Mesopotamia-Tierra entre dos rios

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EAST SOMERVILLE COMMUNITY SCHOOL
SR. CARABALLO
ESTUDIOS SOCIALES 6
NOMBRE ___________________________
FECHA _____________________________
Mesopotamia: Tierra entre dos ríos
¿Alguna vez has oído hablar de Mesopotamia? Si lo has hecho, ¿recuerdas su importancia? En esta zona del Asia Menor se
desarrollaron nada menos que las civilizaciones más prolíficas en invenciones de la Antigüedad, cuyas creaciones siguen tan
vigentes como hace 5.000 ó 4.000 años.
Los inventores más célebres de Mesopotamia fueron los sumerios, a quienes debemos, entre otras cosas, la invención de la
escritura cuneiforme, fechada alrededor del 3.100 a.C. Hito que marca el término de la Prehistoria y el inicio de la Historia.
Mesopotamia, que significa país o región entre ríos, está ubicada entre los ríos Éufrates y Tigris, rodeada al nordeste por los
montes de Anatolia y los Zagros de Irán, y al oeste por el desierto árabe. Los ríos que la delimitan nacen en las montañas
Antitauro, en el Asia Menor, y cerca de su desembocadura en el golfo Pérsico forman un único curso fluvial llamado Shat-alArab. En esta región actualmente encontramos parte de Siria y Turquía y casi todo Irak.
Las excavaciones arqueológicas, que comenzaron en el siglo XIX, revelan la existencia de asentamientos humanos en
Mesopotamia a partir del 10.000 a.C. La presencia del hombre en épocas tan remotas demuestra que las características geográficas
y climáticas eran favorables para que sus habitantes dejaran la vida nómada, basada en la caza y la recolección, por el
sedentarismo, apoyado en la agricultura.
Al igual que los egipcios, los habitantes de Mesopotamia descubrieron que podían aprovechar el agua para sus cultivos, obteniendo
grandes beneficios. Pero a diferencia del Nilo, el Tigris y el Éufrates se desbordaban con gran violencia, lo que los obligó a crear
un sistema de canales y diques para encauzar el agua. Incluso construyeron grandes represas para almacenarla, desde donde era
conducida por una red de canales hacia los campos de cultivo, en los que plantaban trigo, palmeras de dátiles, higueras, vid,
sésamo, granadas y olivos. Además, criaban cerdos, asnos, bovinos y cabras.
Es importante recalcar que en esta región no se desarrolló una sola civilización llamada Mesopotamia, sino que se sucedieron
diferentes pueblos -sumerio, acadio, asirio y babilónico, principalmente-, que fueron adoptando los adelantos de sus
predecesores. Esto, porque a diferencia del valle del Nilo, Mesopotamia carecía de defensas naturales, por lo que periódicamente
era invadida por pueblos guerreros, provenientes de las zonas montañosas y los desiertos circundantes, que buscaban mejores
condiciones de vida.
Geográficamente, esta zona se encuentra dividida en dos: al norte, la alta Mesopotamia, de llanuras altas, montañosas y frías,
donde se instalaron los asirios y acadios; y al sur, la baja Mesopotamia, formada por llanuras fértiles de clima cálido que fueron
habitadas por sumerios y babilónicos.
Algunas de las creaciones que les debemos a las civilizaciones que habitaron Mesopotamia son la moneda, la rueda, las primeras
nociones de astrología y astronomía, el desarrollo del sistema sexagesimal y el primer código de leyes, escrito por el rey
Hammurabi. También idearon el sistema postal o de correo, la irrigación artificial, el arado, el bote a vela, los arreos para los
animales y desarrollaron la metalurgia del cobre y el bronce.
Este amplio legado cultural fue la base de las civilizaciones siguientes, Grecia y Roma, y también de lo que somos hoy en día.
La primera civilización: la sumeria
Durante el cuarto milenio a.C., el sur de Mesopotamia fue invadido y poblado por los sumerios, provenientes probablemente de la
India o de Asia central.
Este pueblo logró manejar las inundaciones que se producían anualmente en abril y mayo, a raíz de los deshielos en las altas
montañas de Armenia. Secaron los pantanos, construyeron diques y crearon canales para regar los campos, convirtiendo las
llanuras en un fértil huerto. Producían cereales y toda clase de frutas y legumbres.
