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Definiciones de la bulimia y la anorexia.Explicacion
Fecha de inclusión en Alipso.com: 2005-06-10
Enviado por: anonimo ([email protected])
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Adolecentes por la vida
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Definiciones de la bulimia y la anorexia.Explicacion Agregado: 10 de
JUNIO de 2005 (Por anonimo) | Palabras: 1719 | Votar! |
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Autor: anonimo ([email protected]) Adolescentes por la Vida La bulimia y la
anorexia son, entre otros, trastornos de la alimentación que han cobrado un marcado interés en nuestra
sociedad en los últimos años, a pesar de ser enfermedades de larga data, y que se reactivan, especialmente,
cuando empieza a asomar el verano y es hora de ponerse los trajes de baño. Primero consideremos que existe
un trastorno en la alimentación cuando una persona coloca a la comida como centro de su vida toda. La
persona que padece algún trastorno en su alimentación como la bulimia o la anorexia, basa en la comida -un
particular significante al que la persona enferma otorga un significado específico de acuerdo a diversos
factores psicológicos y evolutivos- todos los pensamientos y actos que forman parte de su cotidianeidad,
sintiéndose hiperdependientes de esa idea, que a modo de parásito, parece “atacar” hostilmente en cada
momento y situación. La comida se convierte, entonces, en el eje a partir del cual gira la vida y el mundo de
relación de la persona enferma. Es así como la comida es el motivo por el cual se concurre o no a una fiesta,
se visita a los amigos evitando las horas de las comidas, se deja de salir a comer en restaurantes que cocinan
determinado tipo de comida (que engordan), se ingiere una manzana o un yogurt solamente en todo el día, y
otras que hacen de la comida un cruel titiritero de la vida de aquellos que padecen esta enfermedad. Anorexia
etimológicamente significa “hambre de nada”, es decir, que la persona anoréxica tiene hambre como
requerimiento puramente fisiológico, pero no “desea” comer, no tiene apetito. La manifestación de esta
enfermedad se ve en la “rebeldía de no comer”, que representa un llamado de atención para los padres y
amigos de la persona enferma, no así para la propia persona, dado que no tiene conciencia de la enfermedad y
cree estar alimentándose normalmente o en exceso; es como una señal expresando que existe algo que no está
funcionando del todo bien. Así encontramos a las personas enfermas, cuyo porcentaje más alto es de mujeres
-a pesar que la enfermedad sigue avanzando en el terreno de los varones- con un peso muy bajo, a veces hasta
en un 85 % por debajo del peso deseable, índice del “terror” que sienten de engordar y convertirse en obesas.
Entre algunos de los síntomas que generalmente encontramos en la anorexia (digo generalmente porque
ninguna anorexia es igual a otra) están la pérdida del tejido adiposo (abdómenes hundidos, brazos y piernas
esqueléticas), amenorrea (pérdida y desorden de los ciclos menstruales), bradicardia (disminución del ritmo
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cardíaco), poliuria (exceso de orina por la cantidad de líquidos ingeridos, como té, caldo, etc.),
hipercolesterolemia (nivel de colesterol muy alto: 280 - 300), insuficiencia cardíaca y descenso del nivel de
potasio que provoca una descompensación electrolítica, y comúnmente esta es la causa de muerte en la
anorexia a través del paro cardíaco.
Bulimia etimológicamente significa “hambre voraz”, es decir, a
diferencia de la anoréxica, la persona bulímica tiene “deseo” de comer. La comida le provoca una excitación
previa que lleva a la elección de los alimentos a ingerir, que siempre son ricos en calorías y pobres en
proteínas, y luego se registran los “atracones”, episodios recurrentes de ingestas rápidas y compulsivas, en
grandes cantidades o vividos como si fueran grandes cantidades, con una marcada pérdida del control y
realizadas en momentos de soledad. La soledad es la mejor aliada de la bulimia, o quizás la peor de las
enemigas, pues es estando en soledad (tienen vergüenza de comer en público) cuando la persona se da los
atracones a los que les siguen la toma de conciencia de la acción cometida y el cruel sentimiento de culpa, de
fracaso y de angustia, que carcome a la persona y la obliga a “vaciarse”, por decirlo de alguna manera, de esa
culpa. Aquí se dan los métodos purgativos, que varían según la persona, para pseudoaliviar la angustia y la
culpa, para “vaciarse”: los vómitos (provocados después de cada ingesta y luego automáticos) y la utilización
de laxantes, diuréticos y enemas, estos últimos utilizados en exceso y a veces simultáneamente. Otros signos
de la enfermedad son la mencionada amenorrea -índice de cualquier desorden orgánico-, el signo de Russell
(callosidades en los nudillos de los dedos, por provocarse el vómito), pérdida del esmalte dental, piel
amarillenta y trastornos a nivel del esófago y del tracto digestivo por la acción de los ácidos gástricos que
concentra el vómito. La soledad es fundamental para el desarrollo de esta operación, dado que la aparición de
un tercero cualquiera interrumpe inmediatamente el atracón o el vómito. El problema mayor, y el que implica
también mayor riesgo, es la práctica simultánea de varias técnicas purgativas, muchas veces combinadas con
excesiva actividad física como la gimnasia, que implica también un medio de purga muy frecuente que es
inadvertido, ya que actúa silenciosamente; estas purgas provocan una eliminación importante de sales en el
vómito, en la orina y en las heces. La mortalidad es del 20% y se da por inanición y por la citada
descompensación electrolítica (descenso del nivel del potasio), que provoca un paro cardíaco. Es frecuente
que el “llamado de atención” de las personas bulímicas sea más peligroso que el de las anoréxicas (rebeldía de
no comer), ya que encuentran el intento de suicidio, sin conciencia de lo que el suicido implica realmente,
como el medio más eficaz para llamar la atención y conseguir, sobretodo, la atención de sus padres. Esto
revela el conflicto psicológico profundo que se ubica en la base de estos cuadros. Muchas veces un llamado de
atención puede terminar con la vida de la persona enferma, cuya desesperación alcanza el extremo.
