“En defensa de la gran ciudad”, Jane Jacobs

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“En defensa de la gran ciudad”, Jane Jacobs.
En este artículo habla de varios temas: la calle, los parques y plazuelas y de las
funciones urbanas.
Empieza hablando de “la calle urbana”, y las tres cualidades que debe tener
para su buen funcionamiento.
Los ojos de la calle, con lo que se refiere a la gente que frecuenta esas calles.
La calle debe establecer un límite entre lo público y lo privado, no deben
confundirse estos términos nunca, ya que la calle urbana es muy distinta a las
calles que existen en los suburbios, donde este límite no existe. Además, la
calle necesita gente, flujo peatonal, estacionamiento de gente que se sienta en
los bancos a hablar o a ver la gente pasar. Los edificios, a su vez, también
contribuyen ya que deben estar orientados a la calle. Y como último, las aceras
deben atraer a más “ojos”, para poder vigilar las calles, y atraer las miradas de
la gente que se encuentra en los edificios, ya que “a nadie le gusta mirar por
una ventana que da a una calle vacía”, según Jane Jacobs.
Referente a la seguridad e inseguridad de una calle, no se puede evitar la
inseguridad de una calle con la seguridad de otros elementos urbanos, así
como patios interiores y terrenos de juegos cubiertos, ya que existiendo estos
lugares, no evita la inseguridad en la calle; ésta sigue siendo la misma, a pesar
de la existencia de estos elementos.
Atractivo y eficacia. Las calles deben ser atractivas, tener un elevado número
de tiendas y de lugares públicos en sus aceras, y estos lugares o al menos
algunos de ellos deben estar abiertos para atraer a la gente, como las terrazas
de los bares, que al ver al gente tomarse algo en las terrazas te dan ganas de
sentarte tu también allí y ver a la gente pasar. Los bares y restaurantes, que
están abiertos hasta más tarde, también contribuyen en gran medida a la
seguridad de las calles. Estos lugares públicos dan a los peatones unas
razones para utilizar estas aceras, ya que si no existieran estos lugares,
tiendas, bares,… los peatones no tendrían razón ninguna para pararse en esa
calle. Así como atraen a los peatones, también atraen al tráfico, ya que donde
hay gente, hay tráfico. Los propietarios de estos locales son los que promueven
el orden en la calle; contribuyen muchísimo a la seguridad de la calle, haciendo
que los clientes se sientan seguros.
El hombre busca al hombre, donde hay gente, se atrae a más gente. A los
humanos nos gusta contemplar a otros seres humanos, y mucha gente no se
da cuenta de que esto es verdad. Es como cuando vas a un centro comercial y
te sientas en un banco para descansar, y sin darte cuenta estás contemplando
los demás pasar de largo y entrar en tiendas; o como cuando estás en una
terraza que da a una plaza, la mayoría del tiempo que estás allí tomándote
algo, estás contemplando la gente, viéndola pasar. Debido a esto, dice Jane
Jacobs que una calle que está viva cuenta a la vez con usuarios y
observadores.
El contacto en la calle y la conciencia colectiva es otra de las cualidades que
debe tener la calle urbana. Consiste en el distinto trato que tienen los
ciudadanos que viven en ciudades o pueblos pequeños a los que viven en las
grandes ciudades.
Dice Jane Jacobs que si las personas dispusieses de viviendas decentes y
contasen con espacios verdes en abundancia, no los encontraríamos en la
calle. En una gran ciudad, nadie pretende tener “casa abierta”, ni nadie puede
tenerlo. Es decir, en la gran ciudad lo que se busca es la intimidad, la
privacidad, nadie conoce a nadie, ni a sus propios vecinos. Esto no ocurre en
las pequeñas ciudades, donde todos conocen a todos, y hasta saben donde
viven.
