TEMAS DE - IES Santísima Trinidad

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DPTO. DE CULTURA CLÁSICA
LITERATURA LATINA
(Temas 1-2, 5-7 / 2.º Bachillerato)
1. EL TEATRO: PLAUTO, TERENCIO Y SÉNECA
ORIGEN Y EVOLUCIÓN DE LA POESÍA DRAMÁTICA EN EL MUNDO
CLÁSICO
Las representaciones teatrales en el Ática formaban parte de los ritos religiosos de las
fiestas en honor a Dionisos (las Grandes Dionisias del mes de marzo). Estos festivales
teatrales consistían en un certamen competitivo y tuvieron su máximo esplendor en la
Atenas del s. IV a. C. Posteriormente se introdujeron otras divinidades y, en época helenística, se fue perdiendo el carácter religioso, organizándose espectáculos teatrales para
celebrar acontecimientos políticos o triunfos militares. Importante para el teatro griego fue también el papel de los actores (cada uno con su máscara) y del coro: en cantos
de variadas formas métricas, con acompañamiento musical, intervenía en la acción junto
a los personajes. Sin embargo, también con el paso del tiempo fue perdiendo su relevancia.
ANTECEDENTES Y GÉNEROS DEL TEATRO ROMANO
CARMINA FESCENNINA. Su nombre viene de Fescennium (Etruria). Eran cantos
improvisados ligados a la recolección de las cosechas (diosa Ceres), diálogos en verso
donde los campesinos se decían unos a otros todo tipo de obscenidades, hasta el punto
de que llegaron a prohibirse [son los orígenes de cantos a los novios en la noche de bodas].
FABULAE ATELLANAE (FARSAS ATELANAS). Viene de Atella (entre Capua y
Nápoles). Eran obritas cortas de carácter burlesco con tipos fijos (Dosennus –jorobado–,
Maccus –el glotón–, Pappus –el viejo–, Buccus –el bocazas–).
Además se contaba con la tradición popular de danzas imitativas para invocar a la
divinidad y alejar cualquier peligro, y con los cantos burlescos de los soldados en los
triunfos de sus generales.
DRAMA ÁTICO GRIEGO. Hay que tener en cuenta que los romanos conocieron la
civilización griega tras la I Guerra Púnica, conquistando la Magna Grecia. En el año 240
a. C., en los Ludi Romani, se representó la primera obra: una tragedia griega traducida
por Livio Andronico.
Las primeras obras teatrales romanas (escritas por Nevio y Ennio) no fueron más que
traducciones de obras griegas, pero más adelante dejaron de serlo, aunque sin llegar
nunca a convertirse en obras realmente originales. Se tomaban los temas de las comedias griegas (intrigas, amores, uniones ilegítimas, raptos, reconocimientos) y los conocidos temas trágicos de Esquilo, Sófocles y Eurípides. Se conservaba incluso el ambiente griego, reflejado sobre todo en los nombres de los personajes, las ropas usadas, el
vocabulario lleno de helenismos y las frecuentes alusiones a la mitología. Por lo general, los autores romanos no calcaban las obras griegas, sino que se valían de la técnica
conocida como contaminatio, es decir, de la superposición de una obra griega a otra.
No se trata, por tanto, de simples traducciones.
Las obras dramáticas romanas se dividían por su temática y por su ambiente en:
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Ambiente griego
Ambiente romano
Comedia
Fabula palliata
Fabula togata
Tragedia
Fabula graeca
Fabula praetexta
LAS REPRESENTACIONES TEATRALES
1. LUDI SCAENICI
Los Ludi Romani en honor a Júpiter dieron cabida a los ludi scaenici a partir del 240.
Se dedicaban cuatro días para las actuaciones escénicas (dos tragedias y dos comedias).
Después, debido a su éxito, se añadieron en los Ludi Plebei, los Ludi Apollinares y los
Ludi Megalenses pero su carácter era totalmente profano, desligado de lo religioso.
2. LOS TEATROS: SU ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN
Inicialmente los teatros se construían de madera al aire libre y el primer teatro romano
del que hay noticia se hizo el 55 a. C. por orden de Pompeyo en el Campo de Marte.
Todos los teatros imitaban el modelo griego con las siguientes partes:
 Orchestra: no para coro, sino para los principales de la ciudad (las primeras filas
las de las autoridades; las catorce siguientes eran para los caballeros: el asiento
podía venderse para la representación). En las tragedias con coro, éste se ponía
en el escenario.
 Scaena.
Escenario de 8 x 3 metros.

Cavea. Graderío: normalmente se producía un gran tumulto por las noches. Se
dispensaba a los espectadores bebida y comida. Entre el público había gente pagada para abuchear y aplaudir.
La entrada a las representaciones era gratuita. Los gastos corrían por cuenta de los ediles que, con fines políticos, contrataban al dominus gregis.
PLAUTO (250 – 184 A. C.)
Los datos de su vida proceden de Varrón: no todos son ciertos. Su lengua materna era el
umbro y aprendió griego. Pasó penalidades, pero al final tuvo éxito.
Circularon hasta ciento treinta obras de Plauto pero solo veintiuna eran auténticas,
todas palliatae:
1.
2.
3.
4.
5.
2
Amphitruo
Asinaria
Aulularia
Bacchides
Captivi
6. Casina
7. Cistellaria
8. Curculio
9. Epidicus
10. Menaechmi
11. Mercator
12. Miles Gloriosus
13. Mostellaria
14. Persa
15. Poenulus
16. Pseudolus
17. Rudens
18. Sthicus
19. Trinummus
20. Truculentus
21. Vidularia (casi perdida)
Las obras están tomadas de obras griegas de la Comedia Nueva (sobre todo de Menandro) aunque tiene rasgos de Aristófanes. El mecanismo de la contaminatio le da la posibilidad de mezclar argumentos de obras y elegir lo más hilarante (es difícil saber hasta
dónde llegó Plauto con la contaminatio puesto que no se conocen las obras griegas). La
trama, en el fondo, es una excusa. Son obras ambientadas en la Atenas del s. IV - III a.
C. pero Plauto introduce referencias a costumbres romanas, con lo cual puede criticar
sin que nadie se dé por aludido.
Como la intriga suele ser complicada, en casi todas las obras hay un prólogo en el que
se trata el argumento de la obra (el prólogo puede recitarlo un personaje, o un dios, o un
personaje ‘prologus’) y en el que también se da al público algunos consejos para que no
se interrumpa la representación, con la intención de tratar de conseguir su favor (captatio benevolentiae).
