva objeción contra del argumento inflacionario de Wright. Esta objeción, a diferencia de la de Horwich, y en consonancia con la interpretación de Engel, también está basada en la suposición de que la normatividad a la que Wright se refiere es conceptual. 97 ENGEL (2002) p. 135 77 - 78 - Minimalismo, verdad y normatividad SEGUNDA PARTE CAPÍTULO 5: La función pragmática del concepto de verdad Hemos visto que Engel considera que el argumento de Wright es correcto aunque supone -sin dar razones para ello- que la verdad es una norma. Por ese motivo busca reforzar el argumento mostrando en qué sentido lo es: se trataría de una norma conceptual. La estrategia de Huw Price, en cambio, consiste en objetar una fundamentación conceptual de la normatividad del predicado veritativo, y proponer una explicación pragmático-funcional de la normatividad de la verdad, basada en su carácter eminentemente motivacional. Comenzamos a explorar a partir de este capítulo las reacciones que el argumento inflacionario y la problemática más general de la normatividad de la verdad han suscitado en las huestes pragmatistas. Vamos a exponer y evaluar en este y en el próximo capítulo las observaciones de Price, de Richard Rorty y Akeel Bilgrami. El pragmatismo por lo general ha simpatizado con el planteo deflacionista de la verdad, atraído fundamentalmente por la posibilidad de desprenderse cuanto pueda de los compromisos ontológicos tradicionalmente asociados al concepto de verdad. Esta atracción los obliga a responder al argumento inflacionario de Wright. Al estudiar este grupo de autores quedará en evidencia que no ha habido, ni hay, una posición pragmatista homogénea frente a la cuestión de la normatividad de la verdad, aunque no ocurre lo mismo con el sostenido rechazo de las consecuencias ontológicas que Wright extrae del argumento inflacionario. Los dos objetivos de este capítulo serán (1) mostrar que también Huw Price cree que Wright tiene en mente una visión conceptual de la normatividad de la verdad –y que por ese motivo su argumento falla-, y (2) presentar críticamente sus argumentos a favor de concebir la normatividad de la verdad en función de su carácter esencialmente motivacional, juzgando si esta interpretación de la normatividad no detiene la relación que entabla Wright entre normas independientes y propiedades sustanciales. Luego de esta presentación vamos a evaluar cómo se relacionan las observaciones de Price y las de Wright, para empezar a conformar un panorama de la normatividad de la verdad que incluya estos diversos aspectos. 78 Minimalismo, verdad y normatividad - 79 - Huw Price juzga que la conclusión de Wright de que la verdad es una norma independiente es correcta, aunque cree que el argumento para alcanzar la conclusión es errado, en la medida en que pretende deducir la normatividad de la verdad del esquema desentrecomillador. Para Price, si bien el principio normativo se expresa a través del predicado veritativo que proporciona la teoría deflacionista, ésta no puede por sí sola dar cuenta de esa normatividad. Esta imposibilidad se manifiesta en el hecho de que siendo un dispositivo gramatical, el predicado veritativo sería usado del mismo modo en una práctica asertiva que careciera de un principio normativo que involucre al predicado de verdad98. Para mostrar esto Price recurre al ejemplo de la comunidad de los MOA [merely opinionated assertion]. Por otra parte, argumenta Price, si pudiéramos construir un predicado que satisfaga el esquema desentrecomillador, pero cuya carencia de función normativa en la práctica asertiva nos resulte evidente, deberíamos concluir que la normatividad establecida a partir del esquema desentrecomillador es trivial y que el argumento de Wright es inválido. Siguiendo este camino, a través de una analogía con el predicado `es doble´, Price va a argumentar en contra de la demostración que ofrece Wright de que el concepto de verdad es normativo. Nosotros vamos a defender la posición de Wright frente a esta acusación de trivialidad, haciendo hincapié en la caracterización que ofrece Wright de la normatividad. Nuestra intención será mostrar que siguiendo ese criterio, el predicado `es doble´ no es normativo de la práctica asertiva. Esta defensa nos compromete a interpretar la caracterización de Wright de modo tal que allí la normatividad de la verdad no se agote en el plano conceptual. Aceptamos a su vez que el esquema desentrecomillador no alcanza para explicar la normatividad de la verdad tal como la formula Wright. En este punto, diferimos con Price, quien interpreta que Wright considera que el esquema desentrecomillador hace todo el trabajo en el argumento. En este sentido, creemos que la relación entre verdad y normatividad que presenta Wright ha sido mejor interpretada por Horwich, cuando acepta que de hecho –pero no por razones conceptuales internas al esquema desentrecomillados- el predicado de verdad opera normativamente. También vamos a reproducir la explicación funcional de la normatividad de la verdad que propone Price. El concepto de verdad posee un elemento eminentemente motivacional. El concepto de justificación, en cambio, no es normativo. Veremos que 98 PRICE, H. (1998) “Three Norms of Asertibility”, Philosophical Perspectives 12. Mind, Language and Ontology, 1998, p. 249 79 Minimalismo, verdad y normatividad - 80 - esta apreciación es consecuencia de que Price adopta una interpretación evaluativa de la normatividad, donde el significado del concepto de verdad es (al menos en parte) prescriptivo. Será importante determinar si al concebir la normatividad de esta manera no se desvanece, como juzga Price, toda relación entre normas independientes y propiedades sustanciales. Por último, ofreceremos una nueva evaluación conjunta de la normatividad de la verdad conectando las observaciones de Price y las de Wright. 5.1 - Trivialidad del argumento inflacionario Price evalúa el principio normativo que Wright formula del siguiente modo (1) Cualquier razón para creer que p es verdadera es razón para creer (luego para permitir la aserción) que p. Según Price, este principio sólo da cuenta del truismo de que una razón para creer que p es una razón para creer que p, truismo que se basa exclusivamente en las substituciones formales permitidas por p. El argumento de Price para mostrarlo consiste en definir una construcción análoga al predicado veritativo y reemplazar en el esquema desentrecomillador el predicado veritativo por este nuevo término, cuyo rol es puramente formal por definición. La construcción de Price indica que doble (p) =def p ^ p `doble(p)´ debe considerarse como una notación alternativa para la conjunción `p ^ p´. Se sigue inmediatamente, dice Price, que doble(p) si y sólo si p La construcción satisface algo análogo al esquema desentrecomillador, y por lo tanto, tener razón para creer que doble(p) provee razón para creer (o estar preparado para asertar) que p. Price concluye que `ser doble´ aparece luego como una norma de la aserción. A su vez, la doblez no puede equipararse a la asertabilidad justificada porque 80 Minimalismo, verdad y normatividad - 81 - evaluar si es el caso que doble(p) no equivale a evaluar si es el caso que p está justificada99. Pero ¿Alcanza con que el concepto de doble satisfaga el esquema desentrecomillador para concluir que es una norma de la aserción? Cuando recordamos la caracterización que Wright propone para los predicados prescriptiva o descriptivamente normativos vemos que el predicado `doble´, y luego el ser doble como propiedad, no satisface los criterios. Recordemos nuevamente que según Wright, una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia en una movida propuesta de dicha característica. O, dicho de otro modo, un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección, aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada por su juicio de si la movida es F. El predicado `doble´ no es descriptivamente normativo según esta caracterización. Los hablantes en la práctica asertiva no están guiados cuando seleccionan las aserciones que harán por el juicio de si la aserción es, en algún sentido, doble. Tampoco es cierto que la selección, aprobación, etc. de aserciones en una práctica asertiva que se rige por la norma de justificación serían las mismas si los participantes se guiaran, en vez de por el juicio de si las aserciones están o no justificadas, por el juicio de si son o no son dobles.100 A su vez, una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma prescriptiva si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha característica, provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún si esa razón pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes de la práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en caso de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada por el juicio de si la movida es o no es F. Nuevamente vemos que `doble´ no es un predicado prescriptivamente normativo según esta caracterización. La consideración reflexiva de que una aserción es doble no provee ninguna razón para realizarla o permitirla. Tampoco es cierto que la selección o aprobación de las aserciones deba estar guiada por el juicio de si son o no son dobles. 99 PRICE, H. (1998), p. 244 Para este punto resulta interesante la observación de WRIGHT, C. (2003), p. 95 100 81 Minimalismo, verdad y normatividad - 82 - Price pretende mostrar la trivialidad del argumento de Wright en lo que refiere a la normatividad de la verdad, presentando una construcción análoga `doble´ que satisface el esquema desentrecomillador y que, como el predicado veritativo, estaría operando normativamente sobre la práctica asertiva. Dado que el predicado introducido por Price obviamente no expresa ninguna norma sobre dicha práctica, pero sin embargo aparece como si operara normativamente, la argumentación mostraría la vacuidad de la norma que expresa el predicado de verdad tal como la presenta Wright. Ahora bien, si lo que hemos argumentado antes es correcto, el predicado `doble´ no es ni descriptiva ni prescriptivamente normativo según la caracterización de Wright. Al fallar la analogía, no se logra luego mostrar la trivialidad del carácter normativo del predicado veritativo en el argumento inflacionario. La argumentación de Price resulta incorrecta porque no parece suficiente para que el concepto de verdad sea normativo, que satisfaga el esquema desentrecomillador. Wright esboza una caracterización de lo que es ser una norma, donde distingue una versión descriptiva y una versión prescriptiva de norma, e intenta mostrar que el predicado veritativo satisface este criterio. Su punto es que cuando se caracteriza al concepto de verdad a través del esquema desentrecomillador, resulta que es normativo de acuerdo al criterio de normatividad que él ha fijado. Es cierto que luego de caracterizar la normatividad descriptiva, Wright sostiene que la verdad es descriptivamente normativa porque las elecciones de aserciones por parte de los hablantes serían las mismas si se rigieran por una norma de verdad que las que de hecho son cuando se rigen por una norma de justificación. Esta explicación de la normatividad descriptiva del predicado veritativo puede llevarnos a creer erróneamente que según la caracterización de Wright la normatividad de la verdad es conceptual, quedando sujeta a la objeción de Price. Tratemos de despejar la ilusión. Por una parte, esta equivalencia en cuanto a las acciones lingüísticas (aserciones) determinadas por la evaluación de la verdad y por la evaluación de la justificación fue rechazada en el segundo capítulo: de hecho las acciones lingüísticas difieren cuando los hablantes deciden realizarlas en función de su verdad o de su justificación. Pero vemos que la sugerencia de Wright en ese comentario parece estar fundada simplemente en el esquema desentrecomillador. El esquema avala las inferencias en las que de una oración inicial se infiere la oración que predica verdad de la oración inicial, y avala también el recorrido inverso, en el que de una oración que predica verdad de otra oración se infiere esa otra oración. En virtud de este vínculo conceptual, si juzgamos que una oración 82 Minimalismo, verdad y normatividad - 83 - inicial está justificada, podemos inferir correctamente que la oración que predica verdad de la oración inicial también está justificada. Pero este vínculo conceptual, que nos autoriza a realizar correctamente esta inferencia, no implica de ninguna manera que de hecho realicemos en la práctica esta inferencia. Es un error considerar que los juicios que los sujetos realizan en la práctica incorporan todas las inferencias que conceptualmente reconocemos como correctas. Ahora bien, esta observación que hacemos es pertinente para rechazar una interpretación conceptual de la normatividad descriptiva, dado que lo que allí importa es lo que los sujetos de hecho hacen. Pero ¿No es posible sostener aún una interpretación conceptual de la normatividad prescriptiva que presenta Wright? Dado que en ese caso lo que importa, aún si los sujetos no lo reconocen, es lo que ellos deben hacer, el vínculo conceptual que liga a la verdad con la justificación, por sí mismo, determina que si la justificación es una norma prescriptiva de la práctica asertiva, la verdad también lo es. Que los sujetos no lo reconozcan no