Bendición de la corona de Adviento

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El significado de la corona
de Adviento
Uno de los signos del Adviento es la corona con cuatro velas que
simbolizan las cuatro semanas del tiempo de Adviento. Para
entender su significado, responde el padre Juan Javier Flores
Arcas, osb, rector del Pontificio Instituto Litúrgico de San Anselmo
en Roma.
VATICANO, domingo, 27 noviembre 2005 (ZENIT.org)
¿Qué significan las 4 velas de la corona de Adviento?
Cada tiempo litúrgico tiene sus propios signos. El Adviento también los tiene. La corona de
adviento viene del Norte de Europa, precisamente de Escandinavia y en los últimos años ha entrado
con fuerza en nuestras comunidades cristianas. Consiste en un soporte circular revestido de ramas
verdes (sin flores) sobre el que se colocan cuatro velas (el color morado sería el más apropiado).
Estas velas simbolizan las cuatro semanas del tiempo de Adviento y se encienden
progresivamente cada uno de los domingos. La corona debe colocarse en un lugar visible en el
presbiterio, bien cerca del altar bien cerca del ambón, sobre una mesita o sobre un tronco de árbol o
colgada del techo.
Aparte de este lugar especial en la Iglesia, ¿puede presidir centros de mesa en una casa
particular, por ejemplo?
En costumbre en los países alemanes también el llevar estas velas a casa y ponerlas en lugares
destacados para significar la espera del Mesías, de ese modo la celebración litúrgica entra en el
cotidiano, en la vida familiar, en las costumbres caseras y empapa de sentido cristiano y de sabor
mesiánico toda la vida del cristiano.
¿Cómo se consigue que la venida de Jesucristo sea entendida, año tras año, como una
novedad?
La venida de Cristo es antigua y es nueva. Es un hecho pasado que se actualiza en la
celebración litúrgica.
La Iglesia es ante todo la esposa de Cristo, único sumo sacerdote. En este sentido, es la
receptora de los sacramentos pero no la productora ni la creadora. La Iglesia reelabora los
sacramentos como colaboradora del esposo de quien recibe la vida y todo para poder actuar.
Por ello el sentido y fin de la celebración litúrgica es precisamente el de hacer participar a
todas las generaciones activamente en la obra de la salvación de Cristo. En el tiempo de Adviento
la obra de salvación se expresa de manera escatológica. Se trata del Cristo Juez, Señor, Rey, que
vendrá al final de los tiempos. Es el Cristo en Majestad de los grandes mosaicos de las catedrales
italianas: Cefalú, Monreal, Palermo…
El misterio del culto litúrgico hace posible que la eternidad irrumpa en la temporalidad para
que el misterio originario llegue a celebrarse y la salvación contenida en la acción salvífica pasada
alcance a cada generación.
Por tanto la Escritura, la liturgia y los Padres anuncian siempre la muerte del Señor,
ciertamente como muerte salvífica, como núcleo central del misterio del culto: «mortis Dominicae
mysteria». La muerte tiene como consecuencia la vida de Cristo. Dirá el liturgista Odo Casel que a
Jesucristo accedemos a través del Jesús histórico, así también a la Resurrección llegamos por la
muerte.
La acción salvífica de Cristo nos conduce a su Pascua y nos hace por su Espíritu participar de
ella y ser transformados por la misma Pascua de Cristo muerto y resucitado, para pasar así a la vida
y a la vida eterna. «Cristo actúa verdaderamente en los sacramentos como el sumo sacerdote de su
iglesia, que la libera a través de su acción salvadora y la conduce a la vida», decía Odo Casel.
El tiempo de Adviento conduce a la Iglesia al umbral de su existencia, de ahí que la gran
característica del Adviento del año 2005 debería ser la esperanza. Lo hemos escuchado en este
primer domingo: «Dios os llamó a participar en la vida de su Hijo, Jesucristo, Señor nuestro».
Somos llamados a realizar plenamente el plan de Dios sobre todos y cada uno de nosotros. Nos lo
recuerda el Adviento que fraguando el presente nos presenta el futuro.
¿Qué particularidad litúrgica destacaría de este tiempo de Adviento?
