EL VIAJE DE DON JUAN A TRAVÉS DE LOS SIGLOS

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El viaje de Don Juan a través de los siglos
Prep. univ. Marcela Aniela ION
Universitatea Piteşti
El mito de Don Juan, voluptuoso y perverso, creación del ingenio español, es uno de los
grandes mitos de la literatura universal. El origen de la leyenda de Don Juan es uno de los
problemas más discutidos por los eruditos y filólogos : algunos han situado su cuna en Portugal,
Italia o Alemania, considerándolo un personaje a la vez histórico y fantástico, que tiene sus raíces
en la Edad Media mística o en el Renacimiento pagano. Hoy, los filólogos restituyen la paternidad
de la leyenda a España, donde los romances populares y las crónicas mencionan explícitamente el
tema y el personaje de Don Juan.
Hablando del origen de Don Juan, Kirkegaard dijo : “Nadie sabe exactamente en qué momento
apareció la idea de Don Juan. Lo cierto es que pertenece al cristianismo.”
Don Juan vive su propria vida, pasa de obra en obra, de autor en autor y de siglo en siglo como si
perteneciera a todos y a nadie. Su viaje a través de los siglos es según sus propias palabras: “ una
historia épica, interminable, episódica, absurda, confusa, siempre reanudada, como un folletín o
como la vida......” un rasgo específico del mito, que se mezcla con su aptitud de nacer y de renacer
siempre, en continua transformación.
El creador de Don Juan es el monje Fray Gabriel Téllez, más conocido como Tirso de Molina,
ilustre representante de la escuela de Lope de Vega. Nacido en los bastidores del teatro barroco,
Don Juan surge por primera vez en 1630 en la comedia de Tirso : El Burlador de Sevilla y
Convidado de piedra, escrita anteriormente en 1615 o 1620, fecha que todavía no se ha podido
establecer con precisión.
Pero ¿quién es Don Juan ? La idea de que Don Juan Tenorio existió en realidad surge por primera
vez en el siglo XVII y está reanudada por Louis Viardot en una nota de sus Estudios sobre la
historia de las instituciones, de la literatura, del teatro y de las bellas artes en Espaňa (Études sur
l’histoire des institutions, de la littérature, du théâtre et de beaux arts en Espagne). El explica que
viajando por España, ha buscado el origen de este argumento y que está seguro de que se apoya en
una historia verdadera : “Don Juan Tenorio nació en Sevilla, donde su noble familia todavía existe.”
Los eruditos fueron tan convencidos del carácter sevillano del héroe que durante muchos años han
buscado en las tradiciones y en las crónicas de la gran ciudad del Guadalquivir el antecedente
histórico del conquistador.
Pero es inutil buscar en Andalucía el origen de Don Juan. Sin embargo hay en Andalucía dos
formas locales de la vida sexual, típicas del ambiente, que han contribuído mucho a la confusión
con el donjuanismo. Una de ellas es la poligamía organizada, cuyo prototipo fue el harén, creación
de los árabes que han dejado hondas huellas en las costumbres andaluzas. Pero Gregorio Marañón
afirma que es un error confundir el harén con la clientela femenina de Don Juan, porque el harén
implica también la paternidad. En Don Juan no existe esa preocupación paterna y con frecuencia es
infecundo.
El mismo Marañón hace una distincción clara entre el sultán y Don Juan apoyándose en el hecho de
que el harén y sobre todo el sultán tienen una vida sedentaria, mientras que Don Juan es “un
trotamundos.” El sultán adquiere las mujeres por la fuerza del dinero, sin poner en juego su
seducción personal y lo hache siempre dentro de una organización oficial, pacífica aun burguesa.
Todo lo contrario de Don Juan para el cual cada una de sus conquistas es una aventura antisocial. El
sultán convive con todas sus mujeres en un statuquo de jerarquías aceptadas. En cambio los amores
de Don Juan son sucesivos : con cada pasión nace su olvido y la eliminación de la mujer amada, a la
que abandona para buscar lejos la siguiente.
El doctor Gregorio Marañón admite que la familia Tenorio existió y que algunos de sus miembros
eran verdaderos seductores como Cristóbal Tenorio que había seducido a la hija de Lope de Vega,
hiriendo al “Fénix de los ingenios.”