Otra de las creaciones sumerias fue la rueda, que surgió aproximadamente el 3.500 a.C.
Cuatrocientos años más tarde, en el 3.100 a.C., alcanzaron su máximo apogeo con la invención de la escritura cuneiforme y la
fundación de ciudades que se constituyeron en estados independientes. La principal de ellas fue Ur. En el centro de cada ciudad
se ubicaba el templo del dios local, a quien le otorgaban la soberanía de la ciudad y el dominio de las tierras y el ganado. De
hecho, los campesinos debían entregar parte de su cosecha en el templo.
El gobernante de la ciudad, el Patesi, era el representante del dios, y como tal tenía la misión de proteger el templo, cuidar la paz,
preservar la justicia y preocuparse de la mantención de canales y diques.
Nace el comercio
Los sumerios desarrollaron un activo comercio basado en el trueque -que consistía en el intercambio de bienes de acuerdo
a las necesidades de las partes-, que los llevó hasta el Asia Menor, el sur de Rusia y la India. Esto, porque para sus
construcciones solo disponían de madera de palma, totora y ladrillos, debiendo importar piedras, cobre, oro y plata.
Eran muy exactos en sus operaciones comerciales, ya que extendían un documento escrito sobre cada negocio de cierta
envergadura. Con el tiempo, el trueque se hizo ineficiente, por lo que decidieron intercambiar sus productos por lingotes de oro y
plata, cuyo valor era reconocido en todas partes.
Los reyes ponían un sello a las barras de metal para asegurar su peso y ley -calidad-. Así, crearon el concepto de moneda, que al
resultar tan útil fue imitado por otros pueblos.
La unidad de peso era el talento, y las de medidas, el pie y la docena. Esas unidades de peso y medida se utilizaron durante toda la
antigüedad.
La invasión de los Acadios
El rico y fértil país de los sumerios atrajo a los pueblos nómades de los desiertos y las estepas. Desde el interior de la península
arábiga, las tribus semitas -árabes, hebreos, sirios- invadieron periódicamente Mesopotamia a partir del 2500 a.C., estableciendo
su dominio. Se hicieron sedentarios y acabaron por fundirse con la población anterior. Finalmente se establecieron al norte del país
del Súmmer o Sumeria.
Los invasores se sometieron ante la cultura superior de sus predecesores, pese a que finalmente los sumerios dejaron de existir.
El mayor esplendor acadio fue durante el reinado de Sargón I (2334-2279 a.C.), que creó el primer gran imperio semita, al
unificar las ciudades-estado sumerias y fundar la ciudad de Accad, cuyo nombre se hizo extensivo a toda la región. Además, logró
extender su dominio hasta el Mediterráneo, por el oeste, y los montes Zagros, por el este.
El poderío acadio decayó como consecuencia de las invasiones de los guti y los amoritas, procedentes de las montañas del norte.
Cuando fueron expulsados, la cultura mesopotámica renació con la dinastía III de Ur, entre los años 2112 y 2004 a.C.
Escritura cuneiforme
La escritura cuneiforme, palabra que significa en forma de cuña, es quizás el principal logro de los sumerios, ya que marca
el término de la Prehistoria y el comienzo de la Historia. Su invención, alrededor del 3100 a.C., suele considerarse
contemporánea a la fundación de las ciudades sumerias.
Desarrollada mucho antes que los jeroglíficos egipcios, tuvo en un comienzo un carácter ideográfico (representaba una idea) y se
usaba en los templos para registrar bienes e ingresos.
Escribían sobre tablillas de arcilla blanda de alrededor de 10 cm, utilizando un palo fino que adelgazaban en la punta. Cuando la
arcilla se secaba, era cocida en hornos para que quedara firme y no se borrara lo escrito.
Como resultaba más fácil trazar líneas rectas, con el tiempo se simplificaron los ideogramas figurativos a signos similares a cuñas
o clavos que representaban sonidos.
La escritura cuneiforme fue adoptada por todos los pueblos que poblaron la región y también por los vecinos. En el segundo
milenio a.C. llegó a ser usada por toda el Asia occidental.
