Pintura guatemalteca del Siglo XX

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Pintura guatemalteca del Siglo XX
Esbozo Histórico
Josefina Alonso de Rodríguez
1968
Si para Guatemala, el siglo se iniciaba con perspectivas muy poco halagüeñas en el aspecto político,
en materia de arte el horizonte a vislumbrar -ahora que podemos recorrerlo en su dimensión de
medio siglo- resultaba bastante prometedor.
El saldo artístico del siglo que terminaba no era desfavorable, si consideramos las sacudidas
nacionales que se produjeron al impulso de los vaivenes políticos, consecuencia en gran parte del
choque de intereses entre conservadores y liberales, y a que la política y sus problemas ocupaban la
atención de gran parte de la población. El país había sido escenario, durante la colonia, de una
producción artística de altísima calidad, y desde fines del siglo XVIII la recién fundada Sociedad
Económica de Amigos del País se había ocupado de la creación de una Escuela de Dibujo, Grabado y
Pintura, que en su primera época formó a los artistas que iban a ser los más relevantes exponentes
de la pintura del siglo XIX; entre ellos, Francisco Cabrera, miniaturista por excelencia, de hábil
técnica y sensibilidad definida en el retrato, que no sólo dejó una magnífica galería de personajes de
la sociedad guatemalteca de la época, sino que, con ellos, nos legó un documento fiel por el cual
podemos apreciar que la pintura en su siglo no se hallaba rezagada en sus nexos con el arte de
Occidente, pues en estilo y factura respondía plenamente al espíritu de su tiempo. Infortunada
mente muchas de sus miniaturas han desaparecido, por falta de cuidado de sus poseedores, o
porque han sido llevadas fuera del país y no localizadas para su catalogación; 1 aunque una buena
parte permanece aún en poder de particulares, siendo la mejor colección, afortunadamente, la del
pintor Humberto Garavito.
Debo aclarar, que aunque no se ha hecho una investigación a fondo sobre el arte del siglo XIX en
Guatemala, como para poder externar un criterio bien cimentado en torno a sus quehaceres
plásticos, si extendemos la mirada sobre los pocos elementos informativos con que contamos, el
juicio, de momento, no resulta de ninguna manera desfavorable.
La Escuela de Dibujo y Pintura de la Sociedad Económica tuvo, es cierto, problemas para subsistir
por cuestiones económicas, pero en su primera época dejó cuando menos una simiente productiva
en los discípulos del maestro Garci-Aguirre que fuera su primer director. Todavía, en 1878, el
general Justo Rufino Barrios se preocupaba de la situación precaria de la Sociedad y por el hecho de
no haberse podido establecer en ella la escuela de pintura y escultura por carencia de fondos 2 después de haber existido por lo menos en dos oportunidades-, circunstancia que, unida a otras,
que no es del caso analizar en este momento, hacen que el General Presidente firme el decreto de
supresión de la Sociedad, acordado por la Asamblea Nacional Legislativa en 1881. 3
Quizás lo que nos hace estar más seguros de que no todo estuvo perdido para el arte del siglo XIX en
Guatemala, es que, aparte de los pocos artistas que conocemos, hay una constante preocupación de
los gobiernos por estimular las artes, por crear una y otra vez la Escuela de Bellas Artes, alguna vez
en intento brillante pero fallido; otras, logrando establecerla, aunque no conocemos los resultados
de los establecimientos sucesivos, pues, repito, una investigación se hace necesaria en torno a ello,
para aclarar verdaderamente cuál fue la situación del arte, sobre todo, en la última mitad del siglo.
