DELITOS RELATIVOS A LA PROTECCION DE LA FLORA, FAUNA Y ANIMALES DOMESTICOS: Maltratar con ensañamiento e injustificadamente a animales domésticos causándoles la muerte o provocándoles lesiones que produzcan un grave menoscabo físico: existencia: colgar de la rama de un olivo a perro de raza pastor alemán, ocasionándole la muerte; Presunción de inocencia: vulneración inexistente: existencia de prueba: indiciaria: declaraciones de los agentes de la Guardia Civil que detuvieron al acusado, hallando en su finca al perro agonizante colgado del olivo. AP Castellón (Sección 2ª), sentencia de 2 febrero 2006. Jurisdicción: Penal Recurso de Apelación núm. 426/2005 Ponente: Ilma. Sra. Eloísa Gómez Santana El Juzgado de lo Penal de Vinaròs, mediante Sentencia de fecha 23-02-2005, condenó al acusado como autor de un delito relativo a la protección de la flora, fauna y animales domésticos, a la pena de cinco meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, e inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales por tiempo de un año y tres meses. Contra la anterior resolución se interpuso recurso de apelación. La Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Castellón desestima el recurso confirmando íntegramente la Sentencia apelada. En la ciudad de Castellón de la Plana, a dos de febrero de dos mil seis. La Sección Segunda de la Ilma. Audiencia Provincial de Castellón, integrada por los Ilmos. Sres. anotados al margen, ha visto y examinado el presente Rollo de Apelación Penal núm. 426/05, dimanante del recurso interpuesto contra la Sentencia de fecha 23 de febrero de 2005, dictada por el Ilmo. Sr. Magistrado Juez del Juzgado de lo Penal de Vinaròs, en su Juicio Oral núm. 33/05, dimanante de Diligencias Urgentes núm. 4/05 del Juzgado de Instrucción núm. 4 de Vinaròs. Han sido partes como apelante Millán representado por el Procurador Sra. Cardona Ferragut y defendido por el Letrado Sr. Baena Muñoz y como apelado el Ministerio Fiscal y Ponente la Ilma. Dª Eloisa Gómez Santana. ANTECEDENTES DE HECHO PRIMERO La sentencia recurrida declaró probados los hechos siguientes: « Único .–Ha quedado probado y así se declara que el acusado, Millán mayor de edad y sin antecedentes penales, sobre las 11:00 horas del día 31 de enero de 2005, se dirigió a una finca sita en la partida "DIRECCION000" del término municipal de Vinaròs, que uno de sus hermanos tiene arrendada destinándola entre otros usos al cuidado de animales. Una vez allí, observó como dos crías de cerdo yacían muertas en el suelo sorprendiendo a un perro de raza pastor alemán de color marrón y negro al que atribuyó tal acción, por lo que valiéndose de una soga, con ánimo de causarle la muerte, le rodeó el cuello con un nudo corredero y procedió a colgarlo de la rama de un olivo existente en el interior de la finca. Los Guardia Civiles núm. NUM000 y NUM001 hallaron al perro colgado de la rama del olivo cuando todavía estaba convulsionándose, y pese a que inmediatamente lo bajaron al suelo, murió momentos después. El perro de raza pastor alemán carecía de chip canino, tatuaje o collar identificativo». SEGUNDO El Fallo de dicha sentencia apelada literalmente dice: «Que debo condenar y condeno a Millán como autor responsable de un delito relativo a la protección de la flora, fauna y animales domésticos, sin circunstancias modificativas de la responsabilidad penal, a la pena de cinco meses de prisión, con la accesoria de inhabilitación especial para el ejercicio del derecho de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena, e inhabilitación especial para el ejercicio de profesión, oficio o comercio que tenga relación con los animales por tiempo de un año y tres meses , con imposición de las costas procesales». TERCERO Notificada dicha sentencia a las partes, por la representación del acusado se interpuso contra la misma recurso de apelación, que por serlo en tiempo y forma se admitió, y evacuado el trámite de impugnación, se remitieron las actuaciones a esta Audiencia, donde se repartió a esta Sección, formándose el correspondiente Rollo y señalándose para la deliberación y votación el pasado día 31 de enero de 2006, en cuyo acto las partes comparecidas a través de sus Letrados informaron en apoyo de sus pretensiones. CUARTO En la tramitación del presente Rollo se han observado en ambas instancias las prescripciones legales. HECHOS PROBADOS Se aceptan los de la sentencia recurrida. FUNDAMENTOS DE DERECHO Se aceptan los de la resolución recurrida, y PRIMERO Contra la sentencia de instancia en la que se condena a Millán como