Las excavaciones arqueológicas modernas efectuadas en los asentamientos sumerios, entre ellos Eridú, Kish, Uruk, Lagash y Ur,
permitieron encontrar casi medio millón de documentos. Esto, porque los sumerios tenían verdaderas bibliotecas, que fueron
continuadas y enriquecidas por los otros pueblos mesopotámicos que adoptaron esta forma de escritura.
Muchas de estas tablillas son inventarios o registros de transacciones; otras contienen listas de reyes, algún relato literario y
diferentes temas religiosos, gramaticales o científicos. Las demás tienen un incalculable valor histórico: hablan de disputas y
guerras entre las ciudades y reyes de Súmmer.
Esta escritura fue descifrada en 1809 por el profesor alemán Jorge Grötefend. Sin embargo, su trabajo no tuvo mayor repercusión.
Recién en 1837 el inglés Henry Rawlinson redescubrió el secreto de los signos cuneiformes. Gracias a la labor de ambos se han
podido conocer muchos detalles de la culturas mesopotámicas y las demás civilizaciones del Asia occidental.
Babilonia y el código de Hammurabi
Hacia el año 2000 a.C. llegaron nuevas oleadas de semitas, lo que provocó una nueva fragmentación de Mesopotamia en diferentes
ciudades-estado. Uno de sus reyes fundó la ciudad de Babilonia, a orillas del río Éufrates, e impuso su hegemonía, convirtiéndose
en el centro del imperio. El nombre de Babilonia fue aplicado a todo el territorio ocupado por los antiguos reinos de Súmmer y
Accad.
Alrededor del 1700 a.C., el rey Hammurabi pudo vencer a los príncipes rivales y fundar un gran reino, en el que ejercía todo el
poder y gobernaba por medio de funcionarios. Durante su gobierno, Babilonia se convirtió en el principal centro de comercio de
Asia occidental.
Al mismo tiempo que se constituía el imperio babilónico, alrededor del 2000 a.C. llegaron varios pueblos indoeuropeos a Asia
Menor, adoptando la lengua y creencias religiosas de sus anteriores habitantes; incluso empezaron a mezclarse. De este proceso,
surgió el pueblo hitita, que fundó un poderoso imperio y extendió su dominio sobre los pueblos vecinos. Hacia el 1600 a.C., un
rey hitita saqueó y destruyó la ciudad de Babilonia.
Las primeras leyes
Durante el gobierno del rey Hammurabi se elaboró el primer código de leyes escritas que se conoce en la historia de la
Humanidad. El código de Hammurabi, conocido por la célebre sentencia “ojo por ojo, diente por diente”, estaba
conformado por 282 leyes y decretos.
Para elaborar el código, este rey recopiló todas las leyes civiles y penales existentes y las mandó grabar en columnas de piedra de
más de dos metros que se distribuyeron en todo el reino. En la parte superior, en un relieve, está el dios del Sol, Shamash, señor de
la justicia que habría dictado los decretos a Hammurabi.
Las primeras palabras definen el objetivo del código: “Para humillar a los malos e injustos e impedir que el poderoso perjudique al
débil; para que toda persona perjudicada pueda leer las leyes y encontrar justicia”.
Las leyes eran sumamente duras y establecían la pena capital para algunos delitos menores, aunque hacía diferencias en las
sanciones dependiendo de si el agredido era o no un vecino distinguido.
Algunas de las sentencias de este código:
• Si un ciudadano acusa a otro de homicidio, pero no puede demostrarlo, entonces el que lo acusó será muerto.
• Si un niño ha pegado a su padre, a ese niño se le cortarán las manos.
• Si un hombre ha destruido el ojo a un hombre libre, a él también se le destruirá un ojo.
• Si ha roto un hueso al otro, a él se le romperá un hueso
Los asirios: destrucción y conquista
A partir del 1250 a.C. tomaron posesión de Mesopotamia los asirios, de origen semita, que se establecieron al norte de Babilonia,
en el valle superior del Tigris. Este pueblo era belicoso, cruel y feroz. Sus capitales fueron Nínive y Assur, ubicadas cerca del río
Tigris.
Los reyes asirios estaban convencidos de que su misión era someter al mundo a su dios Assur. En sus mensajes a él, rendían
cuentas de las campañas que habían realizado en su nombre y en su honor. Creían que podían alegrar y aplacar sus iras si aplicaban
crueles castigos a los derrotados.
