30. Lc 12, 13

Anuncio
Universidad P. Comillas
30. Lectura orante de la Biblia
LECTURA ORANTE DEL EVANGELIO DE LUCAS
Lc 12, 13-34
Uno de entre la gente le dijo:
–Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
14 Jesús le dijo:
–Amigo, ¿quién me ha hecho juez o árbitro entre vosotros?
15 Y añadió:
–Tened mucho cuidado con toda clase de avaricia; que aunque se nade en la
abundancia, la vida no depende de las riquezas.
13
Les dijo una parábola:
–Había un hombre rico, cuyos campos dieron una gran cosecha. 17 Entonces empezó
a pensar: «¿Qué puedo hacer? Porque no tengo donde almacenar mi cosecha». 18 Y se
dijo: «Ya sé lo que voy a hacer; derribaré mis graneros, construiré otros más grandes,
almacenaré en ellos todas mis cosechas y mis bienes, 19 y me diré: Ahora ya tienes
bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y pásalo bien». 20 Pero
Dios le dijo: «¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién va a ser todo lo
que has acaparado?». 21 Así le sucede a quien atesora para sí, en lugar de hacerse rico
ante Dios.
16
Después dijo a sus discípulos:
–Por eso os digo: No andéis preocupados pensando qué vais a comer para poder
vivir, ni con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo. 23 Porque la vida es más
importante que el alimento, y el cuerpo más que el vestido. 24 Mirad a los cuervos; no
siembran ni siegan, ni tienen despensas ni graneros, y Dios los alimenta. ¡Cuánto más
valéis vosotros que los pájaros! 25 ¿Y quién de vosotros, por más que se preocupe,
puede alargar su vida una hora? 26 Por tanto, si no podéis hacer ni siquiera las cosas
más pequeñas, ¿por qué preocuparos de lo demás? 27 Fijaos cómo crecen los lirios; no
se afanan ni hilan, pero os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como
uno de ellos. 28 Y si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se
echa al horno, ¿cuánto más hará por vosotros, hombres de poca fe? 29 Así que vosotros
no andéis buscando qué comeréis ni qué beberéis; no estéis ansiosos. 30 Por todo eso se
afana la gente del mundo, pero vuestro Padre ya sabe lo que necesitáis. 31 Buscad más
bien su reino, y él os dará lo demás. 32 No temáis, pequeño rebaño, porque vuestro
Padre ha querido daros el reino.
22
Vended vuestras posesiones y dad limosna. Acumulad aquello que no pierde valor,
tesoros inagotables en el cielo, donde ni el ladrón se acerca ni la polilla roe. 34 Porque
donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón.
33
Universidad P. Comillas
30. Lectura orante de la Biblia
PARA LA LECTURA
Un texto muy largo, en el que descubrimos dos pasajes centrales enmarcados por unos
versículos introductorios y conclusivos.
Un breve diálogo junto con una advertencia de Jesús (13-15) sirve de introducción a una serie
de reflexiones sobre la actitud ante las riquezas. La vida no depende de los bienes, porque “¿de
qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde o se arruina a sí mismo?” (Lc 9,25).
La parábola del rico necio (16-21), que sólo encontramos en este evangelio, sirve de ejemplo
que corrobora lo anterior a través de un mensaje muy simple: amasar cuantiosas fortunas por el
mero hecho de disfrutar de la dolce vita es el colmo de la insensatez, si se tiene en cuenta la
responsabilidad que exige la vida misma y la valoración de esa responsabilidad a la luz de la
muerte. La riqueza consiste en atesorar lo que verdaderamente cuenta a los ojos de Dios.
La segunda parte del texto (22-32) tiene su paralelo en Mt, y contiene diversas enseñanzas sobre
la excesiva preocupación por las necesidades terrenas. Mediante una redacción en la que se
entremezclan los ejemplos (cuervos, lirios y hierba) con palabras de exhortación, se llega a una
conclusión a modo de moraleja: Dios ya sabe lo que necesitáis… Vosotros buscad el reino.
Los versículos finales (33-34) constituyen una recomendación radical sobre el uso que se debe
hacer de las posesiones materiales para que se conviertan en un tesoro imperecedero en el cielo,
porque “donde está vuestro tesoro, allí está vuestro corazón”.
PARA LA MEDITACIÓN
Como los discípulos, caminamos hacia Jerusalén escuchando las enseñanzas del Maestro. El
punto de partida es muy cercano a nosotros. Seguro que conocemos casos de familias rotas por
cuestiones de herencias, o amistades de años que desaparecen por desavenencias económicas.
Por lo mismo, la advertencia de Jesús es también muy actual: tened cuidado con toda clase de
avaricia.
En nuestra sociedad, marcada por el consumismo, es más el que más tiene. Eso hace que la
mayoría de la gente, más o menos conscientemente, oriente su vida en esa dirección. Y
nosotros, ¿qué estamos amontonando? ¿A qué dedicamos nuestros esfuerzos? ¿La calidad de la
vida se puede medir por la cantidad de posesiones? Finalmente, la muerte nos despoja de todo.
Tendremos que meditar qué significa hacerse rico ante Dios.
Nuestra vida está en las manos de Dios. “El Padre ya sabe lo que necesitáis; buscad el reino y él
os dará lo demás; no temáis, porque vuestro Padre ha querido daros el reino…” ¿Hasta dónde
llega nuestra confianza en el Señor?
PARA LA ORACIÓN
Responde a Dios, que te ha hablado. Agradécele la vida que te llega en su Palabra. Pídele que te
ayude a poner tu corazón en el auténtico tesoro. Recuerda con él a los hermanos que no tienen
nada. Déjate en sus manos, porque bien sabe lo que necesitas. Dios nos anima a poner en él
nuestra confianza. Comprometernos a vivir con austeridad es una forma de llevar nuestra
oración a la vida.
Escuchamos el Salmo 147.
Descargar