La mayoría de sus obras son comedias de enredo, con múltiples complicaciones y situaciones cómicas. Las hay basadas en el equívoco o cambio de personas y otras basadas en el “reconocimiento”, es decir, en el descubrimiento del verdadero origen y condición de determinados personajes. Suele haber unos tipos que se repiten: jóvenes enamorados, esclavos astutos, parásitos y cortesanas. Por lo general, la obra gira en torno a
un personaje principal, causante de la trama, que suele ser un esclavo. Adquieren gran
importancia los personajes secundarios.
Aunque sus comedias son palliatae, Plauto no olvida que su público es romano y por
eso recurre continuamente a palabras vulgares o a simples chistes, extraídos del lenguaje de la calle. Alude con frecuencia a costumbres e instituciones latinas e incluso a
sucesos contemporáneos, satirizando a personajes tópicos con cuyo ridículo disfrutaba el público sencillo. Así, sus comedias están llenas de espontaneidad y viveza, demostrando el profundo conocimiento que tenía de sus compatriotas a los que sabía retratar como nadie. También hay que destacar su gran talento poético y el extraordinario
sentido del ritmo que se refleja en sus versos.
Dependiendo de la comicidad, Plauto alarga o acorta escenas e incluso, a veces, el
desenlace se presenta muy bruscamente.
TERENCIO (S. II A. C.)
Publio Terencio Afer es el primer autor del que tenemos una extensa biografía gracias a
Suetonio. Fue esclavo del senador Terencio Lucano, del que tomó el nombre. Viajó a
Grecia para conocer de primera mano el ambiente de sus comedias y para buscar nuevas
obras que pudiera él adaptar.
Además de las seis obras, se nos han conservado las didascalias: noticias oficiales
acerca del título, autor, el original griego, la fecha de representación, el dominus gregis
y el actor principal. Los títulos de sus obras son Andria, Hecyra, Heautontimoroumenos, Eunuchus, Phormio y Adelphoe.
Terencio se nutrió de la Comedia Nueva, siguiendo fielmente a Menandro. Una gran
diferencia con Plauto es el afán de describir psicológicamente a los personajes. Es un
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helénico culto que solo busca el aplauso de la elite filohelénica. Esto se debe a que encontró protección en el Círculo de los Escipiones: Terencio piensa principalmente en
ellos a la hora de escribir sus comedias, no en el público general que le pudiera ver. Él
no necesita, como Plauto, del éxito para subsistir. Prueba de esto es el detalle de los
títulos en griego, mientras que Plauto había latinizado los suyos.
No hay desproporción de extensión entre unas escenas y otras, es decir, la acción se
desarrolla de forma continuada. Sin embargo carece de espontaneidad y el movimiento es escaso.
La sensibilidad moral (el decorum romano) es mayor que en Plauto: es una moral tolerante medio griega, medio latina.
El lenguaje no es popular como el de Plauto y la versificación es menos variada.
Las comedias de Terencio son apenas cómicas. Esto se debe a la lentitud de la acción,
el lenguaje refinado y la disminución de la vis comica. De hecho, algunas de sus obras
no fueron aceptadas (tuvo que representar tres veces Hecyra para que se viera entera sin
interrupciones).
Terencio pretende escribir obras de teatro de un elevado nivel artístico. Su lengua es de
gran pureza y elegancia y es un representante cualificado de lo que en su época se llamó humanitas.
En los prólogos de sus obras aprovecha para defenderse, ante actores y críticos, de acusaciones de contaminatio y plagio.
EL TEATRO EN ÉPOCA CLÁSICA E IMPERIAL: LA TRAGEDIA
La Edad de Oro del teatro romano se dio en el siglo II a. C., antes que el resto de los
géneros literarios latinos. En los siglos siguientes no hubo grandes cultivadores de la
dramaturgia y sólo sobrevivieron subgéneros cómicos menores. En general, se puede
hablar de una evolución del teatro de lo literario a lo corporal:
PALLIATA > TOGATA > ATELLANA > MIMO (PANTOMIMA)
En cuanto al subgénero de la Tragedia, la temática de la fabula praetexta se centra en
asuntos romanos que son de interés público tales como leyendas antiguas romanas o
hazañas de ilustres generales. Tiene, por lo tanto, un carácter eminentemente histórico y
se usa como propaganda política. En época republicana la cultivaron Ennio, Nevio,
Pacuvio y Accio y en época clásica cae en decadencia absoluta, posiblemente por razones sociales (preferencia por los espectáculos en el anfiteatro) o culturales (género sin
antecedentes romanos, no se entiende la ‘catharsis’ de las tragedias griegas).
Finalmente, en época Imperial Augusto intentó restaurar el teatro clásico (Thyestes de
Lucio Vario y Medea de Ovidio) pero las únicas piezas que se conservan son las nueve
tragedias de Séneca y la fabula praetexta titulada Octavia.
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SÉNECA (4 – 65 D. C.)
Lucio Anneo Séneca era oriundo de Córdoba, en Hispania. En Roma estudió retórica y
filosofía, decantándose desde un primer momento por el estoicismo. En el 49 d.C., Séneca fue designado tutor de Nerón, quien asumiría el trono en el 54. Cuando el emperador comenzó a mostrar signos de locura, abandonó la vida pública y se consagró a la
filosofía. En el 65 hubo una conjura contra Nerón, en la que se le acusó de tomar parte,
y tuvo que suicidarse por orden imperial.
Sus nueve tragedias (Hercules furens, Troades, Phoenissae, Medea, Phaedra, Oedipus,
Agamemnon, Thyestes, Hércules Oetaeus) plantean problemas por su autoría, cronología y valoración artística. Aunque en algunas de estas obras hay serios problemas, en
general, se admite que son de Séneca.
El modelo de Séneca en cuanto a temas y estructura es el tragediógrafo griego Eurípides, predominando el sufrimiento (pathos) y la violencia.
La comparación con las fuentes griegas, la ausencia de noticias de la época sobre sus
posibles representaciones y diversos rasgos internos (largos monólogos, coros, escenas
escuetas, carácter retórico) han hecho pensar en que son obras destinadas a la lectura
ante un público restringido.
El carácter retórico y declamatorio es el propio de la época: el gusto por las sententiae y la erudición geográfica y mitológica son rasgos de la literatura de la época.
Las tragedias suelen tener un prólogo expositivo para crear el ambiente necesario, no
para eliminar el suspense.Los coros no son como los de las antiguas tragedias griegas,
sino mucho más monótonos.
INFLUENCIA DEL TEATRO LATINO EN LA LITERATURA
OCCIDENTAL
Plauto gozó siempre de una gran acogida entre el público y sus comedias se siguieron
representando con gran éxito mientras existió una tradición teatral viva en Roma. Durante el clasicismo de los últimos años de la República y de la época de Augusto la popularidad de Plauto sufre un cierto retroceso por influencia de los grandes poetas del
momento, en particular Horacio, a quienes disgustaba en general la literatura de la época arcaica. A partir del Renacimiento Plauto vuelve a ser leído y representado, ejerciendo sus obras gran influencia en el teatro inglés del siglo XVI. Como muestra de esta
influencia de las comedias plautinas en el teatro europeo de los siglos XVI y XVII baste
decir que La comedia de los errores de Shakespeare utiliza el argumento de Menaechmi y que El avaro de Moliére recuerda al Euclión de la Aulularia.