Arrasaron con los pueblos, devastaron países enteros, enviaron al cautiverio y al exilio a millares de personas y sembraron en todas
partes el terror y la muerte.
El imperio asirio alcanzó su mayor apogeo alrededor del 700 a.C., cuando se extendía de Armenia hasta Egipto y desde el Asia
Menor hasta Irán y el golfo Pérsico por el sur. El emperador era gran rey de Asiria, rey de Súmmer y Accad, soberano de los reyes
y príncipes sirios, cananeos y judíos y, desde el año 671 a.C., ocupaba el trono de los faraones.
El último de los grandes emperadores asirios fue Assurbanipal, quien fomentó las artes y letras, hizo construir magníficos templos
y palacios y formó una gran biblioteca donde reunió, escritos en signos cuneiformes sobre tablillas de arcilla, los documentos más
importantes de las civilizaciones sumerio-acadia, babilónica y asiria. Las ruinas y los escritos fueron encontrados por los
arqueólogos bajo la ciudad de Nínive.
El imperio asirio, por sus características, basado en el terror y la violencia y, además, cobrador de altos tributos, no podía durar.
Entre los pueblos reprimidos empezó a crecer el odio y la oposición. El rey de la ciudad de Babilonia se unió con el pueblo
indoeuropeo de los medos, quienes desde la meseta de Irán ingresaron a Asiria. En el año 612 a.C. cayó la capital, Nínive; sus
lujosos palacios y templos fueron incendiados. Sardanápalo, el último rey de Asiria, se lanzó a las llamas.
Los neobabilónicos
La ciudad de Babilonia resurgió con la tribu semita de los caldeos, cuando fue refundada por Nabopolasar a fines del siglo VII.
Por este pueblo, la región recibió el nombre de Caldea, que aparece en los textos bíblicos.
Uno de sus reyes más importantes fue Nabucodonosor II “el Grande” (605-562 a.C.), quien reconstruyó y embelleció la ciudad
de Babilonia, dotándola de gran magnificencia, y extendió su dominio desde Mesopotamia hasta Siria y la costa del Mediterráneo.
Durante su reinado conquistó muchas ciudades: se enfrentó a Egipto; destruyó Jerusalén (año 587 a.C.), desde donde se llevó
cautivos a miles de israelitas; y conquistó territorios en Arabia. Las principales construcciones encontradas en Babilonia son de su
época.
Nuevos invasores
En el año 539 a.C., poco después de la muerte de Nabucodonosor II -de quien se dice se volvió loco al final de su reinado-,
Babilonia fue invadida por el llamado “nuevo señor de Asia”, el rey persa Ciro. Los persas, que la dominaron hasta el siglo IV
a.C., no saquearon ni destruyeron la ciudad como los asirios, sino que la mantuvieron como una de las provincias más poderosas
del imperio Aqueménida.
Babilonia fue conquistada por Alejandro Magno (331 a. C.), que instaló en ella su corte, transformándola en un foco cultural en el
que confluyeron la cultura griega y oriental.
A la muerte de Alejandro, la región fue gobernada por los Seléucidas, dinastía fundada por Seleuco I Nicátor, uno de los generales
de Alejandro.
Con posterioridad, la cultura mesopotámica inició un lento declive. Fue ocupada por los persas sasánidas y luego por los
romanos, gracias a las campañas del emperador Trajano. En el siglo VII d.C., la región fue conquistada por los musulmanes y
quedó integrada dentro de la civilización árabe.
Durante varios siglos, Babilonia siguió siendo la ciudad más rica y el más importante centro comercial de Asia occidental.
La nueva Babilonia
La ciudad estaba doblemente fortificada. Un primer muro de ladrillos tenía ocho metros de ancho y una extensión de 18 km.
Delante de él había una fosa profunda, y atrás, a 12 metros de distancia, un segundo muro defensivo de siete metros de ancho.
Se entraba a la ciudad por varias puertas. La más grandiosa era la “puerta doble”, consagrada a la diosa del amor Ishtar, que tenía
las paredes revestidas de azulejos con representaciones de toros y dragones.
En el palacio real estaban los famosos jardines colgantes, una de las siete maravillas de la antigüedad.
