La verdad es que es un gran tema de la filosofía

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MINIMALISMO, VERDAD Y NORMATIVIDAD
Martín Ahualli
Director: Dr. Eduardo Alejandro Barrio
Minimalismo, verdad y normatividad
-1-
ÍNDICE GENERAL

Introducción…………………………………………………………………… 3

Capítulo 1: el minimalismo y sus antecesores………………………………….9
1.1: Ideas precursoras en la historia del deflacionismo………………………………..10
1.2: Tarski y las condiciones de una teoría satisfactoria de la verdad…………………16
1.3: La formulación del minimalismo de Horwich…………………………………….20
PRIMERA PARTE

Capítulo 2: El argumento inflacionario………………………………………..25
2.1: Realismo, anti-realismo y verdad………………………………………………....26
2.2: Reconstrucción del argumento inflacionario……………………………………...28
2.3: Normatividad descriptiva y equivalencia en fuerza normativa…………………...36

Capítulo 3: Teoría pluralista de la verdad……………………………………...47
3.1: Normas independientes y propiedades sustanciales…………………………...….50
3.2: La noción de propiedad en la teoría deflacionista…………………………….…..52
3.3: Pluralismo o monismo en la concepción de la verdad……………………………56

Capítulo 4: La verdad y la normatividad conceptual…………………………..60
4.1: Normatividad y aserción…………………………………………………………..61
4.2: Aserción, conocimiento y verdad…………………………………………………65
4.3: Las reglas de la aserción y las reglas de los juegos……………………………….73
SEGUNDA PARTE

Capítulo 5: La función pragmática del concepto de verdad…………………...78
5.1: Trivialidad del argumento inflacionario…………………………………………..80
5.2: La función del concepto de verdad……………………………………………….84
5.3: El carácter motivacional del concepto de verdad…………………………………89
5.4: Panorama general de la normatividad de la verdad……………………………….97

Capítulo 6: La verdad y cambio cultural……………………………………….99
6.1: El principio pragmático, la investigación y los simuladores…………………….101
6.2: La redescripción como estrategia………………………………………………..110
6.3: El cambio cultural contra la verdad……………………………………………...115
6.4: Utilidad del principio pragmático………………………………………………..119
BIBLIOGRAFÍA……………………………………..………………………………….121
1
Minimalismo, verdad y normatividad
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AGRADECIMIENTOS
Agradezco enormemente a la Facultad de Filosofía y Letras por la educación
recibida durante estos años, y por haberme otorgado la beca estímulo en el año 2003,
que me permitió desarrollar con mayor dedicación el estudio que aquí se presenta.
Agradezco también a mis amigos y colegas del grupo de reunión de los martes,
coordinado por Eduardo Barrio, Eleonora Orlando y Federico Penelas, donde tuve
oportunidad de exponer varias de estas ideas y enriquecer mi trabajo con sus agudas
observaciones. Debo destacar la inestimable amistad y el estímulo intelectual que he
recibido de Glenda Satne y de Valeria Valiño.
No puedo ignorar en esta oportunidad el afecto incondicional de mi familia, y la
fidelidad de mis amigos, en especial de Luciano Piazza y de Santiago Ginnobili, por
quienes siento un afecto desmesurado. María es quien más cerca de mí ha estado en
todo este tiempo; puedo percibirla dentro mío, e influye afortunadamente en todo lo que
hago.
Mi mayor gratitud es con Eduardo Barrio, quien ha guiado estas investigaciones
con enorme impulso y precisión en sus intervenciones. Su gran inteligencia, su amistad
y sus enseñanzas, son para mí evidentes.
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Minimalismo, verdad y normatividad
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INTRODUCCIÓN
¿Existe alguna conexión constitutiva entre la verdad y la normatividad? ¿Hay
algo de eso que hacemos con el lenguaje que dejaría de ser correcto, si dejara de ser
verdadero? Los vínculos entre lo que es correcto hacer y las condiciones de atribución
de verdad a nuestras aserciones es el tema central de este trabajo. El deflacionismo es el
enfoque acerca de la verdad según el cual hay una estrecha conexión entre la práctica de
hacer una aserción y la de atribuirle verdad a esa aserción. Tan estrecha ha sido juzgada
esa relación que se ha llegado a afirmar que la única norma que un deflacionista puede
aceptar como reguladora de la práctica de atribución de verdad es la que rija la práctica
de hacer aserciones justificadas. Por este motivo, del análisis de la normatividad de la
verdad han surgido argumentos contra las posiciones deflacionistas de la verdad. En
nuestro trabajo nos enfrentaremos con dos objeciones a la teoría deflacionista,
estructuradas a partir del análisis de la normatividad de la verdad. La primera es una
objeción de inconsistencia –argumento inflacionario de Crispin Wright-, y está dirigida
a recuperar la unión entre verdad y realismo, negando la tesis del carácter insustancial
de la verdad, y reintroduciendo la necesidad de investigar las características de la
propiedad que constituye la verdad. La otra es una objeción de pobreza explicativa –
argumentada por Huw Price-, que juzga que para que una teoría de la verdad sea
adecuada debe explicar las consecuencias prácticas del concepto, y que esa explicación
puede ofrecerse a través del análisis de la función normativa de la verdad, sin reavivar el
realismo, pero reconfigurando al deflacionismo como teoría pragmática de la verdad.
Esta segunda objeción al deflacionismo, a su vez, fue planteada como una respuesta a la
primera objeción establecida en el argumento inflacionario. La respuesta consiste en
rechazar la rehabilitación del realismo –principal consecuencia del argumento
inflacionario- a través de una interpretación específica de la normatividad de la verdad.
Nuestro objetivo rector en este trabajo será lograr un panorama general de la
normatividad de la verdad, para que la elucidación de los diversos aspectos de ese
concepto, reconocidos a través del estudio de la discusión que nos ocupa, nos permita
replantear y considerar críticamente estas dos objeciones al deflacionismo.
La relevancia de la discusión está ligada a las objeciones señaladas: por un lado,
la presunta pertinencia del carácter normativo de la verdad para determinar la disputa
3
Minimalismo, verdad y normatividad
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entre el realismo y el anti-realismo; por el otro, las consecuencias prácticas que el
carácter normativo de la verdad produce en nuestra cultura.
El eje de nuestra posición es que ninguna de las dos objeciones contra el
deflacionismo es adecuada. Consideramos que tanto la investigación relacionada a la
rehabilitación del realismo, como aquella dirigida a establecer la función pragmática
que el concepto cumple en nuestra cultura, no deben incorporarse en la teoría de la
verdad. Los argumentos ofrecidos contra esta pretensión del deflacionismo no son
suficientes. No obstante lo cual, esas investigaciones pueden resultar fructíferas, aún
cuando juzguemos que no indiquen que la teoría de la verdad deflacionista es
inconsistente o incompleta. Nuestro punto es que esas investigaciones, simplemente, no
deben considerarse como parte de la teoría de la verdad. Con lo cual coincidimos con
Wright en que la teoría de la verdad es neutral frente a la disputa por el realismo,
aunque ello no requiera una inflación de la teoría, y su argumento inflacionario,
construido sobre el carácter normativo del predicado de verdad, no resulte convincente
como prueba de que tal inflación sea inevitable o esté implícita en la teoría.
Una de las tesis del deflacionismo es que la verdad no es una propiedad
sustancial. Esta tesis negativa indica que una vez que una teoría de la verdad ha
explicado el uso del predicado veritativo, no hay nada que adjuntar a dicha explicación
que posea interés filosófico. El deflacionismo ignora cualquier relevancia que pudiera
tener el estudio de la propiedad de la verdad, y de cuál es su constitución. Detiene,
podemos decir, las investigaciones acerca de la ontología de la verdad.
Si el primer argumento fundado en el análisis de la normatividad que vamos a
presentar fuera correcto, la posición realista recuperaría legitimidad para buscar una
relación específica entre el lenguaje y el mundo que sea nombrada y resguardada a
través del predicado de verdad. Develar la constitución de esta relación volvería a ser
parte de la tarea de una teoría de la verdad. Si el argumento fuera correcto, el
deflacionismo explicaría parte de aquello que motivaba inicialmente la investigación,
pero no la colmaría ni la iluminaría en su totalidad, y en la medida en que el silencio
que exige sobre toda otra pregunta relacionada con la cuestión de la verdad constituye
su núcleo esencial como posición filosófica, se volvería un enfoque incorrecto,
inaceptable.
Este argumento al que nos referimos contra la tesis del carácter insustancial de la
verdad es el argumento inflacionario de Crispin Wright, basado precisamente en el rol
normativo del predicado de verdad en el discurso. Allí Wright pretende desplegar la
4
Minimalismo, verdad y normatividad
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contradicción contenida en la perspectiva deflacionista, que se derrumbaría a partir de
sus propios principios, una vez que se advierte cómo opera la normatividad en estas
teorías de la verdad. En nuestro trabajo, vamos a partir de la reconstrucción y el análisis
de este argumento y vamos a evaluar distintas respuestas que diversos autores de la
tradición analítica y pragmática le han ofrecido.
Por una parte, entonces, la normatividad de la verdad obligaría a los
deflacionistas a dejar su teoría en sus versiones tradicionales, todas ellas asociadas,
según Wright, al carácter insustancial de la verdad y al anti-realismo –más adelante
veremos cómo se relacionan estas dos ideas. El argumento inflacionario, si fuera
correcto, recuperaría la posibilidad del realismo.
Pero el argumento que ofrece Wright no es el único que parte desde la
normatividad de la verdad hacia el abandono parcial del deflacionismo. También Huw
Price se aleja de esta corriente en virtud de los aspectos normativos del concepto de
verdad, que según su óptica, no pueden ser explicados apelando únicamente a los
principios de la teoría deflacionista.
En este caso el rol normativo del concepto de verdad no contradice la tesis de la
insustancialidad de la verdad, y por ende la estructura interna de la teoría deflacionista
no sería inestable, ni inconsistente. Pero el deflacionismo sería defectuoso a causa de su
incapacidad para explicar ciertos aspectos centrales del concepto, precisamente los
aspectos normativos. Desde esta perspectiva el deflacionismo no es inconsistente, sino
incompleto. Pero esta vez la falencia es consecuencia del olvido del estudio de la
función práctica del concepto de verdad en nuestra cultura.
En el primer capítulo vamos a ofrecer la reconstrucción de Paul Horwich de la
teoría deflacionista, que nos servirá de referencia para juzgar los aspectos normativos
asociados a la verdad. Indicaremos a su vez algunos hitos precursores en la
conformación de la posición deflacionista.
En el segundo capítulo comienza la primera parte de nuestro trabajo. Allí vamos
a exponer el argumento inflacionario de Crispin Wright. Haremos algunas
observaciones críticas, centradas en su mayoría en su caracterización de la normatividad
y de la fuerza normativa, evaluando el modo en que a través de esa caracterización
Wright presenta al predicado de verdad y al predicado de justificación como
normativos. Vamos a señalar una equivocidad en la caracterización de la normatividad
descriptiva que dificulta el resultado de que el predicado de verdad es descriptivamente
normativo, y formularemos un argumento contra la equivalencia en fuerza normativa de
5
Minimalismo, verdad y normatividad
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ambos predicados. También vamos a detenernos en la demostración de la diferencia en
extensión de ambos predicados y en la relación de ese argumento con una semántica
cuyas condiciones de verdad no estén epistémicamente restringidas. El objetivo será
dejar en evidencia que en el argumento inflacionario, la independencia de la
normatividad de la verdad supone la divergencia en extensión del predicado de verdad y
del predicado de justificación. Allí mostraremos que el deber formulado a partir de la
norma de la verdad no es uno que se pueda cumplir, lo cual nos hará preguntarnos si se
trata efectivamente de un deber que rige la acción. Por otra parte, haremos hincapié en
la distinción entre la corrección de la acción de asertar y la corrección del contenido por
ella asertado (afirmado)1.
En el tercer capítulo evaluamos una primera respuesta al argumento de Wright,
proveniente del propio Horwich, sobre cuya exposición de la teoría deflacionista
trabajamos. Veremos aparecer la primera estrategia para detener el argumento
inflacionario, que consiste en negar el vínculo entre normas independientes y
propiedades sustanciales -todo predicado que es normativo en una práctica, si es
utilizado para construir una norma independiente, distinta de toda otra norma que rija
esa práctica, expresa una propiedad (al menos en algunos casos) sustancial. Más
adelante veremos que hay otras estrategias. El propósito de este capítulo será mostrar
que la posibilidad de que la verdad sea una propiedad sustancial no está fundada, para
Wright, en la posibilidad de ofrecer una definición explícita y reductiva de la verdad que
no apele a conceptos semánticos, sino en el principio de realización variable del
concepto de verdad. Consideramos que este es un avance en el modo en que
tradicionalmente fue planteado el debate. La propiedad que el concepto modela no
siempre es la misma, siendo a veces una propiedad sustancial y otras veces no
sustancial. Esta característica se presenta como el fundamento de una teoría plural de la
verdad. No obstante lo cual, vamos a sostener que las razones que ofrece Wright para
fundamentar el presunto vínculo entre normas independientes y propiedades
sustanciales son insuficientes, principalmente porque supone condiciones trascendentes
de verdad.
En el capítulo cuarto vamos a exponer y juzgar la defensa del argumento de
Wright ofrecida por Pascal Engel. La estrategia general de Engel consiste en interpretar
la normatividad de la verdad de Wright –para la cual, según su opinión, Wright no
1
A lo largo del trabajo utilizaremos aserción y afirmación como sinónimos.
6
Minimalismo, verdad y normatividad
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ofrece ningún argumento- utilizando los estudios de Williamson sobre la aserción. Dos
son las conclusiones de Engel. Por un lado, que la verdad es una norma conceptual, y
por otro, que no es una norma en ningún otro sentido. Vamos a señalar un probable
inconveniente de esta estrategia general fundado en las diferentes concepciones de
conocimiento que tienen Williamson y Wright. A su vez, vamos a realizar algunas
observaciones críticas dirigidas a los argumentos de Engel según los cuales la verdad no
es normativa en ningún otro sentido, y dirigidas, por otro lado, a la analogía propuesta
por Williamson y continuada por Engel entre las normas de la aserción y las reglas de
los juegos. La idea principal será que no es posible explicar la normatividad práctica
apelando exclusivamente a normas conceptuales.
La segunda parte de nuestro trabajo estará dedicada al estudio de la posición
pragmatista frente a la cuestión de la normatividad de la verdad –continuaremos, al
hacerlo, el estudio del argumento inflacionario, evaluando nuevas estrategias para
detenerlo. El deflacionismo ofrece al programa pragmatista la posibilidad de contar con
una explicación de los fenómenos asociados a la verdad, manteniendo su intención de
evitar los compromisos ontológicos asociados al realismo. Por este motivo debe
responder al argumento inflacionario de Wright. La posición pragmatista no es
homogénea, aunque sobresale, en todos sus autores, el interés por las consecuencias
prácticas asociadas a la normatividad del predicado. Las estrategias principales
adoptadas para responder al argumento consisten (1) en objetar la argumentación por la
cual se infiere que la verdad es una norma independiente, y (2) en objetar la implicación
que parte del juicio de que un predicado expresa una norma independiente hacia el
juicio de que ese predicado expresa (al menos en algunos casos) un propiedad
sustancial. El rechazo de tal implicación puede fundarse en el tipo de norma asociada al
predicado de verdad. Éste es el camino que vamos a encontrar en la argumentación de
Price. Rorty en cambio opta por el primer camino, aunque también ofrece algunas
reflexiones relacionadas con la segunda vía.
En el capítulo quinto vamos a exponer la objeción de trivialidad contra el
argumento inflacionario, presentada por Huw Price. Vamos a argumentar que esa
recusación del argumento inflacionario se basa erróneamente en una interpretación de la
normatividad de la verdad como normatividad conceptual. Sin esa interpretación, no se
puede extraer la consecuente trivialidad del argumento de Wright. En segundo lugar
vamos a introducir una interpretación de la noción de normatividad que prioriza los
aspectos evaluativos, a través del análisis del carácter motivacional que advierte Price
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Minimalismo, verdad y normatividad
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en el concepto de verdad –necesario según él para construir una teoría completa de la
verdad- y vamos a evaluar si el vínculo entre normas independientes y propiedades
sustanciales advertido por Wright se mantiene cuando se interpreta de este modo la
noción de normatividad. La conclusión será que el vínculo desaparece bajo esa
interpretación de la normatividad, pero que la idea de Price según la cual el predicado
de verdad es esencialmente motivacional no es correcta. Al concluir la exposición de
este capítulo estaremos en condiciones de ofrecer un panorama general de la
normatividad de la verdad, que distingue diversos niveles requeridos para ofrecer un
análisis satisfactorio.
En el capítulo sexto, finalmente, vamos a introducirnos en la discusión entablada
entre Akeel Bilgrami y Richard Rorty respecto a las consecuencias político-culturales
de mantener el valor de la verdad en nuestras comunidades, y vamos a exponer la
estrategia de Rorty para evitar toda apelación al concepto de verdad, evaluando si es
satisfactoria para responder el argumento de Wright, y bajo qué supuestos lo es. Por
último, vamos a realizar algunas observaciones críticas referidas a la utilidad y
pertinencia de aplicar el principio pragmático a la problemática que nos ocupa.
Comencemos, pues, con nuestras observaciones. Esperamos que no carezcan por
completo de inteligibilidad e interés para el lector sensible a estos temas.
8
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Minimalismo, verdad y normatividad
CAPÍTULO 1:
El minimalismo y sus antecesores
Dado que Horwich es uno de los principales expositores del legado
deflacionista, y dado que él presenta a su teoría como una teoría minimalista de la
verdad, podemos presentar la disputa iniciada por Wright, a través del argumento
inflacionario, como una disputa al interior del minimalismo, aunque debemos tener
siempre en mente que todas las versiones de la teoría deflacionista –dispuestas a
rechazar la pertinencia de una investigación sobre la constitución de la propiedad de la
verdad-, incluida la de Horwich, son objetadas por el argumento inflacionario. El
deflacionismo es la posición según la cual lo único importante que se puede decir de la
verdad está contenido en las siguientes tesis:
(1) `p´ es verdadera si y sólo si p
(2) el predicado `es verdadero/a´ no denota una propiedad sustancial.
Ésta es la reconstrucción que ofrece Crispin Wright2. ¿Cuáles son sus antecedentes?
¿Cuál es el origen de cada una de sus tesis? ¿Cuál es la relación entre el deflacionismo y
el minimalismo como teorías de la verdad?
El minimalismo continúa en buena medida al deflacionismo y al redundantismo
–algunas clasificaciones incorporan a los tres bajo un mismo rótulo3. Autores como
Frank Ramsey, Ludwig Wittgenstein en el segundo período de se obra, o Alfred Tarski
se clasifican alternativamente como redundantistas o minimalistas tempranos. Lo
mismo ocurre con Quine, a quien se clasifica como un minimalista o como un
deflacionista. Otras veces, como en el caso de Horwich y Wright, se clasifica al
minimalismo como una variante del deflacionismo. Algunos otros autores que se suelen
ubicar en la tradición deflacionista son Alfred Ayer, Peter Strawson, Dorothy Grover,
Joseph Camp, Nuel Belnap, Stephen Leeds, Arthur Fine, Scott Soames, Hartry Field,
Michael Williams, Brian Loar, Donald Davidson, Robert Brandom y Richard Rorty.
Lo común a este grupo de autores es que defienden una concepción no
substantiva de la verdad. Deberemos especificar qué rasgos componen esta perspectiva
2
3
Cf. WRIGHT, C. . Truth and Objectivity, Cambridge, Massachusetts, H.U.P, 1992, p. 12 y ss.
Cf. Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999
9
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frente al problema. La verdad para ellos no es una propiedad sustancial -o robusta,
términos alternativos con los cuales se presenta en diversos casos la cuestión y a los
cuales nos referiremos más adelante. Con ello el minimalismo de la verdad se opone a
una serie de teorías no homogéneas que postulan a la verdad como una propiedad
sustancial de las aserciones, los enunciados, las oraciones o las proposiciones.
Entre las teorías de la verdad contra las que se alza el deflacionismo se hallan
tanto las teorías correspondentistas (en todo caso aquellas donde la correspondencia no
es mera trivialidad), las teorías coherentistas y las teorías pragmatistas 4. Éstas son tres
de las grandes categorías con las que en el siglo XX se han clasificado las reflexiones
filosóficas en torno a la verdad. Todas ellas cometen, desde la perspectiva minimalista,
el error de negar, relegar o expandir innecesariamente el esquema de equivalencia entre
una proposición y la proposición que predica verdad de aquella proposición inicial.
En este capítulo vamos a exponer en primer lugar algunos pasajes fundacionales
donde comienza a gestarse la concepción deflacionista de la verdad, a través de algunos
aspectos puntuales de la obra de Gottlob Frege, de la obra de Frank Ramsey, Ludwig
Wittgenstein, Peter Strawson y Willard Van Orman Quine. Nuestra intención al hacerlo
no será exegética, y no negamos que la pertinencia de ubicar en última instancia a
alguno de estos autores dentro de la tradición deflacionista pueda ser cuestionada. Lo
que nos interesa más bien es destacar ciertos pasajes que, observados actualmente desde
una perspectiva deflacionista, se muestran claramente como precursores de esa
tradición. En segundo lugar, vamos a detenernos en los requisitos advertidos por Tarski
a cualquier teoría adecuada de la verdad, dado que casi todas las formulaciones
posteriores trabajan de una u otra forma a partir de las observaciones de Tarski. Por
último, vamos a ofrecer la reconstrucción de la teoría minimalista de Horwich, que nos
servirá de referente a lo largo de todo nuestro trabajo, y especialmente en el próximo
capítulo donde vamos a exponer y comenzar el análisis del argumento inflacionario.
1.1 - Ideas precursoras en la historia del deflacionismo
En este apartado vamos a presentar algunos pasajes clásicos donde se insinúa y
toma forma la idea deflacionista de la verdad, y el presunto carácter insustancial de la
4
En la segunda parte de este trabajo veremos las coincidencias y diferencias entre el el pragmatismo
contemporáneo y la teoría deflacionista de la verdad. La concepción que aquí mencionamos es aquella en
la cual la define a la verdad en términos de utilidad.
10
Minimalismo, verdad y normatividad
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verdad. Si bien es posible rastrear la intuición deflacionista más atrás en la historia de la
filosofía, comenzaremos con un pasaje de Frege5, por la indiscutida relevancia que su
pensamiento ha tenido para delimitar el horizonte de la filosofía analítica
contemporánea. El interés que contienen las observaciones de Frege para la formulación
de una posición deflacionista reside en parte en que para él las oraciones
(1) El pensamiento de que 5 es un número primo es verdadero
Y
(2) 5 es un número primo
expresan ambas el mismo sentido6. No obstante, esta observación no trasforma a Frege
en un deflacionista que niega que la verdad sea una propiedad sustancial. Para Wright
su posición responde más bien a una suerte de indefinicionismo [indefinabilism]
comprometido con la idea de que el concepto de verdad no admite análisis.7 A pesar de
esta correcta observación de Wright, veamos otro pasaje en el que Frege anuncia la
posibilidad de que la verdad no sea una propiedad real de las proposiciones:
[…] La verdad no es una cualidad que corresponde a un tipo particular de
impresión sensorial…[...] Ser verdadero [being true] no es una propiedad
material perceptible. […] ¿No será que estamos tratando con algo que no
puede, en el sentido ordinario, llamarse una cualidad? A pesar de esta duda
quiero en primer lugar expresar mi acuerdo con el uso corriente, como si
hubiera una cualidad, hasta que se arroje nueva luz al respecto.8
La influencia y la cercanía del pensamiento de Frege sobre las teorías deflacionistas es
un asunto discutible. Para Frege la referencia de una oración declarativa es su valor de
5
Al incluir a Frege aquí no pretendemos defender la tesis según la cual su concepción de la verdad es
deflacionista, sino simplemente señalar la relevancia que algunas de sus ideas en la constitución de esta
tradición.
6
FREGE, G. “Sobre sentido y referencia”, en La búsqueda del significado, compilado por L. M. Valdés
Villanueva, Madrid, Tecnos, 1991, p. 33 y ss.
7
Cf. WRIGHT, C. “Truth: a traditional debate reviewed” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons
editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 204 y ss.
8
FREGE, G. “The Thought: a logical inquiry”en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores,
New York, Oxford University Press, 1999, p. 88
11
Minimalismo, verdad y normatividad
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verdad, y los valores de verdad son objetos.9 Dado que un objeto no puede formar parte
de un pensamiento, la relación de un pensamiento con su valor de verdad no se puede
equiparar con la relación entre el sujeto y el predicado que, en sentido lógico, son partes
de un pensamiento.10
También Frank Ramsey ofrece diversos pasajes en los cuales asistimos a la
gestación de la teoría deflacionista. En “On Facts and Propositions” Ramsey dice:
[…] Antes de continuar con el análisis del juicio, es necesario decir algo
respecto a la verdad y la falsedad, para mostrar que no hay realmente ningún
problema separado de la verdad sino simplemente un embrollo lingüístico.
[…] Es evidente que “Es verdad que César fue asesinado” no significa otra
cosa que César fue asesinado, y “Es falso que César fue asesinado” significa
que César no fue asesinado. Son frases que utilizamos a veces para enfatizar
o por razones de estilo, o para indicar la posición que el enunciado ocupa en
nuestro argumento.11
Por estas ideas se llama redundantista [redundancy theory] al esbozo de teoría de la
verdad propuesto por el joven Ramsey, a quien también se lo reconoce a veces como el
inspirador del programa deflacionista en general12.
Encontramos otra fuente de inspiración para los autores de la tradición
deflacionista en diversos pasajes de la obra de Wittgenstein. En Remarks on the
foundations of Mathematics Wittgenstein dice:
¿Pues qué significa que un proposición `sea verdadera´? `p´ es verdadera =
p. (Esa es la respuesta).13
Wittgenstein, como Frege y Ramsey, estuvo interesado en lo que podemos llamar la
tesis de equivalencia referida a la verdad, según la cual, para toda oración `p´, `p´ es
equivalente a `es verdad que p´. Para Frege, la equivalencia indicaba la identidad de
9
algunos aspectos de esta problemática asunción de Frege son trabajados en MORO SIMPSON, TH.,
Formas lógicas, realidad y significado, Editorial Universitaria de Buenos Aires, 1975 (segunda edición),
p. 117-121 y 217-219.
10
FREGE, G. “Sobre sentido y referencia”, p. 33 y ss.
11
RAMSEY, F. P. “On facts and propositions” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores,
New York, Oxford University Press, 1999, p. 106
12
Cf. WRIGHT, C. (1999) p. 205
13
WITTGENSTEIN, L. “Remarks on the foundations of Mathematics” en Truth, Simon Blackburn y
Keith Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 112
12
Minimalismo, verdad y normatividad
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sentido de las dos oraciones. Para Wittgenstein, en cambio, la estipulación de la tesis
constituye una explicación del sentido de `es verdadera/o´. 14 Encontramos plasmada
esta idea en el siguiente pasaje (§136) de las Investigaciones Filosóficas:
Y decir que una proposición es todo lo que puede ser verdadero o falso
equivale a decir: llamamos una proposición a aquello a lo que aplicamos en
nuestro lenguaje el cálculo de las funciones de verdad.
Parece ahora como si la explicación –proposición es cualquier cosa
que pueda ser verdadero o falsa- determinase lo que es una proposición
diciendo: lo que se ajusta al concepto `verdadero´, o a lo que el concepto
`verdadero´ se ajusta, eso es una proposición. Es así como si tuviéramos un
concepto de verdadero y falso con cuya ayuda pudiésemos entonces
determinar lo que es una proposición y lo que no lo es. Lo que engrana el
concepto de verdad (como en una rueda dentada), eso es una proposición.
Pero ésta es sólo una mala figura. Es como si se dijera `el rey es la
pieza a la que se puede anunciar jaque´. Pero esto sólo puede querer decir que
en nuestro juego de ajedrez sólo se da jaque al rey. Asimismo la proposición
de que sólo una proposición puede ser verdadera solamente puede querer
decir que predicamos `verdadero´ y `falso´ sólo de lo que llamamos una
proposición. Y lo que es una proposición está en un sentido determinado por
las reglas de formación oracional (de la lengua castellana por ejemplo) y en
otro sentido por el uso del signo en el juego de lenguaje. Y el uso de las
palabras `verdadero´ y `falso´ puede ser también una parte constitutiva de ese
juego; y entonces pertenece para nosotros a la proposición, pero no `se
ajusta´ a ella.15
El enfoque filosófico de Wittgenstein que nos interesa destacar es la idea de interpretar
al concepto de verdad no como aquél que explica el de proposición, en el sentido de que
ofrece su definición explícita o despliega su naturaleza, sino interpretar más bien que los
conceptos se hayan ligados a través de una red conceptual.
Otro enfoque que no podemos dejar fuera de este recorrido por algunos
precedentes de la teoría deflacionista es el de Peter Strawson. Algunos lo consideran el
Cf. DUMMETT, M. “Preface”, en Truth and other enigmas, Cambridge, Massachusetts, H.U.P., 1978,
p. xx
15
WITTGENSTEIN, L. Investigaciones Filosóficas, Barcelona, Editorial Crítica, 1998, §136
14
13
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primer deflacionista16, y casi todos admiten su influencia en la formación de esta
corriente. Aquello que este autor ha remarcado eminentemente es el carácter
performativo del concepto de verdad. Este rasgo lo transforma en referencia indiscutida
de la tradición pragmatista, cuya posición frente a la normatividad de la verdad vamos a
analizar en la segunda parte de este trabajo. Otro rasgo fundamental extraído de las
observaciones de Strawson, ha sido la sospecha de que el predicado de verdad no
expresa en definitiva una propiedad. Si bien esta idea no es la de ninguno de los autores
cuyas ideas expondremos aquí, negar que la verdad sea una propiedad es el camino
adoptado por buena parte del deflacionismo contemporáneo17.
Observador riguroso de las diferentes funciones del lenguaje, varía en la frase
una palabra por otra, hasta que las combinaciones y sustituciones le entreguen la
mecánica gramatical que fija el juego del término o de la frase. Strawson ha tratado de
explicar el uso del predicado de verdad evitando toda función descriptiva –al menos en
algunas de sus exposiciones:
Pero por qué debería el problema de la Verdad (el problema acerca de nuestro
uso de `verdadero´) considerarse como el problema de elucidar el tipo de
discurso que consiste en enunciar hechos [the Fact-stating type of discourse]?
La respuesta es que no debería ser considerado de esa forma; pero que la teoría
de la correspondencia sólo puede calarse completamente [fully seen through]
cuando se la ve como un intento estéril sobre este segundo problema. Claro que
un filósofo ocupado en el segundo problema, ocupado en elucidar un cierto tipo
general de discurso, debe apartarse del lenguaje y hablar de las distintas
maneras en las que las emisiones están relacionadas con el mundo (aunque
debe ir más lejos de `correspondencia entre enunciado y hecho´ para que lo que
va a decir sea fructífero). Pero –para recurrir a algo que dije anteriormente- la
presencia en el discurso ordinario de las palabras `verdadero´, `hecho´, etc.,
señalan, sin hacer comentarios sobre, la presencia de una cierta forma de usar
el lenguaje. Cuando usamos estas palabras en la vida ordinaria, estamos
hablando dentro, y y no acerca de, un cierto marco de discurso.18
16
Cf. KIRKHAM, R. Theories of Truth, London, MIT Press, 1995, p. 307 y ss.
Cf. BRANDOM, R. “Pragmatism, Phenomenalism and Truth talk”, Midwest Studies in Philosophy, Vol
XII: Realism and Antirealism, 1988
18
STRAWON, P. F. “Truth” en Truth, Simon Blackburn y Keith Simmons editores, New York, Oxford
University Press, 1999, p. 172
17
14
Minimalismo, verdad y normatividad
- 15 -
En este pasaje Strawson equipara el problema de la Verdad al problema acerca de
nuestro uso del término `verdadero´, lo cual evidentemente será negado por cualquier
posición que entiende que luego de determinar el concepto de verdad, todavía debemos
investigar la propiedad de la verdad, si queremos ofrecer una teoría completa de la
verdad.
Antes de finalizar este apartado veamos brevemente el modo en que concibe
Quine a la teoría desentrecomilladora de la verdad y qué función le otorga al predicado
de verdad. En Philosophy of Logic dice Quine:
El predicado de verdad nos recuerda que, si bien hablamos acerca de
oraciones en virtud del ascenso técnico, nuestro ojo está puesto en el mundo.
Esta fuerza cancelatoria del predicado de verdad es explícita en el paradigma
de Tarski:
`La nieve es blanca´ es verdadera si y sólo si la nieve es blanca
Con las comillas se diferencia el hablar acerca de palabras y el hablar acerca
de la nieve. La cita es un nombre de una oración que contiene un nombre,
concretamente `nieve´, de la nieve. Al llamar verdadera a la oración,
llamamos blanca a la nieve. El predicado de verdad es un dispositivo para
desentrecomillar. Podemos afirmar la oración simple con sólo pronunciarla,
sin ayuda de citas ni del predicado de verdad; pero si queremos afirmar una
cantidad infinita de oraciones que podemos demarcar sólo si hablamos de
oraciones, entonces el predicado de verdad posee un uso. Lo necesitamos
para restaurar el efecto de referencia objetiva cuando en virtud de alguna
generalización hemos recurrido al ascenso semántico.19
Quine reafirma la utilidad del predicado de verdad, que parecía oscurecida desde la
equiparación de la predicación de verdad de una oración a su simple aserción. Cuando
fue postulado que el concepto de verdad es redundante, aquello volvió más urgente la
pregunta por la función del concepto de verdad. Una teoría desentrecomilladora de la
verdad, recuerda Quine, responde que se necesita del concepto de verdad para formular
explícitamente algunas generalizaciones esquemáticas -`todo lo que dice el Maestro es
19
QUINE, W. V. Philosophy of Logic, Englewood Cliffs., Prentice Hall, 1970, p. 12-3.
15
Minimalismo, verdad y normatividad
- 16 -
verdad´- o para afirmar una oración cuyo contenido no podemos especificar -`la primera
oración escrita por el hombre es verdadera´.
En la segunda parte de nuestro trabajo veremos que esta cuestión referida a la
función del concepto de verdad deviene el principal objeto de estudio y reflexión de los
autores de la tradición pragmatista.
1.2 - Tarski y las condiciones de una teoría satisfactoria de la verdad
El caso de Tarski es insoslayable para confeccionar el marco minimalista. Casi
todos los autores posteriores de la tradición analítica que reflexionan sobre el tema de la
verdad conceden imperiosa relevancia al aporte de Tarski. Éste constituye de algún
modo la base común a partir de la cual se trabaja20.