tendría en este caso ninguna relevancia. ¿No es esta una deducción de la normatividad prescriptiva de la verdad basada estrictamente en el análisis conceptual? Tengamos presente que no es una consecuencia del esquema desentrecomillador que la justificación resulte ser una norma prescriptiva de la práctica asertiva. El esquema nada nos dice de la justificación. Según Wright, la norma de justificación es requerida para que el contenido de las oraciones esté determinado. Sin detenernos nuevamente a evaluar esta observación, admitamos por un momento que lo es. Admitamos que debemos aceptar o emitir una oración cuando está justificada. Luego, en virtud del vínculo conceptual establecido por el esquema desentrecomillador, debemos aceptar o emitir la oración que predica verdad de la oración anterior. Este deber de aceptar la segunda oración si aceptamos la primera sí es conceptual. ¿Se ha mostrado con esto que debemos aceptar una oración si es verdadera? ¿Se ha mostrado que también la verdad es una norma prescriptiva? Nuestra respuesta es negativa. Tratemos de ilustrarlo con una situación análoga en la que reemplazamos al predicado de justificación por otro. Imaginemos que la elegancia (el predicado `es elegante´) es una norma prescriptiva de la práctica asertiva. La analogía es admisible, dado que la normatividad prescriptiva de la justificación no se deduce del esquema de equivalencia, sino que resulta de consideraciones independientes. Lo que buscamos determinar es si el esquema de equivalencia transmite la normatividad prescriptiva de uno al otro lado del bicondicional. Si una oración es elegante, aún cuando no la reconozcamos como 83 Minimalismo, verdad y normatividad - 84 - elegante, debemos aceptarla o emitirla. Luego, por el vínculo conceptual establecido en el esquema desentrecomillador, debemos aceptar la oración que predica verdad de la oración elegante. En esta práctica imaginaria, ¿Actúa el predicado veritativo como norma prescriptiva? No, no lo hace. Incluso podría resultar que toda oración que predica verdad de otra oración no fuera elegante. Si agregamos a la situación el prepuesto de que sólo debemos aceptar oraciones elegantes, obtendremos un conflicto de deberes. Estaremos obligados a rechazar la segunda oración (donde se predica verdad) en virtud de las prescripciones que regulan la práctica asertiva imaginada, y estaremos obligados a aceptarla en virtud del vínculo conceptual que la liga a una oración que debemos aceptar según esas mismas prescripciones. Pero el vínculo conceptual no la transforma en una norma prescriptiva. Las prescripciones, como las directivas que intervienen en las inferencias prácticas, regulan la acción. Las reglas asociadas a la normatividad conceptual nunca ofrecen por sí mismas razones para actuar. 5.2 - La función del concepto de verdad En las páginas anteriores expusimos la objeción principal que inyecta Price al argumento inflacionario de Wright. Pero a su vez, Price sugiere que la verdad es una norma independiente que rige sobre la práctica asertiva, aunque ni Wright ni Horwich hayan sabido reconocer ni formular correctamente la norma. La verdad es normativa en un sentido no explicado por la teoría deflacionista. Esta normatividad no requiere que se abandone la tesis deflacionista de que la verdad no es una propiedad sustancial. Simplemente requiere que la explicación del uso común del concepto de verdad no se funde únicamente en el esquema desentrecomillador, sino que apele a la utilidad, para una comunidad de discurso, de considerar a la verdad como una norma independiente. Price distingue tres normas que rigen en la aserción. Estas son (i) una norma subjetiva o norma de sinceridad, (ii) una norma objetiva o norma de justificación, y (iii) una norma de verdad. Formuladas negativamente, son: (i) Es incorrecto que uno declare [haga la aserción] que p si uno no cree que p. (ii) Es incorrecto que uno declare que p si, aunque uno crea que p, no tiene razones adecuadas [adequate grounds] para creer que p. (iii) Es incorrecto que uno declare que p si, de hecho, no es el caso que p. 84 Minimalismo, verdad y normatividad - 85 - La primera norma exige que el hablante sea sincero cuando emite una aserción para que sea correcto hacerla. La segunda norma expresa la exigencia de que la aserción que emite sea coherente con el resto de sus creencias. La tercera norma exige que lo dicho por el hablante sea de hecho el caso. Si, como piensa Horwich, ningún deflacionista ha negado que la verdad sea una norma en el tercero sentido, esto mostraría para Price que ningún deflacionista ha notado hasta ahora que la teoría deflacionista no puede dar cuenta de esta norma. El punto crucial para Price es que juzgamos que un hablante dice algo incorrecto o equivocado cuando juzgamos que su aserción es falsa, incluso si es sincero al hablar, si es coherente en sus creencias y si está en posesión de evidencia que hubiera llevado a cualquier otra persona razonable a cometer el mismo error. Podríamos pensar que todo lo que hacemos al aplicar la tercera norma o predicar verdad es simplemente volver a asertar [re-assert] lo que un sujeto ha dicho antes, o asertar su negación, sin que en ello se reconozca estrictamente ninguna dimensión normativa. Para mostrar que este no es el caso, Price propone que imaginemos una comunidad con una práctica lingüística en la que las oraciones se usan para expresar creencias, pero en la cual los desacuerdos no poseen otra dimensión normativa más que la expresada en las normas (i) de sinceridad y (ii) de justificación. Price llama a esta comunidad los MOA y a sus miembros moan´s en referencia a que sus aserciones expresan meramente opiniones [merely opinionated assertion]. En esta comunidad los hablantes se critican mutuamente por falta de sinceridad o por falta de coherencia, pero admiten frente a los desacuerdos que ambas partes pueden haber hablado correctamente y pueden tener razones para emitir sus aserciones, siguiendo las normas (i) y (ii), sin que ninguno esté equivocado. Uno de los usos que esta comunidad podría dar al concepto deflacionario de verdad es el de expresar acuerdo con la opinión emitida por otro hablante. `Eso es verdadero´ funcionaría en ese caso como `Otra vez lo mismo´ en el contexto de un restaurante en el que los clientes están ordenando qué quieren comer. `Eso es verdadero´ serviría en ese caso para indicar que se tiene la misma opinión que el hablante anterior, del mismo modo que `Otra vez lo mismo´ sirve en el restaurante para indicar que se ordena lo mismo que quien acaba de ordenar. La dificultad para imaginar una comunidad como la MOA reside para Price en que estamos acostumbrados a juzgar la situación de acuerdo a nuestros propios criterios 85 Minimalismo, verdad y normatividad - 86 - normativos, y para nosotros la verdad opera efectivamente como norma, aunque esto no pueda ser explicado únicamente a través de la función desentrecomilladora. El punto de Price, entonces, es que una teoría de la verdad debe explicar el rol que ésta cumple en la vida de los hablantes del lenguaje en tanto norma de la aserción. Un modo de hacer esto es ofrecer una genealogía de esta norma. Para hacerlo, Price juzga que no es necesario suponer que la verdad es una propiedad sustancial. Debemos preguntar por ejemplo cuál es el motivo por el cual la invención de esta norma puede ser útil. Y una respuesta posible, sugiere Price, es que transforma lo que de otro modo serían desacuerdos libres de error en situaciones sociales inestables, cuya inestabilidad sólo se resuelve a través de la argumentación y el acuerdo, con lo cual se incentiva la argumentación en la medida en que la comunidad premia, a quien argumenta exitosamente, a través de la evaluación positiva de su posición dialéctica. Ahora bien, hemos visto que para Price son tres las normas que rigen la aserción. ¿No podemos dudar todavía de si esta tercera norma sobre la que él ha enfatizado es efectivamente la norma de la verdad? ¿Por qué no llamarla norma de justificación intersubjetiva? Para Wright, la norma de verdad es distinta a la norma de justificación intersubjetiva. Price en cambio no argumenta en este sentido. No cree que exista una norma de verdad independiente de la justificación intersubjetiva en el sentido de Wright de que cumplir con una norma no implica cumplir con la otra. Price apela únicamente al rol del predicado veritativo en la práctica lingüística, para argumentar que es adecuado considerar que la tercera norma es la verdad y que reconocerlo es necesario para explicar el uso común del predicado veritativo. El punto no carece de importancia, ya que lo que Wright buscaba mostrar es la independencia de la norma de la verdad en tanto no es la misma norma que la justificación intersubjetiva. Cuando Price llama independiente a la norma de verdad, la distingue en cambio de la norma de sinceridad y la norma de coherencia. La importancia que tiene en el argumento de Wright la independencia de la norma de la verdad, está dada por el vínculo que habría entre normas independientes y propiedades sustanciales. Veremos más adelante si esta relación que hasta el momento permanece irresuelta, se desvanece cuando interpretamos la normatividad de la verdad en función de su carácter motivacional. Pero evaluamos antes los argumentos y motivos por los cuales Price considera adecuado defender que esta tercera norma es o debe ser considerada como la norma de la verdad. La tesis de Price es la siguiente: la práctica conversacional está atravesada 86 Minimalismo, verdad y normatividad - 87 - por una norma implícita y la expresión explícita de esa norma es la verdad101. De acuerdo a esta norma, estamos preparados para juzgar que un hablante se equivoca, o está diciendo algo incorrecto, simplemente sobre la base de que estamos preparados para emitir una aserción contraria a la suya, independientemente de cualquier diagnóstico respecto de las fuentes del desacuerdo. Existe una práctica fundamental de expresar actitudes de aprobación y desaprobación en respuesta a percepciones de acuerdo y desacuerdo entre las aserciones que se expresan y los compromisos que éstas generan. Términos como `verdad´ y `falsedad´ dan voz [give voice] explícita a estas expresiones de aprobación y desaprobación. Price remarca el hecho de que, si esta norma no estuviera ya operando en el discurso asertivo, no podríamos agregarla simplemente introduciendo un predicado normativo. Sin esta norma los desacuerdos convivirían sin provocar procesos de argumentación. Incluso los desacuerdos respecto a la justificación carecerían de una dimensión normativa. Lo que hace que estos desacuerdos importen es que suscribimos a una práctica según la cual el desacuerdo es la indicación del error culpable en alguno de los hablantes. Esto es lo que Price llama `estar sujetos a la norma de la verdad´. El diálogo asertivo requiere que seamos intolerantes frente al desacuerdo. Esta intolerancia es un presupuesto pragmático de la capacidad de juzgar. No juzga ni hace aserciones quien no suscribe a la tercera norma. La verdad, a diferencia de la justificación, es esencialmente normativa en tanto posee un carácter motivacional inmediato que hace que los desacuerdos sean situaciones sociales inestables. Sin este carácter motivacional inmediato propio de la verdad, no habría normatividad en la justificación102. Ahora bien, ¿Cuál es el rol o la función de esta norma de la verdad? Según Price, y a diferencia de lo que como veremos cree Rorty, esta norma modifica considerablemente la práctica asertiva. Price propone dos versiones para dar cuenta del rol de la verdad. Según la primera, el compromiso con la norma de la verdad genera el espacio conceptual que permite la argumentación. Sin esta norma la idea de que podríamos mejorar nuestros compromisos epistémicos o puntos de vista a través de su confrontación con los de nuestra comunidad o con los de otra comunidad sería 101 102 PRICE, H. “Truth as convenient Friction”, Journal of Philosophy 100, 2003, p. 14 PRICE, H. (2003) p. 20 87 Minimalismo, verdad y normatividad - 88 - simplemente incoherente. Con lo cual la norma de la verdad abre el espacio conceptual para la argumentación y el progreso. Pero la norma no sólo abre un espacio, sino que promueve el progreso al incentivar a los hablantes que desacuerdan a resolver el desacuerdo a través de la argumentación. El incentivo consiste en que la comunidad evalúa positivamente la posición dialéctica de quien triunfa. Esta es la segunda versión con la que Price da cuenta del rol de la verdad: la norma juega un rol causal al incentivar a los hablantes a resolver sus diferencias a través de la argumentación y el diálogo.103 No es claro, sin embargo, por qué resulta incoherente la idea de que sin la tercera norma no podríamos mejorar nuestros puntos de vista a través de su confrontación con los de otros. Podemos imaginar que aún en una comunidad como la MOA que no se rige de acuerdo con la tercera norma, aquellos que estén de acuerdo, se juntarán para realizar proyectos en común. Si tienen éxito en llevar a cabo sus empresas, el resto de la gente podrá mejorar sus puntos de vista copiando su modo de actuar y pensar aunque no haya una norma por la cual se desapruebe sistemáticamente el desacuerdo. Frente a esta objeción, Price parece responder minimizando la capacidad para desacordar cuando la tercera norma está ausente. En un sentido importante, desde la perspectiva que proponemos, es la práctica de aplicar la tercera norma lo que crea el desacuerdo, allí donde inicialmente había mera diferencia.104 Para Price hay una incompatibilidad primitiva entre ciertos compromisos comportamentales de un individuo, basados en la imposibilidad de hacer y no hacer una cierta acción -como tomar y no tomar una taza de café. Todo lo demás, tanto la incompatibilidad pública entre aserciones en conflicto de distintos hablantes como la incompatibilidad privada esencial a todo razonar, es producto de convención y depende de la tercera norma. Veamos a continuación qué tipo de normatividad es la que tiene en mente Price, cómo se relaciona esta concepción con la caracterización que ofrece Wright, y qué consecuencias posee para el aspecto propiamente inflacionario del argumento. 