Manejo de las Pasturas en un Verano Seco. Por Oscar Ferrari * La falta de forraje obliga a los ganaderos a un mal manejo de sus pasturas. Claves para disminuir el daño. Si bien en algunas zonas, las últimas lluvias trajeron algo de alivio y lograron que el amarillo que predominaba en las pasturas de forrajeras templadas mutara hacia el verde claro, muchas otras parecen arrasadas por un lanzallamas. Hoy, la mayor preocupación de los productores agropecuarios es ¿cómo reducir el daño a un nivel que favorezca la futura recuperación del recurso forrajero? Condiciones ambientales prevalentes en el verano. El verano se caracteriza por su alta temperatura. Si hay viento será muy caliente lo que favorece la evapotranspiración de las forrajeras, la intensidad de luz es alta y los días largos. Existe un bajo nivel de humedad edáfica (cuando no, sequía como la que atravesamos actualmente) y buena disponibilidad de nitrógeno en el suelo. ¿Cómo afectan estas condiciones a las forrajeras templadas? Muchas especies dejan de crecer en el verano (por ejemplo, falaris), otras presentan un desarrollo de hojas lento y el tamaño de las mismas es mediano a chico. Las especies anuales o bianuales se encuentran en pleno proceso de semillazón con el follaje seco. Se observan muchas hojas muertas. El proceso de macollaje en gramíneas se detiene o está poco activo. Los sistemas radiculares están limitados en su actividad. De acuerdo al manejo primaveral previo, el nivel de reservas puede ser medio a alto. El trébol rojo, algunas festucas y tréboles blancos pueden producir volúmenes apreciables de forraje siempre que dispongan de agua suficiente y la temperatura no sea excesivamente alta. La actividad de las especies estivales como la alfalfa, el lotus y el pasto miel dependerá de la profundidad del suelo, de la acumulación de agua que éste posea y de la penetración que hayan alcanzado las raíces. ¿Cómo manejar las pasturas en verano? En el verano, las pasturas tienen que ser pastoreadas de manera moderada y presentar siempre áreas foliares importantes. La cobertura del suelo debe ser lo más completa posible para evitar la evaporación y el excesivo calentamiento que perjudicará a las yemas responsables del rebrote o crecimiento futuro. Además es una barrera para la expansión del gramón (Cynodon dactylon), maleza invasora que ocupa los espacios de suelo descubierto ahogando al poco tiempo a la pastura. 1 Es muy importante que las plantas hayan desarrollado un buen sistema radicular para hacer un uso eficiente del agua y, a la vez, se favorece una mayor accesibilidad a los nutrientes, en especial al nitrógeno que está disponible en las capas superiores del suelo. Una planta con un sistema radicular bien desarrollado y con un buen crecimiento foliar puede absorber agua del suelo más fácilmente que una planta escasamente desarrollada. Al tener muchas hojas ejerce una succión mucho mayor que una muy pastoreada. En períodos secos y/o con altas temperaturas, en que el suelo se seca, las plantas con pocas hojas pueden morir por falta de agua, mientras que las que tienen más cantidad, sobrevivirán. No se debe sobrepastorear una pastura justo antes, durante o inmediatamente después de un período de sequía. Siempre existirá la tentación o necesidad de hacerlo debido a la falta de forraje, pero la consecuencia será la pérdida de la pastura o la desaparición de las especies de mayor producción y la invasión de malezas estivales (gramilla, espartillo, etc.). Una planta con pocas hojas no absorbe agua, no se nutre, no aprovecha la luz, no asimila y, por el contrario, tiene gastos elevados por transpiración y respiración. De este balance resulta un gran debilitamiento de la pastura y casi seguramente se pondrá en juego su supervivencia. Además, un área foliar importante provee una mayor superficie fotosintetizante, la que permite elevar las reservas aun con poca humedad edáfica. Hay que recordar que la temperatura elevada provoca una respiración excesiva, la que será sobrellevada siempre que las plantas tengan una cantidad apreciable de sustancias de reserva. Con pastoreos intensos, éstas serán cada vez menores y finalmente resultarán insuficientes para asegurar la supervivencia de las plantas. Respecto al control de malezas de alto porte (por ejemplo: cardos) es conveniente desmalezarlos una vez que las forrajeras anuales han volteado las semillas para asegurar la resiembra en el otoño siguiente. La altura de corte no debe ser menor a los 10 cm, para favorecer el rebrote más rápido de las especies perennes y que éstas compitan mejor con las malezas y que el sombreado evite el desecamiento del suelo. Cuando la base forrajera la constituye la alfalfa, el pastoreo debe iniciarse desde botón floral a 10% de floración y la altura del rastrojo remanente deberá quedar entre los 7 y 10 cm. Así se evita que los vacunos coman los brotes basales, responsables del siguiente rebrote. Por último, hay que monitorear y controlar plagas como tucuras u orugas. Como conclusión, es importante pastorear moderadamente y combinar o reemplazar en esta estación el uso de las pasturas templadas con el consumo de verdeos de verano, de forrajeras megatérmicas (grama Rhodes, por ejemplo) o ante un déficit forrajero marcado suplementar con granos (“dieta fría”). * Ingeniero Agrónomo, Director de Difusión Ganadera. Febrero 2012. 2