En sus investigaciones, Tarski busca explicar el significado del término
verdad(ero) y fijar un criterio que permita distinguir los usos adecuados de los
incorrectos. Y considera que la explicación que va a ofrecer es mixta, en el sentido de
que pretende ser una aclaración del uso efectivo del término, pero que se reconoce a su
vez como una sugerencia (normativa) para una manera definida de usarlo.21
Tarski impone dos condiciones a la definición de verdad para que ésta resulte
satisfactoria. Una de las condiciones es que la definición sea formalmente correcta22, y
la otra exigencia es que sea materialmente adecuada, esto es, que tenga como
consecuencias lógicas todas las equivalencias de la forma
(T) `p´ es verdadera si y sólo si p
donde `p´ se reemplaza por cualquier oración declarativa23 (que no contenga al término
verdad) del lenguaje para el que se define la verdad. Este es un requisito que se
20
Esta relevancia ha sido puesta en duda por algunos autores de la tradición pragmatista, como ocurre en
el caso de Rorty. Cf. RORTY, R. “Davidson between Wittgenstein and Tarski.” en Critica: revista
hispanoamericana de filosofía 30: 88, (Abril, 1998) pp. 49-71
21
Es interesante que Tarski consideraba a la teoría pragmática y a la coherentista como teorías normativas
de la verdad. Cf. TARSKI, A., Verdad y Demostración, Buenos Aires, Oficina de publicaciones del
C.B.C, 1996, p. 11-13
22
La corrección formal de la definición requiere que se especifique exactamente la estructura formal y el
vocabulario del lenguaje en el que vaya a ofrecerse la definición. El análisis de antinomias obliga a Tarski
a evitar lenguajes semánticamente cerrados, y a distinguir por una parte el lenguaje objeto para el cual se
desea una definición de la verdad, y por otra el meta-lenguaje en el cual se construye esa definición.
23
Uso aquí el término `oración´ dado que es el que utiliza Tarski. Horwich utiliza el término
`proposición´ para evitar las dificultades que tienen las interpretaciones sintactistas del bicondicional (T).
16
Minimalismo, verdad y normatividad
- 17 -
desprende, podemos decir, de la pretensión de dar una aclaración del uso efectivo del
término. Si tomamos un caso, por ejemplo “la nieve es blanca”, entonces
`la nieve es blanca´ es verdadera si y sólo si la nieve es blanca
debe ser una consecuencia de la definición que se ofrezca. Pero Tarski indica también
que el bicondicional proporciona una definición del término verdad para esa oración
particular, y en consecuencia proporciona a su vez una definición parcial de la verdad.
En la pretensión de aclarar el uso en la práctica del predicado de verdad, Tarski
encuentra una ascendencia aristotélica a su trabajo, nominando a la tradición que lo une
al griego concepción clásica o semántica de la verdad. Tarski pretende precisar la
concepción clásica recurriendo a técnicas de la lógica contemporánea, y para ello
comienza preguntando `¿Qué significa decir que [una oración] S es verdadera o que es
falsa?´ y responde `la respuesta a esta pregunta es simple: en el espíritu de la
explicación aristotélica, cuando decimos que S es verdadera queremos decir
simplemente que la nieve es blanca, y cuando decimos que S es falsa queremos decir
que la nieve no es blanca.´24
Con esto en mente, Tarski estipula25 que el uso del término `verdad(ero)´,
cuando se refiere a las oraciones declarativas de un lenguaje, está de acuerdo con la
concepción clásica de la verdad, sólo cuando nos permite aseverar todas las
equivalencias de (T). Si esta condición es satisfecha, diremos que el uso del término es
adecuado. Y sostiene que si los hablantes de un lenguaje adoptan una definición de la
verdad que implique la totalidad de las equivalencias (T), ello establecerá el uso
adecuado del término `verdadero´, que es lo que se pretende. Tarski cree que el uso
intuitivo del término `verdadero´ es rescatado en la concepción semántica, aunque
admite que puede estar equivocado e indica que aquello debe resolverse a través del
método estadístico de la encuesta.
De esta manera usa `proposición´ con el sentido de `oración declarativa significativa´. En otras partes de
este trabajo aludiré a esta noción como `enunciado´. La imposibilidad de utilizar un único portador de
verdad se debe a la necesidad de reconstruir fielmente las ideas de los distintos autores mencionados.
24
TARSKI, A. (1996), p. 14 La formulación de Aristóteles a que se refiere Tarski es `Decir de lo que es
que no es, o de lo que no es que es, es falso, mientras que decir de lo que es que es, o de lo que no es que
no es, es verdadero´.
25
En cuanto a la relación, que puede considerarse problemática, entre la caracterización del concepto que
se busca definir, y la definición propuesta –problema asociado tradicionalmente a la paradoja del análisis,
Cf. BARRIO, E. A. La verdad desestructurada, Buenos Aires, Eudeba, 1998, p. 44-5
17
Minimalismo, verdad y normatividad
- 18 -
Con la estructura de Tarski y la suma de intuiciones mencionadas más arriba, el
deflacionista es aquel que sostiene que la misión conceptual del predicado de verdad se
agota en que su significado legitime las equivalencias (T), y que una lista con todas las
equivalencias es la teoría de la verdad26. Una consecuencia que se desprende de esta
tesis es el carácter insustancial de la verdad27. Sobre los límites o el objeto de una teoría
de la verdad, y la relación del deflacionismo con Tarski no hay acuerdo entre los
especialistas. Veremos que el argumento centrado en la normatividad de la verdad que
vamos a evaluar en el próximo capítulo contra el deflacionismo guarda la pretensión de
dirimir esta cuestión.
Para Tarski, en efecto, la definición semántica de la verdad 28 nada implica
respecto de las condiciones en que puede afirmarse una oración tal como (1),
La nieve es blanca.
La definición sólo implica que siempre que afirmamos o rechazamos esta oración,
debemos estar listos para afirmar o rechazar la oración correlacionada (2),
La oración `la nieve es blanca´ es verdadera.
Por ello Tarski dice
De manera que podemos aceptar la concepción semántica de la verdad sin
abandonar ninguna actitud gnoseológica que podamos haber tenido;
seguimos siendo realistas ingenuos, realistas críticos o idealistas,
26
Recordemos que lo que Tarski buscaba era una definición de la verdad, y no una axiomatización. Él
toma al predicado de verdad como una noción definida mientras que una teoría desentrecomilladora lo
toma como un término primitivo, o definido sólo implícitamente. Para algunas observaciones sobre este
punto Cf. HALBACH, V. Semantics and Deflationsim, 2001, Tesis de habilitación sin publicación
disponible. p. 43 y ss
27
Cf. McGRATH, M. “Deflationism and the normativity of truth” en Philosophical Studies 112, 2003.
Allí dice que una propiedad no es sustancial si (1) existe un principio que explique todos los hechos
respecto de esa propiedad y (2) no admite análisis filosófico o empírico. Y una propiedad no admite
análisis si no hay ninguna teoría que provea condiciones no circulares necesarias y suficientes de la forma
“algo es F (la propiedad es cuestión) si y sólo si G.”
28
Cf. BARRIO, E. A. (1998), p. 41 y ss. para una exposición detallada del modo en que se construye la
definición.
18
Minimalismo, verdad y normatividad
- 19 -
empiristas o metafísicos: lo que hayamos sido antes. La concepción
semántica es completamente neutral respecto de todas estas posiciones. 29
Eduardo Barrio ha insistido sobre este punto en su libro La verdad
desestructurada, argumentando que la definición ofrecida por Tarski es independiente
de la concepción correspondentista de la verdad, y que no hay razones ni ontológicas, ni
epistémicas, ni semánticas para adoptar el correspondentismo. Desde su óptica, la
diferencia entre esta concepción y el deflacionismo reside en que si para el último la
equivalencia entre los dos lados del bicondicional vale por el rol expresivo del
predicado veritativo, el correspondentismo en cambio considera que la corrección de los
bicondicionales está sujeta a restricciones relacionadas con el significado de las
expresiones para las cuales se define la verdad. Y lo que es más relevante aún, el
correspondentismo intenta dar una definición analítica que brinde una descomposición
del concepto de verdad en sus componentes básicos. La definición desplegaría de este
modo la naturaleza de la verdad.30
Pero Barrio sostiene también la tesis más fuerte según la cual el carácter
eliminativo de la definición dada por Tarski –aquel que indica que la definición debe ser
formulada sin un uso esencial de términos que hagan referencia a entidades semánticasdetiene toda posibilidad de ofrecer un análisis acerca de la naturaleza de la verdad –
acerca de la constitución de la propiedad de la verdad.31 Esta tesis de la posición
deflacionista, a diferencia de la anterior, queda comprometida por el argumento
inflacionario de Wright.
Alberto Moretti, en cambio, ha defendido la idea opuesta según la cual una de
las funciones esenciales del concepto de verdad reside en aludir al papel de lo extralingüístico (extramental) en la justificación de la diferencia entre oraciones afirmables y
no afirmables, lo cual ofrece un motivo para esperar que la teoría adecuada de la verdad
establezca una relación –algún tipo de correspondencia- como fundamento de la
predicación de verdad.32 Por este motivo, incluye como condición de adecuación
material de la definición de verdad buscada por Tarski, junto a la exigencia de
TARSKI, A. “La concepción semántica de la verdad” en La búsqueda del significado, ed. Valdés
Villanueva, L. M., Madrid, Editorial Tecnos, 1991, p. 302
30
BARRIO, E. A. (1998) p. 39-40
31
Cf. BARRIO, E. A. “El deflacionismo y el problema de la verdad” en Revista Latinoamericana de
Filosofía, Vol. XXVI Nº 2 (Primavera 2000), p. 362
32
MORETTI, A. Concepciones tarskianas de la verdad, Buenos Aires, Oficina de publicaciones del
C.B.C, 1996, p. 29
29
19
Minimalismo, verdad y normatividad
- 20 -
garantizar la aceptabilidad de las instancias del esquema T, la misión de reflejar la
presunta correspondencia entre lenguaje y mundo. Aquellos que consideren de esta
manera que la relación entre lenguaje y mundo viene preteóricamente dada en el uso del
término “verdad(ero)”, juzgarán a su vez que cualquier teoría que eluda este aspecto no
califica como análisis de la noción tradicional de la verdad, siendo sólo una propuesta
que aspire a sustituirla por otra noción.
Pero, para Moretti, no es el concepto de satisfacción el que responde a las
exigencias de la intuición correspondentista, sino que éstas requieren del examen del
valor semántico de las expresiones suboracionales -por este motivo, admite que la
variante tarskiana de la correspondencia no excluye una posición no realista. En cambio,
cree que una opción para dar cuerpo a la intuición correspondentista es apelar a los
conceptos de referencia de los términos singulares y de extensión de los predicados.
En esta misma dirección, Michael Devitt, advierte que no habría ningún
argumento por el cual las virtudes de una teoría deflacionista pudieran aspirar a detener
la pregunta por la naturaleza de la verdad -opción que trasciende el estudio del mero
concepto- pero admite que los logros de esta empresa dependen del éxito al ofrecer una
teoría de la referencia, por el cual profesa un anhelo insomne.33 Especificando el
impulso tarskiano por definir la verdad en términos de referencia y satisfacción de
predicados, esta línea de pensadores intentarán ofrecer una teoría naturalista causal de la
referencia. No es éste el camino que sigue la investigación de Wright.
1.3 - La formulación del minimalismo de Horwich
Una de las formulaciones más recientes del deflacionismo o minimalismo es la
que Horwich ofrece en su libro Truth.34 Allí describe varias causas de insatisfacción
generadas por las teorías deflacionistas tradicionales a las que pretende dar respuesta.
Una de ellas es que las propuestas deflacionistas no se han expuesto con el suficiente
rigor como para ser evaluadas seriamente -no siempre se especifica, por ejemplo, si las
teorías conciernen a la naturaleza de la verdad en sí misma o meramente al significado
de la palabra `verdadero´. Otras veces se omite una enunciación explícita de aquello que
una teoría debería hacer para resultar satisfactoria, con lo cual se dificulta nuevamente
su evaluación. Un tercer defecto de algunas teorías deflacionistas del pasado es su
DEVITT, M. “The Metaphysics of Truth” en The Nature of Truth, ed. Por Michael Lynch, Cambridge,
MA, MIT Press, 2001, pp 579-611
34
HORWICH, P., Truth, New York, Oxford University Press, 1998
33
20
Minimalismo, verdad y normatividad
- 21 -
adhesión a ciertas tesis inplausibles, como por ejemplo que ser verdadero no es en
ningún sentido una propiedad, o que toda instancia del esquema ``p´ es verdadera si y
sólo si p´ es correcta. Por último, generalmente no han dado respuesta a un número de
objeciones refutables, como aquella que indica que las teorías deflacionistas no capturan
qué es la verdad o que no puede reconciliarse con el carácter deseable de la verdad.35
Esta serie de cuestiones, sobre las que no vamos a detenernos ahora, pero que
serán cuestiones fundamentales a lo largo de nuestro trabajo, motiva la propuesta de
Horwich. Entre los objetivos se destaca evidentemente el de formular tan explícitamente
como sea posible los principios de la teoría de la verdad. Los axiomas de esta teoría son
según Horwich proposiciones como
(1) <<La nieve es blanca> es verdadera sii la nieve es blanca>
y
(2) <<Mentir está mal> es verdadera sii mentir está mal>36
Todo axioma, señala Horwich, está dividido en dos componentes complejos. En
primer lugar, hay una parte que es en sí misma una proposición y que aparece dos veces.
En el caso de (1) éste es el componente que se puede expresar con las palabras
españolas
(3) `La nieve es blanca´
i.e. la proposición
(4) <La nieve es blanca>
En segundo lugar, lo que queda, es un componente expresado por una oración
esquemática [schematic sentence]
35
HORWICH, P. (1998) p. 16
El deflacionismo y el minimalismo de Horwich -como también el de Wright- consideran que un mérito
de estas teorías de la verdad es precisamente que no plantean inconvenientes para considerar a los juicios
normativos como veritativo-funcionales. Agradezco aquí la fructífera discusión respecto a la relación
entre enunciados fácticos y enunciados normativos sostenida con Justina Díaz Legaspe, Federico Pailos y
Eduardo Barrio en las Jornadas de Filosofía organizadas el la Universidad de la Plata en diciembre del
2004.
36
21
Minimalismo, verdad y normatividad
- 22 -
(E) `<p> es verdadera sii p´
i.e.
(E*) <<p> es verdadera sii p>37
Este segundo componente [constituent] es una estructura proposicional, una función de
proposiciones a proposiciones. Cuando E* se aplica a una proposición
( 4) <La nieve es blanca>
genera el axioma
(1) <<La nieve es blanca> es verdadera sii la nieve es blanca>
y si se lo aplica a la proposición
(5) <Mentir está mal>
genera el axioma
(2) <<Mentir está mal> es verdadera sii mentir está mal>
De hecho, aplicada a cualquier proposición esta función genera el axioma
correspondiente de la teoría. En otras palabras, dice Horwich, los axiomas de la teoría
minimalista de la verdad (TM) están dados por el principio
(6) Para cualquier objeto x: x es un axioma de TM si y sólo si, para algún, y,
cuando la función E* se aplica a y, su valor es x.
O según una notación lógica:
(6*) (x) (x es un axioma de TM ↔ (y) (x = E* [y]))
37
Aquí Horwich emplea la convención según la cual rodear una expresión, e, con corchetes angulados,
`<´ y `>´, produce una expresión que refiere al componente proposicional que corresponde a e.
22
Minimalismo, verdad y normatividad
- 23 -
Uno de los rasgos sobresalientes de la teoría minimalista que puede llamar la
atención, como anticipamos al comienzo, es que no dice explícitamente qué es la
verdad. Por el contrario, el esquema de equivalencia (E) se presenta como una
definición implícita del concepto. A su vez, tampoco menciona fenómenos
tradicionalmente asociados con la verdad, como referencia, significado, validez lógica,
aserción o meta de la investigación. Por otra parte, aunque es posible caracterizar los
axiomas de la teoría minimalista como las proposiciones que muestran una cierta forma,
no es posible formular explícitamente la teoría38.
El minimalismo de Horwich sigue a Quine al dar cuenta de la utilidad del
concepto de verdad; se lo necesita para permitir la formulación explícita de ciertas
generalizaciones o afirmar oraciones cuyo contenido no podemos especificar.
Por otra parte, presenta al esquema de equivalencia como una definición
implícita del concepto de verdad y de ese modo da cuenta de su significado. Esto se
basa en dos suposiciones. En primer lugar, los hechos en virtud de los cuales
significamos lo que significamos con `verdadero´ son aquellos que mejor explican
nuestro uso del término. Esta suposición se desprende de una teoría general del
significado como uso. En segundo lugar, la mejor explicación de nuestro uso del
término es a través de nuestra aceptación del esquema de equivalencia, lo cual se
justifica mostrando que éste alcanza para explicar la función generalizadora
[generalizing function] de la verdad.
A su vez, Horwich sostiene que la verdad no tiene una naturaleza subyacente. El
punto aquí se sigue de lo dicho en los dos párrafos anteriores. Una vez que reconocemos
la función que cumple el concepto de verdad, vemos que las generalizaciones que
articulamos utilizando el concepto no son hechos acerca de la verdad. Luego, su
explicación no se vería facilitada dando cuenta de su naturaleza subyacente. Más bien,
los hechos respecto de la verdad requeridos para explicar las generalizaciones serán
instancias del esquema de equivalencia. Estas instancias son conceptualmente básicas y
a priori, y por lo tanto probablemente no susceptibles de explicación reductiva. Horwich
concluye entonces que es razonable suponer que la verdad no está constituida por
ninguna propiedad más fundamental.
38
Esto último ocurre por dos razones independientes. En primer lugar el número de axiomas formulables
[formulatable] es demasiado alto, es por cierto infinito. En segundo lugar existen proposiciones que no se
pueden formular, para las cuales los axiomas correspondientes son a su vez inexpresables, aunque se los
puede identificar. Sobre este punto ver HORWICH, P. (1998), p. 19-22.
23
Minimalismo, verdad y normatividad
- 24 -
Estas tres tesis, la tesis de la utilidad del concepto de verdad, la tesis de su significado y
la tesis de su naturaleza son los tres principales componentes, según la síntesis de
Horwich, de la visión minimalista de la verdad.39 En el próximo capítulo veremos que el
argumento inflacionario presentado por Wright cuestiona la tercera tesis, aquella
referida a la naturaleza de la propiedad de la verdad.
Cf. HORWICH, P. “The minimalist Conception of Truth”, en Truth, Simon Blackburn y Keith
Simmons editores, New York, Oxford University Press, 1999, p. 262
39
24
- 25 -
Minimalismo, verdad y normatividad
PRIMERA PARTE
CAPÍTULO 2:
El argumento inflacionario
En este capítulo40 vamos a examinar el argumento inflacionario de Crispin
Wright. Como dijimos antes, Wright se autoproclama minimalista en su concepción de
la verdad. El uso del mismo término que emplea Horwich no es desacertado porque,
desde su perspectiva, su propia visión del minimalismo es la teoría que cualquier
deflacionista debería aceptar en virtud de cierta inestabilidad de las otras versiones del
deflacionismo. Es esta inestabilidad de las propuestas deflacionistas, que Wright
denuncia a través del argumento inflacionario, lo que motiva su versión minimalista de
la verdad. En este argumento, Wright indica que el predicado de verdad es normativo y
ofrece para mostrarlo una caracterización de la normatividad -que divide en
normatividad descriptiva y normatividad prescriptiva. Aquí vamos a detallar esta
caracterización, que será confrontada en capítulos posteriores con la de otros autores.
En primer lugar, vamos a contextualizar el argumento inflacionario en la obra de
Wright. Luego vamos a reconstruir el argumento para elucidar los conceptos que
intervienen en su construcción y analizar cada una de sus inferencias, buscando la
comprensión que nos permita evaluarlo justamente. En tercer lugar, vamos a realizar
algunas observaciones críticas al argumento, referidas específicamente a la
caracterización que ofrece Wright de los predicados descriptivamente normativos y de
los predicados prescriptivamente normativos, a la equivalencia de fuerza normativa
entre el predicado de verdad y el predicado de asertabilidad justificada41, a la relación
entre justificación y asertabilidad justificada, al rol que cumple el supuesto de
sinceridad en el vínculo que une a la creencia y a la aserción, y por último a la
divergencia de extensión del predicado de verdad y el predicado de asertabilidad
justificada.
40
Debo agradecer al grupo Grupo de Acción Filosófica y especialmente a Justina Díaz Legaspe, a
Federico Pailos, a Javier Castro Albano y a Daniel Kalpokas por sus útiles observaciones sobre una
versión anterior de las ideas aquí presentadas.
41
Hemos optado por traducir `warrantedly assertible´ por `asertabilidad justificada´ en vez de
`asertabilidad garantizada´. En el marco de la discusión que nos ocupa esta distinción no resulta relevante.
25
Minimalismo, verdad y normatividad
- 26 -
2.1 - Realismo, anti-realismo y verdad
Comencemos entonces describiendo el contexto en el cual se inscribe su teoría
minimalista. Dos años después de la síntesis impulsada por Horwich, aparece en Truth
and Objectivity42, la controvertida observación de Wright donde se advierte sobre una
inestabilidad inherente en la teoría de Horwich y toda otra versión deflacionista que
postule que la verdad no es una propiedad sustancial, real o robusta de aquello de lo que
se la predica. El libro comienza indicando que su objetivo general es la cuestión de cuál
es el mejor modo de comprender el contraste entre visiones realistas y anti-realistas
sobre distintas áreas de nuestro pensamiento y nuestro discurso. Para ello propone una
caracterización pre-teórica del realismo, y distingue una versión modesta y una versión
presuntuosa. En la versión modesta el realismo se compromete con la independencia del
mundo externo. El mundo externo existe con independencia de nosotros, y es como es
independientemente de cuál sea nuestro vocabulario conceptual con el cual lo pensamos
y de cuáles sean nuestras creencias acerca de él. En la versión presuntuosa el realismo
se compromete no sólo con que el acuerdo que pudiera haber entre el pensamiento y el
mundo se determina con independencia de la actividad cognitiva humana, sino que
además, en circunstancias favorables, somos capaces de concebir el mundo
correctamente y conocer la verdad acerca de él.
Tanto en su versión modesta como en la versión presuntuosa, continúa Wright,
el realismo ha sido atacado desde dos flancos. La versión presuntuosa es cuestionada
por variantes del escepticismo, que duda sea de la verdad de la pretensión de que
nuestros poderes cognitivos sean adecuados del modo sugerido por esta versión del
realismo, sea del derecho mismo a pretender que lo sean. Los ataques a la versión
modesta suelen provenir de posiciones que tradicionalmente se han clasificado como
idealistas. Estas posiciones a veces cuestionan el modo en que se utiliza la idea de
independencia en el realismo modesto y otras veces se oponen directamente a la
creencia de que ciertas áreas del discurso busquen expresar pensamientos cuya meta sea
reflejar una realidad independiente.
Wright distingue tres paradigmas que han dominado el modo en que se piensa la
posición idealista -o anti-realista como él va a llamarla a lo largo del libro- en la
42
WRIGHT, C. (1992)
26
Minimalismo, verdad y normatividad
- 27 -
filosofía anglo-americana desde la segunda guerra mundial. El primero de estos
paradigmas que señala es el desarrollado por Michael Dummett siguiendo algunas ideas
de los positivistas lógicos y de los trabajos tardíos de Wittgenstein. Dummett indica que
la disputa entre realismo y anti-realismo debe darse en el ámbito de la teoría del
significado. El segundo paradigma incluye los trabajos de John Mackie en ética y
Hartry Field en matemática pura, áreas en las que se objeta al realismo el ser víctima de
una superstición metafísica, arguyendo, a grandes líneas, que no existe un reino de
entidades matemáticas o de hechos morales. El tercer paradigma anti-realista incluye
entre otros a Wittgenstein, Ayer, Hare y Blackburn, e insiste en que las oraciones
declarativas en ciertas áreas del discurso no buscan expresar pensamientos
representacionales. El error del realismo en este caso consiste en creer, en virtud de
ciertas similitudes gramaticales meramente superficiales, que la función de esas
oraciones es expresar hechos, hacer aserciones que podrán resultar verdaderas o falsas.
Frente a estos paradigmas, Wright se pregunta si ellos capturan de modo
satisfactorio la dirección en la cual debe proceder una propuesta anti-realista acertada y
convincente. De ninguno de los tres, argumenta Wright, puede esperarse una
interpretación y desarrollo de la intuición anti-realista, por ejemplo, frente al discurso
sobre lo cómico. Se necesita, en su opinión, un nuevo enfoque que garantice los
siguientes puntos: (1) que las opiniones sobre lo cómico son expresadas correctamente
bajo la forma de aserciones aptas de verdad y falsedad, (2) que muchas de estas
aserciones son perfectamente verdaderas, y (3) que lo que distingue esta área del
discurso de otras en las cuales resulta insatisfactoria la intuición anti-realista no es el
hecho de que su objeto sea implícitamente antropocéntrico. Cualquier programa que
desarrolle la intuición anti-realista garantizando estos puntos responderá a su vez dos
cuestiones: en primer lugar deberá mostrar cómo es posible conceder que un discurso es
apto para que se predique verdad o falsedad de sus oraciones y que en efecto muchas de
las aserciones que consideramos verdaderas en ese discurso son verdaderas, negando sin
embargo que por ello la adopción de la posición realista sea inevitable43; y en segundo
lugar, si se puede explicar que lo anterior no es inevitable, entonces deberá indicar cómo
debe plantearse el debate entre realismo y anti-realismo.
43
Al menos cuando se combinan estas concesiones con el reconocimiento de que lo expresado no puede
ser reducido a términos antropocéntricos más explícitos. Cf Wright, (1992) p. 12
27
- 28 -
Minimalismo, verdad y normatividad
El objetivo de Wright en Truth and Objectivity, entonces, es delinear un marco
para la expresión y desarrollo de la intuición anti-realista que permita responder a las
dos preguntas señaladas más arriba.
En este contexto Wright se pregunta si no es posible apelar a la noción de verdad
propia de la concepción deflacionista para responder a la primera pregunta, dado que
allí la verdad aparece íntimamente ligada al contenido asertivo y no adopta sin embargo
compromisos metafísicos asociados al realismo. Y en este punto esboza la crítica a las
versiones del deflacionismo que postulan que la verdad no es una propiedad sustancial,
real o robusta de aquello de lo que se la predica. Esas versiones son inherentemente
inestables.
2.2 - Reconstrucción del argumento inflacionario
El argumento inflacionario de Wright parte de dos lemas.44 El primero es el lema
sobre la normatividad, que indica que cualquier predicado que sea explicado a través de
una
estipulación
que
lo
caracterice
enteramente
a
través
del
esquema
desentrecomillador, funcionará normativamente en la aserción y en la aceptación de
aserciones de las oraciones para las que se ha definido el predicado, y coincidirá en
fuerza normativa con la justificación. Este es el lema que vamos a estudiar con más
detenimiento a lo largo de este trabajo. El segundo lema indica que `verdadero´ y
`justificado´ pueden diferir en extensión, de lo cual se infiere que el predicado veritativo
no puede expresar la misma norma que el predicado de justificación, sino que debe
expresar una norma independiente. Si el término expresa una norma independiente, no
puede sino expresar una propiedad real, sustancial45.
De acuerdo al argumento inflacionario debemos decir entonces que la verdad es
una norma sustancial que rige sobre el discurso asertivo distinta de la asertabilidad
justificada46 o, de otro modo, que nada puede ser considerado como un predicado de
verdad a menos que coincida en fuerza normativa con la asertabilidad justificada pero
sea potencialmente divergente en extensión. Llegado a este punto, Wright propone una
variante del minimalismo no comprometida con la tesis de que la verdad no es una
propiedad sustancial. Una vez que se muestra que un predicado posee las características
44
Agradezco a Javier Castro Albano sus fructíferos comentarios respecto a la reconstrucción del
argumento inflacionario en las reuniones del Grupo de Acción Filosófica.
45
WRIGHT, C. Saving the differences, London, H.U.P., 2003, p. 89
46
WRIGHT, C. (1992) p. 72
28
Minimalismo, verdad y normatividad
- 29 -
relevantes por razones correctas, no hay nada más que decir respecto a si es o no un
predicado de verdad. El minimalismo de Wright permanece abierto a la posibilidad de
adoptar una visión pluralista de la verdad, en el sentido de que puedan haber una
variedad de nociones, operando en distintos discursos, que muestren los requisitos
pertinentes aunque sin embargo difieran en otros aspectos interesantes a la hora de
evaluar la cuestión del realismo47.
La tradición deflacionista acertó al reconocer que la verdad no es
intrínsecamente una noción sustancial desde el punto de vista metafísico. Debe evitar,
sin embargo, hacer de esta posibilidad un rasgo necesario. El carácter no sustancial de la
verdad no debe afirmarse. Todo predicado que satisfaga ciertos principios enumerados
por Wright de modo no exhaustivo, califica como un predicado de verdad. Entre estos
principios está el esquema desentrecomillador, que se desprende de la tesis más
fundamental de que asertar es presentar como verdadero, y otros principios, como que a
todo contenido asertable corresponde una negación asertiva, que un contenido es
verdadero si se corresponde con los hechos, describe las cosas tal cual son, etc., que la
verdad y la justificación son distintas, que la verdad es absoluta (no es posible que algo
sea más o menos verdadero), y que la verdad es estable (si un contenido alguna vez es
verdadero, siempre lo es).
Estos principios, aunque no están enunciados exhaustivamente como quisiera
Horwich, forman un conjunto de leyes a priori cuya satisfacción indica que se está
frente a un predicado veritativo.48
Volvamos ahora al argumento inflacionario de Wright para examinarlo con más
detalle. Los pasos de la argumentación son los siguientes:
(1) (T) `p´ es verdadera si y sólo si p (tesis del deflacionismo)
(2) el predicado `es verdadero/a´ no denota una propiedad sustancial (tesis del
deflacionismo)
(3) el predicado `es asertable justificadamente´ es una norma de la práctica
asertórica (de 1)
(4) el predicado `es verdadera´ es una norma de la práctica asertiva (de 1)
(5) el predicado `es verdadera´ no es una norma independiente de la práctica
asertiva (de 2)
47
48
WRIGHT, C. (1992) p. 24-5, 75
WRIGHT, C. (1992) p. 72
29
Minimalismo, verdad y normatividad
- 30 -
(6) no es el caso que `p´ es verdadera si y sólo si `p´ es asertable justificadamente
(de 1)
(7) el predicado `es verdadera´ y el predicado `es asertable justificadamente´ pueden
diferir en extensión (de 6)
(8) el predicado `es verdadera´ es una norma independiente de la práctica asertiva
(de 4 y 7)
(9) el predicado `es verdadera´ denota (al menos en algunos casos) una propiedad
sustancial (de 8)
(10) el deflacionismo es inherentemente inestable (de 2 y 9)
El punto (1) presenta al esquema desentrecomillador como primera tesis del
deflacionismo. No genera problemas, dado que es aceptado por cualquier variante del
deflacionismo. Horwich formula su minimalismo utilizando el esquema de equivalencia
y no el esquema desentrecomillador, pero aquello no modifica el planteo de Wright.
Dado que el resultado de que la verdad y la asertabilidad justificada coinciden
normativamente aunque potencialmente pueden divergir en extensión es pertinente para
cualquier concepción que se comprometa con el esquema desentrecomillador o el
esquema de equivalencia, y dado que Wright supone que toda propuesta que aspire a dar
cuenta de la verdad debe incorporar al esquema, el argumento tiene una pretensión de
generalidad49.
Pero ¿Por qué supone Wright que toda concepción de la verdad debe incorporar
el esquema desentrecomillador? Lo que fundamenta al esquema, sugiere Wright, es la
trivial conexión entre verdad y aserción: asertar una proposición es proclamar que es
verdadera [is claiming that it is true]. La conexión es parcialmente constitutiva de los
conceptos de aserción y verdad e implica la validez del esquema de equivalencia
Es verdadero que p sii p
del cual el esquema desentrecomillador, que reemplaza el contenido proposicional por
oraciones, es una consecuencia inmediata si se acepta que una oración cuenta como
verdadera si la proposición que expresa es verdadera y suponemos que es el caso que
`p´ dice que p
49
WRIGHT, C. (1992) p. 22
30
Minimalismo, verdad y normatividad
- 31 -
para toda instancia relevante.
El punto (2) también es aceptado por todo deflacionista, aunque en el próximo
capítulo veremos la inmensa relevancia de aclarar cuál es la pretensión cuando se niega
que la verdad sea una propiedad sustancial. Horwich y Wright no juzgan del mismo
modo la relación entre el hecho de que el predicado de verdad actúe como una norma
independiente de la práctica asertiva y el carácter sustancial de la verdad. Este
desencuentro continúa en el punto (5), donde Wright expresa el compromiso
deflacionista con la negación de que la verdad sea una norma independiente de la
asertabilidad justificada. Esto es consecuencia de que Wright juzgue que un predicado
no puede operar como una norma independiente, si no expresa una propiedad real,
sustancial. Para Horwich esta suposición es incorrecta, y rechaza por lo tanto el paso de
(2) a (5). Tenemos aquí un núcleo problemático del argumento, establecido a partir de la
relación entre normas independientes y propiedades reales, que vamos a exponer en el
próximo capítulo a través de la respuesta que anticipamos aquí de Horwich a Wright.
Para elucidar el punto (3) y el punto (4) debemos explicitar qué entiende Wright
por predicado normativo. Tanto el predicado de verdad como el predicado de
asertabilidad justificada son normativos en la práctica asertiva. Pero Wright distingue
dos tipos o modos en que un predicado puede ser normativo de una determinada
práctica: puede ser descriptivamente normativo o prescriptivamente normativo50.
Una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma
descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente
guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia de dicha característica
en una movida propuesta. O, dicho de otro modo, también en palabras de Wright, un
predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección, aprobación,
etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada por su juicio
de si la movida es F. Veamos un ejemplo tomado de una práctica que no es lingüística.
¿Qué predicados son normativos de nuestras prácticas alimenticias? ¿Qué características
de nuestras acciones alimenticias evaluamos cuando seleccionamos un alimento y
descartamos otro? Siguiendo este criterio advertimos que el predicado `es sabroso´
resulta normativo de nuestras prácticas alimenticias, dado que la presencia o ausencia de
50
En el capítulo siguiente vamos a introducir la distinción entre positivamente normativo y
negativamente normativo que también hace Wright.
31
Minimalismo, verdad y normatividad
- 32 -
esta propiedad (o nuestro juicio respecto de la presencia o ausencia de esta propiedad)
en el alimento determina en muchos casos que lo ingiramos o que optemos por algún
otro. De la misma forma, la propiedad de la belleza funciona normativamente en
nuestras prácticas amorosas, dado que cortejamos y seducimos a aquellos en quienes
descubrimos instanciada esta propiedad. Otros ejemplos de predicados normativos, esta
vez referidos a prácticas lingüísticas, son la simpleza y la elocuencia, que nos hacen
optar por una expresión y descartar otra por considerarla menos apta (simple o
elocuente) para expresar un determinado pensamiento.