103 104 PRICE, H. (2003) p. 15 PRICE, H. (2003) p. 16 88 Minimalismo, verdad y normatividad - 89 - 5.3 – El carácter motivacional del concepto de verdad Veamos ahora qué tipo de normatividad es la que preocupa a Price. La verdad es la expresión explícita de actitudes de aprobación y desaprobación. Y según su opinión, toda violación de esta norma de la aserción recibe críticas y censuras. Aquellos conceptos que sirven para aprobar y desaprobar son conceptos evaluativos en términos algo distintos a la caracterización de Engel105. Es evaluativo el concepto de verdad en virtud de su carácter motivacional106. La idea de Price es que siempre que uno emite una aserción desaprueba las aserciones contrarias. A su vez, Price se refiere a la aprobación de la comunidad de la posición dialéctica de un hablante como `un premio´. Las evaluaciones actúan como premios y castigos que al acompañar a las aserciones generan prescripciones. Estas prescripciones no están promulgadas por una autoridad definida, sino que es la comunidad misma la que ejerce la autoridad sancionando y premiando a través de sus evaluaciones. Distinguimos dos instancias de aprobación y reprobación, referidas a la comunidad y al individuo: una actitud general de desaprobar el desacuerdo y actitudes individuales de desaprobar aquello con lo que se desacuerda. En la línea de la primera instancia que mencionamos, Price señala que la práctica asertiva es intolerante frente al desacuerdo, y que éste indica la presencia de un `error culpable´. Todas estas observaciones sugieren que Price piensa la normatividad primeramente en términos de evaluaciones que a su vez generan prescripciones implícitas en las prácticas, de acciones que los individuos deben y no deben hacer con independencia de lo que quieran hacer, y donde la primera instancia de sanción o castigo -propia de la estructura de las prescripciones- es la evaluación negativa o desaprobación. Siempre que hay un desacuerdo ambas partes se exhortan mutuamente a cambiar de opinión, se critican y desaprueban. La comunidad premia a uno y castiga al otro. El motivo por el cual se culpan mutuamente es el de no haber hecho una aserción verdadera. Por otro lado, el ejemplo de la comunidad MOA parece indicar que la normatividad no es constitutiva del concepto de aserción, en la medida en que puede haber aserciones que no se comprometan con la tercera norma. Sin embargo, Price no 105 Hemos visto que para Engel un concepto es evaluativo si expresa una propiedad que valoramos, mientras que para Price un concepto es evaluativo en la medida en que se usa para expresar una apreciación, aprobación o valoración. 106 PRICE, H. (2003) p. 19 89 Minimalismo, verdad y normatividad - 90 - cree que sea incorrecto, aunque desde una perspectiva pragmática pueda resultar poco interesante, decir que la norma de la verdad es lo que distingue una práctica asertiva genuina, y en este sentido la norma parece condición de posibilidad del discurso asertivo. Este aspecto cobra fuerza si recordamos que Price no parece aceptar que el desacuerdo entre aserciones sea posible sin el trasfondo de la tercera norma. Para evaluar este punto deberíamos profundizar nuestro estudio del vínculo entre acuerdo y aprobación. De todos modos, Price no está comprometido con que la verdad sea una norma de la aserción en tanto norma conceptual, constitutiva del significado de la verdad y de la aserción.107 Ahora estamos en posición de juzgar la pretensión de Price de que la verdad es la expresión explícita de esta tercera norma presente en la práctica asertiva, por la cual todo hablante aprueba el acuerdo y desaprueba el desacuerdo, simplemente si está en condiciones de emitir una aserción contraria y con independencia de todo diagnóstico respecto a la fuente del desacuerdo. Evaluemos una objeción posible que imagina el propio Price, manteniendo una posición deflacionista, y la respuesta que ofrece. Price advierte que el deflacionista podría aceptar que existe esta tercera norma pero negar que el predicado de verdad la exprese, y responde que esa posición sería difícil de sostener dado que cualquier predicado –`correcto´ por ejemplo- que exprese la tercera norma va a funcionar como un predicado desentrecomillador, y su regla de uso será que uno está preparado para asertar que p es correcto si y sólo si uno está preparado para asertar que p, y está preparado para asertar que p es incorrecto si y sólo si uno está preparado para asertar no-p. En otras palabras, dice Price, la regla de uso de este predicado normativo muestra enorme parecido con el esquema desentrecomillador. En la misma línea dice Price que `verdad´ y `corrección´, tal como aparece en la tercera norma, son intercambiables en todo contexto relevante. Esto es consecuencia de que se ha equiparado acuerdo y aprobación: siempre que acuerdo en que p es el caso –sostengo que p- apruebo p –afirmo que p es correcto. El inconveniente con esta respuesta de Price a la objeción deflacionista, fundada en que verdad y corrección son intercambiables en todo contexto relevante 108, es que no parece cierto que siempre que una aserción sea verdadera será correcta. Esto se evidencia, por ejemplo, en la adopción de Price de formulaciones negativas de las Cf. PRICE, H. “Immodesty without mirrors -- making sense of Wittgenstein's linguistic pluralism” en Max Kölbel and Bernhard Weiss (eds), Wittgenstein´s Lasting Significance, London, Routledge & Kegan Paul, 2004, 179-205. 108 PRICE, H. (1998), p. 249-50 107 90 Minimalismo, verdad y normatividad - 91 - normas, resaltando el nexo entre falsedad e incorrección por encima del nexo entre verdad y corrección. Obviamente pueden y suelen haber muchos otros requisitos, además de la verdad, para que una aserción sea correcta bajo el criterio y la perspectiva de un fin determinado –la elegancia, el tono de voz, u otras características definidas por el contexto de emisión. Todo lo que la norma indica es que si algo es falso es incorrecto asertarlo. Dicho de otro modo, dado que la verdad es sólo uno de los requisitos para que una aserción sea correcta, los conceptos no son intercambiables. La aprobación de una oración requiere de otros componentes además de la verdad. Tampoco es obvio que siempre se desapruebe lo falso. Estas observaciones no atentan contra el funcionamiento en el diálogo de la norma según la cual cuando alguien aserta `p´ desaprueba `no-p´, ni a su funcionamiento en la relación entre los hablantes y la comunidad, para la cual todo desacuerdo es índice de error culpable. La práctica implícita de aprobación y desaprobación frente a percepciones de desacuerdo no parece comprometida con la verdad, dado que puede sostenerse aunque la verdad no sea el criterio para dirimir quién es culpable y quién está en lo correcto. Aunque el esquema desentrecomillador sirva para dar cuenta de las reglas de uso de un predicado normativo, éste no tiene por qué asociarse al predicado de verdad, dado que las razones para asertar que p puede ser múltiples. La objeción del deflacionista que imagina Price sugiere que cuando alguien afirma que un enunciado es verdadero no explicita al hacerlo una práctica implícita de aprobación. Claro que toda aserción, aunque en ella no se predique verdad o falsedad de una oración, es normativa, en tanto al emitirla el hablante desaprueba toda aserción contraria. Pero ¿Por qué decir que el concepto de verdad explicita esta actitud aprobatoria? ¿Por qué considerar que cuando predico verdad explicito y enfatizo que desapruebo y estoy motivado a criticar toda opinión contraria, y que ésta es la función principal del predicado? La práctica de aprobación y desaprobación, como señala Price, es anterior a la incorporación del predicado normativo. Si tanto cuando afirmo `p´ como cuando afirmo `p es verdadero´ existe una dimensión normativa de acuerdo a la cual desapruebo oraciones contrarias a `p´, ¿En qué sentido la verdad explicita la norma? Más bien parece encubrir la normatividad al predicar verdad en vez de corrección, o de simplemente halagar la posición para manifestar su estima. Price no puede responder que la razón de la desaprobación o prohibición de afirmar `p´ es que es falso y la razón de la aprobación de su contraria es que es verdadero, como en el ejemplo `no debes negar `p´, porque `p´ es verdadero´. El 91 Minimalismo, verdad y normatividad - 92 - oponente objetaría que, aún si para alguien no importa si `p´ es verdadero o falso para que lo afirme, todavía puede regirse por la práctica implícita que señala Price de desaprobar aquello que desacuerda con sus opiniones. Las razones por las cuales desapruebe aquello con lo que desacuerda parecen hasta cierto punto independientes de la práctica de desaprobar. En el ejemplo anterior, podemos reemplazar `verdadero´ por otros predicados, como `justificado´ o `útil´ sin impedir los resultados señalados por Price que produce la práctica, a saber, abrir un espacio para la argumentación e incentivar positivamente el diálogo y la resolución de los desacuerdos. Si esto es así, no hay motivo teórico para asociar la práctica implícita y la tercera norma al concepto de verdad. Evitando ese falso camino, en cambio, Price sugiere que el predicado de verdad expresa la tercera norma no tanto porque es la razón que respalda la desaprobación, cosa que como hemos señalado podría hacer también otro predicado, sino porque en virtud de su carácter esencialmente motivacional es aprobatorio, algo así como un pequeño premio o castigo verbal109. Este carácter motivacional no lo poseen otros predicados, como `justificado´. Determinar si un predicado posee o no posee este carácter motivacional es una cuestión estrictamente empírica. Para Price, entonces, la cuestión no es si necesitamos o no una norma de verdad además de la norma de asertabilidad justificada o de asertabilidad idealmente justificada, ni si es posible cumplir con una sin cumplir con la otra, sino más bien que la asertabilidad garantizada no es normativa en el sentido en que lo es la verdad. La verdad hace que los desacuerdos importen porque posee un carácter inmediatamente motivacional. No hay razón para suponer que la asertabilidad idealmente garantizada o simplemente garantizada posea este carácter. Dice Price: Si alguien me dice que mis creencias no son las de nuestros infinitamente refinados investigadores futuros, ¿por que habría de molestarme aquello? Mis costumbres no son las del palacio, pero ¿y qué? En otras palabras, es difícil ver de qué manera aquella identificación podría generar la inmediata normatividad de la verdad. […] Pues podríamos advertir que tenemos opiniones diferentes respecto de lo que es asertable justificadamente, sin que nos parezca que aquella diferencia en opinión posee alguna importancia. Lo que le da importancia es el hecho de que el desacuerdo es un índice de error 109 Otras veces Price simplemente advierte que en definitiva lo importante no es el rótulo de la norma, o si se trata o no de la norma de la verdad, sino la función que la norma cumple en la práctica asertiva. 92 - 93 - Minimalismo, verdad y normatividad culpable, de un lado o del otro; en otras palabras, que nosotros mismos nos consideramos sujetos a las normas de la verdad y la falsedad.110 El punto crucial es que sin la norma de la verdad los desacuerdos carecerían de importancia, incluso aquellos que versan sobre lo que está justificado. Sin la norma de la verdad no podríamos discutir respecto a qué está justificado. Pero ¿Por qué juzga Price que el predicado de verdad posee un carácter esencialmente motivacional? ¿No hemos dicho que el hecho de que un predicado posea o no posea este carácter motivacional es una cuestión estrictamente empírica? ¿Cómo puede ser, entonces, esencial? Muchos predicados poseen un carácter evaluativo sin que ese carácter sea esencial. El predicado `es negro´, aplicado a personas africanas, puede poseer este carácter en algunas comunidades, y en otras no poseerlo. Este carácter evaluativo del predicado puede llevarnos a evitarlo en nuestra práctica lingüística, y reemplazarlo por otro predicado que posea la misma extensión que aquél. Pero si `es negro´ funciona como un predicado evaluativo en una comunidad, ese carácter motivacional puede desaparecer sin que varíe la extensión del concepto y, más importante, sin que el predicado pierda ningún rasgo esencial. Pero entonces, ¿Existen predicados esencialmente evaluativos? ¿No son los predicados, a lo sumo, contingentemente evaluativos? ¿No es este rasgo motivacional una función estrictamente pragmática que se adjunta al predicado, sin que por ello su identidad deje de estar determinada exclusivamente por la propiedad que denota o expresa y el criterio para reconocerla? La hipótesis de que hay conceptos esencialmente evaluativos responde negativamente a estas preguntas que formulamos. La idea es que algunas palabras mantienen sobre el criterio que determina sus aplicaciones correctas (este es un tipo de corrección), el poder de anunciar una multitud de hábitos y acciones en el porvenir de la persona que la usa, y de motivar a la audiencia a actuar o sentirse de cierta manera. Esta posición filosófica suele tomar como uno de los casos paradigmáticos al concepto de corrección111. Es un concepto inmunizado al criterio. Asociarse a un criterio no es parte esencial de su gramática. Sí es esencial, en cambio, influir en los otros motivándolos a aprobar aquello de lo que se predica corrección. La idea de Price de que el concepto de verdad también 110 PRICE, H. (2003) p. 20 Cf. WITTGENSTEIN, L. Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa, Barcelona, Paidos, 2002, p. 86-7 111 93 Minimalismo, verdad y normatividad - 94 - posee estas características no es fácil de sostener, dado que su uso está innegablemente ligado a algunas funciones evidentemente descriptivas112. Sin embargo, debemos hacer notar que la dirección general adoptada en la observación de Price no es irrelevante para el planteo de Wright. Esto se evidencia en el siguiente pasaje: Ahora bien, se ha hecho, sin duda –aunque no me detuve sobre esto es Verdad y Objetividad- una asunción en esta línea de pensamiento. Se podría argumentar que lo que, en sentido estricto, se ha mostrado es solamente que, si se explica el predicado de verdad a través del esquema desentrecomillador, se impone un uso de él que exige [calls for] una norma sobre la aserción y aceptación de enunciados que es distinta de la norma de justificación. Otra es la cuestión de si existe realmente esa norma –si hay realmente tal manera en la que un enunciado está o no está en orden. En otras palabras, una cosa es que una expresión sea usada para realizar un tipo particular de juicio normativo; otra cuestión bastante distinta es que haya una cosa semejante a un portador, que realmente merezca un juicio normativo de esa clase. Un teórico del error respecto de la ética, por ejemplo, puede estar dispuesto a aceptar que los términos éticos se usan normativamente- que se usan por ejemplo para aplaudir y censurar episodios particulares de conducta. Pero él negará sin embargo que haya alguna característica real por cuya posesión un determinado episodio de conducta pueda ser apto para recibir esa valoración [appraisal].113 La posibilidad que Wright debe evitar es que consideremos al predicado de verdad como quienes consideran que el predicado de bondad, si bien es utilizado para realizar juicios normativos, no expresa en realidad ninguna propiedad. Para Wright, esta línea interpretativa de la normatividad de esos juicios y de su relación o ausencia de relación con propiedades reales, está vedada a la posición deflacionista, desde el momento en que adopta el esquema desentrecomillador para definir el predicado de verdad. Ya que un deflacionista, en función de su concepción de la verdad, debe conceder que los enunciados con predicados como `es bueno´ realmente 112 Sin duda no es únicamente una prescripción, porque de otro modo no se podría explicar su rol en ciertas inferencias, como cuando se deduce de `lo que Pedro dice es verdad´ y `Pedro dice que él ha venido´ que `él ha venido´. 113 WRIGHT (2003), p. 86-7 94 Minimalismo, verdad y normatividad - 95 - son verdaderos cuando las circunstancias adecuadas se cumplen. Para un deflacionista cada enunciado significativo, que versa sobre un asunto objetivo, posee condiciones objetivas en las que el predicado `es verdadero´ se aplica correctamente 114. Esas condiciones objetivas estarán garantizadas por los criterios de justificación. Esta amplitud en cuanto al espectro de enunciados que son realmente aptos para ser verdaderos o falsos, impide al deflacionista adoptar esta línea interpretativa respecto de la normatividad del predicado de verdad. Sostener conjuntamente estas dos tesis no sería consistente. De esta manera, Wright pretende bloquear la posición que guarda Price, donde la normatividad de la verdad resulta perfectamente compatible con su carácter insustancial. Nuevamente nos enfrentamos a la relación entre normas independientes y propiedades. Wright insiste en que si el predicado posee condiciones objetivas de aplicación, expresa una propiedad. Esa propiedad, dado que sirve para formular una norma independiente de toda otra norma construida con predicados que expresen otras propiedades, es una propiedad (al menos en algunos casos) sustancial. Una vez que se acepta el esquema desentrecomillador, no es posible desde su perspectiva evitar la conclusión inflacionaria adoptando una interpretación evaluativa de la normatividad. En resumen, Price cree que hay una norma implícita en la práctica asertiva según la cual el desacuerdo importa, en el sentido de que es índice de error culpable. Cuando los hablantes afirman una oración también la aprueban y desaprueban su contraria. Sin esta normatividad implícita la incorporación de predicados normativos no generaría compromisos normativos. El predicado de verdad no sólo describe la desaprobación, cosa que podría hacer también otro predicado, como hemos señalado, sino que en virtud de su carácter esencialmente motivacional es aprobatorio, algo así como un pequeño premio o castigo verbal. En esta línea hemos sugerido que esta normatividad resaltada por Price, tanto al operar entre hablantes como en la relación de los hablantes con la comunidad, responde al modelo de la normatividad evaluativa sobre la cual a su vez se fundan prescripciones. Evaluemos, para finalizar el capítulo, si esta propuesta de Price es incompatible con la normatividad que Wright reconoce en el predicado de verdad. Ya hemos visto que la normatividad que Wright atribuye a la verdad no se desprende del esquema 114 Inferimos que reconocer que el predicado de verdad posee condiciones objetivas de aplicación, compromete a Wright a negar que el predicado de verdad sea esencialmente motivacional en el sentido que presentamos antes. 95 Minimalismo, verdad y normatividad - 96 - desentrecomillador, sino de criterios independientes, que Wright divide en normatividad descriptiva y la normatividad prescriptiva, distinción que se divide a su vez en casos de normatividad positiva y negativa. Si bien la crítica de Price a Wright, justamente por este motivo, no parece adecuada, es posible que su propia concepción de la normatividad de la verdad no sea incompatible con la de Wright, a pesar de las diferencias entre ambos. Un primera diferencia reside en que Price no está interesado en la normatividad descriptiva, según la cual la verdad es una norma descriptiva en tanto los participantes de la práctica asertiva se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus aserciones, por la evaluación de si ellas son o no verdaderas. Price no se pronuncia respecto de los fines que guían las elecciones de los hablantes. Pero aún más relevante, esta normatividad no permite que demos cuenta de la importancia de los desacuerdos. Cuando dos hablantes difieren en sus opiniones, nada indica hasta aquí que uno de ellos comete un error y es culpable por ello. No ocurre lo mismo en principio con la normatividad prescriptiva de Wright, según la cual la verdad es una norma prescriptiva en tanto la consideración reflexiva de que una aserción es verdadera provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla. Pero la diferencia con Price en este caso parece ser que en su opinión un hablante está preparado para desaprobar cualquier opinión contraria a la suya con independencia de todo diagnóstico respecto a la fuente del desacuerdo. No es la consideración reflexiva de que una aserción es verdadera lo que provee razón para desaprobar las aserciones contrarias, sino que éstas son desaprobadas en tanto son contrarias. La razón para desaprobar no genera por sí sola compromisos normativos, si no existe ya una normatividad implícita en la práctica. Price insiste, en cambio, en que la normatividad de la verdad y su independencia de la justificación depende del carácter motivacional que la primera posee y la segunda carece. Este carácter motivacional no avala la perspectiva de Wright según la cual existen dos normas distintas que los hablantes deban cumplir y puedan fallar en hacerlo. La verdad no es normativa en el sentido de que es un requisito para que una aserción sea correcta que sea verdadera, sino en el sentido de que predicar verdad es aprobar y predicar falsedad es desaprobar. La acción de predicar verdad es en parte una evaluación, una prescripción. En el modelo de Wright se aprueba una aserción porque es verdadera, en el modelo de Price se aprueba una aserción al decir que es verdadera. Las reflexiones de Wright no dan cuenta de la normatividad de la verdad porque no 96 Minimalismo, verdad y normatividad - 97 - alcanza para ello con que se lo presente como condición de corrección de las aserciones. Price no niega que la verdad actúe como razón para aprobar una aserción y en este sentido de algún modo acepta que la verdad es prescriptivamente normativa según la caracterización que propone Wright. Pero Price rechaza esa caracterización, dado que considera que aquello que tiene de interesante y particular la normatividad de la verdad no es consecuencia de que actúa como razón para desaprobar, sino de su carácter esencialmente motivacional. Y sólo en este sentido es independiente de la justificación, que no posee un carácter motivacional. Su independencia no se funda en el hecho de que el cumplimiento de una norma no implica que se ha cumplido con la otra, ni en que verdad y justificación sean condiciones distintas que las aserciones deben cumplir, ni en que diverjan en extensión, sino más radicalmente en que la verdad es normativa y la justificación no lo es. A pesar de que, por su caracterización de la normatividad que incluye a las directivas y a las prescripciones, Wright no coincida con esta conclusión de Price, su posición no es inconsistente con el reconocimiento de que la verdad posea también un carácter motivacional. 5.4 - Panorama general de la normatividad de la verdad Con lo cual obtenemos un panorama en el cual distinguimos cuatro planos en los que la verdad presuntamente opera como una norma: (1) El plano descriptivo (directivas) que hace referencia a la acción real y efectiva de los sujetos en sus elecciones, (2) El plano prescriptivo, que puede ser empírico o conceptual, y que hace referencia a lo que los sujetos deben hacer con prescindencia de lo que hagan, (3) El plano conceptual, que puede clasificarse como un modo específico del plano prescriptivo, donde la relación entre deber y verdad está contenida en la definición de los conceptos y puede establecerse a través del análisis conceptual, (4) El plano evaluativo o motivacional, que hace referencia a la aptitud que poseen algunos conceptos para premiar o castigar acuerdos y desacuerdos a través de su uso en el lenguaje. En nuestro recorrido hasta aquí hemos encontrado enfoques en que el predicado de verdad es candidato a ser concebido como una norma alternativamente en estos 97 - 98 - Minimalismo, verdad y normatividad cuatro planos posibles de evaluación. Se postula que la verdad es normativa porque (1) determina las acciones lingüísticas que los sujetos de hecho eligen, porque (2) se considera de hecho que debe determinar las acciones lingüísticas que ellos realizan, porque (3) el análisis conceptual del concepto de verdad o del concepto de aserción indica que se debe afirmar sólo lo que es verdadero, o que sólo hay aserción cuando se tiene la intención de afirmar lo que es verdadero, porque (4) el acto lingüístico de atribuir verdad se utiliza para premiar y castigar. Wright nos ha presentado su propia caracterización de la normatividad, que nosotros asociamos preferentemente a (1) y a (2). Horwich acepta la caracterización de Wright sin reparos ni elucidaciones. Al examinar este primer intercambio quedó en evidencia como núcleo problemático la relación entre normas independientes y propiedades sustanciales. Engel en cambio sostiene la tesis de Wright interpretando esa caracterización en relación a (3), y niega a su vez que la verdad sea normativa en el sentido (1), (2) y (4). Hemos argumentado que, si bien su análisis puede resultar interesante o correcto –no juzgamos ese asunto aquí-, presupone desde un comienzo la meta a la que Wright pretende acceder a través del argumento del carácter normativo del predicado de verdad, que es abrir la posibilidad de que, en algunos casos, el predicado exprese una propiedad sustancial. Price niega cualquier interés a (3), ignora (1) y (2), y propone (4) como el único plano pertinente en el cual la verdad resulta normativa. Con esta interpretación de la normatividad pretende inmunizar al deflacionismo del argumento de Wright, evitando la comprometedora relación entre normas independientes y propiedades sustanciales. En el próximo capítulo retomaremos estos temas, en busca de una resolución. 