Terencio tuvo muchísimo menos éxito y repercusión que Plauto. Fue leído y admirado
en la Edad Media y sus obras se adaptaron en clave cristiana. Su influencia se dejó sentir en gran medida en la conformación del teatro europeo moderno.
Séneca influyó en autores cristianos como Prudencio y Boecio e indirectamente en algunas tragedias posteriores. Ejerció gran influencia en el Renacimiento italiano y en
Inglaterra: algunos personajes de los dramas novelescos de Shakespeare fueron transmitidos del griego a través de Séneca. Destaca la influencia probada sobre Corneille, Racine y Unamuno.
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2. LA HISTORIOGRAFÍA:
CÉSAR, SALUSTIO, TITO LIVIO Y TÁCITO
ORÍGENES Y FUENTES DE LA HISTORIOGRAFÍA
La Historiografía, estudio y narración de los hechos del pasado, es probablemente el
género literario más antiguo, puesto que desde siempre se han transmitido oralmente los
recuerdos de los pueblos y las genealogías de las familias. Esta tradición oral dio pie al
nacimiento de la Épica, como género literario en verso, pero también de la Historiografía, mediante narraciones embellecidas, transmitidas y aceptadas normalmente sin el
menor sentido crítico.
En Grecia este género literario experimentó una evolución al intentar separar lo mítico y
legendario de lo verídico y al tratar de componer una historia de tipo universal más allá
del ámbito local. Sin embargo, la Historiografía romana fue mucho menos rigurosa, más
encerrada en el pasado de Roma y de intención más marcadamente moralizante (se recreaban los “exempla” de los “mayores”). El romano no transmitía, por tanto, los hechos antiguos de forma objetiva sino que los juzgaba y describía según su propio punto
de vista. Además creció siempre a la sombra de la vida política, concibiéndose muchas
veces como un medio propagandístico muy útil para la clase dominante senatorial.
Las principales fuentes de información, además de la transmisión oral de dudosa credibilidad, fueron los documentos de carácter público, tales como los archivos de los colegios sacerdotales (Annales pontificum, Libri augurales) y textos oficiales (tratados, leyes, senadoconsultos, registros de censo, listados de magistrados anuales). Pero, además, existían textos privados de gran valor histórico, como los archivos familiares (cargos y hazañas militares de las familias de los patricios) y las laudationes funebres (discursos de alabanza a los difuntos).
Los grandes maestros de los romanos fueron los griegos. En el terreno de la Historia fue
Polibio de Megalópolis el que primero escribió (en lengua griega) sobre la historia de
Roma y, en concreto, sobre las campañas militares de su amigo Escipión Emiliano. De
él aprendieron los historiadores latinos a buscar la verdad y a investigar las causas y las
relaciones entre los acontecimientos.
Los primeros historiadores romanos (finales del s. III a.C – s. II a.C.) fueron los analistas (“graeci annales”), quienes sólo se preocupaban de recoger hechos brevemente sin
voluntad de estilo, relatando los acontecimientos por orden cronológico y no por el tema. Escribieron en griego e incluían fábulas y relatos prodigiosos.
Un segundo período lo marca Catón el Censor (234 - 149) y su obra Los orígenes (Origines), que en la actualidad no conservamos. “Homo novus”, personalidad destacada y
original, escribe ya en latín (es el padre de la prosa latina) y centra su interés en las principales ciudades de Italia y en el pueblo romano como verdadero protagonista de la historia. Su punto de vista, por lo tanto, no es el de la clase aristocrática, como pasaba con los
analistas anteriores.
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HISTORIOGRAFÍA EN LA REPÚBLICA
CÉSAR
Cayo Julio César es probablemente la personalidad más atractiva de su época y quizá de
las más geniales de la historia de Roma. Nacido el año 100 a.C. representaba el ideal
romano: intelectual, político y militar. Simpatizante del partido democrático, se enfrentó
a la oligarquía senatorial y a la dictadura de Sila (por lo que tuvo que huir de Roma hasta la muerte de éste). El acaudalado Craso financió toda su carrera política y, tras conseguir reconciliarlo con Pompeyo, establecieron el primer triunvirato. Elegido cónsul el
59 a.C., intentó realizar el proyecto de reforma agraria y, posteriormente, se le confió el
gobierno de la Galia Cisalpina, Narbonense e Iliria por cinco años. En siete logrará conquistar toda Galia y, además, realizó dos expediciones a Britania y otras dos a Germania, consiguiendo un enorme botín.
Su mayor defecto fue sin duda el de la ambición, que le llevó a utilizar la demagogia y
la corrupción para alcanzar los objetivos que se marcaba. Enemistado con Pompeyo,
ambos protagonizaron una larga y cruenta guerra civil que se desarrolló en Grecia, África e Hispania. Al quedar César como único vencedor, inició un nuevo tipo de gobierno
unipersonal de corte monárquico, sentando un precedente para lo que sería luego el Imperio. Fue autor de numerosas reformas (calendario, distribución de tierra a los soldados, abastecimiento de las provincias) e impulsó la romanización. El 15 de marzo del
año 44 Bruto y Casio lo asesinaron en el Senado, lo cual daría pie a una nueva era de
guerras civiles.
César no sólo demostró su valor en las campañas militares y en la vida política, sino que
fue un buen escritor, cultivando especialmente la autobiografía (para narrar sus propias
gestas y justificar sus acciones). También escribió tragedias e incluso redactó un tratado
de gramática. Sus dos obras históricas fundamentales son:
La guerra de las Galias (De bello Gallico): 7 libros que describen las campañas del 58
– 52. Se publicaron en el 51 y se nota una evolución estilística ascendente.
La guerra civil (De bello civili): 3 libros en los que se recogen los sucesos acaecidos
entre el 49 y el 48. De menor calidad literaria que la obra anterior.
Otros escritores anónimos continuarán su obra copiando su estilo para componer Bellum
Alexandrinum, Bellum Africum y Bellum Hispaniense, conocidas como Corpus Caesarianum.
El propósito de César al escribir estas obras fue sobre todo político ya que trataba, con
la primera, de conseguir una prorrogación de sus poderes consulares y justificar unas
campañas militares que nadie le había pedido que hiciera, y, con la segunda, de exculparse de toda responsabilidad en la guerra civil, presentando al Senado y a Pompeyo
como los auténticos responsables del conflicto. Estos propósitos los logró magistralmente utilizando diversos recursos:
1. Narración de aparente sencillez y objetividad (usa la tercera persona para referirse a
sí mismo, consiguiendo el distanciamiento).