El apellido Tenorio es muy frecuente en España y Tirso lo elegió por sus connotaciones y sus
valores simbólicos : “tener” significa “poseer” y Tenorio es el cantante de la serenata nocturna que
vuela como una flecha envenenada. En este caso, podemos afirmar con seguridad que Tirso no
pensaba en ningún Tenorio conocido, sino que eligió al azar este nombre, que no tiene ningún valor
histórico. Su selección es sin embargo genial por las sugerencias que este apellido ofrece y por la
fascinación que ejerce.
Casi ninguno de los dramaturgos o poetas que han creado versiones nuevas del Burlador se atrevió a
cambiar este nombre insustituible. Así que el refrán : “el nombre no hace a la cosa“ no se aplica en
su caso, porque Don Juan debe gran parte de lo que humanamente representa a llamarse
precisamente Don Juan Tenorio.
David H. Darst defiende que es precisamente por su habilidad camaleónica que Don Juan se ha
convertido en un mito tan importante en la literatura y la cultura. Comentando la universalidad y la
perennidad del Burlador, Ángel Valbuena Prat escribe en la Historia de la literatura espaňola :
”Por proceder de una creación vital, antes que literaria, Don Juan ni se logra, ni se muere. Queda
siempre-sombrero de plumas y espada al cinto-en todas las encrucijadas de las épocas, presto a
emprender una nueva conquista, pero también pronto a evadirse.”
Difundida muy rápidamente por Italia, la comedia española de Tirso fue representada por los
comediantes de la “commedia dell’arte.” Sobre aquellos tiempos se conoce hoy la obra de Giacinto
Andrea Cicognini, El convidado de piedra (Il convidado di piedra), escrita probablemente en 1650,
que nos presenta a un Don Juan completamente tranformado : más rudo y más violento con las
mujeres, caprichoso y burlador, que muere sin ningún remordimiento.
Traída a Francia por los actores de “la commedia dell’arte”, la versión de Cicognini sirve como
modelo a Molière que escribe en 1665 su Dom Juan, o el Festino de piedra (Dom Juan, ou le
festin de pierre). Las facetas de este nuevo Don Juan son innumerables : gran noble corrompido,
sensual, seductor cruel y joven indiferente a la autoridad de la muerte.
Carlo Goldoni escribió en 1730 una tragicomedia llamada Il Don Giovanni o La punizione del
dissoluto, pero que no tuvo el mismo éxito de sus otras obras, a las cuales es inferior. Sin embargo
el que ha dado el mayor brillo a la figura de Don Juan fue en el romanticismo, el escritor inglés
Byron, en su poema Don Juan, sátira épica (Don Juan, an Epic Satire) donde construye su
personaje con una intención irónica.
En cambio, el dramaturgo alemán Christian Dietrich Grabbe en su tragedia en cuatro actos Don
Juan y Fausto, publicada en 1829 emprende un paralelo entre los dos titanos : Don Juan,
encarnación de una irresistible fuerza vital y de una ardiende sensualidad mediterránea, y Fausto, el
nórdico meditativo, el “sobrehumano” que busca su satisfacción en las esferas superiores.
La figura de Don Juan, mezcla de cinismo e idealismo surge de nuevo en 1830 en la tragedia del
poeta ruso Alejandro Puschkin, El convidado de piedra, obra que tiene un papel muy importante en
la literatura rusa del siglo XIX.
Muchos autores han dado su versión del antiguo tema de Don Juan, cada una concediéndole su
propio ambiente poético, el color romántico, realista o aun simbolista. Entre estos escritores se
destacan Alfredo de Musset, el poeta alemán Nicolás Lenau que publicó en 1844 su poema
dramático Don Juan, el ruso Tolstoi con su drama en versos Don Juan. Otros escritores han
resuscitado en sus obras la figura del personaje que conoció una popularidad universal : lo
encontramos perseguido por las mujeres en Bernard Shaw1 o miserable bufón en la obra del
portugués Manuel de Guerra Junqueirro2.
No menos ámplia que la tradición literaria, la tradición musical es muy importante, especialmente
gracias a la obra maestra de Mozart : Don Giovanni. Kirkegaard decía que la música conviene
mucho a Don Juan y este hecho se nota sobre todo en Hoffmann que escribió su Don Juan bajo la
influencia de Mozart. En Don Giovanni se nota una fuerte relación psicológica entre el tema del
doble y del individuo excepcional. Por eso se explica el hecho de que Leporello, como un verdadero
doble de su amo lo sustituye en sus aventuras amorosas.