98 - 99 - Minimalismo, verdad y normatividad CAPÍTULO 6: La verdad y el cambio cultural Continuaremos en este capítulo el estudio de los aspectos normativos del concepto de verdad, exponiendo críticamente nuevas posiciones adoptadas por autores pragmatistas, y evaluando las respuestas que ofrecen al argumento de Wright. En el capítulo anterior, a partir del análisis de la presentación de Price, pusimos en evidencia los aspectos estrictamente evaluativos o motivacionales del concepto de verdad. Bajo esa interpretación de la normatividad, Price pretendía evitar la consecuencia inflacionaria de Wright: la verdad, a pesar de funcionar normativamente, permanece para el pragmatismo como una propiedad no sustancial. No hay motivo para introducir nuevamente a su estudio la cuestión de la constitución de la verdad. No hay nada que decir respecto de la propiedad de la verdad, luego de ofrecer el análisis del concepto y el modo en que funciona en la práctica. Vamos a trabajar ahora con dos nuevos autores pertenecientes a la corriente pragmatista, que a su vez han mantenido entre sí un intercambio de opiniones respecto al tema que nos ocupa. El primero de ellos es Akeel Bilgrami, y el segundo es Richard Rorty. La problemática de la normatividad de la verdad se manifiesta aquí fundamentalmente formulada a partir del contexto de la investigación: ¿Es la verdad la meta de la investigación? La ausencia en esta pregunta de alguna mención al concepto de deber no debe desorientarnos. Hemos visto ya el vínculo que une al concepto de deber con el concepto de propósito, intención o meta.115 Si la verdad fuera la meta de la investigación, entonces trivialmente, si investigamos, debemos buscar la verdad. También podemos preguntar: ¿De hecho buscamos la verdad cuando investigamos? Y podemos preguntar ¿Debemos tener a la verdad como meta? Gracias a lo expuesto antes, podemos asociar la pregunta en un caso a la normatividad descriptiva y en el otro a la normatividad prescriptiva. Pero vemos también que nos enfrentamos en ambos casos a una serie de preguntas asociadas todas ellas al propósito o fin de la investigación. Los autores que vamos a trabajar en este capítulo priorizan y a veces restringen el análisis a los casos de normatividad asociada a la acción. 115 Cf. Capítulo cuarto, p. 61 99 Minimalismo, verdad y normatividad - 100 - Uno de los rasgos determinantes de la posición pragmatista en la estrategia argumentativa adoptada frente al problema que trabajamos aquí, es la apelación al principio pragmático según el cual toda diferencia y distinción en el plano filosóficoconceptual, para ser relevante, debe ser requerida para explicar o expresar un fenómeno o una diferencia en la práctica. Veremos que este criterio de relevancia, con el cual los pragmatistas tratarán de inmunizar a la teoría de la verdad de algunas observaciones de Wright requeridas para construir el argumento inflacionario, posee el inconveniente de que su aplicación arroja resultados completamente disímiles (al menos) cuando se lo aplica al problema de la verdad116. Ya en el capítulo anterior expusimos el modo en que Price aplica el criterio de relevancia pragmática, observando que para ese autor la función normativa del concepto de verdad, no sólo posee una enorme potencia para determinar la práctica, sino que debe ser considerado como el rasgo esencial del concepto. Rorty y Bilgrami también han discutido respecto a cuál debe ser la posición pragmatista frente a la pregunta por la normatividad de la verdad, aplicando el principio pragmatista. Al presentar la discusión entre ambos podremos mostrar que aún al interior de esta corriente, no encontramos una respuesta común a nuestro interrogante. Eso es lo que haremos en el primer apartado de este capítulo. Veremos que las diferencias en cuanto al problema de la normatividad de la verdad, al interior de la corriente pragmatista, en algunos casos se refieren a cuestiones empíricas –cuestiones lingüísticas o sociológicas respecto del uso que de hecho hacemos del concepto de verdad y las consecuencias de ese uso- y en otros casos se refieren al modo en que podemos y debemos dar cuenta de un cierto fenómeno de la práctica de la investigación. De los tres autores pragmatistas que vamos a considerar, sólo Rorty niega –veremos cómo y por qué- que la verdad sea una norma independiente. Encontraremos la primera diferencia que señalamos –asociada a cuestiones empíricasentre las posiciones de Price y de Rorty, mientras que el desacuerdo que mantiene aquél con Bilgrami responde más bien a una diferencia del segundo tipo –referida al modo en que cada uno explica ciertos fenómenos y los conceptos a los que apela para hacerlo. Pero a su vez, Rorty ha ofrecido objeciones específicas contra el argumento y el programa general presentado por Wright. Vamos a considerar esos argumentos, para 116 Russell objeta al principio pragmático precisamente la dificultad para extraer conclusiones objetivas que generen un acuerdo razonable- a través de su aplicación. Cf. RUSSELL, B. “William James Conception of Truth” en Philosophical Essays, London, George Allen & Unwin, 1996, p. 112-30 100 Minimalismo, verdad y normatividad - 101 - volver nuevamente en el tercer apartado a considerar el núcleo del planteo de Wright sobre la relación entre normatividad y ontología. La estrategia general de Rorty consiste en distinguir dos tipos de objeciones que se pueden levantar en la disputa en torno a la verdad, y que pueden llevarnos a postularla como norma o meta de la investigación y las prácticas asertivas. Un tipo de objeción admisible desde su perspectiva es que una descripción no permite explicar ciertas acciones o prácticas. Objetar, por ejemplo, que las prácticas asertivas, argumentativas o de investigación no pueden explicarse invocando únicamente la norma de asertabilidad garantizada117. En el segundo apartado vamos a trabajar las respuestas de Rorty a estas objeciones. Allí vamos a ver que su estrategia consiste en redefinir las prácticas asertivas y la investigación eliminado sistemáticamente el concepto de verdad. Veremos si esta estrategia es satisfactoria como respuesta al desafío planteado por Wright. Otro tipo de objeción, en cambio, es aquel que concede que la discusión versa sobre descripciones rivales con el mismo poder explicativo y cuestiona el privilegio de una de ellas en función de sus compromisos con tales o cuales conceptos o problemas de la filosofía o en función de la imagen del mundo y del hombre que habilitan. En el tercer apartado haremos hincapié en este aspecto de la estrategia de Rorty. Tendremos oportunidad también de reconsiderar allí la relación entre normas independientes y propiedades sustanciales planteada por el argumento inflacionario. Para finalizar, vamos a ofrecer dos observaciones pragmáticas sobre el principio pragmático. 6.1 - El principio pragmático, la investigación y los simuladores Como hemos visto, para que la verdad sea una norma independiente que rige las prácticas asertivas debe, por un lado, ser una norma -regular la práctica asertiva- , y por otro lado, ser independiente -no ser equivalente a ninguna otra norma que regula tales prácticas. Esa norma puede formularse en términos semejantes a (1) Es correcto asertar p si p es verdadero 117 Esta es la posición que por distintos motivos adoptan Williamson, Engel, Price y Bilgrami 101 Minimalismo, verdad y normatividad - 102 - Bilgrami indica además que la verdad como meta de la investigación actúa como una segunda norma de la investigación (y de las prácticas asertivas) del tipo: (2) Debes buscar creencias verdaderas y guiar tus aserciones honrando a la verdad como fin independiente. Notemos que la segunda norma contiene, en realidad, dos normas: (2a) Debes buscar creencias verdaderas y (2b) Es correcto asertar p si con ello honras la verdad Para que la verdad sea norma independiente de las prácticas asertivas (1) o (2b) debe ser correcta y no ser equivalente a ninguna otra norma. Para que la verdad sea norma independiente y/o meta de la investigación (2a) debe ser correcta y no ser equivalente a ninguna otra norma. (2a) no regula las prácticas asertivas. Esta es la presentación que ofrece Bilgrami de nuestro problema y a ella vamos a remitirnos en este apartado. Bilgrami considera que es mérito de Rorty haber instalado la discusión en el contexto de la investigación y ello equivale, en su opinión, a plantear la pregunta por la verdad como norma y como meta desde el punto de vista del investigador o punto de vista de la primera persona. El investigador conoce sus creencias verdaderas y no debe justificarlas. Dice: Desde este punto de vista, que en la investigación será el punto de vista de la primera persona, creer algo sin dudas (esto es, no en el sentido por ejemplo de una hipótesis, sino en el sentido de aquello que constituye la propia óptica del mundo) es creer que algo es verdad.118 Sobre esta premisa Bilgrami funda uno de los pasos de su argumentación: la justificación no debe aplicarse a creencias sino a cambio de creencias. El contraste BILGRAMI, A. “Is Truth a Goal of Inquiry” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell Publishers Ltd, 2000, p.252 118 102 Minimalismo, verdad y normatividad - 103 - estándar entre verdad y justificación y el intento de reducir una a la otra no puede siquiera plantearse en este marco, porque ambas se predican de cosas distintas119. Si se objeta que bajo este punto de vista se confunden verdad y creencia, Bilgrami responderá que éste es el modo de interpretar la verdad, una vez que se instala la discusión en el contexto de la investigación. Bajo esta interpretación, los hablantes conocen de modo no problemático cuáles de sus creencias son verdaderas. Éstas son el conjunto de sus creencias libres de duda; constituyen su óptica o teoría del mundo y se diferencian de los juicios meramente hipotéticos, que serán contrastados contra los juicios verdaderos antes de ser incorporados a la óptica del mundo. Rorty, en cambio, siguiendo a Davidson, parte de la base de que no podemos saber cuándo una creencia es verdadera y concluye que no se debe pensar a la verdad como una meta, siguiendo el principio según el cual algo no es una meta si no podemos saber si lo hemos alcanzado, principio que muestra conexiones con aquel según el cual deber implica poder, y al cual vamos a referirnos más adelante. Pero para Bilgrami el investigador responde sin problemas al reto davidsoniano de indicar cuáles de sus creencias son verdaderas.120 ¿Qué consecuencias extraemos de esta primera observación de Bilgrami en relación al problema de la normatividad de la verdad y al argumento inflacionario de Wright? Bilgrami no presenta (1) -es correcto asertar p si p es verdadero-, como una segunda norma de las prácticas asertivas, porque no cree que la asertabilidad garantizada sea una primera norma. No puede serlo porque la justificación no debe predicarse de creencias. Por este motivo, Bilgrami no cree que (1) sea un complemento teórico de la norma de asertabilidad garantizada, sin el cual no se puede explicar cabalmente la práctica asertiva o la práctica de investigación. Dado que desde su perspectiva se pueden alcanzar creencias verdaderas y la justificación no debe predicarse de las creencias, concluye que la verdad y no la justificación es norma de las prácticas asertivas. Lo que debemos subrayar es que en este sentido verdad y justificación no son para Bilgrami dos normas independientes. Pero esa es la observación crucial del argumento de Wright de la cual se extrae la conclusión inflacionaria. La observación de Bilgrami no posee esa consecuencia. Lo que permite a Bilgrami mantener el concepto 119 BILGRAMI, A. (2000) p. 256 Cf. DAVIDSON, D. “Truth Rehabilitated” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell Publishers Ltd, 2000, especialmente p. 67 120 103 Minimalismo, verdad y normatividad - 104 - de justificación exclusivamente para el cambio de creencias, es su apelación, en el ámbito de la investigación, al tener por verdadera una creencia por parte de los investigadores. Nada nos dice respecto de la posibilidad de que existan verdades indescifrables –no cognoscibles-, ni de que la verdad y la justificación difieran extensionalmente en el sentido pertinente para el argumento inflacionario –aunque difieren trivialmente en extensión dado que se aplican a dominios distintos. Continuemos entonces con nuestro análisis. Dijimos que Bilgrami distingue dos sentidos en que la verdad actúa como norma. El primero es la verdad como norma de las prácticas asertivas: (1) `es correcto asertar que `p´ o usar `p´ como razón si p´. El segundo responde a la búsqueda en la investigación de enunciados verdaderos y en general a la honestidad de los investigadores. La norma (2) `debes buscar creencias verdaderas y guiar tus aserciones honrando a la verdad como fin independiente´, se aplica a las creencias (2a) `los investigadores deben buscar creencias verdaderas o correctas´ y a las aserciones (2b) `debes honrar la verdad con tus aserciones´. Quienes no respetan esta norma de buscar y honrar la verdad son los simuladores [bullshiters].121 La normatividad de la verdad en (2) está asociada al hecho de que opere como meta de la investigación. La verdad es una meta cognitiva y un valor independiente de todo otro valor que pueda perseguirse en la investigación. Un modo de interpretar la sugerencia de Bilgrami en (2b) es que aquellos que no honran la verdad directamente no emiten aserciones. Bajo esta interpretación el vínculo entre asertar y honrar la verdad sería conceptual. Pero Bilgrami está comprometido con la idea de que simular el discurso asertivo está mal. La verdad en este sentido no es una norma conceptual de la aserción, sino un valor. Y además es un deber. Bilgrami dice Si existe este valor abstracto de la verdad, y si aún el mentiroso la valora, alguien debe seguramente fracasar en valorarla, o de otro, ¿cómo podría ser un valor? 