Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo Sala II

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Tribunal: Cámara Nacional de Apelaciones del Trabajo Sala II
Autos: Moyano, Mariano c/Dirección Nacional de Vialidad
Fecha: 09/11/2010
Sumario: En el caso, existe un despido indirecto respecto de un trabajador
que fue intimado a iniciar los trámites para lograr los beneficios
jubilatorios, durante el período de tutela sindical. La decisión que
dispuso la reinstalación del trabajador en la causa antes citada, hizo cosa
juzgada, debiendo haber cumplido la demandada con la decisión judicial en
el plazo allí establecido. Tal como surge del mencionado juicio sumarísimo
(que obra adunado por cuerda a las presentes actuaciones) la accionada no
cumplió con su obligación en legal tiempo y forma, siendo las explicaciones
vertidas improcedentes y extemporáneas, en tanto no fueron introducidas al
contestar aquella acción.
Respecto los certificados de trabajo (ver fs. 220 vta. y 224), corresponde
señalar que la circunstancia de que el trabajador hubiera obtenido el
beneficio de la jubilación, no libera al empleador del cumplimiento de la
obligación prevista en el art. 80 de la L.C.T., en tanto ninguna norma
jurídica así lo dispone. Por lo demás, si bien la demandada no otorgó
trabajo al accionante con posterioridad a su jubilación, el vínculo
continuó vigente y las remuneraciones del actor continuaron devengándose,
por lo que la condena a entregar los certificados de trabajo dispuesta en
la sentencia de grado -así como la consecuente multa prevista en la norma
ante dicho incumplimiento- deberá confirmarse.
El pase al estado de pasividad se opera con la obtención del beneficio
previsional aun cuando el contrato en sí no se extinga en los términos del
art. 252 LCT, porque lo determinante es identificar si existió o no un
corte en la relación laboral que unió a las partes desde lo normativo y
ello se verifica -a mi criterio- con la concesión del beneficio en tanto en
ese momento se cristaliza el derecho aplicable para su otorgamiento (CSJN,
"Cadorni, Roberto A. s/ jubilación" sent. del 7/10/66, C443. XV, DT, 1968175), por lo que, pese a la existencia de una continuidad laboral, en los
casos en que el trabajador se jubila solo corresponde computar el tiempo de
servicios
que
no
se
"patrimonializó"
al
concederse
el
beneficio
previsional.
La sentencias de primer grado y alzada, hacen lugar a la demanda.
Vocablos: CONTRATO DE TRABAJO – DESPIDO – DESPIDO INDIRECTO – TUTELA
SINDICAL – CERTIFICADO DE TRABAJO – INTIMACION – BENEFICIO JUBILATORIO –
INTIMACION A JUBILARSE – INDEMNIZACION – JUBILADO – TRABAJADOR JUBILADO –
COSA JUZGADA – ESTADO DE PASIVIDAD – BENEFICIO PREVISIONAL -
2ª Instancia. — Buenos Aires, noviembre 9 de 2010.
Ladoctora Graciela A. González dijo:
Contra la sentencia de la instancia anterior -y su aclaratoria de fs.
213- se alzan las partes demandada y actora a tenor de los respectivos
memoriales obrantes a fs. 219/221 y 224, y 214/218. También apela la
representación y patrocinio letrado de la parte actora sus honorarios, por
considerarlos reducidos (fs. 210).
Razones de orden lógico imponen dar liminar tratamiento a los agravios
vertidos por la parte demandada, quien se queja en primer lugar de la
decisión de la sentenciante de grado que consideró ajustado a derecho el
despido indirecto decidido por el actor el 27/2/04, ante el incumplimiento
de la empleadora de reinstalarlo en su puesto de trabajo, como había sido
dispuesto por esta Sala en la causa "Moyano, Mariano c. D.N.V. Dirección
Nacional de Vialidad s/ despido", con fecha 30/4/03.