Al centro de la ciudad estaba el zigurat -templo escalonado, similar a una pirámide- construido en honor al “gran señor Marduk”,
el dios supremo. Se cree que esta torre, de siete pisos y 91,5 metros de altura, es la famosa “torre de Babel” que aparece en la
Biblia.
Además, se reconstruyeron los diques para proteger los campos de las inundaciones.
Dioses y creencias
Los datos sobre las religiones mesopotámicas provienen de las tablillas de arcilla halladas en las ruinas de Babilonia,
Nippur y Ur, de la gran biblioteca reunida por Assurbanipal en Nínive (siglo VII a.C.) y de los restos arqueológicos de
templos, vasos pintados y estelas con bajos relieves.
Alrededor del 4000 a.C. se empezó a practicar el culto a las fuerzas de la naturaleza, consideradas divinidades de la fertilidad.
En un segundo período, a partir del 3000 a.C., los dioses tenían forma humana; sus atribuciones y funciones se definían y
diferenciaban claramente, sin que ninguno dominara sobre los otros.
El tercer período comenzó alrededor del 2000 a.C., que correspondió al desarrollo de una religión más personal, con ideas sobre el
pecado y el perdón, y la inclusión de los dioses en una jerarquía monárquicamente estructurada, presidida por el dios del grupo
dominante.
Algunos de los dioses más importantes fueron: Anu -Anum para los acadios- que estaba en la cúspide del panteón sumerio, dios
del cielo que regía las estaciones y el calendario; Enlil, dios de los vientos y de la agricultura, y ejecutor de los designios de la
asamblea de los dioses; Ninhursag, diosa que dominaba en las montañas rocosas y en la vida salvaje, y presidía los nacimientos;
Enki era la divinidad del agua dulce de los ríos y pantanos, creador de los hombres e inventor de la civilización, dios de la
sabiduría y la magia, padre de Marduk -dios acadio- y salvador de Ut-Napishtim - el Noé de las leyendas mesopotámicas- al
prevenirlo del gran diluvio; Ereshkigal y su esposo Nergal reinaban en el mundo subterráneo.
Para los mesopotámicos la naturaleza humana era a la vez terrenal y divina, ya que el espíritu del hombre sobrevivía a la muerte y
habitaba como una sombra triste, sin distinción de culpabilidad, en el reino de los muertos. El destino de los hombres era servir a
los dioses y a sus templos, para que éstos quedaran liberados de todo trabajo material. De este modo, el hombre no era considerado
como un fin en sí mismo, sino como un medio para la vida de la divinidad.
Por esta razón, los templos fueron el centro de la vida económica, política y cultural. En la época de las ciudades independientes, el
gobernante estaba encargado de cuidar el templo del dios, y su mujer, el de la diosa local. En los períodos en que las ciudades se
unían en un reino, el rey supervisaba todos los templos.
Durante largo tiempo, los reyes fueron divinizados y protegidos con rituales contra cualquier amenaza o la pérdida de sus poderes.
Posteriormente se volvió a la concepción del rey como vicario del dios.
Organización política, económica y social
El rey o emperador era la autoridad máxima. Su poder era absoluto, hereditario y de carácter divino; pero no era considerado
un dios como entre los egipcios, sino un intermediario entre los dioses y sus súbditos. Por lo tanto, era el primer sacerdote y quien
administraba el Estado y dirigía el ejército. En las decisiones importantes era asesorado por un grupo cercano de sacerdotes.
No existía la propiedad privada, ya que los terrenos adyacentes a la ciudad pertenecían al dios.
Respecto a las diferencias sociales, estaban los hombres libres, entre los que se contaban la nobleza, los sacerdotes, los
funcionarios reales, los pequeños propietarios y los comerciantes; los meshkin u hombres insignificantes, ex esclavos que
habían comprado su libertad; y los que no eran nada, esclavos y prisioneros de guerra.
La principal riqueza de la región era la agricultura, por lo que las autoridades tenían estricto control sobre los canales y el reparto
de las aguas. Fueron los inventores del arado. Practicaban la ganadería de ovejas, cerdos, cabras, bueyes y asnos, y criaban patos y
aves. Además, consumían los frutos de la caza y la pesca.
Los utensilios eran de arcilla cocida, madera y piedra; el cobre apareció desde el cuarto milenio, y el bronce, en la segunda mitad
del tercero.