Como muestra de tal preocupación existen los siguientes datos -además de otros que seguramente
no conozco:
Un proyecto de estatutos de la Academia de Pintura, Grabado y Modelación que es sometido a la
consideración del Supremo Gobierno, en 1883, suscrito por las siguientes personas: B. Murga,
Francisco C. Monterroso, J. E. Frener, Manuel R. Ortega, Ronald C. Jaquemot, Manuel Penedo (h),
Baldomero Yela, 4 José Aranda, Jno. C. Hill. 5 Dicho proyecto es aprobado por Justo Rufino Barrios,
en acuerdo de 31 de agosto de 1883. 6
Un acuerdo que crea un Instituto de Bellas Artes, en el cual se hace constar que éste sería integrado,
por el momento, con las Escuelas de Dibujo y Grabado, Arquitectura y Pintura. Tal instituto, muy
bien reglamentado, para su tiempo, corresponde al gobierno de Reyna Barrios, uno de los
presidentes que más favorecieron las artes en Guatemala durante el pasado siglo. Este acuerdo es de
10 de mayo de 1892 7 y parece que el establecimiento de dicho instituto sí se llevó a cabo, según lo
confirman otras disposiciones gubernativas al respecto, como:
1.
2.
3.
4.
5.
6.
el acuerdo de 17 de mayo de 1892, 8 que manda erogar la cantidad de tres mil sesenta y dos
pesos, para invertirse en los gastos de instalación de la Escuela de Bellas Artes y de
Comercio (creada esta última dos días después de la primera);
el acuerdo con el cual se aprueba la solicitud del grabador D. Próspero Calderón, relativa a
la fundación en la Escuela Nacional de Bellas Artes de una sección de fotograbado nombrándole para el cargo de Profesor de dicha sección y a la creación de un periódico
ilustrado “cuya propiedad y administración corresponderán al mismo señor Calderón por el
tiempo que dure su buen comportamiento, en la inteligencia de que esa publicación se
dedicará preferentemente a dar a conocer el país en el exterior y difundir entre las clases
populares la mayor suma de conocimientos útiles.” Se le autoriza, inclusive, la cantidad
indispensable para hacer venir del extranjero los útiles necesarios para la fundación del
taller y su instalación; 9
el acuerdo de 7 de septiembre de 1892, que establece que no habiéndose contemplado “en el
presupuesto general de gastos la cantidad de doscientos pesos mensuales que importa el
alquiler de la casa que ocupa la Escuela de Bellas Artes de esta ciudad”, se erogue dicha
cantidad para invertirla mensualmente en el objeto que se indica; 10
el acuerdo de 18 de noviembre del mismo año, que considera “que es un deber del gobierno
impulsar, hasta dónde le sea posible, el estudio de las Bellas Artes, para que artistas
guatemaltecos puedan llenar en no lejano día las exigencias del país en los ramos de que se
trata; que es además un deseo del gobierno que todas las obras que embellezcan a
Guatemala y en las cuales el arte ostente sus maravillas, sean producto de la inteligencia y
del trabajo de los guatemaltecos, dando así una muestra de su cultura artística, y
obteniendo que los capitales invertidos en las construcciones y objetos de arte, queden en el
país, con lo cual se aumentará el estímulo por el trabajo y el estudio”, e introduce
modificaciones en la organización del Instituto de Bellas Artes “que indican la necesidad y
la experiencia”. 11
Aun más, en el año siguiente el Director del Instituto de Bellas Artes presenta el reglamento
de la “Escuela Nacional de Bellas Artes”, en el cual se dice, en el artículo 19, que “es un
establecimiento sostenido con fondos de la Nación donde gratuitamente se imparte la
enseñanza artística”. 12 Dicho reglamento fue aprobado por acuerdo de 23 de marzo del
mismo año (1893). 13
Por último, un acuerdo del 17 de junio de 1899, firmado por Estrada Cabrera, ya presidente,
en favor del señor Rafael Pilli, para que se le pague cierta cantidad que se le adeudaba por
materiales proporcionados a la Escuela de Bellas Artes de 1892 a 1895, en el que también se
le menciona como catedrático de escultura y modelado de la misma. 14
Se infiere por éstos y otros documentos que la Escuela en tiempos de Reyna Barrios se mantuvo
desde 1892 hasta 1897, con dos direcciones: la primera hasta 1895, y, la segunda a cargo del escultor
español Justo de Gandarias, desde 1895, en que fuera contratado en Madrid por el Ministro de
Guatemala en España, año en que viene a Guatemala, hasta mediados de 1897, cuando se cierra la
Escuela. 15
Así va finalizando el siglo, y en 1898 es asesinado el presidente Reyna Barrios, subiendo al poder el
primer designado, licenciado Manuel Estrada Cabrera “uno de los gobernantes de la historia más
negra de Guatemala”, 16 y que ejerció una dictadura que se adentró veinte años en el siglo que
comenzaba.