Sostuvo la Dra. B. en este sentido que, ante la sistemática negativa de
la demandada a reinstalar al actor a sus labores habituales, habiendo
transcurrido casi un año sin que cumpliera con la manda judicial, el
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despido indirecto dispuesto previa invocación de negativa de trabajo
resultó legítimo.
Cabe destacar ante todo que, como señaló la sentenciante de grado, la
decisión que dispuso la reinstalación del trabajador en la causa antes
citada, hizo cosa juzgada, debiendo haber cumplido la demandada con la
decisión judicial en el plazo allí establecido. Tal como surge del
mencionado juicio sumarísimo (que obra adunado por cuerda a las presentes
actuaciones) la accionada no cumplió con su obligación en legal tiempo y
forma, siendo las explicaciones vertidas a fs. 313 y fs. 329/330
improcedentes y extemporáneas, en tanto no fueron introducidas al contestar
aquella acción.
Refiere la quejosa que obligarla a desoír lo dispuesto en el decreto
491/02, que establece que toda designación, asignación de funciones,
promoción y reincorporación de personal en el ámbito de la Administración
Pública, centralizada y descentralizada, deberá ser efectuada por el Poder
Ejecutivo
Nacional
a
propuesta
de
la
Jurisdicción
o
Entidad
correspondiente, llevaría a los responsables de la conducción del
organismo, a incumplir con sus deberes de funcionario público.
Sin embargo, cabe señalar que dicha defensa no fue oportunamente
esgrimida por la recurrente, quien al responder la acción sólo argumentó
que la manda judicial de reinstalar al actor en su puesto de trabajo era de
imposible cumplimiento, pues ya, a esa fecha, el actor se encontraba
jubilado y, en consecuencia, la relación se encontraba extinguida. Ningún
descargo efectuó en el responde respecto de la imposibilidad de cumplir con
la reinstalación del actor por cuanto requería de la venia del Poder
Ejecutivo Nacional, siendo incorporada dicha defensa recién al expresar
agravios ante esta alzada.
En esta inteligencia, cualquier referencia a este aspecto de la
cuestión, de la que no se ha producido debate ni prueba alguna en las
presentes
actuaciones,
llevaría
al
apartamiento
del
principio
de
congruencia que en resguardo del derecho de defensa en juicio, debe regir
en el proceso (conf. arts. 18 CN y 34 inc. 4 CPCCN).
En efecto, la demanda y la respectiva réplica, conforman el tema de
debate sobre el cual se debe sustanciar la prueba y dictar sentencia.
Conforme lo señala Centeno (El procedimiento en la Provincia de Buenos
Aires. pág. 94 y sgtes.), la demanda determina la apertura de la instancia,
quedando fijados los límites de la acción y su naturaleza y a éstos se
supeditará la contestación de la demanda y la sentencia. De modo que, el
juez o tribunal no puede apartarse de los términos en los que quedó trabada
la litis, porque allí quedan fijados en forma definitiva los temas de la
controversia, que no pueden ser alterados (cfr. art. 34, inc. 4 CPCCN).
Refiere Couture que la sentencia, como acto, es aquel que emana de los
agentes de la jurisdicción y mediante el cual deciden la causa o puntos
sometidos a su conocimiento y que derivan en una primera operación, de los
términos mismos de la demanda, es decir que el Juez halla ante sí el
conjunto de hechos narrados por las partes en sus escritos preliminares de
demanda y contestación y las pruebas sobre esos hechos que las partes han
producido para depararle la convicción de la verdad y permitirle efectuar
la verificación de sus respectivas posiciones (cfr. Couture, "Fundamentos
del derecho procesal civil", Ed. Depalma, 1981, págs. 277 y ss.). La
decisión adoptada por el Juez para resolver el litigio debe ser congruente
con la forma como ha quedado trabada la relación jurídico procesal, sin que
corresponda alterar o modificar en aspectos esenciales, las pretensiones
formuladas por las partes (cfr. Colombo, en "Código Procesal Civil y
Comercial de la Nación Anotado y Comentado", Ed. Abeledo Perrot, T. I pág.