El predicado veritativo cumple según Wright un rol descriptivamente normativo
en la práctica asertiva porque las prácticas de aquellos para quienes la asertabilidad
justificada es una norma descriptiva que rige en dichas prácticas discursivas, son
exactamente como serían si ellos conscientemente seleccionaran las aserciones que
están preparados para hacer o permitir en función de si las oraciones involucradas son o
no son verdaderas.51
Notemos que en todos estos casos que hemos mencionado, el predicado es
normativo en virtud de que el sujeto determina de hecho su acción o elección según
juzgue que el predicado está presente o ausente. Pero no hay ningún deber que lo
someta a actuar siguiendo ese criterio. El sujeto no está en ningún sentido obligado.
Este rasgo varía para el caso de la normatividad prescriptiva. Wright la caracteriza de la
siguiente manera: una característica de las movidas de una determinada práctica es una
norma prescriptiva, si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha
característica, provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún
si esa razón pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes
de la práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en
caso de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada
por el juicio de si la movida es o no es F.
El predicado veritativo cumple un rol prescriptivamente normativo en la práctica
discursiva porque cualquier razón para pensar que una oración es verdadera puede ser
transferida, a través del bicondicional, y funcionar como razón para hacer o permitir la
aserción que la oración expresa52. Más adelante vamos a detenernos en esta
caracterización de lo normativo y en el modo en que según Wright la verdad responde a
esta caracterización. Veamos ahora otro ejemplo de predicado prescriptivamente
51
52
WRIGHT, C. (1992), p.17
WRIGHT, C. (1992), p.17
32
Minimalismo, verdad y normatividad
- 33 -
normativo. El predicado `es insalubre´ es prescriptivamente normativo de las acciones
humanas. La consideración reflexiva de que una acción es insalubre es considerada
como una razón para no realizarla ni aprobar su realización. No nos incumbe en este
caso determinar si los sujetos realizan o dejan de realizar acciones por considerarlas
insalubres. No es eso lo que constituye al predicado como prescriptivamente normativo,
sino el juicio de que al estar instanciado en una acción funciona como razón para
reprobarla.
También (6) requiere una exposición un poco más detallada. La negación del
bicondicional que implica mutuamente a la verdad y a la asertabilidad justificada es
consecuencia de una diferencia impuesta por el esquema desentrecomillador en el
comportamiento de ambas propiedades en conexión a la negación de oraciones. Toda
sustitución de `p´ en el esquema posee contenido asertivo al menos en el sentido de que
está capacitada para aparecer como antecedente del condicional. Esto asegura, dice
Wright, que la negación de `p´ también podrá ser una sustitución apropiada. Para todo
`p´ si `p´ es una sustitución permitida `no p´ también lo es. Por este motivo,
sustituyendo en el esquema una oración por su contraria obtenemos que
(i) `No es el caso que p´ es verdadero si y sólo si no es el caso que p.
También contamos con que dados como premisas un bicondicional y la negación de uno
de sus componentes [constituents], es posible inferir la negación del otro. Por lo cual es
una consecuencia directa del esquema desentrecomillador que
(ii) No es el caso que p si y sólo si no es el caso que `p´ es verdadero.
y por transitividad de (i) y (ii)
(iii) `No es el caso que p´ es verdadero si y sólo si no es el caso que `p´ es
verdadero.
Ahora bien, (iii) no sería correcto, (el condicional) de derecha a izquierda, cuando
reemplazamos `verdadero´ por `asertable justificadamente´. No es correcto afirmar que
33
Minimalismo, verdad y normatividad
- 34 -
(iv) No es el caso que `p´ es asertable justificadamente entonces `no es el caso
que p´ es asertable justificadamente.
Este condicional falla en aquellos discursos en los que es posible que haya un estado de
información neutral, que no justifique ni la aserción ni el rechazo de una oración.
Debemos reconocer luego algún tipo de distinción conceptual entre `verdadero´ y
`asertable justificadamente´. Teniendo en cuenta esta diferencia en el comportamiento
del concepto de verdad y el de asertabilidad justificada, en conexión a oraciones
negadas, podemos ver ahora por qué esto tiene como consecuencia la negación del
bicondicional que las implica mutuamente. El punto será que como el bicondicional
implica (iv), y (iv) es incorrecto, debemos negar el bicondicional. Si fuera correcto que
(v) `p´ es verdadero si y sólo si `p´ es asertable justificadamente
Luego si
(vi) No es el caso que `p´ es asertable justificadamente (hipótesis)
(vii) No es el caso que `p´ es verdadera (de v, vi y el principio según el cual todo
enunciado tiene una negación significativa)
(viii) `No es el caso que p´ es verdadera (de iii y vii)
(ix) `No es el caso que p´ es asertable justificadamente (de v y vii)
Entonces
(x) si no es el caso que `p´ es asertable justificadamente entonces `no es el caso
que p´ es asertable justificadamente. (de vi a ix)
Como (x) es incorrecto, debemos negar el bicondicional (v) que implica mutuamente a
la verdad y la asertabilidad justificada, al menos para todas las sustituciones de `p´ que
permitan estados neutrales de información. Esto es consecuencia del esquema
desentrecomillador más el principio según el cual todo enunciado tiene una negación
significativa.
La negación del bicondicional entre la verdad y la asertabilidad justificada
muestra que no existe ningún obstáculo conceptual contra la posibilidad de que los
34
Minimalismo, verdad y normatividad
- 35 -
predicados respectivos diverjan en extensión, que es lo que expresa el punto (7) del
argumento inflacionario53. A su vez, Wright muestra que la coincidencia en fuerza
normativa entre la verdad y la asertabilidad justificada tampoco anula esta posibilidad.
Dice:
Supóngase que F y G están relacionados de modo tal que, si bien la única
razón que se puede tener para suponer que algo es G es que sea F, la razón es
derrotable. En ese caso, tener razones para pensar que algo es G involucrará
tener razones para pensar que es F; y tener razones para pensar que es F
involucrará tener razones para pensar que es G. Luego, si cualquiera de los
dos predicados es normativo respecto de una práctica, allí los dos predicados
coincidirán normativamente. Pero precisamente por el hecho de que el que
algo sea F provee únicamente una razón derrotable para que sea también G,
se mantiene la posibilidad de que ambos predicados diverjan en extensión54.
Si pueden divergir en extensión, es posible que algo –una aserción- sea asertable
justificadamente pero que no sea verdadera, y por lo tanto es posible que se cumpla con
una norma pero no con la otra. De hecho, continúa Wright, los predicados `verdadero´ y
`asertable justificadamente´ deben ser considerados como si registraran normas
distintas, justamente en el sentido de que si bien apuntar a la satisfacción de una norma
es necesariamente apuntar a la satisfacción de la otra, el éxito en cumplir una no implica
necesariamente que también se ha cumplido la otra. De esta manera fundamenta Wright
que debemos considerar a la verdad como una norma independiente (de la norma de
justificación) de la práctica asertiva (8).
Finalmente, la conclusión (9) indica que el deflacionismo es inherentemente
inestable porque está comprometido a la vez con que la verdad es y no es una norma
independiente que rige sobre el discurso asertivo. Recordemos que para Wright el
compromiso deflacionista de negar que la verdad sea una norma independiente de la
práctica asertiva es consecuencia de que sostiene la tesis del carácter no sustancial de la
verdad. Y como por el mismo motivo para Wright todo predicado que expresa una
norma independiente denota (al menos en algunos casos) una propiedad real, la
53
54
WRIGHT, C. (1992), p.21
WRIGHT, C. (1992), p.19
35
Minimalismo, verdad y normatividad
- 36 -
contradicción de la teoría deflacionista se aloja en esta tesis del carácter insustancial de
la verdad.55
Con esto finalizamos la exposición del argumento inflacionario. Toda teoría
deflacionista de la verdad –incluido el minimalismo de Horwich- cae bajo el arco del
argumento. El carácter insustancial de la verdad es inconsistente en cualquier teoría de
la verdad que adopte el esquema de equivalencia. La consecuencia del argumento es que
se debe rechazar la tesis de la insustancialidad de la verdad.
Wright estructura el argumento utilizando el concepto de predicado normativo y
divide a su vez los casos de normatividad descriptiva de los casos de normatividad
prescriptiva. A su vez, parece que la normatividad del predicado de verdad es intrínseca
al esquema de equivalencia. Pero ¿Qué concepción de la normatividad subyace en esta
conclusión? ¿Existe una sola noción de normatividad o podemos reconocer varias
nociones con criterios específicos? ¿Cómo debemos juzgar las observaciones de Wright
relacionadas al carácter descriptivamente normativo y prescriptivamente normativo del
predicado de verdad? ¿Cuál es la relación entre normas (predicados normativos)
independientes y propiedades reales? ¿Existen diferencias en esta relación según
observemos que se trata de un tipo de normatividad o de otro? ¿Qué presupuestos
semánticos y ontológicos subyacen en el argumento? A lo largo de los próximos
capítulos vamos a examinar las respuestas que el argumento ha suscitado.
Pero antes de hacerlo vamos a exponer nosotros algunas observaciones críticas a
la argumentación de Wright y al modo en que concibe la normatividad.
2.3 – Normatividad descriptiva y equivalencia en fuerza normativa
Estas observaciones están referidas, como dijimos al comienzo del capítulo, a la
caracterización que ofrece Wright de la normatividad descriptiva y la normatividad
prescriptiva, a los rasgos de los predicados de verdad y de asertabilidad justificada que
los hacen predicados descriptivamente y prescriptivamente normativos, a la
55
Javier Castro Albano juzga que la reconstrucción del argumento no debe apelar al carácter sustancial o
no sustancial de la verdad. La inestabilidad de la posición deflacionista de funda, en su reconstrucción, en
el compromiso deflacionista a reconocer una sola norma de la práctica asertiva junto con la demostración
de que la verdad opera como norma independiente. Aquí consideramos en cambio que omitir en la
reconstrucción del argumento la tesis deflacionista del carácter no sustancial de la verdad impide
comprender por qué Wright le atribuye al deflacionismo el compromiso a que la justificación sea la única
norma del discurso asertivo. Recién al introducir este vínculo resulta evidente por qué se trata de un
argumento inflacionario.
36
Minimalismo, verdad y normatividad
- 37 -
equivalencia de fuerza normativa entre el predicado de verdad y el predicado de
justificación, a la relación entre justificación y asertabilidad justificada, al vínculo que
une la creencia y la aserción a través de la sinceridad, y por último a la divergencia de
extensión del predicado de verdad y el predicado de justificación. Con ellas intentamos
elucidar los conceptos que se utilizan en el argumento, señalando en algunos casos
distinciones pertinentes que permiten su mejor comprensión y evaluación, pero no
creemos que al hacerlo hemos mostrado la inviabilidad del argumento.
Nuestra primera observación está referida a una ambivalencia que notamos en el
modo en que Wright caracteriza los predicados descriptivamente normativos. Wright
dice que (a) una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma
descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente
guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia de dicha característica
en una movida propuesta. Otro modo de decir lo anterior, también en palabras de
Wright, es que (b) un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la
selección, aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de
hecho guiada por su juicio de si la movida es F.56 Pero ¿Son equivalentes las dos
formulaciones? En la primera formulación de Wright, es la posesión por parte de la
acción de una determinada característica lo que guía al sujeto en la selección de esa
acción. En la segunda formulación, es el juicio del sujeto de que la acción posee la
característica lo que guía su selección. ¿Es relevante esta diferencia para juzgar el modo
en que opera la normatividad descriptiva de los predicados y para responder a la
pregunta por el tipo de propiedades que esos predicados denotan? Según la primera
formulación parece que le predicado puede funcionar normativamente a pesar de que los
sujetos desconozcan que la acción que realizan instancia el predicado en cuestión.
¿Debemos interpretar el `guiar la selección´ del sujeto de modo causal? ¿Son
normativos entonces aquellos predicados que denotan propiedades que afectan
causalmente nuestra acción? Una consecuencia interesante de este modo de interpretar
la normatividad descriptiva es que si dos predicados distintos denotan la misma
propiedad, aun cuando el sujeto lo ignore, entonces poseen la misma fuerza normativa.
Esto es así porque la fuerza normativa del predicado está determinada por el conjunto de
efectos que causa la propiedad en nuestra acción. Otra consecuencia de esta
56
Federico Pailos distingue en Wright una tercera caracterización de la normatividad descriptiva asociada
a la idea de `modelar´ una práctica, según la cual cualquier predicado cuya evaluación en la práctica
determinaría el mismo conjunto de acciones que el que determina el predicado de justificación resulta
descriptivamente normativo.
37
Minimalismo, verdad y normatividad
- 38 -
interpretación es que si adoptamos una posición reductivista, deberemos admitir que
sólo las propiedades últimas o reales (con efecto causal) poseen fuerza normativa
propia. La fuerza normativa del resto de las propiedades debe explicarse a través de la
fuerza normativa de las propiedades básicas hacia las cuales se efectúa la reducción.
En cambio, la paráfrasis que ofrece Wright de la caracterización de los
predicados descriptivamente normativos arroja resultados distintos, ya que allí es el
juicio del sujeto lo que determina la selección de la acción. Ya no es el efecto causal de
la propiedad lo que determina la fuerza normativa del predicado. Dos predicados que
denoten la misma propiedad pueden diferir en lo que concierne a su fuerza normativa.
Esto ocurrirá en todos los casos en que el sujeto juzgue (por supuesto incorrectamente)
que la acción se describe correctamente con uno de los predicados pero no con el otro.
Por la misma razón, en esta acepción no parece posible explicar la fuerza normativa de
un predicado apelando a la fuerza normativa de los predicados que denotan las
propiedades a las cuales se reduce la propiedad expresada por el predicado por cuya
fuerza normativa nos preguntamos inicialmente.
En el capítulo siguiente vamos a evaluar, siguiendo esta ambivalencia que
acabamos de presentar, el paso de (2) a (5) en el argumento inflacionario de Wright,
donde se deduce que el predicado de verdad no es una norma independiente de la
práctica asertiva. Veremos que este compromiso que Wright le atribuye a la posición
deflacionista está asociado a la primera acepción que mencionamos más arriba.
Pero ahora nos interesa recordar que según Wright el predicado veritativo
cumple un rol descriptivamente normativo en la práctica asertiva porque las prácticas de
aquellos para quienes la asertabilidad justificada es una norma descriptiva que rige en
dichas prácticas discursivas, son exactamente como serían si ellos conscientemente
seleccionaran las aserciones que están preparados para hacer o permitir en función de si
las oraciones involucradas son o no son verdaderas.
En este caso Wright está atribuyendo fuerza normativa al predicado de verdad
por su equivalencia con el predicado de asertabilidad justificada, dado que la selección
conciente de los sujetos de sus acciones es la misma cuando evalúan la presencia de uno
y otro predicado. Wright está utilizando la segunda acepción que ofrece de
normatividad descriptiva, aquella asociada al juicio de los sujetos. Pero ¿Son
equivalentes en fuerza normativa los dos predicados? ¿Qué significa esta coincidencia
en fuerza normativa? Wright da el siguiente ejemplo. Dice:
38
Minimalismo, verdad y normatividad
- 39 -
supóngase que F y G están relacionados de modo tal que, si bien la única
razón que se puede tener para suponer que algo es G es que sea F, la razón es
derrotable. En ese caso, tener razones para pensar que algo es G involucrará
tener razones para pensar que es F; y tener razones para pensar que es F
involucrará tener razones para pensar que es G. Luego, si cualquiera de los
dos predicados es normativo respecto de una práctica, allí los dos predicados
coincidirán normativamente57.
Esta es la situación de todos los casos en que utilizamos criterios fenoménicos
para reconocer propiedades, y mantenemos que no hay un vínculo constitutivo entre la
satisfacción del criterio y la presencia de la propiedad.
El esquema desentrecomillador, al estar fundado sobre la idea de que asertar una
oración es presentarla como verdadera, garantiza que la justificación y la verdad están
en la relación que describe Wright. Las únicas razones que tenemos para determinar que
una oración es verdadera es que está justificada, con lo cual tener razones para pensar
que una oración está justificada implica tener razones para pensar que es verdadera y
viceversa.
Pero notemos que si bien las razones que alguien tiene para pensar que algo es F
son razones para pensar que algo es G, las razones para pensar que es G son más débiles
que las razones para pensar que es F. Decimos que las razones son más débiles porque
pensar que algo es F es una razón, pero una razón derrotable, para pensar que es G. ¿No
estará un sujeto más dispuesto a sostener F que G? Ahora supongamos que él se
enfrenta a la siguiente situación: si piensas que algo es F, actúa, a menos que tengas
razones igualmente fuertes para pensar que también es H. En este caso, si al evaluar la
situación el sujeto reemplaza F por G, el resultado de su acción puede diferir. Luego,
dado que tener razones para pensar que algo es F involucra tener razones para pensar
que es G, y viceversa, si seguimos la caracterización ofrecida debemos decir que F y G
coinciden normativamente, aún cuando no generan las mismas acciones en la práctica.
Las razones para juzgar la presencia de dos propiedades pueden ser las mismas, pero
desde el momento en que interviene la acción, esas razones pueden pesar más en un
caso que en otro.
Si el predicado de verdad y el de asertabilidad justificada se encuentran en la
relación que en el ejemplo une a G y F, no necesariamente van a coincidir en las
57
WRIGHT, C. (1992), p.19
39
- 40 -
Minimalismo, verdad y normatividad
acciones que suscitan en los sujetos que evalúan su presencia o ausencia en las
afirmaciones que realizan, lo cual problematiza la caracterización de Wright del
predicado de verdad como descriptivamente normativo.
De todos modos, si aceptamos la caracterización de Wright, pareciera que ciertos
predicados, que guían la acción de los participantes de una práctica, son normas
descriptivas. La idea de Wright es que la presencia de una característica o un predicado
en una movida guía la acción del participante, en el sentido de que indica de algún
modo el curso de acción que debe seguir.
Detengámonos ahora a la caracterización de la normatividad prescriptiva. Una
característica de las movidas de una determinada práctica es una norma prescriptiva si la
consideración reflexiva de que una movida posee dicha característica, provee una razón
(derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún si esa razón pasa en la mayoría
de los casos desapercibida a los ojos de los participantes de la práctica. O dicho de otro
modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en caso de que la selección o
aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada por el juicio de si la movida
es o no es F. El predicado veritativo cumple un rol prescriptivamente normativo en la
práctica discursiva porque cualquier razón para pensar que una oración es verdadera
puede ser transferida, a través del bicondicional, y funcionar como razón para hacer o
permitir la aserción que la oración expresa.
¿Por
qué
piensa
Wright
que
es
una
consecuencia
del
esquema
desentrecomillador que cualquier razón para pensar que una oración es verdadera puede
ser transferida a través del bicondicional y funcionar como razón para hacer o permitir
la aserción que la oración expresa?
Adoptar el esquema desentrecomillador nos compromete a aceptar que toda
razón para pensar que una oración es verdadera es razón para pensar que la aserción que
expresa dicha oración es verdadera. Para que el bicondicional sea verdadero, la
asignación de verdad a `es verdad que p´ debe coincidir con la asignación de verdad a
`p´. Por ello, cualquier razón para pensar que una oración es verdadera, como es razón
para asignar verdad a `p es verdadera´, es razón para asignar verdad a `p´. De la misma
manera, cualquier razón para pensar que la oración `p´ está justificada es razón para
pensar que la oración `es verdad que p´ está justificada.
Pero, ¿Por qué cree Wright que pensar que `p´ es verdadera es razón para hacer
o aprobar la afirmación `p´, en el sentido de que es correcto afirmar o aprobar `p´
porque es verdadera? ¿Cómo explica la corrección de una acción –decir o aprobar `p´40
Minimalismo, verdad y normatividad
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en función de un hecho –que `p´ sea verdadera- o de otra acción –asignar verdad a `p´?
¿Dónde se funda este deber propio de la normatividad prescriptiva? ¿Hay un tal deber?
Es claro que no se funda en los propósitos de los hablantes.
Las condiciones para que una oración posea la propiedad de ser asertable
justificadamente pueden no limitarse a que juzguemos que la oración es verdadera,
siguiendo el criterio de justificación que tengamos para hacer tal juicio. La propiedad de
estar justificado que utilizamos como criterio para asignar verdad a una oración no
coincide con la propiedad de ser asertable justificadamente. La segunda se refiere más
bien a la corrección de emitir una aserción en un determinado contexto. La norma de
justificación asociada al criterio de verdad suele no ser la única que rige la corrección de
las afirmaciones. Esta corrección se determina en función del contexto. No es racional
ni correcta la observación `el número de objetos hexagonales de esta habitación es 76´
proferida a mitad de una conversación entre dos jóvenes amantes58, aún si es verdadera.
El problema es que en el argumento inflacionario Wright nos habla de la
propiedad de ser asertable justificadamente y no de la propiedad de estar justificado.
Dejaremos de lado el análisis de las diferencias que surjan del hecho de que la primera
es una noción modal. Nuestro punto es que la primera es una propiedad de la emisión y
la segunda es una propiedad de la proposición o de la oración emitida. Sólo la primera
está relacionada a la acción. Una vez que distinguimos estos dos planos en algunos
casos no será incorrecto sostener algo falso, y será incorrecto sostener algo verdadero.
Con lo cual nos enfrentamos al siguiente dilema en la interpretación de la
caracterización de Wright. Si optamos por interpretar que la propiedad de asertabilidad
justificada es equivalente a la propiedad de justificación como criterio de asignación de
verdad, no vemos de qué modo la posesión por parte de una oración de esta propiedad
hace correcta su emisión. La corrección de las afirmaciones en tanto acciones debe
distinguirse de la corrección de las oraciones según el criterio de la justificación, en el
sentido por ejemplo de estar implicada por otras oraciones de cuya verdad no dudamos.
Si optamos en cambio por distinguir la propiedad de estar justificado de la propiedad de
ser asertable justificadamente, nos topamos con los contraejemplos expuestos más
arriba. En el capítulo cuarto tendremos oportunidad de desarrollar esta observación,
tomando como eje el análisis del concepto de normatividad que propone Pascal Engel.
58
PUTNAM, H. Razón, verdad e historia, Madrid, Editorial Tecnos, 1988, pág. 200
41
Minimalismo, verdad y normatividad
- 42 -
No mencionamos hasta ahora, si bien ocupa un rol importante en el argumento,
el modo en que Wright se refiere a la asertabilidad justificada como norma descriptiva y
prescriptiva de la práctica asertiva. Recordemos que en virtud del esquema
desentrecomillador, si la asertabilidad justificada es normativa, también lo es la verdad.
Con lo cual no carece de importancia repasar las razones por las cuales la primera opera
como norma descriptiva y prescriptiva del discurso asertivo. Wright dice:
Para que el contenido de las oraciones esté determinado, debe haber una
distinción, respetada por la mayoría de los miembros de la práctica, entre los
usos propios e impropios de esas oraciones. La distinción será aquella
trazada entre los casos en los que su aserción está justificada y los casos en
que no lo está. Luego, una norma o conjunto de normas de asertabilidad
justificada regirá, prescriptiva y descriptivamente, sobre el uso literal y
sincero de las oraciones a las que se aplica el predicado T. Prescriptivamente,
porque tener razones para pensar que una oración es asertable
justificadamente es, trivialmente, tener razones (derrotables) para asertarla o
aprobar su aserción –las `movidas´ propias de la práctica lingüística
asertórica. Descriptivamente, porque (al menos es plausible que) a menos
que los participantes en la práctica traten en la mayoría de los casos de
respetar las normas de asertabilidad justificada que la gobiernan, no es claro
en qué consistiría el hecho de que las oraciones que la componen tengan el
contenido que tienen59.
Reflexionemos un momento sobre la sugerencia de Wright de que la distinción
entre los usos propios e impropios de las oraciones sea aquella trazada entre los casos en
los que su aserción está justificada y los casos en los que no lo está.
La idea de Wright es que para que el contenido de las oraciones esté
determinado, debe regir en la práctica del lenguaje una norma de justificación. Y que
dado que el contenido está determinado, esa norma rige de hecho –y debe regir- la
práctica. Una primera cuestión es si el contenido está de hecho determinado. Si no lo
estuviera, no podríamos inferir una norma de justificación. En segundo lugar,
deberíamos evaluar si realmente el vínculo entre norma de justificación y determinación
de contenido es de condición de posibilidad. En tercer lugar, debemos preguntar, ¿En
qué consiste que el contenido esté determinado? Podemos hacer la siguiente distinción.
59
WRIGHT, C. (1992), p. 17
42
Minimalismo, verdad y normatividad
- 43 -
Una cuestión es si la relación entre la oración y el contenido está determinada, de modo
que podamos determinar cuál es el contenido de la oración -¿Éste o aquél?-. Otra
cuestión es si el contenido mismo, si los contenidos mismo de las oraciones están
determinados.
Con esto en mente, una primera tentación es interpretar que Wright se refiere,
cuando dice que para que el contenido de las oraciones esté determinado debe haber una
distinción entre los usos propios e impropios de esas oraciones, a que las expresiones
deben ser usadas por la mayoría de los miembros con el mismo significado. Esto puede
ser correcto, si pensamos que de otro modo, aún cuando una aserción y su contraria,
emitidas por parte de dos miembros de la práctica, significando cosas distintas, pudieran
ser ambas significativas y ambas verdaderas, las oraciones no podrían estar
determinadas en cuanto a su contenido –la proposición que expresan. Hasta aquí lo que
tenemos es una condición de posibilidad, en tanto la distinción entre usos propios e
impropios es requerida para determinar cuál es el contenido de las oraciones. Pero que
la relación entre la oración y el contenido no esté determinada no equivale a que el
contenido no esté determinado.
Ahora bien, esta distinción entre usos propios e impropios de las oraciones no
equivale a la distinción entre aserciones justificadas y no justificadas. Para ello puede
notarse que, si el significado de la misma aserción varía en dos individuos, puede
ocurrir que una aserción y su contraria, emitidas por estos individuos, estén ambas
justificadas. El uso impropio de una oración, caracterizado como aquel en el que el
significado de los términos componentes no es el habitual, o no es el establecido por un
diccionario reconocido, no carece de justificación a menos que el usuario tenga la
intención de utilizar los términos como lo indica tal diccionario, esto es, a menos que
tenga la intención de utilizarlos correctamente –en este sentido de corrección. Con lo
cual tenemos un caso de uso impropio pero justificado.
Podemos interpretar en cambio que la distinción entre usos propios e impropios
no exige que los sujetos utilicen las expresiones con los mismos significados, sino
simplemente que dados esos significados, la proposición expresada esté justificada
según los criterios pertinentes y posea un contenido objetivo. Pero ¿Por qué no pueden
estar determinados los contenidos de las oraciones a menos que los sujetos las utilicen
para hacer afirmaciones justificadas? Si la mayoría de las afirmaciones de la mayoría de
la gente no estuviera referida a la realidad, y no tuviera pretensión de describirla, ¿Se
43
Minimalismo, verdad y normatividad
- 44 -
perdería poco a poco el carácter determinado del contenido de las oraciones del
lenguaje? ¿Las oraciones dejarían de estar determinadas en cuanto a su contenido?
Nosotros destacamos que es una cuestión empírica si los sujetos seleccionan
efectivamente sus afirmaciones en función de una norma de justificación, y
probablemente en un sinnúmero de casos no lo hagan. Con lo cual para muchos sujetos
la justificación no es siquiera una norma descriptiva. Por otra parte, no debe ser
considerado como prescriptivamente normativo sobre los hablantes el que realicen
aserciones justificadas, a menos que cumplan una función específica que así lo requiera
en virtud de un compromiso adoptado. Con lo cual la norma estará fundada sobre ese
compromiso y no sobre la práctica asertiva sin más.
A su vez, reproducimos la situación que objetamos antes, según la cual no es
clara la relación entre la justificación de la oración y la justificación de la afirmación. Si
el predicado `asertable justificadamente´ opera como norma prescriptiva de la práctica
asertiva porque trivialmente tener razones para pensar que una oración es asertable
justificadamente es tener razones (derrotables) para asertarla o aprobar su aserción,
entonces Wright no se refiere aquí al carácter justificado de la oración, sino a que el
sujeto juzga que en ese contexto, sea la oración verdadera o falsa, es correcta emitirla.
De otro modo no podría pensar que la relación entre la justificación de la oración y la
justificación de una acción donde se la afirma es trivial, y más bien debería ofrecer
razones que expliquen esta relación.
Las observaciones anteriores referidas a la normatividad prescriptiva y a los
predicados de verdad y de asertabilidad justificada explican que Wright restringa el
análisis al uso literal y sincero de las aserciones. Lo cual nos lleva a señalar que Wright
sostiene que hay un vínculo analítico entre aserción y creencia, porque si alguien realiza
una aserción, y se supone sincera, se sigue que tiene una creencia cuyo contenido puede
capturarse a través de la oración usada60. Pero esto mismo parece indicarnos que el
vínculo analítico no se establece entre la aserción y la creencia, como sugiere Wright,
sino entre la sinceridad y la creencia. El punto es que si alguien realiza una aserción, y
no se supone su sinceridad, no se sigue que tenga una creencia cuyo contenido puede
capturarse a través de la oración usada. Puede no tener ninguna creencia, o tener la
creencia opuesta. A través de la experiencia podemos notamos que el triunfo de la
sinceridad se ha demorado, y que no se apodera aún de la totalidad de los hablantes. Sin
60
WRIGHT, C. (1992), p. 14
44
Minimalismo, verdad y normatividad
- 45 -
la intervención de la sinceridad no se sostiene el vínculo analítico entre aserción y
creencia. Justamente la función del concepto de sinceridad es correlacionar la aserción
y la creencia. Una aserción es sincera si expresa lo que el hablante cree, piensa o siente.
La posibilidad de aserciones insinceras, y de alguna forma la existencia misma de la
noción de sinceridad aplicada a las aserciones, sugiere que no hay tal vínculo
conceptual entre aserción y creencia.
Antes de finalizar el capítulo estudiemos un último aspecto del argumento de
Wright. Sin duda la divergencia en extensión entre el predicado veritativo y el predicado
de asertabilidad justificada ocupa un rol fundamental en el argumento inflacionario.
Esta divergencia está asociada a la posibilidad de acatar una norma pero no la otra, y
deducir que la norma expresada por el predicado de verdad es independiente (8).
La idea de Wright es que, dado que `es verdadero´ y `es asertable
justificadamente´ pueden diferir en extensión, pueden haber casos en que una oración
sea verdadera aún cuando no esté justificada. Luego, establecer como condición de
corrección de una acción que sea verdadera no equivale a establecer la justificación
como condición de corrección. Ciertas acciones serán correctas si se las evalúa en
función de la justificación pero no lo serán si se las evalúa en función de se verdad. Es
posible acatar una norma pero no la otra. Resaltemos aquí que la independencia de la
norma de la verdad supone, no demuestra, la divergencia en extensión.
Wright deduce la posibilidad de la divergencia en extensión entre los predicados,
de una diferencia en el comportamiento de ambos predicados frente a la negación. Y
acepta que un predicado puede tener una extensión sin que los hombres sepan
reconocerla. Pero ¿Es posible que se encuentre un caso, una oración por ejemplo,
incluida en la extensión de `verdadero´ pero no en la extensión de `asertable
justificadamente´? Wright simplemente ha mostrado que de acuerdo a sus
comportamientos frente a la negación, puede haber un caso semejante.
Cuando se descubre un caso hasta el momento oculto de la extensión de
`verdadero´, automáticamente el caso es incluido en la extensión de asertable
justificadamente´. Un caso no puede ser reconocidamente verdadero y no ser asertable
justificadamente, aunque pueda no haberlo sido. La extensión reconocida de `verdadero´
y `asertable justificadamente´ nunca diverge; aunque es posible que haya divergido sin
que nosotros lo hubiéramos notado. Ocurre a veces que una oración p que estaba
justificada, y que se creía verdadera, resulta falsa. En esos casos, se puede decir
retrospectivamente que, cuando alguien aprobaba p en el pasado, no cumplía con la
45
Minimalismo, verdad y normatividad
- 46 -
norma del predicado veritativo, pero sí con la norma de asertabilidad justificada. Son
casos en los que cambia la extensión que los hombres atribuyen al predicado veritativo.
En estos casos, el acatar una norma pero no la otra, nunca indica lo que se debe hacer,
sino en todos los casos lo que se debía hacer. Porque al acatar la norma de justificación
ya se ha hecho todo lo que se puede hacer. No hay nada que el sujeto pueda hacer para
cumplir con ese deber independiente que le impone la norma de la verdad. Pero
entonces ¿Es correcto describir la práctica asertiva como si estuviera regida por esta
norma independiente? ¿Cuántas normas de acción hay? ¿Hay normas que no son
normas de acción? ¿Podemos multiplicar los deberes aún si aquello no tiene ninguna
utilidad ni función en la explicación de nuestras acciones? En el capítulo sexto veremos
cómo la posición pragmatista busca detener esta multiplicación apelando al principio
según el cual no debe haber diferencias filosóficas que no impliquen diferencias
prácticas. Parte del rechazo de Rorty de las conclusiones de Wright se fundan en
consideraciones similares a éstas.
En este capítulo hemos expuesto el argumento inflacionario de Wright señalando
el lugar que ocupa en su obra y hemos sugerido una serie de observaciones críticas al
argumento y al modo en que allí se caracteriza la normatividad. Wright objeta a la
tradición deflacionista que le antecede y propone una variante del minimalismo no
comprometida con la tesis de que la verdad no es una propiedad sustancial. Esta visión
del minimalismo es la teoría que cualquier deflacionista debe aceptar. Una vez que se
muestra que un predicado satisface un conjunto de leyes a priori que Wright enumera de
modo no exhaustivo, no hay nada más que decir respecto de si es o no un predicado de
verdad. Veamos a continuación algunas de las reacciones suscitadas por el argumento
en el principal expositor de la cuestionada tradición deflacionista.
46
- 47 -
Minimalismo, verdad y normatividad
CAPÍTULO 3:
Teoría pluralista de la verdad
A través de la exposición del argumento inflacionario de Wright ofrecida en el
capítulo anterior, hemos advertido que el tema principal que nos ocupa, que es el de los
atributos normativos del concepto de verdad, introduce en nuestra investigación el
antiguo y persistente problema del realismo. Efectivamente, la presencia de
observaciones en torno al tema del carácter normativo de la verdad, en la obra de
Wright, es consecuencia de la relación que él encuentra entre la normatividad del
predicado de verdad y la constitución de la propiedad que expresa ese predicado en
diversos discursos. Habría a su juicio una relación evidente entre normas
independientes y propiedades sustanciales. Todo predicado que es normativo en una
práctica, si es utilizado para construir una norma independiente, distinta de toda otra
norma que rija esa práctica, expresa una propiedad –al menos en algunos casossustancial. ¿Pero qué es una propiedad sustancial? ¿Somos indefectiblemente realistas si
juzgamos que la verdad es una propiedad sustancial?