122 Vemos, a través de la cita, que no estamos frente a un caso de normatividad instrumental, que relaciona medios y fines, sino frente a un tipo de normatividad de otra índole. En la normatividad instrumental los deberes surgen cuando existe un fin o propósito. Pero si el fin está ausente, el sujeto no tiene deberes. Bilgrami en cambio Otro es el caso de los mentirosos –aquellos no aludidos por el valor de decir la verdad, pero para quienes la verdad es un valor. 122 BILGRAMI, A. (2000) p. 260. Las itálicas son nuestras. 121 104 Minimalismo, verdad y normatividad - 105 - indica que los simuladores, que no valoran la verdad, fracasan [fail] en valorar. Pero ¿Por qué alguien debe valorar algo? ¿Cómo debemos interpretar (2b)? ¿Cumple algún rol explicativo, como lo exige el principio pragmático? Para responder estas preguntas debemos señalar que para Bilgrami el valor de la verdad no es mera consecuencia de otros valores prácticos que tiene el hombre, sino que es un valor cognitivo independiente y que la verdad es una norma en el sentido de que buscamos creencias correctas. Cuando presenta a la verdad como meta de la investigación y norma independiente, en este sentido, la distingue de otros valores que perseguimos pero de los cuales no se deduce el valor específico de la verdad o de las creencias verdaderas. La verdad, a diferencia de los fines prácticos, es un valor cognitivo. Dice Incluso si no reducimos, como en la visión caricaturizada, la creencia verdadera a las creencias que resultan útiles, todavía podemos no ver el interés pragmático en los valores cognitivos. Si pensamos que los únicos valores que hay son los valores que son utilitarios o más ampliamente valores que promueven el bienestar y los `asuntos humanos´, entonces estamos inclinados a pensar que si la verdad es un valor, una meta de la investigación, aquello debe ser tan solo otra forma de decir que buscamos la verdad porque las consecuencias de la investigación (digamos investigación científica), esto es las verdades (que no son en sí mismas un fin), nos ayudan eventualmente a viajar más rápido, combatir la enfermedad, etc., todos ellos fines y valores nuestros. Esto no reduce el concepto de verdad a la utilidad (no dice `una creencia es verdadera si y sólo si es útil), pero supedita el valor de la verdad a otro tipo de valores. No necesitamos negar que las consecuencias verdaderas de la investigación pueden tener estos efectos instrumentales para insistir en que la verdad es un valor en su propio derecho, ni instrumental ni supeditado a otros.123 La posición pragmatista que caracteriza aquí Bilgrami y a la cual se opone es la que sostiene Rorty y también Horwich124. Ya nos referimos a ella en el capítulo cuarto125. Insistamos entonces: ¿Por qué apela Bilgrami al valor de la verdad? 123 BILGRAMI, A. (2000) p. 259 Cf. HORWICH, P. (1998), P. 62 y ss. 125 Cf. Capítulo cuarto, p. 62 124 105 Minimalismo, verdad y normatividad - 106 - Para Bilgrami sin (2a) y (2b), aplicadas a la investigación en general y a las prácticas asertivas respectivamente, la descripción de las prácticas quedaría incompleta. Quienes no respetan estas normas son los simuladores. La norma permite dar cuenta de la importante práctica en nuestra cultura de diferenciar a los simuladores de los investigadores serios. Dice Bilgrami ...muchas veces la simulación [bulshit] es bastante aceptable, si se la presenta en el modo requerido. Oponerse a ello es apoyar el valor de la verdad en nuestra cultura de un modo que equivale a valorar la verdad por encima del valor de decir la verdad, dado que un simulador no es un mentiroso126. Recordemos que (2a) no regula las prácticas asertivas, sino la investigación, mientras que (2b) sí lo hace: `es correcto asertar `p´ si con ello honras la verdad´. Una consecuencia, si ha de aceptarse esta norma, es que dos aserciones con el mismo contenido proposicional pueden ser una correcta y la otra incorrecta si son emitidas por personas distintas, una de las cuales no honra la verdad. Aquello que esta norma regula parece ser la intención del hablante o del investigador. No tendría demasiado sentido sostener que un investigador honra a la verdad en una frase pero no en la siguiente. Por otra parte, esta observación de Bilgrami nos remite nuevamente a la diferencia entre la corrección de una aserción y la corrección del contenido expresado por esa aserción. En cuanto a la corrección del contenido de las aserciones, ésta no depende del sujeto que las emite. Nos enfrentamos de todas formas a un primer requisito por el cual Bilgrami recurre a la norma de la verdad: explicar la diferencia entre los simuladores y los investigadores honestos. Pero ¿Es esta la única forma de distinguir esta diferencia en la práctica? Tal vez la incorrección de los simuladores no esté en sus prácticas asertivas. Para repudiar al engañador, ¿Hace falta repudiar su práctica asertiva? Justamente es en cierta medida la corrección de su práctica asertiva la que lo define como engañador. Debemos señalar, por otra parte, que hasta aquí no parece haber modo de predicar incorrección en los casos en que alguien no busca creencias verdaderas. El argumento de Bilgrami por el momento es que de hecho en nuestra cultura los investigadores honestos buscan la verdad, y que este rasgo los distingue de los simuladores. Pero como dijimos, Bilgrami a su vez indica que algunos investigadores 126 BILGRAMI, A. (2000) p.261 106 Minimalismo, verdad y normatividad - 107 - fracasan por no valorar la verdad. ¿Qué nos autoriza a decir que ellos fracasan cuando no valoran la verdad? La estrategia de Bilgrami en este caso es apelar a un modelo cultural que se ve amenazado por los simuladores. Dice Creo que es una cuestión de cierta importancia para nuestra cultura, especialmente para nuestra cultura académica, el que veamos la naturaleza y la gran importancia de la verdad como valor en un sentido que trasciende el sentido moral del valor de decir la verdad. 127 Obtenemos entonces el siguiente panorama. Bilgrami por una parte advierte que es necesario contemplar a la verdad -a partir de su rol como meta de la búsqueda de los investigadores honestos- como una norma instrumental, para distinguir esa práctica de investigación del engaño construido por otros pseudo-investigadores. Pero a su vez, insiste en la importancia de considerar a la verdad como un valor cognitivo, y proclama que debemos tener a la verdad por meta. En este caso, no nos enfrentamos a un caso de racionalidad instrumental por parte de los investigadores, sino a una normativa que, como veremos, está fundada en cierta concepción del rumbo de la cultura. Esta estrategia argumentativa, en la cual el rechazo o la afirmación de la normatividad de la verdad se asocia o se funda en observaciones sociológicas o de política cultural, más o menos especulativas, es propia de los distintos autores pragmatistas. La encontramos en la exposición de Price, quien desde una perspectiva más reconstructiva que especulativa –genealógica como él la llama-, explica parcialmente el desarrollo de nuestras prácticas de investigación y argumentación a través de la intolerancia intrínseca propia de la normatividad del concepto de verdad; la encontramos también en Bilgrami, cuya exigencia de que regulemos nuestra investigación con la verdad no responde a la observación empírica de lo que de hecho ocurre, sino a sus reflexiones respecto al rumbo y riesgos de nuestra práctica acádemica; y veremos que esta estrategia es común también a la posición de Rorty en el debate, dado que en última instancia sus razones para negar que la verdad sea una norma independiente no se fundan en lo que los investigadores de hecho hacen, sino en lo que deberían hacer para ayudar a conformar la sociedad que Rorty juzga conveniente para todos. 127 BILGRAMI, A. (2000) p. 260 107 Minimalismo, verdad y normatividad - 108 - Pero ¿Por qué niega Rorty que la verdad sea una norma independiente? Y además, dado que Rorty niega la normatividad de la verdad mientras que Bilgrami insiste en su importancia, ¿Difieren ambos en cuanto a la sociedad que proyectan? Rorty clasifica a los simuladores como aquellos con quienes no se puede entablar un diálogo fructífero, y los distingue de quienes se dedican seriamente a la investigación. Pero considera que esta clasificación no es equivalente a la que divide a los investigadores entre los que buscan la verdad y los que no la tienen por meta. La pregunta `¿Valoras la verdad?´ es irrelevante para distinguir unos de otros. Ambos coinciden en su interés por apoyar una práctica –la de repudiar a los simuladores- pero desacuerdan en cuanto a las razones que la sostienen128. Cuando Bilgrami piensa que es la búsqueda de la verdad lo relevante para evitar a los simuladores, Rorty presiente que está introduciendo una diferencia entre discursos en los que las aserciones pueden clasificarse meramente entre útiles e inútiles, justificadas y no justificadas, y otros en los cuales las aserciones se dividen en verdaderas y falsas con independencia de su justificación. Estos serían los discursos de la `ciencia´ y aquellos los de la moral, la literatura o la política. Por estas razones Rorty considera que la reflexión de Bilgrami sobre este punto se inscribe en una tradición de investigadores que menosprecian el trabajo de colegas dedicados a cuestiones filosóficas distintas a las suyas. El maniqueísmo oculto divide a los que buscan la verdad de los simuladores, resguardando la verdad en un tipo particular de filosofía, y tildando a los que no participan de esa comunidad como simuladores. Estas impregnaciones semánticas han conducido a Rorty a dejar a un lado la metáfora de la verdad. La norma que permita distinguir y repudiar a los simuladores no debe apelar a la verdad. La estrategia en este caso consiste en dar una descripción alternativa para explicar las prácticas. Como consecuencia, Rorty ofrece un criterio para distinguir a los simuladores que no invoca una norma que regula la investigación o las prácticas asertivas. Dice Más específicamente, distingues al investigador serio del `simulador´ frívolo al descubrir quién hace un esfuerzo serio por acercar su jerga, sus intereses, y sus metas, con los tuyos –quién está dispuesto a atravesar un esfuerzo considerable para construir puentes conversacionales129. 128 No me resulta claro si Bilgrami y Rorty coincidirían al señalar a los simuladores. RORTY, R. “Response to Dennett” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell Publishers Ltd, 2000, p. 105 129 108 Minimalismo, verdad y normatividad - 109 - Frente a la práctica de nuestra cultura de repudiar a los simuladores, se puede optar entre invocar una norma como (2) o explicar la práctica de otro modo. Bajo una descripción la verdad aparece como norma y meta de la investigación; bajo otras descripciones no. La elección de una u otra dependerá de la imagen del hombre y su relación con el mundo que se desee propiciar, y del camino que se juzgue mejor para lograr su realización, dado que ambas permiten explicar el fenómeno relativo a la carencia de honestidad en algunos investigadores. Bilgrami está interesado en mantener el valor de la verdad en nuestra cultura. Su motivación no es simplemente describir las normas que rigen las prácticas sino argumentar a favor de una descripción particular de dichas normas y prácticas. El modo de argumentar que la verdad debe ser una meta y norma de la investigación es dar una interpretación de las prácticas desde el punto de vista del investigador. Bajo ese punto de vista, las creencias que forman parte de la óptica o teoría del mundo del investigador son creencias verdaderas. Pero ¿Hay algún interés o beneficio pragmático en adoptar el punto de vista del investigador? Bilgrami cree que la adopción de este punto de vista es un mérito de Rorty, un mérito que el propio Rorty no ha sabido explotar enteramente. Pero Bilgrami no continúa el objetivo de Rorty en este punto. Rorty no desea que la filosofía se detenga más tiempo en torno a la relación entre la verdad y la justificación y espera que el cambio retórico bloquee esas discusiones. Espera a su vez que con ello se fortalezca una imagen del mundo y del hombre distinta a aquellas en las cuales la verdad ocupa un lugar rector. Veremos por qué no se detiene frente a la objeción de que su descripción de las prácticas no da cuenta de la intuición de los investigadores de que poseen creencias verdaderas. Su interés es precisamente modificar intuiciones. Veremos también que Rorty niega que se puedan esgrimir razones definitivas o neutrales contra descripciones como la de Bilgrami o Wright. Simplemente deplora esas descripciones y levanta objeciones como las mencionadas –de índole socio-cultural. El cúmulo de problemas que se asocian al de la verdad no merece en su opinión la atención que todavía recibe en la investigación filosófica y favorecen un imaginario que Rorty quiere dejar atrás. La diferencia con Bilgrami es entonces relativa al modo en que evolucionará la comunidad de investigadores y la sociedad en general si se rechaza o se afianza en los investigadores la búsqueda de la verdad. No es fácil resolver este desacuerdo empíricamente. Pero evidentemente responde a juicios político-sociológicos. En cambio, la diferencia de Rorty –probablemente de ambos- con Wright es de otra índole. 