penalmente responsable en concepto de autor de un delito del art. 337 del CP a las penas que el fallo de dicha resolución especifica, se alza el referido condenado interesando su revocación y que se dicte otra en su lugar por la que se le absuelva, petición que fundamenta en un pretendido error en la valoración de la prueba y aplicación del derecho, en la vulneración del principio constitucional de presunción de inocencia reproduciendo a su vez en esta alzada la vulneración del derecho de defensa desestimada en el turno de intervenciones al amparo del art. 786 de la LECrim que fue desestimado en el propio acto del juicio. Los anteriores motivos los fundamenta la parte apelante en las razones expuestas en su escrito de interposición del recurso de fecha 21-03-05 y a las que seguidamente se hará referencia empezando por la pretendida vulneración del derecho de defensa. Por el Ministerio Fiscal tras oponerse a los motivos del recurso se solicitó la confirmación de la sentencia de instancia por sus propios fundamentos. SEGUNDO Se plantea en primer lugar vulneración grave del derecho fundamental de defensa y a la asistencia de letrado, art. 24.2 de la CE, al estimar que debe quedar invalidado el atestado así como las declaraciones prestadas por los agentes de la guardia civil en el acto del juicio desde el momento en que el acusado fue objeto de interrogatorio sin presencia de letrado lo que se pone de manifiesto en el propio atestado de la Guardia Civil en el apartado de «Diligencia de Exposición de Hechos», de fecha 31 de enero de 2005, donde consta al final de dicha diligencia de forma expresa: « Preguntado : Por que había ahorcado al perro, manifiesta a esta Patrulla en el lugar de los hechos que el citado animal le había matado dos jabalíes pequeños y que en un momento de arrebato ha cogido la cuerda y por eso lo ha ahorcado», circunstancia que coincide con la alegación de su representado en el acto del juicio oral, quien a preguntas de la defensa manifiesta (folio 3 bis del acta del juicio oral) que «... los agentes le interrogaron sobre si tenia armas, interrogándole también en el cuartel de la Guardia...», por otra parte el Guardia Civil núm. NUM002, que declaró como testigo en el acto del juicio oral manifiesta U (folio 5 del acta del juicio oral) que «con exhibición del folio 3 del atestado de la Guardia Civil dice que le preguntaron lo ocurrido en el terreo no en las dependencias...». Se plantea pues en definitiva la trascendencia del derecho legítimo que todo inculpado tiene para defenderse, derecho cuyo incumplimiento adquiere efectos decisivos a la hora de valorar las pruebas actuadas en el proceso. Respecto de la asistencia letrada la CE reconoce el derecho de defensa tanto al detenido como al acusado, arts. 17.3 y 24.2 de la Carta Magna. La presencia de Letrado durante el proceso en general o la presencia del Letrado cuando el inculpado presta declaración policial o judicial en particular, representa por tanto una garantía de legitimidad, de ahí que se haya hablado en otras ocasiones de filtro garantizador de constitucionalidad, testigo fehaciente de veracidad, o fedatario de legitimidad constitucional. Más ha de tenerse en cuenta que ese derecho de defensa fue incorporado al ordenamiento jurídico del país con anterioridad a la CE, si bien ésta ha servido para reinterpretar y complementar tal asistencia letrada, derecho fundamental y requisito decisivo del proceso penal que nunca puede ser considerado como mero requisito formal (SSTC 14 nov. 1988 [ RTC 1988, 216] y 5 de junio 1989 [ RTC 1989, 101]). Su contenido estricto viene configurado por el derecho del acusado para encomendar su representación y asesoramiento técnico a quien merezca su confianza y estime más adecuado en la instrumentalización de su defensa. De otro lado la presencia física, cuando su declaración, significa no ya la legitimación antes señalada sino también la confianza, la asistencia, el asesoramiento, en fin, sea o no criminalmente responsable, se ve desprotegido ante los órganos judiciales del Estado (ver la S. 6 de marzo 1995 [ RJ 1995, 1812]). Ahora bien, como quiera que el derecho ha de estimarse identificado, a través de la tutela judicial efectiva, también con la proscripción de la indefensión, tiene que entenderse que la no asistencia del Letrado provocará no sólo la indefensión formal, sino la material, cuando dicha circunstancia, haya podido razonablemente causar un perjuicio a la parte (STS 6 de octubre 1992 [ RJ 1992, 7799]), pues de otra manera la estimación en su caso del amparo tendría una