2. Explicación, previa al relato, de su propio punto de vista.
3. Omisión de detalles que podrían resultarle desfavorables.
4. Deformación de la realidad (exageraciones, cifras irreales).
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SALUSTIO
Contemporáneo de César y protegido suyo, Salustio (85 - 35 a. C.) desarrolló toda su
carrera política al amparo de éste. Completó su “cursus honorum” con muchos altibajos
(fue expulsado del Senado el año 50 por inmoral) y la muerte de César supuso su propio
final.
Se le puede considerar el creador del género historiográfico, pues, siguiendo la línea del
griego Tucídides, se libra de la sombra de la Oratoria y crea un nuevo estilo: la filosofía
de la historia.
En el prólogo de sus obras adopta una actitud moralista y fustiga duramente a la sociedad decadente de su época, legándonos un cuadro muy pesimista de la situación que le
toca vivir.
Para sus dos monografías, La guerra de Iugurta y La conjuración de Catilina ,elige
temas aparentemente triviales sobre los cuales tenía información de primera mano, ya
que los había vivido de cerca, y esto le permite hacer el retrato de los hombres más importantes del momento (César, Cicerón) o de la época inmediatamente anterior (Sila,
Mario).
Su estilo es claro, aunque a veces seco (“brevitas”, según decía Quintiliano), con un
lenguaje ligeramente arcaico en el que combinan viejos giros latinos y construcciones
imitadas del griego. Busca conscientemente el efecto de la sorpresa mediante la simetría. Destacan especialmente sus retratos o etopeyas, de gran profundidad psicológica, y
los discursos que pone en boca de sus personajes, muy trabajados y con sentencias breves y brillantes.
HISTORIOGRAFÍA EN LA ÉPOCA IMPERIAL
TITO LIVIO
La Historiografía, a partir del Imperio, acentúa su carácter moralizante y político. Normalmente los historiadores son adictos al nuevo régimen y adulan al emperador de
turno, pero esto no fue así en el caso de Tito Livio, que escribió durante el reinado de
Octavio Augusto. Nacido el 64 a. C. en Padua en un ambiente burgués y de ideas republicanas, se convirtió en un historiador fecundo, dedicando 40 años a los 142 libros de
que constaba su historia de Roma, Ab urbe condita. De su monumental obra gran parte
se ha perdido. Murió el año 17 d.C.
Gozó de la amistad de Augusto, a pesar de sus simpatías republicanas, porque ambos
compartían la defensa de los mismos valores, que trataban de recuperar: patriotismo,
virtud y moralidad.
En cuanto a su estilo, son característicos sus períodos densos y simétricos, las expresiones antiguas, las metáforas abundantes y atrevidas, las comparaciones, los discursos
frecuentes y bien construidos y las descripciones dramáticas.
Se le reprocha el hecho de que refleje en su obra hechos fabulosos y prodigios, a menudo sin cuestionarlos. Tampoco sigue un método histórico muy riguroso, utilizando como
fuentes a analistas antiguos y considerando a los dioses como la causa primera del devenir histórico.
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TÁCITO
Vivió en la segunda mitad del s. I d.C. y principios del s. II bajo el gobierno de Nerva y
Trajano, la época dorada del Imperio. Pero aunque es un período marcado por la paz y
la prosperidad, todavía estaba latente el recuerdo de los abusos de la dinastía JulioClaudia o de Domiciano. Esto explica que la visión que ofrece Tácito en sus obras históricas sea profundamente pesimista.
Tácito es el mejor historiador romano, por su estilo vigoroso y conciso (aunque a veces
oscuro). Su prosa es una mezcla de Oratoria, Épica y Dramática: concentra las expresiones y usa construcciones arcaicas poéticas, logrando una dramatización y penetración
psicológica inigualables. Al ser un alto funcionario (cónsul en el 79, procónsul en Asia)
pudo acceder a documentación imperial de primera mano, sirviéndose también de testimonios orales y de crónicas escritas por otros historiadores.
El gran valor de la obra de Tácito es que nos ofrece un retrato muy vivo de la época que
describe y un estudio psicológico de sus principales personajes. Entre sus obras destacamos:

Agrícola. Aparente biografía de su suegro, con un tono cercano a la “laudatio funebris” y a la “consolatio”, en realidad es el punto de partida para elaborar un texto político en el que ataca el despotismo de Domiciano, que había fallecido recientemente.

Germania. Tiene el peor estilo de todas sus obras. Es una descripción de las tribus
germanas comparadas con el pueblo romano.

Diálogo de los oradores. Obra de crítica literaria sobre la decadencia de la Oratoria (comparándola con la poesía): la paz del Imperio hace que ese género literario
pierda interés.

Historias (Historiae) presentan un hilo central ininterrumpido, narrando desde la
muerte de Nerón hasta Domiciano (69-96).

Anales (Annales). Culmen del arte de Tácito. Es la obra que más ha influido a la
posteridad. Narra los reinados de Augusto, Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón
(14-68). Quiere corregir el cuadro desvirtuado que han dado sus predecesores.
INFLUENCIA EN LA LITERATURA OCCIDENTAL
Tras el paréntesis de la Edad Media, en el Renacimiento toma gran importancia el estudio de la Historia. Se sirven sobre todo de la manera de trabajar de Tito Livio (alabado
por Dante) y gusta el estilo sencillo de Julio César (frecuentemente leído y comentado),
mientras que Tácito y Salustio fueron leídos poco y –éste último- con prejuicios morales.
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5. LA FÁBULA, LA SÁTIRA Y EL EPIGRAMA
(FEDRO, JUVENAL, MARCIAL)
LA FÁBULA
Composición literaria, generalmente en verso, da una enseñanza moral a través
de una alegoría con seres animados.
Este género surgió como reacción a la poesía de tono elevado y solemne. Así,
frente a los personajes de la epopeya, los personajes del mundo de la fábula son seres
vulgares e insignificantes, lo mismo que los hombres del mundo real.
En cuanto a sus orígenes, las primeras manifestaciones son orientales (indias y
árabes). Se tiene a Esopo por creador del género en Grecia, en el siglo VI a.C., y también escribieron relatos de fábulas Hesíodo, Arquíloco y Estesícoro.
En Roma se aplicó el término fabula a cualquier relato con peripecias, y, si bien
encontramos conatos de fábulas en Horacio, Ennio, Lucilio, Cicerón y Apuleyo, el más
grande cultivador fue, sin lugar a dudas, Fedro.
FEDRO (ca. 15 a. C. - ca. 55 d.C.)
