La escultura romana Tema 4 Historia del Arte

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Historia del Arte
Tema 4
La escultura romana
La escultura romana se puede sintetizar y clasificar en dos grandes géneros: el
retrato y el relieve historiado. Ambos géneros muestran el orgullo del pueblo romano
a través de la representación individualizada del hombre y la representación de la
historia de Roma.
4.1. Características generales del retrato y del relieve
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Los materiales que emplea la escultura romana son fundamentalmente el mármol y el
bronce (igual que en la tradición griega).
La escultura romana no es original, sino que está basada en modelos anteriores: coge los
temas de la escultura etrusca y las formas de la escultura griega. Sabido es que los
romanos robaron, copiaron y destruyeron esculturas hechas por los griegos. Al mismo
tiempo heredaron la forma de hacer la anatomía humana y de buscar la belleza.
En la escultura romana el tema religioso, que había sido fundamental en Grecia, es
sustituido por la representación de las propias epopeyas o gestas romanas. Su arte era
bastante egocéntrico y propagandístico.
Las dos manifestaciones principales de la escultura romana son: a) el retrato, y b) el
relieve narrativo (cuenta historias).
Los retratos persiguen la representación concreta e individualizada de personajes
importantes, diferencia importante con la escultura griega (en ella no se buscaba lo
individual sino lo ideal). Los romanos se llegan a obsesionar por la inmortalidad, entendida
como pervivencia de su recuerdo, más allá de la muerte, es decir, como permanencia a
través de la “fama”. Gran parte de los retratos tienen carácter funerario.
Los retratos pueden ser bustos o de cuerpo entero (sedentes, ecuestres o de pie).
Cuando eran imágenes de pie podían ser figuras togadas, militares, divinizadas (en actitud
de imitación a algún dios), etc. El retrato va cambiando según la moda de cada etapa:
tratamiento más o menos realista, más o menos idealizado, tratamiento psíquico, peinados,
barbas, vestuario, pose, etc.
Los relieves narrativas se hacían en las columnas conmemorativas, en los arcos, en altares
(por ejemplo, el Ara Pacis)… Son relieves que celebran las hazañas romanas y las
conmemoran. Tenían carácter docente y propagandístico: enseñar al pueblo las gestas
de Roma.
En la escultura romana hay una evolución clara desde la etapa republicana (509 a C – 27
a C) hasta el Imperio (27 a C – 476). Dentro del Imperio se puede distinguir entre Alto
Imperio, siglo I y II, y Bajo Imperio, siglos III – V.
4.2. Evolución de la escultura romana por etapas: Monarquía, República, Alto Imperio y
Bajo Imperio
Primera fase (Monarquía): influencia etrusca
Los etruscos influyeron mucho en el tema de los retratos funerarios: imágenes de parejas
en las tumbas (Sarcófago Cerveteri), máscaras funerarias, cabezas y bustos del difunto. En
general son imágenes dotadas de realismo. Frente a ellas los etruscos también hicieron
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“quimeras”, imágenes que representan animales fantásticos, protectores de tumbas. En esta
línea está la Loba Capitolina que amamanta a Rómulo y Remo, símbolo del nacimiento de
Roma.
Etapa de la República (509 a C-27 a C)
Durante la República el ideal de vida de los patricios romanos lleva a conservar los retratos
de los antepasados, generalmente la cabeza, hecha de forma realista. Las imágenes de los
antepasados (Imágenes Maiorum) formaban parte del culto familiar. El realismo de los retratos
refleja la edad, los rasgos de pesimismo o cansancio psíquico, y no esconden los posibles
defectos. Es usual la representación del pelo muy corto, cayendo sobre la frente. Algunos
historiadores han descrito los retratos de esta fase con la expresión “hiperrealismo”, haciendo
referencia al realismo exagerado de los rostros.
También en esta fase de la República se manifiesta un gusto especial por el estilo griego y se
desarrolla una escuela escultórica academicista: copia de los cánones griegos. Se denomina
Escuela neoática (Roma trata de imitar a la Atenas clásica).
Obras destacadas de esta fase son: Brutus Barberini, Busto de Lucio Junios Brutus, Retrato
del Museo de Boston, Retrato de Pompeyo, Retrato de César, el Orador…
Etapa del Imperio: época de Augusto (fase inicial).
Frente al hiperrealismo de la fase anterior en el Imperio se impone la idealización, sobre
todo cuando se trata de retratos de la familia imperial: el emperador Augusto y su esposa Livia.
Augusto aparece representado en varias actitudes: Prima Porta (militar), Pontifex Maximus
(sacerdote), divinizado… El estilo de estas imágenes recuerda también al clasicismo ateniense.
