Vida Cotidiana en Lima en 1937

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Vida Cotidiana en Lima en1937
Ponencia presentada en el ICPNA 2000
Juan Gargurevich
Todos somos hijos de nuestro tiempo pues las “torres de marfil” alejadas del
mundanal ruido simplemente no existen. Cada época impone su cultura, sea propia o
alienada, y modela opiniones, conductas, propuestas. El Perú, como cualquier otro país,
nunca fue ajeno a estas premisas. Es por tanto importante para una mejor comprensión
de los “Independientes” examinar de cerca dónde estaban.
¿Cómo era Lima en 1937? Los esfuerzos de Leguía por ampliar y modernizar la
capital habían quedado a medio camino desde su derrocamiento violento en 1930. Pero
había logros importantes que perduraban, como la flamante Avenida del Progreso, hoy
llamada Venezuela, y, por supuesto, la apertura del barrio de Santa Beatriz y su eje
central, la avenida Leguía, hoy Arequipa. La nueva opción urbana llegaba hasta donde
están aquellas magníficas palmeras libanesas y a su vera, partiendo de la enorme y
bella portada española se alzaban las flamantes residencias de los nuevos ricos
leguiístas, aquellos que no encontraban ya espacio en el aristocrático Paseo Colón. En
síntesis, la vieja periferia de la ciudad se desdibujaba, extendiéndose hacia la búsqueda
de San Isidro y Miraflores.
Por años el límite había sido el Parque de la Exposición, de 1872; luego el Paseo
Colón imaginado por Piérola y su empresa urbanizadora La Colmena a fines de siglo;
ahora le tocaba el turno a Santa Beatriz, avanzando hacia el sur. A nivel popular, el
centro de Lima, los Barios Altos, iniciaban su proceso de tugurización, La Victoria
crecía hacia el Agustino.
No era todavía Lima una ciudad grande; no se veía casi migrantes andinos en sus
calles, salvo en negocios de alimentos. Las fotos de la época muestran a los limeños con
cuello y corbata, la mayoría con la olvidada “sarita”, todos con sombrero, incluso en los
agitados mítines políticos tan frecuentes en aquellos años
El centro de Lima casi no había cambiado desde los tiempos del gobierno de José
Pardo. El Jirón de La Unión seguía siendo el lugar favorito para comprar y la Antigua
Botica Francesa encandilaba con sus novedosos batidos de chocolate... La Casa Welch,
Rehder, Crevani,...
Imaginemos ahora que uno de los pintores que estaba colgando sus cuadros en el
salón de Los Independientes decide tomar un descanso, quizá un café, y leer un
periódico, un diario una revista. ¿Cuál era la oferta periodística en marzo, abril de 1937.
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No olvidemos que no había kioscos para adquirir periódicos, como ahora. Era
necesario llamar al canillita del barrio y pedirle alguno de los que llamaríamos clásicos,
esto es, El Comercio, La Prensa, La Crónica...
Los viejos buenos tiempos del periodismo habían quedado atrás. Los
memoriosos quizá recordarían que los años previos al leguíismo habían sido los más
brillantes de la producción periodística limeña, con una verdadera explosión de diarios
y revistas de todo tipo. Incluso durante el Oncenio, la dictadura civil del presidente
Augusto B. Leguía, los lectores hallaban además de los títulos citados el Mundial de
Andrés Aramburú, Variedades de Clemente Palma, del Amauta de José Carlos
Mariátegui, los cotidianos El Sol, La Tradición (del Arzobispado), El Diario Judicial...
Pocos años habían pasado pero el cambio del periodismo había sido notable. Se
recordará que luego de la caída de Leguía se desató, casi explosivamente, un periodismo
de denuncia, de venganza por los abusos de la dictadura. Al retornar el ejercicio político
y anunciarse elecciones el ambiente periodístico se agitó como nunca.
Los periodistas contestatarios volvieron junto con los procesos electorales y los
nuevos partidos políticos. Primero, en 1931, donde participaron el Apra con su
“Tribuna”, el sanchecerrismo y la naciente adhesión fascista con “La Opinión”.
El Perú se polarizaba y aquellas dos fuerzas, apristas, sanchecerristas contendían
con denuedo en las elecciones de 1931 que se decidieron finalmente a favor del militar.
Pero Sánchez Cerro fue asesinado en 1933 en el Campo de Marte y el general Oscar R.
Benavides fue convocado nuevamente, asumiendo la Presidencia la misma noche de la
muerte del mandatario, ante la falta de Vicepresidente, un cargo que no había previsto la
Constitución de 1933.
Así, entre 1933 y 1939 gobernó al país el llamado “benavidismo” que, en
descripción de Pedro Planas era”un círculo de empresarios, periodistas, congresistas y
funcionarios civiles (...) una opción conservadora y una forma de resistencia política
frente al inmoderado protagonismo político de Haya y del aprismo”.