El género fabulístico fue trasplantado a Roma por Fedro, un liberto de origen
tracio que había llegado en su juventud a Roma como esclavo de Augusto, quien finalmente le dio la libertad en consideración a su elevada cultura. Se dedicó a escribir fábulas para expresar en ellas los sentimientos de los esclavos, escondiéndose tras la alegoría de animales para criticar actitudes de la época.
Escribió -bajo el título de Fabulae Aesopicae- 5 libros de fábulas como reivindicación burlona del pueblo llano frente a los privilegiados, que aparecían en ellas
vistos desde la perspectiva más grotesca: así, los débiles son tratados como ‘pauperes,
humiles et opressi’ y representados por corderos, ratones, liebres o ranas; los poderosos
como ‘potentes, divites et superbi’ simbolizados por lobos, águilas, osos o serpientes.
Fedro, de origen servil lo mismo que Esopo, vio en este género la posibilidad de
expresar sus convicciones en una época en que era peligroso hablar libremente. Tal vez
algunas de sus fábulas fueron consideradas como sátiras políticas porque llegó a ser
acusado y condenado por Sejano, prefecto de Tiberio. Durante su vida no conoció el
éxito.
Los temas son muy variados y están tomados básicamente de Esopo, aunque
algunas composiciones son propiamente suyas, inspiradas en la vida y costumbres de la
época. Precisamente por el tono agresivo que emplea y por su crítica social sus fábulas
se acercan al género de la sátira.
En el prólogo nos dice que fueron dos sus propósitos: divertir y dar prudentes
consejos y esta intención moral se resume y condensa en la moraleja final.
Su lenguaje es de gran elegancia y concisión. Huye de cualquier pretensión retorizante, busca la claridad y la sencillez. Utiliza el senario yámbico, ya que no existían
antecedentes de fábula en verso.
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LA SÁTIRA
Género típicamente romano (“satura quidem tota nostra est”, Quintiliano), la
satura (posiblemente relacionada con el término “satyri”) designó originariamente un
tipo de composición poética en la que se mezclaba verso, canto y danza, con temática y
versificación variada y sin unidad formal. Sus iniciadores fueron Nevio, Ennio y Pacuvio.
Posteriormente Varrón compuso “sátira menipea” fusionando prosa y verso, y
LUCILIO (180-103 a.C.) pasa por ser el inventor del género, empleando el hexámetro
dactílico para su poesía satírica, con la que censura o ridiculiza a personas del momento o a costumbres. La sátira suele ser una mezcla de crítica social y humor picante y
mordaz.
También HORACIO (65-8 a.C.) cultivó este género aportando su fino humor,
añadiendo notas autobiográficas y moralizadoras y usándolo como vehículo para hacer
crítica literaria.
JUVENAL (60 - 140)
Junio Juvenal nació en Aquino, y es, junto con PERSIO, el último gran satírico
romano, escribiendo 16 sátiras distribuidas en 5 libros.
Critica a la alta sociedad y sus costumbres, tanto vicios y delitos morales como
conductas sociales que van contra las normas tradicionales. El objeto de su crítica no es la
moral individual sino la social, y las víctimas de sus ataques suelen ser personas ya
muertas para evitar así los riesgos que supondría este tipo de crítica a personajes del
momento. No muestra preocupación por los problemas sociales sino que se limita a denunciarlos, ya que no cree en el cambio. Su agria protesta desilusionada sólo ve una
posible solución en la “sana moral agrícola” de los antepasados de Roma. Se considera
un “castigator morum”: está indignado con la corrompida sociedad de su época que está
empezando a tomar dimensiones trágicas.
Usa el tono indignado y exaltado de un predicador implacable que fustiga a las
personas de toda raza y condición social, haciendo una especie de crónica negra o reportaje sociológico de la vida del Alto Imperio.
Sus versos presentan un gran realismo: describe con crudeza los vicios de las
mujeres, la prostitución, la miseria de clientes o la vida en la ciudad.
Utiliza también recursos propios de la retórica por ser el estilo literario de la
época. Esto se observa claramente en su uso de frases célebres (“sic volo, sic iubeo”;
“panem et circenses”; “mens sana in corpore sano”).
Se produce una llamativa discordancia entre la bajeza de los objetos representados y el estilo elevado que emplea.
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EL EPIGRAMA
Etimológicamente el término griego “epígramma” se usa para referirse a las
composiciones destinadas a ser grabadas en piedra. Así pues los primeros epigramas
fueron composiciones breves pensadas para su inscripción con carácter votivo o funerario. Este tipo de epigrama arcaico está perfectamente documentado en Roma.
El epigrama literario, cultivado en Grecia por Simónides y difundido extraordinariamente en época helenística, tiene su origen en estas inscripciones y de ellas toman gran parte de las características del género: brevedad, concisión, ingenio y vivacidad expresiva. El epigrama literario, concebido para ser leído o recitado, extiende su
temática y pasa a expresar la más variada gama de sentimientos; encontramos epigramas eróticos (en Catulo y su círculo literario), satíricos, festivos, fúnebres (“elogia”)
y de crítica social.
M. VALERIO MARCIAL (40-104)
M. Valerio Marcial nació en Bílbilis (actual Calatayud), una pequeña ciudad de
la Hispania Tarraconense. Marchó a Roma para completar sus estudios de jurisprudencia, y allí se estableció para pasar la mayor parte de su vida. Se puso como cliente al
servicio de los Flavios, Tito y Domiciano, a quienes adulaba y divertía componiendo
obras de circunstancias, y de los que recibió algunos honores. Sin embargo, con el advenimiento de Nerva y Trajano cayó en desgracia, a tal punto que en año 98, ya pobre y
viejo, decidió regresar a su ciudad natal, aceptando la finca que una dama rica, admiradora suya, le regaló.
El principal modelo para Marcial es Catulo: la concisión del epigrama de Catulo
le sirvió de inspiración. Otra similitud es la polimetría, puesto que en las colecciones
de Marcial alternan dísticos con polimétricos.
Escribió unos 1500 epigramas, distribuidos en distintas colecciones:
1. Liber Spectaculorum: 32 breves epigramas sobre los juegos circenses organizados
por Tito y Domiciano cuando se abrió el Coliseum. Grandes halagos al emperador.
2. Xenia: en las Saturnales los patronos enviaban regalos a los clientes. Marcial escribió 127 tarjetas en dísticos elegíacos que acompañaban a esos regalos.
3. Apophoreta: también en las Saturnales se distribuían regalos a los comensales.
Marcial escribió 221 tarjetas.
4. 12 libros de Epigramas: 1.172 epigramas de contenido muy variado.
Marcial es cronista de la sociedad de su tiempo, una sociedad con mucha mayor
permisividad sexual que la nuestra y en la que los vicios de todo tipo estaban al orden
del día. Tres son las características que definen al epigrama de Marcial:
- La obscenidad es un rasgo del género que lo aproxima al mimo.