También otros escritores españoles como Unamuno, Pérez de Ayala en sus trabajos creativos o
Gregorio Marañón en la crítica, han contribuido con originales puntos de vista en la revisión
humana del personaje. Cada generación lanzó a su Don Juan manteniendo algunos rasgos
fundamentales y añadiendo otros nuevos buscando las significaciones profundas del arquetipo. Pero
su condición de mito universal, símbolo de una categoría o modo de ser quedó lograda a
perpetuidad por el poder creador del mercedario.
Teniendo como punto de partida el Burlador de Tirso, aquel “engañador” y “gozador”, el siglo
siguiente registra una nueva encarnación del mito en la pieza de Antonio de Zamora, titulada No
hay plazo que no se cumpla, ni deuda que no se pague. Creado según el Burlador, el Don Juan de
Zamora es un fanfarrón orgulloso, un esgrimidor valiente que se aleja del tipo original para
transformarse en un desenfrenado brutal.
En 1840, José de Espronceda3 ha creado el primer Don Juan romántico de la literatura española.
Don Félix de Montemar “el segundo Don Juan Tenorio”, como lo denomina el mismo autor es una
encarnación del satanismo romántico, una especie de ingenio malvado y de la destrucción. La
insulta y la ironía son sus armas secretas y su espada y su valentía su mejor apoyo. Pero a pesar de
su orgullo, de sus crímenes, este libertino guarda inalterada su grandeza.
El Don Juan Tenorio de Zorrilla es la interpretación más popular del Burlador, que se representa
cada año en España el día de los muertos. El Tenorio de Zorrilla encarna el tipo capaz de amar
sinceramente y en este momento en que se enamora, él deja de ser un verdadero Don Juan :
“Tan incentiva pintura
os sentidos me ajena,
y el alma ardiente me lleva
de su insensata pasión.”4
Zorrilla califica a su personaje con las expresiones específicas al registro romántico : “pirata”,
“diablo en carne mortal”, “vendedor de mujeres”, “jugador”, “seductor”, pero también “franco
como un estudiante”, “diestro”, “gallardo” y “valeroso” :
“Un mozo sangriento y cruel,
que con tierra y cielo en guerra,
dicen que nada en la tierra
fue respetado por él.
Quimerista, seductor
y jugador con ventura,
no hubo para el segura
vida, ni hacienda, ni honor.”5
1
Man and Superman
2
La muerte de Don Juan (A morte de Dom Joâo)
3
El estudiante de Salamanca
4
José Zorrilla, Don Juan Tenorio, Madrid, Cátedra, 1994, p. 131
5
Idem, p. 184-185
En las siguientes épocas, aparecen nuevas perspectivas del mito, pero ninguno de los autores está ya
de acuerdo con la visión inicial de Tirso. El personaje pierde su carácter vitalista, se arrepiente, es
sentimental e intenta adaptarse a las nuevas condiciones sociales y artísticas. El proceso de
desmitificación es evidente y Don Juan llega a ser ridículo en la obra de Abelardo López de Ayala,
titulada El nuevo Don Juan, mientras que en la piesa de los hermanos Machado6 se transforma en
un asceta. El protagonista se llama Mañara y es un señorito andaluz corrompido que llega en la
capital para gastar su fortuna. La evolución de Don Juan en la obra de Antonio y Manuel Machado
es sorprendiente : es altruista, humilde, místico, un verdadero santo que sacrifica su fortuna y su
salud en favor de las obras de caridad. Gonzalo Torrente Ballester nota que el ambiente sentimental
y místico de la obra recuerda sobre todo a la novela católica española.
En todas las obras donjuanescas está presente el problema de la juventud y de la vejez del mítico
personaje. En este sentido Otto Rank en su libro Don Juan et le double ( Don Juan y el doble ),
considera que el interés por la vejez de Don Juan, que se nota especialmente en los siglos XVIII y
XIX, es sintomático para la decadencia del héroe. Entonces la juventud y la vejez son sinónimos de
peligros para Don Juan, que se está perdiendo en ellas, que asume su destino, que se conoce a sí
mismo. Y es el tiempo mismo que le ofrece esta posibilidad, porque excepto el problema de la
juventud y de la senectud, Don Juan no puede evitar el paso del tiempo. A esta misma actitud de
sublevación en contra del tiempo, se opone la angustia del paso del tiempo, este lento e implacable
despliegue que nace en Don Juan.