No he hecho referencia a los otros aspectos del impulso a las artes que se diera en época de Reyna
Barrios, así como tampoco haré mención de lo sucedido en la época de Estrada Cabrera en los
aspectos de la escultura y la arquitectura, porque ya se han referido a ello los conferenciantes que
me han precedido. He enfatizado el interés en la creación de escuelas de bellas artes, porque éstas
parecen haber desempeñado una función quizás más importante en la rama de la pintura –
recuérdese que casi siempre, al principio, se las mencionan como escuelas de pintura y dibujo,
costumbre que se remonta a la primera escuela fundada por la Sociedad Económica de Amigos del
País, en 1797, y porque, inexplicablemente, la existencia de escuelas de bellas artes a fines del siglo
pasado y principios de éste yace en el olvido para algunas personas, o es desconocida por la mayor
parte.
Sólo haré referencia a que de la época de la presidencia de Estrada Cabrera únicamente he
encontrado datos sobre la creación de tres escuelas oficiales de bellas artes, aparentemente de
manera improvisada y sólo para llenar el vacío, pues en los acuerdos de referencia no aparece
siquiera el interés por una reglamentación. Estas tres escuelas. en el orden cronológico como fueran
fundadas son las siguientes:
Una anexa al Instituto Nacional Central de Varones, creada en 1901. 17 De esta escuela fue director
hacia 1904 el señor Eduardo Aqueche, según consta en las referencias sobre premios otorgados en la
primera Exposición Nacional “15 de Septiembre”, efectuada el mismo año.
Otra, fundada en 1907 con el nombre de "Academia de Dibujo y Pintura", para la que se nombra
director y profesor al señor Ernesto Bravo, 18 que según parece funcionó durante algunos años en
una pequeña sala situada a la entrada de la Dirección General de Cuentas. 19
Y otra, quizás la misma anexa al Instituto Nacional Central de Varones, que aparece con el nombre
de Escuela de Bellas Artes, anexa a la Escuela de Varones “José Francisco Barrundia”, y
posiblemente la más importante, y a la cual se le suprime la denominación -a escasos tres meses de
haber subido a la presidencia Carlos Herrera- por acuerdo del 12 de junio de 1920, a consecuencia
de haberse creado un mes antes -el 10 de mayo- la Academia de Bellas Artes. 20
Por último, a casi un mes de la caída de Estrada Cabrera se funda la Academia de Bellas Artes,
mencionada en el párrafo anterior -en el acuerdo de organización aparece con el nombre de
Academia de Dibujo y Pintura-, 21 para la que se nombra director al escultor y pintor Rafael
Rodríguez Padilla; 22 y que continúa con el nombre de Academia de Bellas Artes hasta el año de
1947; de entonces hasta la fecha con el nombre de “Escuela Nacional de Artes Plásticas”.