281 y ss. y doc. que informa el art. 163 inc. 6º del C.P.C.C.N.).
De hecho, como sostuvo la magistrada a quo en su sentencia, la demandada
tampoco introdujo dicho planteo en forma oportuna en el juicio sumarísimo,
y recién pretendió introducirlo en la etapa de ejecución, siendo también
desestimado en aquella oportunidad por este Tribunal (ver fs. 356/358 del
expediente que obra por cuerda), por extemporáneo.
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Tampoco cabe considerar atendible la manifestación de la quejosa
relativa a la improcedencia de reconocerle al actor "una indemnización
autónoma con relación a la percepción de su haber previsional", puesto que
aun cuando el actor estuviera percibiendo el haber jubilatorio, tal como se
reconoció en el juicio sumarísimo -en decisión que, como ya señalé, hizo
cosa juzgada en las presentes actuaciones-, la extinción del vínculo
pretendida por la empleadora en los términos del art. 252 de la L.C.T.
devino ineficaz (recuérdese que este Tribunal ordenó su reinstalación en el
cargo). El hecho de que la Dirección Nacional de Vialidad no hubiera dado
cumplimiento con dicho requerimiento judicial, no implicó que el vínculo
laboral no continuara vigente hasta el 27/2/04, fecha en que Moyano se
consideró despedido.
Por lo demás, corresponde destacar que los restantes argumentos vertidos
en el recurso en análisis, devienen improcedentes, pues no sólo no
controvierten los fundamentos expuestos por la sentenciante de grado (art.
116 L.O.), sino que sólo intentan reeditar cuestiones que ya fueron
resueltas en la causa "Moyano, Mariano c. D.N.V. Dirección Nacional de
Vialidad s/ juicio sumarísimo" y que, consecuentemente, pasaron en
autoridad de cosa juzgada.
Consecuentemente, no cabe sino desestimar el agravio vertido por la
parte demandada y confirmar este aspecto del decisorio recurrido.
En cuanto a la queja vertida en torno a los certificados de trabajo (ver
fs. 220 vta. y 224), corresponde señalar que la circunstancia de que el
trabajador hubiera obtenido el beneficio de la jubilación, no libera al
empleador del cumplimiento de la obligación prevista en el art. 80 de la
L.C.T., en tanto ninguna norma jurídica así lo dispone. Por lo demás, si
bien la demandada no otorgó trabajo al accionante con posterioridad a su
jubilación, el vínculo continuó vigente y las remuneraciones del actor
continuaron devengándose, por lo que la condena a entregar los certificados
de trabajo dispuesta en la sentencia de grado -así como la consecuente
multa prevista en la norma ante dicho incumplimiento- deberá confirmarse.
Por su parte, también se queja la parte actora por cuanto la Sra. Juez a
quo, haciendo aplicación del Fallo Plenario Nº 321 dictado en la causa
"Couto de Capa, Irene c. Areva S.A. s/ ley 14.546", dispuso que la
indemnización correspondiente al despido y la sustitutiva por el preaviso
omitido debía calcularse teniendo en cuenta sólo la antigüedad devengada
por el actor con posterioridad a la jubilación.
Sostiene el recurrente que el caso de autos reviste aristas particulares
que imponen un apartamiento en la aplicación del citado Plenario, por
cuanto su baja, dispuesta por la demandada con fecha 15/3/01 por haberse
agotado el plazo de un año desde la intimación a iniciar los trámites
jubilatorios, se produjo dentro del período de tutela que prevé el art. 52
de la ley 23.551. Refiere que el contrato por tiempo indeterminado que la
unió con su empleadora desde su ingreso, acontecido el 1/6/55, nunca debió
modificarse ni alterarse por ningún hecho, y expresa que la mera
circunstancia de haber obtenido el beneficio jubilatorio por imposición de
la demandada, en un momento en que dicha imposición resultaba ilegítima, no
puede confundirse con el supuesto debatido en el mencionado Fallo Plenario
"Couto de Capa".