Según Marañón, la pena de envejecer es atroz para el seductor, que no puede consolarse que en
vivir de sus recuerdos, como lo hizo Casanova. Pero, los rasgos típicos del héroe se borran poco a
poco y Don Juan está a punto de morirse, como un neurópata, a causa de su sentimiento tan fuerte
de culpabilidad. Solamente el arte con el cual el poeta logra expresar la psicología de nuestro héroe,
podrá salvarlo y podrá resuscitar por un período indeterminado el interés para el simulacro de su
existencia.
Entre 1902 y 1905, Ramón del Valle-Inclán presenta en sus Sonatas, la figura del marqués de
Bradomín, interpretación modernista y original del tipo donjuanesco. Concebidas como un cuerpo
musical, corresponden desde una doble perspectiva: el amor y el Marqués de Bradomín, a la
iniciación, juventud, madurez y vejez de su protagonista.
Las cuatro Sonatas aparecen precedidas por una “Nota“ explicativa que sitúa el texto ante todo, en
relación con el género literario de las “Memorias”, inscribiendo al protagonista, Bradomín en la
filiación del modelo legendario de Don Juan, e invitando el lector a establecer las divergencias o las
relaciones que hay entre el héroe y el mito:
“Estas páginas son un fragmento de las «Memorias Amables», que ya muy viejo empezó a escribir
en la emigración el Marqués de Bradomín. Un Don Juan admirable. ¡El más admirable tal vez !
Era feo, católico y sentimental…”
Valle-Inclán intenta prolongar el mito literario de Don Juan y crea su propio Don Juan, conforme a
su interpretación, es decir hacer una presentación del mito en el ocaso, una distorsión paródica del
modelo literario de Tirso. Bajo la pluma valleinclanesca , Don Juan sufre un proceso de
desmitificación empezando con Bradomín que es la vertiente irónica, siguiendo con Juan Manuel
Montenegro7 vertiente mítica y acabando con Juan Ventolera8 vertiente degradadora, de manera
que el escritor va destruyendo toda la grandeza mítica del personaje. Eugenio Montes afirma: “Los
personajes de Valle-Inclán no son de este siglo, ni del otro, ni de ningún siglo concreto. Se
6
Don Juan de Mañara
7
Personaje del esperpento de Valle-Inclán, Comedias bárbaras
8
Personaje valleinclanesco de Las galas del difunto
encuentran en una vaga intemporalidad de poesía y ensueño. Esos personajes son personas en el
sentido dramático y quizá filosófico de la palabra; no individuos”9.
La variante burguesa de Don Juan se encuentra en la obra de los hermanos Serafín y Joaquín
Álvarez Quintero: Don Juan, buena persona, cuyo protagonista Don Juan de la Vega, está
perfectamente adaptado a las nuevas circunstancias sociales Moderno y filantrópico, el licenciado
cuida de la situación económica de sus antiguas víctimas. Este Don Juan burgués es en fondo una
degeneración del tipo donjuanesco que perdió completamente su dimensión grandiosa y dramática
para transformarse en un personaje de comedia.
Gregorio Martínez Sierra emprende un nuevo enfoque del mito en su pieza Don Juan de España de
1921, donde su personaje se autodefine como “español, loco, temerario, imprudente, un poco ímpio
y un mucho enamorado.”
Jacinto Grau intenta a su vez abordar el mito en dos obras teatrales : Don Juan de Carillana y El
burlador que no se burla. La primera pone en marco a un Don Juan envejecido que vive de los
recuerdos de su tiempo de gloria y la segunda nos presenta a un personaje sin grandeza trágica,
hecho que se nota en la respuesta que da al Diablo, negando la propuesta de rebeldía contra Dios :
“la rebeldía supone tener un amo contra quien rebelarse, y yo no tengo ninguno.”
Por entre los enfoques modernos del mito no faltan las interpretaciones la de Ramón Sender Don
Juan en la mancebía de 1971. El Don Juan de Sender es “un viejo famoso”, pero venerable, un
escéptico en el verdadero sentido de la palabra : “Yo dudo de la vida, dudo de la muerte, dudo de
los hombres, dudo de Dios”.
