Diseñar la coherencia escolar

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Diseñar la coherencia escolar: Bases para el proyecto
educativo.
Diseñar la coherencia escolar es un libro que aproxima a la realidad
vivida día a día en la escuela, sin dejar de lado los conflictos o contradicciones
que pueden surgir en ella. El libro, relaciona con facilidad la realidad social y
cultural en al que nos encontramos, con su influencia en los factores y agentes
escolares. Además, a lo largo de los capítulos, introduce conceptos que, en mi
opinión, pueden ser de gran utilidad para nuestro futuro trabajo como docentes.
En concreto, uno de los conceptos que me gustaría señalar dada su gran
importancia es el concepto de autonomía.
Autonomía se define como la capacidad de las personas o instituciones
para decidir sobre su propio gobierno, por lo que surgen interpretaciones
múltiples que pueden llegar a causar conflictos. En la escuela, encontramos la
autonomía en el aspecto concreto de la gestión organizativa. Es decir, que los
centros disponen de autonomía, y de una cierta libertad, para tomar aquellas
decisiones consideradas como las más oportunas en los ámbitos pedagógicos
y organizativos del centro. Podríamos decir que la autonomía es una especie
de autogobierno para realizar un proyecto pedagógico en los centros escolares.
Pero junto al concepto de autonomía surge otro, que se encuentra muy ligado a
éste: la autonomía personal.
La autonomía de los centros está muy influenciada por la autonomía de
las personas que lo forman, es decir, de los individuos que participan en los
centros escolares. De estos individuos, influenciarán sus relaciones, sus
valores, sus ideologías, y sobre todo, las relaciones que establezcan entre
ellos, tanto entre profesores como entre alumnos y profesores. Las diferencias
en la escuela existen, pero no por ello significan que sean negativas. Los
conflictos surgen, como es obvio, de las diferencias de opiniones entre los
individuos, pero esto presupone una comunicación. Es por eso que podemos
considerar los conflictos poseen un matiz positivo, ya que muestran la
existencia de comunicación entre los individuos. Retomando el tema de la
autonomía personal en la escuela, expondremos un ejemplo para la
comprensión de este concepto.
En las escuelas de Galicia, los centros escolares pueden escoger si
imparten la docencia en gallego, en castellano, o en ambas lenguas (al
contrario que en otras comunidades, como la Comunidad Valenciana, que la
docencia de ambas lenguas es obligatoria). Los centros tienen amplia libertad
para escoger, y es aquí donde surgen los conflictos. Pueden surgir con gran
facilidad diferencia de ideas en cuanto a los valores, la ideología, o incluso la
concepción de docencia que posean los individuos. Por lo tanto, una cuestión
de autonomía de los centros (la elección de la lengua de enseñanza) queda
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fuertemente influenciada por cuestiones de autonomía personal de los
individuos que participan en el centro (valores, ideas, ideología…)
Al igual que afirmamos que la escuela es un lugar de conflictos, también
podemos afirmar que la escuela es un lugar de contradicciones. La complejidad
es una característica básica de los centros escolares, esta complejidad surge
por la convivencia de múltiples actores sociales y acontecimientos. Pero es
aquí donde encontramos la primera contradicción: en la escuela, se aplica un
reglamento determinado para que estas diferencias queden mitigadas, pero a
la vez, se fomentan las diferencias individuales de alumnos y profesores,
aunque no se persiga desarrollarlas. Otro motivo por el que surgen las
contradicciones en la son los resultados. Los resultados que persigue un centro
escolar son muy ambiguos, y tardan mucho tiempo en aparecer, normalmente
años después, cuando los alumnos ya han abandonado el centro.
A estas dos contradicciones ya comentada se pueden añadir otras
como: ¿se debe dar prioridad a los intereses de los alumnos en este momento,
o a lo largo del tiempo?, ¿debemos respetar la espontaneidad característica de
los niños, o implantarles disciplinas?, ¿qué métodos son los más adecuados
para impartir la docencia?, ¿se debe atender al ámbito emocional, o solo al
ámbito académico?
A todas estas cuestiones es difícil darles una respuesta determinada,
pero debo destacar que si hay algo que influencia a la hora de buscar
respuestas, es la cultura. Depende de la cultura en la que vivamos
consideraremos correctas o no determinadas acciones, poseeremos diferentes
valores e ideas, actuaremos de una forma u otra etc. En toda institución, y
sobre todo en las instituciones escolares, surgen nuevas relaciones imprevistas
entre los actores sociales por motivos relacionados con la cultura, y son éstas
relaciones las que influyen en la organización y en la creación de normas en los
centros. En cuanto a la influencia de la cultura a la hora de tomar decisiones en
el ámbito escolar, me gustaría destacar varias ideas.