Como ya se detalló, el comercio exterior también fue clave, tanto que inventaron la moneda para facilitarlo. Vendían armas, telas y
joyas, e importaban marfil, madera, vinos y metales.
El arte mesopotamico
Como esta civilización estaba fundamentada sobre un sistema político teocrático -dependiente de los sacerdotes- y absoluto, las
manifestaciones artísticas respondían a los intereses del Estado y el culto religioso, lo que no limitó su originalidad y valor
artístico.
Para clasificar el arte mesopotámico se han considerado tres factores:
• La guerra fue una preocupación constante, lo que determinó que gran parte del arte se dedicase a la glorificación de las victorias
militares.
• El rol destacado de la religión en los asuntos del Estado, por lo que se dio primordial importancia a los edificios religiosos. Gran
parte de las esculturas eran con fines espirituales.
• La influencia del entorno natural. Como no habían piedras ni madera en el valle, a excepción de lo que se importaba, debieron
utilizar en sus construcciones ladrillo y adobe -mezcla hecha en base a lodo arcilloso-, que son materiales de menor duración. Por
eso han quedado tan pocos vestigios de esta cultura.
Arquitectura
Todos los pueblos que poblaron Mesopotamia construyeron, a orillas de los ríos Tigris y Éufrates, grandes ciudades que eran
centros políticos y religiosos. Las principales fueron Ur, Babilonia, Assur y Nínive.
Los templos y edificios se hacían de miles de ladrillos y adobes. Para recubrir las paredes empleaban azulejos que les daban un
gran colorido. También eran comunes las figuras de toros alados.
Los templos tenían base cuadrangular, sobre la que se construían torres escalonadas, como pirámides, llamadas zigurat, cuyo
objetivo era invitar a las divinidades a descender y residir entre ellos. Por ello, en la cima se encontraba el santuario del dios, que
por lo general se dividía en dos cámaras. En una estaba el altar, y en otra, la mesa de sacrificios. A estas instalaciones solo podían
acceder los sacerdotes, para llevar diariamente las ofrendas. Los zigurats o torres más importantes son los de las ciudades de
Babilonia, Ur, Eridú, Kish y Uruk.
Las paredes internas de los templos solían adornarse con mosaicos pintados en colores vivos, a manera de murales.
Los palacios caracterizados por relieves esculpidos en las paredes de las habitaciones, como el de Tell al-Asmar, fueron
mayoritariamente construidos por los acadios, al igual que las fortalezas, como la de Tell Brak.
En el tiempo de los asirios, grandes palacios como los de las ciudades de Nimrud, Khorsabad y Nínive reflejaban el nuevo interés
en edificios laicos y la grandeza del imperio. Elevados sobre una plataforma, en sus puertas había inmensas esculturas de piedra.
Durante el período neo-babilónico, se amplió la ciudad de Babilonia. Los edificios públicos se dispusieron a lo largo de un amplio
camino que conducía al centro de la ciudad, al templo y zigurat de su dios Marduk.
Escultura
El culto religioso estimuló el desarrollo de la escultura sumeria. Las figuras de piedra, principalmente masculinas, suelen estar de
pie o sentadas, con las manos cruzadas en actitud de oración. Desnudos de la cintura para arriba, llevan una falda con adornos en
forma de pétalos superpuestos. De cabello largo y barbas muy pobladas, fácilmente reconocibles porque terminan en un corte
recto. Las esculturas más conocidas son la treintena del gobernador de Lagash, Gudea, y de un patesi o príncipe sacerdote de la
ciudad (de alrededor del 2200 a.C.). Son de piedra labrada y dan una impresión de serena autoridad.
Los relieves en piedra -presentes en los palacios- fueron un medio de expresión muy extendido entre los sumerios. Se han
encontrado fragmentos de estelas conmemorativas. Por ejemplo, la estela de los buitres, que conmemora una victoria militar pero
tiene un contenido religioso.
Otra importante forma de expresión fueron los sellos cilíndricos, delicadamente grabados en piedra. La mayor perfección en esta
técnica la habrían alcanzado los acadios. Con posterioridad se empezaron a hacer esculturas en metal, caracterizadas por un mayor
refinamiento y cuidado de los detalles. Mesopotamia pasó desde la Edad del Bronce a la del Hierro en alrededor de tres milenios.
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