Las ciudades están llenas de personas con las que es útil y agradable, según
Jane Jacobs, mantener un cierto tipo de contacto, pero lo que no queremos es
que por esto nos molesten ni queremos molestar. Lo que queremos tener es
confianza, y es mucho más difícil llegar a la confianza con los demás
ciudadanos en una gran ciudad que en una pequeña. La vida de una gran
ciudad es mucho más rápida, se va todos lados corriendo, no hay apenas trato
con los demás ciudadanos. Esto se nota bastante a la hora de llegar a una
ciudad que no conoces y estás en la calle con un mapa, y quieres preguntarle a
alguien que pasa por allí dónde estás, o cómo puedes llegar a tal sitio. La
mayoría de las veces la gente pasa de lado, no se para cuando le preguntas.
Esto no ocurre en una ciudad pequeña, donde me atrevería a decir que la
gente es más amable, quieren ayudarte. Parece que no tienen tanta prisa, nos
les preocupa perder cinco minutos para explicarte a dónde tienes que ir.
La protección de la vida privada. Habla de nuevo del contraste entre las
pequeñas ciudades y la gran ciudad, con carácter mucho más formal. De esto
también hablábamos en la primera clase teórica del curso. La relación entre
ciudadanos de la gran ciudad es mucho más fría y distante, sólo se saben los
asuntos de las personas en las que confiamos, y esto es lo que la gente más
aprecia de la gran ciudad, el poder mantener tu privacidad. Esto explica el
porque de la diferencia entre el carácter, para decirlo de algún modo, de la
gente de pequeñas ciudades y de la gente que vive en la gran ciudad. Yo he
vivido muchos años en un pueblo de Holanda, un pueblo con una iglesia donde
la gente es muy creyente. Leyendo el artículo, me ha venido a la mente este
pueblo, y creo que sería como la excepción a la regla, este pueblo donde nadie
quiere saber de nadie, todo el mundo es muy formal, muy distante. Un ejemplo,
los domingos que la gente del pueblo va tres veces a la iglesia, por la mañana
temprano, por la tarde, y por la noche. Pasaban por mi casa en silencio,
vestidos de negro con sombreros y bolsos, aparentemente metidos en sus
asuntos. Pero intentaban mirar por las ventanas de las casas por las que
pasaban, mirar debajo de las persianas para vez si estábamos en casa y qué
estábamos haciendo; mostraban una curiosidad por saber de los demás
habitantes del pueblo. Y esto me parece muy interesante, un pueblo donde la
gente adopta el carácter de ciudadano de una gran ciudad, aunque no vayan
con prisas a todos lados, pero sí muestran esa indiferencia, esa privacidad, esa
intimidad. Pero a la vez muestran una curiosidad, como ocurre en las ciudades
pequeñas.
Promiscuidad y urbanismo. Jane Jacobs dice que el urbanismo residencial se
revela con frecuencia de una eficacia social, pero únicamente en el caso de las
clases privilegiadas, y esta solución fracasa totalmente con cualquier otra clase
de población. De nuevo habla de este contraste entre clases sociales y, por lo
tanto, de la vida que tienen en cada clase social: o mejor o peor.
Un tema importante del artículo es el referente a los parques. Dice que
favorecen la delincuencia juvenil, pero a la vez, las bandas de jóvenes
delincuentes llevan a cabo sus desafueros en los parques y en los terrenos de
juegos. ¿No hay ningún sitio seguro para los niños? ¿Los padres no pueden
dejar jugar a sus hijos en ningún lugar sin tener que preocuparse?
Habla de los técnicos del urbanismo, que lamentan que una población infantil
se vea condenada a jugar en las calles de ciudades que son, según ellos, el
marco más nefasto, tanto desde el punto de vista de la higiene como desde el
punto de vista de enfermedades y de corrupción. Esto, desde mi punto de vista,
es algo demasiado extremo, no creo que esto sea verdad. Y sigue hablando de
que piensan que habría que trasladar a esos niños a parques y a terrenos de
juegos, volviendo a la cuestión anterior. ¿Dónde están seguros los niños?
Parece que no se ponen de acuerdo; si es mejor dejar jugar a los niños en las
calles o si es mejor dejarlos que jueguen en parques y en terrenos de juegos.
¿Hoy en día, dónde juegan los niños?