Pero, si en el plano oficial no sucedían hechos importantes que renovaran las artes, y en especial la
pintura, en el plano no oficial sí sucedían acontecimientos que posteriormente alcanzarían gran
trascendencia. La llegada a Guatemala de Santiago González, 23 el escultor venezolano que venía de
París, después de haber sido alumno de Rodin, y que promovió cierto entusiasmo entre los
estudiosos del arte de principios de siglo. El pintor guatemalteco Agustín Iriarte, que fuera su
discípulo, se refiere a él con gran admiración “... de modesta presencia, pero de simpática
atracción, con el lápiz en la mano y la sonrisa en los labios, comenzó a llamarnos la atención por
su destreza y maestría en el dibujo; en dos o tres líneas bosquejaba nuestro retrato o hacía el
croquis de cualquier cosa que le interesara ... sus dibujos fuertes y de corrección impecable, nos
recordaban a Gustavo Doré. Era el maestro; ante la madre naturaleza nos electrizaba. La chispa
había encendido y la seguimos por todas partes.” 24
Según Iriarte, Santiago González abrió una escuela entre los muros del exconvento de San Francisco
a donde llegaban a estudiar J. Antonio Torres, Miguel Leal A., Julio Dubois, Emilio Valenti, Alberto
Guzmán, Jordán Alegría y el propio Iriarte, y a donde más tarde llegaron también Carlos Valenti,
Carlos Mérida, Rafael Yela Günther, Hernán Martínez Sobral, Héctor Asturias, José Morales
Mazorra, Rafael Rodríguez Padilla, los hermanos de la Riva, Rafael Castro Gamero, etcétera. 25
Pero, quien quizás influyó más decisivamente en la obra de los pintores de esa época fue un
español, Jaime Sabartés, que llegó a Guatemala lleno de las impresiones de la Barcelona de
principios de siglo, donde se maduraban grandes momentos para el arte europeo, y que, como
animador, reunía una peña de artistas en su propia casa, donde se hablaba, se discutía y se exponían
las corrientes más recientes del arte, que Sabartés les ofrecía con verdadero conocimiento,
abriéndoles la mente y la imaginación hacia ideas más atrevidas y tentadoras; allí descubrieron las
primicias del cubismo. En esa peña artística conoció Carlos Mérida a su inolvidable amigo Carlos
Valenti, “Tenía yo apenas diecisiete años de edad. Me encontré entonces con un grupo de jóvenes
pintores que laboraban en gran cohesión, y que capitaneaba Jaime Sabartés, un catalán venido a
Guatemala en busca de fortuna, comerciante por accidente, pero animador de artes plásticas por
naturaleza. Su casa era centro favorito de reunión para hilar eternas discusiones que tenían la
virtud de suscitar estímulos y crear estados anímicos vivos y actuantes”. 26 Oscar González Goyri,
pintor y maestro de pintores, que ya cumplió hace algunos años sus bodas de plata como profesor de
la Academia Nacional de Artes Plásticas, menciona a Jaime Sabartés -al hablar del retrato que de él
hiciera Rodríguez Padilla y que hoy se encuentra en el Museo de Historia y Bellas Artes, refiriéndose
a él como “nuestro profesor de perspectiva”. 27 Sabartés regresó a Europa, donde, desde entonces, es
secretario de su compatriota Pablo Picasso; pero la semilla de la inquietud que sembró en
Guatemala fructificó, y bien pronto.
Había también a principios de siglo talleres particulares de escultores y pintores; en 1914, a su
regreso de Europa -donde fue confidente epistolar de Carlos Valenti- fundó Agustín Iriarte una
academia particular de dibujo y pintura, 28 a la que asistieron algunos de los más sobresalientes
pintores de nuestro siglo. Oscar González Goyri menciona entre ellos a Julio Urruela Vásquez,
Alfredo Gálvez Suárez, Rafael Pérez de León y José Antonio Torres, hijo. El Libro Azul, editado en
1915, dedica dos páginas a la Academia de Bellas Artes de Guatemala, de Spiro y Frida Rossolimo,
academia aparentemente particular, pero que según se hace constar gozó del amplio apoyo de
Estrada Cabrera. En 1919, Rodríguez Padilla dirigía una academia particular de pintura, y al año
siguiente organizaba un estudio junto con su amigo el también pintor Eduardo de la Riva; en ese
año precisamente caía Estrada Cabrera y subía al poder Herrera e inmediatamente se fundaba la
Academia de Bellas Artes, -de la que va a ser director, como ya lo liemos dicho- quedando ésta desde
entonces completamente ligada a la evolución de las artes en Guatemala.