- El humor es otro componente ineludible. No conlleva desprecio ni agresividad,
son bromas, especialmente al final de cada poema, donde se busca una ocurrencia inesperada (“humor intelectual”).
- Sus epigramas son retratos de la sociedad contemporánea cargado de realismo.
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INFLUENCIA EN LA LITERATURA OCCIDENTAL
Las fábulas de Fedro fueron utilizadas como texto escolar durante mucho tiempo. El
éxito de su obra ha sido enorme en todas las épocas. Como sucesores destacan, en la
Antigüedad, Babrio (s. II), Aviano (s. IV) y Rómulo (s. V), y, posteriormente, Jean la
Fontaine en Francia y, en España, Iriarte y Samaniego.
A Juvenal le llegó tarde el éxito. Fue modelo de satíricos en el s. XVI, sobre todo en
Quevedo, pero pronto cayó en el olvido, y la sátira moderna pasó a escribirse en prosa.
Marcial tuvo éxito inmediato, en la Edad Media y en el Renacimiento. En España influyó especialmente en Quevedo, Góngora y Gracián.
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6. LA ORATORIA Y LA RETÓRICA
(CICERÓN Y QUINTILIANO)
El arte de la palabra (“ars bene dicendi”) y el dominio de la expresión oral
están íntimamente ligados a la historia de Roma y el desarrollo de la literatura latina. La
oratoria pública era, en la vida política de la República romana, un instrumento esencial
para conquistar prestigio y poder (en el Senado, en las asambleas ciudadanas o ante los
tribunales), y en el contexto de las luchas civiles y políticas que caracterizaron a la República primitiva, se fue perfeccionando formalmente gracias al influjo de la retórica
griega.
La oratoria es el arte de hablar ante un auditorio (ars dicendi) con el fin de agradarle y
persuadirlo en algún sentido. El orador (orator) es el artífice (artifex), quien elabora y
pronuncia el discurso (oratio). El conocimiento y dominio de las reglas de este arte,
denominadas en su conjunto retórica (rhetorica), es la elocuencia (eloquentia). El orador debe ser, pues, un experto en el arte de hablar (dicendi peritus).
Para elaborar un discurso, el orador debía prestar atención a las siguientes fases:
- Inventio. El orador extrae las posibilidades de desarrollo de las ideas verdaderas, o
verosímiles, que le permitan probar su causa.
- Dispositio. Es la distribución adecuada, en el lugar oportuno dentro del discurso,
de las ideas y pensamientos encontrados gracias a la inventio.
- Elocutio. Traslada al lenguaje las ideas previamente extraídas y ordenadas; suministra el «ropaje lingüístico»: selección de los términos apropiados, orden en la frase, ritmo y empleo de figuras retóricas.
- Memoria. Es el ejercicio por medio del cual se llega a dominar el conjunto del
discurso y la distribución de cada una de sus partes.
- Actio. Afecta a la exposición oral del discurso. El orador debe desarrollar determinadas técnicas para modular la voz y controlar los ademanes y desplazamientos,
que deben acomodarse al tono y al asunto de que se vaya a hablar.
TIPOS DE DISCURSOS
La primera distinción que cabe hacer es la que afecta a los tipos de discurso.
Aristóteles los clasificó según su objeto en: judicial, deliberativo y demostrativo.
1. Genus iudiciale = 'género judicial'. Discurso ante los jueces de un tribunal, a
los que se invita a pronunciar un veredicto respecto a un hecho pasado a favor
de la parte acusadora o de la defensa.
2. Genus deliberativum = 'género deliberativo'. Discurso político pronunciado
ante una asamblea popular que se ha reunido para deliberar y a la que se invita a
tomar una decisión respecto a una acción futura que el orador aconseja o desaconseja.
3. Genus demonstrativum = 'género demostrativo'. En latín se llama también
genus laudativum, 'género laudatorio', porque el caso modelo es el del discurso
pronunciado ante una reunión solemne en alabanza de una persona (laudationes
funebres, elogia), de una comunidad, de una actividad o de una cosa que se
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quiere celebrar. Pero también forman parte de este tipo de discurso los que se
pronuncian con intenciones opuestas, es decir, para vituperar y desacreditar.
Los discursos de cada uno de los tres géneros pueden contener elementos de los otros
dos géneros, especialmente cuando la extensión del discurso permite la inserción de
digresiones.
PARTES DE UN DISCURSO
En la elaboración del texto del discurso, las ideas (inventio) debían quedar distribuidas
(dispositio) en cuatro partes, las llamadas orationis partes:
1. Exordium. Es el comienzo del discurso. El objeto del exordio es ganarse la
simpatía (benevolentiam captare) del auditorio hacia el asunto del discurso.
2. Narratio. En la narratio se hace partícipe al auditorio del estado de la cuestión,
exponiendo de manera concisa, clara y verosímil los hechos sobre los que se va
a tomar una decisión.
3. Argumentatio. Es una confirmación complementaria de la narratio, que hace
hincapié en lo que favorece al orador.
4. Peroratio: La parte final del discurso tiene un doble objetivo: refrescar la memoria haciendo una recapitulación, e influir en los sentimientos del auditorio.
En cada una de estas partes el orador seguía determinadas pautas para cumplir la
finalidad del discurso: hablar de manera apropiada para convencer. Si quiere convencer (persuadere) el orador debe antes instruir o demostrar (docere), deleitar (delectare) e impresionar (movere), combinando estos elementos en diversos grados.
Existieron en Sicilia, desde el s. V a.C., escuelas de retórica griegas. En Roma se
empezaron a asentar en torno al siglo I a.C. realizando prácticas escolares como las
“suasoriae” (de tipo deliberativo sobre temas mitológicos o históricos) y las “controversiae” (de tipo judicial partiendo de dos leyes opuestas). Dentro de sus máximos representantes debemos destacar a Catón el Censor y a Cayo Graco (ambos del s. II a.C.), y,
en un lugar privilegiado, a CICERÓN y a QUINTILIANO. El género literario decayó
en Época Imperial debido a la desaparición de la libertad política: las asambleas perdieron sus poderes y el Senado la práctica totalidad de sus competencias, que fueron asumidas por el emperador.
CICERÓN
De origen plebeyo, M. Tulio Cicerón nació en Arpino en el año 106 a.C. en el
seno de una familia acomodada, perteneciente a la clase de los caballeros rurales.
Realizó sus estudios superiores en Roma, donde conoció a las mentes más preclaras de
su época. Era una persona ávida de saber, dotada de una gran inteligencia y agudeza
intelectual y con pretensiones de acceder a la vida pública. Realizó estudios de jurisprudencia y también, desde muy joven, se aplicó al estudio de la filosofía (completando
su formación en Grecia y Asia Menor).