109 Minimalismo, verdad y normatividad - 110 - Ya que si bien para este último la apelación a la norma de la verdad no modifica la práctica –dado que el predicado de verdad y el de justificación poseen idéntica fuerza normativa-, cuando nos detenemos a reflexionar sobre la normatividad de ambos predicados, y sobre sus extensiones posibles, estamos obligados a extraer consecuencias ontológicas referidas a la propiedad de la verdad, que son inconsistentes con el programa deflacionista, programa que tan atractivo ha resultado al pragmatismo para definir su concepción de la verdad. 6.2 - La redescripción como estrategia La estrategia general de Rorty consiste, por un lado, en ofrecer argumentos que detengan objeciones que apunten a mostrar la necesidad de la norma de la verdad para no perder capacidad explicativa, y por otro, en argumentar contra la aceptación de una norma de la verdad por sus vínculos con una imagen del hombre y de la investigación filosófica con las que Rorty no concuerda. En este apartado vamos a evaluar la primera parte de su estrategia, tanto en relación a las observaciones de Bilgrami como a las de Wright. Rorty juzga que la verdad no es una norma independiente de las prácticas asertivas o de la investigación científica y que no debe considerarse como una meta de la investigación. Sus reflexiones sobre la verdad no están conducidas hacia la elucidación el concepto. Opera más bien como crítico de la utilidad de algunos de los usos del término, entre ellos, específicamente, el de la verdad como meta o norma de la investigación y del lenguaje asertivo. Esta preferencia por el estudio del uso frente al análisis conceptual es un rasgo común de la tradición pragmatista, que él adopta como perspectiva. Uno de los principios de esta tradición, sobre el que apoya su argumentación, es aquél según el cual no debe hacer diferencia en la filosofía lo que no hace diferencia en la práctica.130 Este principio es causa de su simpatía por el programa deflacionista, en la medida en que éste propone reducir la atención que en el ámbito filosófico se atribuye al concepto de verdad, y negar relevancia filosófica al estudio de la constitución de la propiedad de la verdad. De los usos del predicado veritativo, 130 Cf. RORTY, R. Verdad y Progreso, Barcelona, editorial Paidós, 2000b, p. 31 110 Minimalismo, verdad y normatividad - 111 - mantiene aquel que expresa la advertencia de que cualquier enunciado justificado puede no ser verdadero. Llama a éste, el uso precautorio de la verdad.131 Su argumento general para negar que la verdad sea una norma independiente es el siguiente: siempre se puede y se podrá definir el conjunto de creencias que se tienen por verdaderas en términos de creencias justificadas, y si bien ninguna justificación garantiza o garantizará la verdad de una creencia, el conjunto de las creencias verdaderas será, en este sentido, siempre vacío o inescrutable. En capítulos anteriores hemos dicho que el argumento de Wright muestra que el predicado de verdad y el predicado de justificación pueden diferir en extensión, pero que nunca esa diferencia puede reconocerse en el presente, ya que cuando se muestra que una oración es verdadera, inmediatamente la oración también está justificada. La diferencia en extensión, en este sentido, se evidencia retrospectivamente señalando casos de creencias justificadas que no eran verdaderas. Para Wright, esto es suficiente para notar que cumplir con una norma que exige justificación, no implica cumplir con una norma que exige verdad. Esto aún cuando la fuerza normativa de ambas normas -lo que éstas indican que se debe hacer en la práctica- sea equivalente. Para Rorty, ese incumplimiento carece de interés porque no implica una diferencia como guía de la acción: De manera análoga, el hecho de que una acción pueda estar plenamente justificada para un auditorio dado, y aún así no ser la acción correcta, no demuestra que tengamos dos deberes: el de justificarnos unos a otros nuestras acciones y el de actuar rectamente. Demuestra simplemente que lo que puede estar justificado para algunos auditorios puede no estarlo para otros. 132 El principio pragmático exige, como criterio de pertinencia filosófica (en este caso aplicado a la distinción entre las dos normas), que la diferencia filosófica produzca una diferencia en la práctica. Si Wright señala que la acción puede ser incorrecta aún si aquello no produce ningún deber, Rorty no considera que debamos decir que aquello requiere de la intervención de una norma específica. El punto es que desde la Rorty acepta que el predicado de verdad también se usa para recomendar o precaver – lo que él llama el uso laudatorio- como ocurre con `¡bien!´, `¡correcto!´ o `¡cuidado!´, aunque no cree que estos usos requieran definiciones o explicaciones filosóficas. Cf. RORTY, R. (2000b) p. 35 132 RORTY, R. (2000b) p. 42 131 111 Minimalismo, verdad y normatividad - 112 - perspectiva pragmatista la noción de normatividad se restringe a aquello que regula las acciones. La norma (1) `es correcto asertar p si p es verdadero´ puede redefinirse como `es correcto afirmar p si p está justificado´ y la práctica no se verá modificada. Aunque Bilgrami cree que Rorty no cuestiona a la verdad como norma en (1), Rorty se pronuncia al respecto en un diálogo sostenido con McDowell133: Te encomiendo `S´ a ti como una creencia cuando digo `S´ es verdadero´. ¿Pero invoco una norma cada vez que encomiendo? Supongamos que respondo que sí. Mi interlocutor puede entonces pedirme que explicite la norma que acabo de invocar, y que le indique cómo obedecerla. Si respondo con el enunciado de McDowell `lo que hace correcto entre los hablantes de inglés el asertar `S´ es que S´, mi interlocutor podrá quejarse con razón de que solicitó una norma, no una obviedad. Podrá decir razonablemente que la única manera de averiguar si S es seguir la misma vieja norma que ha venido siguiendo todo el tiempo –continuar con los intentos actuales de justificar la creencia de que `S´.134 Esta misma respuesta puede aplicarse también a la sugerencia de Price. Él se distancia de Rorty porque cree que la norma de la verdad tiene enormes consecuencias prácticas. Aplica el criterio pragmático y concluye que la norma de verdad satisface el criterio de pertinencia filosófica. Pero a su juicio, la norma de verdad es la explicitación de la norma implícita en la práctica lingüística de aprobar lo que se afirma y desaprobar lo contrario. Las aserciones para Price son evaluativas. Si bien Rorty no negaría esto, podría objetar que se invoque con ello una norma de verdad. Recordemos que el carácter motivacional de la verdad sobre el que Price funda su argumentación es análogo al uso laudatorio que Rorty atribuye al concepto. El uso laudatorio indica que los sujetos alaban las aserciones de sus pares cuando expresan que son verdaderas. El problema en este caso se concentra nuevamente en responder cuáles son las consecuencias ontológicas de este tipo de normatividad. Para Rorty el carácter laudatorio asociado al concepto de verdad, no implica que sirva para construir una La posición de McDowell a la que Rorty responde se halla en McDOWELL, J. “Towards Rehabilitating Objectivity” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell Publishers Ltd, 2000, p. 109 134 RORTY, R. “Response to McDowell” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell Publishers Ltd, 2000, p. 126 133 112 Minimalismo, verdad y normatividad - 113 - norma independiente, interpretando norma independiente como aquello que no puede reducirse a otra norma por la divergencia en extensión entre ambas propiedades. El caso es análogo al de dos términos extensionalmente equivalentes, uno de los cuales posee una connotación de la que el otro carece, como ocurre a veces con la traducción de una palabra española al inglés, donde la segunda posee una connotación atractiva ausente en la primera. Desde esta óptica parece que las posiciones de Rorty y de Price se encuentran más cerca de lo que antes habíamos plantado. La norma (2a) `busca creencias verdaderas´ puede redefinirse como `busca creencias justificadas´ y la práctica no se verá modificada. La exhortación a honrar la verdad en las aserciones -y la norma (2b) `una aserción es correcta si honra a la verdad´no está acompañada por un criterio para distinguir quiénes honran la verdad y quiénes no. Dice Rorty Pero Bilgrami, hasta donde puedo ver, no nos dice más nada respecto de cómo reconocer a los simuladores de los no-simuladores. Todo lo que podemos hacer es buscar indicaciones de que sus acciones están dirigidas hacia esa meta135. Con esto considera que ha mostrado que el concepto es evitable salvo en su uso precautorio o laudatorio. Se podría suponer que bajo este uso la verdad regula la investigación con la siguiente norma: `recuerda siempre que toda creencia puede no ser verdadera´, si bien esta norma será equivalente según Rorty a la norma: `recuerda siempre que una creencia justificada puede no estarlo en el futuro´. Pero ¿Cómo debemos juzgar la estrategia eliminativista de Rorty desde la perspectiva de Wright? ¿Es válida su redescripción de la verdad por la justificación futura –o incluso, aunque Rorty no lo mencione, por la justificación bajo un estado ideal de conocimiento? Este podría ser el caso si la propiedad de super-asertabilidad136 funcionara como predicado de verdad en todos los ámbitos de discurso, ya que podríamos reemplazar `justificado en el futuro´ por `super-asertable´, y la norma de verdad coincidiría extensionalmente con la norma de super-asertabilidad. RORTY, R. (2000) “Response to Dennett” p.105 Recordemos que la super-asertabilidad es la propiedad de estar justificado bajo un estado de información y seguir estándolo bajo toda ampliación o mejoramiento de ese estado de información. Cf. WRIGHT, C. (2003) p. 66 135 136 113 Minimalismo, verdad y normatividad - 114 - Pero las observaciones de Wright impiden este tipo de estrategia, en la medida en que todavía bajo condiciones ideales, ciertas proposiciones pueden ser verdaderas y no estar justificadas: serán aquellas proposiciones que no son cognoscibles. Cualquier ámbito –discurso, ciencia- en el cual nuestras intuiciones nos indiquen que es posible que haya verdades impenetrables, no admite el reemplazo estipulado por Rorty, donde la verdad se reemplaza por la justificación futura. Estos ámbitos, evidentemente, no están restringidos epistémicamente –un ámbito de discurso está restringido epistémicamente si, siempre que una proposición es verdadera, hay evidencia disponible de que lo es.137 Sólo para estos ámbitos Wright acepta una lógica clásica bivalente138. Frente a estas observaciones, Rorty puede todavía negar cualquier relevancia práctica al reconocimiento de que hay verdades que no pueden ser conocidas, o considerar que todo discurso está restringido epistémicamente –negando tal vez el principio de bivalencia tout court. Un camino sería argumentar a favor de una teoría del significado que no admita caracterizarlo a través de condiciones de verdad, y que reemplace éstas por condiciones de asertabilidad. Esta es de hecho la posición de Rorty y de Horwich139. Recordemos que Horwich acepta que la verdad es una norma independiente. Cuando debe explicar en qué consiste que una proposición cumpla con la norma de la verdad, su respuesta es que la proposición `la nieve es blanca´ cumple con la norma si la nieve es blanca, la proposición `matar está mal´ cumple con la norma si matar está mal, etc. Horwich hace esto sin apelar en ningún momento a las condiciones de verdad de la proposición.140 Pero para Wright este camino exige que comprendamos de antemano la diferencia entre una proposición y la proposición que expresa que esa proposición está justificada; por ejemplo, entre la proposición de que la nieve es blanca y la proposición de que esa proposición está justificada. Esta distinción no puede lograrse, en su opinión, a través del contraste entre las circunstancias en que cada una de estas proposiciones está justificada, dado que no hay tal diferencia. Es precisamente esta incapacidad de las teorías de condiciones de asertabilidad lo que nos exige apelar a las condiciones de 137 Cf. WRIGHT, C. (1992) p. 39 Cf. WRIGHT, C. (2003) p. 69 139 Cf. WRIGHT, C. (1992) P. 60-61 para el rechazo de Wright de esta posición, asociada al anti-realismo de Dummett. 140 Para Rorty, como hemos visto, esto es prácticamente equivalente a negar que la verdad sea una norma independiente. 