Sobre este tópico cabe referir que, más allá de la intimación cursada
por la demandada y las circunstancias que llevaron al trabajador a iniciar
los trámites jubilatorios, surge de las constancias de la causa que Moyano
obtuvo el beneficio previsional con fecha 2/1/01 (fs. 60).
Como expresara al emitir mi voto en el Fallo Plenario Nº 321 citado, en
el que adherí a la propuesta de la mayoría en cuanto a que "es aplicable lo
dispuesto por el art. 253 último párrafo L.C.T. al caso de un trabajador
que sigue prestando servicios sin interrupción a las órdenes del mismo
empleador, luego del goce del beneficio de la jubilación", la finalidad de
la norma jurídica allí mencionada está destinada -sin ninguna salvedad- a
no resarcir períodos de antigüedad tenidos en cuenta para otorgar el
beneficio previsional ordinario (ver en tal sentido, lo sostenido en forma
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coincidente junto con los Dres. Jorge G. Bermúdez y María Laura Rodríguez,
in re "Misa Diana Dolores c. Instituto Independencia SRL", sent. 89083 del
28/2/01; en la sentencia N° 85139 del 23/122/98 recaída en los autos
"Heredia, Norma c. Decero S.A." y en la sentencia N° 90295 del 27/3/02
dictada in re "Salazar, Alejo c. Talleres Navales Dársena Norte S.A.",
todas del registro de esta Sala).
Si bien es cierto que la intimación cursada al trabajador en los
términos del art. 252 de la L.C.T. fue efectuada durante la vigencia del
período que tutela el art. 52 de la ley 23.551 y que, en consecuencia, la
demandada fue condenada a reinstalar al actor en su puesto de trabajo, no
cabe desconocer que a los fines indemnizatorios, y de conformidad a lo
dispuesto por el mencionado art. 253 de la L.C.T., sólo debe computarse
como antigüedad el tiempo de servicios posterior a la jubilación.
En efecto, más allá de la terminología empleada, la previsión legal en
cuestión no requiere para su operatividad la previa extinción del vínculo
en tanto el actual régimen previsional admite la continuidad del trabajador
en el servicio activo una vez jubilado (conf. arg. art. 34 ley 24.241,
conf. ley 24.437).
No se me escapa que la reforma introducida por la ley 24.347 al art. 253
LCT se refiere al "tiempo de servicio posterior al cese" pero, como lo
señalé al emitir mi voto en el fallo plenario cuya aplicabilidad se
cuestiona, de requerirse un cese efectivo en el servicio para dar
operatividad a la norma, se daría la incongruencia que cuando el trabajador
está en condiciones de jubilarse (cumplidos los recaudos legales) no tiene
derecho al cobro de indemnizaciones; pero luego, de continuarse el vínculo,
los mismos años de servicios considerados para la jubilación, serían
computados para determinar su antigüedad a los fines previstos en el art.
245 LCT, operándose un doble cómputo de la antigüedad y la eventual
percepción conjunta de haberes de pasividad y salario (con igual criterio,
Vázquez Vialard, Antonio en "Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social",
Bs. As. Ed. Astrea, 4ta. edición, 1989, T. 1 pág. 465).
Al respecto cabe considerar que la ley 24.437 modificó la ley
previsional (ley 24.241) al no exigir el cese efectivo de la prestación
para el otorgamiento del beneficio y, a su vez, agregó al art. 253 de la
LCT el último párrafo antes transcripto, adoptando el legislador de 1994
una postura favorecedora de la contratación de personal jubilado. Una
interpretación coherente de la reforma lleva a considerar que no es
necesaria la extinción del vínculo para acceder a la jubilación (conf. Art.