Europa es un faro que atrae; los artistas de Guatemala, al igual que los del resto del mundo, ansían
cruzar el Atlántico y respirar sus aires artísticos. En 1908, Agustín Iriarte marcha a Italia, para
regresar seis años más tarde. También, por los primeros años del siglo, precisamente en España,
había estudiado Rodríguez Padilla, de donde regresa en 1915. Más tarde, en 1921 viaja a España
Humberto Garavito -antes había viajado a México- y va a París en 1925. En 1912, -así como lo
habían hecho en 1900 Picasso y Casagemas- Carlos Mérida y Carlos Valenti marcharon juntos a
París, y allí -de igual manera que el amigo de Picasso--, el gran amigo de Mérida, va a escapar de la
vida por medio del suicidio, uno de los más infortunados sucesos para el arte de
Guatemala.
Unos van y regresan; otros, regresan y se vuelven a marchar, y las ideas plásticas se airean, se
renuevan. Después del academismo que enlaza los dos siglos, la técnica impresionista es la primera
en hacer adeptos; la mayor parte pasan por ella como en un tránsito necesario, el caso de Garavito
hacia 1920, el caso de Mérida, el caso del mismo Valenti. Ya este último, antes de ir a Europa,
había vislumbrado algo más que le pedía el espíritu y encontrado la forma de “expresarlo” en líneas
nerviosas y rasgos precisos. Es él el primer expresionista de la pintura guatemalteca.
Rodríguez Padilla, como pintor, se revela adepto de la escuela de Sorolla, de lo que es buena
muestra su cuadro Desnudo, del Museo de Historia y Bellas Artes.
Mérida, a su regreso de Paris en 1914, redescubre a Guatemala en sus temas indígenas aunque con
sentido de síntesis y de eliminación de detalles accesorios; con un sentida de geometría plana, que
es claro indicio de que esta fase es el preludio de su posterior recorrido plástico hacia la abstracción.
Mérida es de los que se marchan; va a México en 1919, donde permanece desde entonces, no
obstante sus salidas a Europa y a Guatemala frecuentemente; pero Mérida no es un desertor de su
patria, en México ha seguido siendo un guatemalteco que pinta con la fibra de su estirpe,
convirtiendo lo guatemalteco en un mensaje universal.
Humberto Garavito y Alfredo Gálvez Suárez siguen la línea americanista del indigenismo con una
extraordinaria riqueza. Garavito y Gálvez Suárez han dado a Guatemala una colección de carácter en
sus figuras de indígenas; digo de carácter, porque no se quedaron en lo externo; muchas de sus
figuras constituyen un estudio sutil y profundo de ese señorío del indígena, que impone un valladar
de respeto entre él y los demás seres de la creación. Es posible que Gálvez Suárez derivara en la
última época de su vida hacia un sentido más decorativista. Garavito, con su amor al lago de Atitlán
y a la naturaleza de Guatemala en sus imponentes paisajes, vigoriza una tendencia que tiene en
nuestro país no pocos cultivadores y que constituye uno de los dos grandes sectores de la corriente
pictórica actual, tendencia que ya había sido inaugurada por Iriarte y por Valenti años atrás.
Afiliados actualmente a esta corriente paisajista, además del artista ya mencionado, citaremos a
José Luis Álvarez, Oscar González Goyri, Hilary Arathoon, Carmen de Pettersen, Salvador Saravia
Miguel Ángel Ríos, Antonio Tejeda Fonseca y otros.