El Adviento es un tiempo real y actual. Mientras escuchamos las profecías aún no realizadas,
vemos pasar el mundo ante nuestros ojos y anhelamos ese mundo que vendrá y que ya
comenzamos a vivir y a preparar en el presente.
Mientras esperamos el mañana, feliz y deseado, trabajamos en el presente, actual y
esperanzador y miramos el pasado (venida en carne mortal de Cristo) y nos ilusionamos de haber
tenido al Mesías entre nosotros y tomamos fuerza en nuestra carne que fue la suya y que por tanto
está llena de la fuerza salvífica que él le infundió.
El Adviento es un tiempo real y presente que, al bucear en el ayer mesiánico, nos lanza hacia
el futuro profético. En todo el proceso está la Trinidad Santa: el Padre que crea, el Hijo que viene a
este mundo a recrearlo y el Espíritu Santo que lo santifica y lo une en el amor.
http://youtu.be/4eqrdijBtNk
Bendición de la corona de Adviento
+ La “Corona de Adviento” es un signo que expresa la alegría del tiempo de preparación a la Navidad.
Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso.
+ La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo.
+ La corona de Adviento es un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte.
Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera vida.
Rito de la bendición en la familia
En el nombre del Padre +, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
Vamos ahora a bendecir esta corona, que con sus luces nos recordará que Jesucristo es la luz
del mundo, y cuyo color verde significa la vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra gradual
preparación para recibir la luz de la Navidad.
Oremos.
La tierra, Señor, se alegra en estos días, y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo el Señor, que se acerca como luz esplendorosa, para iluminar
a los que estamos en las tinieblas de la ignorancia, del dolor y del pecado.
Lleno de esperanza en su venida, tu pueblo ha preparado esta corona,
y la ha adornado con luces.
Ahora que vamos a empezar el tiempo de preparación
para la venida de tu Hijo,
te pedimos, Señor, que mientras se acrecienta cada día
el esplendor de esta corona, con nuevas luces, a nosotros nos ilumines
con el esplendor de Aquel que, por ser la luz del mundo,
iluminará todas las oscuridades.
Él que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
(Y se enciende el cirio que corresponda, según la semana de Adviento, uno cada Domingo).
Bendición del pesebre familiar
+ Es muy recomendable la costumbre de armar el pesebre en cada casa; se trata de una ayuda que prepara a vivir el
misterio de la Navidad. Para darle más sentido religioso, puede hacerse, con motivo de alguna reunión familiar durante
el Adviento, o la tarde misma del 24 de diciembre, la siguiente bendición:
En el nombre del Padre +, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén
Durante estos días contemplaremos en casa este pesebre, y meditaremos el gran amor del Hijo
de Dios, que ha querido habitar con nosotros. Pidamos a Dios que el pesebre colocado en
nuestro hogar avive en nosotros la fe cristiana, y nos ayude a celebrar más intensamente estas
fiestas de Navidad.
Uno de los miembros de la familia lee un texto de la Biblia, p.ej. Lc. 2,4-7:
Escuchemos ahora hermanos, las palabras del santo evangelio según San Lucas:
“En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de
Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llamaba Belén, en Judea, para inscribirse
con su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí, le llegó el tiempo del parto, y
dio a luz un hijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre”.
Palabra del Señor
Gloria a ti, Señor Jesús
En este momento en que nos hemos reunido en familia para preparar la fiesta de Navidad,
dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de una familia
humana; digámosle: Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.
* Oh Cristo, por el misterio de tu sumisión a María y a José, enséñanos el respeto y la
obediencia a quienes dirigen esta familia. R:
* Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la
concordia. R:
* Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea
glorificado. R:
* Tu que has dado parte en tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares, que otros
años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia eterna. R:
Oración de bendición
Señor Dios, Padre nuestro, que tanto amaste al mundo
que nos entregaste a tu Hijo único, nacido de María la Virgen,
dígnate bendecir este nacimiento,
y a la familia cristiana que está aquí presente,
para que las imágenes de este pesebre ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
Amén.
Se concluye diciendo:
Cristo, el Señor, que se ha aparecido en la tierra
y ha querido convivir con los hombres
nos bendiga y nos guarde en su amor.
Amén.
En el nombre del Padre +, del Hijo, y del Espíritu Santo.
Amén.
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