Generalmente estos tipos de trastornos en la alimentación, más allá de los síntomas que encierra cada uno en
especial, son acompañados, ambos, por un marcado aislamiento de la persona, excesivo cansancio, sueño,
irritabilidad, agresión (sobretodo hacia personas conocidas y miembros de la familia), vergüenza, culpa y
depresión, registrándose un trastorno en la identidad a partir de la nominación de la enfermedad: “Soy
bulímica”. Estas enfermedades no aparecen con frecuencia en estado puro, es decir, no existe una anorexia
pura o una bulimia pura. Una misma persona puede registrar episodios tanto anoréxicos (restricción extrema a
ingerir alimentos), como bulímicos (atracones y purgas), instancia de la enfermedad llamada bulimarexia,
combinación de rasgos bulímicos y anoréxicos en un mismo cuadro, que son los más comunes. Es decir, por
lo expuesto, que estas dos enfermedades, de candente y lamentable actualidad, implican ir más allá de
pensarlas como de origen orgánico (aunque se está investigando al respecto), introduciéndonos, así, en el
terreno de lo psicológico, dado que tanto en la bulimia como en la anorexia existe una distorsión de la imagen
corporal, una falla en la percepción -estas personas se ven gordas a pesar de no serlo, o se ven aún más gordas
si no son muy delgadas-; hay una discordancia entre el cuerpo biológico y la representación mental del cuerpo,
que en estas personas enfermas impera: verse gordas, horrorizarse por la gordura. En cuanto a los factores
psicológicos causales, si bien la bulimia y la anorexia no implican una determinada psicopatología de base, ni
son consideradas un tipo específico de psicopatología, considero que se apoyan sobre personalidades a las que
llamo a-dictivas, entendiendo a como prefijo de negación y dictivas como lo dicho, lo puesto en palabras; por
lo tanto constituiría una enfermedad “de lo no dicho”, “de lo no puesto en palabras”, personalidades que
encuentran una gran dificultad para registrar y comunicar sus estados emocionales y profundos, para poner los
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sentimientos en palabras. Eso no dicho, no puesto en palabras, que implica algo conflictivo para la persona, es
puesto en el cuerpo, por lo que puede concluirse que la bulimia y la anorexia encierran problemáticas
psicológicas profundas que hablan a través del cuerpo.
En cuanto a lo sociocultural y familiar son
enfermedades sostenidas, generalmente en forma inconsciente, inadvertidamente, por la familia, y en forma no
tan inconsciente por la sociedad y los medios. Con lo expresado no deseo que la responsabilidad de un
adolescente enfermo (digo adolescente porque son enfermedades que se dan usualmente entre los 14 y los 20
años) recaiga sobre la publicidad y los medios, que muestran modelos perfectos del hombre y la mujer,
delgados y bellos, o sobre la misma familia, pero lo cierto es que ambos núcleos sustentan, por así decirlo, la
evolución que realiza la enfermedad en un adolescente en plena formación física y psíquica, y son a la vez
quienes pueden ir erradicando la enfermedad de quienes la padecen y de la sociedad toda. Es una enfermedad
familiar que tiene como síntoma a uno de sus miembros padeciendo bulimia o anorexia. Se deben aceptar
como enfermedades que se originan en el seno mismo de la familia, y que pueden actuar como síntoma de
conflictos internos, personales y de tensiones en las interrelaciones padres-hijos-hermanos. Esta problemática
bio-psico-social debe alertar a los adultos en general y a los padres en especial acerca de los adolescentes
inmersos dentro de los pseudomodelos y valores vigentes en nuestra cultura de hoy. Adultos y padres que
muchas veces actúan ciegamente o simulan estar ciegos ante situaciones dolorosas de este tipo, aun más
cuando se trata de padres con respecto a una hija o un hijo, una no aceptación de su padecer, de su sufrimiento.
No hay que negar lo que sucede, hay que asumir la situación, sentirse parte de ella y actuar en consecuencia.
Desde el rol de los padres, concretamente, se debe contener a la persona enferma, comprenderla, dispensarle
afecto y contención intensiva, sabiendo que eso es lo que más necesita, lo que más necesita cualquier persona
para sentirse con ganas de vivir. Compartir sus cosas, escucharla, acompañarla, e intentar, junto con la ayuda
profesional, que es fundamental en estos casos (tratamiento interdisciplinario médico, nutricional, psicológico
a nivel individual y familiar), restablecer los lazos de la persona enferma con la vida, con sus vínculos,
mostrándole que hay otras cosas, otros intereses en la vida, más allá de la figura y la comida, y que estos
últimos son sólo una mínima parte de un gran y maravilloso todo que es el ser humano, al que hay que valorar,
amar
y
defender
Fuente:http://www.avizora.com/publicaciones/adolescencia_y_juventud/textos/0051_horroroso_fantasma_gor
dura.htm
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