Gonzalo Torrente Ballester afirma en su novela parecida en 1963 que Don Juan no es más que una
exageración de los poetas. Su Don Juan es sin embargo una prueba de la importancia y de la
perennidad del mito en una España contemporránea, que permite el análisis según las palabras de
Michel Foucault de “ese prestigio de Don Juan que los tres siglos todavía no le han apagado”. En
esta historia, son recogidos todos los elementos comunes de casi todas las versiones conocidas
sobre todo del Estudiante de Salamanca de Espronceda y del remarcable cuento de Mérimée. Pero
el Don Juan de Ballester se aleja de las obras de sus predecesores y especialmente del Don Juan
barroco de Tirso, del Don Juan romántico de Zorrilla y más de los donjuanes españoles
contemporáneos sobre todo los de Azorín, de Miguel de Unamuno o de Salvador de Madariaga.
En efecto, la novela de Ballester, que es una “re-creatio” del mito de Don Juan, es una obra
enteramente original y atípica: ella misma constituye una muestra de la importancia y de la
permanencia de este mito en la España contemporánea.
Existencialista en Unamuno, efeminado e insolente en la obra de Pérez de Ayala, galante en los
Álvalez Quintero, irresistible y profundo en Jacinto Grau, Don Juan conquistó el mundo.
Pero estos poetas son singularios y Don Juan como mito parece condenado. Pero ¿ quién sabe ? Las
cosas han cambiado y en cuanto al asunto del mito nunca se sabe. Estaba a punto de desaparecer en
el siglo XVIII, pero podrá nacer otra vez. Podríamos añadir que los tres siglos pasados han
confirmado y aumentado el mito, porque después del romanticismo, la época moderna fue la que
arraigó y popularizó el mito, al menos el personaje. ¿ Cómo ha sido posible ? Según la opinión de
Jean Rousset “con el precio de unas transformaciones y de unos trastornos sin los cuales su
prestigio se hubiera borrado; no hay vida sin metamorfosis, pero con la condición de que se
produjera entre los límites del sistema fundamental”10.
La pregunta es ¿ si Don Juan está muerto o vive todavía ? Lo cierto es que los donjuanes están
presentes en todos los géneros y bajo todas las formas. Se habla de Don Juan e incluso se escribe
sobre Don Juan, como si la gente, en el tiempo que ha transcurrido quisiera entender, a través del
9
Eugenio Montes apud Ángel Valbuena Prat, Historia de la literatura española, vol. 3, Ed. Gustavo Gili, Barcelona,
1963, p. 520
10
Jean Rousset, Mitul lui Don Juan, Bucureşti, Editura Univers, 1999, pág. 154
mítico personaje, sus propios enigmas. Don Juan sigue ofreciendo al hombre moderno, un punto de
partida para analizar sus propias inquietudes.
A partir de mediados del siglo XIX la leyenda romántica de Don Juan se convierte en un problema
de biología sexual. En 1886, con Hayen aparece por primera vez la palabra “donjuanismo”,
indicando ya la tranformación de la leyenda, de un mito literario es una modalidad humana del
amor. Don Juan no se acordará ya del Comendador, ni asociará sus noches burlescas con
invitaciones macabras. No obstante, este Don Juan moderno que hoy estudian los psicólogos es el
mismo que salió recién creado de plumas arrogantes, de las manos geniales e inconscientes de Tirso
de Molina.
Bibliografía
Brunel, Pierre – Dictionnaire de Don Juan, Edition Robert-Laffont, Paris, 1999
Camus, Albert – Mitul lui Sisif, Editura RAO, Bucureşti, 1994
Diaconu, Dana – Ingeniozitate spaniolă, Editura Universităţii Al. I. Cuza, Iaşi, 2001
Diaconu, Dana – Lecturi hispanice, Editura Universităţii Al. I. Cuza, Iaşi, 1995
Laffont-Bompiani – Dictionnaire des personnages, Edition Bompiani, Paris, 1960
Marañón, Gregorio – Don Juan. Ensayos sobre el origen de su leyenda, Editorial Espasa
Calpe, Madrid, 1967
7. Rank, Otto – Dublul. Don Juan, Editura Institutul European, Iaşi, 1997
8. Rousset, Jean – Mitul lui Don Juan, Editura Univers, Bucureşti, 1999
9. Tirso de Molina – El Burlador de Sevilla, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1988
10. Torrente Ballester, Gonzalo – Don Juan, Editura Univers, Bucureşti, 2000
11. Valbuena Prat, Ángel – Historia de la literatura española, Editorial Gustavo Gili, Barcelona,
1963
12. Valle-Inclán, Ramón – El Marqués de Bradomín, Editorial Espasa Calpe, Madrid, 1989
13. Zorrilla, José – Don Juan Tenorio, Editorial Cátedra, Madrid, 1994
1.
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