Pero volvamos atrás. Los años siguen su curso natural. Rodríguez Padilla se fuga de la vida, como
Valenti, par la vía del suicidio, en 1929. Ya en 1928 le había sucedido en la dirección de la
Academia de Bellas Artes Humberto Garavito, quien a su vez fue sustituido en 1935 por Rafael Yela
Günther. Ahora ya se puede hablar de continuidad. La primera generación de nuestro siglo inicia los
pasos de la generación que le sucede, y así, cerca de los años treinta comienzan a formarse los
primeros grupos de artistas y escritores, en los cuales unen sus inquietudes artísticas los jóvenes de
su tiempo y surgen en orden cronológico los siguientes: Triana, Tepeus, Asociación de Artistas y
Escritores Jóvenes de Guatemala, Asociación de Profesores y Estudiantes de Bellas Artes (APEBA),
Asociación Guatemalteca de Escritores y Artistas Revolucionarios (AGEAR), Saker-ti, Arcada,
Grupo Americanista de Intelectuales y Artistas, y Corporación de Pintores y Escultores Plasticistas
de Guatemala. Estos son los que surgieron hasta 1953.
Origen Documento:
Rodríguez, Josefina de. “Pintura Guatemalteca del Siglo XX: Esbozo Histórico”. Texto del
libro “Arte Contemporáneo”. Universidad de San Carlos, Facultad de Humanidades. Guatemala,
1968.
Garavito, Humberto, “Francisco Cabrera, miniaturista guatemalteco”. Tipografía Nacional, 1945. (Para un
catálogo de las obras del artista).
1
Recopilación de Leyes emitidas por el Gobierno Democrático de la República de Guatemala, desde el 3 de
junio de 1871, hasta el 30 de junio de 1881. Tomo II, Tipografía El Progreso, Guatemala, 1881, pp. 159-160.
2
3
4
Ibid., Decreto N9 18, pp. 570-571.
Probablemente el padre del escultor Rafael Yela Günther.
Leyes emitidas par el Gobierno Democrático de la República de Guatemala y por la Asamblea Nacional
Constituyente y Legislativa. Del 19 de julio de 1883 al 31 de diciembre de 1885. Recopiladas por Viviano
Guerra. Tomo IV. Guatemala, Tipografía de Pedro Arenales, 1886, pp. 34-38.
5
6
Ibid., p. 38.
Recopilación de Leyes de la República de, Guatemala 1892-1893. Torno XI. Encuadernación y Tipografía
Nacional, 1894, pp. 32-36.
7
8
Ibid.. p. 39.
9
10
11
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. Tomo XI, p. 75.
Ibid., pp. 209-210.
Ibid., PP. 290-293.
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1893-1894. Contiene este volumen las disposiciones
emitidas del 15 de marzo de 1893 al 14 del mismo mes de 1894. Tomo XII. Guatemala, Tipografía y
Encuadernación Nacional, 1895, pp. 7-11.
12
13
Ibid., p. 11
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1899-1900. Contiene este volumen las disposiciones
emitidas del 15 de marzo de 1899 al 14 del mismo mes de 1900. Coleccionadas por don Felipe Estrada
Paniagua. Tomo XVIII. Guatemala, Tipografía y Encuadernación de Arturo Síguere & Co., 1909, P. 105.
14
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1898-1899. En este volumen se hallan las
disposiciones emitidas del 15 de marzo de 1898 al 14 del mismo mes de 1899. Coleccionadas por don Felipe
Estrada Paniagua Guatemala, Tipografía Nacional, 1908. Torno XVII, p. 119.
15
Contreras R., J. Daniel. Breve Historia de Guatemala. Biblioteca de Cultura Popular "20 de Octubre---, Vol.
15. Editorial del Ministerio de Educación Pública, Guatemala, C. A., 1951. p. 130.
16
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala 1900-1901. Coleccionadas por don
Felipe Estrada Paniagua. Tomo XIX. Guatemala, Tipografía y Encuadernación Nacional, 1908. pp. 231-232.
17
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1906-1907. Coleccionadas por don
Felipe Estrada Paniagua. Tomo XXV. Tipografía Nacional. Guatemala. 1910. p. 193.