En esta fase fue realizado el Ara Pacis (Altar de la Paz), que simboliza la Pax Romana
decretada por Augusto (finalización de las conquistas). Fue construido en el 17 a C. Es un
edificio rectangular, sin techo, ligeramente elevado sobre el suelo y con una escalera de
acceso al interior. El exterior está decorado con pilastras de capiteles corintios, un zócalo con
estilizaciones vegetales (imitación de los muebles y candelabros de bronce) y un friso alto con
escenas alegóricas. También aparecen guirnaldas de flores y bucráneos (cráneos de buey
adornados con guirnaldas o cintas). La decoración evoca un cierto horror al vacío.
En el Ara Pacis destacan los relieves del lado sur, que representan a la gens Julia (familia
de Augusto). Es como una procesión de acción de gracias por la Pax Romana, con cierta
isocefalia, pero dotada de profundidad y perspectiva. Hay una gran influencia de la procesión
de las Panateneas realizada por Fidias en el Partenón: tratamiento de los pliegues, luces y
sombras, elegancia de las figuras en su marcha, etc. Aparecen distintos sacerdotes: los
flámines, con antorchas, y los lectores, con hachas. Los miembros de la familia real aparecen
individualizados pero idealizados.
Imperio: Siglo I
Durante el siglo I los emperadores pertenecieron a la familia Julio Claudia (Tiberio, Calígula,
Claudio y Nerón) y de los Flavios (Vespasiano, Tito y Domiciano).
En la fase de los Julio Claudios el retrato está dominado por la idealización. Destaca la
imagen divinizada de Claudio. El peinado femenino recoge la moda de la raya en el centro.
En la época de los Flavios, finales del siglo I, hay más realismo en los retratos. El peinado
femenino es muy característico, tipo “nido de avispa” (técnica del trépano).
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En los relieves de esta fase destacan los del arco de Tito. Representan el Saqueo del
templo de Salomón en Jerusalén. Aparecen los romanos portando el Arca de la Alianza y el
Candelabro de los Siete Brazos, símbolos sagrados de los hebreos. La imagen es muy realista
y está llena de dinamismo.
Imperio: siglo II
En el siglo II encontramos en el poder a los emperadores hispanos (Trajano y Adriano).
Continúa el idealismo en los retratos, pero aparece una cierta expresividad o espiritualidad en
los rostros: ojos más grandes, pupilas marcadas. Esta tendencia se acentuó durante los siglos
siguientes (Bajo Imperio). También es un rasgo frecuente la moda de la barba muy corta.
Destacan los retratos de Adriano.
En cuanto al relieve, en esta fase destacan los relieves de la Columna Trajana, donde el
gusto por los detalles y el relato pormenorizado se imponen a la perspectiva o a la belleza.
A partir del 138 el poder está en manos de los Antoninos. Las barbas y el pelo de los retratos
se trabajan minuciosamente, con la técnica del trépano. Alrededor del año 170 se realiza la
estatua ecuestre del emperador Marco Aurelio, en bronce. Es una obra que busca la
propaganda imperial, pero también la necesidad de la fama: ser recordado después de la
muerte. El emperador aparece con moda de la época (no con traje militar), con barba y pelo
tratados con barroquismo; levanta el brazo con gesto de clemencia (quizá contra los bárbaros).
La imagen de Marco Aurelio, serena, ensimismada, contrasta con el nerviosismo del caballo,
apoyado sobre tres patas. Esta obra tuvo una gran importancia en el renacimiento: influyó en la
estatuaria de los siglos XVI y XVII, destinada a la ornamentación urbana y a la glorificación de
grandes personajes bajo el ideal del vencedor.
Bajo Imperio: siglos III y IV
La decadencia del imperio se dejó sentir en el arte. También es notable la influencia del
cristianismo. Crece la tendencia a manifestar expresividad en los rostros. Con los emperadores
Severos aparecen rasgos como patillas y bigotes (Retrato de Caracalla). Durante la fase de la
Anarquía Militar (siglo III) hay un regreso a la tradición republicana. Con la costumbre de
inhumar a los cadáveres aparece un nuevo soporte para el relieve: los sarcófagos. En esta
línea destaca el Sarcófago Ludovisi, absolutamente barroco, con evidente horror al vació,
donde se manifiesta el orden romano superior y el caos barroco (a manera del cielo y del
infierno). Hay en él un profundo estudio anatómico.
A partir del emperador Diocleciano (finales del siglo III) y durante el siglo IV aparece cierta
geometrización en los retratos, cierta “deshumanización”, a manera de imágenes símbolo.
Obras que entran en Selectividad
RETRATO:
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Patricio portando retratos funerarios o Brutus Barberini (República)
Augusto Prima Porta (Imperio, época de Augusto)
Busto de Adriano (siglo II)
Busto de Caracalla (siglo III)
Retrato ecuestre de Marco Aurelio (año 179 aproximadamente)
RELIEVE:
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Ara Pacis
Arco de Tito: saqueo de Jerusalén
Columna Trajana
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