En primer lugar, señalar que no existe una organización preexistente de
los centros escolares. Es decir, un centro escolar no posee una organización
determinada desde un principio, y tampoco esta organización va a continuar
imperturbable con el tiempo. La sociedad avanza, y la escuela es una
institución muy unida a la sociedad y a la cultura, por lo que será a partir de la
cultura de donde parta la escuela para realizar su organización, y por supuesto,
permitir cambios en esta organización a medida que avanza la sociedad. La
cultura es beneficiosa para los centros escolares y para la educación en sí.
Ésta conduce a la autonomía personal de cada individuo, de lo que cada uno
quiere aceptar o no. Para que surja esta autonomía, es necesario el diálogo,
para que pueda existir la contraposición de ideas. Pero dada la importancia de
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la cultura en la escuela nos surge otra contradicción como las anteriores
mencionadas: ¿es mejor que la escuela sea pluricultural, o que imparta una
cultura homogeneizadora? La escuela es un lugar pluricultural, aunque desde
el ámbito legislativo se intente impartir una cultura unificadora de todas las
diferencias, intentando igualar todas las diferencias y exaltando la cultura
dominante del momento, por ejemplo, en la implantación del uso de uniformes.
El currículum y la organización escolar intentan homogeneizar dando una base
común a todos los centros, independientemente del contexto en el que luego,
cada uno, se encuentre. Además, a esta pluriculturalidad existente en la
escuela se suma la propia cultura de los actores sociales que participan en la
escuela. Nadie puede abandonar sus propias creencias, aunque se intente a
causa de esta tendencia homogeneizadora de la que hablamos, por lo que los
valores e ideas de cada individuo van a ser transmitidas de una forma u otra a
los alumnos en la escuela. Aun así, los centros escolares tienen que garantizar
la riqueza cultural para garantizar una mayor motivación en los alumnos, que
encuentren su cultura, su ideología, su religión etc. apoyada y respetada por
todos los miembros de la comunidad escolar.
Si garantizamos la riqueza cultural, estamos asegurando la existencia de
heterogeneidad y de diferencias entre los actores sociales que participan en la
escuela. Y esta característica va a influenciar mucho un aspecto muy
importante en la coherencia de los centros: las metas de los centros escolares.
La institución escolar intenta cumplir una serie de metas que afectan a
toda la población comprendida en una determinada edad. Pero las metas
escolares son muy difíciles de definir y precisar. A menudo, surgen los
conflictos en cuanto a la falta de acuerdo a la hora de concretar las metas y en
cuanto a la forma de aplicación de éstas. Uno de los motivos por el cuál las
metas de la escuela son tan imprecisas es por el fin que persiguen. La
educación en el logro principal a conseguir en los centros escolares, pero el
concepto en sí de educación es muy ambiguo y difícil de definir. Por lo que,
llegados a este punto, nos surge una pregunta clave: ¿quién debe definir las
metas? Los ciudadanos deben de hacer cumplir su derecho a la educación; los
padres tienen derecho a libre elección de los centros para sus hijos; las
autoridades también tienen el deber de hacer cumplir el derecho a la
educación. Pero sobre todo, son los docenes quiénes deben de hacer cumplir
el derecho de la educación de los niños.
Los autores, Beltrán Llavador y San Martín Alonso, proponen una
solución para intentar hacer más coherente el trabajo de los docentes en los
centros. Esta solución consiste en cambiar totalmente nuestro punto de vista,
invertir los planteamientos tradicionales que existen en cuanto a las metas
educativas. Las concepciones tradicionales concebían las metas de una forma
cada vez más y más precisa, de manera que se pudiera medir en cualquier
momento el “grado” o el “nivel” de educación de los alumnos. Para aplicar esta
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solución debemos de aceptar que las metas escolares implican
contradicciones, debemos aceptar la pluralidad de estas instituciones, aceptar
que los centros educativos son una expresión de ideas y de creencias que
frecuentemente van a ser contradictorias.