18
El maestro Oscar González Goyri, que fuera alumno, por corto tiempo, del señor Bravo, se refiere en un
artículo a dicha Escuela. con una clara y justa apreciación en la siguiente forma: “Allí tenía su asiento una
modesta academia de pintura durante el gobierno de Estrada Cabrera, tan modesta como se verá en seguida: la
dirigía don Ernesto Bravo, escenógrafo chiapaneco, amigo de gran confianza del dictador y, ¡calcúlese cómo era
aquel centro de arte en que todo su personal y profesorado lo constituía don Ernesto! ¿Modelos? ¿Material
didáctico? Unas escasas litografías, reproduciendo dibujos de Leonardo da Vinci, Miguel Angel, y contadas
copias litográficas de estatuaria griega. Sin embargo, como no había otra cosa, a esa pobreza, pomposamente
llamada “academia” asistíamos: José Luis Balcárcel, Rafael Pérez de León, Rafael Chinchilla y el que escribe
estas notas; nos alargaríamos demasiado si dijéramos que allí había más de diez alumnos inscritos. Funcionaba
de tres a cinco de la tarde. Si para dibujar nos batíamos con muestras impresas, para pintar, todo se reducía a
copiar tricromías de la revista Blanco y Negro o de otras publicaciones, que por montones, le enviaban al señor
Bravo de la Secretaría presidencia!. El método era que nosotros trabajáramos en tanto que el buen director
fumaba pipa tras pipa, leía revistas y periódicos cuando estaba activo, y cuando no, echaba sus dulces dormidas
con sonoros y orquestales ronquidos. Sucedía esto por el año de 1913. Sólo aquel año soportamos con Pérez de
León y los demás compañeros tan peregrino sistema de enseñanza”. Tomado de su artículo “Julio Urruela
Vásquez”, Revista Salón 13, Vol. III, No 3, septiembre 1962, p. 55.
19
Recopilación de Leyes de la República de Guatemala. 1920-1921. Contiene este volumen las disposiciones
emitidas del 15 de marzo de 1920 al 14 del mismo mes de 1921. Coleccionadas por don Rosendo P. Méndez.
Tomo XXXIX, 1925. Tipografía Nacional, Guatemala, p. 394.
20
21
Ibid., p. 282.
22
Ibid., p. 411.
Hay divergencia de opiniones en torno a la fecha de llegada de don Santiago González a Guatemala casi todos
los autores la sitúan a principios del siglo; sin embargo, se le menciona como autor de un retrato el carbón de
Rafael Yela Günther cuando éste tenía sólo siete años es decir, en 1895, pues Yela Günther había nacido en
1888.* Como simple hipótesis, pues es algo que no he podido comprobar, se me ocurre que tal ves la última
afirmación sea la acertada, ya que es posible que haya venido contratado como profesor de modelación de la
Escuela, de Bellas Artes, en 1895. cuando viene también don Justo de Gandarias a hacerse cargo de la Dirección
de la Escuela: y que posteriormente. al cierre de dicha Escuela, en 1897, haya permanecido en Guatemala,
asociado al taller de Doninelli y en su propia academia hasta 1908, fecha en que muere, según don Ricardo
Toledo Palomo.
* “Rafael Yela Günther” artículo publicado en el Boletín Oficial de la Lotería Chica,
Guatemala, 90 de octubre de 1969.
23
Iriarte, Agustín. “Pintores y Pinturas de Guatemala”, en la publicación mensual Cultura Popular, Nos. 3-4,
Guatemala, 1949.
24
25
Iriarte, Agustín, Op. cit.
Mérida, Carlos. “Carlos Valenti” inédito (trabajo que me fuera proporcionado por el escultor Roberto
González Goyri). posteriormente publicado en la Revista Salón 13, Vol. II, No 2, mayo de 1961.
26
27
González Goyri, Oscar “Rafael Rodríguez Padilla”. Revista Salón 13. Vol. III, N9 1, marzo de 1962. p. 58.
Recopilación de Leyes de la de Guatemala 1914-1915. Coleccionadas por el licenciado Juan Mata C., Tomo
XXXIII, Tipografía Nacional, Guatemala, 1916, p. 122.
28
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