Educación y lectura durante el siglo XIX

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Educación y lectura durante el siglo XIX
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El desarrollo de los primeros sistemas educativos de masas
Los avances de la imprenta: popularización de la lectura y extensión del
periodismo
EL DESARROLLO DE LOS PRIMEROS SISTEMAS EDUCATIVOS DE MASAS
Los grandes avances tecnológicos, científicos, industriales y de la vida cotidiana de las personas
del siglo XIX despertaron un gran interés por la educación en todas partes del mundo, incluso en
México.
Así surgió la idea de que la industrialización necesitaba que las masas fueran instruidas por
medio de la enseñanza primaria, porque los obreros debían aprender a leer, escribir y hacer
cuentas para trabajar mejor, lo que propició que surgieran las escuelas primarias y bibliotecas, y se
diera en llamar al XIX el siglo de oro de la escuela. Y es que en esa época sólo existían escuelas
en algunas iglesias, ya que los niños de familias muy ricas eran instruidos en su propia casa por
maestros particulares o institutrices, y había incluso algunos preceptores (maestros sin estudios)
que habilitaban su casa como escuela y cobraban a sus alumnos.
Frente a esta situación, los gobiernos de algunos países decidieron crear escuelas primarias
públicas, es decir, gratuitas y para niños de distinta clase social. En Francia se creó la enseñanza
primaria en 1833, pero fue gratuita, obligatoria y laica (sin enseñanza religiosa) hasta 1882. En
Gran Bretaña existió primero la enseñanza privada impartida por religiosos, y se hizo obligatoria en
1876 y gratuita en 1891. Suiza y los países escandinavos fueron los primeros en considerar como
obligatoria la enseñanza primaria. Más adelante, hacia finales del siglo XIX su obligatoriedad se
estableció en casi toda Europa. Sin embargo, en los países menos
desarrollados, con grandes zonas rurales como Rusia, la escuela
primaria no se abrió paso con la misma rapidez; lo mismo sucedió en
España y Portugal.
En México existían las mismas preocupaciones: el presidente
Benito Juárez promulgó en 1867 una ley que reafirmó la educación
gratuita y obligatoria desde los cinco años (ya se había establecido
en la Constitución de 1857), y que obligaba a todos los municipios
del Distrito Federal a crear una escuela en cada pueblo de 500
habitantes, y al ayuntamiento de la ciudad de México, 12 escuelas de
niños y 12 de niñas. Para hacer atractiva la asistencia y el estudio se
dispuso, en el Distrito Federal, otorgar premios a alumnos de las
primarias, y se obligó a los burócratas a presentar constancia, cada
seis meses, de la asistencia de sus hijos a la escuela. En 1888 otra
ley, esta vez promulgada por Porfirio Díaz, hizo obligatoria en todo el
país la educación primaria elemental de cuatro años (para niños de 6
a 12 años), la cual estipulaba multas o encarcelamiento a los padres
que no la cumplieran. Sin embargo, todavía no se hacía efectiva la educación laica, gratuita y
obligatoria como la que se disfruta ahora.
En 1836 el educador alemán Federico Fröebel (1782-1852) pensó que el niño es una planta que
vive y se desarrolla en un jardín (que es la escuela) y que los jardineros de niños son los maestros.
La expresión jardín de niños apareció por primera vez en 1840.
LOS AVANCES DE LA IMPRENTA: POPULARIZACIÓN DE LA LECTURA Y EXTENSIÓN DEL
PERIODISMO
La revolución industrial produjo innovaciones técnicas que favorecieron la mecanización de la
imprenta. En 1814 el periódico Times, de Londres, se imprimió por primera vez en una prensa
mecánica movida mediante vapor; en 1818 el francés Lorilleux inventó la tinta de imprenta; luego
se crearon prensas que podían imprimir la hoja por ambos lados. En Estados Unidos, en 1845,
Robert Hoe inventó una máquina de forma cilíndrica, llamada rotativa, que se hizo famosa en todo
el mundo, y en 1884 se inventó otra máquina revolucionaria, la linotipia, que con la ayuda de un
teclado similar al de una máquina de escribir permite escoger matrices o moldes de letras o tipos
que, reunidas, forman una línea de texto.
Si estos avances en la imprenta se consideran notables,
junto con los que hubo en las vías de comunicación y
transporte, ayudaron a que las noticias y descubrimientos
científicos se divulgaran en boletines, folletos y libros. La
imprenta contribuyó, en gran parte, a los avances de la ciencia,
la tecnología, el arte y la cultura en general.
En el siglo XIX la prensa inició su auge como medio de
comunicación de masas, ya que su contenido era muy variado.
Comprendía desde noticias de la ciudad, literatura y ciencia,
hasta crónicas y reseñas de espectáculos, como el teatro y la
ópera; publicaba novelas por partes (pues los escritores las entregaban poco a poco, conforme las
iban escribiendo); explicaba los viajes en globo y hacía publicidad a tónicos y cosméticos.
Desde entonces la publicidad empezó a tener cada vez más influencia en la vida cotidiana. La
edad de oro de la prensa comenzó a fines del siglo XIX, época en la que muchos países ya
contaban con periódicos que competían por aumentar sus lectores; otros, además de dar
información, expresaban la opinión política del grupo de redactores para hacer propaganda a sus
ideas.
Con la educación de masas disminuyó el analfabetismo y aumentó el número de lectores,
aunque también, para quienes todavía no sabían leer, se acostumbraba la lectura en voz alta y en
grupo.
Por otra parte, el panfleto o volante político se convirtió en arma poderosa en manos de los
trabajadores, y aunque algunos gobiernos cerraban imprentas para evitar la difusión de las ideas,
los lectores, aumentaban.
Ver trabajar las rotativas de un diario constituye un espectáculo impresionante. La rotativa, que
apareció a mediados del siglo pasado (1845), es una prensa impresora cilíndrica cuyo movimiento
continuo permite alcanzar una velocidad mucho mayor que la de las prensas planas. Puede
imprimir en varios colores, en huecograbado y sobre metal.
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