Para la práctica, los autores proponen una mayor implicación de los
profesores con el resto de agentes sociales, y un mayor compromiso con la
coherencia y con las acciones a ejercer. Pero esta situación no va a resultar
fácil en todo momento, sino al contrario. Los docentes se verán con una mayor
responsabilidad en una multiplicidad de ámbitos, y puede que algunos se
tomen con demasiada responsabilidad sus deberes que lleguen a ejercer
papeles o roles que no les corresponden, surgiendo así una mayor cantidad de
conflictos. Con esto, los autores no nos plantean que los docentes tengan toda
la responsabilidad, ni mucho menos. Los docentes deberán considerar la
multiplicidad de tareas y de perspectivas que conlleva la educación, y además,
tendrán la necesidad de integrar todas estas perspectivas en una tarea que
tenga como objetivo la educación en sí. Los actores sociales del futuro ya no se
amoldan a la realidad que les rodea, sino que son conscientes de que forman
parte de un mundo cambiante y frágil a la vez, y será consciente de que debe
de hacer este mundo cada vez más habitable para todos.
Como hemos comentado anteriormente, la heterogeneidad y las
diferencias de opiniones existen en la escuela, y debemos aceptarlas. Además
de aceptarlas, debemos de hacerlas partícipes de la realidad escolar, debemos
integrarlas en ella. Para ello, surge un concepto clave en mi opinión para la
vida en los centros, el proyecto.
El proyecto se define como al expresión explícita y consensuada de lo
que queremos hacer, y de cómo lo vamos a llevar a cabo en la escuela. Los
proyectos surgen por la necesidad de aunar varios puntos de vista diferentes
en cuanto a un mismo tema, y tratar de buscar una solución que puede llevarse
a la práctica. El proyecto es uno de los instrumentos más importantes para los
centros escolares, ya que a partir de él se proyecta el centro. Para que se
produzca la nombrada proyección del centro, debe de existir previamente una
mínima interlocución entre los actores sociales.
El proyecto se elaborará teniendo en cuenta los agentes sociales, ya que
se debe elaborar un consenso mediante el diálogo para llegar a la igualdad.
Podríamos decir que la esencia del proyecto es el diálogo con el otro, esencia
que posee altamente un carácter democrático. El proyecto tendrá como una de
sus finalidades analizar nuestra forma de actuar, de pensar, y de entender la
realidad.
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Pero en mi opinión, la finalidad más importante
herramienta de acción. Frecuentemente, el proyecto
contraposición de ideas en cuanto a un determinado
través de un ejemplo, expondremos las fases o los
proyecto:
del proyecto es la de
surge a raíz de una
ámbito o cuestión. A
pasos de acción del
Somos docentes en una escuela primaria, en segundo ciclo de primaria,
y tenemos un alumno muy revoltoso, que se distrae fácilmente y que alborota al
resto de la clase. En primer lugar, se debe de analizar el problema (primer paso
y requisito necesario para solucionarlo) y situarlo posteriormente en uno de los
ámbitos escolares. En segundo lugar, localizar y profundizar en el ámbito
escolar en el que habíamos localizado el problema, no se trata de poner metas
muy ambiciosas, sino plantear qué puede hacer el centro para solucionar el
problema. Volviendo al ejemplo, y aludiendo a las diferencias de ideas entre los
agentes sociales, podríamos actuar de diferentes maneras: o bien recurrimos al
Reglamento de Régimen Interno, y expulsamos al alumno en cuestión a las
tres faltas, o bien podemos recurrir a soluciones diferentes como por ejemplo,
recurrir a técnicas de motivación para intentar que el alumno vaya con mayor
interés a la escuela. El siguiente paso de actuación del proyecto es elaborar los
procedimientos que guíen nuestra actuación para después, como es lógico,
llevarlo a cabo. Una vez realizado estos pasos, se realiza una valoración del
trabajo realizado. Y por último, relacionamos nuestra actuación con principios
pedagógicos y éticos para mantener viva la participación colectiva del proyecto.
He de destacar una cuestión que acude con frecuencia a mi mente: si el
proyecto educativo se muestra por escrito, lo que confiere una mayor fiabilidad
y formalidad, ¿es seguro en este caso que se actúe de forma democrática? En
mi opinión, actuar de forma democrática o no dependerá siempre de la forma
de actuación de los actores sociales que participen, además de los principios
que hayan seguido estos para elaborar el proyecto. Es por eso que debemos
de tener mucho empeño en aplicarlo democráticamente, para conseguir así
una mayor actuación democrática en las escuelas. Aunque debo señalar que el
proyecto en si sí que es un modo de actuación democrático (aunque luego
exista la posibilidad de no actuar democráticamente) ya que acoge y elabora
una solución con el mayor número de puntos de vista posibles.
En conclusión Diseñar la coherencia escolar es un libro que nos
aproxima a la complejidad y a la realidad del día a día en la escuela. A sus
conflictos, a sus contradicciones, pero también a aspectos positivos como la
intención de precisar las metas de la educación, o la unificación de opiniones a
través del proyecto.
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