Es crucial destacar que el resultado del argumento de Wright no es que la verdad
es sin más, en todos los casos, una propiedad sustancial, sino que lo es al menos en
algunos casos, o que puede serlo. Ya en el capítulo anterior hemos dicho que la
enmienda del deflacionismo que Wright reclama exige simplemente eliminar la tesis de
que la verdad no es una propiedad sustancial, aceptando todavía que la verdad no es
esencialmente sustancial. Al coincidir con el deflacionismo en que la explicación del
significado del predicado de verdad está determinada casi totalmente por el esquema de
equivalencia, admite que no es necesario incluir nada sustancial para caracterizar el
predicado. Pero su posición es más sobria que el deflacionismo en los compromisos
ontológicos que adopta, cuando evita transformar esa independencia de la teoría de la
verdad respecto de posiciones realistas –en este caso estrictamente de considerar a la
verdad como una propiedad sustancial- en una tesis insustancialista referida a su
constitución ontológica. Pero entonces, ¿Cómo debemos interpretar esta sugerencia de
Wright de que la verdad puede ser en algunos casos una propiedad sustancial y en otros
casos no serlo? Respondiendo esta cuestión vamos a comprender por qué Wright
considera a su minimalismo como una teoría pluralista de la verdad.
47
Minimalismo, verdad y normatividad
- 48 -
La serie de relaciones advertidas por Wright entre normatividad y realismo (por
un lado entre predicados normativos y propiedades sustanciales, y por el otro entre
normatividad y verdad) y su confirmación de que la verdad es una norma independiente
de la práctica asertiva, obligó a los deflacionistas y a los pragmatistas a revisar sus
juicios. Consecuentemente, el rechazo del argumento de Wright estuvo centrado por lo
general en dos puntos:
1. no hay ninguna relación entre normas independientes y propiedades sustanciales.
2. la verdad no es una norma independiente de la práctica asertiva.
El primero es el caso de Paul Horwich y Huw Price, mientras que el segundo es el
enfoque adoptado por Rorty.
Por lo dicho antes, deberemos hacer mención de aquí en adelante, en distintos
pasajes de este trabajo, a algunas cuestiones referidas a la problemática del realismo,
mientras estudiamos los aspectos normativos del concepto de verdad. Precisamente en
este capítulo este será nuestro núcleo temático principal.
¿Por qué asociamos la verdad a la problemática del realismo? Michael
Dummett61 ha sido uno de los principales renovadores de la investigación acerca de esta
cuestión. En su análisis, la resolución de la disputa entre realismo y anti-realismo, para
cada discurso, está asociada a la concepción de la verdad y el significado que
corresponda a ese discurso. Su propuesta original fue considerar que la tesis principal y
distintiva del realismo sobre un discurso particular consiste en sostener que cada uno de
los enunciados de ese discurso es determinadamente verdadero o falso. Apreciamos la
relevancia de esta formulación si tenemos en cuenta una clase de enunciados para los
cuales no podemos garantizar que tendremos evidencia para establecer su valor de
verdad. Sostener que el principio de bivalencia es válido para esa clase de enunciados
implica sostener que a pesar de que no haya evidencia, está garantizado que cada uno de
los enunciados es o bien verdadero o bien falso. De lo cual parece inferirse que lo que
hace verdadero o falso a esos enunciados debe ser algo distinto e independiente de lo
que contribuye a la disponibilidad de evidencia para reconocer su verdad o falsedad. En
particular, que uno de esos enunciados sea verdadero no consistirá en –no será lo
mismo- que ese enunciado satisfaga nuestro más refinado criterio de verdad. El núcleo
Cf. DUMMETT, M. “Truth” y “Realism” en Truth and other enigmas, Cambridge, Massachusetts,
H.U.P., 1978
61
48
Minimalismo, verdad y normatividad
- 49 -
de la tesis realista aparece así determinado por su adherencia a una noción de verdad
que trasciende la evidencia.
El anti-realismo, tal como lo formula Dummett, consiste de la misma manera en
la tesis de que la verdad no puede no estar restringida epistémicamente. O al menos, en
que si fuera el caso que la verdad no está restringida epistémicamente, entonces no se
puede interpretar el significado de los enunciados a través de sus condiciones de verdad
–por este motivo decimos que para Dummett el realismo está determinado por una
concepción de la verdad y también del significado.
El mayor inconveniente que encuentra Wright en la formulación de Dummett de
la tesis anti-realista recién esbozada, es que presenta como su tesis principal una idea
que alguien puede perfectamente querer suscribir y aún mantener su interés por
defender el realismo62. Wright considera que debería ser posible adoptar una visión
realista respecto de lo que hace a un enunciado verdadero o falso aún cuando aceptamos
que su valor de verdad no trasciende la evidencia –está restringido epistémicamente. Por
otra parte, veremos que Wright no considera que una semántica anti-realista esté
obligada a no ser veritativo-funcional; una semántica con esos presupuestos ontológicos
puede apelar a condiciones de verdad, siempre y cuando acepte que la verdad de un
enunciado requiere que haya evidencia disponible –en principio- de su verdad.
Con esto en mente, en primer lugar vamos a exponer la disputa que separa a
Wright y a Horwich en cuanto a la corrección del argumento inflacionario. Horwich
coincide con Wright en que la verdad es una norma, pero objeta las consecuencias
respecto de la naturaleza de la verdad que extrae del hecho de que ésta sea una norma
independiente del discurso asertivo. Luego vamos a detallar las observaciones de
Horwich sobre las posibles interpretaciones de la noción de propiedad y su relación con
el presunto carácter sustancial de la verdad, y qué respuesta exige aquello de parte de la
posición deflacionista. Por último, vamos a tratar la cuestión del pluralismo de la verdad
propuesta por Wright y objetada por Horwich, y haremos referencia nuevamente a la
divergencia en extensión entre el predicado de verdad y el de asertabilidad justificada,
que expusimos y comentamos en el capítulo pasado.
Allí vamos a trabajar el concepto de super-asertable. El predicado de superasertabilidad funciona para Wright como predicado de verdad en algunos discursos.
Exactamente en aquellos discursos que están restringidos epistémicamente, donde
62
Cf. WRIGHT (2003), p. 13 y ss.
49
Minimalismo, verdad y normatividad
- 50 -
siempre que una proposición sea verdadera hay evidencia de que lo es. A través de la
introducción de este concepto, veremos que la divergencia de extensión entre verdad y
justificación, requerida por el argumento inflacionario, también existe entre la verdad y
la super-asertabilidad, pero sólo en aquellos discursos que no están restringidos
epistémicamente. Con lo cual, aquellos que juzguen que todos los discursos están
epistémicamente restringidos no serán sensibles a la conclusión del
argumento
inflacionario.
Al finalizar este recorrido, deberá quedar en evidencia el núcleo del programa
que Wright busca desarrollar en lo referido a la teoría de la verdad y su relación con el
realismo, y que comienza, como ya sabemos, en el argumento inflacionario que recurre
al carácter normativo del predicado de verdad.
3.1 - Normas independientes y propiedades sustanciales
Recordemos que el argumento inflacionario parte de dos lemas. El primero es el
lema sobre la normatividad, que indica que cualquier predicado que sea explicado a
través de una estipulación que lo caracterice a través del esquema desentrecomillador,
funcionará normativamente en la aserción y la aceptación de aserciones de las oraciones
para las que se ha definido el predicado, y coincidirá en fuerza normativa con la
justificación. El segundo lema indica que `verdadero´ y `justificado´ pueden diferir en
extensión, de lo cual se infiere que el predicado veritativo no puede expresar la misma
norma que el predicado de justificación, sino que debe expresar una norma
independiente. Si el término expresa una norma independiente, no puede sino expresar
una propiedad real, sustancial.
En Realism Minus Truth63 Horwich responde a las acusaciones de Wright sobre
el supuesto carácter contradictorio de las tesis con las que se compromete el
deflacionismo respecto de la verdad. Según Horwich, el principal defecto del argumento
de Wright es el no dar ninguna explicación de cómo la conclusión se infiere de los
lemas. Wright presupone que si una creencia de la forma `x es F´ provee una buena
razón para actuar de cierto modo en relación a x, entonces `F´ debe expresar una
propiedad real. Pero el deflacionista no está obligado a aceptar esta suposición. Las
implicaciones normativas de creer `x es verdadero´, pueden ser explicadas sin necesidad
HORWICH, P. “Realism Minus Truh”, Philosophy and Phenomenological Research, Vol. LVI, No. 4,
1996, p. 877
63
50
Minimalismo, verdad y normatividad
- 51 -
de considerar que la verdad es una propiedad sustancial, simplemente aceptando que
creer que un enunciado es verdadero equivale a creer el enunciado. De hecho,
Horwich64 advierte que el uso del predicado veritativo para articular una norma de la
aserción independiente es perfectamente compatible con la tesis central de su
deflacionismo, donde se sostiene que el predicado veritativo no es más que un
dispositivo para facilitar ciertas formas de generalización, cuyo funcionamiento requiere
únicamente que se satisfaga el esquema desentrecomillador.
¿En qué difieren entonces Wright y Horwich? Ambos aceptan que el
deflacionismo se compromete con la tesis de que (1) el predicado veritativo está
caracterizado por el esquema desentrecomillador, y la tesis de que (2) la verdad no es
esencialmente una propiedad sustancial.65 Ahora bien, el esquema desentrecomillador
implica según Wright que la verdad es una norma del discurso asertivo. Siendo un
predicado que funciona normativamente sobre una determinada práctica, en este caso la
práctica del discurso asertivo, puede servir para fijar una norma peculiar y distinta de
cualquier otra norma que rija sobre esa misma práctica, o puede referir a la satisfacción
de una o varias de esas otras normas, que pueden expresarse sin mención del predicado
en cuestión66. Si el caso fuera el segundo, el predicado veritativo podría simplemente
referir a la norma de justificación. Pero esta opción es descartada en la argumentación
de Wright cuando se advierte que `verdadero´ y `justificado´ pueden diferir en
extensión, lo cual es deducido del esquema desentrecomillador más algunos principios
referidos a la negación. Wright considera que es obvio que un predicado no puede ser
un simple dispositivo para registrar la aceptación de una determinada movida en una
práctica de acuerdo a cierta norma Ф, si puede ser aplicado con propiedad en
circunstancias donde el predicado que de hecho expresa la norma no puede ser aplicado
con propiedad, o viceversa. Esto es, el predicado veritativo no puede ser un dispositivo
para registrar la aceptación o rechazo de una aserción de acuerdo con la norma de
justificación, si puede ser aplicado con propiedad en circunstancias donde el predicado
HORWICH, P. “The Minimalist Conception of Truth” en Truth, editado por S. Blackburn & K.
Simmons, New York, Oxford University Press, 1999, p. 256 y ss.
65
Recordemos sin embargo que Wright, a diferencia de Horwich, no cree que el esquema
desentrecomillador por sí solo sea suficiente para definir al predicado veritativo, e insiste en que se deben
agregar otros principios que actúan como leyes a priori y también participan de la definición implícita o
caracterización. Horwich se refiere a este desacuerdo en Realism minus Truth, aún cuando la presentación
exhaustiva de la teoría deflacionista es una de sus principales motivaciones.
66
Cf. WRIGHT, C. “Précis of Truth and Objectivity”, Philosophy and Phenomenological Research, Vol.
LVI, No. 4, 1996, p. 913
64
51
Minimalismo, verdad y normatividad
- 52 -
`justificado´ no puede ser aplicado con propiedad, o viceversa. La verdad debe ser
entonces una norma independiente que rige en el discurso asertivo.
Hasta aquí Horwich parece de acuerdo con la argumentación de Wright. Pero
Wright concluye de lo anterior que la verdad debe ser a su vez una propiedad real (i.e.
sustancial):
Una vez que se reconoce, como lo expresé hace un momento, que hay un
modo en el que un enunciado puede estar en orden o fuera de lugar [in or out
of order] independientemente de si está o no justificado, no puedo ver cómo
puede fallar el reconocimiento de una propiedad real del enunciado, que esté
en orden o fuera de lugar, ni cómo puede desviarse la pregunta: ¿en qué
consiste en ese sentido estar en orden, o fuera de lugar?67
Horwich no cree que esta inferencia esté justificada ni argumentada. El
desacuerdo entre ambos se manifiesta en la respuesta que dan a la pregunta: ¿Cuando un
término registra una norma independiente en una práctica, expresa necesariamente una
propiedad –al menos en algunos casos- sustancial? Horwich lo niega. Cree que el
defecto principal del argumento es que salta de los lemas intermedios a la conclusión
sin ninguna explicación respecto a cómo se desprende aquel paso68. Evaluemos entonces
su argumentación.
3.2 - La noción de propiedad en la teoría deflacionista
Veamos la posición de Horwich respecto de este punto con más detalle. Desde
su perspectiva el minimalismo no está comprometido con una respuesta puntual a la
pregunta de si la verdad es o no es una propiedad, sino que dado que pueden haber
distintas concepciones respecto del concepto de propiedad, la conclusión ofrecida por el
minimalismo puede variar en función de cómo se entienda este concepto69. Así, si
tomamos una concepción amplia de propiedad según la cual todo término que funcione
lógicamente como un predicado expresa una propiedad, y dado por ejemplo que en
lógica el término verdad se formaliza como un predicado, el concepto de verdad del
67
WRIGHT, C. (1996), p. 914
HORWICH, P. (1996)
69
HORWICH, P. (1999), p. 259
68
52
Minimalismo, verdad y normatividad
- 53 -
minimalismo es una propiedad70. En cambio, bajo una concepción sustantiva de
propiedad según la cual un predicado expresa una propiedad si y sólo si no hay ningún
obstáculo a priori que impida que pueda ser reducido en términos no semánticos, dado
que el minimalismo mantiene por consideraciones a priori que la verdad no es reducible
en el sentido antes mencionado, el predicado de verdad no expresa una propiedad, o una
propiedad sustantiva.
Cuando Wright concluye que la verdad es una propiedad real o sustancial, si
queremos evaluar si esta afirmación está en conflicto con el minimalismo, dice
Horwich, debemos investigar qué significa que la verdad es una propiedad real, e indica
que hay varias posibilidades:
(1) Si Wright tiene en mente que es una propiedad en el sentido sustantivo antes
mencionado, un propiedad para la cual pueda haber una teoría de la forma
x es verdadera = x es F
esto no se sigue del carácter normativo de la verdad, y no se puede concluir
legítimamente que la verdad es una propiedad real en este sentido.
(2) También se puede simplemente estipular que toda propiedad que expresa una
norma peculiar en el sentido indicado más arriba es una propiedad real. Nuevamente el
minimalista no tendrá inconvenientes excepto tal vez respecto al interés de dicha
estipulación.
(3) Otra posibilidad que imagina Horwich es que la noción de propiedad real en la
que piensa Wright sea equivalente a lo que hemos llamado propiedad sustantiva excepto
en que no requiere que haya ningún proyecto reductivo. Una concepción de propiedad
real según la cual es posible que una propiedad tenga una `naturaleza real´ aunque se
reconozca a priori que dicha naturaleza nunca se podrá especificar. Si este es el modo en
que se debe interpretar la sugerencia de Wright, continua Horwich, hay dos respuestas.
En primer lugar, frente a la ausencia de una articulación explícita de algún criterio para
ser una tal propiedad, y la ausencia de argumentos a favor de que las propiedades que
70
Brandom, entre otros, considera que la verdad no es una propiedad. Cf. BRANDOM, R. (1988)
53
Minimalismo, verdad y normatividad
- 54 -
expresan una norma peculiar satisfacen ese criterio, no hay ninguna razón para aceptar
el punto de Wright. En segundo lugar, hay evidencia intuitiva contra ello. Si se
introduce un concepto de verdad a través de una estipulación según la cual el concepto
va a ser aplicado a la proposición que la nieve es blanca si y sólo si la nieve es blanca, a
la proposición que Dios existe si y sólo si Dios existe, etc., entonces parece consistente
con nuestras ideas intuitivas de `naturaleza real´ y de `constitución de una propiedad´ el
que la verdad de la proposición que la nieve es blanca consiste simplemente en que la
nieve es blanca, etc., lo que implicaría que la verdad como tal carece de naturaleza real.
Con lo cual no se sigue del hecho de que el concepto de verdad exprese una norma
peculiar de la aserción el que represente a una propiedad con una naturaleza real.
Por último, Horwich señala otras dos posibles interpretaciones de la tesis de
Wright. Si lo que significa es simplemente que es una propiedad en el sentido amplio
antes mencionado, el minimalismo no tiene inconvenientes en aceptar que la verdad es
una propiedad real. Y si Wright considera como propiedad real a la siguiente
disyunción infinita
x = la proposición que la nieve es blanca
y la nieva es blanca
o
x = la proposición que Dios existe
y Dios existe
o ……
esto es bastante similar a lo que sostiene la concepción minimalista de la verdad, y no
implica ninguna inestabilidad.
Existe aún otra diferencia entre Horwich y Wright de la que queremos dejar
constancia aquí y sobre la cual vamos a profundizar en los capítulos siguientes,
incorporando las observaciones de otros autores. Wright argumenta que el
deflacionismo está comprometido a través del esquema desentrecomillador con la tesis
de que la verdad es una norma del discurso asertivo71. Horwich, por el contrario, parece
simplemente aceptar que el esquema desentrecomillador es suficiente para formular la
norma, aunque no parece comprometido con que la normatividad sea indisociable del
71
WRIGHT, C. (1992) p. 16
54
Minimalismo, verdad y normatividad
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esquema desentrecomillador. Como acepta que existe un uso normativo del predicado
veritativo, señala que se puede utilizar el esquema para formular la norma. No
sorprende entonces que en Truth72 Horwich no trabaje la cuestión de la normatividad de
la verdad. Los aspectos normativos del predicado de verdad no resultan esenciales al
construir la teoría de la verdad. Si resulta que el predicado veritativo opera
normativamente, se puede usar la teoría deflacionista para formular la norma. Pero si no
fuera normativo, aquello no interrumpe tampoco la fuerza de la teoría deflacionista.
Como Horwich concede a Wright que el predicado es normativo, muestra de qué modo
se puede formular la norma73. Vamos a exponer ese aspecto de la posición de Horwich
en el próximo capítulo.
En cambio, Wright argumenta que una vez que se ha caracterizado al predicado
veritativo según el esquema desentrecomillador, no es posible negar que aquel
predicado opere normativamente sobre el discurso. No es claro, sin embargo, si para
Wright la normatividad está conceptualmente ligada al concepto de verdad
caracterizado por el esquema desentrecomillador, o si, como piensa Horwich, no existe
ninguna conexión conceptual, aunque de hecho el predicado veritativo opere
normativamente en la práctica. En función de cómo se interprete el argumento de
Wright, habrá o no aquí un nuevo desacuerdo con Horwich, respecto de la naturaleza o
el tipo de normatividad del concepto de verdad.
Huw Price y Pascal Engel interpretan que Wright busca mostrar que la
normatividad de la verdad es conceptual. Esto es, que el análisis del concepto de verdad
alcanza para determinar que se trata de un concepto normativo. ¿Cómo debemos
interpretar esto? Price argumenta contra Wright en este punto, porque no cree que la
normatividad de la verdad pueda deducirse del análisis del concepto. Engel, en cambio,
intenta defender a Wright sosteniendo precisamente que la verdad es una norma
conceptual. En los capítulos siguientes tendremos oportunidad de detenernos sobre estos
asuntos.
72
HORWICH, P. (1998)
Para este punto Cf. McGRATH, M. “Deflationism and the normativity of Truth”, Philosophical Studies,
112, 2003
73
55
Minimalismo, verdad y normatividad
- 56 -
3.3 - Pluralismo o monismo en la concepción de la verdad
Según Wright, la noción de corrección conectada con el predicado veritativo,
exige a la teoría deflacionista que elimine la tesis del carácter insustancial de la verdad.
Aún si, como hemos dicho, no se compromete por ello con el carácter sustancial de la
verdad como un elemento esencial de su versión minimalista. ¿Cómo es posible que
Wright sostenga que la verdad puede ser en algunos discursos o ámbitos del
conocimiento una propiedad sustancial y en otros casos no serlo? ¿No estamos
obligados cuando definimos nuestra teoría de la verdad a comprometernos sea con el
realismo sea con el anti-realismo? ¿No exigen la posición realista y la posición antirealista distintas teorías de la verdad? ¿Puede ser una única teoría común a ambas
posiciones ontológicas?
Lo que constituye la visión pluralista de la verdad ofrecida por Wright, que
acoge en una única teoría las intuiciones realistas que podemos tener respecto de
algunos discursos, como también las intuiciones anti-realistas que predominan cuando
pensamos en otros, es simplemente el esquema desentrecomillador, sumado a ciertos
principios básicos como que la verdad es absoluta y eterna, que algo es verdadero si
corresponde a los hechos, etc. Estos principios, junto al esquema desentrecomillador,
ofrecen una caracterización uniforme del concepto de verdad para todos los discursos en
los que aparece, y que determina todo lo que es esencial al concepto.
Precisamente aquí surge un desacuerdo fundamental con Horwich, para quien si
el esquema desentrecomillador74 incluye todo lo que es esencial para determinar al
concepto de verdad, no hay ningún motivo para hablar de muchos predicados de verdad,
cada uno de los cuales exprese propiedades que pueden diferir en cuanto a su
constitución ontológica. El predicado de verdad es uno, y el esquema de equivalencia
agota todo lo que hay para decir de él. No es necesario ni correcto pensar que una serie
de predicados que muestran ciertas analogías con el predicado de verdad son predicados
de verdad, y atribuir entonces a este predicado las características ontológicas que
puedan constituir a esos otros. Es un serio error
suponer que sólo porque ciertos hechos generales sobre la verdad (i.e. hechos
generales articulados a través del predicado de verdad) varían de un dominio
74
Obviaremos en adelante la referencia a los otros principios que incorpora Wright, porque no interfieren
en la discusión que mantienen sobre este punto.
56
Minimalismo, verdad y normatividad
- 57 -
a otro, deben haber varios conceptos de verdad o, quizás, varias propiedades
que constituyen la verdad. No suponemos que el concepto de izquierda, o la
propiedad que constituye estar a la izquierda, atraviesa un giro transatlántico en virtud de la variación de las leyes de manejo; caracterizamos esa
variación con un solo concepto y nos referimos a una sola propiedad75.
Horwich juzga que el pluralismo de la verdad de Wright es, en el mejor de los
casos, pura terminología no ortodoxa. La palabra `verdad´ expresa el concepto de
verdad. Es un equívoco considerar, como hace Wright, que el concepto de superasertabilidad –una oración o proposición es super-asertable si es asertable y va a seguir
siéndolo en cualquier estado futuro que incorpore nueva información o revise la
anterior- es un concepto de verdad. Satisfacer el esquema desentrecomillador no
transforma a un predicado en un predicado de verdad. En el caso específico del
concepto de super-asertabilidad, dado que el hecho de satisfacer el esquema se infiere
de la naturaleza del concepto, pero no se acepta solamente en virtud de tener la forma,
`p´ es F si y sólo si p, no se trata del concepto de verdad.
Frente a esto Wright76 responde fundamentalmente dos cosas. La primera de
ellas es que una vez que se caracteriza al concepto de verdad a través del esquema
desentrecomillador y los otros principios antes mencionados, todo predicado que
satisface a priori esas leyes y/o principios es un concepto de verdad. Utiliza en este caso
el principio de realización variable. De la misma forma que lo que constituye la
existencia de un número puede ser bien distinto de lo que constituye la existencia de un
objeto material –aún cuando todo lo esencial para la caracterización del concepto de
existencia esté determinado por las reglas de introducción y eliminación del
cuantificador existencial-, lo que constituye a la verdad en ética puede diferir de lo que
constituye a la verdad en la física teórica. Nuestra respuesta a esta pregunta por la
constitución de la propiedad de la verdad, respuesta que varía en cada discurso, es lo
que determina si imperan intuiciones realistas o anti-realistas en ese discurso.
Es importante advertir finalmente que Wright no cree que expandir la teoría de
la verdad a través de un análisis de la constitución de la propiedad de la verdad exija
una reducción de la verdad del tipo `x es verdadera si y sólo si x es F´ -recordemos que
el minimalismo de Horwich niega expresamente esta posibilidad. No reconocer esta vía
75
76
HORWICH, P. (1996), p. 881
Cf. WRIGHT (2003), p. 103
57
Minimalismo, verdad y normatividad
- 58 -
de análisis de la constitución de la verdad –lo más cercano es la tercera formulación que
ofrecimos- impide a Horwich imaginar, cuando enumera las interpretaciones posibles
del carácter sustancial de la verdad, aquella sobre la cual elabora Wright su propuesta, y
que está fundada en el principio de realización variable. Sólo apelando a este principio
comprendemos por qué Wright juzga que su minimalismo articula una teoría pluralista
de la verdad. Horwich considera que es simplemente errado suponer que este principio
admite diversas propiedades de verdad bajo un mismo concepto de verdad, y por eso
sólo admite que la sustancialidad de la verdad esté dada por una definición reductiva del
tipo `x es verdadera si y sólo si x es F´. Con lo cual la disputa parece centrada en este
caso sobre el modo en que establecemos la relación entre predicados caracterizados a
través de redes conceptuales, y la propiedad o propiedades que los satisfacen.77
La segunda observación de Wright frente a la acusación de Horwich, según la
cual sólo hay un concepto de verdad y las diferencias que surgen entre las diversas
instancias del concepto no son suficientes para concluir que hay muchos conceptos de
verdad, consiste, por una parte, en aceptar el punto de Horwich –con lo cual Wright
acepta que no es suficiente advertir que ciertas características que posee el predicado de
verdad en distintos discursos varía, para concluir que los conceptos de verdad locales
(i.e. de cada discurso) difieren, ni que difiere lo que constituye sus instanciaciones. No
obstante lo cual, Wright sostiene que las diferencias específicas marcadas por los
diversos criterios [cruces] distinguidos en Truth and Objectivity como relevantes para la
cuestión del realismo, sí permiten defender la idea de que la verdad se constituye de
manera diversa en los distintos discursos, en virtud de si ellos satisfacen o no esos
criterios.78 Así, en un discurso que juzgamos que está restringido epistémicamente,
podemos afirmar el siguiente condicional:
p es verdadero si y sólo si p es super-asertable
mientras que no es correcto afirmarlo si juzgamos que el discurso no está restringido
epistémicamente, dado que entonces aún cuando una oración sea asertable y todo nuevo
estado de información no modifique esa condición, la oración puede ser falsa –aunque
nadie nunca sepa que lo es.
77
Para una crítica a la posición de Wright sobre este punto a través de una analogía con el concepto de
identidad Cf. GRAHAM, O., “Pluralism about Truth”, preprint. Se encuentra disponible en
http://www.arts.monash.edu.au/phil/department/Oppy/grahampapers.html
78
Para este punto, Cf. WRIGHT (2003), p. 334.
58
Minimalismo, verdad y normatividad
- 59 -
Vemos entonces que el esquema de equivalencia, sumado al presupuesto de que
el discurso evaluado está restringido epistémicamente, recibe como modelo al concepto
de super-asertabilidad.
Es interesante notar en este punto que el anti-realismo muchas veces se ha
fundado precisamente en la tesis según la cual la equivalencia entre, `p´ y `p´ es
conocible (principio de restricción epistémica), debe sostenerse globalmente.79 Con lo
cual, para el anti-realista, la verdad se comporta o debe comportarse en todos los casos
de manera tal que pueda ser construida como super-asertabilidad. Ahora bien, la superasertabilidad, como la asertabilidad justificada, es una propiedad interna de los
enunciados de un discurso –dado que es una proyección de los estándares de
justificación que actualmente rigen la aserción en ese discurso. Con lo cual no provee
ninguna norma externa -en el sentido argumentado en el primer capítulo y que
respondería al modo en que clásicamente se concibe a la verdad- contra la cual se midan
los estándares internos de justificación, para que consecuentemente puedan resultar
adecuados o inadecuados.
Desde esta óptica adquieren nueva dimensión las observaciones críticas que
ofrecimos en el capítulo anterior referidas al argumento de Wright sobre la diferencia en
extensión entre la verdad y la asertabilidad justificada. Si bien el bicondicional que las
une siempre resultará falso, el bicondicional que une a la verdad con la superasertabilidad resulta adecuado en aquellos discursos que consideramos epistémicamente
restringidos. Si todos los discursos lo están, el bicondicional va a resultar correcto
siempre. Y en consecuencia se desdibujará la idea de que la verdad actúa como una
norma independiente de la práctica asertiva. Esta es la situación en que se encuentran
muchos de quienes rechazan la idea de una semántica de condiciones de verdad.
Aunque es precisamente lo que Wright quiere rescatar, sin tener que rechazar a priori
por eso las intuiciones anti-realistas que puedan acompañarnos frente a ciertos
discursos80.
Cf. DUMMETT, M. “Truth” y “Realism” en Truth and other enigmas, Cambridge Massachussets,
H.U.P., 1978.
80
WRIGHT, C. (1992) p. 61
79
59
- 60 -
Minimalismo, verdad y normatividad
CAPÍTULO 4:
La verdad y la normatividad conceptual
Elucidar los aspectos normativos del predicado de verdad exige, por una parte,
una investigación del concepto de verdad por cuyas funciones normativas se pregunta, y
exige, por otra, una investigación de los aspectos normativos mismos cuya presencia o
ausencia en el concepto se pretende estudiar. ¿Qué es una norma? ¿Qué significa el
concepto de normatividad? ¿Cómo interpretamos la hipótesis según la cual el concepto
de verdad es normativo?
En este capítulo vamos a exponer y evaluar distintas opciones en el modo de
interpretar la normatividad del concepto de verdad, y vamos a utilizar como guía para
ello los análisis ofrecidos por Pascal Engel y Timothy Williamson. Hemos visto que
Wright argumenta que una vez que se ha caracterizado al predicado veritativo según el
esquema desentrecomillador, no es posible negar que aquel predicado opere
normativamente sobre el discurso. Pero en el segundo capítulo advertimos a su vez que
no es del todo claro si para Wright la normatividad está conceptualmente ligada al
concepto de verdad caracterizado por el esquema desentrecomillador, o si, como piensa
Horwich, no existe ninguna conexión conceptual, aunque de hecho el predicado
veritativo opere normativamente en la práctica. Allí mencionamos que, según cómo se
interprete a Wright sobre este punto, habrá otro desacuerdo entre él y Horwich.
La interpretación de Engel, precisamente, es que la tesis de Wright es que la
verdad es una norma conceptual. Esto es, que el análisis del concepto de verdad alcanza
para determinar que se trata de un concepto normativo. ¿Qué significa que una norma es
conceptual? ¿Qué otros tipos de normas podemos reconocer? ¿Cómo se relacionan entre
sí? ¿Es correcta la interpretación de Engel de la verdad como norma conceptual? ¿Cómo
se relaciona esta caracterización de la normatividad con las distinciones trazadas por
Wright entre normatividad descriptiva y normatividad prescriptiva? ¿La verdad es una
norma exclusivamente conceptual? ¿Modifica este reconocimiento la relación entre
normas independientes y propiedades reales advertida por Wright y objetada por
Horwich?
Comenzaremos el capítulo reintroduciéndonos en la caracterización de la
normatividad descriptiva y la normatividad prescriptiva ofrecida por Wright, para
trabajar algunos ejemplos y considerar la posibilidad de desarrollar, como hará Engel,
60
- 61 -
Minimalismo, verdad y normatividad
una interpretación conceptual de esa normatividad. A continuación vamos a exponer
críticamente los argumentos de Engel que niegan que el concepto de verdad pueda ser
considerado como concepto deóntico o evaluativo. Al hacerlo vamos a introducir una
nueva distinción ofrecida por Wright en su caracterización de la normatividad, en
cuanto las normas sean (descriptiva o prescriptivamente) positivas o negativas. Luego
vamos a exponer la derivación de la norma de la verdad de la norma de conocimiento
tal como la ofrece Williamson. Al finalizar ese desarrollo deberá quedar en evidencia la
dificultad fundamental de interpretar, como sugiere Engel, la normatividad del concepto
de verdad en Wright siguiendo el planteo de Williamson. Por último, vamos a realizar
algunas observaciones críticas referidas a la analogía que Williamson y Engel
establecen entre la noción de normatividad conceptual que constituye a la aserción y la
noción de regla de un juego.
4.1 - Normatividad y aserción
Vamos a introducirnos nuevamente en la caracterización de la normatividad que
ofrece Wright, para considerar si permite una interpretación conceptual. Tomemos
nuevamente uno de los ejemplos que presentamos en el segundo capítulo. Nos hemos
referido antes al predicado `es sabroso´ como un predicado descriptivamente normativo
según la caracterización de Wright. Este predicado es normativo porque los sujetos de
hecho optan por ingerir o descartan la ingesta de un alimento en función de si hallan que
el alimento es o no es sabroso. Si juzgan que es sabroso, lo comen. Si no es sabroso, y
pueden hacerlo, optan por comer otro alimento.
Recordemos
que
cuando
caracteriza
los
predicados
descriptivamente
normativos, Wright dice que
(a) Una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma
descriptiva si, de hecho, los participantes de la práctica se encuentran positivamente
guiados, al seleccionar sus movidas, por la presencia o ausencia de dicha característica
en una movida propuesta.
De acuerdo a la segunda formulación
61
Minimalismo, verdad y normatividad
- 62 -
(b) Un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección,
aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada
por su juicio de si la movida es F.
Una posibilidad sería expresar el ejemplo anterior de la siguiente manera: `si
juzgas que esto es sabroso, cómelo´. Un problema es que este modo de expresar la
normatividad descriptiva se dificulta si recordamos la primera formulación que ofrece
Wright. Pero además, esta formulación no es equivalente a la de las directivas81, dado
que no hace mención de ningún propósito del sujeto. Se trata más bien de una
prescripción hipotética.82 Y dado que en ningún sentido parece haber una obligación de
comer alimentos sabrosos, tal vez no sea correcto expresarlo de ese modo. Más justo
parece el esquema `si es sabroso, lo como´.