Como “homo novus” que era, no le fue fácil acceder a las magistraturas. Aún
así, fue cuestor en Sicilia (75 a.C.), edil (69 a.C.), pretor (66 a.C.), y, por último, llegó
a ser cónsul (63 a.C.). En el ejercicio de este cargo descubrió y sofocó una conspiración, la de Catilina (denunciado mediante cuatro discursos, Catilinariae), por lo que le
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fue conferido el título de pater patriae. En política defendió la concordia ordinum, es
decir, la colaboración armónica de las diversas clases para el sostenimiento de las instituciones republicanas, pero se granjeó tanto las iras de los optimates (conservadores),
como de los populares (demócratas). Al formarse el triunvirato con Pompeyo, Craso y
César, éste último buscó la amistad de Cicerón sin conseguirlo, por lo que pagaría las
consecuencias con el destierro. Tras el asesinato de César, Cicerón retornó a la política,
apoyando a Octavio y oponiéndose con fuerza a Antonio, pero Octavio le dio la espalda cuando Antonio, contra el que Cicerón había lanzado duras invectivas, pidió su
proscripción. En el 43 a.C., partidarios de Antonio lo detuvieron cuando intentaba huir
y lo asesinaron.
TRATADOS DE RETÓRICA:
Cicerón escribió varios tratados de retórica en los que recopilaba todos los conocimientos que había adquirido estudiando la retórica griega e investigando la historia
de la oratoria romana, junto con los que había extraído de su experiencia personal como
abogado y estadista:
- De oratore trata acerca de la formación del orador
- Orator, un retrato del orador ideal, donde enumera las cualidades innatas que debe
reunir un orador (figura, tono de voz, memoria) a las que debe añadirse una formación que abarque todos los campos del saber (leyes, historia, filosofía, literatura) y
el conocimiento de las técnicas del discurso.
- En Brutus, obra que recibe el nombre de la persona a la que va dedicada, Cicerón
reconstruye la historia de la elocuencia griega y romana.
- En las Partitiones oratoriae se refiere a las divisiones de los discursos.
TRATADOS DE FILOSOFÍA: De senectute, De amicitia.
DISCURSOS:
Cicerón puso en práctica sus principios sobre retórica en sus propios discursos,
que, publicados en gran número, se convirtieron en obras literarias. Sus secretarios los
tomaban taquigráficamente, y después él los retocaba a su conveniencia. Es en los discursos donde más brilla el genio de Cicerón: gracias a la maestría demostrada en ellos,
llegó a la cumbre de la política romana de su tiempo. Se conservan más de 50.
- Discursos judiciales: predominan los de defensa en favor de amigos, protegidos o simples clientes (Pro Archia poeta, Pro Milone) pero también los hay de
acusación.
- Discursos políticos: fueron pronunciados ante el Senado o ante la Asamblea del
pueblo. Destacan, sobre todo, las Catilinarias y las Filípicas, 17 discursos con
los que intentó frenar la subida al poder de Marco Antonio y que serían la causa
de su muerte.
La fama imperecedera de Cicerón radica en su excepcional maestría en el manejo del latín. Fue el orador más brillante que dio Roma. Tanto en sus tratados en prosa
como en su oratoria escribió un latín claro.
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QUINTILIANO
Marco Fabio Quintiliano (30-100), nacido en Calagurris (actual Calahorra),
regentó la primera escuela sufragada por el Estado durante el reinado de Vespasiano.
Fue el primer retórico en percibir un salario oficial del erario público y llegó a adquirir
una gran fortuna. Fue abogado famoso en su tiempo y recibió grandes honores. A su
jubilación, el emperador Domiciano le confió la educación de sus propios hijos.
Escribió el manual de retórica más famoso de la Antigüedad, De institutione
oratoria, que trata sobre la formación del orador desde la niñez hasta la edad adulta, y
constituye un estudio del sistema educativo romano de su tiempo.
Quintiliano defiende el clasicismo, esto es, el regreso a los valores literarios de
Cicerón, a quien toma como modelo, y su obra tiene grandes cualidades pedagógicas.
INFLUENCIA EN LA LITERATURA OCCIDENTAL
Desde la Edad Media hasta el siglo XIX la influencia de Cicerón sobre la literatura y el pensamiento fue muy profunda. Sus obras filosóficas ejercieron una influencia
considerable sobre los Padres de la Iglesia Primitiva, San Jerónimo, San Ambrosio y
San Agustín.
En la Edad Media, cuando las obras políticas y oratorias de Cicerón estaban aún
por ser redescubiertas, estos libros se estudiaron a fondo y llevaron al mundo europeo
un conocimiento de la filosofía griega que de otro modo no se habría podido alcanzar.
Su prosa fue modelo para autores posteriores y contribuyó a modelar el estilo de muchos escritores en distintas lenguas de la Europa actual.
Quintiliano se imprimió por primera vez en 1470 y adquirió gran reputación en
el Renacimiento, pues la concepción de Quintiliano sobre el objetivo de la educación, a
saber, formar un hombre bueno y culto, estaba en armonía con la de los humanistas.
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7. LA NOVELA: PETRONIO Y APULEYO
En sentido amplio se considera novela a una narración literaria, de cierta extensión, que trata sucesos ficticios. En la Antigüedad, la novela es el último de los géneros
literarios, tras siglos de desarrollo del drama, la épica, la lírica, la historiografía o la
filosofía. Este género fue poco cultivado en Grecia y en Roma y siempre tuvo un carácter abierto, debido a su carácter popular.
Su origen es muy incierto, pero pudo haber surgido a partir de la fusión de elementos tomados de otros géneros, algunos de los cuales ya estaban en decadencia. Así
la épica proporcionó la base narrativa; el mimo aportó la gran variedad de temas, los
efectos burlescos, e incluso eróticos; la fábula milesia los aspectos más licenciosos y la
sátira menipea la mezcla de prosa y verso y la caricatura.
El esquema argumental es simple, así como la psicología de los personajes. En
los temas sobresale el amor, los viajes y las peripecias (tempestades, naufragios, raptos),
y los cuentos de miedo o de magia. Pero todas estas aventuras, tan alejadas del mundo
real, terminan siempre con un final feliz.
Solo el Satiricón y el Asno de oro pueden considerarse novelas latinas. Ambas
presentan rasgos propios que las diferencian de las novelas griegas anteriores: su tono
satírico, el realismo y el carácter elitista, puesto que están destinadas a un público culto.
Las dos novelas incluyen parodias de todo tipo sobre cuestiones religiosas, literarias y
sociales. A través de las aventuras de los protagonistas se traza un cuadro caricaturesco
de una sociedad decadente, pero su intención no es moralizante: el protagonista de la
novela latina no intenta cambiar el mundo que le es hostil, sólo intenta sobrevivir en él.
