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EL
AMOR
Se habla mucho del Amor, tal vez, más de lo que se comprende. Vamos a hacernos una idea de lo que es el
Amor. La forma más práctica que tenemos de
Ejemplificar lo que sucede cuando está el Amor, puede ser en relación con otra persona. Cuando el Amor
apenas se manifiesta, tenemos al deseo, el “te quiero
Para mí”, incluso, a veces, expensas de lo que quiera la persona querida, El ser
Querido, es querido porque obra como estímulo para que aparezca en nosotros el Amor. Su belleza, su
dulzura, su bondad, su inteligencia, hace que nuestro yo se
Admire y se calle, y dé lugar por momentos al Amor. Eso nos maravilla, y entonces
Deseamos a la persona que nos produjo dicha experiencia, sin percatarnos, quizás, que lo que realmente
anhelamos es repetir esos momentos de Amor, en el que el yo se calla. Ahora, nadie puede actuar
continuamente de estímulo sobre otra persona para que aparezca el Amor; los estímulos van dejando de
producir efecto, y es porque nadie nos puede dar lo que, realmente, debe salir de nosotros.
Ahora imaginemos que el Amor se expande más en nosotros. Descubriremos, entonces, que es posible amar
sin poseer, o dicho de otra manera, no es necesario poseer para amar. Se empieza a volver más importante el
Amor y menos importante el yo, y al no estar el yo, no hay deseos de poseer.
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El amor.
Y en la cumbre del Amor, ya no hay dualidades; sólo está el Amor, ese Amor total en el que damos todo y no
pedimos nada, y en el que ocurren dos cosas extraordinarias. Por un lado, como damos todo, nos desligamos
completamente de nuestro yo, y esto se aprecia porque estando el Amor, no tememos morir, ni soportar el peor
castigo, ni desaparecer para siempre. Y, por otro lado, como no exigimos nada, nos desligamos también del ser
amado. Queda entonces sólo el Amor Eterno, el que es también Paz y Libertad.
Daniel Ilari (publicado en el diario El Informe, Viernes 12 de marzo de 1993)
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EL AMOR
Se habla mucho del Amor, tal vez, más de lo que se comprende. Vamos a hacernos una idea de lo que es el
Amor. La forma más práctica que tenemos de
Ejemplificar lo que sucede cuando está el Amor, puede ser en relación con otra persona. Cuando el Amor
apenas se manifiesta, tenemos al deseo, el “te quiero
Para mí”, incluso, a veces, expensas de lo que quiera la persona querida, El ser
Querido, es querido porque obra como estímulo para que aparezca en nosotros el Amor. Su belleza, su
dulzura, su bondad, su inteligencia, hace que nuestro yo se
Admire y se calle, y dé lugar por momentos al Amor. Eso nos maravilla, y entonces
Deseamos a la persona que nos produjo dicha experiencia, sin percatarnos, quizás, que lo que realmente
anhelamos es repetir esos momentos de Amor, en el que el yo se calla. Ahora, nadie puede actuar
continuamente de estímulo sobre otra persona para que aparezca el Amor; los estímulos van dejando de
producir efecto, y es porque nadie nos puede dar lo que, realmente, debe salir de nosotros.
Ahora imaginemos que el Amor se expande más en nosotros. Descubriremos, entonces, que es posible amar
sin poseer, o dicho de otra manera, no es necesario poseer para amar. Se empieza a volver más importante el
Amor y menos importante el yo, y al no estar el yo, no hay deseos de poseer.
Y en la cumbre del Amor, ya no hay dualidades; sólo está el Amor, ese Amor total en el que damos todo y no
pedimos nada, y en el que ocurren dos cosas extraordinarias. Por un lado, como damos todo, nos desligamos
completamente de nuestro yo, y esto se aprecia porque estando el Amor, no tememos morir, ni soportar el peor
castigo, ni desaparecer para siempre. Y, por otro lado, como no exigimos nada, nos desligamos también del ser
amado. Queda entonces sólo el Amor Eterno, el que es también Paz y Libertad.
Daniel Ilari (publicado en el diario El Informe, Viernes 12 de marzo de 1993)
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