Ahora bien, lo que parece seguro es que no vamos a considerar que el predicado
expresa una norma conceptual o una regla que constituye o determina la práctica
alimenticia –siempre y cuando creamos que `sabroso´ puede definirse con
independencia de aquello que los sujetos optan para comer. No se infiere del análisis del
significado del concepto que los sujetos de hecho elijan cosas sabrosas para comer. El
significado del concepto sería el mismo aún cuando los sujetos optaran por comer cosas
que no les resultan sabrosas. De la misma manera, aún si los sujetos de hecho realizan
deportes que juzgan que son divertidos –con lo cual el predicado resulta normativo de la
práctica de deportes- el significado del concepto asociado al predicado `es divertido´ no
se modificaría si los sujetos dejan de practicar deportes divertidos. Lo que ocurre
simplemente es que el predicado deja de ser normativo de la práctica del deporte83.
El esquema de las prescripciones hipotéticas, que rechazamos para expresar la
normatividad descriptiva del predicado `es sabroso´, parece adecuado en cambio para
expresar el modo en que opera en muchas prácticas el predicado `es saludable´. Según
Wright, una característica de las movidas de una determinada práctica es una norma
81
Las directivas agrupan los casos en los que se requieren ciertos medios para lograr un fin determinado.
Una persona que sigue una directiva persigue un determinado fin o resultado. En las inferencias prácticas,
una persona extrae, de una directiva, una prescripción para su acción.
82
Las prescripciones típicamente son emitidas por una autoridad y están dirigidas a un determinado
sujeto, no necesariamente individual. La autoridad de la norma quiere que los sujetos adopten una cierta
conducta. La norma manifiesta la voluntad de la autoridad, que promulga la norma y la hace efectiva
adjuntándole una sanción o amenaza de castigo en caso de incumplimiento. Las prescripciones pueden
formularse en modo imperativo o indicativo, y como en este caso, pueden ser hipotéticas.
83
Más difícil puede resultar evaluar, siguiendo este esquema, el predicado `es preferido´. Algo instancia
la propiedad asociada al predicado si los sujetos de hecho optan por eso frente a otras posibilidades. Es un
predicado cuya extensión está determinada por la acción de los sujetos. ¿Diremos que según la
caracterización de Wright el predicado `es preferido´ es descriptivamente normativo de la práctica?
62
Minimalismo, verdad y normatividad
- 63 -
prescriptiva si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha característica,
provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún si esa razón
pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes de la
práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en caso
de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada por el
juicio de si la movida es o no es F. Podemos afirmar entonces, por ejemplo, lo siguiente:
`si hacer deporte es saludable, has deporte´ o `si hacer deporte es saludable, debes hacer
deporte´. Todavía no vamos a detenernos en la diferencia que existe entre expresar la
normatividad prescriptiva de una u otra manera. Lo mismo ocurre eminentemente con el
predicado `es obligatorio´, para cualquier acción que instancia el predicado, como en el
caso siguiente: `si votar es obligatorio, vota´ o `si votar es obligatorio, debes votar´.
En este último caso, nuevamente debemos notar que tampoco existe una
conexión conceptual entre votar y la obligatoriedad del voto, dado que votar no implica
que es obligatorio votar. Hay votaciones que no son obligatorias, y no por ese motivo
dejan de ser votaciones, ni tampoco diremos que son votaciones incorrectas.
¿Qué ocurre en el caso del predicado veritativo? La hipótesis de que el concepto
de verdad expresa una norma conceptual sugiere que del análisis del concepto se puede
inferir un deber que regla la práctica asertiva, de tal modo que el concepto de verdad –
unido al concepto de aserción-, en virtud de su significado, expresa una norma de la
aserción. Wright advierte, por las razones que hemos expuesto en el capítulo segundo,
que el predicado de verdad es prescriptivamente normativo en la práctica asertiva. Si
expresamos esta idea utilizando el esquema que utilizamos para los otros ejemplos,
obtenemos que: `si una aserción es verdadera, apruébala (o emítela)´ o `si una aserción
es verdadera, debes aprobarla (o asertarla)´. La hipótesis de Engel es que esta
normatividad es conceptual, dado que es constitutiva de la práctica asertiva. Pero
entonces, cuando no aprobamos o no asertamos oraciones que son verdaderas,
¿Debemos concluir que esas oraciones no son aserciones? O cuando aprobamos o
afirmamos oraciones falsas, ¿Acaso no emitimos aserciones? Una idea similar sostiene
Dummett cuando dice
De la misma manera, es parte del concepto de verdad que apuntamos a
decir enunciados verdaderos. 84
84
DUMMETT, M. “Truth”, en Truth and other enigmas, Cambridge, Massachusetts, H.U.P., 1978, p. 2
63
Minimalismo, verdad y normatividad
- 64 -
Apuntar a decir enunciados verdaderos significa que tenemos el propósito o la
intención de decir aquello que es verdad. Para Dummett esto es parte del concepto de
verdad. Pero ¿Qué relación existe entre tener la intención de asertar aquello que es
verdadero y tener el deber de decir aquello que es verdadero? ¿Encontramos plasmada
esta relación en el esquema de las directivas, que utilizamos en las inferencias prácticas
que presentamos más arriba, como en el ejemplo `si quieres que suba la temperatura,
enciende el calefactor´? No exactamente. Allí está presente la intención o propósito,
pero no se hace mención de ningún deber. ¿Qué ocurre en el caso de las prescripciones
hipotéticas como `si es obligatorio votar, debes votar´? Observamos que aquí se hace
referencia a un deber, pero está ausente el propósito. Lo que buscamos es más bien una
formulación como la siguiente: ` si tienes el propósito X, debes hacer Y´.85 Este tipo de
enunciados expresa una relación entre medios y fines que puede ser verdadera o falsa.
Si tratamos de plasmar con este esquema la idea de Dummett de que es parte del
concepto de verdad que apuntamos a decir enunciados verdaderos, obtenemos
trivialmente que `si tienes el propósito de decir enunciados verdaderos, debes decir
enunciados verdaderos´. Dado que para Dummett es parte del concepto de verdad que
apuntamos a decir enunciados verdaderos, obtenemos como resultado que también es
parte del concepto de verdad que debemos decir enunciados verdaderos.
Horwich en cambio, cuando afirma que la verdad es una norma de la práctica
asertiva, piensa más bien en una relación entre medios y fines, sin hacer intervenir
ninguna relación conceptual. Por un lado, para Horwich la teoría de la verdad es
independiente de la teoría de la aserción. Si resulta que buscamos enunciados
verdaderos, o que de hecho nos guiamos al emitir aserciones por nuestro juicio de si son
o no son verdaderas, esto puede explicarse por el hecho de que hacerlo nos resulta de
alguna manera beneficioso. Por ejemplo, si tengo la creencia de que (1) si realizo la
acción A voy a lograr el estado de cosas S (que deseo), y mi creencia es verdadera,
entonces cuando realice la acción A de hecho lograré el estado de cosas deseado. De
manera semejante, el pensamiento `si digo la verdad, evitaré que me echen del trabajo´,
unido al confuso deseo de preservar el trabajo, hará que un sujeto adopte a la verdad
como norma de sus aserciones. Eso es suficiente según Horwich para explicar la
normatividad de la verdad, tomando como paradigma las inferencias prácticas, donde el
85
Von Wright llama a los enunciados que guardan esta forma `enunciados anankásticos´.
64
Minimalismo, verdad y normatividad
- 65 -
sujeto anhela cumplir con determinados propósitos, y decir la verdad es un medio para
lograrlo86. Evita de este modo toda referencia a la normatividad conceptual.
Engel, por su parte, adopta una estrategia similar a la de Dummett en cuanto el
vínculo es conceptual, pero distinta, ya que lo que él sugiere es que es a partir del
análisis del concepto de aserción que podemos inferir que la verdad es una norma
conceptual de la práctica asertiva. La aserción está conceptualmente determinada por
una norma de conocimiento, de la cual se desprende a su vez, sobre esa práctica, una
norma de verdad. En el apartado siguiente veremos cómo lo hace.
4.2 - Aserción, conocimiento y verdad
En esta apartado vamos a desarrollar la interpretación de la normatividad de la
verdad que propone Engel para sostener la posición de Wright, y para la cual apela al
trabajo sobre el conocimiento y la aserción de Timothy Williamson. Su posición es que
la crítica de Wright al deflacionismo es correcta, aunque depende de que se acepte que
la verdad es una norma, y Wright no ha dado suficientes argumentos al respecto.
Sabemos que el núcleo de la propuesta de Engel consiste en considerarla como una
norma conceptual. Pero, a su vez, él va a objetar que la verdad sea normativa en
cualquier otro sentido. Los argumentos que presenta están dirigidos fundamentalmente
contra una interpretación evaluativa y contra una interpretación prescriptiva no
conceptual de la normatividad de la verdad. Aquí vamos a presentar y evaluar esos
argumentos, cuya pretensión es rechazar cualquier otra normatividad que no sea
conceptual. Además, vamos a introducir una nueva distinción trazada por Wright en su
caracterización de la normatividad, en virtud de que el predica normativo –sea
descriptivamente o prescriptivamente normativo- opere positivamente o negativamente.
Luego vamos a presentar la hipótesis de Williamson que sigue Engel, según la cual la
norma de conocimiento es la única norma de la aserción, y el modo en que a partir de
ello la verdad se presenta como norma derivada. Al hacerlo, vamos a señalar la
dificultad que presenta el proyecto de Engel de argumentar a favor de la tesis de Wright
respecto de la normatividad de la verdad recurriendo a las ideas de Williamson. Por
último vamos a realizar algunas observaciones críticas referidas al modo en que
funciona según Williamson y Engel la normatividad conceptual de la verdad.
86
HORWICH, P. (1998) p. 44 y ss.
65
Minimalismo, verdad y normatividad
- 66 -
Engel distingue dos sentidos en los que se puede plantear la cuestión de la
normatividad de la verdad:
(a) La verdad es una norma de la creencia y la aserción en el sentido de que es
constitutivo del significado de creencia y aserción que `la creencia apunta [aims] a la
verdad´ y que `asertar algo es asertar algo que uno considera que es verdadero´;
(b) La verdad es norma de la creencia en el sentido de que es meta de la
investigación o de nuestras empresas epistémicas.
Engel va a argumentar a favor de (a) y en contra de (b). Veremos en el capítulo sexto,
como indica Engel, que Rorty mezcla los dos sentidos87.
Pero esta primera útil distinción no es la única que ofrece Engel al debate.
Teniendo en mente las discusiones en filosofía moral y filosofía del derecho, Engel
distingue a su vez dos tipos de vocabulario normativo o de conceptos normativos. Por
una parte están
(a) Los conceptos deónticos o propiamente normativos como deber, obligación,
norma, requerimiento, permisión, regular, correcto, rectificado, etc. Son conceptos
que guían la acción y una respuesta apropiada a lo que prescriben, permiten o
prohíben será una acción intencional o voluntaria, dado que todo deber supone que
es posible cumplir con él.
Por otra parte están
(b) Los conceptos evaluativos como bueno, valorable, deseable, etc. La respuesta
apropiada a juicios que contienen este tipo de conceptos no son acciones sino
sentimientos o actitudes.
Engel argumenta que la verdad no es ni un concepto deóntico ni un concepto
evaluativo88. Si la verdad fuera un concepto deóntico, dice Engel, presumiblemente
deberíamos aceptar condicionales del tipo
ENGEL, P. “Is Truth a Norm?” en Interpreting Davidson, editado por P. Kotatko, P. Pagin & G. Segal,
Chicago, CSLI Publications, 2001, p. 44
87
66
Minimalismo, verdad y normatividad
- 67 -
(1) Si p es verdadero entonces uno debe creer (asertar) que p
Pero si la verdad fuera norma de la creencia o la aserción en este sentido, este
condicional debería aplicarse a toda verdad, incluso a aquellas que jamás creeríamos o
asertaríamos por ser tan triviales que no merecen nuestra consideración o porque nunca
podríamos saberlas. Por este motivo, el condicional resulta absurdo. Otra razón por la
cual (1) es incorrecto es que las normas deónticas tienen por respuesta acciones, pero
creer algo, dice Engel, no es una acción.
El argumento de Engel puede parecernos correcto en la medida en que haya
verdades que no estamos obligados a creer ni a rechazar, porque hacerlo no influye en
ninguna medida en nuestras vidas. En relación a esta observación, señalemos que (1)
puede inferirse de la vieja impresión según la cual el hombre desea por naturaleza el
conocimiento: `si quieres saber, debes creer lo que es verdadero´. Si juzgáramos que es
correcta la descripción o la prescripción de buscar la verdad en nuestra investigación, tal
vez por considerarlo como un principio cognitivo fundamental, la trivialidad de algunas
de las verdades que hayamos, o la ausencia de culpa o pena por no haber hecho todo lo
suficiente por descubrir otras, no actúa como contraejemplo de la existencia de la
cuestionada norma. Explicaremos nuestra ignorancia aduciendo que hay otras verdades
más importantes por descubrir, aún cuando aceptamos que si algo es verdadero,
debemos creerlo y asertarlo en cualquier ocasión en que fuera pertinente.
A su vez, la objeción no parece válida, si intentamos formular la normatividad
deóntica de la verdad de manera negativa como
(2) Si p es falso entonces uno no debe creer (asertar) que p.
Introduzcamos aquí una nueva distinción señalada por Wright en su caracterización de
la normatividad, relacionada con este punto. Wright dice
Hablo aquí de normas positivas. Un análisis completo daría por resultado
nuevas distinciones. Para empezar, serían normas descriptivas negativas,
correspondientemente, aquellas características de las movidas de una
determinada práctica que, cuando una movida de la práctica posee esa
88
ENGEL, P. Truth, Montreal, McGill-Queen´s University Press, 2002, p. 131
67
Minimalismo, verdad y normatividad
- 68 -
característica, los participantes de la práctica tratan esa posesión como una
razón para evitar, condenar, desaconsejar o prohibir la movida. Y serían
normas prescriptivas negativas aquellas características cuyo reconocimiento
en una movida debería [ought to] proveer una razón para responder
negativamente frente a la realización o propuesta de realización de esa
movida.89
El predicado `es riesgoso´ funciona como una norma descriptiva negativa de la
práctica de deportes dado que el reconocimiento de que un deporte es riesgoso provee
(generalmente) una razón para no hacerlo. El predicado `es insalubre´ funciona como
norma prescriptiva negativa de nuestras prácticas alimenticias porque el reconocimiento
de que un alimento es insalubre debería proveer una razón para no comerlo. De la
misma forma, el predicado `es falso´ funciona como una norma descriptiva y
prescriptiva negativa de la práctica asertiva: reconocer que una aserción es falsa hace
que el sujeto que lo reconoce no la emita y la condene (normatividad descriptiva), y
debería proveer una razón para adoptar una actitud negativa frente a cualquiera que la
emita (normatividad prescriptiva).
Es importante destacar que la norma de la verdad y la norma de la falsedad no
son la misma norma. Una de ellas exige que aceptemos o que asertemos lo verdadero.
No nos impone ninguna respuesta frente a lo falso. Podría ser, por ejemplo, que frente a
oraciones falsas tuviéramos libertad para actuar como nos plazca y hacerlo sin infringir
ninguna norma. Pero no es el caso en nuestra práctica asertiva. En ella de hecho
evitamos hacer afirmaciones falsas y creemos que la falsedad de una creencia es una
buena razón para rechazarla. Incluso tenemos la impresión de que esta norma negativa
(tanto descriptiva como prescriptivamente) está más presente en la práctica que la
norma de la verdad, al menos respecto de la aserción de oraciones. Si bien podemos de
hecho tomar a la verdad como una condición para realizar una aserción, no estamos
obligados a afirmar cada oración que juzgamos verdadera –como lo señala Engel. Más
plausible en cambio es la idea de que estamos obligados a abstenernos de emitir
cualquier afirmación falsa y rechazar su emisión por otro –aunque no a informar a los
otros respecto de su falsedad cuando nadie pretende que sea verdadera. Esta norma de
falsedad, por otra parte, nada nos dice respecto a cómo responder frente a la afirmación
de una oración verdadera.
89
WRIGHT, C. (1992) p. 15
68
Minimalismo, verdad y normatividad
- 69 -
Ahora bien, a pesar de que hemos mostrado que se trata de normas distintas,
todavía podemos preguntarnos si no es posible reformular la norma de falsedad
reemplazando el predicado `es falsa´ por el predicado `es verdadera´, de la misma
manera que Wright pretendía reformular la norma de la verdad apelando a la
justificación, y formulando esta última sin apelar al concepto de verdad. El caso no es el
mismo, ya que lo que allí se preguntaba Wright era si no expresábamos con dos
predicados distintos la misma norma, y aquí sabemos que las normas son distintas. Pero
nos interesa evaluar si no se trata, en definitiva, de normas distintas expresables a partir
de un solo predicado, lo que nos resulta pertinente en virtud de la relación que establece
Wright entre predicados normativos y propiedades sustanciales.
Pues bien, si rechazamos el principio de bivalencia en un discurso, no podremos
reformular la norma `si una oración es falsa, no debes asertarla´ por la norma `si una
oración no es verdadera, no debes asertarla´, dado que no podremos inferir la falsedad
de una oración de la premisa que nos informa que no es verdadera. Pero entonces,
¿Deberemos admitir que la falsedad es una propiedad al menos en algunos casos
sustancial?90
Retomemos la argumentación de Engel. Hemos expuesto sus argumentos para
negar que la verdad sea un concepto deóntico. Veamos ahora su argumento para negar
que sea un concepto evaluativo. Si el concepto de verdad fuera un concepto evaluativo,
la verdad de una creencia o de una aserción implicaría que ella es de alguna manera
valorable, o que merece apreciación, o que provoca un sentimiento positivo. Pero la idea
también es absurda, según Engel, dado que no es cierto que valoremos todas nuestras
creencias verdaderas, incluyendo las más triviales.
Veremos que éste modo de caracterizar la normatividad evaluativa difiere
sutilmente de otras propuestas (como la de Huw Price) según las cuales un concepto es
evaluativo en la medida en que se lo usa para aprobar o apreciar. En estos casos,
predicar verdad es aprobar. El concepto es evaluativo en tanto aprecia y exige
apreciación, aunque sus instancias no la merezcan. Desde esta perspectiva, no interesa
al indagar si la verdad es o no es un concepto evaluativo, si valoramos o no todas las
creencias verdaderas, sino el hecho de que cuando predicamos verdad estamos haciendo
una valoración. Engel no argumenta expresamente contra una interpretación de la
90
Posiblemente no, porque un discurso para el cual rechazamos el principio de bivalencia probablemente
esté restringido epistémicamente, con lo cual el conjunto de proposiciones a las que se les aplica el
predicado `es falso´ será el mismo que, al negar todas sus proposiciones, determina la extensión del
predicado `está justificado´.
69
Minimalismo, verdad y normatividad
- 70 -
verdad como concepto evaluativo en este sentido, aunque tal vez pueda decir que no es
cierto que siempre que predicamos verdad, como por ejemplo cuando se trata de asuntos
triviales o insignificantes, estemos haciendo una valoración.
La observación de Engel de que existen verdades que no son valoradas, le hace
inferir que en los casos de proposiciones verdaderas que sí valoramos, no es la verdad lo
que valoramos, sino más bien otra cosa. Veremos en el último capítulo que Bilgrami, al
juzgar que la verdad es un valor cognitivo, defiende precisamente la idea contraria a la
que expresa aquí Engel.
Con estos argumentos, Engel concluye que si estos dos sentidos de norma son
los únicos con los cuales juzgar la pretensión de que la verdad es una norma de las
creencias o de la práctica asertórica, la pretensión es falsa. Hemos señalado algunos
inconvenientes frente a su negativa a aceptar que la verdad actúe como concepto
deóntico, y hemos advertido que existe otra acepción de concepto evaluativo, que es
inmune a los argumentos que ofrece contra esa vía de interpretación de la normatividad
de la verdad.
Pero existe aún otro modo de concebir la normatividad del predicado veritativo.
Y el desarrollo de esa concepción de la normatividad es el aporte fundamental de Engel
en el debate que nos ocupa. La normatividad del concepto de verdad para Engel, como
para Williamson, es conceptual. El trabajo de Engel sobre este punto es un intento de
unir las ideas de Wright y de Williamson. En relación a ello vamos a señalar por qué la
unión es problemática, y a realizar algunas observaciones referidas a las características
que acompañan a la normatividad conceptual tal como ellos la presentan.
La posición de Engel es que existe una conexión conceptual o constitutiva entre
los conceptos de verdad, creencia, conocimiento y aserción.91 Decimos que es una
norma constitutiva en el sentido de que apuntar [aiming] a la verdad constituye al
menos parcialmente el significado de los conceptos de creencia, de conocimiento y de
aserción. Pero la estrategia de Williamson que defiende Engel difiere de la de Dummett,
que señalamos brevemente más arriba. Para Engel la verdad no es en sí misma
normativa sino que hereda la normatividad de la relación entre conocimiento y aserción.
Este vínculo constitutivo entre aserción y conocimiento es el aporte fundamental de
Williamson.
91
ENGEL (2002) p. 130
70
Minimalismo, verdad y normatividad
- 71 -
Su planteo sobre la aserción es simple y ambicioso: existe una única norma que
constituye e individualiza la práctica asertiva. Esta norma tiene la siguiente estructura:
Uno debe: asertar p sólo si p posee C
Esta norma no es moral ni teleológica, sino análoga a las reglas que constituyen los
juegos. Que sea una norma constitutiva, no impide que reconozcamos otras normas que
regulan nuestras aserciones –siempre que no surjan por consideraciones específicas
sobre la aserción- pero prohíbe incondicionalmente toda aserción cuyo contenido no
posea C. En este sentido, dice Williamson, la norma es esencial a la práctica. Que la
norma sea constitutiva de la práctica asertiva no impide que algunas aserciones no
cumplan con la norma. La combinación es posible, si no lo fuera no tendría sentido
prohibirla. Una norma constitutiva tampoco establece las condiciones necesarias para
realizar el acto (y la práctica) que constituye. Que sea una norma que individualiza la
práctica asertiva, en cambio, exige que esta práctica sea la única práctica constituida
exclusivamente por esta única norma. Esto es, que no haya ninguna otra práctica
lingüística definida únicamente por esa norma.
La hipótesis de Williamson es que esa propiedad C que define de esta manera a
la práctica asertiva es `sabe que p´:
Uno debe: asertar p sólo si sabe que p
Esta norma implica
Uno debe: asertar p sólo si p es verdadero
Con lo cual, si bien la norma de la verdad no es ella misma la norma constitutiva de la
aserción, está implicada por esa norma en virtud de la concepción que tiene Williamson
del conocimiento. Para Williamson uno conoce p si tiene garantía de que p, y uno tiene
garantía de que p, si conoce p. La evidencia necesaria para tener garantía de que p no
admite ninguna posibilidad de que no p, con lo cual no es suficiente tener buenas
razones de que p para tener garantía de que p. Esta concepción de la garantía difiere de
lo que hemos llamado hasta ahora `justificación´ y `justificadamente asertable´. En el
71
Minimalismo, verdad y normatividad
- 72 -
sentido de Williamson, `aserción garantizada´ no equivale a `aserción fundada en
buenas razones´, si esas razones no son concluyentes.
Para ejemplificar, Williamson trabaja el caso de la lotería, y se pregunta cuándo
estamos autorizados a asertar que un número que podría resultar ser el número ganador,
no es el número ganador. Si alguien tiene un número entre millones de otros números
que compiten por el premio, y de los cuales uno sólo será el ganador, la probabilidad de
que el número poseído por ese sujeto sea el ganador es ínfima, pero no nula. En todos
esos casos, evaluar la probabilidad de que ese número sea el ganador me ofrece buenas
razones para suponer que no va a ser el ganador. Sin embargo, dice Williamson, no
estoy autorizado a asertar que no va a ser el ganador. Si yo lo afirmara, el sujeto tendría
derecho a sentirse molesto por mi aserción y reprobarla, dado que la evidencia con la
que cuento para hacerla no es suficiente. Carezco de autoridad epistémica para realizar
la aserción: al emitir una aserción, estoy obligado a saber lo que afirmo, y ello equivale
a que la probabilidad de que la aserción sea verdadera, determinada en función de la
evidencia con la que cuento, sea igual a 1/1, y nunca menor. Tener buenas razones no es
suficiente.
Esbocemos ahora el inconveniente que nosotros encontramos en la estrategia
general de Engel cuando elucida el modo en que Wright postula que la verdad en
normativa –ya que para Engel, Wright no ha ofrecido razones de ello- a través del
análisis de la aserción y el conocimiento que ofrece Williamson. Para Williamson no
hay divergencia entre saber p y tener garantía de que p. Si bien coincide con la posición
anti-realista en tanto postula que la garantía es la única norma de la aserción, tiene otra
concepción de garantía. No niega la trascendencia de la verdad sobre la garantía, ni
transforma a la primera en una abstracción de la segunda. Saber p no es
conceptualmente anterior a p. En este sentido, la posición de Williamson es realista92,
aunque considera que hay una única norma que constituye la aserción. Se distancia de
Wright, fundamentalmente, en su concepción del conocimiento, dado que éste último
concibe al conocimiento como creencia razonable. Por el mismo motivo no cree, a
diferencia de Williamson, que sea un requisito para poseer con derecho una creencia de
que p que sepamos –en el sentido fuerte propuesto por Williamson- que p.93 Y por este
mismo motivo, la estrategia de Engel que consiste en elucidar el sentido en que se debe
interpretar la tesis de Wright, según la cual la verdad es una norma independiente de la
92
93
Cf. WILLIAMSON, T., Knowledge and its Limits, Oxford, Oxford University Press, (2000), p. 243
Cf. WRIGHT, C. (1996), p. 935
72
Minimalismo, verdad y normatividad
- 73 -
aserción, apelando a la tesis de Williamson de que la norma de la verdad que regula la
aserción se deduce de la norma de conocimiento, resulta inadecuada: desde la
perspectiva de Wright, conocimiento no implica verdad en un sentido sustancial,
trascendente, independiente de la justificación. Con lo cual no podemos deducir una
norma independiente de verdad de una norma de conocimiento sobre la aserción -que
equivale a garantía en la arquitectura de Williamson. Este último parte cuando
considera las normas de la aserción de una noción trascendente de verdad, que es el
resultado al que Wright quiere llegar a través del análisis de la normatividad del
predicado veritativo.
Por otra parte, no podemos dejar de señalar que tampoco en este caso la
normatividad de la verdad se infiere de las tesis sostenidas por el deflacionismo, sino de
la función que el concepto de verdad cumple en una teoría de la aserción. Una cosa es
que el concepto de verdad cumpla una función normativa en la teoría de la aserción, y
otra cosa bien distinta, es que esa normatividad pueda inferirse de la teoría que define a
la verdad.
4.3 - Las reglas de la aserción y las reglas de los juegos
Por último, antes de concluir el capítulo, evaluemos nuevamente el modo en que
conciben Williamson y Engel la normatividad conceptual. La normatividad de la
verdad, que constituye la aserción y que regula la práctica asertiva, es análoga a la
normatividad de las reglas de los juegos. Los juegos también están constituidos por
reglas. Las reglas de un juego determinan qué jugadas están permitidas, prohibidas o
son obligatorias en el juego. Desde el punto de vista del juego mismo, las reglas
determinan las jugadas correctas. Las reglas del ajedrez y de la gramática pertenecen a
este grupo.
Vamos a plantear algunos inconvenientes que encontramos en la analogía entre
la aserción y los juegos. Lo que nos resulta difícil de comprender en el esquema
planteado por Williamson es que considere que una regla constitutiva puede incumplirse
de manera más o menos sistemática, sin que el sujeto deje de jugar ese juego. En el caso
de la aserción, Williamson afirma (1) que la existencia misma de la regla que obliga a
asertar sólo proposiciones que sabemos, indica que es posible asertar una proposición
sin saberla, (2) que algunas veces, a pesar de que uno no sabe que p, la urgencia de la
situación requiere que uno afirme que p, sin que esto desacredite la norma de saber,
73
Minimalismo, verdad y normatividad
- 74 -
puesto que lo único que muestra es que la norma puede no prevalecer [can be overriden]
por otras normas que no son específicas de la aserción, (3) que cuando emitimos
aserciones sin mayor cuidado respecto de nuestro conocimiento de ellas, no se debe a
que la norma de conocimiento carezca de fuerza, sino a que nos ha dejado de importar
violar la norma.94
Cuando una persona no juega conforme a las reglas del ajedrez, podemos decir
que juega incorrectamente o que no juega ajedrez. Cuando una persona no habla
conforme a las reglas de la gramática de un lenguaje, podemos decir que habla
incorrectamente o que no habla ese lenguaje. Estos dos ejemplos no son equivalentes.
En el juego de ajedrez, la regla que determina que el alfil sólo se mueve en
diagonal, no implica que esa regla pueda quebrarse en el juego. Ninguna urgencia, ni
ninguna otra regla puede prevalecer sobre esta regla, ni puede dejar de importarnos su
cumplimiento. Nada de esto puede hacerse sin dejar de jugar al ajedrez. Pareciera,
incluso, que estas intuiciones son precisamente las que nos hacen considerar a la regla
que determina cómo se mueve el alfil como una regla constitutiva del ajedrez. No
vemos cómo es posible aceptar que una regla que constituye una práctica pueda ser
violada sin que al hacerlo se deje (quizás no instantáneamente) la práctica que se
practica.
La dificultad parte evidentemente de que nos enfrentamos y queremos explicar
un fenómeno que difiere de otros fenómenos naturales. Se habla de leyes de la
naturaleza, de leyes del estado, y de leyes de la lógica, de las matemáticas o de reglas de
juegos. Las leyes de la naturaleza son descriptivas. Las leyes del estado son
prescriptivas. Si se encuentra una discrepancia entre el curso de la naturaleza y su
descripción, se debe corregir la descripción. Cuando los hombres no actúan conforme a
las leyes del estado, se debe, en principio, corregir el comportamiento de los hombres.
¿Cómo interpretaremos la relación de corrección de las reglas de los juegos?95
Tampoco resulta claro cómo concibe Williamson el error y la incorrección en la
práctica asertiva. En el caso del ajedrez, si un jugador pretende mover el alfil de una
manera novedosa, prohibida por la regla que determina cuáles son sus movimientos
permitidos, su rival puede negarse a aceptar la movida, exigirle que corrija la jugada y,
si el jugador no rectifica su jugada, dejar la partida o comprender que ya no juega al
ajedrez. Nunca que se reconozca en el juego que una jugada viola una regla es
94
95
Cf. WILLIAMSON (2000), p. 238, 256, 258
Para este punto Cf. VON WRIGHT, G. H., Norm and Action, London, Routledge & Kegan Paul, 1963
74
Minimalismo, verdad y normatividad
- 75 -
concebible que la partida siga sin enmendar el error. Esta observación se refiere a la
relación entre las movidas posibles y las movidas permitidas en un juego. En la mayoría
de los juegos, si se reconoce un error, se rectifica. Es posible hacer un gol con la mano
en el fútbol sólo si nadie (o el réferi) lo nota. Parte de la explicación de esta
característica del fútbol o del ajedrez se debe a que el propósito del juego es ganar, y no
tiene sentido ganar rompiendo las reglas: no hay una situación extraordinaria en la que,
por intercesión de una nueva regla, se gana un partido de ajedrez dando jaque mate al
rey con un peón que está a cuatro casilleros de distancia.
Williamson advierte que no toda enunciación de una oración declarativa es una
aserción, si bien el uso por defecto [default use] de las oraciones declarativas es el
asertivo. Ahora bien, los casos en los que no prestamos estricta atención a la norma de
saber, como una discusión de seminario o una conversación informal, no permite
concluir que allí no se hacen genuinas aserciones. Eso sería, para Williamson, trivializar
el asunto. Pero ¿Podemos analogar esto al caso del ajedrez o al resto de los juegos?
Por otra parte, ¿Por qué se someten los jugadores de ajedrez a las reglas del
ajedrez? Podemos explicar esto utilizando dos conceptos de norma. Por un lado, (1)
están las reglas constitutivas del ajedrez, que determinan qué jugadas están permitidas,
prohibidas o son obligatorias en el juego. Desde el punto de vista del juego mismo, las
reglas determinan las jugadas correctas. Cuando una persona no juega conforme a las
reglas del ajedrez, podemos decir que juega incorrectamente o que no juega ajedrez.
Hasta aquí no contamos con ninguna razón para exigirle al sujeto que modifique su
acción, aún si vemos que juega incorrectamente al ajedrez. Por otro lado, (2) está la
inferencia práctica que parte del deseo o propósito del sujeto de jugar al ajedrez: `si
quiero jugar al ajedrez, debo respetar sus reglas´ y `quiero jugar al ajedrez´. En esta
situación, si el sujeto reconoce o si alguien le indica que su jugada es incorrecta, deberá
corregir esa jugada, y tendremos buenas razones para exigírselo. En el caso de la
gramática, frecuentemente no existe deseo de conformarse a las reglas de la gramática,
lo que explica que no exijamos a quienes infringen sus normas que se rectifiquen96. Esto
se relaciona, a su vez, con la ausencia de algo semejante a `ganar´ en el juego de la
gramática, aún cuando ésta también esté constituida por reglas. Pero la relación con la
incorrección y el error nos muestra que el caso de la gramática no es perfectamente
análogo al del ajedrez. Sólo en el segundo las reglas están asociadas a una rectificación
Cf. DAVIDSON, D. “A nice derangement of epitaphs” en Truth and Interpretation editado por E.
Lepore, Oxford, Blackwell 1986.
96
75
Minimalismo, verdad y normatividad
- 76 -
de la acción. Pero esta asociación no se debe a las reglas que constituyen el juego, sino
al deseo de los participantes de jugar según las reglas del juego. En el caso de la
aserción, en cambio, la situación es ambigua. Williamson argumenta que existe una sola
norma, constitutiva de la práctica, pero supone sin embargo que esa norma permite
explicar que los sujetos se aprueben y desaprueben mutuamente por haber cumplido o
no cumplido con la norma.
No es frecuente, o más bien no es necesario, incluir conceptos deónticos para
expresar las reglas que constituyen los juegos. La regla determina que `el alfil se mueve
en diagonal´ y no que `el alfil debe moverse en diagonal´. El deber no es propio de la
norma constitutiva, sino de la inferencia práctica que parte del propósito de un sujeto de
practicar ese juego.
Sin embargo, una norma constitutiva que puede poner en duda la posibilidad de
deshacernos sistemáticamente de toda mención de conceptos deónticos, y que es común
a muchos juegos, es la norma que atribuye a los participantes la intención de ganar el
juego del que participan. Esta norma implica que el sujeto, si juega, tiene la intención
de ganar, y si tiene la intención de ganar, elegirá la jugada que crea que más lo favorece.
Si no lo hiciera, podemos dudar de que esté jugando al juego. Es una regla constitutiva
del concepto de juego mismo, más que una regla propia de cada juego en particular.