138 114 Minimalismo, verdad y normatividad - 115 - verdad de la proposición como la condición de corrección adecuada para explicar la diferencia entre las dos proposiciones.141 Las respuestas al argumento de Wright que evaluamos parecen comprometidas a negar la posibilidad de que haya proposiciones verdaderas incognoscibles -para las cuales no haya evidencia disponible-, y comprometidas a dar una explicación satisfactoria del significado que no apele a condiciones de verdad trascendentes. 6.3 - El cambio cultural contra la verdad Por otra parte, además de impugnar la norma que propone Bilgrami aduciendo que carece de un criterio para distinguir a quienes honran la verdad de quienes simulan, Rorty cree que la verdad no debe considerarse como meta de la investigación científica. Rorty responde, por un lado, a la pretensión de que la verdad es norma independiente de las prácticas asertivas, y por otro, a la pretensión de que es meta de la investigación. Cuando responde a la primera pretensión, únicamente concibe a la verdad como norma instrumental que guía las prácticas. Por eso le alcanza con mostrar que una redescripción de lo que los hablantes buscan, donde se sustituye `verdad´ por `justificación´, alcanza para mostrar que la verdad no es norma independiente. No se interesa en cambio por la normatividad conceptual que pueda estar involucrada en la relación entre el concepto de verdad o de conocimiento y el concepto de aserción.142 No argumenta contra la normatividad conceptual.143 La decisión de ignorar este aspecto del planteo de la normatividad de la verdad, lejos de no estar fundado, lo compromete a ofrecer una explicación de la aserción que no apele al concepto de verdad como norma que regula dicha práctica. Para Rorty se puede redescribir la norma de verdad por la norma de justificación sin modificar la práctica, en virtud de que como Wright, cree que ambas coinciden en fuerza normativa. Cuando niega la pretensión de que la verdad es meta de la investigación, despliega un argumento especulativo o histórico cultural. En primer lugar, se permite ignorar el hecho de que algunos investigadores buscan de hecho la verdad aduciendo 141 Cf. WRIGHT, C. (2003) p. 341. Un intento de explicar la diferencia sin apelar a las condiciones de verdad, que Wright discute brevemente, es el de R. Brandom. p 343 y ss. 142 Para una crítica a estas posiciones Cf. PAGIN, P. “Is assertion social?” en prensa, Journal of Pragmatics 143 Esto lo señalan tanto Bilgrami y Engel. 115 Minimalismo, verdad y normatividad - 116 - que no se requiere invocar esta meta para explicar sus prácticas asertivas. Podemos explicar todo lo que queremos explicar sin apelar a la verdad como meta de la investigación. Esto es así justamente porque verdad y justificación coinciden en fuerza normativa. En segundo lugar, argumenta contra la conveniencia de que los investigadores se guíen por la meta de la verdad advirtiendo que aquello contribuye a forjar un imaginario pernicioso. En este apartado vamos a trabajar estos dos aspectos de la argumentación de Rorty. Su interés principal en este punto es fortalecer la imagen -anti-intuitiva- del hombre, del mundo y de la relación entre ambos iniciada con Darwin, continuada por Dewey y otros, y de ese modo favorecer el cambio sociocultural. Pero curiosamente, guiado por ese interés, concede que de hecho la verdad es una meta de la investigación para los investigadores metafísicamente activos. Dice Mi propio punto de vista es que, para los arqueros creyentes, alcanzar el favor divino era en efecto un objetivo distinto a acertar el blanco, y que alcanzar la verdad, como algo distinto a formular enunciados justificados, es un objetivo para los investigadores metafísicamente activos. Los quietistas metafísicos deploramos el que la mayoría de la gente en nuestra cultura pueda ser incitada a esa clase de actividad144. Según Rorty, en la medida en que Wright no ofrece un criterio ulterior para detectar la normatividad descriptiva, debe conceder que un objetivo es descriptivamente normativo para una acción si el agente así lo cree. Pero frente al hecho de que ciertos investigadores buscan la verdad, Rorty niega que el criterio para decidir si se debe caracterizar a la verdad como meta de la investigación sea lo que de hecho los investigadores creen que hacen. Propone modificar el aparato retórico con el cual los filósofos dan cuenta de lo que ocurre, de tal modo que sin perder capacidad explicativa, la verdad no obtenga la preponderancia que se le ha otorgado en el pasado en las discusiones filosóficas. Pero con esta nueva reflexión Rorty descompone su propia perspectiva. Si Rorty está interesado en negar que la verdad sea una norma independiente, aquello pareciera responder a que acepta la relación establecida por Wright entre normas independientes y 144 RORTY, R. (2000b) p. 45 116 Minimalismo, verdad y normatividad - 117 - propiedades sustanciales145, con lo cual la única opción restante para evitar la consecuencia inflacionaria es negar que la verdad sea una norma independiente. El pasaje anterior incorpora, en cambio, la idea de que es posible multiplicar indefinidamente las normas que regulan nuestras prácticas, postulándolas simplemente a través creencias en nuevos objetivos. Lo cual aumentaría a su vez –si de hecho esas nuevas normas son independientes- el número de las propiedades sustanciales. Nos enfrentamos en este caso a una suerte de reducción al absurdo de la relación establecida por Wright entre normas independientes y propiedades sustanciales. Esta línea de razonamiento, pero no la anterior –donde Rorty niega que la verdad sea una norma independiente- es más cercana a la posición de Horwich. Rorty acepta en el pasaje citado que la verdad funciona como norma independiente en la medida en que se presenta para los investigadores como un propósito distinto de la justificación. Pero también podemos construir una norma independiente a partir del favor divino. La propiedad `agrada a los dioses´ como característica de nuestras acciones, dado que es normativa en la práctica de los arqueros creyentes, ¿Es una propiedad sustancial? ¿Cuál sería la respuesta de Wright frente a esta pregunta? En primer lugar, deberíamos evaluar si es correcto considerarla como una norma independiente –esto es, si no es posible reducir la normatividad del predicado al de otros predicados. Evaluar si nuestras intuiciones no nos indican, más bien, que no es posible que una acción posea la propiedad `ser bella´, `ser buena´, etc., y que sin embargo no posea la propiedad `agrada a los dioses´. Pero si la conclusión tras esta evaluación es que eso es posible –si nos parece posible que una acción puede no agradar a los dioses aún cuando cumpla con la serie de requisitos comúnmente asociados a la propiedad de `agrada a los dioses´, Wright aceptará que bajo esa óptica debemos juzgar que estamos frente a una propiedad sustancial. Nosotros, luego de este análisis, aún no vemos esta relación con claridad. Por otra parte, como hemos mencionado antes, no se comprende la estrategia de Rorty sin mención de su proyecto de cambio sociocultural. ¿Por qué reducir el uso del concepto de verdad a mera advertencia en vez de enaltecerlo? La respuesta es que el concepto de verdad, en muchos de sus usos, participa de una retórica que habilita el activismo metafísico, retrasa la aparición de nuevas discusiones filosóficas y privilegia 145 Aunque no es del todo claro de qué modo lo hace. Cf. RORTY, R. (2000b) p. 43 117 Minimalismo, verdad y normatividad - 118 - ciertos discursos que se distinguirían del resto por el tipo de relación que establecen con el mundo. Dice La imagen que está empleando Wright es la que usan todos los epistemólogos para los que `prejuicio´ y `superstición´ son como arena en los rodamientos, la clase de cuerpo extraño que produce defectos de funcionamiento. Tales filósofos comparten una imagen de los seres humanos como máquinas producidas (por Dios o por la Evolución) para, entre otros fines, captar las cosas correctamente. Los pragmatistas quieren que nuestra cultura se libre de esa auto-imagen y la sustituya por la de unas máquinas que están continuamente ajustando su conducta a la de los demás, y a la vez al entorno, mediante el desarrollo de formas novedosas de comportamiento. 146 Si la verdad (como algo distinto de la justificación) no puede ser alcanzada, no se la debe buscar. La verdad tampoco es algo a lo que se tiende, en el sentido de que mayor o mejor justificación implique un acercamiento a la verdad. No es posible alcanzar la verdad ni tampoco acercarse a ella, con lo cual no debemos decir que es una meta147. Pero observemos esta indicación con detalle para juzgar su adecuación. Parece correcto rechazar aquellas prescripciones que exigen objetivos que no pueden alcanzarse. La racionalidad de esta posición se infiere del absurdo de cualquier regulación que castigue por el incumplimiento de aquello que no se puede cumplir. Pero esta racionalidad se desdibuja cuando aplicamos la máxima a los casos de normatividad instrumental asociada a las inferencias prácticas que parten de los deseos de los sujetos. En este caso no es fácil rechazar una meta o propósito recurriendo a la observación de que el sujeto no va a cumplirla. No hay razón para indicarle a un nadador que no debe entrenar todas las mañanas porque no va a lograr ser el campeón del mundo, que es el deseo que lo lleva a realizar tal entrenamiento -a menos que ese deseo le produzca grandes males, que es lo que parece pensar Rorty de la búsqueda de la vedad para nuestra cultura, pero entonces la razón de nuestro consejo no es ya, simplemente, el carácter inalcanzable de la meta. 146 147 RORTY, R. (2000b) p. 46 RORTY, R. (2000b) p. 57 118 Minimalismo, verdad y normatividad - 119 - 6.4 – Utilidad del principio pragmático Antes de finalizar este capítulo, señalemos algunos inconvenientes que encontramos en el principio pragmático mismo. La primera pregunta que debemos hacernos al juzgar su pertinencia, es evaluar si el principio cumple, en el problema que nos ocupa, con el criterio de relevancia que él mismo establece. ¿Cuál es la diferencia en la práctica entre regirse por el principio pragmático y no regirse por él? Imaginamos que una respuesta simple y evidente indicará que el filósofo que se atiene al principio, sólo introduce distinciones conceptuales cuando éstas son requeridas para explicar adecuadamente un fenómeno, o cuando ellas desatan un torrente de consecuencias prácticas. Un inconveniente con cualquier respuesta que apele a las consecuencias prácticas es la dificultad para establecer el rango de consecuencias que vamos a considerar `prácticas´ en cada caso. La escritura misma de artículos sobre el tema que se estudia es una consecuencia práctica de la reflexión sobre esos temas. La publicación de esos libros, el trabajo que aquello requiere, y el hábito común de su lectura, también lo son. Si respondemos solamente que el principio pragmático indica que toda distinción conceptual es relevante sólo si es necesaria para una óptima explicación del fenómeno para el cual se la ha introducido, parece perder su impronta estrictamente pragmática, por su similitud con los criterios tradicionales de relevancia conceptual. Por otra parte, existe un segundo camino que conduciría a la eliminación del principio pragmático, que también se funda en la prescripción que ese mismo principio impone. Vimos que la argumentación de Rorty está fundada en la imagen y proyecto de sociedad que quiere construir. Con ello incorpora un criterio de selección entre estructuras conceptuales con el mismo poder explicativo. El criterio permite seleccionar aquellas estructuras conceptuales y aquellas imágenes del hombre y su relación con el mundo que promuevan el cambio cultural juzgado conveniente. Luego, si juzgamos que las consecuencias prácticas de negar el principio pragmático son más útiles o menos perniciosas que las consecuencias de afirmarlo, la posición pragmática coherente estará obligada a negarse a sí misma. Hemos imaginado dos situaciones cuya confirmación nos haría abandonar el principio pragmático. En un caso el abandono es consecuencia de que la aplicación del principio no satisface el propio criterio de relevancia que el principio promueve. En el otro, la aplicación del principio satisface su propio criterio en la medida en que expresa diferencias de la práctica y las produce, pero las consecuencias producidas son peores 119 Minimalismo, verdad y normatividad - 120 - que las que causa la negación del principio. Hemos destacado, a su vez, que la diferencia en las conclusiones a las que arriban cada uno de los tres autores pragmatistas estudiados, al aplicar el principio pragmático al problema de la normatividad de la verdad, evidencia la dificultad para precisar las condiciones de una aplicación adecuada del principio. Al señalar estos inconvenientes no hemos dado razones suficientes para rechazar el principio. Pero advertimos que su aplicación puede resultar vacua si no se especifica qué vamos a aceptar como cumplimiento de su prescripción. En particular, creemos que en el caso que nos ocupa todas las posiciones expuestas respecto de la normatividad de la verdad, de ser correctas, satisfacen el criterio pragmático tanto por sus virtudes explicativas como por sus consecuencias prácticas. Hemos tratado de elucidar el problema para juzgar adecuadamente cuál de ellas es la correcta. 120 - 121 - Minimalismo, verdad y normatividad BIBLIOGRAFÍA BARRIO, E. A. 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