En el aspecto formal las dos se caracterizan por su perfección: los autores desean
mostrar su ingenio y su manejo de la lengua. A pesar de su carácter popular, la novela
cómica por su fina ironía no puede ser entendida en profundidad sino por un público
que tenga una educación literaria. Tanto Petronio como Apuleyo complican la trama
con gran cantidad de aventuras, insertando en medio de la obra relatos novelescos, independientes con entidad y valor artístico propios, y todo ello sin que se deteriore el
sentido del conjunto.
PETRONIO: EL SATIRICÓN
La “cuestión petroniana” hace referencia a los problemas de identidad sobre el
autor de El Satiricón. Esta novela suele fecharse a finales del s. I d.C., con lo que sería
la más antigua escrita en Roma y su título (Satyricon) la relaciona con el drama satírico
o con la satura latina. Nos ha llegado fragmentariamente (3 últimos libros de un total de
16) firmada por un tal Petronius Arbiter.
Algunos estudiosos que proponen los años finales del reinado de Nerón como
fecha para el Satiricón, identifican este Petronius Arbiter de los manuscritos con un
consular del mismo nombre, citado por el historiador Tácito (Anales, XVI, 18-19). Este
personaje de la corte neroniana es descrito de forma inusualmente minuciosa como un
aristócrata de gustos refinados, con una capacidad inagotable para procurarse nuevos e
inusitados placeres pero también, como demostró siendo procónsul de Bitinia, con una
considerable capacidad e inteligencia cuando desempeñaba cargo de responsabilidad.
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Este noble perteneció al grupo de íntimos de Nerón, fue su favorito y, en palabras del
propio Tácito, era considerado por el propio emperador su "arbiter elegantiae". Fue
acusado de tener amistad con uno de los participantes en la conjura de Pisón y, sin esperar a ser condenado, se dio muerte serenamente en el año 66, manteniendo en la
muerte la misma postura epicúrea que había mantenido en vida.
La acción de El Satiricón se inicia en la ciudad de Campania. Encolpio es un
individuo bohemio que va en busca de su enamorado Ascilto, y lo encuentra en compañía de Gitón, un joven por el que ambos rivalizarán; luego se les une otro compañero de
aventuras, Agamenón, y todos juntos se dirigen a una cena en casa de un nuevo rico,
donde tiene lugar el pasaje más conocido de la obra, el banquete de Trimalción. Luego
Encolpio se encontrará con el poeta Eumolpo, que le contará una historia y le recitará
un poema sobre Troya. Encolpio, Gitón y el poeta deciden embarcarse para huir de Ascilto, pero el barco naufraga cerca de la ciudad de Crotona; allí Eumolpo se fingirá un
hombre adinerado, pero enfermo y sin herederos, para aprovecharse de los cazadores de
herencias.
A pesar del argumento lineal hay una gran libertad de tonos y una original fusión de elementos literarios:
- novela de amor (parodia en las que los amantes son dos jóvenes).
- novela de viajes y aventuras
- fábulas milesias (“El muchacho de Pérgamo” –sobre la homosexualidad-, “La
matrona de Éfeso” –cuento picante sobre una viuda seducida por un soldado en la propia tumba de su marido recientemente fallecido-)
- relatos costumbristas
- cuentos populares (“El hombre-lobo”, “Las brujas maléficas”)
- crítica literaria
- mezcla de prosa y verso (poema de la destrucción de Troya).
Destaca la abundancia de situaciones y efectos cómicos, factor que caracteriza
la novela latina frente a la griega. También es notable la fuerza satírica, sobre todo en
la descripción de la conducta de los libertos enriquecidos en “La cena de Trimalción”,
que es el episodio más extenso y famoso. Frente a las novelas griegas, ajenas a los
acontecimientos políticos y sociales, El Satiricón arremete contra los defectos de una
sociedad opulenta y depravada que se basa en la hipocresía: la educación de los jóvenes en una retórica hueca y en las doctrinas de filósofos embaucadores y el contraste
entre la miseria del pueblo llano frente a la frivolidad y el sibaritismo de los ricos. Petronio logra una perfecta correspondencia entre la conducta y el lenguaje de sus personajes y su nivel social y cultural. En su prosa fluida se alterna la lengua literaria con la
lengua coloquial, el lenguaje soez con el técnico, todo ello con una extraordinaria riqueza de vocabulario (vulgarismos, coloquialismos, jerga de libertos), por lo cual El
Satiricón es un documento histórico y lingüístico de primer orden.
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APULEYO: EL ASNO DE ORO
Los datos de la vida de Apuleyo están sacados de su propia obra. Sabemos que
nació en Madaura ca. 125 d.C. y que debió morir en torno al año 170. Fue educado en
Cartago, Atenas y Roma y llegó a ser un gran erudito: escribió en griego y latín, en
prosa y verso, fue filósofo, retórico y novelista, produciendo gran cantidad de obras
actualmente perdidas. Tan sólo conservamos cuatro tratados filosóficos, parte de su obra
oratoria y El asno de oro, también conocida como Las Metamorfosis, la única novela
completa de la literatura latina.
Los 11 libros que ocupan esta novela cuentan en primera persona las peripecias
de Lucio, un mercader corintio que se encuentra viajando por Tesalia y que se convierte
accidentalmente en asno, conservando, sin embargo, su alma humana. Con la figura de
asno entra al servicio de distintos amos, como si de una novela picaresca se tratase:
bandidos, comerciantes, soldados, falsos sacerdotes y esclavos. Aunque no tiene el don
de la palabra, Lucio observa y describe todas las capas de la sociedad de modo vívido y
realista.
A lo largo de la obra se van mezclando el patetismo, la comicidad y la sátira, a
veces representados en las historias menores que se van engarzando para complicar la
trama. Pero Apuleyo también se vale de los tonos románticos y míticos, como en el caso
del cuento de Cupido y Psique, relatado por la criada de unos bandidos, que ocupa casi
una quinta parte del total.
Apuleyo tiene un propio estilo literario: prosa elaborada y de gran riqueza expresiva. Destaca su prosa musical, su riqueza de vocabulario y la perfección en las cláusulas rítmicas. Hay toques humorísticos y parodias mitológicas.
INFLUENCIA DE LA NOVELA EN LA LITERATURA EUROPEA
Se deja ver influencia de Petronio en algunas Novelas Ejemplares de Cervantes
y en Quevedo.
Apuleyo gozó de fama en vida. Ausonio, San Agustín y San Jerónimo conocieron su obra. Posteriormente, el Renacimiento lo revalorizó (Boccaccio) y muchos escritores del Barroco imitaron cuentos como el de Eros y Psique (Lope de Vega, Calderón
de la Barca, La Fontaine, Corneille). La mayor influencia de El asno de oro se observa
en novelas picarescas como el Lazarillo de Tormes y el Guzmán de Alfarache de Mateo
Alemán.
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