Si bien, al referirse a la norma de la aserción, Williamson piensa que hay algo
que el sujeto tiene que hacer, y por lo cual puede ser recriminado o alabado, Engel en
cambio parece rechazar esta posibilidad. Él separa las normas prácticas acerca de lo que
debemos hacer, de las normas cognitivas acerca de lo que debemos creer, y dice que la
norma de conocimiento es una norma en el segundo sentido. Por ese motivo, señala que
el concepto de deber que ellas contienen no se refiere a una obligación práctica ni a una
obligación epistémica en el sentido de una responsabilidad frente a nuestras creencias o
estados epistémicos, sino más bien de un `deber de rol´ del tipo presente por ejemplo
cuando decimos
 `Debería estar caminando en dos semanas´ (dicho por un médico a su paciente)
 `Debería ver doble´ (dicho por un psicólogo a un sujeto en un experimento
perceptivo)
76
Minimalismo, verdad y normatividad
- 77 -
El deber de rol97 no describe obligaciones, ni presupone ningún tipo de voluntad
del sujeto de conformarse a la norma, sino el funcionamiento normal o el buen
desenvolvimiento [good performance] de ciertos estados. Incluso cuando decimos `los
políticos deben ser honestos´, dice Engel, esto no necesariamente se refiere a una
obligación subjetiva de su parte, sino a la práctica normal de un cierto rol. Pero estos
ejemplos sugieren que el deber de rol se asemeja a la mera predicción. Este no puede ser
el caso, dado que entonces se desdibuja en qué sentido la norma de conocimiento es
conceptual, y por qué constituye el significado mismo de `aserción´. Parece claro que el
vínculo entre los políticos y la honestidad no es conceptual, aunque en un sentido no
constitutivo la honestidad suela ser una característica de los políticos y conforme su rol.
En este capítulo hemos avanzado en la elucidación del concepto de
normatividad. Comprobamos que la caracterización de Wright permite diferentes
interpretaciones. Argumentamos contra la posición de Engel según la cual la única
adecuada de esas interpretaciones es aquella que considera que la normatividad de la
verdad es conceptual. Además de detener esa sugerencia, intentamos mostrar que la
principal dificultad que enfrenta la propuesta de Engel está basada en las diferencias en
la concepción de conocimiento en las obras de Williamson y de Wright, que hacen que
el primero parta, al considerar las normas de la aserción, de una concepción sustancial
de la verdad, siendo el objetivo del argumento que apela a la normatividad de la verdad
en la práctica asertiva, precisamente, demostrar la posibilidad de que la verdad sea, en
algunos casos, una propiedad sustancial. Por último, argumentamos contra la
posibilidad de reducir la normatividad de la práctica asertiva a la normatividad
conceptual.
En el próximo capítulo, vamos a estudiar los aspectos evaluativos del concepto
de verdad. Para ello vamos a tomar como eje los trabajos de Huw Price, quien ofrece a
su vez una nueva objeción contra del argumento inflacionario de Wright. Esta objeción,
a diferencia de la de Horwich, y en consonancia con la interpretación de Engel, también
está basada en la suposición de que la normatividad a la que Wright se refiere es
conceptual.
97
ENGEL (2002) p. 135
77
- 78 -
Minimalismo, verdad y normatividad
SEGUNDA PARTE
CAPÍTULO 5:
La función pragmática del concepto de verdad
Hemos visto que Engel considera que el argumento de Wright es correcto
aunque supone -sin dar razones para ello- que la verdad es una norma. Por ese motivo
busca reforzar el argumento mostrando en qué sentido lo es: se trataría de una norma
conceptual. La estrategia de Huw Price, en cambio, consiste en objetar una
fundamentación conceptual de la normatividad del predicado veritativo, y proponer una
explicación pragmático-funcional de la normatividad de la verdad, basada en su carácter
eminentemente motivacional. Comenzamos a explorar a partir de este capítulo las
reacciones que el argumento inflacionario y la problemática más general de la
normatividad de la verdad han suscitado en las huestes pragmatistas. Vamos a exponer
y evaluar en este y en el próximo capítulo las observaciones de Price, de Richard Rorty
y Akeel Bilgrami. El pragmatismo por lo general ha simpatizado con el planteo
deflacionista de la verdad, atraído fundamentalmente por la posibilidad de desprenderse
cuanto pueda de los compromisos ontológicos tradicionalmente asociados al concepto
de verdad. Esta atracción los obliga a responder al argumento inflacionario de Wright.
Al estudiar este grupo de autores quedará en evidencia que no ha habido, ni hay, una
posición pragmatista homogénea frente a la cuestión de la normatividad de la verdad,
aunque no ocurre lo mismo con el sostenido rechazo de las consecuencias ontológicas
que Wright extrae del argumento inflacionario.
Los dos objetivos de este capítulo serán (1) mostrar que también Huw Price cree
que Wright tiene en mente una visión conceptual de la normatividad de la verdad –y que
por ese motivo su argumento falla-, y (2) presentar críticamente sus argumentos a favor
de concebir la normatividad de la verdad en función de su carácter esencialmente
motivacional, juzgando si esta interpretación de la normatividad no detiene la relación
que entabla Wright entre normas independientes y propiedades sustanciales. Luego de
esta presentación vamos a evaluar cómo se relacionan las observaciones de Price y las
de Wright, para empezar a conformar un panorama de la normatividad de la verdad que
incluya estos diversos aspectos.
78
Minimalismo, verdad y normatividad
- 79 -
Huw Price juzga que la conclusión de Wright de que la verdad es una norma
independiente es correcta, aunque cree que el argumento para alcanzar la conclusión es
errado, en la medida en que pretende deducir la normatividad de la verdad del esquema
desentrecomillador. Para Price, si bien el principio normativo se expresa a través del
predicado veritativo que proporciona la teoría deflacionista, ésta no puede por sí sola
dar cuenta de esa normatividad. Esta imposibilidad se manifiesta en el hecho de que
siendo un dispositivo gramatical, el predicado veritativo sería usado del mismo modo en
una práctica asertiva que careciera de un principio normativo que involucre al predicado
de verdad98. Para mostrar esto Price recurre al ejemplo de la comunidad de los MOA
[merely opinionated assertion]. Por otra parte, argumenta Price, si pudiéramos construir
un predicado que satisfaga el esquema desentrecomillador, pero cuya carencia de
función normativa en la práctica asertiva nos resulte evidente, deberíamos concluir que
la normatividad establecida a partir del esquema desentrecomillador es trivial y que el
argumento de Wright es inválido. Siguiendo este camino, a través de una analogía con
el predicado `es doble´, Price va a argumentar en contra de la demostración que ofrece
Wright de que el concepto de verdad es normativo. Nosotros vamos a defender la
posición de Wright frente a esta acusación de trivialidad, haciendo hincapié en la
caracterización que ofrece Wright de la normatividad. Nuestra intención será mostrar
que siguiendo ese criterio, el predicado `es doble´ no es normativo de la práctica
asertiva. Esta defensa nos compromete a interpretar la caracterización de Wright de
modo tal que allí la normatividad de la verdad no se agote en el plano conceptual.
Aceptamos a su vez que el esquema desentrecomillador no alcanza para explicar la
normatividad de la verdad tal como la formula Wright. En este punto, diferimos con
Price, quien interpreta que Wright considera que el esquema desentrecomillador hace
todo el trabajo en el argumento. En este sentido, creemos que la relación entre verdad y
normatividad que presenta Wright ha sido mejor interpretada por Horwich, cuando
acepta que de hecho –pero no por razones conceptuales internas al esquema
desentrecomillados- el predicado de verdad opera normativamente.
También vamos a reproducir la explicación funcional de la normatividad de la
verdad que propone Price. El concepto de verdad posee un elemento eminentemente
motivacional. El concepto de justificación, en cambio, no es normativo. Veremos que
98
PRICE, H. (1998) “Three Norms of Asertibility”, Philosophical Perspectives 12. Mind, Language and
Ontology, 1998, p. 249
79
Minimalismo, verdad y normatividad
- 80 -
esta apreciación es consecuencia de que Price adopta una interpretación evaluativa de la
normatividad, donde el significado del concepto de verdad es (al menos en parte)
prescriptivo. Será importante determinar si al concebir la normatividad de esta manera
no se desvanece, como juzga Price, toda relación entre normas independientes y
propiedades sustanciales. Por último, ofreceremos una nueva evaluación conjunta de la
normatividad de la verdad conectando las observaciones de Price y las de Wright.
5.1 - Trivialidad del argumento inflacionario
Price evalúa el principio normativo que Wright formula del siguiente modo
(1) Cualquier razón para creer que p es verdadera es razón para creer (luego para
permitir la aserción) que p.
Según Price, este principio sólo da cuenta del truismo de que una razón para
creer que p es una razón para creer que p, truismo que se basa exclusivamente en las
substituciones formales permitidas por p. El argumento de Price para mostrarlo consiste
en definir una construcción análoga al predicado veritativo y reemplazar en el esquema
desentrecomillador el predicado veritativo por este nuevo término, cuyo rol es
puramente formal por definición. La construcción de Price indica que
doble (p) =def p ^ p
`doble(p)´ debe considerarse como una notación alternativa para la conjunción `p ^ p´.
Se sigue inmediatamente, dice Price, que
doble(p) si y sólo si p
La construcción satisface algo análogo al esquema desentrecomillador, y por lo
tanto, tener razón para creer que doble(p) provee razón para creer (o estar preparado
para asertar) que p. Price concluye que `ser doble´ aparece luego como una norma de la
aserción. A su vez, la doblez no puede equipararse a la asertabilidad justificada porque
80
Minimalismo, verdad y normatividad
- 81 -
evaluar si es el caso que doble(p) no equivale a evaluar si es el caso que p está
justificada99.
Pero ¿Alcanza con que el concepto de doble satisfaga el esquema
desentrecomillador para concluir que es una norma de la aserción? Cuando recordamos
la caracterización que Wright propone para los predicados prescriptiva o
descriptivamente normativos vemos que el predicado `doble´, y luego el ser doble como
propiedad, no satisface los criterios.
Recordemos nuevamente que según Wright, una característica de las movidas de
una determinada práctica es una norma descriptiva si, de hecho, los participantes de la
práctica se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus movidas, por la
presencia o ausencia en una movida propuesta de dicha característica. O, dicho de otro
modo, un predicado F es descriptivamente normativo en caso de que la selección,
aprobación, etcétera, de una movida por parte de un participante está de hecho guiada
por su juicio de si la movida es F. El predicado `doble´ no es descriptivamente
normativo según esta caracterización. Los hablantes en la práctica asertiva no están
guiados cuando seleccionan las aserciones que harán por el juicio de si la aserción es, en
algún sentido, doble. Tampoco es cierto que la selección, aprobación, etc. de aserciones
en una práctica asertiva que se rige por la norma de justificación serían las mismas si los
participantes se guiaran, en vez de por el juicio de si las aserciones están o no
justificadas, por el juicio de si son o no son dobles.100
A su vez, una característica de las movidas de una determinada práctica es una
norma prescriptiva si la consideración reflexiva de que una movida posee dicha
característica, provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o permitirla, aún
si esa razón pasa en la mayoría de los casos desapercibida a los ojos de los participantes
de la práctica. O dicho de otro modo, un predicado F es prescriptivamente normativo en
caso de que la selección o aprobación de una movida en la práctica debe estar guiada
por el juicio de si la movida es o no es F. Nuevamente vemos que `doble´ no es un
predicado prescriptivamente normativo según esta caracterización. La consideración
reflexiva de que una aserción es doble no provee ninguna razón para realizarla o
permitirla. Tampoco es cierto que la selección o aprobación de las aserciones deba estar
guiada por el juicio de si son o no son dobles.
99
PRICE, H. (1998), p. 244
Para este punto resulta interesante la observación de WRIGHT, C. (2003), p. 95
100
81
Minimalismo, verdad y normatividad
- 82 -
Price pretende mostrar la trivialidad del argumento de Wright en lo que refiere a
la normatividad de la verdad, presentando una construcción análoga `doble´ que
satisface el esquema desentrecomillador y que, como el predicado veritativo, estaría
operando normativamente sobre la práctica asertiva. Dado que el predicado introducido
por Price obviamente no expresa ninguna norma sobre dicha práctica, pero sin embargo
aparece como si operara normativamente, la argumentación mostraría la vacuidad de la
norma que expresa el predicado de verdad tal como la presenta Wright.
Ahora bien, si lo que hemos argumentado antes es correcto, el predicado `doble´
no es ni descriptiva ni prescriptivamente normativo según la caracterización de Wright.
Al fallar la analogía, no se logra luego mostrar la trivialidad del carácter normativo del
predicado veritativo en el argumento inflacionario.
La argumentación de Price resulta incorrecta porque no parece suficiente para
que el concepto de verdad sea normativo, que satisfaga el esquema desentrecomillador.
Wright esboza una caracterización de lo que es ser una norma, donde distingue una
versión descriptiva y una versión prescriptiva de norma, e intenta mostrar que el
predicado veritativo satisface este criterio. Su punto es que cuando se caracteriza al
concepto de verdad a través del esquema desentrecomillador, resulta que es normativo
de acuerdo al criterio de normatividad que él ha fijado.
Es cierto que luego de caracterizar la normatividad descriptiva, Wright sostiene
que la verdad es descriptivamente normativa porque las elecciones de aserciones por
parte de los hablantes serían las mismas si se rigieran por una norma de verdad que las
que de hecho son cuando se rigen por una norma de justificación. Esta explicación de la
normatividad descriptiva del predicado veritativo puede llevarnos a creer erróneamente
que según la caracterización de Wright la normatividad de la verdad es conceptual,
quedando sujeta a la objeción de Price. Tratemos de despejar la ilusión.
Por una parte, esta equivalencia en cuanto a las acciones lingüísticas (aserciones)
determinadas por la evaluación de la verdad y por la evaluación de la justificación fue
rechazada en el segundo capítulo: de hecho las acciones lingüísticas difieren cuando los
hablantes deciden realizarlas en función de su verdad o de su justificación. Pero vemos
que la sugerencia de Wright en ese comentario parece estar fundada simplemente en el
esquema desentrecomillador. El esquema avala las inferencias en las que de una oración
inicial se infiere la oración que predica verdad de la oración inicial, y avala también el
recorrido inverso, en el que de una oración que predica verdad de otra oración se infiere
esa otra oración. En virtud de este vínculo conceptual, si juzgamos que una oración
82
Minimalismo, verdad y normatividad
- 83 -
inicial está justificada, podemos inferir correctamente que la oración que predica verdad
de la oración inicial también está justificada. Pero este vínculo conceptual, que nos
autoriza a realizar correctamente esta inferencia, no implica de ninguna manera que de
hecho realicemos en la práctica esta inferencia. Es un error considerar que los juicios
que los sujetos realizan en la práctica incorporan todas las inferencias que
conceptualmente reconocemos como correctas.
Ahora bien, esta observación que hacemos es pertinente para rechazar una
interpretación conceptual de la normatividad descriptiva, dado que lo que allí importa es
lo que los sujetos de hecho hacen. Pero ¿No es posible sostener aún una interpretación
conceptual de la normatividad prescriptiva que presenta Wright? Dado que en ese caso
lo que importa, aún si los sujetos no lo reconocen, es lo que ellos deben hacer, el
vínculo conceptual que liga a la verdad con la justificación, por sí mismo, determina que
si la justificación es una norma prescriptiva de la práctica asertiva, la verdad también lo
es. Que los sujetos no lo reconozcan no tendría en este caso ninguna relevancia. ¿No es
esta una deducción de la normatividad prescriptiva de la verdad basada estrictamente en
el análisis conceptual?
Tengamos presente que no es una consecuencia del esquema desentrecomillador
que la justificación resulte ser una norma prescriptiva de la práctica asertiva. El
esquema nada nos dice de la justificación. Según Wright, la norma de justificación es
requerida para que el contenido de las oraciones esté determinado. Sin detenernos
nuevamente a evaluar esta observación, admitamos por un momento que lo es.
Admitamos que debemos aceptar o emitir una oración cuando está justificada. Luego,
en virtud del vínculo conceptual establecido por el esquema desentrecomillador,
debemos aceptar o emitir la oración que predica verdad de la oración anterior. Este
deber de aceptar la segunda oración si aceptamos la primera sí es conceptual. ¿Se ha
mostrado con esto que debemos aceptar una oración si es verdadera? ¿Se ha mostrado
que también la verdad es una norma prescriptiva? Nuestra respuesta es negativa.
Tratemos de ilustrarlo con una situación análoga en la que reemplazamos al predicado
de justificación por otro. Imaginemos que la elegancia (el predicado `es elegante´) es
una norma prescriptiva de la práctica asertiva. La analogía es admisible, dado que la
normatividad prescriptiva de la justificación no se deduce del esquema de equivalencia,
sino que resulta de consideraciones independientes. Lo que buscamos determinar es si el
esquema de equivalencia transmite la normatividad prescriptiva de uno al otro lado del
bicondicional. Si una oración es elegante, aún cuando no la reconozcamos como
83
Minimalismo, verdad y normatividad
- 84 -
elegante, debemos aceptarla o emitirla. Luego, por el vínculo conceptual establecido en
el esquema desentrecomillador, debemos aceptar la oración que predica verdad de la
oración elegante. En esta práctica imaginaria, ¿Actúa el predicado veritativo como
norma prescriptiva? No, no lo hace. Incluso podría resultar que toda oración que predica
verdad de otra oración no fuera elegante. Si agregamos a la situación el prepuesto de
que sólo debemos aceptar oraciones elegantes, obtendremos un conflicto de deberes.
Estaremos obligados a rechazar la segunda oración (donde se predica verdad) en virtud
de las prescripciones que regulan la práctica asertiva imaginada, y estaremos obligados
a aceptarla en virtud del vínculo conceptual que la liga a una oración que debemos
aceptar según esas mismas prescripciones. Pero el vínculo conceptual no la transforma
en una norma prescriptiva. Las prescripciones, como las directivas que intervienen en
las inferencias prácticas, regulan la acción. Las reglas asociadas a la normatividad
conceptual nunca ofrecen por sí mismas razones para actuar.
5.2 - La función del concepto de verdad
En las páginas anteriores expusimos la objeción principal que inyecta Price al
argumento inflacionario de Wright. Pero a su vez, Price sugiere que la verdad es una
norma independiente que rige sobre la práctica asertiva, aunque ni Wright ni Horwich
hayan sabido reconocer ni formular correctamente la norma. La verdad es normativa en
un sentido no explicado por la teoría deflacionista. Esta normatividad no requiere que se
abandone la tesis deflacionista de que la verdad no es una propiedad sustancial.
Simplemente requiere que la explicación del uso común del concepto de verdad no se
funde únicamente en el esquema desentrecomillador, sino que apele a la utilidad, para
una comunidad de discurso, de considerar a la verdad como una norma independiente.
Price distingue tres normas que rigen en la aserción. Estas son (i) una norma
subjetiva o norma de sinceridad, (ii) una norma objetiva o norma de justificación, y (iii)
una norma de verdad. Formuladas negativamente, son:
(i)
Es incorrecto que uno declare [haga la aserción] que p si uno no cree que p.
(ii)
Es incorrecto que uno declare que p si, aunque uno crea que p, no tiene
razones adecuadas [adequate grounds] para creer que p.
(iii) Es incorrecto que uno declare que p si, de hecho, no es el caso que p.
84
Minimalismo, verdad y normatividad
- 85 -
La primera norma exige que el hablante sea sincero cuando emite una aserción
para que sea correcto hacerla. La segunda norma expresa la exigencia de que la aserción
que emite sea coherente con el resto de sus creencias. La tercera norma exige que lo
dicho por el hablante sea de hecho el caso. Si, como piensa Horwich, ningún
deflacionista ha negado que la verdad sea una norma en el tercero sentido, esto
mostraría para Price que ningún deflacionista ha notado hasta ahora que la teoría
deflacionista no puede dar cuenta de esta norma. El punto crucial para Price es que
juzgamos que un hablante dice algo incorrecto o equivocado cuando juzgamos que su
aserción es falsa, incluso si es sincero al hablar, si es coherente en sus creencias y si está
en posesión de evidencia que hubiera llevado a cualquier otra persona razonable a
cometer el mismo error.
Podríamos pensar que todo lo que hacemos al aplicar la tercera norma o predicar
verdad es simplemente volver a asertar [re-assert] lo que un sujeto ha dicho antes, o
asertar su negación, sin que en ello se reconozca estrictamente ninguna dimensión
normativa. Para mostrar que este no es el caso, Price propone que imaginemos una
comunidad con una práctica lingüística en la que las oraciones se usan para expresar
creencias, pero en la cual los desacuerdos no poseen otra dimensión normativa más que
la expresada en las normas (i) de sinceridad y (ii) de justificación. Price llama a esta
comunidad los MOA y a sus miembros moan´s en referencia a que sus aserciones
expresan meramente opiniones [merely opinionated assertion]. En esta comunidad los
hablantes se critican mutuamente por falta de sinceridad o por falta de coherencia, pero
admiten frente a los desacuerdos que ambas partes pueden haber hablado correctamente
y pueden tener razones para emitir sus aserciones, siguiendo las normas (i) y (ii), sin
que ninguno esté equivocado.
Uno de los usos que esta comunidad podría dar al concepto deflacionario de
verdad es el de expresar acuerdo con la opinión emitida por otro hablante. `Eso es
verdadero´ funcionaría en ese caso como `Otra vez lo mismo´ en el contexto de un
restaurante en el que los clientes están ordenando qué quieren comer. `Eso es verdadero´
serviría en ese caso para indicar que se tiene la misma opinión que el hablante anterior,
del mismo modo que `Otra vez lo mismo´ sirve en el restaurante para indicar que se
ordena lo mismo que quien acaba de ordenar.
La dificultad para imaginar una comunidad como la MOA reside para Price en
que estamos acostumbrados a juzgar la situación de acuerdo a nuestros propios criterios
85
Minimalismo, verdad y normatividad
- 86 -
normativos, y para nosotros la verdad opera efectivamente como norma, aunque esto no
pueda ser explicado únicamente a través de la función desentrecomilladora.
El punto de Price, entonces, es que una teoría de la verdad debe explicar el rol
que ésta cumple en la vida de los hablantes del lenguaje en tanto norma de la aserción.
Un modo de hacer esto es ofrecer una genealogía de esta norma. Para hacerlo, Price
juzga que no es necesario suponer que la verdad es una propiedad sustancial. Debemos
preguntar por ejemplo cuál es el motivo por el cual la invención de esta norma puede ser
útil. Y una respuesta posible, sugiere Price, es que transforma lo que de otro modo
serían desacuerdos libres de error en situaciones sociales inestables, cuya inestabilidad
sólo se resuelve a través de la argumentación y el acuerdo, con lo cual se incentiva la
argumentación en la medida en que la comunidad premia, a quien argumenta
exitosamente, a través de la evaluación positiva de su posición dialéctica.
Ahora bien, hemos visto que para Price son tres las normas que rigen la
aserción. ¿No podemos dudar todavía de si esta tercera norma sobre la que él ha
enfatizado es efectivamente la norma de la verdad? ¿Por qué no llamarla norma de
justificación intersubjetiva? Para Wright, la norma de verdad es distinta a la norma de
justificación intersubjetiva. Price en cambio no argumenta en este sentido. No cree que
exista una norma de verdad independiente de la justificación intersubjetiva en el sentido
de Wright de que cumplir con una norma no implica cumplir con la otra. Price apela
únicamente al rol del predicado veritativo en la práctica lingüística, para argumentar que
es adecuado considerar que la tercera norma es la verdad y que reconocerlo es necesario
para explicar el uso común del predicado veritativo.
El punto no carece de importancia, ya que lo que Wright buscaba mostrar es la
independencia de la norma de la verdad en tanto no es la misma norma que la
justificación intersubjetiva. Cuando Price llama independiente a la norma de verdad, la
distingue en cambio de la norma de sinceridad y la norma de coherencia. La
importancia que tiene en el argumento de Wright la independencia de la norma de la
verdad, está dada por el vínculo que habría entre normas independientes y propiedades
sustanciales. Veremos más adelante si esta relación que hasta el momento permanece
irresuelta, se desvanece cuando interpretamos la normatividad de la verdad en función
de su carácter motivacional.
Pero evaluamos antes los argumentos y motivos por los cuales Price considera
adecuado defender que esta tercera norma es o debe ser considerada como la norma de
la verdad. La tesis de Price es la siguiente: la práctica conversacional está atravesada
86
Minimalismo, verdad y normatividad
- 87 -
por una norma implícita y la expresión explícita de esa norma es la verdad101. De
acuerdo a esta norma, estamos preparados para juzgar que un hablante se equivoca, o
está diciendo algo incorrecto, simplemente sobre la base de que estamos preparados
para emitir una aserción contraria a la suya, independientemente de cualquier
diagnóstico respecto de las fuentes del desacuerdo.
Existe una práctica fundamental de expresar actitudes de aprobación y
desaprobación en respuesta a percepciones de acuerdo y desacuerdo entre las aserciones
que se expresan y los compromisos que éstas generan. Términos como `verdad´ y
`falsedad´ dan voz [give voice] explícita a estas expresiones de aprobación y
desaprobación.
Price remarca el hecho de que, si esta norma no estuviera ya operando en el
discurso asertivo, no podríamos agregarla simplemente introduciendo un predicado
normativo. Sin esta norma los desacuerdos convivirían sin provocar procesos de
argumentación. Incluso los desacuerdos respecto a la justificación carecerían de una
dimensión normativa. Lo que hace que estos desacuerdos importen es que suscribimos a
una práctica según la cual el desacuerdo es la indicación del error culpable en alguno de
los hablantes. Esto es lo que Price llama `estar sujetos a la norma de la verdad´. El
diálogo asertivo requiere que seamos intolerantes frente al desacuerdo. Esta intolerancia
es un presupuesto pragmático de la capacidad de juzgar. No juzga ni hace aserciones
quien no suscribe a la tercera norma.
La verdad, a diferencia de la justificación, es esencialmente normativa en tanto
posee un carácter motivacional inmediato que hace que los desacuerdos sean situaciones
sociales inestables. Sin este carácter motivacional inmediato propio de la verdad, no
habría normatividad en la justificación102.
Ahora bien, ¿Cuál es el rol o la función de esta norma de la verdad? Según Price,
y a diferencia de lo que como veremos cree Rorty, esta norma modifica
considerablemente la práctica asertiva. Price propone dos versiones para dar cuenta del
rol de la verdad.
Según la primera, el compromiso con la norma de la verdad genera el espacio
conceptual que permite la argumentación. Sin esta norma la idea de que podríamos
mejorar nuestros compromisos epistémicos o puntos de vista a través de su
confrontación con los de nuestra comunidad o con los de otra comunidad sería
101
102
PRICE, H. “Truth as convenient Friction”, Journal of Philosophy 100, 2003, p. 14
PRICE, H. (2003) p. 20
87
Minimalismo, verdad y normatividad
- 88 -
simplemente incoherente. Con lo cual la norma de la verdad abre el espacio conceptual
para la argumentación y el progreso. Pero la norma no sólo abre un espacio, sino que
promueve el progreso al incentivar a los hablantes que desacuerdan a resolver el
desacuerdo a través de la argumentación. El incentivo consiste en que la comunidad
evalúa positivamente la posición dialéctica de quien triunfa. Esta es la segunda versión
con la que Price da cuenta del rol de la verdad: la norma juega un rol causal al
incentivar a los hablantes a resolver sus diferencias a través de la argumentación y el
diálogo.103
No es claro, sin embargo, por qué resulta incoherente la idea de que sin la
tercera norma no podríamos mejorar nuestros puntos de vista a través de su
confrontación con los de otros. Podemos imaginar que aún en una comunidad como la
MOA que no se rige de acuerdo con la tercera norma, aquellos que estén de acuerdo, se
juntarán para realizar proyectos en común. Si tienen éxito en llevar a cabo sus empresas,
el resto de la gente podrá mejorar sus puntos de vista copiando su modo de actuar y
pensar aunque no haya una norma por la cual se desapruebe sistemáticamente el
desacuerdo. Frente a esta objeción, Price parece responder minimizando la capacidad
para desacordar cuando la tercera norma está ausente.
En un sentido importante, desde la perspectiva que proponemos, es la
práctica de aplicar la tercera norma lo que crea el desacuerdo, allí donde
inicialmente había mera diferencia.104
Para Price hay una incompatibilidad primitiva entre ciertos compromisos
comportamentales de un individuo, basados en la imposibilidad de hacer y no hacer una
cierta acción -como tomar y no tomar una taza de café. Todo lo demás, tanto la
incompatibilidad pública entre aserciones en conflicto de distintos hablantes como la
incompatibilidad privada esencial a todo razonar, es producto de convención y depende
de la tercera norma. Veamos a continuación qué tipo de normatividad es la que tiene en
mente Price, cómo se relaciona esta concepción con la caracterización que ofrece
Wright, y qué consecuencias posee para el aspecto propiamente inflacionario del
argumento.
103
104
PRICE, H. (2003) p. 15
PRICE, H. (2003) p. 16
88
Minimalismo, verdad y normatividad
- 89 -
5.3 – El carácter motivacional del concepto de verdad
Veamos ahora qué tipo de normatividad es la que preocupa a Price. La verdad es
la expresión explícita de actitudes de aprobación y desaprobación. Y según su opinión,
toda violación de esta norma de la aserción recibe críticas y censuras. Aquellos
conceptos que sirven para aprobar y desaprobar son conceptos evaluativos en términos
algo distintos a la caracterización de Engel105. Es evaluativo el concepto de verdad en
virtud de su carácter motivacional106. La idea de Price es que siempre que uno emite una
aserción desaprueba las aserciones contrarias. A su vez, Price se refiere a la aprobación
de la comunidad de la posición dialéctica de un hablante como `un premio´. Las
evaluaciones actúan como premios y castigos que al acompañar a las aserciones generan
prescripciones. Estas prescripciones no están promulgadas por una autoridad definida,
sino que es la comunidad misma la que ejerce la autoridad sancionando y premiando a
través de sus evaluaciones. Distinguimos dos instancias de aprobación y reprobación,
referidas a la comunidad y al individuo: una actitud general de desaprobar el desacuerdo
y actitudes individuales de desaprobar aquello con lo que se desacuerda. En la línea de
la primera instancia que mencionamos, Price señala que la práctica asertiva es
intolerante frente al desacuerdo, y que éste indica la presencia de un `error culpable´.
Todas estas observaciones sugieren que Price piensa la normatividad
primeramente en términos de evaluaciones que a su vez generan prescripciones
implícitas en las prácticas, de acciones que los individuos deben y no deben hacer con
independencia de lo que quieran hacer, y donde la primera instancia de sanción o
castigo -propia de la estructura de las prescripciones- es la evaluación negativa o
desaprobación.
Siempre que hay un desacuerdo ambas partes se exhortan mutuamente a cambiar
de opinión, se critican y desaprueban. La comunidad premia a uno y castiga al otro. El
motivo por el cual se culpan mutuamente es el de no haber hecho una aserción
verdadera.
Por otro lado, el ejemplo de la comunidad MOA parece indicar que la
normatividad no es constitutiva del concepto de aserción, en la medida en que puede
haber aserciones que no se comprometan con la tercera norma. Sin embargo, Price no
105
Hemos visto que para Engel un concepto es evaluativo si expresa una propiedad que valoramos,
mientras que para Price un concepto es evaluativo en la medida en que se usa para expresar una
apreciación, aprobación o valoración.
106
PRICE, H. (2003) p. 19
89
Minimalismo, verdad y normatividad
- 90 -
cree que sea incorrecto, aunque desde una perspectiva pragmática pueda resultar poco
interesante, decir que la norma de la verdad es lo que distingue una práctica asertiva
genuina, y en este sentido la norma parece condición de posibilidad del discurso
asertivo. Este aspecto cobra fuerza si recordamos que Price no parece aceptar que el
desacuerdo entre aserciones sea posible sin el trasfondo de la tercera norma. Para
evaluar este punto deberíamos profundizar nuestro estudio del vínculo entre acuerdo y
aprobación. De todos modos, Price no está comprometido con que la verdad sea una
norma de la aserción en tanto norma conceptual, constitutiva del significado de la
verdad y de la aserción.107
Ahora estamos en posición de juzgar la pretensión de Price de que la verdad es
la expresión explícita de esta tercera norma presente en la práctica asertiva, por la cual
todo hablante aprueba el acuerdo y desaprueba el desacuerdo, simplemente si está en
condiciones de emitir una aserción contraria y con independencia de todo diagnóstico
respecto a la fuente del desacuerdo. Evaluemos una objeción posible que imagina el
propio Price, manteniendo una posición deflacionista, y la respuesta que ofrece.
Price advierte que el deflacionista podría aceptar que existe esta tercera norma
pero negar que el predicado de verdad la exprese, y responde que esa posición sería
difícil de sostener dado que cualquier predicado –`correcto´ por ejemplo- que exprese la
tercera norma va a funcionar como un predicado desentrecomillador, y su regla de uso
será que uno está preparado para asertar que p es correcto si y sólo si uno está preparado
para asertar que p, y está preparado para asertar que p es incorrecto si y sólo si uno está
preparado para asertar no-p. En otras palabras, dice Price, la regla de uso de este
predicado normativo muestra enorme parecido con el esquema desentrecomillador. En
la misma línea dice Price que `verdad´ y `corrección´, tal como aparece en la tercera
norma, son intercambiables en todo contexto relevante. Esto es consecuencia de que se
ha equiparado acuerdo y aprobación: siempre que acuerdo en que p es el caso –sostengo
que p- apruebo p –afirmo que p es correcto.
El inconveniente con esta respuesta de Price a la objeción deflacionista, fundada
en que verdad y corrección son intercambiables en todo contexto relevante 108, es que no
parece cierto que siempre que una aserción sea verdadera será correcta. Esto se
evidencia, por ejemplo, en la adopción de Price de formulaciones negativas de las
Cf. PRICE, H. “Immodesty without mirrors -- making sense of Wittgenstein's linguistic pluralism” en
Max Kölbel and Bernhard Weiss (eds), Wittgenstein´s Lasting Significance, London, Routledge & Kegan
Paul, 2004, 179-205.
108
PRICE, H. (1998), p. 249-50
107
90
Minimalismo, verdad y normatividad
- 91 -
normas, resaltando el nexo entre falsedad e incorrección por encima del nexo entre
verdad y corrección. Obviamente pueden y suelen haber muchos otros requisitos,
además de la verdad, para que una aserción sea correcta bajo el criterio y la perspectiva
de un fin determinado –la elegancia, el tono de voz, u otras características definidas por
el contexto de emisión. Todo lo que la norma indica es que si algo es falso es incorrecto
asertarlo. Dicho de otro modo, dado que la verdad es sólo uno de los requisitos para que
una aserción sea correcta, los conceptos no son intercambiables. La aprobación de una
oración requiere de otros componentes además de la verdad. Tampoco es obvio que
siempre se desapruebe lo falso. Estas observaciones no atentan contra el funcionamiento
en el diálogo de la norma según la cual cuando alguien aserta `p´ desaprueba `no-p´, ni a
su funcionamiento en la relación entre los hablantes y la comunidad, para la cual todo
desacuerdo es índice de error culpable. La práctica implícita de aprobación y
desaprobación frente a percepciones de desacuerdo no parece comprometida con la
verdad, dado que puede sostenerse aunque la verdad no sea el criterio para dirimir quién
es culpable y quién está en lo correcto. Aunque el esquema desentrecomillador sirva
para dar cuenta de las reglas de uso de un predicado normativo, éste no tiene por qué
asociarse al predicado de verdad, dado que las razones para asertar que p puede ser
múltiples.