34 ley 24.241) y que la disposición contenida en el último párrafo del art.
253 de la LCT rige con plenitud aún cuando no se hubiere operado en forma
efectiva la extinción por jubilación.
En otras palabras, el pase al estado de pasividad se opera con la
obtención del beneficio previsional aun cuando el contrato en sí no se
extinga en los términos del art. 252 LCT, porque lo determinante es
identificar si existió o no un corte en la relación laboral que unió a las
partes desde lo normativo y ello se verifica -a mi criterio- con la
concesión del beneficio en tanto en ese momento se cristaliza el derecho
aplicable para su otorgamiento (CSJN, "Cadorni, Roberto A. s/ jubilación"
sent. del 7/10/66, C443. XV, DT, 1968-175), por lo que, pese a la
existencia de una continuidad laboral, en los casos en que el trabajador se
jubila solo corresponde computar el tiempo de servicios que no se
"patrimonializó" al concederse el beneficio previsional.
Lo expuesto, me lleva a confirmar también este aspecto del decisorio
recurrido.
En cuanto a los agravios vertidos por la parte actora con relación al
cálculo de la multa prevista en el art. 45 de la L.C.T. y a la omisión de
la sentenciante con relación a los certificados de trabajo, su tratamiento
deviene abstracto, toda vez que ambas cuestiones fueron subsanadas mediante
la sentencia aclaratoria obrante a fs. 213, que no fue apelada por el
recurrente.
Por su parte, respecto de la queja en torno al aguinaldo devengado
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durante el año 2003, la parte no cuestionó lo decidido por la magistrada a
quo en la sentencia aclaratoria -en la que sostuvo que tal concepto no
había sido objeto de reclamo en la demanda (ver fs. 213)-, por lo que tal
aspecto del decisorio llegó firme a esta instancia.
Asiste razón al actor en orden a la fecha desde la cual deberán correr
los intereses, toda vez que existen conceptos cuyo devengamiento se produjo
con anterioridad a la fecha del despido. Consecuentemente deberá
modificarse este aspecto de la sentencia y disponer que las sumas diferidas
a condena devengarán intereses, a la tasa fijada en el decisorio de grado,
desde que cada suma es debida y hasta su efectiva cancelación.
Tomando en consideración el mérito y extensión de la labor desarrollada,
el valor económico del litigio y las pautas arancelarias de aplicación,
considero que los honorarios regulados al patrocinio y representación
letrada de la parte actora, por su actuación en primera instancia, resultan
adecuados, por lo que propicio confirmarlos.
Asimismo, propongo que las costas de alzada sean impuestas en el orden
causado (art. 68 CPCCN) y que los honorarios de los letrados firmantes de
los escritos de fs. 214/218 y 219/221, por su actuación en la alzada, se
fijen en el 25% de lo que les corresponda percibir por su labor en origen
(art. 14 ley 21.839).
El doctor Miguel Ángel Pirolo dijo:
Que adhiere a las conclusiones de la Dra. Graciela A. González, por
análogos fundamentos.
Por lo que resulta del acuerdo que antecede (art. 125 de la ley 18.345),
el Tribunal resuelve: 1) Confirmar la sentencia de la instancia anterior en
lo principal que decide; 2) Modificar lo dispuesto en materia de intereses
y disponer que las sumas diferidas a condena devengarán intereses, a la
tasa fijada en el decisorio de grado, desde que cada suma es debida y hasta
su efectiva cancelación; 3) Imponer las costas de alzada en el orden
causado; 4) Regular los honorarios de los letrados firmantes de los
escritos de fs. 214/218 y 219/221, por su actuación en la alzada, en el 25%
de lo que les corresponda percibir por su labor en origen. — Miguel Ángel
Pirolo. — Graciela A. González.
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