Benavides asumió con mano férrea el control del país inaugurando una dictadura.
Tenía fama bien ganada de hombre enérgico; después de todo él había derrocado a
sangre y fuego al presidente Billinghurst en febrero de 1914 , entregando el poder a José
Pardo, en el año siguiente.
Pero debía convocar a elecciones generales al término hipotético del mandato de
Sánchez Cerro y así lo hizo, en 1936, presentándose cuatro candidatos, a saber, Luis A..
Flores, de Unión Revolucionaria, partidaria del fascismo, Manuel Vicente Villarán,
Jorge Prado, liberal, reformista; y Víctor Raul Haya de la Torre, cuya postulación
fue rechazada, así como también la participación del Apra en las elecciones. Entonces
Luis Antonio Eguiguren se postuló en nombre del Partido Social Demócrata, atrayendo
los votos apristas y los comunistas.
¿Los partidos políticos? El Partido Nacional Agrario, de latifundistas, conducido
por Pedro Beltrán y el. Partido de Acción Patriótica, de José de la Riva Aguero,
apoyaban a Villarán, a quien también apoyaba el diario El Comercio.Jorge Prado
concentró a la "centro-derecha" y varios partidos constituyeron el “Frente Nacional para
apoyar su candidatura (Partido Demócrata (Piérola), Partido Demócrata Reformista,
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Partido Liberal (Balta), Partido Constitucional Renovador, Partido Social
Demócrata (Eguiguren) y otros partidos más (Anderle).
Finalmente, ante la posibilidad de que ganara Eguiguren, el presidente Benadives
decidió la anulación de las elecciones, argumentado que sus votos eran ilegales por ser
“internacionales”. Y todo volvió, como solemos decir, a “fojas cero” teniendo como
primer resultado el afianzamiento de la dictadura de Benavides.
Puede verse pues que la política, la ideología, estaba claramente dividida y los
peruanos de aquellos años compartían sus adhesiones entre el fascismo, que tenía una
presencia importante a nivel mundial- como veremos después; el conservadurismo de
Villarán y Riva Agüero, el populismo aprista, la visión marxista de los comunistas
prosoviéticos.
Aparte de la política de coyuntura, los diarios importantes, La Prensa, El
Comercio, La Crónica eran portavoces de una fuerte corriente conservadora que ha sido
descrita como “hispanizante”, que tomaba distancia de las visiones que tuvieron que ver
con el pasado indígena, incaico (Pinto). Periodistas , escritores muy conocidos tomaban
parte de esta verdadera avalancha propagandística que , según decía uno de aquellos,
“nos sentimos herederos de las más puras esencias españolas”.
Esto engarzaba con lo que sucedía en el exterior. Eran años dramáticos pues se
había iniciado: la Guerra Civil Española. La República enfrentada a los Nacionales de
Franco, dividía opiniones en prácticamente todo el mundo, el Perú incluido, donde una
importante corriente intelectual y política se inclinaba abiertamente por el fascismo. Se
ha recordado, por ejemplo que "Para darse un rostro definido, los fascistas de la Unión
Revolucionaria acuñaron o copiaron himnos, emblemas y gestos, hicieron de la tumba
de Sánchez Cerro un lugar de peregrinaje y desfilaron por las calles de Lima luciendo
sus Camisas Negras. (López Soria).
La influencia italiana llegó al punto de preferirse aviones italianos para nuestra
Fuerza Aerea y de estudiar la posibilidad de “italianizar” a la policía.
Tampoco eran ajenos los peruanos al ascenso del nazismo conducido por Adolf
Hitler, en Alemania y cuya propaganda llegaba a Lima de manera consistente, haciendo
pensar a muchos si aquella sería la opción que debía asumirse para oponerse al
igualmente creciente ascenso de la influencia de la Unión Soviética. La presencia
alemana, sin embargo, no llegó al nivel de la italiana. Cada una de estas fuerzas, no
olvidemos, portaba ideas claras sobre al arte, la estética, los artistas...
-Vida cotidiana en Lima, en 1937
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Bibliografía Consultada
Anderle Adám. Los movimienbtos políticos en el Perú entre las dos guerras mundiales.
Casa de las Américas. La Habana. 1985.
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López Soria, José Ignacio. El pensamiento fascista (1930-1945).Francisco Campodónico
F. Editor. Mosca Azul Editores. Lima 1981.
El Mariscal Benavides, Su Vida y su Obra. Editorial Atlántida. Lima. 1976.
Pinto Gamboa, Willy. Sobre Fascismo y Literatura. Editorial Cibeles. Lima. 1983.
Portocarrero M., Gonzalo. De Bustamante a Odría. El fracaso del Frente Democrático
Nacional 1945-1950. Mosca Azul Editores. Lima. 1983.
Planas, Pedro. La democracia volátil. Friedrich Ebert Stiftung. Lima. 2000.
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