La objeción del deflacionista que imagina Price sugiere que cuando alguien
afirma que un enunciado es verdadero no explicita al hacerlo una práctica implícita de
aprobación. Claro que toda aserción, aunque en ella no se predique verdad o falsedad de
una oración, es normativa, en tanto al emitirla el hablante desaprueba toda aserción
contraria. Pero ¿Por qué decir que el concepto de verdad explicita esta actitud
aprobatoria? ¿Por qué considerar que cuando predico verdad explicito y enfatizo que
desapruebo y estoy motivado a criticar toda opinión contraria, y que ésta es la función
principal del predicado? La práctica de aprobación y desaprobación, como señala Price,
es anterior a la incorporación del predicado normativo. Si tanto cuando afirmo `p´ como
cuando afirmo `p es verdadero´ existe una dimensión normativa de acuerdo a la cual
desapruebo oraciones contrarias a `p´, ¿En qué sentido la verdad explicita la norma?
Más bien parece encubrir la normatividad al predicar verdad en vez de corrección, o de
simplemente halagar la posición para manifestar su estima.
Price no puede responder que la razón de la desaprobación o prohibición de
afirmar `p´ es que es falso y la razón de la aprobación de su contraria es que es
verdadero, como en el ejemplo `no debes negar `p´, porque `p´ es verdadero´. El
91
Minimalismo, verdad y normatividad
- 92 -
oponente objetaría que, aún si para alguien no importa si `p´ es verdadero o falso para
que lo afirme, todavía puede regirse por la práctica implícita que señala Price de
desaprobar aquello que desacuerda con sus opiniones. Las razones por las cuales
desapruebe aquello con lo que desacuerda parecen hasta cierto punto independientes de
la práctica de desaprobar. En el ejemplo anterior, podemos reemplazar `verdadero´ por
otros predicados, como `justificado´ o `útil´ sin impedir los resultados señalados por
Price que produce la práctica, a saber, abrir un espacio para la argumentación e
incentivar positivamente el diálogo y la resolución de los desacuerdos. Si esto es así, no
hay motivo teórico para asociar la práctica implícita y la tercera norma al concepto de
verdad.
Evitando ese falso camino, en cambio, Price sugiere que el predicado de verdad
expresa la tercera norma no tanto porque es la razón que respalda la desaprobación, cosa
que como hemos señalado podría hacer también otro predicado, sino porque en virtud
de su carácter esencialmente motivacional es aprobatorio, algo así como un pequeño
premio o castigo verbal109. Este carácter motivacional no lo poseen otros predicados,
como `justificado´. Determinar si un predicado posee o no posee este carácter
motivacional es una cuestión estrictamente empírica.
Para Price, entonces, la cuestión no es si necesitamos o no una norma de verdad
además de la norma de asertabilidad justificada o de asertabilidad idealmente
justificada, ni si es posible cumplir con una sin cumplir con la otra, sino más bien que la
asertabilidad garantizada no es normativa en el sentido en que lo es la verdad. La verdad
hace que los desacuerdos importen porque posee un carácter inmediatamente
motivacional. No hay razón para suponer que la asertabilidad idealmente garantizada o
simplemente garantizada posea este carácter. Dice Price:
Si alguien me dice que mis creencias no son las de nuestros infinitamente
refinados investigadores futuros, ¿por que habría de molestarme aquello?
Mis costumbres no son las del palacio, pero ¿y qué? En otras palabras, es
difícil ver de qué manera aquella identificación podría generar la inmediata
normatividad de la verdad. […] Pues podríamos advertir que tenemos
opiniones diferentes respecto de lo que es asertable justificadamente, sin que
nos parezca que aquella diferencia en opinión posee alguna importancia. Lo
que le da importancia es el hecho de que el desacuerdo es un índice de error
109
Otras veces Price simplemente advierte que en definitiva lo importante no es el rótulo de la norma, o si
se trata o no de la norma de la verdad, sino la función que la norma cumple en la práctica asertiva.
92
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culpable, de un lado o del otro; en otras palabras, que nosotros mismos nos
consideramos sujetos a las normas de la verdad y la falsedad.110
El punto crucial es que sin la norma de la verdad los desacuerdos carecerían de
importancia, incluso aquellos que versan sobre lo que está justificado. Sin la norma de
la verdad no podríamos discutir respecto a qué está justificado. Pero ¿Por qué juzga
Price que el predicado de verdad posee un carácter esencialmente motivacional? ¿No
hemos dicho que el hecho de que un predicado posea o no posea este carácter
motivacional es una cuestión estrictamente empírica? ¿Cómo puede ser, entonces,
esencial? Muchos predicados poseen un carácter evaluativo sin que ese carácter sea
esencial. El predicado `es negro´, aplicado a personas africanas, puede poseer este
carácter en algunas comunidades, y en otras no poseerlo. Este carácter evaluativo del
predicado puede llevarnos a evitarlo en nuestra práctica lingüística, y reemplazarlo por
otro predicado que posea la misma extensión que aquél. Pero si `es negro´ funciona
como un predicado evaluativo en una comunidad, ese carácter motivacional puede
desaparecer sin que varíe la extensión del concepto y, más importante, sin que el
predicado pierda ningún rasgo esencial. Pero entonces, ¿Existen predicados
esencialmente evaluativos? ¿No son los predicados, a lo sumo, contingentemente
evaluativos? ¿No es este rasgo motivacional una función estrictamente pragmática que
se adjunta al predicado, sin que por ello su identidad deje de estar
determinada
exclusivamente por la propiedad que denota o expresa y el criterio para reconocerla? La
hipótesis de que hay conceptos esencialmente evaluativos responde negativamente a
estas preguntas que formulamos. La idea es que algunas palabras mantienen sobre el
criterio que determina sus aplicaciones correctas (este es un tipo de corrección), el poder
de anunciar una multitud de hábitos y acciones en el porvenir de la persona que la usa, y
de motivar a la audiencia a actuar o sentirse de cierta manera. Esta posición filosófica
suele tomar como uno de los casos paradigmáticos al concepto de corrección111. Es un
concepto inmunizado al criterio. Asociarse a un criterio no es parte esencial de su
gramática. Sí es esencial, en cambio, influir en los otros motivándolos a aprobar aquello
de lo que se predica corrección. La idea de Price de que el concepto de verdad también
110
PRICE, H. (2003) p. 20
Cf. WITTGENSTEIN, L. Lecciones y conversaciones sobre estética, psicología y creencia religiosa,
Barcelona, Paidos, 2002, p. 86-7
111
93
Minimalismo, verdad y normatividad
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posee estas características no es fácil de sostener, dado que su uso está innegablemente
ligado a algunas funciones evidentemente descriptivas112.
Sin embargo, debemos hacer notar que la dirección general adoptada en la
observación de Price no es irrelevante para el planteo de Wright. Esto se evidencia en el
siguiente pasaje:
Ahora bien, se ha hecho, sin duda –aunque no me detuve sobre esto es
Verdad y Objetividad- una asunción en esta línea de pensamiento. Se podría
argumentar que lo que, en sentido estricto, se ha mostrado es solamente que,
si se explica el predicado de verdad a través del esquema desentrecomillador,
se impone un uso de él que exige [calls for] una norma sobre la aserción y
aceptación de enunciados que es distinta de la norma de justificación. Otra es
la cuestión de si existe realmente esa norma –si hay realmente tal manera en
la que un enunciado está o no está en orden. En otras palabras, una cosa es
que una expresión sea usada para realizar un tipo particular de juicio
normativo; otra cuestión bastante distinta es que haya una cosa semejante a
un portador, que realmente merezca un juicio normativo de esa clase. Un
teórico del error respecto de la ética, por ejemplo, puede estar dispuesto a
aceptar que los términos éticos se usan normativamente- que se usan por
ejemplo para aplaudir y censurar episodios particulares de conducta. Pero él
negará sin embargo que haya alguna característica real por cuya posesión un
determinado episodio de conducta pueda ser apto para recibir esa valoración
[appraisal].113
La posibilidad que Wright debe evitar es que consideremos al predicado de
verdad como quienes consideran que el predicado de bondad, si bien es utilizado para
realizar juicios normativos, no expresa en realidad ninguna propiedad.
Para Wright, esta línea interpretativa de la normatividad de esos juicios y de su
relación o ausencia de relación con propiedades reales, está vedada a la posición
deflacionista, desde el momento en que adopta el esquema desentrecomillador para
definir el predicado de verdad. Ya que un deflacionista, en función de su concepción de
la verdad, debe conceder que los enunciados con predicados como `es bueno´ realmente
112
Sin duda no es únicamente una prescripción, porque de otro modo no se podría explicar su rol en
ciertas inferencias, como cuando se deduce de `lo que Pedro dice es verdad´ y `Pedro dice que él ha
venido´ que `él ha venido´.
113
WRIGHT (2003), p. 86-7
94
Minimalismo, verdad y normatividad
- 95 -
son verdaderos cuando las circunstancias adecuadas se cumplen. Para un deflacionista
cada enunciado significativo, que versa sobre un asunto objetivo, posee condiciones
objetivas en las que el predicado `es verdadero´ se aplica correctamente 114. Esas
condiciones objetivas estarán garantizadas por los criterios de justificación. Esta
amplitud en cuanto al espectro de enunciados que son realmente aptos para ser
verdaderos o falsos, impide al deflacionista adoptar esta línea interpretativa respecto de
la normatividad del predicado de verdad. Sostener conjuntamente estas dos tesis no
sería consistente. De esta manera, Wright pretende bloquear la posición que guarda
Price, donde la normatividad de la verdad resulta perfectamente compatible con su
carácter insustancial. Nuevamente nos enfrentamos a la relación entre normas
independientes y propiedades. Wright insiste en que si el predicado posee condiciones
objetivas de aplicación, expresa una propiedad. Esa propiedad, dado que sirve para
formular una norma independiente de toda otra norma construida con predicados que
expresen otras propiedades, es una propiedad (al menos en algunos casos) sustancial.
Una vez que se acepta el esquema desentrecomillador, no es posible desde su
perspectiva evitar la conclusión inflacionaria adoptando una interpretación evaluativa de
la normatividad.
En resumen, Price cree que hay una norma implícita en la práctica asertiva según
la cual el desacuerdo importa, en el sentido de que es índice de error culpable. Cuando
los hablantes afirman una oración también la aprueban y desaprueban su contraria. Sin
esta normatividad implícita la incorporación de predicados normativos no generaría
compromisos normativos. El predicado de verdad no sólo describe la desaprobación,
cosa que podría hacer también otro predicado, como hemos señalado, sino que en virtud
de su carácter esencialmente motivacional es aprobatorio, algo así como un pequeño
premio o castigo verbal. En esta línea hemos sugerido que esta normatividad resaltada
por Price, tanto al operar entre hablantes como en la relación de los hablantes con la
comunidad, responde al modelo de la normatividad evaluativa sobre la cual a su vez se
fundan prescripciones.
Evaluemos, para finalizar el capítulo, si esta propuesta de Price es incompatible
con la normatividad que Wright reconoce en el predicado de verdad. Ya hemos visto
que la normatividad que Wright atribuye a la verdad no se desprende del esquema
114
Inferimos que reconocer que el predicado de verdad posee condiciones objetivas de aplicación,
compromete a Wright a negar que el predicado de verdad sea esencialmente motivacional en el sentido
que presentamos antes.
95
Minimalismo, verdad y normatividad
- 96 -
desentrecomillador, sino de criterios independientes, que Wright divide en normatividad
descriptiva y la normatividad prescriptiva, distinción que se divide a su vez en casos de
normatividad positiva y negativa.
Si bien la crítica de Price a Wright, justamente por este motivo, no parece
adecuada, es posible que su propia concepción de la normatividad de la verdad no sea
incompatible con la de Wright, a pesar de las diferencias entre ambos.
Un primera diferencia reside en que Price no está interesado en la normatividad
descriptiva, según la cual la verdad es una norma descriptiva en tanto los participantes
de la práctica asertiva se encuentran positivamente guiados, al seleccionar sus
aserciones, por la evaluación de si ellas son o no verdaderas. Price no se pronuncia
respecto de los fines que guían las elecciones de los hablantes. Pero aún más relevante,
esta normatividad no permite que demos cuenta de la importancia de los desacuerdos.
Cuando dos hablantes difieren en sus opiniones, nada indica hasta aquí que uno de ellos
comete un error y es culpable por ello.
No ocurre lo mismo en principio con la normatividad prescriptiva de Wright,
según la cual la verdad es una norma prescriptiva en tanto la consideración reflexiva de
que una aserción es verdadera provee una razón (derrotable) para realizarla, aprobarla o
permitirla. Pero la diferencia con Price en este caso parece ser que en su opinión un
hablante está preparado para desaprobar cualquier opinión contraria a la suya con
independencia de todo diagnóstico respecto a la fuente del desacuerdo. No es la
consideración reflexiva de que una aserción es verdadera lo que provee razón para
desaprobar las aserciones contrarias, sino que éstas son desaprobadas en tanto son
contrarias. La razón para desaprobar no genera por sí sola compromisos normativos, si
no existe ya una normatividad implícita en la práctica.
Price insiste, en cambio, en que la normatividad de la verdad y su independencia
de la justificación depende del carácter motivacional que la primera posee y la segunda
carece. Este carácter motivacional no avala la perspectiva de Wright según la cual
existen dos normas distintas que los hablantes deban cumplir y puedan fallar en hacerlo.
La verdad no es normativa en el sentido de que es un requisito para que una aserción sea
correcta que sea verdadera, sino en el sentido de que predicar verdad es aprobar y
predicar falsedad es desaprobar. La acción de predicar verdad es en parte
una
evaluación, una prescripción. En el modelo de Wright se aprueba una aserción porque
es verdadera, en el modelo de Price se aprueba una aserción al decir que es verdadera.
Las reflexiones de Wright no dan cuenta de la normatividad de la verdad porque no
96
Minimalismo, verdad y normatividad
- 97 -
alcanza para ello con que se lo presente como condición de corrección de las aserciones.
Price no niega que la verdad actúe como razón para aprobar una aserción y en este
sentido de algún modo acepta que la verdad es prescriptivamente normativa según la
caracterización que propone Wright. Pero Price rechaza esa caracterización, dado que
considera que aquello que tiene de interesante y particular la normatividad de la verdad
no es consecuencia de que actúa como razón para desaprobar, sino de su carácter
esencialmente motivacional. Y sólo en este sentido es independiente de la justificación,
que no posee un carácter motivacional. Su independencia no se funda en el hecho de
que el cumplimiento de una norma no implica que se ha cumplido con la otra, ni en que
verdad y justificación sean condiciones distintas que las aserciones deben cumplir, ni en
que diverjan en extensión, sino más radicalmente en que la verdad es normativa y la
justificación no lo es. A pesar de que, por su caracterización de la normatividad que
incluye a las directivas y a las prescripciones, Wright no coincida con esta conclusión
de Price, su posición no es inconsistente con el reconocimiento de que la verdad posea
también un carácter motivacional.
5.4 - Panorama general de la normatividad de la verdad
Con lo cual obtenemos un panorama en el cual distinguimos cuatro planos en los
que la verdad presuntamente opera como una norma:
(1) El plano descriptivo (directivas) que hace referencia a la acción real y efectiva
de los sujetos en sus elecciones,
(2) El plano prescriptivo, que puede ser empírico o conceptual, y que hace
referencia a lo que los sujetos deben hacer con prescindencia de lo que hagan,
(3) El plano conceptual, que puede clasificarse como un modo específico del
plano prescriptivo, donde la relación entre deber y verdad está contenida en la
definición de los conceptos y puede establecerse a través del análisis conceptual,
(4) El plano evaluativo o motivacional, que hace referencia a la aptitud que
poseen algunos conceptos para premiar o castigar acuerdos y desacuerdos a través de su
uso en el lenguaje.
En nuestro recorrido hasta aquí hemos encontrado enfoques en que el predicado
de verdad es candidato a ser concebido como una norma alternativamente en estos
97
- 98 -
Minimalismo, verdad y normatividad
cuatro planos posibles de evaluación. Se postula que la verdad es normativa porque (1)
determina las acciones lingüísticas que los sujetos de hecho eligen, porque (2) se
considera de hecho que debe determinar las acciones lingüísticas que ellos realizan,
porque (3) el análisis conceptual del concepto de verdad o del concepto de aserción
indica que se debe afirmar sólo lo que es verdadero, o que sólo hay aserción cuando se
tiene la intención de afirmar lo que es verdadero, porque (4) el acto lingüístico de
atribuir verdad se utiliza para premiar y castigar.
Wright nos ha presentado su propia caracterización de la normatividad, que
nosotros asociamos preferentemente a (1) y a (2). Horwich acepta la caracterización de
Wright sin reparos ni elucidaciones. Al examinar este primer intercambio quedó en
evidencia como núcleo problemático la relación entre normas independientes y
propiedades sustanciales. Engel en cambio sostiene la tesis de Wright interpretando esa
caracterización en relación a (3), y niega a su vez que la verdad sea normativa en el
sentido (1), (2) y (4). Hemos argumentado que, si bien su análisis puede resultar
interesante o correcto –no juzgamos ese asunto aquí-, presupone desde un comienzo la
meta a la que Wright pretende acceder a través del argumento del carácter normativo del
predicado de verdad, que es abrir la posibilidad de que, en algunos casos, el predicado
exprese una propiedad sustancial. Price niega cualquier interés a (3), ignora (1) y (2), y
propone (4) como el único plano pertinente en el cual la verdad resulta normativa. Con
esta interpretación de la normatividad pretende inmunizar al deflacionismo del
argumento de
Wright, evitando la
comprometedora
relación
entre normas
independientes y propiedades sustanciales. En el próximo capítulo retomaremos estos
temas, en busca de una resolución.
98
- 99 -
Minimalismo, verdad y normatividad
CAPÍTULO 6:
La verdad y el cambio cultural
Continuaremos en este capítulo el estudio de los aspectos normativos del
concepto de verdad, exponiendo críticamente nuevas posiciones adoptadas por autores
pragmatistas, y evaluando las respuestas que ofrecen al argumento de Wright. En el
capítulo anterior, a partir del análisis de la presentación de Price, pusimos en evidencia
los aspectos estrictamente evaluativos o motivacionales del concepto de verdad. Bajo
esa interpretación de la normatividad, Price pretendía evitar la consecuencia
inflacionaria de Wright: la verdad, a pesar de funcionar normativamente, permanece
para el pragmatismo como una propiedad no sustancial. No hay motivo para introducir
nuevamente a su estudio la cuestión de la constitución de la verdad. No hay nada que
decir respecto de la propiedad de la verdad, luego de ofrecer el análisis del concepto y el
modo en que funciona en la práctica.
Vamos a trabajar ahora con dos nuevos autores pertenecientes a la corriente
pragmatista, que a su vez han mantenido entre sí un intercambio de opiniones respecto
al tema que nos ocupa. El primero de ellos es Akeel Bilgrami, y el segundo es Richard
Rorty. La problemática de la normatividad de la verdad se manifiesta aquí
fundamentalmente formulada a partir del contexto de la investigación: ¿Es la verdad la
meta de la investigación? La ausencia en esta pregunta de alguna mención al concepto
de deber no debe desorientarnos. Hemos visto ya el vínculo que une al concepto de
deber con el concepto de propósito, intención o meta.115 Si la verdad fuera la meta de la
investigación, entonces trivialmente, si investigamos, debemos buscar la verdad.
También podemos preguntar: ¿De hecho buscamos la verdad cuando investigamos? Y
podemos preguntar ¿Debemos tener a la verdad como meta? Gracias a lo expuesto
antes, podemos asociar la pregunta en un caso a la normatividad descriptiva y en el otro
a la normatividad prescriptiva. Pero vemos también que nos enfrentamos en ambos
casos a una serie de preguntas asociadas todas ellas al propósito o fin de la
investigación. Los autores que vamos a trabajar en este capítulo priorizan y a veces
restringen el análisis a los casos de normatividad asociada a la acción.
115
Cf. Capítulo cuarto, p. 61
99
Minimalismo, verdad y normatividad
- 100 -
Uno de los rasgos determinantes de la posición pragmatista en la estrategia
argumentativa adoptada frente al problema que trabajamos aquí, es la apelación al
principio pragmático según el cual toda diferencia y distinción en el plano filosóficoconceptual, para ser relevante, debe ser requerida para explicar o expresar un fenómeno
o una diferencia en la práctica. Veremos que este criterio de relevancia, con el cual los
pragmatistas tratarán de inmunizar a la teoría de la verdad de algunas observaciones de
Wright requeridas para construir el argumento inflacionario, posee el inconveniente de
que su aplicación arroja resultados completamente disímiles (al menos) cuando se lo
aplica al problema de la verdad116.
Ya en el capítulo anterior expusimos el modo en que Price aplica el criterio de
relevancia pragmática, observando que para ese autor la función normativa del concepto
de verdad, no sólo posee una enorme potencia para determinar la práctica, sino que debe
ser considerado como el rasgo esencial del concepto. Rorty y Bilgrami también han
discutido respecto a cuál debe ser la posición pragmatista frente a la pregunta por la
normatividad de la verdad, aplicando el principio pragmatista. Al presentar la discusión
entre ambos podremos mostrar que aún al interior de esta corriente, no encontramos una
respuesta común a nuestro interrogante. Eso es lo que haremos en el primer apartado de
este capítulo. Veremos que las diferencias en cuanto al problema de la normatividad de
la verdad, al interior de la corriente pragmatista, en algunos casos se refieren a
cuestiones empíricas –cuestiones lingüísticas o sociológicas respecto del uso que de
hecho hacemos del concepto de verdad y las consecuencias de ese uso- y en otros casos
se refieren al modo en que podemos y debemos dar cuenta de un cierto fenómeno de la
práctica de la investigación. De los tres autores pragmatistas que vamos a considerar,
sólo Rorty niega –veremos cómo y por qué- que la verdad sea una norma independiente.
Encontraremos la primera diferencia que señalamos –asociada a cuestiones empíricasentre las posiciones de Price y de Rorty, mientras que el desacuerdo que mantiene aquél
con Bilgrami responde más bien a una diferencia del segundo tipo –referida al modo en
que cada uno explica ciertos fenómenos y los conceptos a los que apela para hacerlo.
Pero a su vez, Rorty ha ofrecido objeciones específicas contra el argumento y el
programa general presentado por Wright. Vamos a considerar esos argumentos, para
116
Russell objeta al principio pragmático precisamente la dificultad para extraer conclusiones objetivas que generen un acuerdo razonable- a través de su aplicación. Cf. RUSSELL, B. “William James
Conception of Truth” en Philosophical Essays, London, George Allen & Unwin, 1996, p. 112-30
100
Minimalismo, verdad y normatividad
- 101 -
volver nuevamente en el tercer apartado a considerar el núcleo del planteo de Wright
sobre la relación entre normatividad y ontología.
La estrategia general de Rorty consiste en distinguir dos tipos de objeciones que
se pueden levantar en la disputa en torno a la verdad, y que pueden llevarnos a
postularla como norma o meta de la investigación y las prácticas asertivas. Un tipo de
objeción admisible desde su perspectiva es que una descripción no permite explicar
ciertas acciones o prácticas. Objetar, por ejemplo, que las prácticas asertivas,
argumentativas o de investigación no pueden explicarse invocando únicamente la norma
de asertabilidad garantizada117. En el segundo apartado vamos a trabajar las respuestas
de Rorty a estas objeciones. Allí vamos a ver que su estrategia consiste en redefinir las
prácticas asertivas y la investigación eliminado sistemáticamente el concepto de verdad.
Veremos si esta estrategia es satisfactoria como respuesta al desafío planteado por
Wright. Otro tipo de objeción, en cambio, es aquel que concede que la discusión versa
sobre descripciones rivales con el mismo poder explicativo y cuestiona el privilegio de
una de ellas en función de sus compromisos con tales o cuales conceptos o problemas
de la filosofía o en función de la imagen del mundo y del hombre que habilitan. En el
tercer apartado haremos hincapié en este aspecto de la estrategia de Rorty. Tendremos
oportunidad también de reconsiderar allí la relación entre normas independientes y
propiedades sustanciales planteada por el argumento inflacionario. Para finalizar, vamos
a ofrecer dos observaciones pragmáticas sobre el principio pragmático.
6.1 - El principio pragmático, la investigación y los simuladores
Como hemos visto, para que la verdad sea una norma independiente que rige las
prácticas asertivas debe, por un lado, ser una norma -regular la práctica asertiva- , y por
otro lado, ser independiente -no ser equivalente a ninguna otra norma que regula tales
prácticas. Esa norma puede formularse en términos semejantes a
(1) Es correcto asertar p si p es verdadero
117
Esta es la posición que por distintos motivos adoptan Williamson, Engel, Price y Bilgrami
101
Minimalismo, verdad y normatividad
- 102 -
Bilgrami indica además que la verdad como meta de la investigación actúa como una
segunda norma de la investigación (y de las prácticas asertivas) del tipo:
(2) Debes buscar creencias verdaderas y guiar tus aserciones honrando a la verdad
como fin independiente.
Notemos que la segunda norma contiene, en realidad, dos normas:
(2a) Debes buscar creencias verdaderas
y
(2b) Es correcto asertar p si con ello honras la verdad
Para que la verdad sea norma independiente de las prácticas asertivas (1) o (2b) debe ser
correcta y no ser equivalente a ninguna otra norma. Para que la verdad sea norma
independiente y/o meta de la investigación (2a) debe ser correcta y no ser equivalente a
ninguna otra norma. (2a) no regula las prácticas asertivas. Esta es la presentación que
ofrece Bilgrami de nuestro problema y a ella vamos a remitirnos en este apartado.
Bilgrami considera que es mérito de Rorty haber instalado la discusión en el
contexto de la investigación y ello equivale, en su opinión, a plantear la pregunta por la
verdad como norma y como meta desde el punto de vista del investigador o punto de
vista de la primera persona. El investigador conoce sus creencias verdaderas y no debe
justificarlas. Dice:
Desde este punto de vista, que en la investigación será el punto de vista de
la primera persona, creer algo sin dudas (esto es, no en el sentido por
ejemplo de una hipótesis, sino en el sentido de aquello que constituye la
propia óptica del mundo) es creer que algo es verdad.118
Sobre esta premisa Bilgrami funda uno de los pasos de su argumentación: la
justificación no debe aplicarse a creencias sino a cambio de creencias. El contraste
BILGRAMI, A. “Is Truth a Goal of Inquiry” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford,
Blackwell Publishers Ltd, 2000, p.252
118
102
Minimalismo, verdad y normatividad
- 103 -
estándar entre verdad y justificación y el intento de reducir una a la otra no puede
siquiera plantearse en este marco, porque ambas se predican de cosas distintas119. Si se
objeta que bajo este punto de vista se confunden verdad y creencia, Bilgrami responderá
que éste es el modo de interpretar la verdad, una vez que se instala la discusión en el
contexto de la investigación. Bajo esta interpretación, los hablantes conocen de modo
no problemático cuáles de sus creencias son verdaderas. Éstas son el conjunto de sus
creencias libres de duda; constituyen su óptica o teoría del mundo y se diferencian de
los juicios meramente hipotéticos, que serán contrastados contra los juicios verdaderos
antes de ser incorporados a la óptica del mundo.
Rorty, en cambio, siguiendo a Davidson, parte de la base de que no podemos
saber cuándo una creencia es verdadera y concluye que no se debe pensar a la verdad
como una meta, siguiendo el principio según el cual algo no es una meta si no podemos
saber si lo hemos alcanzado, principio que muestra conexiones con aquel según el cual
deber implica poder, y al cual vamos a referirnos más adelante. Pero para Bilgrami el
investigador responde sin problemas al reto davidsoniano de indicar cuáles de sus
creencias son verdaderas.120
¿Qué consecuencias extraemos de esta primera observación de Bilgrami en
relación al problema de la normatividad de la verdad y al argumento inflacionario de
Wright? Bilgrami no presenta (1) -es correcto asertar p si p es verdadero-, como una
segunda norma de las prácticas asertivas, porque no cree que la asertabilidad
garantizada sea una primera norma. No puede serlo porque la justificación no debe
predicarse de creencias. Por este motivo, Bilgrami no cree que (1) sea un complemento
teórico de la norma de asertabilidad garantizada, sin el cual no se puede explicar
cabalmente la práctica asertiva o la práctica de investigación. Dado que desde su
perspectiva se pueden alcanzar creencias verdaderas y la justificación no debe
predicarse de las creencias, concluye que la verdad y no la justificación es norma de las
prácticas asertivas.
Lo que debemos subrayar es que en este sentido verdad y justificación no son
para Bilgrami dos normas independientes. Pero esa es la observación crucial del
argumento de Wright de la cual se extrae la conclusión inflacionaria. La observación de
Bilgrami no posee esa consecuencia. Lo que permite a Bilgrami mantener el concepto
119
BILGRAMI, A. (2000) p. 256
Cf. DAVIDSON, D. “Truth Rehabilitated” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford,
Blackwell Publishers Ltd, 2000, especialmente p. 67
120
103
Minimalismo, verdad y normatividad
- 104 -
de justificación exclusivamente para el cambio de creencias, es su apelación, en el
ámbito de la investigación, al tener por verdadera una creencia por parte de los
investigadores. Nada nos dice respecto de la posibilidad de que existan verdades
indescifrables –no cognoscibles-, ni de que la verdad y la justificación difieran
extensionalmente en el sentido pertinente para el argumento inflacionario –aunque
difieren trivialmente en extensión dado que se aplican a dominios distintos.
Continuemos entonces con nuestro análisis. Dijimos que Bilgrami distingue dos
sentidos en que la verdad actúa como norma. El primero es la verdad como norma de las
prácticas asertivas: (1) `es correcto asertar que `p´ o usar `p´ como razón si p´. El
segundo responde a la búsqueda en la investigación de enunciados verdaderos y en
general a la honestidad de los investigadores. La norma (2) `debes buscar creencias
verdaderas y guiar tus aserciones honrando a la verdad como fin independiente´, se
aplica a las creencias (2a) `los investigadores deben buscar creencias verdaderas o
correctas´ y a las aserciones (2b) `debes honrar la verdad con tus aserciones´. Quienes
no respetan esta norma de buscar y honrar la verdad son los simuladores [bullshiters].121
La normatividad de la verdad en (2) está asociada al hecho de que opere como meta de
la investigación. La verdad es una meta cognitiva y un valor independiente de todo otro
valor que pueda perseguirse en la investigación.
Un modo de interpretar la sugerencia de Bilgrami en (2b) es que aquellos que no
honran la verdad directamente no emiten aserciones. Bajo esta interpretación el vínculo
entre asertar y honrar la verdad sería conceptual. Pero Bilgrami está comprometido con
la idea de que simular el discurso asertivo está mal. La verdad en este sentido no es una
norma conceptual de la aserción, sino un valor. Y además es un deber. Bilgrami dice
Si existe este valor abstracto de la verdad, y si aún el mentiroso la valora,
alguien debe seguramente fracasar en valorarla, o de otro, ¿cómo podría
ser un valor? 122
Vemos, a través de la cita, que no estamos frente a un caso de normatividad
instrumental, que relaciona medios y fines, sino frente a un tipo de normatividad de otra
índole. En la normatividad instrumental los deberes surgen cuando existe un fin o
propósito. Pero si el fin está ausente, el sujeto no tiene deberes. Bilgrami en cambio
Otro es el caso de los mentirosos –aquellos no aludidos por el valor de decir la verdad, pero para
quienes la verdad es un valor.
122
BILGRAMI, A. (2000) p. 260. Las itálicas son nuestras.
121
104
Minimalismo, verdad y normatividad
- 105 -
indica que los simuladores, que no valoran la verdad, fracasan [fail] en valorar. Pero
¿Por qué alguien debe valorar algo? ¿Cómo debemos interpretar (2b)? ¿Cumple algún
rol explicativo, como lo exige el principio pragmático?
Para responder estas preguntas debemos señalar que para Bilgrami el valor de la
verdad no es mera consecuencia de otros valores prácticos que tiene el hombre, sino que
es un valor cognitivo independiente y que la verdad es una norma en el sentido de que
buscamos creencias correctas. Cuando presenta a la verdad como meta de la
investigación y norma independiente, en este sentido, la distingue de otros valores que
perseguimos pero de los cuales no se deduce el valor específico de la verdad o de las
creencias verdaderas. La verdad, a diferencia de los fines prácticos, es un valor
cognitivo. Dice
Incluso si no reducimos, como en la visión caricaturizada, la creencia
verdadera a las creencias que resultan útiles, todavía podemos no ver el
interés pragmático en los valores cognitivos. Si pensamos que los únicos
valores que hay son los valores que son utilitarios o más ampliamente valores
que promueven el bienestar y los `asuntos humanos´, entonces estamos
inclinados a pensar que si la verdad es un valor, una meta de la investigación,
aquello debe ser tan solo otra forma de decir que buscamos la verdad porque
las consecuencias de la investigación (digamos investigación científica), esto
es las verdades (que no son en sí mismas un fin), nos ayudan eventualmente a
viajar más rápido, combatir la enfermedad, etc., todos ellos fines y valores
nuestros. Esto no reduce el concepto de verdad a la utilidad (no dice `una
creencia es verdadera si y sólo si es útil), pero supedita el valor de la verdad a
otro tipo de valores. No necesitamos negar que las consecuencias verdaderas
de la investigación pueden tener estos efectos instrumentales para insistir en
que la verdad es un valor en su propio derecho, ni instrumental ni supeditado
a otros.123
La posición pragmatista que caracteriza aquí Bilgrami y a la cual se opone es la
que sostiene Rorty y también Horwich124. Ya nos referimos a ella en el capítulo
cuarto125. Insistamos entonces: ¿Por qué apela Bilgrami al valor de la verdad?
123
BILGRAMI, A. (2000) p. 259
Cf. HORWICH, P. (1998), P. 62 y ss.
125
Cf. Capítulo cuarto, p. 62
124
105
Minimalismo, verdad y normatividad
- 106 -
Para Bilgrami sin (2a) y (2b), aplicadas a la investigación en general y a las
prácticas asertivas respectivamente, la descripción de las prácticas quedaría incompleta.