consecuencia puramente formal, con una indebida dilación del proceso (STC 19 sep. 1991 [ RTC 1991, 178]). Los arts. 603.c) del Convenio de Roma (RCL 1979, 2421) y 14.3d) del Pacto Internacional de Nueva York (RCL 1977, 893) establecen ya el derecho a la asistencia letrada. La reforma operada en el art. 520 de la LECrim por Ley 12 dic. 1983 ha sido definitiva por altamente esclarecedora. Los derechos a guardar silencio o a declarar sólo ante el Juez, el derecho a no declarar contra sí mismo y a no confesarse culpable y, fundamentalmente, el derecho a designar Abogado y a solicitar su presencia para que asista a las diligencias policiales y judiciales, son ejes fundamentales del proceso de investigación, después que al inculpado se le haya informado de los hechos concretos que se le imputan. Otra cosa son los efectos que la violación de tales derechos origine, porque estarán en función de la causación de indefensión antes dicha. Así pues se trata de determinar a la luz de la anterior doctrina jurisprudencial si se ha producido alguna vulneración del derecho de defensa, de contradicción o en definitiva de Tutela Judicial efectiva, ya que la asistencia letrada va irremediablemente unida a ese derecho. Y tras el examen de las actuaciones la conclusión ha de ser negativa en atención a las siguientes consideraciones. De la lectura del atestado en modo alguno cabe apreciar las alegaciones realizadas por la defensa; ciertamente en el folio 3 del atestado consta la diligencia ala que hace referencia el apelante pero se trata de una simple manifestación, carente de valor probatorio alguno, siendo que tal y como se desprende del folio 4, se procedió a la lectura de derechos y a la detención del Sr. Millán, el cual manifestó libremente que no deseaba declarar, y procediendo en dicho momento a designar letrado, ante el cual posteriormente se le recibió declaración según consta en el folio 7. Asimismo en folio 16 de la causa consta su declaración judicial y a presencia de letrado por lo que no cabe apreciar vulneración alguna de derecho de defensa. TERCERO Entrando en el fondo de las cuestiones planteadas respecto a la supuesta vulneración del principio de presunción de inocencia, como señala el Tribunal Supremo en sus Stcias. de 23 de enero ( RJ 1998, 51) y 22 de diciembre de 1998 ( RJ 1998, 10324) : «el derecho constitucional a tal presunción ha generado una profunda doctrina, pues no en balde es la reclamación más comúnmente invocada revelándose el abuso legítimo de su alegación constante ante los jueces. Debe recordarse que tal derecho tiene carácter subjetivo y público y opera dentro y fuera del proceso y que exige que toda condena debe ir precedida de una legítima actividad probatoria a cargo de quien acusa». Así mismo, el Trib. Constitucional, ha elaborado una doctrina, suficientemente conocida (es perfecto exponente la STC 303/1993 [ RTC 1993, 303] ), en torno al indicado derecho-garantía, exigiendo que su enervación, a través de una condena penal, se produzca tras una actividad probatoria apta y desde luego suficiente para generar en el juzgador la evidencia de la existencia de un hecho delictivo y, también, la participación del acusado en el mismo; actividad que ha de quedar sustentada en auténticos actos de prueba obtenidos con estricto respecto a los derechos fundamentales (STC 114/1984 [ RTC 1984, 114]; 50/1986 [ RTC 1986, 50] ; 134/1991 [ RTC 1991, 134] ; 76/1993 [ RTC 1993, 76], etc.) y habiéndose practicado en el juicio oral bajo la vigencia de los principios de oralidad, inmediación, publicidad y contradicción ( STC 31/1981 [ RTC 1981, 31] ; 217/1989 [ RTC 1989, 217] ; 41/1991 [ RTC 1991, 41]; 118/1991 [ RTC 1991, 118], etc.). Del examen de las actuaciones se desprende como en el acto del juicio prestaron declaración el denunciado y los agentes de la guardia civil que instruyeron el atestado, que relataron cómo hallaron al perro agonizante colgado del olivo, y aunque no sorprendieron in fraganti al acusado, el mismo se hallaba en dicho lugar, pudiendo observar nada más llegar a la finca que procedía precisamente del lugar en que el perro se hallaba colgado. Ciertamente la prueba de cargo existente no es directa sino indiciaria, pero en modo alguno puede predicarse que el juez a quo ha incurrido en un error en la valoración que realiza, el cual detalla todos los indicios tenidos en cuenta a efectos de alcanzar el convencimiento incriminatorio. Como tenemos dicho en nuestra sentencia de 14-02-2000 (JUR 2001, 34699), el Tribunal Supremo en numerosas sentencias (véase las de 24 de junio de 1998 [ RJ 1998, 5695] y 15 de septiembre de 1999 [ RJ 1999, 7039]) alerta sobre «la prudencia y la cautela con la que los órganos jurisdiccionales deben hacer uso de esta también llamada prueba indirecta o circunstancial, porque, si bien es cierto que tiene su razón de ser en la necesidad de evitar la impunidad de numerosos delitos que no pueden ser acreditados por prueba directa, también lo es que un uso abusivo y descontrolado de la prueba indiciaria conduciría a resultados perversos como la condena de personas inocentes. De ahí que para evitar este riesgo, la doctrina jurisprudencial ha establecido unos mecanismos de control que habrán de ser inexcusablemente respetados para que la prueba de indicios sea susceptible de enervar la presunción de inocencia: a.–) que los indicios o hechos base de los que se obtiene la inferencia han de ser plurales y, en todo caso, deben estar plenamente acreditados, no pudiendo tratarse de meras sospechas; b.–) que sean concomitantes al hecho que se trata de probar, y además se encuentren interrelacionados entre sí; c.–) que la deducción o inferencia sea lógica, razonable y concorde con las reglas de la experiencia y criterio humano, de tal modo que la conclusión obtenida fluya de manera natural de los indicios acreditados, debiendo del Juzgador, aunque sea sucintamente, explicitar a través del cual ha llegado a la inferencia». Sentado lo anterior acontece en el caso de autos que el acusado fue visto por los agentes de la guardia civil cuando llegaron a la finca que procedía del mismo lugar en que seguidamente hallaron al animal colgado de una soga en un olivo. El juez a quo ante cuya presencia se practicó el interrogatorio del denunciado y la testifical de los agentes por lo que pudo apreciar de primera mano dichos testimonios hace constar en su sentencia: «En el presente supuesto, los Guardias Civiles declaran que al llegar a la finca, a la que se habían dirigido para realizar gestiones relativas al estado en que se encontraban los animales que allí se criaban, encontraron el camión que conducía el acusado por lo que pensaron que podrían hablar con algún responsable de la finca, topándose con Millán que venia desde la misma dirección en la que posteriormente hallaron al perro colgado; ante la sospecha que les infundió el comportamiento del acusado procedieron a dar un vistazo por la finca siendo que encuentran en uno de los extremos lindantes con el barranco en la dirección de la que provenía el acusado (según detallan en el plano que la defensa aportó en el trance del art. 786 de la LECrim al perro colgado en un olivo con una soga, tal y como se observa en las fotografías obrantes a los folios 9 y 10; el perro, cuando fue halado, todavía agonizaba por lo que procedieron los Guardias Civiles con ayuda del acusado a descolgarlo, tardando en morir unos tres minutos tal y colmo relatan; no había nadie más en la finca, según declaró el acusado a preguntas del Ministerio Fiscal y comprobó la Guardia Civil». En el mismo orden de cosas no otorgó el juzgador credibilidad alguna la tesis exculpatoria de la defensa que ha sido negada por los guardias civiles, otorgando mayor credibilidad a éstos, remitiéndose la Sala a los razonamientos que contiene la resolución impugnada que se dan por reproducidos. En definitiva, no cabe apreciar error alguno en la valoración de la prueba la cual contiene un minucioso detalle de los indicios tenidos en cuenta a efectos de fundamentar la condena, y no otorgando credibilidad a los testigos de la defensa ni a la tesis exculpatoria del denunciado y siendo que el principio de inmediación cobra especial relevancia en supuestos en que como acontece, el error que se denuncia se basa en las declaraciones vertidas ante el juez a quo, no procede mas que la desestimación del recurso. CUARTO Las costas de le imponen a la parte apelante «ex» art. 240 de la LECrim. Vistos los preceptos citados y demás de general aplicación FALLAMOS Que desestimamos el recurso de apelación interpuesto contra la sentencia dictada por el Ilmo. Sr. Magistrado del Juzgado de lo Penal de Vinaroz en el Juicio Oral núm. 33/05 dimanante de las Diligencias Urgentes núm. 4/05 del Juzgado de Instrucción núm. 4 de Vinaroz, la cual confirmamos con expresa imposición de costas. Notifíquese a las partes la presente resolución y con testimonio de la misma devuélvanse las actuaciones al juzgado de procedencia para su ejecución y cumplimiento. Así por esta nuestra sentencia, de la que se unirá certificación al presente rollo, lo pronunciamos, mandamos y firmamos. Fuente: Aranzadi