Yo creo que hoy en día, tanto como en las calles como en los parques, hay
mucha actividad, y sobre todo infantil y juvenil. Depende del barrio que seas,
dependiendo de dónde vives, o tienes un parque más cerca o tienes una calle
donde poder jugar más cerca de tu casa. Las calles que permiten jugar a los
niños suelen ser pocas, y las que sí lo permiten, suelen estar siempre llenas de
gente, ya que las amplias calles con bancos suelen ser las más visitadas por
los ciudadanos.
Los jardines interiores, según Jane Jacobs, sólo convienen a los niños muy
pequeños. En este aspecto, sí comparto su opinión, ya que no podemos
restringir la libertad de un niño que está creciendo, no lo podemos dejar
encerrado en un pequeño patio interior. Y por muy grande que sea, siempre
estará encerrado entre 4 paredes, para así decirlo, sin poder crecer, sin
libertad, sin poder desarrollar su mente y adquirir nuevas experiencias que sólo
puede adquirir en un lugar público, ya sea una calle o un parque.
Hace mucho hincapié en el tema de espacios especializados y no
especializados. Un espacio no especializado es aquél que no tiene ninguna
función, es decir, se podría definir como un descampado, una zona donde no
hay nada o poco construido, donde no hay ninguna función que desarrollar,
aparentemente. Aquí es donde los niños pueden inventar cosas nuevas,
imaginar, jugar,… A cambio, un espacio especializado es aquél donde se
desarrolla una función, como por ejemplo un polideportivo.
Conjuntos residenciales, urbanizaciones, en resumen: zoning. Leyendo este
apartado del artículo, me ha venido a la mente el juego Sim City, donde al
empezar una partida nueva, lo primero que te enseñan a hacer es delimitar las
zonas residenciales, las zonas de comercio y las zonas industriales. Te dicen
que la zona residencial tiene que estar cerca de la zona comercial, y que la
zona industrial debe estar alejada tanto de la zona residencial como de la
comercial. Jane Jacobs dice que las residencias, lugares de trabajo y
comercios deben estar íntimamente integrados unos en otros.
Para esto, para que el ciudadano se pueda desarrollar libremente en la ciudad,
en cualquiera de las zonas en las que esté, las calles deben tener unas
características. Las aceras deben poder alojar las distintas actividades de las
calles, y aquí es donde aparecen los problemas.
Pongo como ejemplo las calles de Granada. En el primer paseo que he hecho
este año, analizando las calles principales y las calles “ocultas”, que no se
aprecian así a simple vista, he llegado a la conclusión de que muchas de las
calles de Granada no tienen la anchura adecuada. Por ejemplo en el Paseo de
los Tristes, donde, como peatón, tienes que apartarte y pegarte contra las
fachadas de los edificios cada vez que pasa un coche. Y los pivotes que
existen en esta calle y en muchas otras, quitan unos 20 cm de la anchura de la
calle sin aportar nada más, ya que el espacio dejado para que pasen los
peatones es demasiado pequeño para poder pasar cómodamente.
Para el tema del zoning, ha utilizado el ejemplo de la ciudad de Boston. Ha sido
la primera ciudad americana en realizar el proyecto de un distrito cultural
descontaminado, en relación con el tema de los parques. Hoy en día, en
muchas de las ciudades los parques no están situados de forma estratégica, y
muchos de estos parques son desaprovechados sólo por su mala colocación,
para decirlo de alguna manera, dentro del conjunto de la ciudad.
Uniendo estos dos temas, el zoning, que según algunos sí es necesario, y el
“no zoning”, que según otros es necesario, llegamos a la conclusión de que una
ciudad no se hace con piezas, según dice Jane Jacobs. Personalmente, esto lo
he interpretado como las distintas zonas con distintas funciones, es decir, el
zoning. Una ciudad no se hace con distintas zonas cada una dedicada a una
distinta función, sino que una ciudad debe ser una unión de distintas funciones,
relacionadas entre sí mediante un tejido urbano y una densidad residencial
suficiente.
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