Quienes no respetan estas normas son los simuladores. La norma permite dar cuenta de
la importante práctica en nuestra cultura de diferenciar a los simuladores de los
investigadores serios. Dice Bilgrami
...muchas veces la simulación [bulshit] es bastante aceptable, si se la presenta
en el modo requerido. Oponerse a ello es apoyar el valor de la verdad en
nuestra cultura de un modo que equivale a valorar la verdad por encima del
valor de decir la verdad, dado que un simulador no es un mentiroso126.
Recordemos que (2a) no regula las prácticas asertivas, sino la investigación,
mientras que (2b) sí lo hace: `es correcto asertar `p´ si con ello honras la verdad´. Una
consecuencia, si ha de aceptarse esta norma, es que dos aserciones con el mismo
contenido proposicional pueden ser una correcta y la otra incorrecta si son emitidas por
personas distintas, una de las cuales no honra la verdad. Aquello que esta norma regula
parece ser la intención del hablante o del investigador. No tendría demasiado sentido
sostener que un investigador honra a la verdad en una frase pero no en la siguiente. Por
otra parte, esta observación de Bilgrami nos remite nuevamente a la diferencia entre la
corrección de una aserción y la corrección del contenido expresado por esa aserción. En
cuanto a la corrección del contenido de las aserciones, ésta no depende del sujeto que
las emite.
Nos enfrentamos de todas formas a un primer requisito por el cual Bilgrami
recurre a la norma de la verdad: explicar la diferencia entre los simuladores y los
investigadores honestos. Pero ¿Es esta la única forma de distinguir esta diferencia en la
práctica? Tal vez la incorrección de los simuladores no esté en sus prácticas asertivas.
Para repudiar al engañador, ¿Hace falta repudiar su práctica asertiva? Justamente es en
cierta medida la corrección de su práctica asertiva la que lo define como engañador.
Debemos señalar, por otra parte, que hasta aquí no parece haber modo de
predicar incorrección en los casos en que alguien no busca creencias verdaderas. El
argumento de Bilgrami por el momento es que de hecho en nuestra cultura los
investigadores honestos buscan la verdad, y que este rasgo los distingue de los
simuladores. Pero como dijimos, Bilgrami a su vez indica que algunos investigadores
126
BILGRAMI, A. (2000) p.261
106
Minimalismo, verdad y normatividad
- 107 -
fracasan por no valorar la verdad. ¿Qué nos autoriza a decir que ellos fracasan cuando
no valoran la verdad? La estrategia de Bilgrami en este caso es apelar a un modelo
cultural que se ve amenazado por los simuladores. Dice
Creo que es una cuestión de cierta importancia para nuestra cultura,
especialmente para nuestra cultura académica, el que veamos la naturaleza
y la gran importancia de la verdad como valor en un sentido que trasciende
el sentido moral del valor de decir la verdad. 127
Obtenemos entonces el siguiente panorama. Bilgrami por una parte advierte que
es necesario contemplar a la verdad -a partir de su rol como meta de la búsqueda de los
investigadores honestos- como una norma instrumental, para distinguir esa práctica de
investigación del engaño construido por otros pseudo-investigadores. Pero a su vez,
insiste en la importancia de considerar a la verdad como un valor cognitivo, y proclama
que debemos tener a la verdad por meta. En este caso, no nos enfrentamos a un caso de
racionalidad instrumental por parte de los investigadores, sino a una normativa que,
como veremos, está fundada en cierta concepción del rumbo de la cultura.
Esta estrategia argumentativa, en la cual el rechazo o la afirmación de la
normatividad de la verdad se asocia o se funda en observaciones sociológicas o de
política cultural, más o menos especulativas, es propia de los distintos autores
pragmatistas. La encontramos en la exposición de Price, quien desde una perspectiva
más reconstructiva que especulativa –genealógica como él la llama-, explica
parcialmente el desarrollo de nuestras prácticas de investigación y argumentación a
través de la intolerancia intrínseca propia de la normatividad del concepto de verdad; la
encontramos también en Bilgrami, cuya exigencia de que regulemos nuestra
investigación con la verdad no responde a la observación empírica de lo que de hecho
ocurre, sino a sus reflexiones respecto al rumbo y riesgos de nuestra práctica acádemica;
y veremos que esta estrategia es común también a la posición de Rorty en el debate,
dado que en última instancia sus razones para negar que la verdad sea una norma
independiente no se fundan en lo que los investigadores de hecho hacen, sino en lo que
deberían hacer para ayudar a conformar la sociedad que Rorty juzga conveniente para
todos.
127
BILGRAMI, A. (2000) p. 260
107
Minimalismo, verdad y normatividad
- 108 -
Pero ¿Por qué niega Rorty que la verdad sea una norma independiente? Y
además, dado que Rorty niega la normatividad de la verdad mientras que Bilgrami
insiste en su importancia, ¿Difieren ambos en cuanto a la sociedad que proyectan?
Rorty clasifica a los simuladores como aquellos con quienes no se puede
entablar un diálogo fructífero, y los distingue de quienes se dedican seriamente a la
investigación. Pero considera que esta clasificación no es equivalente a la que divide a
los investigadores entre los que buscan la verdad y los que no la tienen por meta. La
pregunta `¿Valoras la verdad?´ es irrelevante para distinguir unos de otros. Ambos
coinciden en su interés por apoyar una práctica –la de repudiar a los simuladores- pero
desacuerdan en cuanto a las razones que la sostienen128. Cuando Bilgrami piensa que es
la búsqueda de la verdad lo relevante para evitar a los simuladores, Rorty presiente que
está introduciendo una diferencia entre discursos en los que las aserciones pueden
clasificarse meramente entre útiles e inútiles, justificadas y no justificadas, y otros en
los cuales las aserciones se dividen en verdaderas y falsas con independencia de su
justificación. Estos serían los discursos de la `ciencia´ y aquellos los de la moral, la
literatura o la política. Por estas razones Rorty considera que la reflexión de Bilgrami
sobre este punto se inscribe en una tradición de investigadores que menosprecian el
trabajo de colegas dedicados a cuestiones filosóficas distintas a las suyas. El
maniqueísmo oculto divide a los que buscan la verdad de los simuladores, resguardando
la verdad en un tipo particular de filosofía, y tildando a los que no participan de esa
comunidad como simuladores. Estas impregnaciones semánticas han conducido a Rorty
a dejar a un lado la metáfora de la verdad. La norma que permita distinguir y repudiar a
los simuladores no debe apelar a la verdad. La estrategia en este caso consiste en dar
una descripción alternativa para explicar las prácticas. Como consecuencia, Rorty ofrece
un criterio para distinguir a los simuladores que no invoca una norma que regula la
investigación o las prácticas asertivas. Dice
Más específicamente, distingues al investigador serio del `simulador´ frívolo
al descubrir quién hace un esfuerzo serio por acercar su jerga, sus intereses, y
sus metas, con los tuyos –quién está dispuesto a atravesar un esfuerzo
considerable para construir puentes conversacionales129.
128
No me resulta claro si Bilgrami y Rorty coincidirían al señalar a los simuladores.
RORTY, R. “Response to Dennett” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell
Publishers Ltd, 2000, p. 105
129
108
Minimalismo, verdad y normatividad
- 109 -
Frente a la práctica de nuestra cultura de repudiar a los simuladores, se puede
optar entre invocar una norma como (2) o explicar la práctica de otro modo. Bajo una
descripción la verdad aparece como norma y meta de la investigación; bajo otras
descripciones no. La elección de una u otra dependerá de la imagen del hombre y su
relación con el mundo que se desee propiciar, y del camino que se juzgue mejor para
lograr su realización, dado que ambas permiten explicar el fenómeno relativo a la
carencia de honestidad en algunos investigadores.
Bilgrami está interesado en mantener el valor de la verdad en nuestra cultura. Su
motivación no es simplemente describir las normas que rigen las prácticas sino
argumentar a favor de una descripción particular de dichas normas y prácticas. El modo
de argumentar que la verdad debe ser una meta y norma de la investigación es dar una
interpretación de las prácticas desde el punto de vista del investigador. Bajo ese punto
de vista, las creencias que forman parte de la óptica o teoría del mundo del investigador
son creencias verdaderas. Pero ¿Hay algún interés o beneficio pragmático en adoptar el
punto de vista del investigador? Bilgrami cree que la adopción de este punto de vista es
un mérito de Rorty, un mérito que el propio Rorty no ha sabido explotar enteramente.
Pero Bilgrami no continúa el objetivo de Rorty en este punto. Rorty no desea que la
filosofía se detenga más tiempo en torno a la relación entre la verdad y la justificación y
espera que el cambio retórico bloquee esas discusiones. Espera a su vez que con ello se
fortalezca una imagen del mundo y del hombre distinta a aquellas en las cuales la
verdad ocupa un lugar rector. Veremos por qué no se detiene frente a la objeción de que
su descripción de las prácticas no da cuenta de la intuición de los investigadores de que
poseen creencias verdaderas. Su interés es precisamente modificar intuiciones. Veremos
también que Rorty niega que se puedan esgrimir razones definitivas o neutrales contra
descripciones como la de Bilgrami o Wright. Simplemente deplora esas descripciones y
levanta objeciones como las mencionadas –de índole socio-cultural. El cúmulo de
problemas que se asocian al de la verdad no merece en su opinión la atención que
todavía recibe en la investigación filosófica y favorecen un imaginario que Rorty quiere
dejar atrás.
La diferencia con Bilgrami es entonces relativa al modo en que evolucionará la
comunidad de investigadores y la sociedad en general si se rechaza o se afianza en los
investigadores la búsqueda de la verdad. No es fácil resolver este desacuerdo
empíricamente. Pero evidentemente responde a juicios político-sociológicos. En
cambio, la diferencia de Rorty –probablemente de ambos- con Wright es de otra índole.
109
Minimalismo, verdad y normatividad
- 110 -
Ya que si bien para este último la apelación a la norma de la verdad no modifica la
práctica –dado que el predicado de verdad y el de justificación poseen idéntica fuerza
normativa-, cuando nos detenemos a reflexionar sobre la normatividad de ambos
predicados, y sobre sus extensiones posibles, estamos obligados a extraer consecuencias
ontológicas referidas a la propiedad de la verdad, que son inconsistentes con el
programa deflacionista, programa que tan atractivo ha resultado al pragmatismo para
definir su concepción de la verdad.
6.2 - La redescripción como estrategia
La estrategia general de Rorty consiste, por un lado, en ofrecer argumentos que
detengan objeciones que apunten a mostrar la necesidad de la norma de la verdad para
no perder capacidad explicativa, y por otro, en argumentar contra la aceptación de una
norma de la verdad por sus vínculos con una imagen del hombre y de la investigación
filosófica con las que Rorty no concuerda. En este apartado vamos a evaluar la primera
parte de su estrategia, tanto en relación a las observaciones de Bilgrami como a las de
Wright.
Rorty juzga que la verdad no es una norma independiente de las prácticas
asertivas o de la investigación científica y que no debe considerarse como una meta de
la investigación. Sus reflexiones sobre la verdad no están conducidas hacia la
elucidación el concepto. Opera más bien como crítico de la utilidad de algunos de los
usos del término, entre ellos, específicamente, el de la verdad como meta o norma de la
investigación y del lenguaje asertivo. Esta preferencia por el estudio del uso frente al
análisis conceptual es un rasgo común de la tradición pragmatista, que él adopta como
perspectiva. Uno de los principios de esta tradición, sobre el que apoya su
argumentación, es aquél según el cual no debe hacer diferencia en la filosofía lo que no
hace diferencia en la práctica.130 Este principio es causa de su simpatía por el programa
deflacionista, en la medida en que éste propone reducir la atención que en el ámbito
filosófico se atribuye al concepto de verdad, y negar relevancia filosófica al estudio de
la constitución de la propiedad de la verdad. De los usos del predicado veritativo,
130
Cf. RORTY, R. Verdad y Progreso, Barcelona, editorial Paidós, 2000b, p. 31
110
Minimalismo, verdad y normatividad
- 111 -
mantiene aquel que expresa la advertencia de que cualquier enunciado justificado
puede no ser verdadero. Llama a éste, el uso precautorio de la verdad.131
Su argumento general para negar que la verdad sea una norma independiente es
el siguiente: siempre se puede y se podrá definir el conjunto de creencias que se tienen
por verdaderas en términos de creencias justificadas, y si bien ninguna justificación
garantiza o garantizará la verdad de una creencia, el conjunto de las creencias
verdaderas será, en este sentido, siempre vacío o inescrutable.
En capítulos anteriores hemos dicho que el argumento de Wright muestra que el
predicado de verdad y el predicado de justificación pueden diferir en extensión, pero
que nunca esa diferencia puede reconocerse en el presente, ya que cuando se muestra
que una oración es verdadera, inmediatamente la oración también está justificada. La
diferencia en extensión, en este sentido, se evidencia retrospectivamente señalando
casos de creencias justificadas que no eran verdaderas. Para Wright, esto es suficiente
para notar que cumplir con una norma que exige justificación, no implica cumplir con
una norma que exige verdad. Esto aún cuando la fuerza normativa de ambas normas -lo
que éstas indican que se debe hacer en la práctica- sea equivalente. Para Rorty, ese
incumplimiento carece de interés porque no implica una diferencia como guía de la
acción:
De manera análoga, el hecho de que una acción pueda estar plenamente
justificada para un auditorio dado, y aún así no ser la acción correcta, no
demuestra que tengamos dos deberes: el de justificarnos unos a otros nuestras
acciones y el de actuar rectamente. Demuestra simplemente que lo que puede
estar justificado para algunos auditorios puede no estarlo para otros. 132
El principio pragmático exige, como criterio de pertinencia filosófica (en este
caso aplicado a la distinción entre las dos normas), que la diferencia filosófica produzca
una diferencia en la práctica. Si Wright señala que la acción puede ser incorrecta aún si
aquello no produce ningún deber, Rorty no considera que debamos decir que aquello
requiere de la intervención de una norma específica. El punto es que desde la
Rorty acepta que el predicado de verdad también se usa para recomendar o precaver – lo que él llama
el uso laudatorio- como ocurre con `¡bien!´, `¡correcto!´ o `¡cuidado!´, aunque no cree que estos usos
requieran definiciones o explicaciones filosóficas. Cf. RORTY, R. (2000b) p. 35
132
RORTY, R. (2000b) p. 42
131
111
Minimalismo, verdad y normatividad
- 112 -
perspectiva pragmatista la noción de normatividad se restringe a aquello que regula las
acciones.
La norma (1) `es correcto asertar p si p es verdadero´ puede redefinirse como `es
correcto afirmar p si p está justificado´ y la práctica no se verá modificada. Aunque
Bilgrami cree que Rorty no cuestiona a la verdad como norma en (1), Rorty se
pronuncia al respecto en un diálogo sostenido con McDowell133:
Te encomiendo `S´ a ti como una creencia cuando digo `S´ es verdadero´.
¿Pero invoco una norma cada vez que encomiendo? Supongamos que
respondo que sí. Mi interlocutor puede entonces pedirme que explicite la
norma que acabo de invocar, y que le indique cómo obedecerla. Si respondo
con el enunciado de McDowell `lo que hace correcto entre los hablantes de
inglés el asertar `S´ es que S´, mi interlocutor podrá quejarse con razón de
que solicitó una norma, no una obviedad. Podrá decir razonablemente que la
única manera de averiguar si S es seguir la misma vieja norma que ha venido
siguiendo todo el tiempo –continuar con los intentos actuales de justificar la
creencia de que `S´.134
Esta misma respuesta puede aplicarse también a la sugerencia de Price. Él se
distancia de Rorty porque cree que la norma de la verdad tiene enormes consecuencias
prácticas. Aplica el criterio pragmático y concluye que la norma de verdad satisface el
criterio de pertinencia filosófica. Pero a su juicio, la norma de verdad es la explicitación
de la norma implícita en la práctica lingüística de aprobar lo que se afirma y desaprobar
lo contrario. Las aserciones para Price son evaluativas. Si bien Rorty no negaría esto,
podría objetar que se invoque con ello una norma de verdad. Recordemos que el
carácter motivacional de la verdad sobre el que Price funda su argumentación es
análogo al uso laudatorio que Rorty atribuye al concepto. El uso laudatorio indica que
los sujetos alaban las aserciones de sus pares cuando expresan que son verdaderas.
El problema en este caso se concentra nuevamente en responder cuáles son las
consecuencias ontológicas de este tipo de normatividad. Para Rorty el carácter
laudatorio asociado al concepto de verdad, no implica que sirva para construir una
La posición de McDowell a la que Rorty responde se halla en McDOWELL, J. “Towards
Rehabilitating Objectivity” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford, Blackwell Publishers
Ltd, 2000, p. 109
134
RORTY, R. “Response to McDowell” en Rorty and his Critics, ed. por R. Brandom, Oxford,
Blackwell Publishers Ltd, 2000, p. 126
133
112
Minimalismo, verdad y normatividad
- 113 -
norma independiente, interpretando norma independiente como aquello que no puede
reducirse a otra norma por la divergencia en extensión entre ambas propiedades. El caso
es análogo al de dos términos extensionalmente equivalentes, uno de los cuales posee
una connotación de la que el otro carece, como ocurre a veces con la traducción de una
palabra española al inglés, donde la segunda posee una connotación atractiva ausente en
la primera. Desde esta óptica parece que las posiciones de Rorty y de Price se
encuentran más cerca de lo que antes habíamos plantado.
La norma (2a) `busca creencias verdaderas´ puede redefinirse como `busca
creencias justificadas´ y la práctica no se verá modificada. La exhortación a honrar la
verdad en las aserciones -y la norma (2b) `una aserción es correcta si honra a la verdad´no está acompañada por un criterio para distinguir quiénes honran la verdad y quiénes
no. Dice Rorty
Pero Bilgrami, hasta donde puedo ver, no nos dice más nada respecto de
cómo reconocer a los simuladores de los no-simuladores. Todo lo que
podemos hacer es buscar indicaciones de que sus acciones están dirigidas
hacia esa meta135.
Con esto considera que ha mostrado que el concepto es evitable salvo en su uso
precautorio o laudatorio. Se podría suponer que bajo este uso la verdad regula la
investigación con la siguiente norma: `recuerda siempre que toda creencia puede no ser
verdadera´, si bien esta norma será equivalente según Rorty a la norma: `recuerda
siempre que una creencia justificada puede no estarlo en el futuro´.
Pero ¿Cómo debemos juzgar la estrategia eliminativista de Rorty desde la
perspectiva de Wright? ¿Es válida su redescripción de la verdad por la justificación
futura –o incluso, aunque Rorty no lo mencione, por la justificación bajo un estado ideal
de conocimiento? Este podría ser el caso si la propiedad de super-asertabilidad136
funcionara como predicado de verdad en todos los ámbitos de discurso, ya que
podríamos reemplazar `justificado en el futuro´ por `super-asertable´, y la norma de
verdad coincidiría extensionalmente con la norma de super-asertabilidad.
RORTY, R. (2000) “Response to Dennett” p.105
Recordemos que la super-asertabilidad es la propiedad de estar justificado bajo un estado de
información y seguir estándolo bajo toda ampliación o mejoramiento de ese estado de información. Cf.
WRIGHT, C. (2003) p. 66
135
136
113
Minimalismo, verdad y normatividad
- 114 -
Pero las observaciones de Wright impiden este tipo de estrategia, en la medida
en que todavía bajo condiciones ideales, ciertas proposiciones pueden ser verdaderas y
no estar justificadas: serán aquellas proposiciones que no son cognoscibles. Cualquier
ámbito –discurso, ciencia- en el cual nuestras intuiciones nos indiquen que es posible
que haya verdades impenetrables, no admite el reemplazo estipulado por Rorty, donde
la verdad se reemplaza por la justificación futura. Estos ámbitos, evidentemente, no
están restringidos epistémicamente –un ámbito de discurso está restringido
epistémicamente si, siempre que una proposición es verdadera, hay evidencia disponible
de que lo es.137 Sólo para estos ámbitos Wright acepta una lógica clásica bivalente138.
Frente a estas observaciones, Rorty puede todavía negar cualquier relevancia
práctica al reconocimiento de que hay verdades que no pueden ser conocidas, o
considerar que todo discurso está restringido epistémicamente –negando tal vez el
principio de bivalencia tout court. Un camino sería argumentar a favor de una teoría del
significado que no admita caracterizarlo a través de condiciones de verdad, y que
reemplace éstas por condiciones de asertabilidad. Esta es de hecho la posición de Rorty
y de Horwich139. Recordemos que Horwich acepta que la verdad es una norma
independiente. Cuando debe explicar en qué consiste que una proposición cumpla con la
norma de la verdad, su respuesta es que la proposición `la nieve es blanca´ cumple con
la norma si la nieve es blanca, la proposición `matar está mal´ cumple con la norma si
matar está mal, etc. Horwich hace esto sin apelar en ningún momento a las condiciones
de verdad de la proposición.140
Pero para Wright este camino exige que comprendamos de antemano la
diferencia entre una proposición y la proposición que expresa que esa proposición está
justificada; por ejemplo, entre la proposición de que la nieve es blanca y la proposición
de que esa proposición está justificada. Esta distinción no puede lograrse, en su opinión,
a través del contraste entre las circunstancias en que cada una de estas proposiciones
está justificada, dado que no hay tal diferencia. Es precisamente esta incapacidad de las
teorías de condiciones de asertabilidad lo que nos exige apelar a las condiciones de
137
Cf. WRIGHT, C. (1992) p. 39
Cf. WRIGHT, C. (2003) p. 69
139
Cf. WRIGHT, C. (1992) P. 60-61 para el rechazo de Wright de esta posición, asociada al anti-realismo
de Dummett.
140
Para Rorty, como hemos visto, esto es prácticamente equivalente a negar que la verdad sea una norma
independiente.
138
114
Minimalismo, verdad y normatividad
- 115 -
verdad de la proposición como la condición de corrección adecuada para explicar la
diferencia entre las dos proposiciones.141
Las respuestas al argumento de Wright que evaluamos parecen comprometidas a
negar la posibilidad de que haya proposiciones verdaderas incognoscibles -para las
cuales no haya evidencia disponible-, y comprometidas a dar una explicación
satisfactoria del significado que no apele a condiciones de verdad trascendentes.
6.3 - El cambio cultural contra la verdad
Por otra parte, además de impugnar la norma que propone Bilgrami aduciendo
que carece de un criterio para distinguir a quienes honran la verdad de quienes simulan,
Rorty cree que la verdad no debe considerarse como meta de la investigación científica.
Rorty responde, por un lado, a la pretensión de que la verdad es norma
independiente de las prácticas asertivas, y por otro, a la pretensión de que es meta de la
investigación.
Cuando responde a la primera pretensión, únicamente concibe a la verdad como
norma instrumental que guía las prácticas. Por eso le alcanza con mostrar que una
redescripción de lo que los hablantes buscan, donde se sustituye `verdad´ por
`justificación´, alcanza para mostrar que la verdad no es norma independiente. No se
interesa en cambio por la normatividad conceptual que pueda estar involucrada en la
relación entre el concepto de verdad o de conocimiento y el concepto de aserción.142 No
argumenta contra la normatividad conceptual.143 La decisión de ignorar este aspecto del
planteo de la normatividad de la verdad, lejos de no estar fundado, lo compromete a
ofrecer una explicación de la aserción que no apele al concepto de verdad como norma
que regula dicha práctica. Para Rorty se puede redescribir la norma de verdad por la
norma de justificación sin modificar la práctica, en virtud de que como Wright, cree que
ambas coinciden en fuerza normativa.
Cuando niega la pretensión de que la verdad es meta de la investigación,
despliega un argumento especulativo o histórico cultural. En primer lugar, se permite
ignorar el hecho de que algunos investigadores buscan de hecho la verdad aduciendo
141
Cf. WRIGHT, C. (2003) p. 341. Un intento de explicar la diferencia sin apelar a las condiciones de
verdad, que Wright discute brevemente, es el de R. Brandom. p 343 y ss.
142
Para una crítica a estas posiciones Cf. PAGIN, P. “Is assertion social?” en prensa, Journal of
Pragmatics
143
Esto lo señalan tanto Bilgrami y Engel.
115
Minimalismo, verdad y normatividad
- 116 -
que no se requiere invocar esta meta para explicar sus prácticas asertivas. Podemos
explicar todo lo que queremos explicar sin apelar a la verdad como meta de la
investigación. Esto es así justamente porque verdad y justificación coinciden en fuerza
normativa. En segundo lugar, argumenta contra la conveniencia de que los
investigadores se guíen por la meta de la verdad advirtiendo que aquello contribuye a
forjar un imaginario pernicioso. En este apartado vamos a trabajar estos dos aspectos de
la argumentación de Rorty.
Su interés principal en este punto es fortalecer la imagen -anti-intuitiva- del
hombre, del mundo y de la relación entre ambos iniciada con Darwin, continuada por
Dewey y otros, y de ese modo favorecer el cambio sociocultural. Pero curiosamente,
guiado por ese interés, concede que de hecho la verdad es una meta de la investigación
para los investigadores metafísicamente activos. Dice
Mi propio punto de vista es que, para los arqueros creyentes, alcanzar el favor
divino era en efecto un objetivo distinto a acertar el blanco, y que alcanzar la
verdad, como algo distinto a formular enunciados justificados, es un objetivo
para los investigadores metafísicamente activos. Los quietistas metafísicos
deploramos el que la mayoría de la gente en nuestra cultura pueda ser incitada a
esa clase de actividad144.
Según Rorty, en la medida en que Wright no ofrece un criterio ulterior para
detectar la normatividad descriptiva, debe conceder que un objetivo es descriptivamente
normativo para una acción si el agente así lo cree. Pero frente al hecho de que ciertos
investigadores buscan la verdad, Rorty niega que el criterio para decidir si se debe
caracterizar a la verdad como meta de la investigación sea lo que de hecho los
investigadores creen que hacen. Propone modificar el aparato retórico con el cual los
filósofos dan cuenta de lo que ocurre, de tal modo que sin perder capacidad explicativa,
la verdad no obtenga la preponderancia que se le ha otorgado en el pasado en las
discusiones filosóficas.
Pero con esta nueva reflexión Rorty descompone su propia perspectiva. Si Rorty
está interesado en negar que la verdad sea una norma independiente, aquello pareciera
responder a que acepta la relación establecida por Wright entre normas independientes y
144
RORTY, R. (2000b) p. 45
116
Minimalismo, verdad y normatividad
- 117 -
propiedades sustanciales145, con lo cual la única opción restante para evitar la
consecuencia inflacionaria es negar que la verdad sea una norma independiente.
El pasaje anterior incorpora, en cambio, la idea de que es posible multiplicar
indefinidamente las normas que regulan nuestras prácticas, postulándolas simplemente a
través creencias en nuevos objetivos. Lo cual aumentaría a su vez –si de hecho esas
nuevas normas son independientes- el número de las propiedades sustanciales. Nos
enfrentamos en este caso a una suerte de reducción al absurdo de la relación establecida
por Wright entre normas independientes y propiedades sustanciales. Esta línea de
razonamiento, pero no la anterior –donde Rorty niega que la verdad sea una norma
independiente- es más cercana a la posición de Horwich.
Rorty acepta en el pasaje citado que la verdad funciona como norma
independiente en la medida en que se presenta para los investigadores como un
propósito distinto de la justificación. Pero también podemos construir una norma
independiente a partir del favor divino. La propiedad `agrada a los dioses´ como
característica de nuestras acciones, dado que es normativa en la práctica de los arqueros
creyentes, ¿Es una propiedad sustancial? ¿Cuál sería la respuesta de Wright frente a esta
pregunta?
En primer lugar, deberíamos evaluar si es correcto considerarla como una norma
independiente –esto es, si no es posible reducir la normatividad del predicado al de otros
predicados. Evaluar si nuestras intuiciones no nos indican, más bien, que no es posible
que una acción posea la propiedad `ser bella´, `ser buena´, etc., y que sin embargo no
posea la propiedad `agrada a los dioses´. Pero si la conclusión tras esta evaluación es
que eso es posible –si nos parece posible que una acción puede no agradar a los dioses
aún cuando cumpla con la serie de requisitos comúnmente asociados a la propiedad de
`agrada a los dioses´, Wright aceptará que bajo esa óptica debemos juzgar que estamos
frente a una propiedad sustancial. Nosotros, luego de este análisis, aún no vemos esta
relación con claridad.
Por otra parte, como hemos mencionado antes, no se comprende la estrategia de
Rorty sin mención de su proyecto de cambio sociocultural. ¿Por qué reducir el uso del
concepto de verdad a mera advertencia en vez de enaltecerlo? La respuesta es que el
concepto de verdad, en muchos de sus usos, participa de una retórica que habilita el
activismo metafísico, retrasa la aparición de nuevas discusiones filosóficas y privilegia
145
Aunque no es del todo claro de qué modo lo hace. Cf. RORTY, R. (2000b) p. 43
117
Minimalismo, verdad y normatividad
- 118 -
ciertos discursos que se distinguirían del resto por el tipo de relación que establecen con
el mundo. Dice
La imagen que está empleando Wright es la que usan todos los
epistemólogos para los que `prejuicio´ y `superstición´ son como arena en los
rodamientos, la clase de cuerpo extraño que produce defectos de
funcionamiento. Tales filósofos comparten una imagen de los seres humanos
como máquinas producidas (por Dios o por la Evolución) para, entre otros
fines, captar las cosas correctamente. Los pragmatistas quieren que nuestra
cultura se libre de esa auto-imagen y la sustituya por la de unas máquinas que
están continuamente ajustando su conducta a la de los demás, y a la vez al
entorno, mediante el desarrollo de formas novedosas de comportamiento. 146
Si la verdad (como algo distinto de la justificación) no puede ser alcanzada, no
se la debe buscar. La verdad tampoco es algo a lo que se tiende, en el sentido de que
mayor o mejor justificación implique un acercamiento a la verdad. No es posible
alcanzar la verdad ni tampoco acercarse a ella, con lo cual no debemos decir que es una
meta147. Pero observemos esta indicación con detalle para juzgar su adecuación. Parece
correcto rechazar aquellas prescripciones que exigen objetivos que no pueden
alcanzarse. La racionalidad de esta posición se infiere del absurdo de cualquier
regulación que castigue por el incumplimiento de aquello que no se puede cumplir. Pero
esta racionalidad se desdibuja cuando aplicamos la máxima a los casos de normatividad
instrumental asociada a las inferencias prácticas que parten de los deseos de los sujetos.
En este caso no es fácil rechazar una meta o propósito recurriendo a la observación de
que el sujeto no va a cumplirla. No hay razón para indicarle a un nadador que no debe
entrenar todas las mañanas porque no va a lograr ser el campeón del mundo, que es el
deseo que lo lleva a realizar tal entrenamiento -a menos que ese deseo le produzca
grandes males, que es lo que parece pensar Rorty de la búsqueda de la vedad para
nuestra cultura, pero entonces la razón de nuestro consejo no es ya, simplemente, el
carácter inalcanzable de la meta.
146
147
RORTY, R. (2000b) p. 46
RORTY, R. (2000b) p. 57
118
Minimalismo, verdad y normatividad
- 119 -
6.4 – Utilidad del principio pragmático
Antes de finalizar este capítulo, señalemos algunos inconvenientes que
encontramos en el principio pragmático mismo. La primera pregunta que debemos
hacernos al juzgar su pertinencia, es evaluar si el principio cumple, en el problema que
nos ocupa, con el criterio de relevancia que él mismo establece. ¿Cuál es la diferencia
en la práctica entre regirse por el principio pragmático y no regirse por él? Imaginamos
que una respuesta simple y evidente indicará que el filósofo que se atiene al principio,
sólo introduce distinciones conceptuales cuando éstas son requeridas para explicar
adecuadamente un fenómeno, o cuando ellas desatan un torrente de consecuencias
prácticas. Un inconveniente con cualquier respuesta que apele a las consecuencias
prácticas es la dificultad para establecer el rango de consecuencias que vamos a
considerar `prácticas´ en cada caso. La escritura misma de artículos sobre el tema que se
estudia es una consecuencia práctica de la reflexión sobre esos temas. La publicación de
esos libros, el trabajo que aquello requiere, y el hábito común de su lectura, también lo
son. Si respondemos solamente que el principio pragmático indica que toda distinción
conceptual es relevante sólo si es necesaria para una óptima explicación del fenómeno
para el cual se la ha introducido, parece perder su impronta estrictamente pragmática,
por su similitud con los criterios tradicionales de relevancia conceptual.
Por otra parte, existe un segundo camino que conduciría a la eliminación del
principio pragmático, que también se funda en la prescripción que ese mismo principio
impone. Vimos que la argumentación de Rorty está fundada en la imagen y proyecto de
sociedad que quiere construir. Con ello incorpora un criterio de selección entre
estructuras conceptuales con el mismo poder explicativo. El criterio permite seleccionar
aquellas estructuras conceptuales y aquellas imágenes del hombre y su relación con el
mundo que promuevan el cambio cultural juzgado conveniente. Luego, si juzgamos que
las consecuencias prácticas de negar el principio pragmático son más útiles o menos
perniciosas que las consecuencias de afirmarlo, la posición pragmática coherente estará
obligada a negarse a sí misma.
Hemos imaginado dos situaciones cuya confirmación nos haría abandonar el
principio pragmático. En un caso el abandono es consecuencia de que la aplicación del
principio no satisface el propio criterio de relevancia que el principio promueve. En el
otro, la aplicación del principio satisface su propio criterio en la medida en que expresa
diferencias de la práctica y las produce, pero las consecuencias producidas son peores
119
Minimalismo, verdad y normatividad
- 120 -
que las que causa la negación del principio. Hemos destacado, a su vez, que la
diferencia en las conclusiones a las que arriban cada uno de los tres autores pragmatistas
estudiados, al aplicar el principio pragmático al problema de la normatividad de la
verdad, evidencia la dificultad para precisar las condiciones de una aplicación adecuada
del principio.
Al señalar estos inconvenientes no hemos dado razones suficientes para rechazar
el principio. Pero advertimos que su aplicación puede resultar vacua si no se especifica
qué vamos a aceptar como cumplimiento de su prescripción. En particular, creemos que
en el caso que nos ocupa todas las posiciones expuestas respecto de la normatividad de
la verdad, de ser correctas, satisfacen el criterio pragmático tanto por sus virtudes
explicativas como por sus consecuencias prácticas. Hemos tratado de elucidar el
problema para juzgar adecuadamente cuál de ellas es la correcta.
120
- 121 -
Minimalismo, verdad y normatividad
BIBLIOGRAFÍA
BARRIO, E. A. (1998) La verdad desestructurada, Buenos Aires, Eudeba
BARRIO, E. A. (2000) “El deflacionismo y el problema de la verdad” en Revista
Latinoamericana de Filosofía, Vol. XXVI Nº 2 (Primavera)
BILGRAMI, A. (2000) “Is Truth a Goal of Inquiry” en Rorty and his Critics, ed. por R.
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